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Enfoques religiosos sobre la reproducción humana asistida




Enviado por Domingo Peña Nina



Partes: 1, 2, 3, 4

    1. La valoración
      tecnocientífica de la reproducción asistida y las
      consideraciones religiosas
    2. La
      despenalización de conductas humanas respecto a la
      sexualidad y la capacidad reproductiva sin contar con las
      religiones
    3. Las
      nuevas estructuras familiares
    4. Visión
      católica de la regulación de la
      fertilidad
    5. Algunas
      otras consideraciones religiosas
    6. Diferencias
      entre los científicos cristianos
    7. El
      espacio laico y la religión
    8. La
      Religión y ¿matrimonio o
      cohabitación?
    9. La
      condición actual del ser humano y las
      religiones
    10. Inseminación
      artificial con semen del marido y con semen de un
      donante
    11. Otras
      posibilidades de reproducción humana discutidas por los
      'ulamá'
    12. Fertilización
      in vitro
    13. Maternidad
      suplente
    14. La
      posición de la Religión sobre los embriones
      sobrantes
    15. La
      posición de la religión sobre las TRA y los
      nacimientos dentro de parejas gay
    16. La
      religión y la dignidad del no nacido
    17. Cardenal
      Rouco: las leyes contra la vida llevan a la
      decadencia
    18. La
      reproducción artificial y la enseñanza de la
      Iglesia Católica sobre ella
    19. La
      Iglesia Católica ante el problema de la
      investigación en células
      estaminales
    20. La
      Iglesia Católica y la aprobación de la Ley de
      Reproducción Humana en España
    21. Congelación
      de embriones
    22. Lo que el
      Catecismo enseña
    23. En
      resumen
    24. Conclusiones
    1. Introducción

    Durante las últimas cinco décadas del
    milenio pasado el hombre
    logró grandes avances en ciencia y en
    tecnología. Una de las áreas
    más desarrolladas fue la de las nuevas técnicas
    en la reproducción humana asistida.

    El término de reproducción asistida
    también ha sido llamado reproducción
    artificial
    , entendiéndose lo mismo, aunque sólo
    haciendo mayor relevancia al lugar de trabajo: el
    laboratorio.
    Por "reproducción artificial" o "fecundación artificial" se entienden
    diversos procedimientos
    técnicos encaminados a lograr la concepción de un
    ser humano por una vía diversa de la unión del
    varón con la mujer. Se
    trata de lograr la unión de los gametos masculino
    (espermatozoide) y femenino (óvulo) mediante
    procedimientos técnicos. Esa unión puede darse
    dentro del cuerpo de la mujer
    (inseminación artificial o fecundación
    intracorpórea) o fuera (fecundación
    extracorpórea). Artificial o asistida, el caso es que el
    hombre, con su
    ingenio y desarrollo
    científico, interviene en procesos que
    deberían ser naturales, pero que por alguna razón
    no pueden ser así. La técnica, la ciencia y
    el ingenio humano se conjugan, por la sabiduría de un ser
    superior, Dios, y traen por consecuencia resultados
    idénticos al de la reproducción natural.
    "Hagamos al hombre a nuestra imagen y conforme
    a nuestra semejanza." Génesis 1:26.

    El nacimiento del primer ‘bebe-probeta’ en
    1978 fue anunciado con grandes titulares en todo el mundo. Todos,
    a excepción del Vaticano, dieron la bienvenida a este
    nuevo descubrimiento en la ciencia humana. Después de
    todo, el hombre es la creación fundamental; el universo fue
    creado para el hombre.

    Es interesante anotar que en torno a este tema
    no hay unidad de criterio en las diversas religiones. El
    Islam, por
    ejemplo, se mantiene en medio de dos puntos de vista extremos:
    por una parte, la Iglesia
    Católica Romana que condena categóricamente la
    fertilización in Vitro y los demás métodos de
    reproducción asistida. Por otra, los liberales y algunas
    de las otras religiones, permiten estos
    métodos, sin que les importe si son realizados por parejas
    casadas o no. El Islam, permite las nuevas
    tecnologías de reproducción siempre que se
    realicen entre parejas casadas.

    Para entender la postura de las religiones sobre los
    métodos de reproducción asistida hay que partir de
    los orígenes bíblicos de la creación humana
    y la reproducción.

    En el relato bíblico, la distinción
    entre el hombre y las demás criaturas se manifiesta sobre
    todo en el hecho de que sólo su creación se
    presenta como fruto de una especial decisión por parte de
    Dios, de una deliberación que establece un vínculo
    particular y específico con el Creador.

    El mismo Dios, que dijo: "no es bueno que el hombre
    esté solo" (Gén. 2:18) y que "hizo desde el
    principio al hombre, varón y hembra" (Mat. 19:4),
    queriendo comunicarle cierta participación especial en su
    propia obra creadora, bendijo al varón y a la mujer
    diciendo: "Creced y multiplicaos"(Gén. 1:28).

    La generación de un nuevo ser humano es, pues, un
    acontecimiento profundamente humano y altamente religioso, por
    cuanto implica a los cónyuges que forman una "sola carne"
    (Gén. 2:24) como colaboradores de Dios Creador.

    Partiendo de la ordenanza divina "Creced y multiplicaos"
    debería entenderse y aceptarse que los agentes de la
    salud cumplen sus
    funciones
    cuando ayudan a los padres a procrear con conciencia y
    responsabilidad, favoreciendo las condiciones,
    removiendo las dificultades fisiológicas y
    protegiéndose de un tecnicismo invasivo, no digno del
    procrear humano. Sin embargo, no sucede así.

    2. La
    valoración tecnocientífica de la
    reproducción asistida y las consideraciones
    religiosas

    El desarrollo tecnológico y científico
    avanza mucho más rápido que las normas
    jurídicas. En estos momentos, una parte sustantiva del
    debate sobre
    las técnicas de reproducción asistida (TRA), que
    suscita gran polémica, se debate entre científicos
    y el vaticano, dentro de la Religión
    Católica. Esta religión, principalmente, es la que
    lleva la voz cantante dentro de la posibilidad de decidir sobre
    una concepción del ser humano y del mundo, bajo la
    oposición a intervenir en los procesos de vida.

    La Iglesia Católica, se basa en el dogma
    religioso que define que la mujer y el hombre no dan la vida,
    sino que son depositarios de una voluntad divina. De ahí
    que la jerarquía católica considere que desde el
    momento de la fecundación, el ser humano en
    formación tiene plena autonomía y que el cuerpo de
    la mujer es un "mero instrumento divino"; y por eso sostiene
    también que, desde ese mismo momento, el producto en
    formación es absolutamente equiparable a un ser humano,
    pues desde el primer instante tiene "alma".

    Esta perspectiva religiosa se contrapone a otra que no
    acepta un destino impuesto por una
    voluntad sobrehumana, que se apoya en la ciencia para definir los
    límites
    neurológicos de la vida consciente, y que considera que no
    se puede imponer al conjunto de la sociedad las
    creencias religiosas como leyes divinas,
    sino que hay que regirse por acuerdos sociales, por leyes
    humanas.

    El entrecruzamiento de estos linderos confronta la
    postura de la fe con la perspectiva de la ciencia. A la
    aceptación incuestionada del concepto "vida",
    formulado de manera unívoca desde la posición
    católica institucional, se contrapone una perspectiva
    científica que establece una diferencia entre la vida
    desde el momento de la fecundación y la vida consciente
    con base en la actividad cerebral, y la consideración de
    otros elementos como la calidad de la
    vida, la responsabilidad individual y la libertad. Por
    eso, la iglesia conduce a establecer reglas o prohibiciones,
    lleva a replantear el sentido de la existencia.

    Esta perspectiva, además, define, que la
    condición principal para la decisión de tener un
    hijo bajo las TRA, al momento de tener o no un embarazo con
    este tipo de procedimiento, es
    la libertad de conciencia. Y un número creciente de
    católicos practicantes, inclusive monjas, teólogos
    y sacerdotes, están coincidiendo con ello y manifestando
    públicamente su discrepancia con la jerarquía de la
    Iglesia católica. Enfrentándose a la
    cerrazón del Vaticano, la argumentación de estos
    grupos
    católicos progresistas sobre el derecho a elegir de
    acuerdo con la propia conciencia ha abierto un camino de
    esperanza para los millones de mujeres creyentes que han
    utilizado estas técnicas, y que seguirán
    utilizándolas, y también para los hombres de fe que
    las han utilizado en apoyo a sus esposas y que continuarán
    haciéndolo en caso que la necesiten de nuevo para
    engendrar y tener una familia.

    Aunque muchísimas personas se asumen como
    creyentes y viven su fe y sus experiencias religiosas, es
    evidente que la religión ha dejado de ser la fuente de
    autoridad
    moral que una
    vez fue: los códigos morales basados en dictados divinos
    ya no guían, necesariamente, las conductas del mundo
    moderno. Además, ni siquiera dentro de una misma
    religión hay acuerdo total sobre cuestiones morales. Esto
    se ha hecho evidente en las divisiones entre judíos
    ortodoxos y no ortodoxos; en la gran variedad de posturas de la
    teología protestante y en el número cada vez mayor
    de creyentes que no acata los preceptos y prohibiciones de la
    jerarquía católica; así como en el
    surgimiento de grupos católicos que discrepan con la
    postura del Vaticano y que analizan cómo han cambiado
    históricamente las ideas morales en la Iglesia
    Católica.

    Además de las divisiones al interior de las
    religiones, desde hace por lo menos dos siglos, la cultura
    occidental se ha ido secularizando y esto ha afectado tanto al
    orden social como a las creencias y valores. La
    paulatina, pero sostenida, secularización ha permitido
    asumir que el poder no
    proviene de un dios sino de las propias personas. Antes, en
    varios países latinoamericanos donde la religión
    católica obedece a la mayoría, como es el caso de
    República
    Dominicana, México,
    Venezuela,
    Colombia entre
    otros, había un único código
    moral, el católico; hoy, en cambio,
    coexisten varios.

    Savater dice que las iglesias hacen "creer a la gente
    que algo que ha sido dicho en la tierra
    proviene del cielo". Ante eso, el Estado
    tiene, necesariamente, que introducir la racionalidad como
    elemento básico para dar sentido colectivo a la
    existencia. La ciencia y la técnica escapan al control de las
    iglesias. Por eso, justamente, muchos valores religiosos dejaron
    de tener vigencia al constreñir el potencial de desarrollo
    de las personas. Por ello también, la jerarquía de
    la Iglesia católica repudia la autonomía de la
    razón.

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