INTRODUCCIÓN
El aparato
respiratorio generalmente incluye tubos, como los bronquios,
usados para cargar aire en los
pulmones, donde ocurre el intercambio gaseoso. El diafragma como
todo músculo puede contraerse y relajarse. Al relajarse
los pulmones al contar con espacio se expanden para llenarse de
aire y al contraerse el mismo es expulsado. Estos sistemas
respiratorios varían de acuerdo al organismo.
En humanos y otros mamíferos, el sistema
respiratorio consiste en vías aéreas, pulmones
y músculos respiratorios que medían en
el movimiento del
aire tanto adentro como afuera del cuerpo.
Dentro del sistema alveolar
de los pulmones, las moléculas de oxigeno y
dióxido de carbonos se intercambian pasivamente, por
difusión, entre el entorno gaseoso y la sangre.
Así, el sistema respiratorio facilita la
oxigenación con la remoción concomitante del
dióxido de carbono -y
otros gases que son
desechos del metabolismo–
de la circulación.
Si bien nuestros pulmones poseen la estructura
adecuada para dilatarse y contraerse, según el ingreso o
salida de aire, necesitan de la ayuda conjunta de otros
órganos y tejidos que
faciliten el verdadero sistema de bombeo que nos permite
respirar.
Los músculos involucrados en la respiración son importantísimos para
realizar los básicos, pero vitales, movimientos de
inspiración y espiración.
Objetivos
Los objetivos de
nuestro trabajo son
los siguientes:
- Aprender como actúa nuestro sistema
respiratorio según sus partes - Conocer que función
cumple cada una de las partes del sistema
respiratorio - Relacionar el sistema respiratorio con el sistema
nervioso - Conocer en qué influye el sistema
nervioso en la respiración del ser
humano
EL SISTEMA
RESPIRATORIO
El diafragma
Es el principal músculo involucrado en el
proceso
respiratorio. Posee una forma similar a la de un
paracaídas y ocupa gran parte de la superficie del
tórax. Separa a este último del abdomen y
está perforado por una serie de orificios que facilitan el
avance de algunas estructuras.
Entre ellas destacan el esófago (orificio
esofágico) y la aorta (orificio
aórtico).
Este importante músculo (el más plano de
nuestro cuerpo) está formado por tres grupos de fibras
musculares que se entrecruzan.
Sus bordes están conectados a la columna
vertebral por la parte posterior; con las costillas inferiores
por los lados y por delante, con la parte distal del
esternón, formando una verdadera cúpula que aloja a
importantes órganos ubicados en este sector, como el
hígado, el estómago y el bazo. Es asimétrico
-es más extenso por delante que por detrás- ya que
las costillas de la parte anterior de nuestro cuerpo son
más elevadas. Posee varias partes: una parte vertebral
(conocida como pilares del diafragma), otra lumbar (fibras que
van desde la primera vértebra lumbar hasta la
duodécima costilla), la porción costal (desde la
séptima costilla hasta la duodécima) y las fibras
esternales (ubicadas en la parte inferior del
esternón).
Músculos intercostales
Otra serie de músculos, alojados en el
tórax, también participan en el proceso
respiratorio. Son los músculos intercostales, que permiten
el movimiento de las costillas hacia arriba, abajo y hacia
afuera, expandiendo el pecho, tirando los pulmones hacia adelante
e incrementando así su volumen.
Imaginemos que nuestro tórax es una verdadera
jaula. Las rejillas serían las costillas, cada una ubicada
al lado de la otra. Los espacios vacíos entre cada una de
ellas (espacios intercostales) están ocupados por estos
músculos planos, que forman un verdadero tejido en la zona
interna de nuestro tronco.
Los músculos intercostales externos participan en
la inspiración y los internos, en la espiración. Su
acción
conjunta es capaz de estabilizar el tamaño alcanzado por
el espacio intercostal ante cualquier movimiento, sobre todo
durante la acción del diafragma.
Inspiración y espiración
La renovación constante de oxígeno
y la salida de dióxido de carbono exige una organización específica para
permitir el ingreso (inspiración) y expulsión
(espiración) de aire. Ya que los pulmones no poseen una
musculatura propia para efectuar estos procesos, la
acción conjunta de los músculos intercostales y el
diafragma permite el intercambio gaseoso. Ellos aumentan o
disminuyen la capacidad torácica, de acuerdo con los
requerimientos de nuestro organismo, agrandando o reduciendo la
capacidad de los elásticos pulmones.
Al momento de inspirar, el diafragma se contrae,
cambiando de manera radical la fisonomía y capacidad de la
caja torácica. Cuando inhalamos aire desde el exterior, la
contracción del diafragma comprime las vísceras
abdominales y permite un aumento considerable del espacio del
tórax, lo que otorga la superficie necesaria para que
nuestros pulmones se inflen con el aire inspirado.
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