La imbricada relación entre la historia y la literatura ha generado entre
otras cuestiones la necesidad de establecer cuál de ambas
disciplinas influye sobre la otra; en qué grado opera esta
dependencia o si por el contrario, se trata de una
interdependencia en la que ambas salen airosas.
Genéricamente, señala Estrin, en la
relación literatura-cronología queda clara
nuevamente la compleja tutoría que opera la historia sobre
la literatura: El discurso
literario no es histórico por el solo hecho de depender de
la cronología fáctica o porque se lo someta a una
linealidad causal evolutiva exterior sino precisamente porque
exhibe en sí mismo registros
discursivos que determinan su repercusión
ideológica temporalmente ubicada, el "valor de
utilidad" o de
"trivialidad" que se le asigna dentro de la circulación
semiótica y social en determinado momento
histórico a estas historias literarias: El problema de la
tradición, del canon o del intertexto,
respectivamente.
En nuestra opinión, las ciencias
sociales se integran con el conjunto de saberes provenientes
de la fuente inagotable de valores que
fluyen de la realidad racional e irracional de la
vida.
Sin embargo, como señala Max Weber, es
preciso no dar a todo ello una falsa interpretación en el sentido de que la
auténtica tarea de las ciencias
sociales constituye una perpetua caza de nuevos puntos de vista y
de construcciones conceptuales. Muy al contrario, conviene
insistir al máximo en que el servicio al
conocimiento
del significado cultural de las relaciones históricas
concretas constituye el único y fin último, el cual
es favorecido, junto a otros medios, por
el trabajo de
la construcción y crítica
de conceptos.
La interdependencia entre historia -particularmente
historia del
derecho- y literatura en pocas ocasiones es tan palpable como
en ese libro (casi un
folleto) publicado en el año 1764, en Livornio Italia, por
Césare Bonesana, Marqués de Beccaria intitulado "De
los delitos y de
las penas", considerado un claro exponente del pensamiento
iluminista y su importancia, más que filosófica y
teórica, es política, habiendo
sido decisiva desde este punto de vista, como autor de la piedra
angular de todas las reformas penales que permitieron el
posterior desarrollo de
nuestra disciplina (el
Derecho Penal)
en la forma que presenta contemporáneamente.
A partir de la obra de Beccaria (nombre con el cual es
conocido en la literatura jurídica) el Derecho Penal toma
dignidad
filosófica mediante la racionalización de sus
principios
fundamentales, iniciando de este modo un proceso de
reacción contra la penalidad medieval, que haría
cumbre en la Declaración de los derechos del Hombre y del
Ciudadano de 1789, hija de la Revolución
francesa.
Hemos tomado este pequeño libro como ejemplo,
pero podríamos citar simples frases, el decálogo de
Moisés, o la vinculación Nietzsche-Wagner-Nacional Socialismo.
No obstante hay quienes niegan esta relación de
igualdad,
estableciendo condiciones de subordinación. Así por
ejemplo Rosa sostiene: La historia no sólo es el motor de la
producción literaria sino la causa
eficiente en la construcción de las formaciones sociales y
en la estructuración de la superestructura cultural…..
Las relaciones de subordinación causal que mantiene la
literatura con la historia son determinantes, en el valor pleno
de esta noción….. la literatura dice en su lenguaje lo
que dice la historia pero, sin lugar a dudas, dice
más.
En el ámbito de la literatura nacional tenemos
igualmente ejemplos que apoyan nuestra tesitura. Con un total de
7.210 versos la obra de Hernández, revela su talla de
epopeya de la literatura
argentina. El gaucho Martín
Fierro (1872) narra su vida y lleva a cabo un retrato de la
sencillez rural, la independencia
y la paz de su espíritu. Como sabemos, en su primera
parte, el poema recorre la inicial felicidad del protagonista en
las planicies rodeado de su familia, hasta
que es obligado a alistarse en el Ejército. Su odio a la
vida militar le lleva a rebelarse y desertar.
Desde nuestro punto de vista, dos son las circunstancias
respecto de esta obra, que confluyen y condicionan
genéricamente la historia
argentina y específicamente el ser nacional. Por un
lado la actitud o
característica de su personaje principal singularmente
descrito por Sarmiento en el "Facundo": Ignorante,
bárbaro, que ha llevado por largos años una vida
errante que sólo alumbran, de vez en cuando, los reflejos
siniestros del puñal que gira en torno suyo;
valiente hasta la temeridad, dotado de fuerzas hercúleas,
gaucho de a caballo, como el primero, dominándolo todo por
la violencia y el
terror, no conoce más poder que el
de la fuerza brutal,
no tiene fe sino en el caballo; todo lo espera del valor, de la
lanza, del empuje terrible de sus cargas de
caballería.
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