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La integración como vía para el desarrollo de los pueblos de América Latina (página 2)



Partes: 1, 2

Para comienzos de la década de los setenta, América
Latina había delimitado los espacios económicos
para su integración. La ALALC reunía a los
países suramericanos y a México en
una zona de libre comercio
laxa y flexible. Junto a ella existían tres grupos
subregionales -el Grupo Andino,
el Mercado
Común Centroamericano (MCCA) y CARICOM- que aspiraban a
formar cada uno un mercado común y avanzar hacia una
integración acelerada. En conjunto, los cuatro acuerdos
cubrían en casi su totalidad la geografía
latinoamericana y del Caribe. Sólo Cuba,
Haití, República
Dominicana y Panamá
permanecían al margen del movimiento de
integración.

Aunque la relación de los esquemas subregionales entre
sí era escasa, el objetivo era
avanzar hacia un mercado común latinoamericano. Se contaba
para ello con el marco general provisto por el Tratado de
Montevideo que estableció la ALALC. Debido a la
pérdida de dinamismo de ésta última,
surgieron temores sobre el posible fraccionamiento de la
integración regional en caso de que no se instrumentaran
mecanismos que llevaran a la convergencia de los grupos
subregionales. La vinculación de CARICOM con el resto de
los esquemas de integración resultaba particularmente
problemática, por el tamaño de sus economías
y por los vínculos tradicionales que mantenía con
Europa.

La delimitación de espacios económicos de
integración a través de acuerdos subregionales, sin
embargo, parecía coherente. Guardaba relación con
el grado de desarrollo y
el tamaño de los países. El MCCA y CARICOM
reunían a países pequeños, en general de
menor desarrollo relativo, que sumados tenían un
número de habitantes y magnitud económica similar
al de los países de tamaño intermedio. De
presentarse ante el resto del continente cada uno como una unidad
económica podían alcanzar un mayor poder negociación y condiciones más
equitativas. El Grupo Andino, por su parte, agrupaba
países de desarrollo intermedio y de menor desarrollo
relativo, que en conjunto eran equiparables económicamente
a los países de mayor tamaño del continente.

Argentina, Brasil y
México -las economías más grandes- no
formaban parte de ningún acuerdo subregional. En tales
circunstancias, cada uno de ellos y los tres grupos subregionales
serían los interlocutores en unas posibles negociaciones
para avanzar hacia el mercado común latinoamericano. Los
casos especiales de Paraguay y
Uruguay -que
no participaban en ningún grupo subregional- y de los
países que se mantenían al margen del movimiento de
integración podían tratarse de acuerdo a los
precedentes establecidos sobre tratamiento diferencial. Paraguay
y Uruguay ya habían obtenido la condición de
países de menor desarrollo relativo en el marco de la
ALALC.

El objetivo compartido era lograr un espacio económico
ampliado a escala regional.
De hecho, ya en 1961 en la Carta de Punta
del Este -la misma en la cual se acordó la Alianza para el
Progreso- los países del continente se habían
comprometido a: "fortalecer los acuerdos de integración
económica con el fin de llegar, en último
término, a cumplir con la aspiración de crear un
mercado común latinoamericano que amplíe y
diversifique el comercio entre
los países de América
Latina y contribuya de esta manera al crecimiento
económico de la región". En 1967 los
Presidentes del continente establecieron como fecha límite
para el logro de tal aspiración el año 1985.

La conformación de espacios subregionales de
integración ha permanecido en el tiempo, con
algunas variaciones. En 1998 CARICOM, el MCCA y el Grupo Andino
subsisten y en muchos sentidos se han revigorizado. Cuatro
países suramericanos miembros de la ALALC (hoy ALADI) que no
habían formado parte de ningún grupo subregional –
Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay- han constituido el que
actualmente tiene mayor tamaño y presenta mayor dinamismo:
el Mercado Común del Sur (MERCOSUR).

El comercio dentro de los grupos subregionales ha crecido
vigorosamente desde que éstos se revitalizaron a principios de la
década de los noventa y fue creado MERCOSUR. Con
excepción de CARICOM, el incremento interanual ha sido
cercano al 20%. El comercio entre las subregiones, sin embargo,
ha carecido del mismo dinamismo. De tal manera que
continúa planteado el problema de la vinculación de
los grupos subregionales para avanzar hacia su
articulación.

Los términos del problema, sin embargo, se presentan de
forma diferente a los de los años setenta como
consecuencia de varios cambios ocurridos durante las
últimas dos décadas. En primer lugar, el retiro de
Chile del Acuerdo de Cartagena en 1974 significó la
reducción del área geográfica cubierta por
el Grupo Andino y mantuvo a ese país por varios
años al margen del movimiento de integración. En
segundo lugar, la incorporación de México al
Tratado de Libre
Comercio de América del Norte (TLCAN)
creó una situación en la cual se sobreponen los
proyectos de
integración
latinoamericana y de integración hemisférica.
En el mismo sentido la Iniciativa de la Cuenca del Caribe (ICC),
puesto en marcha en 1990, estableció vínculos
especiales entre los países de CARICOM y del MCCA con los
Estados Unidos
de América. Adicionalmente, el programa CARIBCAN
creó nuevas condiciones para las relaciones de
Canadá y los países del Caribe.

El planteamiento del Area de Libre Comercio de las
Américas (ALCA) en
Diciembre de 1994 puso de relieve la
necesidad de una definición sobre las relaciones entre la
integración latinoamericana y la integración
hemisférica. Esta dicotomía estaba implícita
en los esfuerzos anteriores de integración
latinoamericana, pues si bien existía la aspiración
de crear un espacio económico común
latinoamericano, era un hecho que las relaciones
económicas con Norteamérica tenían una
gravitación mayor que las existentes con el resto de los
países del continente o la establecida entre los socios de
los esquemas subregionales.

Lo anterior significaba que cada uno de los países
latinoamericanos encontraba dificultades para adoptar políticas
comerciales y económicas en función de
los objetivos de
integración regional o subregional, dado que se
debían tomar en cuenta, además, las relaciones con
los principales socios comerciales y los efectos de éstas
sobre las economías nacionales. Estados Unidos era en
todos los casos uno de los mayores socios comerciales y en casi
todos el mayor.

La apertura del mercado norteamericano y la normalización de las relaciones comerciales
con el mismo resultaban cruciales, particularmente para los
países latinoamericanos del hemisferio norte. En el caso
de México, más del 85% de su comercio se efectuaba
con ese país, con el cual mantenía, además,
otras relaciones económicas importantes. Algo similar
sucedía en muchos países del Caribe y
Centroamérica. Podría afirmarse que esta
orientación de las relaciones económicas y
comerciales fue uno de lo grandes problemas que
encontró el proceso de
integración latinoamericana desde sus inicios.

Con la entrada en vigencia del TLCAN y de la Iniciativa de la
Cuenca del Caribe y la propuesta de ALCA se hicieron
explícitas las dificultades para compatibilizar la
integración latinoamericana con la integración
hemisférica. En una primera instancia se planteó la
integración hemisférica como una extensión
del TLCAN, al cual se irían incorporando progresivamente
los países latinoamericanos.

Este enfoque presentaba varios inconvenientes. En primer
lugar, el acceso gradual al TLCAN podía desequilibrar las
relaciones comerciales entre los países de América
Latina y desnaturalizar los acuerdos de integración
establecidos entre ellos. Por esta razón, entre otras,
sólo en el caso de Chile -que no pertenece a ningún
acuerdo subregional- se planteó formalmente su posible
incorporación al acuerdo norteamericano. En segundo lugar,
las disciplinas contempladas en el TCLAN difícilmente
podían cumplirse en un lapso prudencial por varios
países latinoamericanos, con lo cual la integración
hemisférica tendría que ser parcial durante un
tiempo indeterminado. En tercer lugar, el TLCAN no tenía
provisiones generales que tomaran en cuenta la diversidad de
grados de desarrollo que se presenta en la región, la cual
sí había sido contemplada en varios de los acuerdos
subregionales y en la ALADI.

La dinámica propia de los acuerdos
subregionales, por su parte, lleva a la formación de
interrelaciones más profundas que la simple
desgravación arancelaria. Para los países miembros
estas relaciones a menudo trascienden el ámbito comercial
y forman parte de su política de
desarrollo. Tomando en cuenta lo anterior y el hecho de que los
acuerdos subregionales -con la creación de MERCOSUR y el
TLCAN- cubren prácticamente la totalidad del continente,
se ha alcanzado el consenso de que ALCA se base en los acuerdos
subregionales y bilaterales existentes.

El consenso mencionado refuerza la vigencia y pertinencia de
los acuerdos subregionales. Pero no soluciona el problema de la
relación entre la integración regional y la
hemisférica. El punto de partida generalizado ha sido que
no hay incompatibilidad entre ambas. La integración
hemisférica sería un marco general de referencia,
dentro del cual la integración regional y subregional
pudiera establecer vínculos más profundos. Se
trataría de una relación similar a la que se da
entre el marco general de la OMC y los
acuerdos regionales de integración, como la Unión
Europea y el TLCAN.

El enfoque de profundizaciones crecientes a nivel
multilateral, hemisférico, regional y subregional es
congruente con la estrategia de
regionalismo abierto que han adoptado la mayoría de los
países latinoamericanos. Pero su viabilidad depende del
carácter y el alcance de los compromisos
que se adquieran en los acuerdos más generales. Un acuerdo
hemisférico o regional incide en el tipo de obligaciones
que pueden adquirir entre sí los miembros de un grupo
subregional y probablemente induzca a modificar algunas de las ya
contraídas. Esto es evidente en el caso de la
desgravación, donde una zona de libre comercio general
-sin aranceles
intrazonales- no permite preferencias entre grupos de
países. Pero es también aplicable a otras
áreas.

El grado de profundidad de los acuerdos que se alcancen a
nivel hemisférico determinará, en consecuencia, el
margen de maniobra del cual dispondrán los grupos
subregionales para adquirir compromisos entre ellos y para
aumentar los vínculos existentes dentro de cada uno de
ellos. Las alternativas posibles son múltiples y
aún no han sido suficientemente determinadas.

Proliferación y convergencia de los
acuerdos de integración

Actualmente existen cuatro grupos subregionales de
integración en América Latina: MERCOSUR, la
Comunidad
Andina, el Mercado Común Centroamericano y CARICOM. A
ellos se debe agregar la ALADI, con once miembros de los cuales
cinco pertenecen a la Comunidad
Andina y cuatro a MERCOSUR. Otro miembro de ALADI -México-
pertenece a un grupo que trasciende el espacio latinoamericano:
el TLCAN. Además hay múltiples acuerdos bilaterales
y trilaterales de complementación económica y de
liberación de comercio entre pares de países o
entre un país y un grupo de países. (Ver Cuadro
31). A lo anterior se añaden acuerdos con países o
grupos extrarregionales. Esta proliferación de
instrumentos ha hecho más difícil la
identificación de espacios de integración y
técnicamente más complicada la tarea de buscar su
articulación y convergencia.

La mayoría de los acuerdos tienden a la
liberación del comercio y se basan en el criterio del
"regionalismo abierto" de crear comercio y evitar su
desviación. Esto reduce la dificultad aparente en una
primera aproximación. El hecho de que prácticamente
todos los países que han adquirido tal diversidad de
compromisos sean miembros de la OMC crea una plataforma
común en cuanto a procedimientos y
disciplinas que haría menos arduo alcanzar una
compatibilidad entre ellos.

Además de los grupos subregionales mencionados existen
dos importantes zonas trilaterales de libre comercio: el Tratado
de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y el
llamado Grupo de los Tres, integrado por Colombia,
México Venezuela. Los
participantes en éste último son todos miembros de
ALADI. Colombia y Venezuela forman, además, parte de la
Comunidad Andina. México participa en ambos grupos
trilaterales. En estos -en contraste con los acuerdos
subregionales- no se contempla instrumentar un Arancel Externo
Común aplicable a terceros países. Pero se imponen
exigencias estrictas en cuanto a liberalización comercial
entre los miembros y disciplinas no arancelarias.

Los acuerdos bilaterales son numerosos. Gran parte de ellos se
ha firmado en la década de los noventa y contemplan metas
ambiciosas respecto a liberalización del comercio. En
muchos también se añaden compromisos respecto al
tratamiento de las inversiones.
En el marco de la ALADI estos acuerdos, denominados de
complementación económica, (ACE) son actualmente
treinta y uno, de los cuales diecisiete se han suscrito en los
últimos siete años.

Acuerdos Comerciales latinoamericanos

(Excluye grupos subregionales)

Fecha de Suscripción

Acuerdo

1991

Colombia, México, Venezuela

1991

México-Centroamérica

1991

El Salvador-Guatemala

1991

México-Chile

1991

Colombia-Venezuela

1991 (1993?)

Colombia-Chile

1992

Venezuela-CARICOM

1992

Venezuela-Centroamérica

1992

El Salvador-Guatemala-Honduras

1993

Chile-Venezuela

1993

Chile-Argentina

1993 (1994?)

México-Costa Rica

1993

Colombia-Centroamérica

1994

Colombia-CARICOM

1996

Chile-MERCOSUR

1996

Bolivia-MERCOSUR

Fuente: SELA. Claves de América Latina y el
Caribe.1998

Chile y México son los países con mayor
número de tratados
bilaterales, probablemente debido a que no participan en
ningún acuerdo subregional que contemple un Arancel
Externo Común. Para ellos, los acuerdos bilaterales son
una alternativa para acceder a los mercados y
liberalizar su comercio.

Chile ha concertado siete acuerdos bilaterales de
complementación económica con países de la
región y en Junio de 1966 suscribió un acuerdo de
asociación con MERCOSUR, que liberaliza el comercio con
sus cuatro miembros. México, además de su
participación en el Grupo de los Tres, ha firmado
convenios bilaterales con Chile, Costa Rica,
Bolivia y
Nicaragua. Por otra parte, ha suscrito acuerdos preferenciales
con varios países centroamericanos y del Caribe y
está negociando un acuerdo de libre comercio con El Salvador,
Guatemala y Honduras, el denominado "Triángulo del Norte"
en Centroamérica. También se han iniciado
conversaciones sobre un posible acuerdo entre México y
MERCOSUR.

Desde 1996 se han realizado conversaciones entre el
Grupo Andino y MERCOSUR. Inicialmente se contempló la
posibilidad de que cada país andino negociara directamente
con el Mercado Común del Sur, pero actualmente se
adelantan negociantes entre los dos grupos subregionales como
tales. Previamente Bolivia había suscrito en Junio de1996
un acuerdo marco con MERCOSUR para iniciar negociaciones
tendentes a establecer una zona de libre comercio entre
ambos.

Además de los acuerdos bilaterales mencionados,
cabe señalar que tanto Colombia como Venezuela mantienen
esquemas de comercio preferencial con los países de
CARICOM.

La proliferación de grupos, tratados y acuerdos
bilaterales, trilaterales y subregionales crea incertidumbres en
los agentes económicos y conduce a ciertas incoherencias.
La CEPAL las resume de la siguiente manera: "….en el Tratado de
Libre Comercio del Grupo de los Tres se hace abstracción
del AEC del Grupo Andino, así como en el firmado entre
México y Costa Rica se prescinde de los compromisos que
contempla el Sistema
Arancelario Centroamericano (SAC) del MCCA. En el acuerdo de
asociación entre Chile y MERCOSUR se exime al primero de
la obligación de aplicar el AEC de la agrupación.
Los tres acuerdos mencionados ejemplifican, por una parte el
afán de algunos países de acceder a nuevos mercados
mediante convenios preferenciales, y por la otra, la extrema
flexibilidad que se ha debido imprimir a los esquemas regionales
y subregionales para asegurar su perdurabilidad. En la misma
ALADI se ha tenido que reinterpretar el marco jurídico, ya
que a fin de admitir el ingreso de México al TLC fue
necesario aceptar que los países miembros ya no
estén obligados a extender automáticamente a los
demás las concesiones otorgadas a los países no
miembros".

Además de los acuerdos de libre comercio dentro
de la región, han proliferado las asociaciones con
países o grupos de países fuera de ella. MERCOSUR
firmó en 1995 un acuerdo marco de cooperación con
la Unión Europea. Los países de la Comunidad Andina
se benefician de un trato comercial preferencial de parte de la
Unión Europea y de los Estados Unidos de América.
Los países de CARICOM y del Mercado Común
Centroamericano tienen un acceso preferente al mercado
norteamericano en el marco de la Iniciativa de la Cuenca del
Caribe. La Unión Europea también otorga
preferencias a estos países. Chile, México y
Perú son miembros de la Asociación de Países
del Pacífico. (APEC) y Colombia, entre otros, aspiran a
serlo.

Dentro del panorama descrito, resulta difícil
concebir las modalidades que pudieran utilizarse para avanzar
hacia una articulación y convergencia de los esquemas de
integración e incluso vislumbrar el sentido de dirección que tendría dicha
convergencia. El consenso logrado en el diálogo
sobre la posible constitución de ALCA, según el cual
ésta se basaría en los esquemas de
integración y acuerdos ya existentes no resuelve el
problema sino que más bien lo plantea.

Entre los grupos existentes, los más fuertes y
dinámicos son MERCOSUR y el TLCAN. Ellos pudieran servir
de polos de aglutinación para otros esquemas, en la medida
en que se puedan adaptar y multilateralizar los acuerdos
bilaterales. En los casos de Chile y México sus
instrumentos bilaterales cubren parte importante de la
región y bien pudieran consolidarse, a pesar de las
dificultades técnicas
que esto significaría. Sin embargo, la disyuntiva entre
adaptarse al modelo de
MERCOSUR o de TLCAN seguiría vigente.

En el caso de CARICOM, Centroamérica y la
Comunidad Andina la agrupación responde a objetivos que
trascienden lo económico. Al problema de la convergencia
se añade el de la identidad de
la subregión. En la Comunidad Andina la situación
particular del Perú y los vínculos crecientes de
Bolivia con MERCOSUR significan la necesidad de una
recomposición al respecto. Sin embargo, el dinamismo que
han adquirido las relaciones económicas entre el resto de
sus miembros y los lazos históricos que comparten
dificultan pensar en una dilución de la comunidad dentro
de otros esquemas de integración. Por el contrario, el
proceso de consolidación por el cual atraviesa reafirma
aún más su fisonomía subregional
particular.

Cualquiera sea el sentido que adopten las convergencias
es necesario tomar en cuenta que actualmente toda
profundización de la integración requiere de una
armonización de políticas macroeconómicas,
fiscales y monetarias. La perspectiva de que tal
armonización pueda lograrse y mantenerse sería un
criterio para evaluar la viabilidad y conveniencia de un mayor
acercamiento entre los diversos esquemas. Asimismo, es importante
mantener el objetivo de lograr un aprovechamiento equitativo de
los beneficios de la integración y un desarrollo
más equilibrado y armónico de la región. La
posibilidad de hacerlo dentro de los sistemas
democráticos que se han dado los países del
continente sería un patrón de medida para evaluar
la compatibilización de los acuerdos existentes y promover
la integración económica dentro de marcos que
puedan tener continuidad y permanencia.

Proyección y
Objetivos

Aunque las razones invocadas para justificar la
integración latinoamericana han cambiado en el tiempo y de
acuerdo a los modelos de
desarrollo que se han considerado más convenientes o
más adecuados a las circunstancias nacionales e
internacionales, los objetivos de la integración han sido
los mismos desde que las naciones de América Latina
obtuvieron su independencia.

Durante la segunda parte del siglo veinte se ha
intentado el acercamiento entre los países preferentemente
por la vía económica, siguiendo el modelo de los
países europeos. La integración económica se
ha considerado y se ha justificado, sin embargo, no sólo
como un fin por sí misma sino también como un medio
para avanzar hacia la formación de una comunidad
latinoamericana.

La homogeneidad cultural e histórica -en cuanto a
idioma, religión y tradición
jurídica- y la continuidad geográfica han hecho
pensar que la formación de una comunidad de naciones
latinoamericanas no encontraría los obstáculos
presentes en otras latitudes y permitiría una
realización más plena de la identidad y las
potencialidades de la región. Los niveles de desarrollo
relativamente similares de los países del área
contribuirían en el mismo sentido.

La independencia de la mayoría de los
países del Caribe y el acercamiento entre ellos y de ellos
con los otros de América Latina ha ampliado el concepto y el
alcance geográfico de una posible comunidad, la cual ahora
se concibe en términos de América Latina y el
Caribe.

La participación activa en los asuntos
internacionales y una mayor gravitación de la
región a nivel mundial con el objeto de defender los
intereses propios y los principios generales que inspiran la
política internacional de los países
latinoamericanos -tales como la paz mundial, el desarrollo
equitativo y la promoción de los derechos humanos
constituye una razón adicional en favor de su
integración.

La diversidad de enfoques posibles ha determinado que
las características de la comunidad latinoamericana y del
Caribe no se hayan definido. Sin embargo, se entiende que la paz
regional y el sistema democrático de gobierno
serían factores constitutivos de la misma.

El desarrollo de las potencialidades económicas
de la región y el logro de niveles de vida adecuados para
su población han sido otros de los objetivos
de la integración latinoamericana.

En el pasado, la variedad y calidad de las
riquezas naturales y la ubicación geográfica de
América Latina condujeron a pensar en que sus
países tenían las condiciones necesarias para
alcanzar avanzados estadios de desarrollo. La explotación
de tales recursos
naturales, sin embargo, no dio lugar a la formación de
economías dinámicas capaces de sostener su propio
crecimiento. La complementación de sus capacidades
productivas para formar una masa crítica
suficiente para generar un crecimiento autosostenido en la
región se convirtió por ello en un objetivo
compartido.

Esto requería incrementar los vínculos
económicos. Entre ellos, el intercambio comercial jugaba
un papel de primera importancia. Sin embargo, los flujos
comerciales intrarregionales eran escasos y no se contaba con la
infraestructura física ni
organizativa para incrementarlos de manera significativa. Tampoco
tenían la mayoría de las economías
nacionales las condiciones necesarias para desarrollar por
sí mismas los sectores más dinámicos de la
economía moderna y los que incorporaban los
mayores avances
tecnológicos.

La división internacional del trabajo
prevaleciente hasta la segunda guerra
mundial, según la cual les correspondía a los
países de América Latina ser exportadores de
materias primas, contribuyó a orientar a las
economías nacionales latinoamericanas hacia los grandes
centros industriales y depender del comercio con ellos para
proveerse de bienes
manufacturados. No existía, por tanto, un estímulo
económico inmediato para vincular entre sí a las
economías de la región. A lo que se
añadían los obstáculos políticos y
administrativos que dificultaban un mayor
acercamiento.

El propio crecimiento de las economías
nacionales, sin embargo, fue creando condiciones para una
complementación de las economías nacionales que
potenciara sus posibilidades de desarrollo. Los mercados
nacionales se hacían cada vez más insuficientes
para las actividades domésticas y no permitían
incorporar los avances tecnológicos, las escalas de
producción y los métodos de
organización requeridos para alcanzar
mayores niveles de desarrollo. De esta forma la
complementación económica, además de ser una
aspiración, pasó a convertirse en una
necesidad.

La complementación económica se
planteó en términos de crecimiento y de
mejoramiento de los niveles de vida de la población,
tomando en cuenta los diferentes grados de desarrollo de los
países participantes. Por ello se ha expresado como la
promoción de un desarrollo "equilibrado y
armónico". Las tendencias de la economía
mundial hacia la
globalización y el libre comercio y la percepción
de que la región debía encontrar una nueva forma de
inserción internacional llevaron también a hacer de
la capacidad de exportar un objetivo,

La necesidad de complementación de esfuerzos se
presenta no sólo en los aspectos económicos sino
también en los sociales. La insuficiencia del desarrollo
regional tiene una de sus expresiones más visibles en las
condiciones en las cuales deben vivir las grandes
mayorías. La carencia de servicios
mínimos en educación, salud y vivienda; la
incapacidad de los aparatos productivos para crear empleo
suficiente; así como la extensión de la pobreza en
amplios grupos de la población, constituyen una de las
mayores debilidades de las sociedades
latinoamericanas y retardan sus posibilidades de desarrollo
económico.

La experiencia de situaciones adversas que son comunes a
los países de la región ha acentuado la necesidad
de realizar esfuerzos conjuntos. Por
ello han tendido a abandonarse los intentos de construir polos de
crecimiento aislados que aspiraban a alcanzar un mayor grado de
desarrollo independientemente de lo que sucediera en el resto de
la región.

Las crecientes migraciones de población han
contribuido a resaltar la importancia de encarar los problemas
sociales de manera cooperativa y
de crear una base económica en la cual los beneficios del
desarrollo sean compartidos por los diferentes países de
la región y el hemisferio.

La generalización de condiciones sociales
insatisfactorias, la insuficiencia del desarrollo y la
recurrencia de crisis
políticas y económicas en la mayoría de los
países latinoamericanos, ha conducido a la toma de
conciencia de
que la región enfrenta situaciones y experiencias comunes
que requieren de esfuerzos conjuntos para superarlas. La
convicción de que se cuenta con los recursos
naturales y humanos y con una voluntad política creciente
para superar tales situaciones le han conferido un
carácter positivo a las tareas de
integración.

El régimen democrático de gobierno, la
paz, el respeto a las
libertades públicas y la promoción de los derechos humanos son
requisitos de la integración regional.

Aunque en términos relativos la paz ha sido la
situación predominante en la región en las
relaciones entre naciones, la inestabilidad política
interna y el establecimiento de regímenes políticos
diversos generaron suspicacia entre algunos estados y se
constituyeron en obstáculos para la cooperación y
el reforzamiento de los vínculos entre ellos. La
promoción y realización de proyectos comunes no
solo es una manera de reforzar la cooperación, sino que
contribuye además a estimular actitudes,
interrelaciones y formas de proceder acordes con el
espíritu democrático de los pueblos
latinoamericanos.

Con respecto a la integración económica
europea uno de sus mayores impulsores, Robert Schuman, dijo que
su misión era
hacer que la guerra entre
las naciones de ese continente fuera no solo dañina sino
imposible. En América Latina -donde prácticamente
no existen perspectivas bélicas- la tarea sería
hacer la cooperación y los entendimientos mutuos no
sólo posibles sino necesarios en la
región.

La integración latinoamericana no puede, en
consecuencia, limitarse al área económica, sino que
aspira a convertirse en un instrumento para potenciar las
posibilidades de mejoramiento educativo, de investigación científica, de
aprovechamiento tecnológico, de confrontación de
ideas, de creación artística y de expresión
de las peculiaridades y la identidad de los pueblos y comunidades
de la región.

La integración económica del hemisferio a
nivel de la conformación de un área de libre
comercio ha sido planteada como un complemento a la
integración latinoamericana, que pudiera contribuir al
desarrollo de la región mediante la apertura de mercados,
la atracción de inversiones y la modernización del
aparato productivo. La nueva conformación de las
relaciones comerciales y económicas a nivel mundial
también pudiera permitir avanzar en esa dirección.
Les corresponde, sin embargo, a los habitantes de América
Latina adoptar las decisiones y enfrentar los retos que exigen el
desarrollo económico y el mejoramiento de las condiciones
de vida de su población.

Area de Libre Comercio de las Américas
(ALCA)

En Diciembre de 1994, los Jefes de Estado de
treinta cuatro países del hemisferio se reunieron en
Miami, Estados Unidos, en la denominada "Cumbre de las
Américas". Como resultado de esa reunión se
acordó iniciar un diálogo para la formación
de un Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Las
negociaciones para su creación deberían concluir el
año 2005. Además del acceso a los mercados, ALCA
comprendería -o en todo caso estudiaría- los temas
de servicios, inversión, competencia, y
derechos de propiedad
intelectual.

Con tal fin se estableció un programa de trabajo
que contemplaba reuniones a nivel ministerial y se
constituyó un Comité Tripartito para proporcionar
apoyo técnico conformado por Organización de
Estados Americanos (OEA), el
Banco
Interamericano de Desarrollo (BID), y la Comisión
Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)
de las Naciones Unidas,
.

En la primera reunión de Ministros de Comercio,
efectuada en Denver, Colorado, en Junio de 1995, se
decidió la creación de siete grupos de trabajo
intergubernamentales en las siguientes áreas: acceso a los
mercados; procedimientos aduaneros y normas de origen;
inversiones; subsidios, medidas antidumping y derechos
compensatorios; normas y barreras técnicas al comercio;
medidas sanitarias y fitosanitarias; y economías
pequeñas.

En Marzo de 1996 se realizó la segunda
reunión de Ministros de Comercio en Cartagena de Indias,
Colombia. En esa oportunidad se crearon cuatro grupos de trabajo
adicionales: servicios; políticas de competencia; derechos
de propiedad
intelectual; y compras
estatales.

La Tercera Reunión de Ministros de Comercio se
efectuó en Belo Horizonte, Brasil, en Mayo de 1997, y la
Cuarta en San José Costa Rica en Febrero de 1998, la cual
emitió la Declaración Ministerial de San
José que constituye el documento básico de las
negociaciones hacia el ALCA, por cuanto comprende un esquema
sobre la forma como se desarrollarán las negociaciones,
incluyendo aspectos tales como sus principios, objetivos,
enfoques, estructura y
localización, mediante el cual también se
constituyó la Secretaría Administrativa de las
Negociaciones.

Este importante documento fue posteriormente adoptado en
el Plan de Acción
emitido por la Segunda Cumbre de las Américas, efectuada
en Santiago de Chile, el 18 y 19 de abril de 1998. En dicho Plan,
los Presidentes y Jefes de Estado de los 34 países
decidieron dar inicio a las negociaciones, convocando al
Comité de Negociaciones Comerciales a más tardar el
30 de junio de 1998 y a los Grupos de Negociación a
más tardar el 30 de septiembre de 1998, plazos que se han
cumplido rigurosamente.

Un factor importante para el futuro de las negociaciones
es que hasta la fecha el Ejecutivo de los Estados Unidos no tiene
el mandato negociador del Congreso de ese país
indispensable para iniciar un proceso como el que
conduciría a la formación del ALCA. La llamada
"vía expedita" (fast track) permite que el Ejecutivo
negocie y el resultado sea aprobado o rechazado en bloque sin que
el Congreso pueda enmendar su contenido. Una autorización
de este tipo también es necesaria para la posible
inclusión de Chile en TLCAN y para el otorgamiento de la
"paridad TLCAN" a los países del Caribe y Centro
América.

La importancia de ALCA para el comercio de los
países de América Latina se puede apreciar en las
cifras sobre exportaciones e
importaciones.
Para todas las áreas económicas de la región
los Estados Unidos constituyen uno de los mayores socios
comerciales y para algunas de ellas el mayor

Exportaciones destinadas a Estados
Unidos

1980-1994

(Porcentajes)

 

1980

1990

1994

MERCOSUR

14.6

20.8

17.5

COMUNIDAD ANDINA

28.3

46.3

42.6

MCCA

35.6

40.1

38.4

CHILE

10.0

16.2

15.5

MEXICO

65.3

70.5

85.2

ALADI

29.4

39.5

47.2

Fuente: CEPAL

Importaciones originarias de Estados Unidos

1980-1994

(Porcentajes)

 

1980

1990

1994

MERCOSUR

19.1

19.2

22.0

COMUNIDAD ANDINA

43.1

37.8

33.8

MCCA

33.0

40.1

42.3

CHILE

25.4

19.5

23.7

MEXICO

66.1

67.1

69.2

ALADI

36.6

40.1

44.6

Fuente: CEPAL

Para los Estados Unidos, América Latina
representa un socio comercial importante -aunque porcentualmente
de menor magnitud- y es una de las pocas regiones con las que
mantiene normalmente un balance comercial superavitario. En 1995
el intercambio de Estados Unidos con América Latina y el
Caribe excedió los 200 mil millones de dólares y
fue superior en un 72% al de 1990.

Para unos y otros las inversiones y los servicios juegan
también un papel importante. Por ello la
significación de ALCA transciende el campo puramente
comercial. En tal sentido el tratamiento que se dé a esos
temas y a otros relacionados, como los derechos de propiedad
intelectual, compras gubernamentales, derechos laborales y normas
ambientales requieren de una definición.

El TLCAN, que es una referencia obligada para ALCA, ha
incorporado disciplinas sobre esos temas. Sin embargo,
también se ha planteado que los compromisos adquiridos al
respecto en el marco de la OMC serían suficientes y
limitarse a ellos haría más expedito el proceso de
negociación.

El desafío principal del ALCA, sin embargo, es la
distribución de los beneficios derivados de
su aplicación, dados los diferentes grados de desarrollo y
tamaño de las economías de sus miembros
potenciales.

Area de Libre Comercio Suramericana (ALCSA)

Paralelamente a la propuesta de ALCA se manejó la
de crear un Area de Libre Comercio Suramericana (ALCSA). La idea
fue lanzada por Brasil en 1993. No ha dado lugar a discusiones
formales ni responde a un proyecto
elaborado, tales como las que desarrolla ALCA, pero se ha ido
concretando a través de negociaciones parciales que bien
pudieran avanzar a un ritmo más acelerado que las
hemisféricas.

El punto crucial para el avance hacia ALCSA lo
constituyen las negociaciones actualmente en curso entre la
Comunidad Andina y MERCOSUR, las cuales están en marcha en
los actuales momentos. Según el Acuerdo Marco para la
Creación de la Zona de Libre Comercio entre ambos bloques,
suscrito el 16 de abril de 1998 en Buenos Aires,
hasta el 30 de septiembre de 1998 se concertó una primera
etapa consistente en la negociación de un Acuerdo de
Preferencias Arancelarias sobre la base del patrimonio
histórico que podrá incluir nuevos productos. Una
vez culminada esta etapa se inició una segunda que va
desde el primero de octubre de 1998 hasta el 31 de diciembre de
1999, durante la cual se negociará un Acuerdo de Libre
Comercio que abarcará los productos negociados en la
referida primera etapa y el resto del universo
arancelario. Se presume que estas negociaciones pudieran tener
alguna similitud con el acuerdo alcanzado entre Chile y MERCOSUR,
pero adicionalmente se deben tomar en cuenta los compromisos que
los países andinos mantienen entre sí y con
terceros países.

Un desenlace positivo de las negociaciones de la
Comunidad Andina con MERCOSUR prácticamente
cubriría toda la geografía suramericana, dado que
Chile ya ha avanzado en su vinculación con los
países sureños y ha suscrito acuerdos bilaterales
de libre comercio con el resto de los países de la
subregión, excepto Perú. Bolivia, por su parte,
firmó en 1996 un acuerdo marco con MERCOSUR, que
prevé adelantar negociaciones conducentes a la
liberación del comercio.

Inicialmente se planteó la disyuntiva sobre si
los países andinos negociarían con MERCOSUR
individualmente o en conjunto. La incertidumbre fue despejada en
la Cumbre Presidencial Andina celebrada en Mayo de 1997 en Sucre,
Bolivia, en la cual se adoptó la decisión de
negociar conjuntamente.

La tradición cultural común, la
continuidad geográfica y el hecho de que todos los
países suramericanos sean miembros de ALADI pudieran
facilitar la formación de ALCSA. El obstáculo
principal estriba en la debilidad de la relación comercial
existente entre los países de MERCOSUR y los miembros de
la Comunidad Andina. En 1996 las exportaciones de MERCOSUR a la
Comunidad Andina representaron solamente un 4,2% de sus
exportaciones totales (US $3.200 millones), y las de la Comunidad
Andina a MERCOSUR un 3.5% de las suyas (US $1.500
millones).

Este hecho subraya una diferencia notable entre las
propuestas de ALCA y ALCSA. Mientras la primera se basa en flujos
de comercio significativos e intenta vincular a países con
grados de desarrollo muy disímiles, la segunda se basa en
una mayor afinidad en cuanto a niveles de desarrollo, pero tiene
como punto de partida lazos comerciales
débiles.

En el pasado, la creación de nuevos esquemas de
integración dentro de América Latina ha propiciado
un incremento inicial acelerado del intercambio comercial. Pero
ese dinamismo ha tendido a disminuir una vez explotadas las
posibilidades comerciales más evidentes. En general el
comercio intrasubregional no ha superado una cuarta parte del
comercio total. En contraste, el intercambio con los Estados
Unidos en la mayoría de los casos supera esa
proporción.

No obstante, el desmantelamiento de los
obstáculos al comercio durante los últimos
años, el incremento de las inversiones intrarregionales y
el aumento del comercio de manufacturas y semimanufacturas entre
los países de América Latina y el Caribe pudiera
dar un nuevo impulso al comercio intrarregional dentro de un
marco institucional adecuado.

En el caso de que la integración suramericana
haya avanzado suficientemente para el año 2005 pudiera
concebirse que sus miembros se incorporen en ALCA "como miembros
de un grupo de integración subregional que negocie como
una unidad", en concordancia con la convergencia lograda al
respecto en Belo Horizonte. Como es de suponer que en ese caso
Centro América y CARICOM también lo harían
bajo esa modalidad, de esta forma se simplificaría el
proceso de negociación hemisférica.

El ALBA como
vía fundamental para la igualdad de
los pueblos de América

Sin duda alguna entre todas las alternativas
latinoamericanas que existen hoy, ilustradas por los cambios
positivos ocurridos en Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador,
Nicaragua y Uruguay, sobresale la de Venezuela implementada por
el Comandante Chávez, al frente de un movimiento
revolucionario de inspiración bolivariana cuyo
extraordinario apoyo de las masas han abierto desde 1999 un
singular proceso de profundas transformaciones en casi todas las
esferas de la vida; en lo social, y lo político. A pesar
de la abrumadora victoria, la extrema derecha y el imperialismo
han procurado revertir tales avances.

En gran medida los excelentes resultados que ya muestra la
Revolución
Bolivariana están asociados a los amplios programas
sociales emprendidos como son las diversas misiones: Rivas,
Sucre, Mercal, Barrio Adentro, Zamora, Vuelvan Caras, Milagro,
etc. Muchas de estas con mas de una vez puestas en practica.
Estos son proyectos ambiciosos de gran alcance en el campo
educativo, alimentario, productivo, de salud, de vivienda, o de
apoyo a sectores específicos como los pueblos
indígenas, campesinos o mineros, destinados al logro de la
equidad y a la
rápida superación de las desigualdades sociales y
las exclusiones culturales, sociales y políticas de la
sociedad;
heredados de los gobiernos reaccionarios y sumisos que le
antecedieron.

Dentro de los éxitos más notables de la
revolución
venezolana están la eliminación del analfabetismo,
la distribución de los miles de toneladas de alimentos diarios
a bajo precio el
inicio de la predistribución agraria de las tierras
ociosas y la permanente asistencia medica en lugares intrincados
con más de 20 mil médicos y personal de
salud- gracias en gran medida a la colaboración cubana-
que brindan este importante servicio de
forma gratuita. Además el gobierno revolucionario de
Chávez esta impulsando vigorosamente proyectos
integracionistas con los demás países de la
región de lo que son muestra el reciente ingreso de
Venezuela al MERCOSUR, la creación de PETROCARIBE,
así como la fundación de la Unión
Sudamericana de Naciones (integrada por 12 países) y los
demás acuerdos concretados con Cuba.

Todo ello es parte del proceso de implementación
del ALBA verdadera respuesta al ALCA promovida como es desde
luego por Venezuela debido al prestigio que ha sabido ganarse
ante los pueblos de América Latina y del mundo. Venezuela
sigue hoy el legado de los grandes pensadores latinoamericano y
las mejores tradiciones de nuestros pueblos.

El ALBA es una propuesta para construir consensos para
repensar los acuerdos de integración en función de
alcanzar un desarrollo endógeno nacional y regional que
erradique la pobreza, corrija
las desigualdades sociales y asegure una creciente calidad de
vida para los pueblos. La propuesta del ALBA se suma al
despertar de la conciencia que se expresa en la emergencia de un
nuevo liderazgo
político, económico, social y militar en
América Latina y El Caribe. Hoy más que nunca, hay
que relanzar la unidad latinoamericana y caribeña. El
ALBA, como propuesta bolivariana y venezolana, se suma a la lucha
de los movimientos, de las organizaciones y
campañas nacionales que se multiplican y articulan a lo
largo y ancho de todo el continente contra el ALCA. Es, en
definitiva, una manifestación de la decisión
histórica de las fuerzas progresistas de Venezuela para
demostrar que Otra América es Posible.

PRINCIPIOS RECTORES DEL ALBA

De la Integración Neoliberal a la Alternativa
Bolivariana para América Latina y el Caribe

"Jamás hubo en América de la independencia
a acá, asunto que requiera más sensatez, ni obligue
a más vigilancia, ni pida examen más claro y
minucioso, que el convite que los Estados Unidos potentes,
repletos de productos invendibles, y determinados a extender sus
dominios en América, hacen a las naciones americanas de
menos poder…". José Martí

1. La integración neoliberal prioriza la
liberalización del comercio y las inversiones.

2. La Alternativa Bolivariana para América Latina
(ALBA) es una propuesta que centra su atención en la lucha contra la pobreza y la
exclusión
social.

3. En la propuesta del ALBA se le otorga una importancia
crucial a los derechos humanos, laborales y de la mujer, a la
defensa del ambiente y a
la integración física

4. En el ALBA, la lucha contra las políticas
proteccionistas y los ruinosos subsidios de los países
industrializados no puede negar el derecho de los países
pobres de proteger a sus campesinos y productores
agrícolas.

5. Para los países pobres donde la actividad
agrícola es fundamental, las condiciones de vida de
millones de campesinos e indígenas se verían
irreversiblemente afectados si ocurre una inundación de
bienes
agrícolas importados, aún en los casos en los
cuales no exista subsidio.

6. La producción agrícola es mucho
más que la producción de una mercancía. Es
la base para preservar opciones culturales, es una forma de
ocupación del territorio, define modalidades de
relación con la naturaleza,
tiene que ver directamente con la seguridad y
autosuficiencia alimentaria. En estos países la agricultura
es, más bien, un modo de vida y no puede ser tratado como
cualquier otra actividad económica.

7. ALBA tiene que atacar los obstáculos a la
integración desde su raíz, a saber:

a. La pobreza de la mayoría de la
población;

b. Las profundas desigualdades y asimetrías entre
países

c. Intercambio desigual y condiciones inequitativas de
las relaciones internacionales

d. El peso de una deuda impagable

e. La imposición de las políticas de
ajuste estructural del FMI y el BM y de
las rígidas reglas de la OMC que socavan las bases de
apoyo social y político.

f. Los obstáculos para tener acceso a la información, el
conocimiento y la tecnología que se
derivan de los actuales acuerdos de propiedad intelectual;
y,

g. Prestar atención a los problemas que afectan
la consolidación de una verdadera democracia,
tales como la monopolización de los medios de
comunicación social

8. Enfrentar la llamada Reforma del Estado que solo
llevó a brutales procesos de
desregulación, privatización y desmontaje de las
capacidades de gestión
pública.

9. Como respuesta a la brutal disolución que
éste sufrió durante más de una década
de hegemonía neoliberal, se impone ahora el
fortalecimiento del Estado con base en la participación
del ciudadano en los asuntos públicos,

10. Hay que cuestionar la apología al libre
comercio per se, como si sólo esto bastara para garantizar
automáticamente el avance hacia mayores niveles de
crecimiento y bienestar colectivo.

11. Sin una clara intervención del Estado
dirigida a reducir las disparidades entre países, la libre
competencia entre desiguales no puede conducir sino al
fortalecimiento de los más fuertes en perjuicio de los
más débiles.

12. Profundizar la integración latinoamericana
requiere una agenda económica definida por los Estados
soberanos, fuera de toda influencia nefasta de los organismos
internacionales.

Conclusiones

Creo que ha quedado claro en este trabajo la importancia
que tiene en este nuevo milenio la integración de los
pueblos de América Latina para sobrevivir y resolver los
problemas del desarrollo existentes en la mayoría de la
región. Sabemos que es una tarea difícil
sobreponerse a los siglos de saqueo a los que fue sometido
nuestro continente, y aun más complejo es lidiar con el
imperio mas fuerte del mundo tratando de succionar con sus
trasnacionales las economías latinoamericanas. La
búsqueda de relaciones en la base de la igualdad, la
colaboración mutua y la integración son hoy los
principales objetivos de casi todas las políticas
exteriores de los países americanos. Aunque se ve hoy un
aumento del izquierdismo, de la tendencia a los movimientos
democráticos, de consulta con el pueblo a pesar de los
peligros de desestabilización, mayor dependencia y
creciente ingobernabilidad a comienzos del siglo XXI que siguen
asechando a los países de Latinoamérica, el ideal de la segunda
independencia reclamada por José Martí
va ganando la conciencia de las amplias mayorías de
nuestro continente. Esto se comprueba con la apertura de los
procesos mencionados anteriormente y muy especial el venezolano
que auguran inevitables cambios revolucionarios en el futuro de
América Latina, los cuales mas temprano que tarde
darán al traste con el pax norteamericana que las
administraciones de EE.UU. persisten en imponer a todo el planeta
en este nuevo milenio.

Bibliografía
utilizada

http://www.gestiopolis.com/canales/economia/articulos/27/intlatina.htm

-http://www.granma.cubaweb.cu/secciones/alba/que/2que.html

-http://www.alternativabolivariana.org

 

 

 

 

Autor:

Andy Willian Mesa Mederos

Breve biografía del
autor

Andy Willian Mesa Mederos, estudiante de 3er año
de la Facultad de Ingeniaría Mecánica de la Universidad
Central "Marta Abreu" de Las Villas. Ciudad de Santa Clara.
Provincia de Villa Clara. Cuba. Estudiante vinculado a investigaciones
con el Centro de Estudios de Termoenergética Azucarera
(CETA) de la Facultad de Ingeniería Mecánica de la UCLV.

País: Cuba.

Cuidad: Santa Clara.

Fecha de elaboración: 14 de mayo de
2008.

Partes: 1, 2
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