Las botijas (Olive Jars) Su reutilización en tres construcciones coloniales habaneras
- Introducción
- Las botijas.
Terminología - Estudios
previos: tipología, cronología y centros de
producción - Las
botijas en tres construcciones en La Habana colonial. Los
resultados de trabajos arqueológicos reportados
- Conclusiones
- Bibliografía
Introducción
Numerosos son los elementos constructivos y
arquitectónicos, así como los materiales
constructivos cerámicos que participan en la arquitectura
colonial cubana y de manera específica en La Habana,
siguiendo una tradición que se remonta hasta Sumeria, cuna
de la civilización humana. Basta mencionar, para
ejemplificar esta afirmación, las tejas criollas,
integrantes fundamentales de las cubiertas a dos aguas, la forma
casi general de resolver los techados de las construcciones
durante el período en estudio, así como las losas
hidráulicas que se constituyen en la terminación,
(junto con las de piedra), de los suelos de las
galerías y habitaciones y que participan además en
los sistemas de viga
por losa y viga por tabla o tablazón para la
solución de los pisos altos y en los techos planos o
azoteas. Otros componentes importantes son los azulejos,
fundamental, pero no exclusivamente, de mayólica, con los
cuales se cubrían los muros de cocinas y baños,
así como los zócalos de zaguanes, galerías y
escaleras, sin que podamos olvidar los tubos de barro cocido
(atanores), con y sin vidriado que son utilizados para la
conducción de agua.
Está claro que ningún material constructivo
confeccionado con barro cocido será tan ubicuo e
importante como el ladrillo.
Un expediente que se relaciona de manera directa con el
tema de este trabajo es la
reutilización de piezas cerámicas en las
construcciones habaneras del período colonial, fuera de
las funciones para
las que fueron confeccionadas y que le conferían su
valor de uso.
Es el caso de fragmentos de tejas criollas, losas,
azulejos, contenedores, vasijas y otras piezas utilitarias,
empleadas como parte del relleno de vanos tapiados y pisos,
de los mampuestos, (en los que participan junto a la piedra y
otros materiales fortuitos como huesos de res),
en el engrosamiento de paredes, relleno de pechinas y muchos
otros casos que dan fe del aprovechamiento por nuestros antiguos
constructores de toda la gama de materiales que tenían al
alcance de sus manos.
Este trabajo se plantea como objetivos:
· Ofrecer una panorámica de los
resultados más notables de investigaciones
realizadas en el mundo acerca de las botijas como
artefacto.
· Discutir las características
de dos reutilizaciones de las botijas en tres conventos
coloniales habaneros.
· Reportar las características
tipológicas de las botijas estudiadas en dos de los
sitios de lo que se desprende un nuevo subtipo de botija de fondo
aplanado y otro de fondo plano no mencionados en la literatura
consultada.
· Discutir la posibilidad de
producción de botijas en La Habana colonial
con base a datos aportados
por el registro
arqueológico.
· Estimular la discusión y
publicación a nivel doméstico de la información producida acerca de estos
contenedores cerámicos, de poderosa presencia en el
registro arqueológico latinoamericano.
LAS BOTIJAS
Terminología
Ningún otro contenedor de cerámica ha recibido tantas denominaciones
como el que nos ocupa, lo que seguramente está en
relación con su abundancia y ubicuidad en el registro
arqueológico americano, dada su amplia utilización
como continente comercial y utilitario así como su larga
vida, que abarca desde finales del siglo XV hasta mediados del
XIX.
Comenzaremos por aclarar que John Goggin (1980), autor
de la primera y más importante obra acerca de estos
contenedores, utiliza la denominación Jarra de aceite (Olive
Jar) siguiendo a Holmes (1903: 129-130), reconociendo que el
término no tiene ninguna significación
etnográfica o lingüística, solamente como
denominación de un “tipo” y que seguía
el principio de utilizar la denominación tipológica
primera.
Resulta un claro ejemplo de lo poco feliz de la
denominación de Goggin la cantidad de términos que
se han empleado fuera del ámbito anglosajón para
estudiar esta cerámica. Avery (1997: 90) refiere el uso en
el ámbito de los estudios arqueológicos de: olive
jar, jar, jarra de aceite, tinaja, ánfora, anforita y
botija, pero aun se han empleado los de perulera y
botijuela.
Sin embargo, incluso para el mundo anglosajón, el
término botija parece imponerse dado el hecho de que toda
la documentación colonial que menciona estas
vasijas utiliza el de botija, sean peruleras, de arroba y cuarto,
regulares, de media arroba, de a cuarto e, incluso, el de
botijuela. Tómese como ejemplo del debate a este
respecto el trabajo de
Clive Carruthers “Spanish Botijas or Olive
Jars from the Santo Domingo Monastery, Guatemala” (2003: 40-55) (subrayado
nuestro).
Una nota interesante en relación a estas vasijas
y su presencia en Cuba la
aporta el “Diccionario de
vozes y frases cubanas” de Esteban Pichardo
(1836), cuando nos define la botija de la siguiente
manera:
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