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Manual de liderazgo. Ser líder no es fácil… pero no imposible (página 3)



Partes: 1, 2, 3, 4

Es probable que al meditar en estos tres interrogantes haya
hecho un parangón con su vida y piense:"Si Jacob con
esas "cualidades" llegó a cumplir una misión
divina, ¿acaso no llegaré yo a ser un vaso
útil en su obra?
". Sin duda que puede. Resta que se
someta al Creador y permita que El lime todas las aristas, de
manera que pueda constituirse en el instrumento que necesita para
cumplir Sus planes en medio nuestro.

Un líder es visionario, pero no ventajoso

Suelo recordar los tiempos acerca de los cuales nos
compartía mi abuelo Angelino Barco sobre un Vijes
tranquilo, de casas grandes y solares interminables, con tejas de
barro, chambranas de madera tallada a mano y callecitas
polvorientas en las que la palabra empeñada tenía
el valor de una
Escritura
Pública.

El fue desde siempre el Notario Público de aquél
pueblecito y ante él se suscribían los documentos
para la compra y venta de
inmuebles así como el registro de
quienes nacían. Pero salvo anotar en los libros
quiénes veían la luz de la vida, tenía poco
trabajo. Por años los textos en los que debía
asentar información sobre negocios permanecieron en
blanco. ¿La razón? Las personas hacían
cualquier negociación confiando solamente en la
palabra de su interlocutor. Había seriedad y compromiso
para cumplir lo prometido. La palabra era suficiente.

Los tiempos cambiaron. Hoy nadie confía en nadie y
menos, alguien depositará su confianza en quienes
históricamente han faltado a lo prometido. Esa es la
razón por la cual deducimos que Jacob -hijo de Isaac, de
quien podemos leer en el capítulo 25 del libro, no era
persona con la cual que se podía hacer ningún
trato.

¿Un ejemplo sencillo? Lo invito para que leamos las
Escrituras, y como si estuviéramos presentes en la escena,
observemos qué ocurrió: "Y guisó Jacob
un potaje; y volviendo Esaú del campo, cansado, dijo a
Jacob: Te ruego que me des a comer de ese guiso rojo, pues estoy
muy cansado. Por tanto fue llamado su nombre Edom. Y Jacob
respondió: Véndeme en este día tu
primogenitura. Entonces dijo Esaú: He aquí yo me
voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la
primogenitura? Y dijo Jacob: Júramelo en este día.
Y él le juró, y vendió a Jacob su
primogenitura. Entonces Jacob dio a Esaú pan y del guisado
de las lentejas; y él comió y bebió, y se
levantó y se fue. Así menospreció
Esaú la primogenitura. "Génesis
25:29-34).

Es probable que piense: "La culpa fue de Esaú que no
valoró ser el primogénito",
pero
¡Cuidado! No podemos pasar por alto los atributos negativos
de Jacob: oportunista, ventajoso, egoísta, carente de toda
sensibilidad humana y miserable. ¿Podría el
Señor obrar a través de un hombre así? Sin
duda, pero fue necesario que se matriculara en la "Escuela de
Dios"
.

Algo que no podemos desconocer, sin embargo, es que Jacob
pensó en el futuro. Fue visionario pero su forma de
ejercer esa condición, y los medios que
utilizó, no fueron los más recomendables.

¿Por qué utilizó Dios a Jacob? Para
cumplir un plan previsto con antelación, en plena
coincidencia con la promesa hecha a Isaac: "Habita como
forastero en esta tierra, y estaré contigo, y te
bendeciré; porque a ti y a tu descendencia daré
todas estas tierras, y confirmaré el juramento que hice a
Abraham tu padre. Multiplicaré tu descendencia como las
estrellas del cielo, y daré a tu descendencia todas estas
tierras; y todas las naciones de la tierra serán benditas
en tu simiente,( por cuanto oyó Abraham mi voz,
y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y
mis leyes."(Génesis 26:3-5)
. En tales
circunstancias resultaba apropiado que Aquél que todo lo
puede, puliera a Jacob hasta tenerlo en el punto necesario para
ser Su instrumento.

Partes: 1, , 3, 4

El líder
se gana los beneficios, no los sustrae

Imagine un grupo de
encuestadores que llega a un Instituto Bíblico en
cualquier ciudad de cualquier país. Distribuyen los
formatos y, en el momento de procesarlos, encuentra que los
futuros pastores aspiran tener "Una congregación enorme
con solidez económica".

Terminada la formación teológica, se encuentran
con la necesidad de emprender la anhelada plantación de
una iglesia a
partir de cero, es decir, sin miembros, sin recursos
económicos y sin templo.

¡Qué gran desilusión! Seguramente eso
jamás lo imaginó el recién graduado.
Esperaba que, concluido su ciclo académico,
pondrían bajo sus hombros la guía de una comunidad de
creyentes establecida. Olvidó que es necesario ganarse los
beneficios y no esperar que todo caiga del cielo, como el
maná.

Si Jacob hubiese ido al Instituto Bíblico,
habría sido uno de tales estudiantes. Era el tipo de
personas que esperan llegar a la cima, pero no subiendo el
sendero, sino utilizando un teleférico.

¿Una razón? Lo que hizo para agenciarse la
bendición de su anciano padre Isaac. Era ya viejo, no
podía ver, y fácilmente podía confundir la
voz de las personas.

En tales circunstancias "…llamó a Esaú
su hijo mayor, y le dijo: Hijo mío. Y él
respondió: Heme aquí. Y él dijo: He
aquí ya soy viejo, no sé el día de mi
muerte. Toma,
pues, ahora tus armas, tu aljaba
y tu arco, y sal al campo y tráeme caza; y hazme un
guisado como a mí me gusta, y tráemelo, y
comeré, para que yo te bendiga antes que muera Rebeca
estaba oyendo, cuando hablaba Isaac a Esaú su
hijo…"(Génesis 27:1-5).

Lo que describe el pasaje a continuación es muy similar
al argumento de una novela de buenos
y malos, en el que la madre malvada recomienda a su hijito Jacob
que engañe a su padre utilizando piel de
carnero en sus brazos y ropas de su hermano, para que al
acercarse su progenitor le confunda con Esaú y obtener
así la preciada bendición.

"Y se acercó Jacob a su padre Isaac, quien le
palpó, y dijo: La voz es la voz de Jacob, pero las manos,
las manos de Esaú. Y no le conoció, porque sus
manos eran vellosas como las manos de Esaú; y le
bendijo."(Génesis 27:18-23).

¿Se imagina la crisis que
desencadenó este engaño? Jacob fue repudiado por su
hermano Esaú cuando se enteró de las estratagemas
que utilizó para robarle la bendición patriarcal.
El desenlace lo podemos leer en el capítulo 27 del
Génesis, versículos del 30 al 41.

Un líder cuida de sus acciones

Hace pocos días en la
televisión observaba a un ministro evangélico
mejicano. Resaltó en su conferencia la
importancia de cuidar las acciones del
presente, previniendo que en el futuro no experimentemos las
consecuencias de los errores.

Sin embargo con frecuencia los líderes caen en el
emocionalismo que les lleva a reaccionar más con el
corazón
que con la razón, o quizá bajo el amparo del cargo
que ocupan y llegan a obrar con tiranía.

Todo lo que se deriva de sus actos se puede apreciar con el
paso del tiempo. Eso
fue justo lo que ocurrió con Jacob: "Y
aborreció Esaú a Jacob por la bendición con
que su padre le había bendecido, y dijo en su
corazón: Llegarán los días del luto de mi
padre, y yo mataré a mi hermano Jacob. Y fueron dichas a
Rebeca las palabras de Esaú su hijo mayor; y ella
envió y llamó a Jacob su hijo menor, y le dijo: He
aquí, Esaú tu hermano se consuela acerca de ti con
la idea de matarte. Ahora pues, hijo mío, obedece a mi
voz; levántate y huye a casa de Labán mi hermano en
Harán…"(Génesis 28:41-44).

¿Ha tomado tiempo para revisar sus actuaciones? Es
importante que lo haga, cualquiera sea la posición de
liderazgo que
ocupe. Recuerde que en el futuro cosechará lo que
sembró hoy.

El auto examen es fundamental en la vida del cristiano. Nos
permite identificar errores y a la vez, crecer. Forma parte del
proceso que
cumplimos cuando, camino a ser líderes de excelencia, nos
matriculamos en la "Escuela de
Dios".

Capítulo 8

El secreto: aprender
de los errores

Dios trae seguridad a la
vida del líder

¿Estoy en el camino correcto?¿Los pasos que
he dado hasta el momento llevarán al cumplimiento de los
propósitos de Dios en mi vida?¿Por qué
transcurre tanto tiempo sin que nada extraordinario
ocurra?¿Acaso Dios no escucha mis oraciones?¿Por
qué en la vida de otros líderes pareciera que todo
se desenvuelve a las mil maravillas mientras que en el ministerio
a mi cargo pareciera experimentar estancamiento?

Usted se encuentra dando vueltas en cama. Es pasada la
medianoche y no halla respuestas para sus interrogantes, que
aumentan con el correr de los días.

Hace pocas horas tuvo una reunión. Tres de los maestros
de Escuela Dominical presentaron renuncia al cargo y advierte que
hay cambios en el comportamiento
del co-pastor; lo más seguro es que
aceptó la oferta que le
hicieron en una iglesia creciente del centro de la ciudad y
pronto pasará la carta de
dimisión.

¿He fallado en algo?"vuelve y se interroga. El
reloj despertador ha corrido inmisericorde y todavía no
logra conciliar el sueño."Señor, si tuviera una
respuesta
tuya…–.

Sin duda una y otra vez ha experimentado la misma
situación. No es fácil. Solo usted y quienes
conocen el desierto de dolor, preocupación e
incertidumbre, saben de qué hablo.

La idea que muchos tienen en torno a que el
camino de los líderes es color de rosa no solo es
ajena a la realidad sino que además, no consulta el
proceso de formación de quienes, en medio del trabajo,
aprenden y a partir del nuevo conocimiento
previenen fallas a futuro.

Jacob era tramposo. Nadie lo pone en duda. Aprovechaba las
circunstancias difíciles de los demás y sacaba
ventaja, estamos de acuerdo. Y a todas estas
características sumaba una tercera que es contraproducente
para quienes ejercen el liderazgo: tenía una excesiva
dependencia de su madre.

En su caso particular, puede ser una dependencia enfermiza de
un superior jerárquico o tal vez de la solidez
económica con la que está seguro, podrá
financiar los proyectos.

Es probable que depender sea una palabra que se aplica a su
existencia cuando se refiere a la opinión de los
demás. No hace absolutamente nada sin consultarles y,
justo por estar haciendo consenso, termina obrando en
contravía de lo que hubiese querido.

El líder debe romper toda observancia humana y
someterse a Dios, quien no solo guía acertadamente
nuestros pasos, sino que es quien nos llevó a trabajar en
la obra del Reino. ¿Y si mi desempeño es secular? Igual, es necesario
que rompa cadenas o como solemos repetir en Latinoamérica, que no estemos sujetos al
"cordón umbilical".

Le invito para que volvamos las Páginas de nuestra
Biblia y vamos, como espectadores que no quieren perder detalle,
al tránsito de Jacob a Padan-aram, huyendo de su hermano
Esaú:

"Salió, pues, Jacob de Beerseba, y fue a
Harán. Y llegó a un cierto lugar, y durmió
allí, porque ya el sol se
había puesto; y tomó de las piedras de aquel paraje
y puso a su cabecera, y se acostó en aquel lugar. Y
soñó: y he aquí una escalera que estaba
apoyada en tierra, y su
extremo tocaba en el cielo; y he aquí ángeles de
Dios que subían y descendían por ella. Y he
aquí, Jehová estaba en lo alto de ella, el cual
dijo: Yo soy Jehová, el Dios de Abraham tu padre, y el
Dios de Isaac; la tierra en
que estás acostado te la daré a ti y a tu
descendencia. Será tu descendencia como el polvo de la
tierra, y te extenderás al occidente, al oriente, al norte
y al sur; y todas las familias de la tierra serán benditas
en ti y en tu simiente. He aquí, yo estoy contigo, y te
guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a
traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya
hecho lo que te he dicho. Y despertó Jacob de su
sueño, y dijo: Ciertamente Jehová está en
este lugar, y yo no lo sabía. Y tuvo miedo, y dijo:
!!Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de
Dios, y puerta del cielo."(Génesis 28:10-18).

Dios nos acompaña

El encuentro que experimentó Jacob con Dios fue
altamente favorable por varias razones. La primera, porque
entendió que en medio de su trasegar no estaba solo. Por
el contrario, Dios iba con El. "He aquí, yo estoy
contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y
volveré a traerte a esta tierra
".

¿Cuántas veces nos sentimos abandonados a
nuestra suerte mientras desarrollamos algún ministerio?
Los esfuerzos parecen infructuosos y es probable que hayamos
razonado que estamos predicando en un desierto. Es factible
incluso que nos embargue la sensación de que estamos dando
todo de nosotros pero no recibimos nada a cambio.

Pero nos equivocamos. Dios conoce la situación que
atravesamos y está esperando que volvamos a El nuestra
mirada, en procura de Su intervención. No hará nada
que vaya en contravía de lo que pensamos o hacemos. Pero
tiene libertad plena
cuando le pedimos no solo que trate con nuestra existencia sino
que tome control del
desenvolvimiento eclesial y secular.

Un segundo elemento que aprendió Jacob fue que:

Debemos permanecer en las promesas de Dios

Aunque todas las circunstancias estén en contra, es
esencial permanecer en las promesas de Dios. Este hecho implica
una total dependencia de Su voluntad y obrar en nosotros.

Cuando el Señor promete algo, debemos estar seguros de que
cumplirá. La
ilustración más aproximada a este concepto es
el hombre que,
tras el naufragio de la embarcación en la que se
desplazaba, se prende de un pedazo de madera como su
única posibilidad de salvar la vida.

Observe el texto
nuevamente. El Señor fue claro al recordarle: "Yo
soy Jehová, el Dios de Abraham tu padre, y el Dios de
Isaac; la tierra en que estás acostado te la daré a
ti y a tu descendencia. Será tu descendencia como el polvo
de la tierra, y te extenderás al occidente, al oriente, al
norte y al sur; y todas las familias de la tierra serán
benditas en ti y en tu simiente
".

La paz que embargó a Jacob renovó sus fuerzas.
¡Podía seguir luchando!… Valía la pena.

Aplique esa Palabra a su existencia. No desista del trabajo
que está realizando. Si le asiste el convencimiento que es
el propósito de Dios para usted, siga firme. No renuncie.
No importa cuántos obstáculos puedan levantarse.
Recuerde que ganador no es quien comienza la carrera con mucho
entusiasmo y renuncia en la mitad del camino, sino quien llega
hasta el final, así sea el último.

Un tercer principio que aprendió Jacob fue:

Hay que permanecer en la voluntad divina

Hay varias formas de desplazarse de Buenaventura, en Colombia, hasta
Lima, en el Perú. Los dos son puertos. Imagine por un
instante que debe transportar una carga enorme.

Usted puede acudir al desplazamiento por tierra.
Tardará en lograr el objetivo, los
costos
serán altos, correrá peligro de ser asaltado en
carretera, deberá hacer muchas pausas en ciudades y
pueblos a los que llegue y posiblemente la mercancía
llegará maltratada.

Una opción rápida aunque demasiado costosa es
por avión. Nada impide que llegue a Quito, a menos
que la aeronave se precipite a tierra. Es cierto, la
mercancía llegará en buen estado pero lo
más previsible es que el valor del
flete será tan alto que disminuirán los
márgenes de ganancia.

Una tercera alternativa es por vía marítima. El
traslado se haría de puerto a puerto. Los costos son
bajos, hay altos márgenes de seguridad, la
movilización es relativamente rápida y los productos
llegarán en buen estado.

Le pregunto. ¿Cuál de las tres posibilidades es
la más aconsejable?. "El transporte por
mar"
, me responderá. Y coincidimos, pero usted
habría tenido la oportunidad de escoger.

Igual cuando el Señor depositó en nosotros una
misión.
Podemos hacerlo a la manera de Dios, a nuestra manera y a la
manera del mundo. Sólo cuando marchamos en el centro mismo
de la voluntad del Supremo Hacedor, tenemos asegurada la
victoria.

Este principio debe llevarle a un examen juicioso de
cómo está su desenvolvimiento. ¿Está
en la voluntad divina?¿Obra conforme le orienta su
corazón?¿Consulta qué decisiones tomar con
todos los que pasan a su lado? El resultado de la evaluación
permitirá que reoriente su sendero y le corroborará
que es necesario hacer constantemente un alto en el camino para
mirar si estamos transitando acertadamente hacia la meta.

La transparencia identifica al líder

Ya lo sabemos: Jacob era tramposo. Era una de sus muchas
facetas. Quería llegar a la meta pero tomando atajos.
Quien se desenvuelve así, no solo tendrá problemas a
corto y mediano plazo sino que más temprano que tarde
hallará un timador igual.

Y a nuestro líder experimentó esa
situación. Primero, su suegro Labán lo hizo
trabajar siete años por la mujer de sus
sueños: Raquel, sin embargo le entregó primero a
Lea aduciendo que así estilaban en la región, y
después -por el trabajo de
otros siete años"a Raquel. (Génesis 29: 16-30).

Con la inquietud en su corazón por semejantes tretas, a
Jacob le tocó definir con Labán su salario. Tras
pensarlo bastante, le pidió las ovejas manchadas de
color y las
oscuras (Génesis 30:31-36). Hasta allí todo estaba
bien, sin embargo "Tomó luego Jacob varas verdes de
álamo, de avellano y de castaño, y
descortezó en ellas mondaduras blancas, descubriendo
así lo blanco de las varas. Y puso las varas que
había mondado delante del ganado, en los canales de los
abrevaderos del agua donde
venían a beber las ovejas, las cuales procreaban cuando
venían a beber. Así concebían las ovejas
delante de las varas; y parían borregos listados, pintados
y salpicados de diversos colores. Y
apartaba Jacob los corderos, y ponía con su propio
rebaño los listados y todo lo que era oscuro del hato de
Labán. Y ponía su hato aparte, y no lo ponía
con las ovejas de Labán. "(Génesis 30:37-
40).

¿Le suena familiar esta actitud?
Seguro que sí. Es el mismo Jacob de siempre. Probablemente
con un poco más de barba y menos cabello, pero el mismo.
No ha cambiado nada.

Es probable que le asistan no el engaño sino otros
comportamientos que empañan su desenvolvimiento
ministerial o secular. ¿Qué puede ocurrir? Que se
estancará y siempre arrastrará la imagen de alguien
en quien no se puede confiar. ¿Qué resta? Permitir
que Dios trate con su existencia. El no utilizará a
quienes todavía estén bajo el engaño y la
mentira. No son
prácticas que se estilan en el pueblo santo y, si le abre
las puertas, operará los cambios que son necesarios en su
existencia.

Jamás olvide que una de las pautas que aprende un buen
líder es a rodear su desempeño con transparencia en
todo cuanto piensa y hace.

El perdón debe primar en el líder

Llegar a una posición de liderazgo no nos otorga
prerrogativas como el poder odiar y
guardar resentimiento hacia aquellos que de una u otra manera nos
provocaron mal. En absoluto. El perdón debe ser una
característica que identifique nuestro desenvolvimiento
tanto eclesial como secular.

El principio de perdonar lo debió aprender Jacob como
ya lo había aplicado Esaú. Jamás
imaginó que tendría que recurrir a su hermano, pero
como solemos repetir en Latinoamérica "La vida da
muchas vueltas y es probable quedar en el mismo sitio"
. Ante
lo inevitable de un encuentro, envió varias delegaciones
que le prepararan el camino con el recado: "Así dice
tu siervo Jacob: Con Labán he morado, y me he detenido
hasta ahora; y tengo vacas, asnos, ovejas, y siervos y siervas; y
envío a decirlo a mi señor, para hallar gracia en
tus ojos.". (Génesis 32:4, 5).

Contrario a lo que pensaba, Esaú tenía un
corazón que en apariencia era duro pero estaba inclinado a
dejar de lado las molestias que pudieran despertarle aquellos que
le ofendían." Alzando Jacob sus ojos, miró, y
he aquí venía Esaú, y los cuatrocientos
hombres con él; entonces repartió él los
niños
entre Lea y Raquel y las dos siervas. Y él pasó
delante de ellos y se inclinó a tierra siete veces, hasta
que llegó a su hermano. Pero Esaú corrió a
su encuentro y le abrazó, y se echó sobre su
cuello, y le besó; y lloraron."(Génesis
33:1-4).

No puedo comprender cómo alguien puede ministrar con un
corazón lleno de rencor y resentimiento hacia su
prójimo. Si es su caso, llegó la hora de volver la
mirada a Jesucristo y pedirle que trate con su vida de tal manera
que sane las heridas emocionales y coloque perdón donde
antes primaba el odio.

Recuerde que un líder que aspire llegar a la cumbre,
debe estar dispuesto para que Dios aplique los ajustes necesarios
en su existencia…

Capítulo 9

Los tropiezos en la
vida del líder

Es necesario aprender a manejar la adversidad

La alegría del pastor Alfonso Cabrera jamás se
vio diezmada pese a que, cuando saludaba a ciertos hermanos de la
congregación con una sonrisa de oreja a oreja, se
encontraba con respuestas frías y la expresión
hosca que no hacía otra cosa que decir, sin palabras:
"¿Para qué nos saluda si no queremos
contestarle".

No dudo que debió pasar malos momentos y es probable
que en más de una ocasión haya sentido el deseo de
no hacerlo de nuevo. Pero era el pastor. Y aquellos esperaban que
los saludara; de lo contrario hubiesen socializado entre los
creyentes que "El pastor no se dignaba mirarlos".

Una situación que bien acompasa con un refrán
popular en Latinoamérica: "Palo por que bogas, palo por
que no bogas",
al aludir a los duros tratos de los capataces
a los esclavos en los períodos de colonización,
quienes buscaban el menor pretexto para descargar su ira, rencor
y frustraciones en las espaldas de quienes tenían a
cargo.

Igual en la vida cristiana. Siempre encontraremos personas a
las que, sin haberles causado daño
alguno, buscan traer problemas y ponen tropiezo a quienes son sus
líderes o también a aquellos que buscan vivir
conforme a las pautas trazadas por nuestro amado
Señor.

Si viajamos atrás en el tiempo nos hallaremos a
José, quien aprendió a fuerza de
depositar su confianza en Dios, de qué manera debía
enfrentar airoso el cúmulo de dificultades que
surgían a su paso.

Obrar en consonancia con sólidos principios

Al recorrer las páginas de la Biblia en procura de
conocer la Hoja de Vida de José, hallamos que
"…apacentaba José ovejas con sus
hermanos…"(Génesis 37:2 a)
. Hasta allí
todo normal. Se desenvolvía socialmente y al igual que
usted y yo, tenía una ocupación con
múltiples responsabilidades que atender. Sin embargo no
compartía el desempeño amoral de quienes le
rodeaban "…e informaba José a su padre la mala
fama de ellos…".(Génesis 37:2 b).

Trabajar, estudiar o tener trato a diario con personas sin
principios ni
valores, no
implica que debemos identificarnos con su comportamiento errado y
menos que estemos obligados a asimilar lo que dicen o hacen. Es
uno de los aspectos que debe asumir el líder en el trabajo
seglar y en el plano eclesial.

Ahora, sin proponérselo"como puede ocurrir con su
vida"algunas circunstancias que rodeaban a José
despertaron los celos y animadversión de sus hermanos.
"Y amaba Israel a
José más que a todos sus hijos, porque lo
había tenido en su vejez…"(Génesis 37:3).

¿Se da cuenta qué ocurre cuando alguien advierte
preferencias alrededor? Emergen la envidia y un deseo sutil pero
contundente y peligroso de causar daño a quien en la
mayoría de los casos es inocente y recibe todas las
atenciones.

Es un fenómeno universal. Ocurre en las empresas, en
entidades académicas y también en la iglesia.

El recibir reconocimiento de su progenitor, llevó a que
en la vida de José aparecieran los malos momentos porque
sus hermanos "le aborrecían, y no podían
hablarle pacíficamente"(versículo 4 b).

La prudencia, esencial en el líder

Cuando hay alrededor quienes expresan animadversión
hacia usted, lo menos aconsejable es compartirles experiencias
exitosas. Este hecho avivará la molestia que les embarga.
¿Qué hacer? La prudencia nos recomienda guardar
silencio en estos casos. Al fin y al cabo, ¿qué
gana usted proclamando sus logros? Aún si guarda silencio,
tales logros hablarán por si solos poniendo de relieve sus
ejecutorias.

Con la mejor de las intenciones y fruto de la nobleza de
José, compartía a todos lo que acontecía en
su vida. "Y soñó José un sueño,
y lo contó a sus hermanos; y ellos llegaron a aborrecerlo
más todavía"(Génesis 37:5).

Lo que soñaba, lo que pensaba, lo que hacía,
todo se conjugaba en una sumatoria de motivos para que sus
hermanos pusieran tropiezo a su desenvolvimiento(lea por favor
los versículos 8 y 11).

Un hecho que cabe resaltar en este punto del análisis es que José no
permitió que el resentimiento tomara forma en su
corazón. Una pauta de Vida Cristiana Práctica que
le invitamos a asumir: pida a Dios la prudencia y
sabiduría necesarias para enfrentar exitosamente cualquier
ataque producto de la
envidia, que se produzca a su alrededor.

Hacer caso omiso de este principio dimensionará sin
razón las diferencias que hayan con quienes le envidian
hasta convertirse en un problema de impredecibles
consecuencias.

Volvamos a José. Sus problemas no pararon solo en la
molestia que despertaba en sus familiares. En cierta
ocasión que iba camino de Dotán, en donde
apacentaban ovejas, se encontró a boca de jarro con un
incidente que cambió dramáticamente el curso de su
historia.
"Cuando ellos lo vieron de lejos, antes que llegara cerca
de ellos, conspiraron contra él para
matarle"(Génesis 37:18).

¿Quién sufre más? Sin duda quien guarda
rencor. No solo recogerá aquello que siembra sino que
además, tal actitud se reflejará en su propia
salud y estado de
ánimo. El veneno que acompañaba a los hermanos de
José, les llevó a venderle como esclavo a un grupo
de comerciantes ismaelitas que iban camino de Egipto
(versículo 18). Estos a su vez lo vendieron a Potifar,
oficial de Faraón, máximo gobernante egipcio.

Bendecidos para bendecir

Un hombre o
mujer de Dios se
convierte en instrumento de bendición donde quiera que
vaya. La presencia del Altísimo nos acompaña y se
reflejará en todo cuanto hagamos.

Aún en medio de la adversidad, nos permitirá
bendecir a quienes nos rodean: en el hogar, en la universidad, en
el trabajo y en la iglesia.

¿Dejó solo Dios a José? En ningún
momento. Por el contrario, bendijo todo lo que tocaba.
"Más Jehová estaba con José, y fue
varón próspero; y estaba en la casa de su amo el
egipcio"(Génesis 39:2).

¿Un jefe o superior jerárquico difícil?
No faltarán donde quiera que estemos. Sin embargo si Dios
marcha con nosotros, ocurrirá lo que con José y que
se reflejó en su lugar de trabajo: "Así
halló José gracia en sus ojos…"(versículo
4).

Hay un texto que me parece muy significativo y lo comparto con
ustedes, tomado de una versión popular: "Sabemos que
Dios obra en toda situación para el bien de los que lo
aman, los que han sido llamados por Dios de acuerdo a su
propósito"(Romanos 8:28. Nuevo Testamento: la Palabra de
Dios para todos".

Es probable que sienta soledad. Quizá ha razonado que
en medio de las circunstancias adversas, ni siquiera puede
escuchar la voz de Dios. Pero está equivocado. A pesar de
los densos nubarrones, nuestro Padre nos acompaña. No nos
deja solos y, sin duda, no lo hará. ¿Una
razón? Guardó a José en todo instante:

"…Jehová bendijo la casa del egipcio por causa
de José, y la bendición de Jehová estaba
sobre todo lo que tenía, así en casa como en el
campo"(Génesis 39:5).

La transparencia moral en la
vida del líder

Que alguien alrededor tenga un desliz moral nunca será
tan cuestionado como cuando el protagonista no es alguien del
común sino quien ocupa una posición de liderazgo,
en la iglesia o en el plano secular.

De un evangelista internacional escuché decir que
jamás se dejaba acompañar de una dama porque,
señalaba: "Alguien podría tomar una fotografía
y publicarla en los diarios aduciendo adulterio en
mi vida".

¿Se va a los extremos? Creo que no. Por el contrario,
es una forma sensata de cuidar su desenvolvimiento. No olvide que
las personas que nos rodean esperan el más mínimo
error para cuestionarnos.

Una oración que no debe faltar jamás en nuestro
devocional, es pidiendo a Dios la fortaleza para vencer la
tentación.

José experimentó una situación crítica
cuando Satanás se atravesó en su paso, poniendo un
motivo de hacerle caer. "Aconteció después de
esto, que la mujer de su amo puso sus ojos en José, y
dijo: Duerme conmigo, y él no quiso…"(Génesis
40:7, 8).

Las estratagemas de Satanás son tremendas; no en vano
advirtió el apóstol Pedro:" Sed sobrios, y
velad; porque vuestro adversario el diablo, como león
rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar;"(1 Pedro
5:8).

Una vez el enemigo se da a la tarea de poner tropiezos, no
descansará hasta encontrar el momento oportuno para
producir nuestra caída. Por esa razón es necesario
permanecer tomados de la mano del Señor Jesucristo.

Observe lo que desencadenó el mal deseo de la mujer de
Potifar: aprovechó un momento que consideró
oportuno y "… lo asió por su ropa, diciendo:
Duerme conmigo. Entonces él dejó su ropa en manos
de ella, y huyó y salió"(Génesis
39:12).

Como consecuencia de la calumnia, el joven israelita
experimentó un nuevo vuelco en su existencia: "Y
tomó su amo a José, y lo puso en la cárcel,
donde estaban los presos del rey, y estuvo allí en la
cárcel. Pero Jehová estaba con José y le
extendió su misericordia, y le dio gracia en los ojos del
jefe de la cárcel"(versículos 20, 21)
.
Allí también se apreció lo que en casa de
Potifar: por amor a
José, Dios prosperó al carcelero.

El manejo de la desilusión

Algo a lo que no podemos sustraernos y menos quien está
matriculado "En la escuela de Dios" camino al liderazgo,
es que siempre encontraremos en el camino a los ingratos.
Personas que no valoran lo que hagamos por ellos.

Su insensibilidad les lleva a sentir que, cuanto hicimos a su
favor, es mínimo o no vale la pena considerarlo. Es el
tipo de situaciones que debemos aprender a manejar en nuestro
desenvolvimiento cotidiano.

¿Ejemplos claros? José y dos personas a las que
cuidó en la cárcel. Uno era el copero de
Faraón y el otro, su jefe de panaderos. Al primero le
interpretó un sueño, por obra de Dios, que
resultó para bien del hombre; al segundo, se le
cumplió el anuncio pero en detrimento de su vida porque
fue ajusticiado por orden del monarca.

A quien servía las copas en palacio, José le
recomendó: "Acuérdate, pues, de mi cuando
esté bien, y te ruego que uses conmigo de misericordia, y
hagas mención de mi a Faraón, y me saques de esta
casa. Y el jefe de los coperos no se acordó de
José, sino que le olvidó"(Génesis 40:14,
23).

La gloria toda sea a Dios

¿Ha visto líderes que se roban toda la gloria y
estando en la cumbre del éxito
se olvidan de Dios y de que fue El quien les ayudó a
ascender? Probablemente si. Hay pastores, obreros y hombres que
parecen atribuir a sus méritos y no al poder divino, los
logros que cosechan en su desenvolvimiento eclesial o
secular.

Con el paso del tiempo, Faraón tuvo un sueño
¿Recuerda el incidente bíblico? Sí,
está en lo correcto. Soñó con siete vacas
flacas que devoraban igual número de vacas gordas y, a
continuación, con siete espigas menudas que se tragaban a
siete de buen tamaño y producción. La situación
despertó preocupación en el gobernante.

En tales circunstancias, el jefe de los coperos le dijo al
recordar su período en la cárcel: "Estaba
allí con nosotros un joven hebreo, siervo del
capitán de la guardia; y se lo contamos, y él
interpretó nuestros sueños, y declaró a cada
uno conforme a su sueño"(Génesis
41:12).

Aquí viene lo interesante. Cuando el joven hebreo fue
llevado a presencia del monarca para resolver el asunto,
"Respondió José a Faraón, diciendo: No
está en mi; Dios será el que de respuesta propicia
a Faraón"(versículo 16).

Pregúntese ahora cuántas veces ha robado a Dios
el lugar de primacía que le corresponde. Es probable que
como líder o siervo disfrute de los momentos de
reconocimiento, pero es a El a quien debemos exaltar. Nunca
olvide que usted y yo somos solo eso, siervos que cumplen una
misión. La honra y gloria corresponden al Supremo
Hacedor.

Capítulo 10

El
líder se prepara para ejercer el liderazgo

Roboam fue un rey joven de la antigüedad. Joven,
brillante y ambicioso. Su árbol genealógico era
estupendo: bisnieto del rey David e hijo del rey Salomón.
Asumió el poder cuando tenía algo más de
cuarenta años, en el año 997 a.C.

¿Qué podemos decir de este joven monarca? Que
estaba signado para ser un triunfador. El reino al cual iba a
gobernar era sólido en el plano económico y
militar. Gozaba de reconocimiento internacional y tenía
enfrente una brecha para consolidarse como uno de los más
fuertes en toda la historia de la humanidad; sin embargo
terminó en división y fracaso.

¿La razón? El relato lo podemos leer en el
primer libro de
Reyes, capítulo 12, versículos del 1 al 33.
Allí encontramos la respuesta: Roboam no estaba preparado
para tres cosas. La primera, para asumir el poder y ejercerlo con
equilibro; la segunda, para tomar decisiones oportunas, acertadas
y eficaces asido de la mano de Dios, y tercera, para proyectar su
reino hacia el futuro.

No se trata de un capítulo aparte en el devenir
histórico, por el contrario, se repite con mucha
frecuencia.

A posiciones de liderazgo llegan hombres y mujeres que no
tienen la preparación suficiente, y a la incapacidad que
les asiste añaden otro ingrediente: la auto suficiencia.
No quieren depender ni de Dios ni del hombre y desechan todo
consejo. Quien está revestido de estas dos
características está condenado al fracaso.

Un líder no es pretencioso

Cuando José interpretó los sueños del
Faraón, en los que además de siete años de
prosperidad se avecinaban otros siete de hambruna y de miseria en
el territorio, tal como lo leemos en el capítulo 41 del
libro del Génesis, tenía la enorme responsabilidad de proponer una alternativa que
librara a Egipto de una crisis financiera de impredecibles
consecuencias, la que iría acompañada por la muerte de
sinnúmero de personas.

Aunque tenía todas las posibilidades del mundo de sacar
ventaja de la situación, sin mayores pretensiones
recomendó al gobernante egipcio: "Por tanto,
provéase ahora Faraón de un varón prudente y
sabio, y póngalo sobre la tierra de Egipto. Haga esto
Faraón, y ponga gobernadores sobre el país, y
quinte la tierra de Egipto en los siete años de
abundancia…"(versículos 33, 34).

Además de demostrar que pensaba en el ahora y
también en el mañana, José planteó un
plan a seguir.
No pretendió obtener beneficios personales. Sin duda, una
marcada vocación de servicio.

Aquí vale la pena hacer un paréntesis. En su
vida personal y en la
posición de liderazgo que ejerce, ¿ha visualizado
qué puede ocurrir a vuelta de seis meses, en un año
o quizá en una década? Es a esta
característica que llamamos visión.

¿Tiene usted visión? Es esencial que se formule
este interrogante y a la vez, busque una respuesta. De ella
depende en gran medida el futuro de su liderazgo.

De plebeyo a Gobernador

José encarna la historia apasionante de un hombre que
pasó de extremas condiciones de precariedad siendo plebeyo
y peregrino a gobernante egipcio. Es como en el argumento de una
novela de nuestros tiempos.

"El asunto pareció bien a Faraón y a sus
siervos, y dijo Faraón a sus siervos:¿Acaso
hallaremos a otro hombre como este en quien esté el
Espíritu de Dios? Y dijo Faraón a José: Pues
que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay otro entendido ni
sabio como tu. Tú estarás sobre mi casa, y por tu
palabra se gobernara todo mi pueblo; solamente en el trono
seré yo mayor que tu"(Génesis 41:37-40).

De esta manera llegó a tener poder sobre todo el
territorio egipcio (versículo 41), fue vestido con atuendo
real (versículo 42), y le permitió emparentar con
la corte faraónica (versículo 45).

El líder obra con equilibrio

Un refrán popular en Latinoamérica identifica el
comportamiento de algunos líderes: "El que nunca ha
tenido y llega a tener, loco se quiere volver".
Con esta
frase tipifican a quienes no saben disfrutar y utilizar aquello
que logran. También, arruinan lo que consiguen.

El líder cristiano o secular debe aprender a ejercer el
poder. La autoridad no
es imposición; se asocia más con motivación. Es comprometer a quienes nos
rodean con la visión, misión y propósitos
que nos asisten.

En José se manifiesta este grado de motivación
a los demás y cordura en sus actuaciones.

"Recogió José trigo como arena del mar, mucho
en extremo, hasta no poderse contar, porque no tenía
número"(Génesis 41:49).

¿Cuál era el propósito de recoger tanto
alimento? Proveer para el largo período de escasez que se
avecinaba: "Y de toda la tierra venían a Egipto para
comprar de José, porque por toda la tierra había
crecido el hambre"(Génesis 41:57).

El líder frente al pasado

Hace algún tiempo vi una extraordinaria
película. Se llama "El Chico" y la protagoniza
Bruce Willis. ¿Por qué razón califico este
filme de extraordinario? Por el mensaje que encierra.

Es la historia de un hombre que, una vez realizado como
profesional, de pronto se ve confrontado con su pasado;
específicamente con la infancia.

El reencuentro con el niño que lleva dentro le
permitió identificar escenas traumáticas que se
reflejaron en su presente. Solo de esta manera pudo encontrar el
equilibrio
necesario para alcanzar la realización personal.

Algo similar ocurrió con José. Las
circunstancias llevaron a sus hermanos a viajar a Egipto. Las
vueltas de la vida le llevaron a confrontarse cara a cara con
quienes le vendieron como esclavo, años atrás:
"Y José cuando vio a sus hermanos, los
conoció; mas hizo como que no los conocía, y les
habló ásperamente, y les dijo:¿De
dónde habéis venido? Ellos respondieron: De la
tierra de Canaán, para comprar alimentos.
José, pues, conoció a sus hermanos; pero ellos no
le conocieron"(Génesis 42:7, 8).

Algo que evidenció en su vida fue el perdón.
¿Cuál fue la razón para que tratara
duramente a sus hermanos? El deseo de conocer más de los
acontecimientos de sus vidas desde el momento en que se
separó de ellos. Pese a su reacción, en apariencia
distante, les ayudó como podemos leer desde los 42 al
48.

No les guardó rencor, por el contrario, les
perdonó y les ofreció una nueva oportunidad.
"Y dijo José a sus hermanos: yo soy
José;¿vive aún mi padre? Y sus hermanos no
pudieron responderle, porque estaban turbados delante de
él. Entonces dijo José a sus hermanos: Acercaos
ahora a mi. Y ellos se acercaron. Y él dijo: Yo soy
José vuestro hermano, el que vendisteis para Egipto. Ahora
pues, no os entristezcáis, ni os pese de haberme vendido
acá; porque para preservación de vida me
envió Dios delante de vosotros"(Génesis
45:4-8).

Dios premio su perseverancia. Todos los acontecimientos
obraron a su favor aunque al principio no parecía que nada
bueno pudiera ocurrir. Se tornó realidad en José el
postulado bíblico: "Y sabemos que a los que aman a
Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que
conforme a su propósito son llamados"(Romanos
8:28).

Capítulo 11

Una misión
específica para alguien específico

En la pantalla del televisor pasan las imágenes,
primero del entorno selvático, y de fondo, la playa que
lleva a un mar azul, tranquilo e infinito. Después, un
acercamiento rápido de la cámara permite ver el
rostro del hombre que sonríe mientras deja escapar unas
lágrimas que se pierden en espesa barba espesa. Es un
sobreviviente de un conjunto de doce personas que concursaron por
ganar un premio de quinientos dólares.

A primera vista nadie explica el por qué de las
lágrimas. Pero si usted conoce el contexto de la historia,
se dará cuenta que participó junto con tres mil
personas más en diferentes ciudades del país, para
lograr la selección
entre los aspirantes a sobrevivir a circunstancias
difíciles en una isla distante. Una versión moderna
de Robinson Crusoe, sólo que ahora hay cámaras de
televisión por todos lados que llevan a la
audiencia hasta el más mínimo detalle de cuanto
ocurre en el lugar.

Los días se sucedieron con rapidez para la inmensa ola
de teleespectadores que estaba frente al televisor cada noche
después de las ocho. Para aquellos hombres y mujeres los
días fueron excesivamente largos. No veían la hora
en que terminara su odisea. Unos, para regresar tristes a casa,
otros, para recibir un estímulo económico, y uno
solo, para obtener la suma de dinero que lo
motivó a enfrentar y sobreponerse a mil penurias.

Los realitys están tomando fuerza en el mundo entero.
Millares de personas se inscriben para ser parte de las
eliminatorias y selección. Hacen lo que esté en sus
manos para ganar. Su más caro anhelo es participar y
llegar hasta el final.

¿Imagina qué ocurriría si el llamamiento
de hombres y mujeres a cumplir misiones específicas en
circunstancias adversas tuviera tanta acogida? La respuesta es
sencilla: el mundo no tendría problemas. Todo
marcharía a las mil maravillas.

Sin embargo la realidad es otra. Si hay algo que encuentra
resistencia es
hacer algo, por si mismo y por los demás. ¿Ha
visitado a alguien que habita zonas marginales de cualquier
ciudad latinoamericana? Muchos se levantan cada día con un
deseo indeclinable de sobreponerse a los problemas; una buena
cantidad prefiere seguir así. No quieren esforzarse en lo
más mínimo para salvar los obstáculos y
atravesar el muro de las situaciones contrarias que les impiden
salir adelante.

Alguien llamado a ser diferente de los
demás…

Un líder es alguien distinto de los demás,
así no se lo proponga. Su visión de la vida es
diferente. Incluso su forma de pensar y de actuar, difiere de las
concepciones que asisten a quienes le rodean. A algunos los
caracteriza una perspectiva que razona y se mueve, no para el
presente sino sentando bases para el futuro. Hay quienes son
osados, obran midiendo consecuencias o tal vez con demasiada
rapidez sin detenerse a calcular lo que podrían
desencadenar sus acciones. Con virtudes y defectos, logran el
cometido para el que fueron llamados, bien por sus superiores en
el plano secular, o por Dios mismo, cuando se trata de alguien
que sirve en la extensión del reino del Señor
aquí en la tierra.

Moisés brilla con luz propia en la
galería de hombres que sirvieron en un espacio
específico de la historia de la humanidad. Su
desempeño ejerció una poderosa influencia en los
acontecimientos que rodearon al pueblo de Israel en su
tránsito temporal por Egipto y su posterior
establecimiento en la "tierra prometida".

¿Qué tarea le correspondió? Aliviar la
carga impuesta por los egipcios quienes "… pusieron sobre
ellos comisarios de tributos que
los molestasen con sus cargas; y edificaron para Faraón
las ciudades de almacenaje, Pitón y Ramesés. Pero
cuanto más los oprimían, tanto más se
multiplicaban y crecían, de manera que los egipcios
temían a los hijos de Israel. Y los egipcios hicieron
servir a los hijos de Israel con dureza, y amargaron su vida con
dura servidumbre, en hacer barro y ladrillo, y en toda labor del
campo y en todo su servicio, al cual los obligaban con
rigor."(Éxodo 1:11-14).

No era una encomienda fácil; por el contrario, era de
las más difíciles que un ser humano pueda asumir.
Enfrentó problemas consigo mismo cuando quiso "hacer
las cosas para Dios"
pero a su manera; la
incomprensión de sus congéneres a quienes buscaba
liberar; la persecución de aquellos con quienes
creció y en cuyo círculo real se desenvolvió
por mucho tiempo, hasta llegar a una etapa crucial: el
destierro.

Cuando alguien me comparte respecto a su desánimo por
la situación que experimenta, no puedo menos que animarlo
y caminar con él, a través de las páginas de
la Biblia, hasta escenas como la de Moisés al nacer.
Estaba condenado a ser un fracaso, sin embargo venció.
¡Dios estaba con él!, y eso es más que
suficiente para asegurar que ningún obstáculo nos
detendrá.

Por encima de la persecución

Cuando Dios escoge a alguien para que le sirva, ajusta
cuidadosamente todas las condiciones que rodean su existencia
para que cumpla el propósito para el que lo llamó.
La orden real era que las parteras debían dar muerte a
todo varón hebreo que naciera en el territorio.
(Éxodo 1:15, 16). "Pero las parteras temieron a
Dios, y no hicieron como les mandó el rey de Egipto, sino
que preservaron la vida a los niños."(versículo
17).
La fidelidad de estas mujeres al Señor
llevó a que recibieran bendición(versículos
20, 21).

Es probable que usted haya sentido una y mil veces que va a
desfallecer ante la concatenación de problemas que ponen
obstáculos al desenvolvimiento ministerial que Dios le
encomendó. Probablemente en el trabajo secular advierte
que todo se encuentra ensombrecido. Muchos le persiguen, difaman,
buscan oportunidad para hacerle tropezar y de inmediato levantar
un dedo acusador en su contra. Pero aún cuando todo luzca
poblado de densos nubarrones a su alrededor, no es hora de
renunciar.

En momentos así, recuerde que usted sirve a un Dios de
poder que está en control de todas las cosas y que si
marcha en el centro mismo de Su voluntad, dependiendo de El y no
de sus propias fuerzas, saldrá airoso en cualquier
tormenta que enfrente. ¡Usted es un vencedor!

La historia de Moisés es muy conocida. Primero, porque
está en la Biblia, y segundo, porque alrededor de su
nacimiento se han escrito muchos artículos, se han filmado
películas e incluso se han realizado sinnúmero de
tiras cómicas. El argumento de esta novela es sencillo:
nace de una familia
descendiente de Leví, su madre le escondió tres
meses y luego lo arroja al río Nilo en una barquilla
recubierta con brea. La intervención divina hace que la
hija del Faraón descubra al pequeño y contrata, a
la propia madre de Moisés, para que le prodigue cuidados.
Ella lo cuidó hasta que fue joven y lo entregó a la
corte faraónica (Éxodo 2:1-10).

Trabajando a "nuestra manera"

Hasta aquí todo ha transcurrido bajo un marco de
normalidad. El problema surgió realmente cuando, al crecer
y por razones que no especifica el texto bíblico,
Moisés se entera de su procedencia hebrea. Confrontado por
la realidad social y económica de su pueblo, sometido por
aquel entonces a la dureza del trato egipcio, decidió
actuar… pero lo hizo a su manera…

"En aquellos días sucedió que crecido ya
Moisés, salió a sus hermanos, y los vio en sus
duras tareas, y observó a un egipcio que golpeaba a uno de
los hebreos, sus hermanos. Entonces miró a todas partes, y
viendo que no parecía nadie, mató al egipcio y lo
escondió en la arena."(Éxodo 2:11, 12).

Dios no le hizo ese encargo, por el contrario, fue el
razonamiento de humano más que la dependencia divina, lo
que llevó a Moisés a pensar que así
debían ser las cosas. Y cometió un grave error.
Días después, cuando vio a dos hebreos
peleándose e intervino para evitar que se hicieran
daño, recibió como respuesta las siguientes
palabras: "… ¿Quién te ha puesto a ti por
príncipe y juez sobre nosotros? ¿Piensas matarme
como mataste al egipcio? Entonces Moisés tuvo miedo, y
dijo: Ciertamente esto ha sido descubierto."(Éxodo
2:14).

Me asalta aquí una pregunta y estoy seguro que a usted
también: ¿Cuántas veces obramos a nuestra
manera y no conforme Dios lo dispone?¿Hemos buscado la
ayuda del Señor para salir airosos en toda empresa?¿Cuáles han sido las
consecuencias?

Si le ha ocurrido tal como a mi, que por avanzar conforme a mi
visión y fuerzas, he chocado sinnúmero de veces
para encontrarme de nuevo en el suelo, aturdido
por el impacto y sin deseos de seguir adelante, entonces estoy
seguro que me comprenderá.

Este sencillo hecho debe llevarnos a reevaluar de qué
manera pensamos, nos movenos y actuamos. Seguramente
encontraremos que es necesario aplicar muchos correctivos al
desenvolvimiento; al principio será duro, pero conforme
pasa el tiempo y aprendemos de los errores, descubriremos que lo
más sensato fue hacer un alto en el camino, identificar en
qué estábamos fallando y cambiar la ruta…

El desánimo, poderoso aliado de
Satanás

Cuando enfrentamos la incomprensión, inmediatamente nos
asalta el desánimo y en la mayoría de los casos,
una fuerte ola de desesperanza.

Esa situación que tal vez ha vivido muchas veces, fue
la que enfrentó Moisés. ¡Su propio puedo,
aquél por el cual luchaba, levantaba un dedo acusador para
sacarle en cara la muerte de un egipcio!

Se sorprendería al saber cuántas personas
vuelven atrás en sus sueños, metas y
propósitos como consecuencia del desánimo.
También quedaría sin palabras al saber de
cuántos pastores, obreros, misioneros y líderes no
siguieron adelante porque enfrentaron la intolerancia de la
congregación o por que nadie valoró sus
esfuerzos.

¿Qué hacer? Seguir adelante. Nada nos puede
detener. Si tenemos conciencia de
haber sido llamados por Dios, es necesario que nos tomemos de Su
mano y demos un nuevo paso. No fuimos llamados a la derrota sino
a vencer. Esa es la característica con la que nos
creó el Señor y que por el sacrificio de
Jesús en la cruz, quedó reafirmada en nuestra
vida.

Ahora, si volvemos a la escena, nos encontramos a un hombre
lleno de incertidumbres, sobre quien pesa una amenaza de muerte
de Faraón (Exodo 2:15 a). La reacción no se
dejó esperar "…pero Moisés huyó de
delante de Faraón, y habitó en la tierra de
Madián."(versículo 15 b).

Sin proponérselo, forzado por las circunstancias, este
líder en potencia
entró en la Escuela de Dios, donde recibió la
formación necesaria para cumplir los planes y
propósitos del Señor en su existencia.

Capítulo 12

"Dios, ¿tengo las
capacidades para asumir esta misión?"

Un líder frente a sus
limitaciones

"¿Seré capaz de asumir ese reto?". Sin
duda es la pregunta que se ha formulado muchas veces. Yo
también. En general, todos. En uno u otro momento de la
existencia, lo hacemos. Nos despierta temor vernos confrontados
por un cambio que se avecina o tal vez, una tarea para la que
consideramos que no tenemos las capacidades.

En sí el interrogante arroja resultados positivos. Nos
permite evaluar hasta qué punto nos hemos preparado para
asumir compromisos grandes. También pone de manifiesto
nuestras falencias. Todo se traduce en puntos positivos y puntos
en los que es necesario aplicar ajustes.

¿Sabía usted que muchas personas, una vez se
encuentran dando vueltas a esta pregunta, se dan por vencidos sin
haber siquiera comenzado a trabajar en aquello que les
desafía y prefieren volver atrás, dejando incluso
parte del trabajo que habían adelantado?

Cuando leemos acerca de la vida de Moisés es
fundamental que aprendamos de todas las etapas por las que
atravesó. En particular, su llamamiento nos pone frente a
un espejo en el que probablemente nos miramos muchas veces
asumiendo que tenemos limitaciones antes que valorar las enormes
ventajas y posibilidades que nos asisten.

El patriarca israelita es muy cercano a nuestras vivencias. Si
bien es cierto se constituyó en un gran líder, no
nació así. Pagó el precio. Ese
precio estuvo representado en el aprendizaje a
partir de las dificultades, pero también, en aplicar
ajustes una vez identificaba que un camino no era el más
apropiado para alcanzar las metas propuestas.

Moisés: un líder que aprendió a
esperar

El primer paso en su larga asignatura en la "Escuela de Dios",
fue aprender el valor de la espera. El exilio fue el camino para
que comprendiera que no todo se puede lograr inmediatamente y que
hay una enorme brecha entre aquello que anhelamos y lo que
finalmente se logra.

Generalmente imaginamos situaciones, con pelos y detalles,
pero en la práctica las circunstancias son totalmente
diferentes. Moisés no pudo liberar al pueblo israelita a
su manera, por el contrario, debió huir y lo hallamos en
el desierto…

¿Ha atravesado períodos de la vida en los que
considera que sus metas quedaron
atrás?¿Llegó acaso a sentir
desánimo?¿Pensó que tal vez Dios se
había olvidado de usted? Se preguntó, ¿de
qué sirvió tanto esfuerzo? Si alguna de estas
inquietudes le asaltó en alguna ocasión,
seguramente comprenderá a Moisés.

Cuando creía que sus días terminarían
escuchando el balido de las ovejas mientras que largas
extensiones de desierto o quizá rocosas montañas
serían lo último que vería, tuvo un
encuentro personal con Dios. La espera había concluido.
Igual con usted: es probable que esté a punto de rendirse
y echar por la borda todos los sueños, metas y esperanzas
que ha albergado por años. Cree que nada ocurrirá.
Puede estar equivocado. Recuerde que, cuando estamos en el plan
de Dios, cualquier cosa puede ocurrir. El llega en el momento
oportuno, no cuando nosotros queremos…

En cierta ocasión, mientras cuidaba el rebaño de
su suegro Jetro, llegó al monte de Roed. "Estando
allí, el ángel del Señor se le
apareció entre las llamas de una zarza ardiente.
Moisés notó que la zarza estaba envuelta en llamas,
pero que no se consumía, así que pensó:
"¡Qué increíble!" Voy a ver por qué no
se consume la zarza"(Éxodo 3:3. Nueva Versión
Internacional).

Puede que en su caso específico no haya sido una zarza
ardiendo sino otra señal la que utilizó el
Señor para llamarle.

Escuché al Hermano Pablo, el evangelista
latinoamericano que ha llegado por años a nuestros hogares
con "Un mensaje a su conciencia", mientras relataba su
llamamiento a la obra misionera.

Insiste que no quería. Consideraba que aquello no era
para él. Y en visión pudo apreciar un campo de
algodones florecidos. Las bellotas, conforme iban pasando los
minutos, tomaron formas de rostros y entendió que era los
hombres y mujeres de todos los países americanos en los
que no se había predicado la Palabra. De pronto uno de
ellos le dijo: "Ven, compártenos la Palabra".

Aquella imagen fue definitiva. Comprendió que aquel
llamamiento al que se negaba era justamente lo que Dios
quería para El.

En ocasiones el Señor nos llama de una manera
inverosímil. Al fin y al cabo somos importantes delante de
Su presencia, y el tratamiento es individual, único e
irrepetible.

Tú eres el escogido

La idea que tenemos de un líder capaz es la misma que
nos vendieron las películas o tal vez las telenovelas.

No sabemos de dónde sacó Moisés la imagen
que tenía sobre las cualidades que debía reunir
quien ejerciera liderazgo, pero evidentemente él no
figuraba entre los elegibles.

Apenas Dios le habla desde la zarza, algo que él
jamás imaginó ni siquiera pudo concebir, le
compartió sus planes de liberar a los israelitas de la
opresión egipcia. Inmediatamente le anuncia que los
llevaría a buena tierra, fértil y próspera.
Y concluye: "Así que disponte a partir. Voy a
enviarte al faraón para que saques de Egipto a los
israelitas, que son mi pueblo"(Éxodo 3:6-10. Nueva
Versión Internacional).

Imagínese. Moisés no alcanzaba a salir de su
asombro frente a las noticias, y
encima, Dios le indica que él, Mosiés, sería
el encargado de cumplir la tarea. No solo se sorprendió
sino que estuvo a punto de sufrir un colapso.

Tal vez ha ocurrido con usted. En el plano secular
recibió noticia sobre su promoción a un cargo que jamás
siquiera pensó, o en la iglesia el pastor le confirma su
designación en un ministerio para el cual considera que
los demás están mejor preparados.

¿Qué hacer? Generalmente alguien que experimenta
una sorpresa así, se niega. Lo más fácil es
decir: "No puedo". Lo más complejo y verdaderamente
valioso es decir:"Voy a hacerlo". Lo apenas aceptable es
que diga: "Voy a intentarlo". Moisés se
limitó a expresar su escepticismo: "¿Y
quién soy yo para presentarme ante el faraón y
sacar de Egipto a los israelitas?"(versículo
11).

Dios trata con nuestra vida

Es un hecho que humanamente miramos y en cierta medida nos
dejamos llevar por las apariencias.
Dios mira el corazón. No presta atención a lo que se aprecia a primera
vista. Le interesa lo que hay dentro de cada uno. Esa es la
razón por la cual, cuando llama a alguien, no mira lo que
es ahora sino lo que podría a llegar a ser en sus
manos.

¿Recuerda al Señor Jesús cuando
llamó a los discípulos? El no reparaba en lo
rustico de Pedro, lo ambicioso de Mateo o lo delicado de Juan.
Veía en ellos a potenciales líderes que
serían fundamentales en la tarea de extender el Reino de
Dios.

En el proceso de prepararnos para una tarea, el Supremo
Hacedor trata con nuestra vida. Eso fue exactamente lo que le
anunció a Moisés: "Yo estaré
contigo"le respondió Dios–. Y te voy a dar una
señal de que soy yo quien te envía;: Cuando hayas
sacado de Egipto a mi pueblo, todos ustedes me rendirán
culto en esta misma montaña"(Éxodo
3:11).

Dios es quien concede la autoridad

Si algo me parece apasionante en el diálogo
que sostiene el patriarca con el Padre, es la serie de
inconvenientes que pone de presente. Primero, esgrimió la
posibilidad de que no creyeran a su misión de sacar al
pueblo israelita de Egipto porque, creía,
desconocerían quién lo había mandado.

""Yo soy el que soy"respondió Dios a
Moisés–. Y esto es lo que tienes que decirle a los
israelitas: Yo soy me ha enviado a ustedes"(versículo
14).

Eso bastaba, pero a este pastor asombrado por su reto, no le
pareció así. Desconocía o al menos no
quería entender que Dios concede autoridad a aquél
a quien envía.

Dios es quien provee los medios

En su rápido razonamiento sobre la forma de salirse del
compromiso, Moisés salió al paso con un nuevo
impedimento: ¿Qué ocurriría si no le
creían?.

Dios inmediatamente le preguntó que tenía en su
mano. Era una vara. ""Déjala caer al
suelo"ordenó el Señor. Moisés la dejó
caer al suelo, y la vara se convirtió en una serpiente.
Moisés trató de huir de ella, pero el Señor
le mandó que la agarrara por la cola. En cuanto
Moisés agarró la serpiente, ésta se
convirtió en una vara en sus propias manos."Esto es para
que crean que yo el Señor, el Dios de tus padres, Dios de
Abraham, de Isaac y de Jacob, me he aparecido a
ti…""(Éxodo 4:3-6. Nueva Versión
Internacional).

Dios mismo nos proveerá de los medios
necesarios para que cumplamos la tarea cabal y exitosamente. No
se preocupe por eso; preocúpese por disponerse para
El.

Dios es quien concede la capacidad

Un tercer pretexto de Moisés fue su incapacidad
física,
específicamente en cuanto al habla. ""Señor,
yo nunca me he distinguido por mi facilidad de
palabra"objetó Moisés–. Y esto no es algo que haya
comenzado ayer ni anteayer, ni hoy que te diriges a este servidor tuyo.
Francamente, me cuesta mucho trabajo hablar"(Éxodo
4:10).

Con frecuencia Satanás nos vende la idea de que no
tenemos las capacidades para desarrollar alguna tarea, bien en el
plano secular o eclesial. Pero no es otra cosa que su estratagema
para sacarnos del camino. Dios no busca hombres perfectos, porque
quizá el orgullo los ha doblegado y no podrán
cumplir su misión. Busca hombres que permitan el trato
divino. Es a ellos a quienes puede moldear y a quienes usa en sus
planes.

Por eso le respondió que El podría suplir esa
situación. Y fue tajante: "Anda, ponte en marcha,
que yo te ayudaré a hablar y te diré lo que debas
decir"(versículo 12).

"¿Por qué a mi, por qué
ahora?"

Esta frase popularizada entre quienes rehuir grandes
responsabilidades, fue la que expresó Moisés como
última alternativa. "Señor"insistió
Moisés–, te ruego que envíes a otra persona"(versículo 13).

Hay quienes desprecian enormes oportunidades porque
dimensionaron lo que creían eran sus limitaciones
físicas, académicas o de liderazgo. Con el paso del
tiempo se arrepienten.

El Señor tiene grandes planes para usted. Basta que se
decida a serle útil. Es comprensible que sienta miedo,
pero recuerde que Dios está en control de todo. No lo
dejará solo. El velará por usted, y además,
le ayudará a cumplir su misión…

Piénselo. Tal vez debe tomar esa decisión ahora.
No tarde. Dios y el mundo le esperan para grandes misiones…

Capítulo 13

Un
líder en la encrucijada

Tomar decisiones que cambien el curso de nuestra historia no
ha sido fácil y seguramente nunca lo será. Decidir
implica modificar cosas, hacer ajustes y reorientar planes.

Ahora sume otro ingrediente. A la complejidad de tomar una
determinación acompañe un anuncio: el camino que le
resta es difícil y jamás faltarán los
obstáculos. ¿Le parece estimulante una
situación así? Sin duda que no.

Moisés recibió instrucciones específicas
del Señor para que abandonara Madián, en donde tras
el exilio se encontraba cómodo con su familia, ¡para
regresar a Egipto!.

"Y dijo Jehová a Moisés: Cuando hayas
vuelto a Egipto, mira que hagas delante de Faraón todas
las maravillas que he puesto en tu mano; pero yo
endureceré su corazón de modo que no dejarán
ir a mi pueblo"(Éxodo 4:21).
El reto no solamente
era muy grande sino que a la luz de la razón
parecía no tener lógica.

Imagine por un instante la situación de un estudiante
de seminario
bíblico que recibe, justo cuando está cursando el
último semestre, notificación de que una vez
graduado debe ir a un sector rural distante de la ciudad. "No
será fácil
"advierte la
comunicación"pero confiamos que Dios le
acompañará en este propósito de plantar una
nueva congregación en ese lugar. De momento se
encontrará con una familia de creyentes. Son los
únicos
".

Sobra decir que llegar al sitio fue traumático. Era
necesario viajar cinco horas en carro por una carretera sin
pavimentar que más parecía una trocha. Los cinco
cristianos, pertenecientes a una sola familia, le asignaron en
medio de su pobreza una
habitación donde abundaban toda suerte de bichos.

Fue de parcela en parcela predicando y después de dos
años y tres meses, se reunían en los cultos
dominicales, treinta y dos personas.

¡Ahora sí encontraba sentido a la misión
que le habían encomendado!.

Justo en esas condiciones le envían una nueva carta. Debe
desplazarse a la capital para
iniciar trabajo en un barrio marginal. Allí no hay
ningún creyente conocido, pero la denominación
desea plantar una iglesia en el sector.

¿Qué hacer? ¿Renunciar? ¿Seguir
adelante? Ese es el punto crucial. Es tanto como caminar en medio
de una encrucijada.

Las asignaturas complicadas en la Escuela de Dios

Cuando tenemos la firme determinación de estar en el
centro mismo de la voluntad del Señor, es necesario cursar
las asignaturas más complicadas. Usted lo sabe, lo ha
sabido siempre y si no es así, es probable que actualmente
esté aprendiendo el precio que debe pagar quien se
matricula en la Escuela de Dios.

Nadie que no haya sido tratado de manera personal por el
Creador, podrá aspirar a grandes misiones.

El hecho de que haya recibido una orden directamente del
Supremo Hacedor, no significa que todos atenderán sus
instrucciones. Así es que no manifieste extrañeza
cuando aquellos a quienes enseña en la congregación
o quizá en un grupo de estudio bíblico, expresan
rebeldía. Es previsible. Ocurre cuando algo choca contra
sus concepciones de siempre. No quieren recibir algo nuevo.

¿Comprende ahora lo que podía sentir
Moisés? Su condición emocional no era la mejor.
"Entonces el rey de Egipto les dijo: Moisés y
arón, ¿por qué hacéis cesar al pueblo
de su trabajo? Volved a vuestras tareas"(Éxodo
5:4).

La corte faraónica no esperaba que alguien diferente a
sus magos les hablara de deidades. Y más tratándose
de Moisés que había sido de la realeza y fruto de
dar muerte a un egipcio, se había dado a la fuga.

Luis Sánchez, quien lidera una creciente
congregación del sur de Santiago de Cali insiste en lo
complicado que resulta a un ex pandillero, quizá a un ex
delincuente o otrora borracho o adúltero predicar una vez
se convierte a Jesucristo. ¿La razón? Quienes
están alrededor desestiman sus mensajes o piensan que el
cambio será transitorio. Están a la expectativa de
que caigan en pecado.
Sencillamente no lo pueden concebir.

En respuesta a la exhortación de Moisés, el
Faraón impuso nuevos trabajos y más pesados que los
anteriores a los israelitas, por aquél tiempo esclavos
(Éxodo 5:5-11).

Rechazado por su pueblo

Con frecuencia recuerdo la historia de un pastor a quien le
correspondió una dura tarea: plantar una iglesia en un
sector popular de una ciudad. No fue fácil. Llegar con el
evangelio de Jesucristo a gente sumida por mucho tiempo en las
tradiciones, no hizo otra cosa que generar rechazo.

Finalmente, cuando ya tenía un buen número de
congregantes, alguien se levantó en división. Lo
dejaron literalmente solo y para destruir su ministerio, tres
personas del liderazgo levantaron calumnias. Le tocó
comenzar de nuevo.

El día que literalmente me sacaron del templo,
descubrí el enorme dolor que despierta ser rechazado por
aquellos por quienes sufriste desvelos y situaciones
complicadas
"me dijo.

A Moisés la escena no le fue ajena. "Y
encontrando a Moisés y a Aarón, que estaban a la
vista de ellos cuando salían del Faraón, les
dijeron: Mire Jehová sobre vosotros, y juzgue; pues nos
habéis hecho abominables delante de Faraón y de sus
siervos, poniéndoles la espada en la mano para que nos
maten"(Éxodo 5:20, 21).

El impacto debió ser demoledor para el patriarca. Es
probable que se preguntara si valía la pena tanto
esfuerzo. "¿Qué gano yo a cambio de esta
tarea?"
, se preguntaba mientras miraba el desierto a lo
lejos.

¿Se ha preguntado acaso de qué sirven sus
desvelos? Es probable. Pero recuerde como líder que, justo
cuando llegan las circunstancias adversas es cuando debe volver
su mirada al Señor en procura de ayuda.

En las fuerzas de Dios, no en las nuestras

El líder que permite que las cargas producto de su
labor ministerial o secular se acumulen y busca resolverlas a su
manera, probablemente desistirá de las tareas a su cargo o
se dará por vencido con la firme decisión de no
intentarlo nuevamente jamás.

¿Qué hacer en casos así? ir a nuestro
Padre en procura de su ayuda, como hizo Moisés.

"Entonces Moisés se volvió a
Jehová, y dijo: Señor, ¿por qué
afliges a este pueblo?¿Para qué me enviaste? Porque
desde que yo vine a Faraón para hablar en tu hombre, ha
afligido a este pueblo; y tu no has librado a tu
pueblo"(Éxodo 5:22, 23).

Dios no espera que luchemos en nuestras fuerzas sino en las de
El. Este principio bíblico tiene aplicación tanto
en nuestro desempeño eclesial como secular. Es una pauta
que debemos tornar práctica. Los resultados no se
harán esperar, como ocurrió con Moisés:

"Jehová respondió a Moisés: Ahora
verás lo que yo haré a Faraón; porque con
mano fuerte los dejará ir, y con mano fuerte los
echará de su tierra"(Éxodo 6:1).

Es necesario que aprendamos a desarrollar una confianza plena
en Aquél que tiene control de absolutamente todas las
cosas y nos puede ayudar a superar las crisis, cualesquiera que
sean.

La decisión como alguien que sirve a Jesucristo y tal
vez está en una encrucijada, es dejar en manos del
Señor sus cargas y no dar lugar para que el desgano o la
desilusión ganen terreno. ¡Usted puede lograrlo!

Cambie su concepción de "todo-lo-puedo" de quienes
luchan a su manera con los obstáculos y no en las pautas y
principios trazados por el Señor.

Capítulo 14

La dura tarea de subir la
montaña

¿Alguna vez escaló una montaña? Sin duda
descubrió que conforme salvamos la distancia que nos
separa de la cima, las dificultades para avanzar y respirar son
mayores. La presión,
el viento y otros factores ajenos a nuestro manejo, tornan
imposible desplazarnos con la rapidez que anhelamos.

La imagen de un hombre o mujer subiendo a una cumbre es la
mejor ilustración sobre las múltiples
tentaciones que asaltan a un líder cuando cumple una
misión. Hay quienes desisten rápidamente y,
así hayan andado la mitad del trecho, vuelven
atrás. Otros se desaniman porque consideran que
"todavía falta mucho" para llegar al punto
más alto y no persisten. Un buen número prosigue la
marcha pero influidos por sus compañeros, llegan a
considerar que las jornadas son muy difíciles. El
grupo que llega a la cresta de la montaña es reducido,
sino es que solamente uno solo lo logra.

¿Ha experimentado una situación similar?
Entonces comprenderá los complejos momentos que
atravesaron Moisés y Aarón en el proceso de librar
a los israelitas del cautiverio egipcio.

No se desespere ¡Dios lo respalda!

Graciela Fleytas es una misionera argentina de las Asambleas
de Dios asignada a Mozambique, en el África.
Llegó al lugar con una y mil iniciativas que pronto
encontraron resistencia. Entre ellas la creación de un
orfanato y de un hospitalito.

Emprender la tarea no ha sido fácil. Por el contrario,
en un mundo animista como el que habita en ese continente,
problemas y obstáculos son lo que encontró a su
paso. Pero no se dejó vencer. Avanzar asida de la mano del
Señor Jesús constituyó la base para
sobreponerse a la adversidad.

¿Qué descubrió en su ministerio? Que si
Dios da la visión, el concede la
provisión y asegura la bendición.
Tres elementos determinantes para toda persona que asume una
enorme misión. ¿Quién permitirá
materializar la misión? El Señor mismo.

¿Recuerda dónde quedamos en las lecturas sobre
la difícil tarea asignada a Moisés? Pues bien, sus
tropiezos iniciales no fueron nada comparado con lo que
vendría. Tales hechos y la forma como los enfrentó
representan un ejemplo para nosotros hoy.

Los primeros versículos del capítulo 7 del
Éxodo nos revelan aspectos sumamente interesantes que le
invito a considerar y a aplicar en su vida.

"Toma en cuenta le dijo el Señor a Moisés
que te pongo por Dios ante el faraón. Tu hermano
Aarón será tu profeta. Tu obligación es
decir todo lo que yo te ordene que digas; tu hermano
Aarón, por su parte, le pedirá al faraón que
deje salir de su país a los israelitas. Yo voy a endurecer
el corazón del faraón, y aunque haré muchas
señales
milagrosas y prodigios en Egipto, él no les hará
caso. Entonces descargaré mi poder sobre Egipto;
¡con grandes actos de justicia
sacaré de allí a los escuadrones de mi pueblo, los
israelitas! Y cuando yo despliegue mi poder contra Egipto y saque
de allí a los israelitas, sabrán los egipcios que
yo soy el Señor."(Exodo 7:1-5. Nueva Versión
Internacional).

Representamos a Dios mismo

Colóquese por un instante en los zapatos de
Moisés. Aquél que todo lo puede le encomendó
una misión. En ningún momento le prometió
que sería fácil; por el contrario, es a
través de la dura experiencia de estar matriculado y
cursando asignaturas en la "Escuela de Dios", que
aprendió sobre los alcances de su nueva
condición.

Al decir sí al llamamiento divino, se convirtió
en Su representante ante Faraón.

Moisés fue puesto "por Dios ante el
faraón
". Son las credenciales del Todopoderoso las
que confieren autoridad y las posibilidades para desarrollar el
trabajo propuesto. No es en nuestras fuerzas, sino en las de
Dios.

Quizá usted oró por un trabajo. El se lo
proveyó. Hoy siente que no puede. ¿Quién
respondió a sus oraciones? El Señor mismo. Es sabio
y por tanto, abrirá una salida a vista suya. No
está solo ni en un laberinto del que no puede salir.

¿Ejerce el liderazgo en una iglesia y siente que no
puede seguir adelante?¿Todos están en contra
suya?¿Enfrenta la intolerancia y la incomprensión?
Es posible vencer. Usted es el representante de Dios.
¿Acaso no depende de Él? Entonces,
¿qué impide que alcance los objetivos de
la misión que recibió?.

Nuestra obligación: Cumplir aquello que dispuso
Dios

El Señor no necesita que le demos "una
ayudadita".
El es poderoso para hacer cuanto se ha propuesto.
Empujar junto a Dios no es otra cosa que poner un
obstáculo atravesarnos en Su camino. Es necesario dejarlo
que obre.

Dios fue claro con Moisés: "Tu obligación
es decir todo lo que yo te ordene que digas; tu hermano
Aarón, por su parte, le pedirá al faraón que
deje salir de su país a los israelitas
".

¿Ha intentado hacer las cosas a su manera creyendo que
Dios le respaldará? La advertencia del Supremo Hacedor fue
clara: el patriarca debía limitarse a hacer aquello que se
le había ordenado. Igual nosotros. Obediencia es una de
las palabras clave para un ministerio exitoso.

Partes: 1, 2, 3, 4
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