Más de 30 años después de la
restauración borbónica en España,
empieza a surgir un creciente movimiento
republicano que cuestiona el sistema
político vigente. Cada vez es más habitual ver
banderas tricolores en la calle, empiezan a surgir diversas
plataformas ciudadanas por la
república, se empiezan a ver protestas
simbólicas contra la monarquía, empieza a haber incluso cierta
iniciativa dentro de la propia clase política como la
red de municipios
por la tercera república, etc. Pero cabe preguntarse si
este movimiento (aparentemente aún minoritario) responde a
una necesidad real de nuestro país o si más bien se
trata de una cuestión puramente idealista de unos pocos
republicanos nostálgicos.
República
vs. Monarquía
Según el diccionario de
la Real Academia Española república
es la organización del Estado cuya
máxima autoridad es
elegida por los ciudadanos o por el parlamento para un
período determinado. Es decir, a diferencia de una
monarquía, en una república el jefe de Estado es
elegido democráticamente por el pueblo. Esta
"insignificante" diferencia significa que nadie hereda legalmente
ningún privilegio por el simple hecho de nacer en una
familia
concreta. En una república TODOS los ciudadanos son
iguales, al menos en teoría,
ante el Estado. Es
evidente que la institución monárquica es
intrínsecamente injusta y antidemocrática. Es muy
difícil defender la monarquía como
institución con la razón. Según dice Luis
María Ansón (conocido monárquico y ex
director del ABC) "las razones de la república las
comprende cualquiera, las razones a favor de la monarquía
hereditaria requieren un estudio riguroso así como una
considerable disciplina
mental".
La república (del
latín res publica, es decir cosa publica) es
un sistema
político en el que el jefe de Estado, a diferencia de la
monarquía, no accede al cargo por leyes
hereditarias, sino por voluntad popular, expresada en el voto
directo de los ciudadanos o en el de los representantes por ellos
elegidos. El periodo de su mandato, siempre limitado, está
determinado por la Constitución.
Si el jefe de Estado es al mismo tiempo el jefe
de gobierno, se dice
que la república tiene un sistema de gobierno
presidencial (por ejemplo Estados Unidos).
En los sistemas de
gobierno semipresidenciales (por ejemplo Francia), el
jefe de Estado no es la misma persona que el
jefe de gobierno, el primero tiene también ciertas
competencias
del poder
ejecutivo (en política exterior normalmente), mientras
el primer ministro asume las competencias de política
interior. En una república parlamentaria, el jefe
de Estado es elegido por el parlamento (por ejemplo: Alemania).
Aunque, teóricamente, la república
hace referencia a que la soberanía reside en el pueblo de forma
democrática, en la práctica, el concepto
república se lo pueden atribuir Estados que simplemente no
adopten una forma de monarquía, incluyendo en ocasiones
Estados con sistemas totalitarios, oligarquías o
dictaduras.
La monarquía es una forma de
gobierno en la que el poder supremo
corresponde con carácter vitalicio a un
príncipe, designado generalmente según el orden
hereditario y a veces por elección (como sucedió
con el rey Juan Carlos I). Hoy en día, podemos decir que
hay dos tipos de monarquías: la monarquía
absoluta, aquella en la que el rey es titular del poder
soberano y personifica todos los poderes del Estado (legislativo,
ejecutivo y judicial), sin que exista limite constitucional
alguno, es decir, una dictadura (por ejemplo: Arabia
Saudí); y la monarquía constitucional (o
parlamentaria), aquella que limita el poder del rey a ser la
encarnación del Estado del que es jefe, y estipula su
sometimiento a la Constitución; el poder recae en el
pueblo que ejerce la soberanía a través de sus
representantes en el parlamento y del gobierno (por ejemplo:
España).
La
monarquía en España
Mucha gente, aún admitiendo que es
más lógico y justo el sistema republicano, asume
que la monarquía que tenemos actualmente en nuestro
país es beneficiosa y que no es necesario ni siquiera su
replanteamiento. Es difícil encontrar personas que se
declaren abiertamente "monárquicas" pero, sin embargo,
abundan los "juancarlistas". En esencia se defiende la
institución por la persona que ocupa el cargo en la
actualidad, en base a su supuesta buena imagen (imagen
transmitida por supuesto por los medios de
comunicación "oficiales"). Esto desde luego no
podría ocurrir en una república porque en
ésta la institución no se justifica por el uso que
haga de ella una persona concreta. ¿Pero y si la imagen
que tenemos de nuestro rey dista de la realidad? ¿Y si no
es tan "bueno" como nos lo pintan? El argumento principal de los
que defienden al actual monarca es que "salvó la democracia" en
su intervención en contra de los golpistas del 23-F.
Nuestro rey "se ganó el puesto" ese día. Pero
aún hoy en día, existen muchos puntos oscuros en
ese trascendental suceso que no se han aclarado suficientemente.
Si uno indaga por Internet puede descubrir
informaciones muy preocupantes (y desconocidas para la mayor
parte de la población) acerca de nuestro actual
rey. Se dice que su familia ha acumulado una fortuna
difícil de justificar en base al "sueldo oficial" del
monarca, se habla de un presunto escándalo de robo de una
colección de pinturas a la familia del
duque de Hernani (que ha interpuesto querella criminal contra la
familia Real por robo y estafa), existen versiones distintas de
la oficial que afirman que el rey estuvo detrás del
golpe de
Estado del 23-F para salvar su puesto y su persona, hay una
biografía
no autorizada ("Un Rey golpe a golpe") que nos proporciona una
imagen muy distinta de la "oficial", etc. Se dice que si los medios de
comunicación estuvieran hablando sobre las actividades
de nuestro rey durante un fin de semana, España se
haría republicana al lunes siguiente. Todo esto desde
luego suena muy preocupante pero también hay que tomarse
con precaución toda información que no es posible verificar
(tanto la "oficial" como la "extra-oficial"). Sin embargo, el
incidente del rey en la cumbre iberoamericana puso en evidencia
la férrea censura que tienen nuestros medios de
comunicación hasta el punto de que ante un
error más que evidente no hubo casi ninguna crítica
en dichos medios y el tratamiento "informativo" del mismo no
permitió prácticamente contrastar distintas
versiones. Después de ver cómo las noticias
relacionadas con el tema república/monarquía son
sistemáticamente obviadas por la mayor parte de los medios
de comunicación masivos, de ver cómo se cierran
programas de
televisión que se atreven a insinuar
ciertas cuestiones sobre la Casa Real,… lo
mínimo que uno puede hacer es tomarse con mucha prudencia
la imagen que nos han transmitido hasta ahora de Juan Carlos
I.
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