Texto analizado: Manifiesto Liminar de la Reforma
Universitaria de 1918. Encuadrado dentro de los lineamientos
teóricos del Discurso
Político como Genero – Unidad 4
Punto 4.5- Programa
Analítico de Derecho
Político.
CONTEXTO
HISTÓRICO[1]
La Reforma Universitaria en 1918, influyó
profundamente en la historia de las
universidades argentinas, fue un movimiento
estudiantil que tuvo como centro la Universidad
Nacional de Córdoba (Argentina). Si bien tuvo sus inicios
en una protesta estudiantil, terminó en un vasto
movimiento social que, traspasando las fronteras nacionales, se
proyectó a Latinoamérica y el mundo.
Coloca en el centro de la cuestión universitaria el
lugar del estudiante: como actor de su propio proceso de
conocimiento,
fue una idea nueva y progresista que surgió justamente, en
la base esencial del edificio ideológico del movimiento
reformista.
La reforma de Córdoba representa, hasta nuestros
días, la iniciativa que más ha contribuido a dar un
perfil particular a la universidad latinoamericana.
En ese contexto la universidad creció y se
expandió, convirtiéndose en un espacio de encuentro
de diversos sectores sociales y legitimó saberes y lugares
sociales a través de la producción de títulos y
certificados. La Universidad pública tuvo en este proceso
un papel fundamental.
En los años 60 – 70 la Universidad se convirtió
en el centro del debate
político nacional. Luego vinieron años de dictadura y la
universidad fue vaciada de intelectuales,
siendo ocupados sus lugares por tecnócratas.
Con la reinstauración de la democracia en
1983, tras recurrentes períodos autoritarios, comienza una
nueva etapa en la historia del país y de sus instituciones.
La Universidad recupera su autonomía y el co – gobierno. En un
camino no desprovisto de dificultades comienzan a gestarse las
condiciones para desarrollar un proyecto
universitario de futuro, articulado en torno a la firme
pretensión de lograr un más alto nivel de calidad de la
enseñanza.
ENTIDADES Y COMPONENTES
DEL ENUNCIADOR[2]
En el Manifiesto de la Reforma Universitaria de 1918, aparecen
claramente en su enunciado las entidades del imaginario
político. El colectivo de
identificación se refleja como: "nuestro
régimen universitario", "la juventud
universitaria de Córdoba".
El manifiesto coloca también en posición de
recepción a otras entidades más
amplias, teniendo una visión futurista del devenir de los
tiempos en ese traumático inicio del siglo XX, y
considerando no solamente la posición universitaria, sino
también otros sectores: "hombres de una
República libre", "compañeros de la América
toda".
Sin duda que también el discurso del
Manifiesto se enmarca considerando entidades
metacolectivas singulares, porque son numerosas, no
fragmentadas y abarcativas: "los jóvenes", "los
organismos universitarios", "el país", "los
hombres".
Por supuesto que el discurso del Manifiesto contiene en sus
argumentos, expresiones que en el texto
adquieren autonomía semántica , son ciertas formas
nominalizadas, y que funcionan como fórmulas,
así encontramos: "la antigua dominación
monárquica y monástica", "el gobierno estrictamente
democrático" -lo que reclaman los estudiantes-,
"los antiguos privilegios", "las juventudes americanas"
–protagonistas fundamentales por esos tiempos-, "la
autoridad
universitaria tiránica y obcecada".
A los efectos de producir un efecto inmediato y adquirir un
poder explicativo, se encuentran también
otras formas nominales, seguramente destinadas mas
que nada a sus prodestinatarios[3]: "los
mediocres", "el régimen de poder divino",
"los cobardes", "los antiguos privilegios", "la miseria moral de
simulación y engaño", entre
otros.
1.1.
El componente descriptivo: El Manifiesto de 1918
hace un balance de la situación universitaria en
Córdoba, y las irregularidades que se venían
observando también en todas los claustros del
país.
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