La electricidad es
un fenómeno físico que se manifiesta naturalmente
en los rayos, las descargas eléctricas producidas por el
rozamiento (electricidad estática)
y en el funcionamiento de los sistemas
nerviosos de los animales,
incluidos los seres humanos.[1] También se denomina
electricidad a la rama de la ciencia que
lo estudia y la rama de la tecnología que lo
aplica. Desde que, en 1831, Faraday descubriera la forma de
producir corrientes eléctricas por inducción, se ha convertido en una de las
formas de energía más importantes para el desarrollo
tecnológico debido a su facilidad de generación,
distribución y al gran número de
aplicaciones que tiene.
El origen de la electricidad son las cargas
eléctricas, estáticas o en movimiento, y
su interacción. Una carga eléctrica en
reposo produce fuerzas sobre otras cargas. Si la carga
eléctrica está en movimiento, produce
también fuerzas magnéticas. Hay sólo dos
tipos de carga eléctrica, las positivas y las negativas.
Las cargas eléctricas elementales son los protones y los
electrones, responsables de la formación de los
átomos y moléculas, pero también hay otras
partículas elementales cargadas.[2]
Electricidad y magnetismo son
sólo dos aspectos diferentes del mismo fenómeno
electromagnético descrito por las ecuaciones de
Maxwell. El movimiento de una carga eléctrica con velocidad
constante produce un campo
magnético, la variación de un campo
magnético produce un campo
eléctrico y el movimiento acelerado de cargas
eléctricas genera ondas
electromagnéticas (como en las descargas de rayos que
pueden escucharse en los receptores de radio
AM).[3]Debido a las crecientes aplicaciones de la electricidad en
la generación de potencia, las
telecomunicaciones y el procesamiento de información, uno de los principales
desafíos contemporáneos es generarla de modo
más eficiente y con el mínimo de perjuicios para el
medio
ambiente.
Historia de la
electricidad
Michael Faraday. Demostró que existía
relación entre los fenómenos magnéticos y
los eléctricos, además de crear las bases de los
transformadores, motores y
generadores
La historia de la electricidad
ha evolucionado desde observaciones aisladas y simples
especulaciones o intuiciones
médicas (como el uso de peces
eléctricos en enfermedades como la gota y
el dolor de cabeza)[4] u objetos arqueológicos de interpretación discutible (la
Batería de Bagdad[5] ) hasta la Revolución
científica del siglo XVII. Mientras todavía era
considerada poco más que un espectáculo de
salón, las primeras aproximaciones sucesivas al
fenómeno eléctrico que pueden incluirse en el
método
científico fueron realizadas por investigadores
sistemáticos como William Gilbert, Otto von Guericke, Du
Fay, Pieter van Musschenbroek o William Watson. Estas
observaciones empiezan a dar sus frutos con Luigi Galvani,
Alessandro Volta, Charles-Augustin de Coulomb y Benjamin
Franklin, y ya a comienzos del siglo XIX con André-Marie
Ampère, Michael Faraday y Georg Ohm. No obstante, hasta la
definición de las ecuaciones de Maxwell (1861-1865), no se
alcanzó una teoría
que unificara la electricidad y el magnetismo como dos
manifestaciones de un mismo fenómeno.
El telégrafo eléctrico de Samuel Morse
(1833) puede considerarse como la primera gran aplicación
de la electricidad en las telecomunicaciones, mientras que los
desarrollos tecnológicos clave de la primera revolución
industrial quedaron totalmente al margen de ella. No
sería hasta el final del siglo XIX cuando las aplicaciones
económicas de la electricidad se convertirán en una
de las fuerzas motrices de la segunda revolución
industrial. Mas que de grandes teóricos, como Lord Kelvin,
fue este el momento de ingenieros, como Zénobe Gramme,
Nikola Tesla,
George Westinghouse, Ernst Werner von Siemens, Alexander Graham
Bell y sobre todo Thomas Alva Edison y su revolucionaria manera
de entender la relación entre investigación y mercado
capitalista. Los cambios de paradigma de
la primera mitad del siglo XX (relativista y cuántico)
situaron la electricidad en escalas hasta entonces ignoradas:
atómica y subatómica.
La electrificación trajo consigo un enorme
cambio social,
desde cambios en el alumbrado hasta todo tipo de procesos
industriales, transportes y telecomunicaciones. Lenin
definió el socialismo como
la suma de la electrificación y el poder de los
soviets.[6] La sociedad de
consumo que se
creó en los países capitalistas dependió en
gran medida de la utilización doméstica de la
electricidad . La utilización de la energía
eléctrica es también esencial para la sociedad
de la información de la tercera revolución
industrial que se viene produciendo desde la segunda mitad del
siglo XX y únicamente puede comparárse en
importancia la motorización dependiente del petróleo. Ambos procesos vienen exigiendo
cantidades cada vez mayores de energía, lo que ha dado
lugar a la crisis
energética y la búsqueda de nuevas fuentes de
energía, la mayoría para la generación
eléctrica (energía
nuclear y energías renovables
principalmente).
Los problemas que
tiene la electricidad para su almacenamiento y
transporte a
largas distancias, y para la autonomía de los aparatos
móviles, son retos técnicos aún no resueltos
de una forma.
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