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Desesperanza aprendida y clima familiar (página 2)



Partes: 1, 2, 3

Sin embargo este punto nos lleva a otro elemento
de consideración al hablar de familia, este es
la actitud pasiva
frente al cambio, el
esperar que sea un agente externo, y muchas veces
mesiánico, aquel que modifique nuestro continuo malestar,
y nos permita en forma definitiva gozar de mejores niveles de
vida. Sumemos a eso la poca disposición a esperar el
cumplimiento de procesos,
producto de la
búsqueda de resultados inmediatos y muchas veces de efecto
solo momentáneo. Es importante mencionar que en nuestra
institución educativa si bien se fomenta la
participación a través de la asunción de
responsabilidades compartidas como el manejo de la seguridad y la
limpieza, no podemos garantizar que dicho elemento se presente en
ausencia de autoridades que exijan y verifiquen dichas acciones. Esto
guarda relación directa con la tendencia a exigir, en el
caso del Departamento Psicológico, resultados inmediatos
que permitan una mejor conducta en el
menor o la obtención de calificaciones favorables, esto a
pesar de ser explicado el proceso a
seguir, así como la importancia del tiempo a
transcurrir. Todas estas afirmaciones son validadas por el trabajo
diario, y si bien constituyen solo observaciones, la suma de
ocurrencias nos permite plantearlas con la seguridad de encontrar
su validez en el presente trabajo.

La familia por ser uno de los diversos agentes sociales
influencia y es influido. Su interacción continua con otras familias,
entornos educativos, laborales, de recreación, entre otros hacen que se formen
criterios comunes, entre estos concepciones que les permite hacer
frente a la sociedad. Por
tal motivo, y al observar que el entorno demográfico,
económico y cultural tiene características
similares nos permite afirmar que la Desesperanza Aprendida no
solo ocurre en nuestra institución, sino es una
característica comunal e incluso mesosocial. Ya Reynaldo
Alarcón, investigador peruano de reconocida trayectoria,
en un libro dedicado
al estudio de la Pobreza hace
referencia a la Desesperanza Aprendida, mencionado a esta como
uno de los elementos que explica y a la vez caracteriza a dicha
condición.

Actualmente nuestra condición de pobreza nacional
y sus diferentes formas de marginación y desigualdad,
acentuada en nuestra institución por estar ubicada en un
asentamiento humano, afianzan aún más nuestra
postura.

Finalmente remarcamos que de mantenerse la Desesperanza
Aprendida como factor de influencia sobre las familias que forman
nuestra institución, no solo se deberá considerar
como problemática la manutención del pesimismo
frente a las propias capacidades, el pasado y futuro, sino
también la existencia de una constante pauta de crianza
enmarcada en dichas creencias y la aparición de diversas
manifestaciones patológicas, de la cual derivan estados
que atentan contra la salud integral como son la
depresión, ansiedad así como su
correlato con la violencia
física y
psicológica.

1.2. FORMULACIÓN DEL PROBLEMA

1.2.1. Pregunta Principal

¿Qué relación existe entre la
Desesperanza Aprendida y el Clima Familiar de
un grupo de
estudiantes y padres de familia del nivel secundario integrantes
de la I.E.P. Fe y Alegría Nº 43 – La Salle del
distrito de Ventanilla?

1.2.2. Sistematización del
Problema

– ¿Cuáles son los planteamientos
teóricos en torno a la
Desesperanza Aprendida y el Clima Familiar?

– ¿Qué relación existe
entre la Desesperanza Aprendida y la interacción
intrafamiliar de un grupo de estudiantes y padres de familia del
nivel secundario integrantes de la I.E.P. Fe y Alegría
Nº 43 – La Salle del distrito de
Ventanilla?

– ¿Qué relación existe
entre la Desesperanza Aprendida y el desarrollo
personal intrafamiliar de un grupo de estudiantes y padres de
familia del nivel secundario integrantes de la I.E.P. Fe y
Alegría Nº 43 – La Salle del distrito de
Ventanilla?

– ¿Qué relación existe
entre la Desesperanza Aprendida y la estabilidad intrafamiliar de
un grupo de estudiantes y padres de familia del nivel secundario
integrantes de la I.E.P.Fe y Alegría Nº 43 – La
Salle distrito de Ventanilla?

1.3. OBJETIVOS DE
LA INVESTIGACIÓN

1.3.1. Objetivo
General

Conocer la relación existente entre la
Desesperanza Aprendida y el Clima Familiar de un grupo de
estudiantes y padres de familia de nivel secundario integrantes
de de la I.E.P. Fe y Alegría Nº 43 – La Salle
distrito de Ventanilla?

1.3.2. Objetivos Específicos

– Identificar los planteamientos teóricos
existentes en torno a la Desesperanza Aprendida y el Clima
Familiar

– Establecer la relación existente entre
la Desesperanza Aprendida y la interacción intrafamiliar
de un grupo de estudiantes y padres de familia de nivel
secundario integrantes de de la I.E.P. Fe y Alegría
Nº 43 – La Salle distrito de
Ventanilla

– Determinar la relación existente entre
la Desesperanza Aprendida y el desarrollo
personal
intrafamiliar de un grupo de estudiantes y padres de familia de
nivel secundario integrantes de de la I.E.P. Fe y Alegría
Nº 43 – La Salle distrito de
Ventanilla

– Describir la relación existente entre
la Desesperanza Aprendida y la estabilidad intrafamiliar de un
grupo de estudiantes y padres de familia de nivel secundario
integrantes de la I.E.P. Fe y Alegría Nº 43 –
La Salle distrito de Ventanilla

1.4. JUSTIFICACIÓN DE LA
INVESTIGACIÓN

1.4.1. Justificación
Teórica

La presenta investigación se orienta a la
contribución científica y a la aplicación de
los postulados a favor del desarrollo
humano. Su contribución científica se
sitúa en relación a la limitada información en cuanto a la Desesperanza
Aprendida, constructo directamente mencionado cuando se habla de
pobreza, pero pocas veces contrastado con la realidad. En nuestro
país son reducidos las menciones ha dicho campo de
estudio, siendo dichas referencias parte de un diagnóstico más amplio y no una
investigación por si misma. Nuestra intención es
contribuir con la concepción de dicha variable, ya que
consideramos que es este causante directa de la disfunción
familiar, y con esto, es origen de personas con pobres
concepciones respecto a si mismo, su entorno, pasado y futuro.
Nuestro trabajo, como se mencionó anteriormente no solo
contribuye a incrementar el bagaje teórico respecto a las
variables en
mención, sino que constituye el primer esfuerzo conceptual
que involucra la conexión entre la Desesperanza Aprendida
y el Clima Familiar, ya que ambas han sido relacionadas pero no
comprobadas en nuestra población, es decir, las afirmaciones
previas han constituido ideas derivadas de
observaciones e indicadores
socioeconómicos, más no de las variables por si
mismas.

Por desarrollarse nuestro trabajo en una
muestra con
características económicas y culturales comunes a
las poblaciones en condición de pobreza, consideramos
viable la posibilidad de replica a otros entornos similares. En
países como el nuestro, en el que el 50% de la
población es pobre, y con una total dependencia al
crecimiento
económico nacional como elemento excluyente para
alcanzar su superación, considerar una vía que se
centra en una adecuada estructura
familiar como actor fundamental en el desarrollo es aún
más importante.

1.4.2. Justificación
Metodológica

Para la presente investigación se
diseñaran una serie de encuestas
destinadas a conocer la realidad intrafamiliar, sus indicadores
económicos y comportamentales, los cuales permitan dar
mayor validez a los conceptos y definiciones
planteadas.

1.4.3. Justificación
Práctica

Los beneficiarios directos serán los integrantes
de la Comunidad
Educativa de la Institución en la que se realizará
el estudio, pues los datos recogidos y
validados permitirán plantear incorporar al plan de trabajo
de años posteriores elementos que faciliten no solo el
desarrollo académico sino también personal de
nuestros alumnos, así como facilitará cumplir con
el rol de apoyo social que sustenta nuestra organización. Como beneficiarios indirectos
consideramos a todas aquellas poblaciones que comparten
características comunes con la nuestra, y por tanto pueden
introyectar los aportes aquí referidos en pos de su propio
desarrollo.

II. MARCO
TEÓRICO

Antecedentes de la Investigación

En la actualidad no se registran investigaciones
que involucren ambas variables en conjunto, ya que la
Desesperanza Aprendida se centra primordialmente en aspectos
clínicos. Sin embargo consideramos pertinente mencionar
aquellos estudios que se correlacionen de forma indirecta con
nuestra investigación.

Quintanilla & otros (2003) realizaron un estudio
denominado “Desesperanza y tentativa suicida”. El
mencionado trabajo se realizó con 78 pacientes de
tentativa suicida pertenecientes al Hospital Civil de Guadalajara
y con un grupo de referencia, conformado por 89 personas las
cuales no presentaban las características antes
mencionadas. A ambos grupos se les
aplicó la escala de
desesperanza de Beck, al grupo de tentativa suicida se le hizo
además un cuestionario
sociodemográfico para caracterizar factores asociados al
suicidio.

De los pacientes de tentativa suicida, 78 por ciento
presentaron algún nivel de desesperanza, contra 38 por
ciento del grupo de referencia. Estas diferencias fueron
altamente significativas, según lo observado luego del
proceso estadístico. El tipo o factor de desesperanza que
se identificó en cada grupo también mostró
una diferencia significativa. Finalmente se delimitó la
distribución porcentual de los factores de
desesperanza en el grupo de tentativa suicida fue 52.5 por ciento
cognitivo, 41 por ciento motivacional y 6.5 por ciento afectivo;
en tanto que en el grupo de referencia 47.1, 29.4 motivacional y
23.5 fue cognitivo afectivo.

Vinaccia & otros (2004) realizaron un
estudio titulado “Autoeficacia, desesperanza aprendida e
incapacidad funcional en pacientes con diagnóstico de
artritis reumatoide”. El objetivo de dicho estudio fue
estudiar la relación entre las variables antes mencionadas
y la artritis reumatoide y asi determinar el papel de los
factores psicológicos en la adaptación del paciente
a la enfermedad. Se aplicó el cuestionario de Actividades
de la Vida diaria, el Índice de actitudes
reumatoides y la escala de Autoeficacia para la artristis a 79
pacientes en tratamiento en la unidad de reumatología de
la Clínica Bolivariana de Medellín, Colombia.

Se encontró que la autoeficacia percibida se
asocia negativamente con la desesperanza, el dolor y la
incapacidad funcional. A su vez, estas tres variables se
relacionan entre si de forma positiva. De lo anterior se puede
concluír que una adecuada autoeficacia permitirá
asumir de manera más favorable la enfermedad y adaptarse a
los cambios que ella conlleva. La desesperanza se asoció
de manera significativa con el dolor, y éste con la
incapacidad, por lo que se puede inferir una relación
directa con la desesperanza. Los resultados confirman el peso
significativo que tiene las variables psicológicas
estudiadas sobre la artritis reumatoide y que, de tenerlas en
cuenta, podría modificar potencialmente la experiencia de
la enfermedad.

Hernández (1988) realizó
una investigación titulada “Influencia del ambiente
familiar y de las actitudes parentales en las conductas agresivas
del pre – escolar”. Dicho estudio se realizó
en el Instituto Nacional de Salud Mental
"Honorio Delgado – Hideyo Noguchi" entre agosto de 1986 y agosto
de 1987; teniendo como finalidad identificar la influencia del
ambiente familiar y de las actitudes parenterales en las
conductas agresivas que presenta el pre-escolar, así como
establecer la relación entre tipos de agresividad con los
factores predisponentes como: estado civil,
métodos
disciplinarios y grado de instrucción de los padres. La
población estuvo constituida por 180 niños
de ambos sexos de 3 a 6 años de edad que presentaron
conductas agresivas cuyas historias clínicas fueron
revisadas sistemáticamente. Los datos se obtuvieron a
través de una ficha de recolección; luego, fueron
sometidos al análisis estadístico para determinar
la asociación entre las variables consideradas,
encontrándose que existe relación estadística significativa entre las
actitudes parentales y la conducta agresiva de los pre-escolares;
más, no existe asociación estadística con la
variable sexo;
así mismo, se observó que existe mayor
proporción de niños agresivos en relación a
las niñas y que la agresividad se incrementa con la edad.
Los resultados del estudio revelan también que la forma de
conducirse de los padres, su trato para con sus hijos y la forma
de disciplinar y educar a éstos influye en las
manifestaciones agresivas que presentan.

Escrivá, García & Pérez Delgado
(2001) en su estudio “Clima Familiar y Desarrollo del
Autoconcepto. Un estudio Longitudinal en Población
adolescente” plantearon la importancia del entrono familiar
en el desarrollo del concepto
personal. Este estudio longitudinal constituye una
aproximación a los cambios que se producen en los
componentes cognitivos, afectivos y comportamentales de este
constructo, así como las dimensiones de la vida familiar
que aparecen relacionadas con el concepto y los sentimientos
acerca del yo. La muestra estuvo formada por 333 participantes
varones y mujeres, con una media de edad de 15.08 años en
la primera evaluación
y de 16.38 en el retest. Los resultados indican que las variables
personales, edad y sexo modulan el autoconcepto de los adolescentes.
En relación al clima familiar, los factores de
cohesión, expresividad y organización familiar
guardan relación positiva con todas las áreas del
autoconcepto, mientras que la conflictividad familiar es el
factor que mantiene la relación negativa.

Zavala (2001), en su investigación titulada
El clima familiar, su
relación con los intereses vocacionales y los tipos
caracterológicos de los alumnos del 5to. año de
secundaria de los colegios nacionales del Distrito del
Rímac” encuentra relación significativa entre
la estabilidad intrafamiliar y la elección vocacional de
los mencionados alumnos. Respecto a la estructura
familiar
39.2 por ciento de los evaluados
vivencian inadecuados niveles de comunicación, interacción y libre
expresión al interior del seno familiar, en
contraposición a un 6.9 % que presenta buenas
relaciones.

El 47.6 por ciento de la muestra comunica que no se
sienten apoyados por los miembros de su familia al momento de
tomar decisiones o de actuar, además de no encontrar
oportunidades para el desarrollo de sus potencialidades, a
diferencia de un 15.8 % que refiere tener Buenas condiciones para
desarrollarse. El 53.5 por ciento de los evaluados expresan que
el clima familiar que vivencian presenta una estructura
inadecuada, caracterizada por la inestabilidad, mientras que
ningún alumno refiere vivenciar un ambiente estable en su
hogar.

Vera & Morales (2005) desarrollaron un estudio
denominado “Relación del desarrollo cognitivo con el
clima familiar y el estrés de
la crianza”, el cual se llevó a cabo con 120
familias en pobreza extrema de las zonas marginales de
Hermosillo, México.
Madres de 32 años en promedio respondieron a una escala de
funcionamiento familiar y estrés de la crianza, mientras
que los niños fueron medidos en desarrollo cognitivo. El
objetivo fue evaluar las diferencias significativas entre las
mencionadas familias en función a
las variables antes mencionadas. Se clasificaron las familias en
base a la medida de clima familiar con un análisis de
conglomerados. Los resultados indican tres tipos de clima, que
los cuales son etiquetados como disciplinado, cohesionado y sin
orientación. El clima sin orientación se asocia a
una percepción
negativa del niño y a las medias más bajas en su
desarrollo cognitivo. Finalmente el clima cohesivo se vincula a
menor estrés por la crianza en la madre y los puntajes
más altos de desarrollo cognitivo.

Serguienko de Arca (2005), plantea un
estudio denominado “Clima social en la familia y
depresión en niños de 8 a 12 años, pacientes
de una institución de salud mental”. Esta
investigación tuvo como objetivo determinar si existe
relación entre el Clima Social en la familia y la
Depresión en niños de 8 a 12 años, siendo
estos pacientes de una institución de Salud Mental de
Lima. Se utilizó el tipo de muestreo
intencional y quedando esta conformada por 41 niños y sus
madres. A estos se aplicó el inventario CDI de
Kovacs para niños y la Escala de Clima Social en la
Familia (FES) a las madres. Los datos obtenidos se codificaron y
tabularon en el nivel descriptivo y en el nivel
estadístico. Realizando el análisis respectivo se
llegó a las siguientes conclusiones, en primer
término se encontró que existe relación,
aunque no significativa, entre el clima social y la
depresión en los niños. Existe, además,
relación, entre las dimensiones que componen el clima
social, es decir la relación, desarrollo, estabilidad, y
la depresión en los niños investigados. Finalmente
se encontró que los niños de las familias de tipo
ampliadas, agregadas y sin vínculos fortalecidos presentan
la depresión en un nivel alto y en mayor
porcentaje.

Bases Teóricas

2.2.1.Desesperanza Aprendida

La Desesperanza Aprendida, por ser un constructo
aún de creciente difusión cuenta con un limitado
numero de definiciones. Es considerada como un estado
dinámico de actitud y percepción que la persona tiene
sobre los acontecimientos venideros, de tal manera que
condicionan u orientan la conducta del individuo
sobre el quehacer; plantear a la desesperanza aprendida como un
estado dinámico es el resultado de un proceso valorado en
un momento, bajo circunstancias determinadas y sujeto a
situaciones de cambio positivo o negativo (Quintanilla &
otros, 2003).

La Desesperanza Aprendida es considerada
también como el estado
psicológico que se produce cuando los acontecimientos son
percibidos como incontrolables y por los cuales no se puede hacer
nada para cambiarlos; lo incontrolable es justamente lo que
genera dicha desesperanza. Este estado produce un rápido
deterioro que impide responder de forma adaptativa a una simulación
traumática o iniciar respuestas voluntarias para ejercer
control sobre los
acontecimientos, inclusive dificulta a la persona aprender que su
respuesta ha sido eficaz, aún cuando realmente lo haya
sido. Por ello la percepción de incontrolabilidad se
caracteriza por una marcada distorsión de la
percepción de control (Vinaccia & otros,
2004:133).

Para Cabrera (2004), la Desesperanza Aprendida
esta basada en la necesidad de controlar nuestro entorno o por lo
menos considerar que tenemos dominadas nuestras acciones, la
pérdida de creencia de dominación de nuestro
entorno nos produce indefensión o desestructuración
de orden cognitivo y emocional; el ser humano, sea hombre o
mujer, tiene la
necesidad de percibir su realidad en términos de
controlabilidad de los acontecimientos de su entorno y dentro de
la percepción de control estaría situada la
necesidad de orden, el orden cognitivo surge por la necesidad de
control sobre su medio. Un evento es controlable por una conducta
cuando su probabilidad
de aparición o cese puede ser modificada con la
emisión u omisión de esa conducta, en consecuencia,
cuando una persona o animal se enfrentan a un acontecimiento que
es independiente de sus respuestas, aprenden que ese evento no
esta bajo su dirección; esta apreciación, tan
obvia, es la base de esta teoría.
De esta manera el aprendizaje de
estas situaciones provoca una generalización de dichas
conductas en el comportamiento
cotidiano con una disminución de la capacidad cognitiva,
motivacional y emocional, lo cual se traduce en la tendencia a no
poder cambiar
las cosas; en el ámbito cognitivo una vez que un hombre o
animal han experimentado la incontrolabilidad les resulta
difícil aprender que su respuesta ha sido eficaz,
aún cuando realmente lo haya sido. La Desesperanza
aprendida distorsiona la percepción de control o de poder
sobre los acontecimientos.

Finalmente Seligman, principal impulsor de esta
temática, define a la Desesperanza Aprendida como la
frustración intensa y crónica producida por un
déficit motivacional, emocional y cognitivo, que lleva al
individuo a reaccionar por debajo de lo esperado. Dicha
condición, aprendida del entorno, se empieza a generalizar
hacia el pasado y el futuro, alterando su sentido de
previsión y planificación, agudizando con esto la
resignación y el fatalismo (Valdez,
1997).

2.2.1.1 Teorías del
Aprendizaje asociadas a la adquisición de la
Desesperanza

a. Teoría Conductista

Para el conductismo,
el
conocimiento se percibe a través de la conducta, como
manifestación externa de los procesos mentales internos,
aunque éstos últimos se manifiestan desconocidos.
Su principal impulsor, B. F Skinner
buscaba reflejar el aprendizaje en
términos de resultados, es decir, de la conducta
observable. Esto se encontraba directamente asociado a la
presentación de un estímulo que por su carácter agradable o dañino
facilitaba o impedía la ocurrencia de la acción
en el futuro. Dichos estímulos conocidos como refuerzos y
castigos se encuentran, hasta la actualidad, vinculados a la vida
académica y formativa de las personas, por tanto su
injerencia en el aprendizaje esta por demás
demostrada.

Las críticas al conductismo están basadas
en el hecho de que determinados tipos de aprendizaje solo
proporcionan una descripción cuantitativa de la conducta y
no permiten conocer el estado interno en el que se encuentra el
individuo ni los procesos mentales que podrían facilitar o
mejorar el aprendizaje (Puente, 1995) .

b. Teoría Social Cognitiva

Esta teoría fue planteada por el
Psicólogo norteamericano Albert Bandura. Inicialmente
llamada teoría del aprendizaje social, pasa a denominarse
Cognitivo Social a partir de los años 80. Esta
concepción se sustenta en la importancia de la observación y la imitación
así como en los factores cognitivos que subyacen a estos,
los cuales orientan a la persona hacia la adquisición de
un comportamiento.

La expresión factores cognitivos se
refiere a la capacidad de reflexión y simbolización
así como a la prevención de consecuencias basadas
en procesos de comparación, generalización y
autoevaluación. Bajo esta perspectiva, el comportamiento
depende del ambiente así como de los factores personales
(motivación, atención, retención y producción motora).
Profundizando en este modelo
explicativo, podemos delimitar que el principal requisito para
alcanzar el aprendizaje es que la persona observe a otro
individuo o modelo, mientras que este lleva a cabo una
determinada conducta. Más tarde, especialmente si el
modelo recibió una recompensa visible por su
ejecución, el que lo observó puede manifestar
también la respuesta nueva cuando se le proporcione la
oportunidad para hacerlo. Por ende el comportamiento no se
desarrolla exclusivamente a través de lo que aprende el
individuo por medio del condicionamiento operante y
clásico, si no que lo puede hacer también a
través de la observación y la representación
simbólica de otras personas y situaciones, es decir
gracias al aprendizaje vicario (Feldman,
1995).

Nuestra investigación plantea la
influencia de las concepciones planteadas por el Conductismo y el
Aprendizaje Social, ambas dentro del entorno familiar, es decir,
la percepción negativa de los hechos y de nuestras propias
capacidades son transmitidas, asumidas y reforzadas
primordialmente dentro del seno familiar, y cultivadas a
través de los años que involucran la infancia y
adolescencia.
Dichos aprendizajes, observados e imitados de las figuras
significativas en el hogar o reforzados por los mismos,
constituyen una herramienta adaptativa al entorno social al igual
que lo significó, aparentemente con éxito,
para nuestros modelos
parentales y fraternales o cualquier otro de mayor
cercanía e influencia; es por este motivo que su
generalización a todas las actividades de la vida diaria
así como su permanencia en el tiempo se hace más
factible.

2.2.1.2. Origen del estudio de la Desesperanza
Aprendida

La Desesperanza Aprendida tiene su origen en los
estudios realizados para recrear lo que inicialmente se
reconoció como sentimiento de impotencia. Dichas
investigaciones, encabezadas por Maier y Seligman en 1965,
buscaban provocar que los animales, sujetos
de la experimentación, se sintieran desvalidos al
interactuar en una situación de eventos
constantemente aversivos. Este proceso experimental se
centró en el trabajo con perros, divididos
en 3 grupos, al primero se les aplicó electroshocks con la
potestad de poder evadirlos al oprimir un tablero de alcance
factible, es decir se posibilitó al perro la posibilidad
de controlar el dolor.

El artefacto generador del electroshock, en el
segundo grupo, estuvo dispuesto de forma similar que el del
primer grupo, por tanto los perros recibirían el mismo
efecto aversivo, pero sin la posibilidad de contar con un
mecanismo de evasión al mismo.

En cuanto a los animales del tercer grupo, no
recibieron descargas eléctricas.

Cuando todos los perros pasaron por la
experiencia, cada uno de acuerdo con lo estipulado, fueron
llevados a una caja acondicionada con el mismo sistema de
descargas y con un compartimento paralelo en el cual no
recibieron el efecto dañino. A este espacio accedieron
aquellos que saltaron sobre una valla que separaba ambos
ambientes. La hipótesis formulada sostuvo que si los
perros del segundo grupo habían aprendido que no
podían hacer nada, simplemente se quedarían
inmóviles por asumir su incapacidad para evitar el efecto
aversivo.

Al colocar a los perros de los 3 grupos en el
mencionado mecanismo se observó que aquellos que
habían aprendido a evitar los electroshocks con facilidad
descubrieron que al saltar sobre la valla lograban evitar la
situación dañina, lo mismo pasó con aquellos
que no recibieron previamente descargas eléctricas, sin
embargo aquellos que no contaron, en la etapa previa, con
posibilidades para bloquear el efecto aversivo optaron por
quedarse quietos, no ejecutando ninguna acción que les
permitiera escapar.

Este etapa del experimento se realizó en
ocho triadas, seis de los ocho perros del grupo desamparado se
echaron, rendidos, impotentes, en tanto que ninguno de los ocho
perros que había aprendido a controlar la corriente
asumió un actitud pasiva (Seligman,
2004).

El planteamiento derivado de esta
investigación, es decir el aprendizaje de la Desesperanza,
se reflejó en la pasividad de los animales la cual, era
resultado de notar que nada de lo que pudieran hacer
cambiaría la situación
dañina.

Los conductistas sin embargo sostuvieron que la
cesación del dolor en los momentos en que los perros
estaban quietos se convertía en reforzador y fortalecedor
del acto de echarse, contrario a lo planteado por los
investigadores cognitivos. Para refutar tal postura
diseñó un experimento complementario en el que se
cortaría las descargas eléctricas si los perros
permanecían cinco segundos quietos. Los conductistas
pronosticaron que la concesión de la eliminación de
la corriente por quedarse inmóviles haría que los
perros definitivamente no se movieran. Para los defensores de la
Desesperanza Aprendida, lo que realmente se lograría es
que aprendieran que por el solo hecho de quedarse unos segundos
quietos cesaría el daño,
por ende tendrían una noción básica de
control y dejarían una postura de
impotencia.

El experimentó constó de dos partes;
primero, el grupo de perros denominado echado –
inmóvil, se vieron sometidos a una descarga que pudieron
interrumpir solo con quedarse quietos durante cinco segundos. El
segundo grupo, denominado conexo recibieron la corriente cuando
también fue sometido el primer grupo, sin embargo tuvieron
como característica que nada de lo que pudieron hacer
cambiaba la situación aversiva. El paso de la corriente,
por ende, solo cesó cuando permaneció quieto el
primer grupo. La segunda parte consistió en llevar a los
perros a la caja compartimentada del primer experimento, a fin de
que aprendan a saltar la valla para eludir la descarga. Los
conductistas, frente a este nuevo estudio, se reafirmaron en el
hecho de que el quedarse quietos serviría como reforzador,
y por tanto, los perros asumirían una postura pasiva.
Adicionalmente postularon que de los dos grupos, los echado
– inmóvil, pondrían más empeño
en quedarse quietos, ya que habían sido reforzados de
forma más continua en comparación al grupo
denominado conexo.

Seligman (2004), de marcada tendencia cognitiva, estuvo
en desacuerdo con los planteamientos behavioristas. Sus
planteamientos se dirigieron a que el grupo echado –
inmóvil, por haber aprendido que podían ejercer
control sobre las descargas, no se considerarían
impotentes; tan pronto vieran la oportunidad pasarían por
encima de la valla para evitar el daño. También
pronosticaron que los del grupo conexo, se volverían
impotentes, y desde luego los del grupo libre de electroshock no
estarían afectados y escaparían de la descarga
dirigiéndose al otro compartimiento.

El experimento demostró que la mayor
parte de los perros pertenecientes al grupo conexo simplemente
permaneció quieto, como manifestaron cognitivos y
conductistas. Los del grupo sin electroshock no se vieron
afectados, desplazándose al compartimiento paralelo con
total libertad.
Finalmente los del grupo echado – inmóvil se
mantuvieron quietos unos segundos; al cesar la corriente dieron
vueltas por el compartimiento, aparentemente en espera de
encontrar una forma de evitar la descarga dentro de ese ambiente.
Luego de unos segundos brincaron sobre la valla que los separaba
del lugar sin efectos aversivos, no regresando al lugar de las
descargas en ninguna ocasión.

Seligman (2004), con dicha experimentación,
halló el origen de la Desesperanza Aprendida, sin embargo
sus estudios no se quedaron en dicho postulado, posteriormente se
orientaron a la búsqueda de un procedimiento que
elimine esta condición. Para tal efecto realizaron
procesos científicos con animales que había
aprendido a sentirse desvalidos, siendo el procedimiento
instigarlos a la actividad, específicamente a saltar la
valla de la caja acondicionada para los experimentos
anteriores. Dicho espacio mantuvo condiciones similares al
anterior estudio, por ende los animales se resistieron
inicialmente al trabajo por el conocido efecto aversivo.
Progresivamente los perros aprendieron que era una posibilidad
tangible el evadir las descargas eléctricas, y por ende se
tornaron más recurrentes los saltos espontáneos.
Cuando lograban hacerlo, la curación era permanente en un
cien por ciento de los casos.

2.2.1.3. Modelo Teórico de la Desesperanza
Aprendida y su aplicación al comportamiento
humano

La Desesperanza Aprendida, constituye una
concepción teórica centrada en la percepción
negativa de las propias capacidades en relación a las
situaciones del entorno. El modelo, fortalece la idea de que la
interacción con el medio, muchas veces aversivo, es el
origen del aprendizaje de cogniciones y actitudes desadaptativas
que sin embargo no determinan por si solos la condición de
desesperanza. Dicha condición requiere de la
aceptación cognitiva – volitiva del individuo, de su
tendencia a considerar los sucesos como dañinos y
permanentes, influyentes sobre los diversos aspectos de la vida y
por lo general de responsabilidad absolutamente personal.

La aplicación de este modelo, cobra mayor
vigencia a partir de los estudios de Donald Hiroto, quien en 1971
desarrollo un experimento siguiendo los parámetros de los
utilizados en animales. Primero llevó a un grupo de
personas a una habitación, hizo funcionar un artefacto que
producía un fuerte ruido y les
encomendó como tarea descubrir que debían hacer
para que el sonido cesara.
Los sujetos probaron una serie de combinaciones factibles de
realizar con un teclado que se
encontraba en el ambiente, pero a pesar del esfuerzo no dieron
con la clave. El panel estaba dispuesto de tal manera que ninguna
combinación resultara efectiva. Se llevó a un
segundo grupo el cual si tuvo la posibilidad de acallar el ruido,
si obtenían la clave. El tercer grupo dirigido al ambiente
nunca oyó ningún tipo de sonido. Después
Hiroto llevó a la gente a otro ambiente en el que tras una
sencilla combinación las personas podían
interrumpir el ruido. Los resultados denotaron que la mayor parte
del grupo que anteriormente no tuvo oportunidad de silenciar el
ruido, frente a esta situación simplemente opto por evitar
la búsqueda de soluciones.
Aparentemente habían asumido una actitud desvalida frente
al evento.

Adicionalmente se descubrió que el diez
por ciento de las personas que no estuvieron sometidas a
ningún ruido también mostraban una actitud pasiva,
contrapuesto esto al hecho de que una de cada tres personas
seguían buscando soluciones a pesar de que inicialmente no
las hallaron. (Seligman, 2004).

2.2.1.4. Dimensiones de la Desesperanza
Aprendida

Las personas que tienden a rendirse con
facilidad ante eventos valorados como adversos, suelen referirse
a dicha situación en términos de culpa personal,
imposibilidad de superación y limitación en la
mayor parte de acciones que comprenden el accionar diario. Estas
palabras suelen ser algo más que una mera
explicación del hecho o una expresión
específica del malestar emocional, por lo general
representan una forma de pensar, un modelo de creencias
interiorizado durante la infancia y adolescencia. Su
explicación de los hechos deriva de la opinión que
tienen respecto a su posición en el mundo, indican un
grado de minusvalía y dependencia frente a su entorno. Son
tres las dimensiones que comprende la Desesperanza, las cuales
coexisten en mayor o menor grado, estas son la permanencia, la
amplitud y la personalización.

a. La permanencia

Aquellas personas que se dan por vencidas desde
el inicio tienden a estar convencidas de que los contratiempos
que les ocurren persistirán en el tiempo. Los que resisten
al desamparo creen que las causas de los contratiempos son
temporales. Si se considera las cosas en términos de
siempre y de nunca, y además se les confiere
características duraderas, se puede afirmar que el
pesimismo es valorado como permanente. Por el contrario, si se
piensa en términos de algunas veces y de
últimamente, se hace factible situar a los malos momentos
bajo condiciones transitorias (Seligman,
2004).

b. La amplitud

Mientras que la permanencia hace referencia al
tiempo, la amplitud se centra en el alcance. Es evidente que
algunas personas pueden superar problemas y
seguir con su vida, incluso cuando un aspecto muy importante de
ella, como sería el caso del trabajo o la vida amorosa
este en situación precaria. Sin embargo otras se estancan
en las dificultades, para ellas todo suele ser
catastrófico. Las personas que formulan explicaciones
universales para sus fracasos se rinden ante cualquier
contratiempo que tengan que enfrentar. Las que tienen
explicaciones específicas pueden sentirse desvalidas en
esa parte de sus vidas, sin dejar de tener animo para afrontar
todas las demás (Seligman, 2004).

c. La personalización

Cuando nos ocurre algo, con cierta frecuencia
tendemos a centrar la responsabilidad de forma absoluta en
nosotros mismos o solo en los demás. Los que se ubican
como únicos responsables de los hechos, negando con esto
la injerencia de elemento externos, tienden a tener la Autoestima
baja. Los que son capaces de asumir responsabilidades, sin que
esto los convierta en los únicos causantes de manera
recurrente, tienden a asumir conductas más adecuadas y un
mejor estado anímico. En líneas generales, son
capaces de aceptar las consecuencias de sus actos sin que esto
signifique una visión totalmente negativa de sus
capacidades y desempeño (Seligman,
2004).

2.2.2. Clima Familiar

Se define el clima familiar como el estado de
bienestar resultante de las relaciones que se dan entre los
miembros de la misma. Dicho estado refleja el grado de
comunicación, cohesión, interacción, siendo
esta conflictiva o no así como el nivel de
organización con que cuenta la familia y el control que
ejercen unos sobre otros (Zavala, 2001).

2.2.2.1. Familia

La familia es un grupo social caracterizado por
residencia común, cooperación económica y
reproducción. Incluye adultos de ambos
sexos, dos de los cuales, por lo menos, mantienen relaciones
sexuales aprobadas socialmente y uno o más hijos,
propios o adoptados, de los adultos que cohabitan
sexualmente.

Se considera que la institución familia
consiste en las disposiciones de una cultura
particular con respecto a la expresión sexual, la
reproducción, la crianza de niños y las
interrelaciones de grupos de edad, sexo y parentesco. El
término grupo familiar puede ser aplicado cuando se pone
el énfasis sobre un agregado de gente considerados como
miembros de familia. Un grupo familiar es probablemente
más distinguible cuando se juegan roles afectivos en una
residencia común (Promudeh, 2002).

Por otro lado se plantean concepciones que consideran
que la gente es biológicamente semejante en todas las
sociedades,
crecen gradualmente, se emparejan selectivamente, se reproducen y
crían niños. Podemos ver como familia aquellas
disposiciones sociales que enlazan entre ellas estas actividades
por medio de procedimientos y
reglas referidos a un pequeño grupo y relativamente
permanente. Estas hacen énfasis en los procedimientos que
regulan las actividades mencionadas haciendo notar un sustento
biológico y emocional necesario para la estabilidad de las
posiciones madre–padre-hijo (Lafosse, 2002).

Otra definición considera que la familia es un
grupo de personas unidas por los lazos del matrimonio, la
sangre o la
adopción;
constituyendo una sola unidad doméstica, interactuando y
comunicándose entre ellas en sus roles sociales
respectivos de marido y mujer, madre y padre, hijo e hija,
hermano y hermana; creando y manteniendo una cultura común
(Lafosse, 2002).

Finalmente se afirma que la familia suele ser
considerada como un grupo de pertenencia pequeño, de
interacción primaria, es decir, cara a cara. Sin embargo
se precisa que la caracterización de pequeño grupo,
puede ser acertada para aquellos que comparten la unidad de
residencia y, en particular, para las unidades familiares
nucleares. Los límites
formales de este grupo están definidos por el matrimonio y
el parentesco (Lafosse, 2002).

El análisis de la familia como unidad
básica de la sociedad, permite reafirmar el importante
papel que cumple ésta en la vida del ser humano y su
entorno, ya que forma parte del primer nivel de relación
con el mundo y, gracias a ella, la persona forma sus
características psicomotoras, intelectuales
y socio emocionales. Esto reafirma el nivel de importancia del
sistema familiar, y por ende el de su desempeño interno,
en cualquier planteamiento que considere como fin el desarrollo
de cualquier comunidad y de la sociedad en su
conjunto

Si elicitamos la concepción de sistema
familiar, debemos asumir como axioma que los problemas que
afectan a un miembro de la familia deben se entendidos en
función de la totalidad de dicho sistema y tratado como un
indicador de que existen problemas en éste. Se
desvirtúa que el individuo sea el único elemento
afectado por el problema, ya que la familia es concebida como una
totalidad constituida por la interacción de las conductas
de todos sus miembros y que posee a su vez límites
semipermeables que la conectan con su entorno y otros sistemas.

2.2.2.2. Tipos de familia

Existen diversas clasificaciones, para los intereses
de nuestra investigación mencionamos los
siguientes:

a. Familia Nuclear, la cual se refiere a la familia
conformada por padres e hijos.

b. Familia Uniparental o Monoparental.
Estas se forman tras el fallecimiento de uno de los
cónyuges, divorcio,
abandono o la decisión de la pareja de no vivir
juntos.

c. Familia Compuesta. La forma habitual de este
tipo incluye tres generaciones, abuelos, padres e hijos que viven
juntos.

d. Familia Extensa. Las familias extensas
constan de varias unidades. Además de tres generaciones se
agregan otros parientes como tíos, primos, etc que viven
en el mismo hogar.

e. Familias reorganizadas. Una familia se
reestructura por motivo de unión, es decir, matrimonios
sucesivos o cohabitación de personas que tuvieron hijos
con otras parejas o incluso hijos comunes.

f. Familias migrantes: Aquellas cuyos miembros
proceden de otros contextos sociales, generalmente del campo
hacia la ciudad.

(Benites, 1997).

2.2.2.3. La dinámica familiar

Se suele asumir que los niños se
desarrollan bien cuando se crían en el seno de una familia
saludable. Una familia será saludable en la medida que
funcione como un sistema abierto, con reglas y roles apropiados a
cada situación, donde sus integrantes se comuniquen
tolerando las diferencias individuales, lo cual favorece la
cohesión y promueve el crecimiento de sus miembros
(Huerta, 1999).

Entre los factores que intervienen en la
dinámica familiar, consideramos pertinente mencionar tres,
en primer término, las relaciones
interpersonales favorables entre los miembros de la familia,
los cuales impulsan al niño a desarrollar sus tendencias
psicológicas al exterior. En segundo lugar, los estados
emocionales de la familia son fundamentales para la
comprensión del desarrollo psíquico del niño
o adolescente. Como es sabido, el rechazo o la separación
de los padres pueden conducir a trastornos de la
personalidad del individuo que han de dejar una huella
perenne; por el contrario la seguridad emocional contribuye al
equilibrio de
la personalidad y
al mismo tiempo fomenta su desarrollo integral. En tercer lugar,
los métodos de crianza, los cuales influyen directamente
en el psiquismo del menor (Guerra,
1993).

La familia es por tanto, el eje fundamental en
la socialización de las nuevas generaciones.
Es el agente transmisor de oportunidades y expectativas de vida,
de normas, valores y
creencias en general, sin ser siempre un adecuado filtro entre
contenidos formativos y destructivos.

2.2.2.4. La cohesión familiar

Es definida como la ligazón emocional que
los miembros de una familia tienen entre sí. Se pueden
considerar diferentes tipos de cohesión, las cuales van
desde la mayor cercanía hasta la total
desvinculación de los miembros. La cohesión
familiar puede considerarse problemática no solo al
existir un desvinculamiento emocional, sino también cuando
el grado de ligazón es tan cercano que genera
entrampamiento en la interacción de sus miembros, es
decir, hay un exceso de identificación con la familia, de
manera tal que la lealtad hacia ella y el consenso interno
impiden la individuación de sus miembros. Los niveles
centrales de cohesión corresponden a las familias
separadas y conectadas: allí es donde los individuos
pueden experimentar la independencia
de la familia y la conexión equilibrada con ella
(Arellano, 2001).

2.2.2.5. Adaptabilidad Familiar

Se la define como la capacidad de un sistema
conyugal o familiar de cambiar su estructura de poder, relaciones
de roles y reglas de relación en respuesta al
estrés situacional o evolutivo.

La adaptabilidad se centra básicamente en
la capacidad de cambio del matrimonio y la familia. Hasta tiempos
reciente la importancia del cambio recibió una
atención mínima, más bien se insistía
en la tendencia a mantener el status quo. En la actualidad se
insiste en el hecho de que la estabilidad y el cambio son
igualmente necesarios para los sistemas y que las parejas y
familias funcionales se distinguen de las disfuncionales por su
capacidad de cambiar cuando corresponde (Arellano,
2001).

2.2.2.6. Familias expuestas a riesgos

Existen muchas familias afectadas por una serie
de dificultades, las cuales ponen en peligro su normal
funcionamiento y desarrollo. Las Naciones Unidas,
en el año 1994, propuso el concepto de familias expuestas
a riesgos; este
involucraba a aquellas familias incapaces de cumplir con las
funciones
básicas de producción, reproducción y
socialización. Estas familias no satisfacen las
necesidades de sus miembros en aspectos tales como la salud,
nutrición,
vivienda, atención física y emocional. Algunos
factores de riesgo tienen su
origen en la propia familia, entre ellos la violencia
doméstica, el abuso sexual, el abandono a los hijos, etc.
(Huerta, 1999).

Existe una relación directa entre el
comportamiento del niño y el adolescente con su familia,
sin embargo el grado de interacción entre las partes se
torna cada vez más frágil, afectando con esto su
desarrollo personal. Definitivamente las transformaciones que
tienen lugar dentro del entorno familiar, combinadas con la
influencia del entorno amical, la escuela y
la
televisión tienden a direccionar la capacidad de
adaptación de la persona a su entorno (Huerta,
1999).

Supuestos

Para la presente investigación se parte de los
siguientes supuestos:

· Buena parte de nuestra
población, más aún la que se encuentra en
condición de pobreza asume posturas de minusvalía
frente a sus propias capacidades, su pasado y futuro.

· La estructura familiar
influencia positiva o negativamente el desempeño actual y
futuro de sus miembros.

· Existe interés en
la población por cambiar su situación desfavorable
a fin de fortalecer el desarrollo de sus miembros. Para esto
muestra apertura respecto a la modificación de sus estilos
de crianza, comunicación e interacción
intrafamiliar y social.

Partes: 1, 2, 3
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