Desde la segunda mitad del siglo XX, la Economía
Mundial ha venido evolucionando sobre la base de nuevos
acontecimientos de carácter mundial, o lo que es lo mismo,
condicionantes objetivas y factores subjetivos que a la
postre ha marcado o devenido en una nueva etapa, claramente
diferenciante de su antecesora la Revolución
Industrial. El elemento diferenciador por excelencia entre la
llamada Era Industrial y la Era de la Información, está en el papel
relevante y preponderante que cada vez más juegan los
elementos intangibles en el proceso de
creación de valor en las
empresas.
Si hasta entonces la economía de la Era Industrial coronaba a
los elementos tangibles como las fuentes
absolutas del valor, la Economía Actual protagonista de
esta Era de la Información, basada en el desarrollo de
las comunicaciones, la informática, la robótica, las redes multimedia y
novedosos conceptos como: Cuadro de Mando
Integral, Gestión
de los Recursos
Humanos, Conocimientos sin Fronteras, Planeación
Estratégica, Enfoques de procesos, etc,
pretende coronar a un nuevo Rey: Los Intangibles o Capital
Intelectual, ubicando así, de manera justa,
aquellos elementos que bajo las condiciones actuales y
previsiblemente de cara al futuro, aportan una cuota cada vez
mayor al nuevo valor creado.
De acuerdo con Savage, (1991) los cuatro factores de
creación de la riqueza en una economía han sido
siempre la tierra,
el trabajo, el
capital y el
conocimiento, pero la importancia relativa de cada uno de
ellos ha variado considerablemente con el tiempo. Con
respecto a esto Drucker, (1995) señaló: "El
verdadero recurso dominante y factor de producción absolutamente decisivo no es ya
ni la tierra, ni el
capital, ni el trabajo; es el
conocimiento". Por eso la influencia de
factores tales como la satisfacción del personal, las
competencias
de las personas, el liderazgo, el
trabajo en
equipo, la capacidad de innovación, la cultura
organizacional, la filosofía del negocio, la imagen de las
empresas, el proceso de planeación estratégica, la
estructura de
la organización y el clima laboral hacen que
los mecanismos de transmisión de conocimientos se
conviertan en elementos decisivos en el proceso de
perfeccionamiento y dominio del
mercado. Walter
Wriston, en su influyente libro The
Twilight of Sovereignty, escribe: "En efecto, la nueva
fuente de riqueza no es material; es la información, el
conocimiento aplicado al trabajo para crear
valor".[1]
Los adelantos tecnológicos alcanzados han traído
como resultado el predominio de un inestimable bien intangible:
el conocimiento; utilizado por las empresas para desarrollar
productos y
servicios con
valor agregado dando respuesta a la necesidad de aprovechar los
recursos
informacionales, tecnológicos y económicos de que
disponen. El valor de un negocio está cada vez más
dirigido hacia los activos
intangibles. Para las empresas que se dedican a brindar servicios
estrechamente vinculados con este activo, es de vital importancia
reconocer que operan en sociedades del
conocimiento, tienen una necesidad creciente de contactos con el
entorno para adquirir y compartir el conocimiento esencial para
el desarrollo de su negocio, contribuyendo a incrementar la
brecha entre el valor contable y el valor de mercado.
Este siglo se ha caracterizado por un fuerte crecimiento del
volumen de las
inversiones no
tangibles realizadas por las empresas. Actualmente es prioridad
de gerentes, inversores, analistas financieros, analistas de
riesgos,
economistas, contadores y políticos la naturaleza
económica de los intangibles; pues se ha comprobado que el
conocimiento constituye un arma valiosa que condiciona el exitoso
desarrollo de las entidades; en tanto las colocan en francas
ventajas competitivas. En ese sentido Goldfinger, (1997)
apuntó: "La transición hacia una
economía basada en el conocimiento está cambiando
el mundo de los negocios". Siendo el conocimiento una
fuente de generación de ventajas competitivas, las
empresas deben desarrollar su capacidad para identificarlo,
medirlo y gestionarlo.[2]
Los activos intangibles surgieron como respuesta a un
creciente reconocimiento por parte de la comunidad
contable, de que elementos diferentes a los de tipo tangibles
pueden desempeñar un rol importante en el valor real de
una empresa.
Los activos intangibles no pretenden sostener que los activos
físicos o tangibles carezcan de importancia o de efectos
sobre la gestión y la competitividad
empresarial, sino que ellos representan la base de una
pirámide que lidera el futuro de la empresa, donde
los tangibles significando las condiciones materiales
necesarias, no son suficientes por si solo, van
acompañados de una inversión en intangibles, lográndose
así grandes ventajas competitivas en el mercado.
Según Monogas Docasal, desde mediados de la
década de los 90, algunas experiencias de empresas de
punta, en especial de países nórdicos, han
conducido a un sistema de
conceptos relacionados con el campo de la gestión del
conocimiento y el capital
intelectual, entre las que se destacan Skandia, ABB, ATP,
Coloplast A/S, Ramboll, Telia y WM Data. Desde que el
término capital intelectual empezó a surgir con
fuerza, a
principios de
la pasada década de los noventa en Estados Unidos y
Suecia, ha evolucionado -véase la evolución más detallada hasta
principios de este siglo tabla #1- en un intento de medir el
valor de los intangibles de las empresas.
Tabla #1: Evolución del Capital
Intelectual
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