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Pobreza, familia y comunidad (página 2)




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Partes: 1, 2

Umbral de pobreza que viene definido como la
línea fijada en un dólar diario por persona, cantidad
que se considera suficiente para la adquisición de
productos
necesarios para sobrevivir.

El Día Mundial para la Erradicación de la pobreza se
celebra el 17 de octubre.[1]

Feminización de la pobreza

Se calcula que actualmente hay más de mil millones de
personas atrapadas en la pobreza absoluta. Según el Fondo
de las Naciones Unidas
para las Mujeres (UNIFEM), el 70% de ellos son mujeres.
Además se estima que 7 de cada 10 personas que mueren de
hambre en el mundo son mujeres y niñas.

Las mujeres también son el mayor grupo entre
los denominados trabajadores pobres, personas que trabajan
pero que no ganan lo suficiente para salir de la pobreza
absoluta. Según la
Organización Mundial del Trabajo, las
mujeres constituyen actualmente el 60% de los trabajadores pobres
[2] .

LA FAMILIA

Retrato de familia, por Goya.

 Según expone Claude Lévi-Strauss, la
familia encuentra su origen en el matrimonio,
consta de esposo, esposa e hijos nacidos de su unión y sus
miembros se mantienen unidos por lazos legales, económicos
y religiosos. Además, establece una red de prohibiciones y
privilegios sexuales y a una cantidad variable y diversificada de
sentimientos psicológicos como amor, afecto,
respeto, temor,
etc. En oposición a este enfoque, Radica
Coomaraswamy defiende que "no se debería definir
la familia
mediante una construcción formalista, nuclear, la de
marido, mujer e
hijos.

La familia es el
lugar donde las personas aprenden a cuidar y a ser cuidadas, a
confiar y a que se confíe en ellas, a nutrir a otras
personas y a nutrirse de ellas".[1]

Para la sociología, una familia es un conjunto de
personas unidas por lazos de parentesco. Los lazos principales
son de dos tipos: vínculos de afinidad derivados del
establecimiento de un vínculo reconocido socialmente, como
el matrimonio[2] "que, en algunas sociedades,
sólo permite la unión entre dos personas mientras
que en otras es posible la poligamia", y vínculos de
consanguinidad, como la filiación entre padres e hijos o
los lazos que se establecen entre los hermanos que descienden de
un mismo padre. También puede diferenciarse la familia
según el grado de parentesco entre sus miembros:

  • familia nuclear, padres e hijos (si los hay);
    también se conoce como «círculo
    familiar»;
  • familia extensa, además de la familia nuclear,
    incluye a los abuelos, tíos, primos y otros parientes,
    sean consanguíneos o afines;
  • familia
    compuesta, es sólo padre o madre y los hijos,
    principalmente si son adoptados o si tienen un vínculo
    consanguíneo con alguno de los dos padres;
  • familia monoparental, en la que el hijo o hijos vive(n)
    sólo con uno de los padres;
  • otros tipos de familias: aquellas conformadas
    únicamente por hermanos, por amigos (donde el sentido de
    la palabra "familia" no tiene que ver con un parentesco de
    consanguinidad, sino sobre todo con sentimientos como la
    convivencia, la solidaridad y
    otros), etcétera, quienes viven juntos en la mismo
    espacio por un tiempo
    considerable.

Existen sociedades donde al decir «familia» se
hace referencia a la familia nuclear, y otras en las que se hace
referencia a la familia extensa. Este significado es de origen
cultural y depende en gran parte del grado de convivencia que
tengan los individuos con sus parientes.

En muchas sociedades, principalmente en Estados Unidos y
Europa
occidental, también se presentan familias unidas por lazos
puramente afectivos, más que sanguíneos o legales.
Entre este tipo de unidades familiares se encuentran las familias
encabezadas por miembros que mantienen relaciones conyugales
estables no matrimoniales, con o sin hijos. El Día
Internacional de la Familia se celebra el 15 de
mayo.[3]

Etimología

Para algunos autores, el origen etimológico de la
palabra familia es muy incierto. Unos sostienen que proviene de
la voz latina fames ("hambre"); otros afirman que proviene
de la raíz latina famulus ("sirviente" o "esclavo
doméstico") que se utilizaba para designar el conjunto de
esclavos de un romano. En un principio, la familia agrupaba al
conjunto de esclavos y criados propiedad de
un solo hombre. En la
estructura
original romana la familia era regida por el pater
familias
, quien ostentaba todos los poderes, incluidos el de
la vida y la muerte, no
sólo sobre sus esclavos sino también sobre sus
hijos huerfanos.

La institución
familiar

La razón de la existencia de la familia no puede
abordarse únicamente como la respuesta a la necesidad de
reproducción biológica de las
sociedades. La reproducción de una sociedad, esto
es, la incorporación de nuevos miembros en el tejido de
relaciones sociales, no se realiza únicamente por medios
biológicos. Si se considera que la familia debe
reproducirse biológicamente, esta conceptuación de
la institución que se aborda en el artículo no
serviría para calificar como «familias» a
aquellos grupos donde
Ego [4] o su consorte (o ambos) están
incapacitados de reproducirse biológicamente.

En estos casos, la función
reproductiva se traslada a los mecanismos de reclutamiento
socialmente aceptables "como la adopción".
El reclutamiento de nuevos miembros de una familia garantiza su
trascendencia en el tiempo, pero no explica el por qué
existen las familias. Por otra parte, la reproducción
social no es la única potestad de las familias. Estas
sirven como el marco donde se realiza la primera socialización de los nuevos individuos de
una sociedad, por medio de lo que se llama educación. La educación de los
infantes se realiza de acuerdo con el código
cultural de cada sociedad.[5]

Por otra parte, la mera consanguinidad no garantiza el
establecimiento automático de los lazos solidarios con los
que se suele caracterizar a las familias. Si los lazos familiares
fueran equivalentes a los lazos consanguíneos, un
niño adoptado nunca podría establecer una
relación cordial con sus padres adoptivos, puesto que sus
"instintos familiares" le llevarían a rechazarlos y a
buscar la protección de los padre biológicos. Los
lazos familiares, por tanto, son resultado de un proceso de
interacción entre una persona y su familia
"lo que quiera que cada sociedad haya definido por familia:
familia nuclear o extensa; familia monoparental o adoptiva,
etc.". En este proceso se mezclan cuestiones de orden
psicológico y social, del que deriva una
identificación más o menos fuerte con el primer
núcleo de socialización de la persona. De
aquí que, como ocurre en otros dominios del parentesco,
sea necesario hacer énfasis en el hecho de que la
existencia de la familia no es un fenómeno puramente
biológico: es también y, sobre todo, una
construcción cultural, en la medida en que cada sociedad
define de acuerdo con sus necesidades y su visión del
mundo lo que constituye una «familia».

HISTORIA

Árbol genealógico de los dioses olímpicos. En azul, los que siempre se consideran olímpicos, en verde los variables, y en negro, los demás personajes.

 

Árbol genealógico de los dioses
olímpicos. En azul, los que siempre se consideran
olímpicos, en verde los variables, y
en negro, los demás personajes.

Antropólogos y sociólogos han desarrollado
diferentes teorías
sobre la evolución de las estructuras
familiares y sus funciones.
Según éstas, en las sociedades más
primitivas existían dos o tres núcleos familiares,
a menudo unidos por vínculos de parentesco, que se
desplazaban juntos parte del año pero que se dispersaban
en las estaciones con escasez de
alimentos. La
familia era una unidad económica: los hombres cazaban
mientras que las mujeres recogían y preparaban los
alimentos y cuidaban de los niños.
En este tipo de sociedad era normal el infanticidio
(muerte dada
violentamente a un niño de corta edad) y la
expulsión del núcleo familiar de los enfermos que
no podían trabajar.

Después de la Reforma protestante en el siglo XVI, el
carácter religioso de los lazos familiares
fue sustituido en parte por el carácter civil. La mayor
parte de los países occidentales actuales reconocen la
relación de familia fundamentalmente en el ámbito
del derecho civil, y
no es sino hasta el siglo XVIII que incorporan el concepto de
infancia
actual:[6] [7]

Desde una perspectiva biológica, niñez y adultez
son distintas. Sin embargo, estas diferencias estarán
socialmente dadas por las concepciones que existan respecto de
ellos, por los desafíos que se les planteen, por las
tareas que se espera que cumplan o por los comportamientos que se
supone deben tener, entre otros aspectos. Además, estas
concepciones tendrán diferencias, muchas veces
sustantivas, de sociedad en sociedad, en determinados momentos
históricos y según sea el grupo cultural. (…)

Desde una perspectiva sociológica y
antropológica [la niñez] cambia
sustantivamente de una sociedad a otra y de una cultura a otra
y, más aún, dentro de la misma sociedad o cultura,
dependiendo de variables históricas. La distinción
entre infancia y adultez existe en todas las sociedades,
generándose incluso momentos especiales, "ritos de pasaje"
que hacen explícito, a través de un acto social, el
paso de una etapa a otra, sin embargo, su caracterización
y exigencias tampoco son homogéneas. En la cultura
occidental, la niñez como construcción cultural
sólo surge alrededor del siglo XVIII,
consolidándose posteriormente.

UNESCO: Participación de las familias en la
educación infantil latinoamericana

Estos cambios se producen en el contexto de la Revolución
Industrial. Por un lado, las nuevas
tecnologías hacen posible el trabajo de
niños y jóvenes y, por otro, los cambios en la
esperanza de vida hacen que los menores adquieran un mayor
valor en
términos de protección a los adultos mayores. De
esta forma la familia, que era entendida como una sociedad que
aseguraba la supervivencia de sus miembros y no como un espacio
de afecto, comienza a tomar el concepto actual, principalmente
por la acción
de educadores cristianos:

(…) La familia entendida como espacio de cuidado de los
niños y niñas, de preocupación por su
bienestar, y el infante como un ser distinto del adulto, con
características propias. Como señala Ochoa, en esta
misma época surge "el amor
maternal" como construcción social, previo a ello, en
general, las madres no manifestaban dicho amor como un instinto,
tal es así por ejemplo que en 1780 sólo 1.000 de
los 21.000 bebés nacidos cada año en París
eran amamantados por sus madres. Otros mil recién nacidos,
los niños de las familias privilegiadas, eran amamantados
por nodrizas fuera de París. Muchos morían ante lo
que hoy consideraríamos indiferencia de los padres,
quienes frecuentemente ignoraban el paradero de sus hijos.

UNESCO: Participación de las familias en la
educación infantil latinoamericana

Por su parte, otros autores contemporáneos sostienen
que el esquema de familia predominante en las sociedades
industrializadas tiene también una base utilitaria, al
permitir la trasmisión de capitales económicos,
simbólicos y sociales. Según estos autores, la
familia que se tiende a considerar como "natural" es un
constructo de invención reciente y que puede desaparecer
en forma más o menos rápida. El fenómeno
subyacente en este razonamiento es que las palabras no
sólo hablan de la "realidad" sino que le otorgan
significado y, por tanto, el definir algo como "normal" es un
proceso no neutral que fomenta lo que se define como
tal:[8] [9]

Lo que distingue a nuestras sociedades industrializadas de las
sociedades exóticas [es] el hecho de que nuestros
grupos
sociales se reclutan menos sobre la base del parentesco que
sobre las clases de edad, la clase social,
la afinidad amical, el lugar de trabajo, el ejercicio del ocio,
etcétera", apunta por ejemplo la etnóloga francesa,
Martine Segalen. (…) Segalen afirma que el grupo
doméstico antiguo, del cual no existe un único tipo
sino varios, "es tan inestable como la célula
conyugal contemporánea". Y que, en este sentido, "nuestra
sociedad no ha inventado ni la movilidad geográfica ni la
inestabilidad de los matrimonios sometidos". (…) Para esta
autora, la estructura familiar predominante en las sociedades
industriales es una figura "efímera" y "transitoria" entre
los modelos
clásicos y los que están apareciendo
actualmente.

Revista Teína: Detrás de la palabra
"familia"
.

Una hipótesis similar había sido
realizada por Engels, quien sostuvo que lo que la sociedad llama
"civilización" es un proceso centrado en la organización de las familias, la que
evolucionó desde los primitivos gens hasta la forma
moderna como manera de acumular riquezas, pero no por parte de la
sociedad sino en forma individual. En su concepto, el
fenómeno obedece a la lucha de clases, genera injusticias
y es insostenible:[10]

La disolución de la sociedad se yergue amenazadora ante
nosotros, como el término de una carrera histórica
cuya única meta es la riqueza, porque semejante carrera
encierra los elementos de su propia ruina. La democracia en
la
administración, la fraternidad en la sociedad, la
igualdad de
derechos y la
instrucción general, inaugurarán la próxima
etapa superior de la sociedad, para la cual laboran
constantemente la experiencia, la razón y la ciencia.
"Será un renacimiento de
la libertad, la
igualdad y la fraternidad de las antiguas gens, pero bajo una
forma superior"
.

F. Engels: El origen de la familia, la propiedad privada y
el estado

En contraposición a los puntos de vista anteriores, la
doctrina católica sostiene que la familia es un don
natural, querido por Dios y fundado en el matrimonio de un hombre
y una mujer. Por tanto, resulta ajeno a la voluntad cambiante de
los humanos y es preciso apartarse de los consensos sucesivos. De
manera similar, sostiene que en las culturas no cristianas el
niño tiene una posición marginal por ser un estadio
que precede al adulto, sin que esto implique una verdad, la que
reposa en el nacimiento de Cristo como forma de que el hombre
pueda ver la importancia antropológica, teológica y
eterna del nacer.[11] [12]

La familia
occidental moderna

Una familia nuclear.

Los estudios históricos muestran que la estructura
familiar ha sufrido pocos cambios a causa de la emigración
a las ciudades y de la industrialización. El núcleo
familiar era la unidad más común en la época
preindustrial y aún sigue siendo la unidad básica
de organización social en la mayor parte de las sociedades
industrializadas modernas. Sin embargo, la familia moderna ha
variado con respecto a su forma más tradicional en cuanto
a funciones, composición, ciclo de vida
y rol de los padres. El Instituto de Política Familiar
(IPF) expresa en su informe
Evolución de la familia en Europa (2006) que:

Las crisis y
dificultades sociales, económicas y demográficas de
las últimas décadas han hecho redescubrir que
la

familia representa un valiosísimo potencial para el
amortiguamiento de los efectos dramáticos de problemas como
el paro, las
enfermedades, la
vivienda, las drogodependencias o la marginalidad. La
familia es considerada hoy como el primer núcleo de
solidaridad dentro de la sociedad, siendo mucho más que
una unidad jurídica, social y

económica. La familia es, ante todo, una comunidad de
amor y de solidaridad.

Otras funciones que antes desempeñaba la familia rural,
tales como el trabajo, la educación, la formación
religiosa, las actividades de recreo y la socialización de
los hijos, en la familia occidental moderna son realizadas, en
gran parte, por instituciones
especializadas. El trabajo se realiza normalmente fuera del grupo
familiar y sus miembros suelen trabajar en ocupaciones diferentes
lejos del hogar. La educación, por lo general, la
proporcionan el Estado o
grupos privados. Finalmente, la familia todavía es la
responsable de la socialización de los hijos, aunque en
esta actividad los amigos y los medios de
comunicación han asumido un papel muy importante.

Algunos de estos cambios están relacionados con la
modificación actual del rol de la mujer. En las
sociedades más desarrolladas la mujer ya puede ingresar (o
reingresar después de haber tenido hijos) en el mercado laboral en
cualquier etapa de la vida familiar, por lo que se enfrenta a
unas expectativas mayores de satisfacción personal respecto
de hacerlo sólo a través del matrimonio y de la
familia. En los últimos tiempos se ha desarrollado un
considerable aumento de la tasa de divorcios que, en parte, se ha
producido por las facilidades legales y la creciente
incorporación de la mujer al trabajo, que le ha dotado de
mayor autonomía y de recursos
económicos. También han contribuido al incremento
la aceptación cotidiana del divorcio y,
más aún, los problemas complejos no resueltos
dentro del matrimonio.

Durante el siglo XX ha disminuido en Occidente el
número de familias numerosas. Este cambio
está particularmente asociado a una mayor movilidad
residencial y a una menor responsabilidad económica de los hijos para
con los padres mayores, al irse consolidando los subsidios de
trabajo y otros beneficios por parte del Estado que
permiten mejorar el nivel de vida de los jubilados.

En los años 1970 el prototipo familiar
evolucionó en parte hacia unas estructuras modificadas que
englobaban a las familias monoparentales, familias del padre o
madre casado en segundas nupcias y familias sin hijos. En el
pasado, las familias monoparentales eran a menudo consecuencia
del fallecimiento de uno de los padres; actualmente, la mayor
parte de las familias monoparentales son consecuencia de un
divorcio, aunque muchas están formadas por mujeres
solteras con hijos. En 1991 uno de cada cuatro hijos vivía
sólo con uno de los padres, por lo general, la madre. Sin
embargo, muchas de las familias monoparentales se convierten en
familias con padre y madre a través de un nuevo matrimonio
o de la constitución de una pareja de hecho.

La familia de padres casados en segundas nupcias es la que se
crea a raíz de un nuevo matrimonio de uno de los padres.
Este tipo de familia puede estar formada por un padre con hijos y
una madre sin hijos, un padre con hijos y una madre con hijos
pero que viven en otro lugar, o dos familias monoparentales que
se unen. En estos tipos de familia los problemas de
relación entre padres no biológicos e hijos suelen
ser un foco de tensiones, especialmente en el tercer caso.

Las familias sin hijos son cada vez más el resultado de
una libre elección de los padres, elección
más fácil gracias al control de
natalidad (anticoncepción). Durante muchos años, el
número de parejas sin hijos se había ido reduciendo
de forma constante gracias a la gradual desaparición de
enfermedades que, como las venéreas, causaban
infertilidad. Sin embargo, en la década de 1970 los
cambios en la situación de la mujer modificaron esta
tendencia. Hoy las parejas, especialmente en los países
más desarrollados, a menudo eligen no tener hijos o
posponer su nacimiento hasta gozar de una óptima
situación económica.

A partir de los años 1960 se han producido diversos
cambios en la unidad familiar. Un mayor número de parejas
viven juntas antes de, o sin, contraer matrimonio. De forma
similar, algunas parejas de personas mayores, a menudo viudos o
viudas, encuentran que es más práctico desde el
punto de vista económico cohabitar sin contraer
matrimonio.

Las parejas de homosexuales también viven juntas
formando familias sin hijos, con los hijos de una de las partes o
con niños adoptados. Estas unidades familiares aparecieron
en Occidente en las décadas de 1960 y 1970. En los
años 1990 se comenzó a promulgar leyes en
diferentes países, la mayoría europeos, que ofrecen
protección a estas familias.

Véase también: Adopción por parejas
homosexuales y Matrimonio entre personas del mismo sexo en
España

Desarrollo y panorama de la
familia nuclear

En la conformación y desarrollo de
la familia nuclear intervienen aspectos psicológicos,
sociales, sexuales y afectivos, entre otros. Para estudiar este
fenómeno resulta útil ver a la familia como un
sistema vivo,
teoría
que postulan autores de corte sistémico,[14] sin olvidar que no es el único
punto de vista desde el que se puede analizar, pues existen otros
modelos que se pueden tomar para ello.

El ciclo vital de la
familia nuclear

La familia, según Lauro Estrada (2003), como todo
organismo vivo tiene una historia, un nacimiento y un
desarrollo. Se reproduce, declina y llega a morir. En cada uno de
estos pasos se enfrenta con diferentes tareas: la unión de
dos seres distintos con una misma meta, la posible llegada de los
hijos, la ecuación en todas sus funciones para, a su
tiempo, soltarlos para que estos formen nuevas familias. A partir
de esto, la familia puede ser estudiada como un ciclo de seis
etapas. En cada una de ellas hay dos objetivos
principales, resolver las tareas o crisis propias de cada etapa
de desarrollo y aportar todo lo necesario a sus miembros para que
estos puedan tener una satisfacción. Las etapas que Lauro
Estrada propone son:[15]

  1. Desprendimiento
  2. Encuentro
  3. Llegada de los hijos
  4. Adolescencia de los hijos
  5. Reencuentro
  6. Vejez

No es necesario que toda familia pase por cada una de las
etapas. Estas, únicamente, sirven como mapa para su
estudio y análisis.

Desprendimiento

La familia tiene su inicio en la constitución de la
pareja, la cual se da en el noviazgo. En esta fase se desarrolla
el desprendimiento de ambos miembros de la pareja respecto de la
familia de origen. Este proceso será fácil o
difícil de acuerdo al apego familiar que hayan
desarrollado durante su juventud.

Para poder lograr
un pleno encuentro dentro de la relación de pareja es
necesario un desprendimiento previo y paulatino de los hijos
hacia los padres; estos tratarán de detener a sus hijos
para que permanezcan con ellos, evitando así el doloroso
"abandono del nido"; los hijos, en cambio, se esforzarán
por lograr su independencia
y autonomía.

Este proceso no es sencillo para ninguno de los integrantes de
la pareja por el dolor y la nostalgia que provoca toda despedida,
y por la incertidumbre que depara lo desconocido y la falta de
confianza en que la decisión respecto a la elección
de una pareja haya sido la correcta. Incluso muchos
jóvenes eternizan sus noviazgos, o no encuentran la
estabilidad con ninguna persona, razón por la que
constantemente cambian de pareja. Hay muchos matrimonios que
aún con muchos años de unión no se han
podido desprender en forma genuina de sus respectivas familias de
origen.

Es por ello importante considerar al noviazgo como una etapa
clave en la constitución de la pareja, ya que las
vivencias que se tengan en el mismo, al dar el paso al
matrimonio, serán la base para comenzar a construir la
nueva familia.

Noviazgo

Definición

Una definición sencilla de noviazgo es: periodo en que
se mantienen relaciones amorosas con la finalidad de un conocimiento
mutuo y cada vez más profundo, con expectativa de un
futuro matrimonio. El noviazgo debiera ser, ante todo, un tiempo
de preparación para el matrimonio. La finalidad del
noviazgo es la elección de la persona con la cual se
pretende conformar una familia, y el conocimiento mutuo. A partir
de esto la pareja decidirá si la relación se
prolonga hasta el matrimonio o bien, llega a su fin. El noviazgo
es disoluble por su propia naturaleza y,
por eso, su ruptura no exige más trámite que la
decisión de cualquiera de los dos miembros de la
pareja.

Características del noviazgo

Son características que hacen ser al noviazgo lo que
es, y las cuales son importantes resaltar por qué de
aquí se desprenden varias acepciones que serán
remarcadas en el matrimonio.

  • Exclusividad: esta característica implica fidelidad
    y compromiso más íntimo con la pareja, que
    cualquier otra persona; permite una reciprocidad y
    correspondencia de amor que implica el compartir
    sentimientos.
  • Temporalidad: es el tiempo de convivencia que se dan como
    pareja antes de formalizar su relación o bien darla por
    terminada. El noviazgo debe tener cierto tiempo de
    duración, pues un periodo demasiado corto de convivencia
    y conocimiento puede traer problemas en la relación
    conyugal, que pudieron ser evitados o solucionados en el
    noviazgo; por otro lado, si la relación es demasiado
    larga corre el riesgo de caer
    en a la costumbre, terminando en fracaso matrimonial.
  • Entrega mutua gradual: es un desprendimiento progresivo de
    sí mismo, para que libres de las exigencias de
    bienestar, comodidad y búsqueda de satisfacción
    personal, puedan darse poco a poco a la búsqueda de la
    felicidad del otro; que al final resulta ser una
    gratificación y felicidad propia, sin buscarla
    intencionalmente. Este nivel de confianza debe ir profundizando
    de manera progresiva la confianza, el cariño, la
    comunicación y la intimidad, cimientos
    que llegan a dar firmeza y solidez a la relación;
    fortaleciendo de éste modo un futuro matrimonio.
  • Transitorio: los novios no deben permanecer en un eterno
    noviazgo, sino paulatinamente es ir integrándose como
    pareja con miras a un compromiso formal y total.

Encuentro

Después del proceso de desprendimiento del
sostén emocional y socioeconómico de la familia de
origen, los adultos jóvenes se encuentran en
posición de formalizar una relación de noviazgo
para contraer matrimonio. La Carta de los
Derechos de la Familia de la Santa Sede (1983), establece que
"Todas las personas tienen el derecho de elegir libremente su
estado de vida y por lo tanto derecho a contraer matrimonio y
establecer una familia o a permanecer célibes."

El hecho de que un hombre y una mujer decidan contraer
matrimonio constituye el punto de partida para la
formación de una familia. Actualmente, en la
mayoría de los países esta decisión es libre
y nadie está obligado a elegir dicho estado de vida, a
diferencia de otras épocas, en las que el matrimonio era
impuesto. Esto
se debe a que se considera el matrimonio como una unión
íntima de vida, un vínculo indisoluble, libremente
contraído y públicamente afirmado, en el cual un
hombre y una mujer se complementan y están abiertos a la
transmisión de la vida.

Es esta la etapa del surgimiento de una nueva familia: cuando
un hombre y una mujer "se encuentran" para consolidar un
vínculo sólido para la ayuda mutua y la
procreación, los dos fines fundamentales del matrimonio
dictados en primer lugar por la naturaleza, y sucesivamente por
la experiencia, la sociedad y el Estado de diferentes culturas a
través de la historia, estableciéndolos en los
órganos legislativos; por ejemplo en los códigos
civiles, como el del Estado de México:
"El matrimonio es una institución de carácter
público e interés
social, por medio de la cual un hombre y una mujer
voluntariamente deciden compartir un estado de vida para la
búsqueda de su realización personal y la
fundación de una familia".

La elección de una pareja para formar un matrimonio y
una familia debe estar movida por un auténtico y profundo
amor y no sólo por "enamoramiento". Es natural que se
dé el enamoramiento al principio de una relación de
pareja, es decir que las pasiones y emociones sean
fuertes, pero la pasión y el sentimiento tienen una corta
duración. El amor en cambio puede durar tanto como cada
persona esté dispuesta a cultivarlo. Sin embargo,
así como el enamoramiento llega y se va fácilmente,
el amor requiere tiempo y dedicación tanto para nacer como
para perdurar, por lo cual es necesario también haber
alcanzado cierto grado de madurez personal.

Cuando el amor entre un hombre y una mujer es tal que ambos
tienen la certeza de que es lo suficientemente fuerte para poder
generar y acoger la vida, tanto la de cada uno de ellos como la
de nuevas personas, están listos para formar un matrimonio
y una familia: una comunidad de vida y amor.

Una vez que formalmente la pareja ha decidido compartir su
vida, se da necesariamente un proceso de adaptación: se
trata de dos personas con ideas, sentimientos, historias y
educación diferentes que han de aprender a convivir e
integrar una sola dinámica familiar y una nueva historia en
común.

El proceso requiere tiempo, disposición, entrega y
mucha humildad para respetar las diferencias, ceder en ciertas
cosas para llegar a acuerdos y perdonar errores. Deberán
acordar, a través del diálogo y
la misma convivencia, nuevas reglas y pautas de comportamiento, así como las funciones que
cada uno desempeñará en el funcionamiento del
hogar. Cada uno debe decir abierta y claramente lo que espera del
otro para que ambos puedan comprometerse con un proyecto de vida
en común.

Relación entre amor y
procreación

Las otras consecuencias que derivan de la conyugalidad son la
dimensión unitiva y procreativa. El acto físico de
unión sexual implica simultáneamente la capacidad
de actuar la unión de dos sexos (dimensión unitiva)
y la aptitud o capacidad objetiva para procrear (dimensión
procreativa). Que los actos aislados no siempre resulten
procreadores de hecho o psicológicamente unitivos debido a
un obstáculo, querido o no, no quita nada a la finalidad a
que está destinado el gesto.

En la actualidad, se insiste continuamente en separar las dos
dimensiones, poniendo énfasis en el placer del acto
sexual, quitándole parte de su esencia; esto es
principalmente por un principio utilitarista que considera al
placer como la base y fin, tanto de la acción como de la
reglamentación de toda actividad humana. Así, el
utilitarismo trata a la persona como medio que sirve para
alcanzar un fin, en este caso, el máximo placer posible.
En oposición al principio utilitarista se encuentra la
norma personalista, la cual considera en su contenido negativo,
que la persona es un bien que no va de acuerdo con la
utilización y que no puede ser tratada como objeto; y al
mismo tiempo, en su contenido positivo, considera que la persona
es un bien tal que sólo el amor puede dictar la actitud
apropiada y valedera respecto de ella. La dimensión
unitiva y procreativa se entienden y aceptan únicamente en
el contexto de la norma personalista, que acepta y se da a la
otra persona en su totalidad, es decir, sin excluir nada de su
persona, ni siquiera su fertilidad.

Procreación responsable

La procreación humana es una de las elecciones
más importantes de la pareja, uno de los fines principales
del matrimonio, pues tiene como resultado el nacimiento de una
nueva persona. Por esto, la procreación inscrita entre las
finalidades de la sexualidad y
complementariedad de los sexos es lícita, y quien ha hecho
la opción conyugal no puede excluirla permanentemente.
Excluir la fecundidad de una unión que está
orientada precisamente a ella, supone contradecir la finalidad
del acto conyugal. Sin embargo, no se puede hablar de "derecho al
hijo"; el derecho que emana del matrimonio es poder hacer actos
en sí fecundos, pero la fecundidad efectiva puede depender
de otras causas. El derecho al hijo es una expresión
impropia porque nadie tiene "derecho" a poseer a una persona como
si fuera una cosa.

Hay quienes, por ser creyentes, ven el acto de procrear un
significado aún mayor, porque implica una
intervención especial de Dios
creador. Sin embargo, aún sin ser creyente, la grandeza de
una nueva persona humana es reconocida por todos.

La
llegada de los hijos

Un hijo influye tanto en lo personal como en lo familiar. La
llegada de un niño requiere de espacio físico y
emocional. La pareja debe adquirir un nuevo anclaje de
relación emocional con el niño, y entre ellos, la
capacidad de ayudar al compañero para que lo haga. Tener
un niño favorece la intimidad de la pareja, estimulando la
diferenciación y elaboración de diversas facetas de
la personalidad
de cada uno.

Uno factor importante en esta fase es poder identificar
adecuadamente el área económica afectada para poder
definir cuáles son las labores tanto del trabajo como del
hogar, y ayudarle a cada quien a cumplir con lo suyo y no
confundir la problemática real con falta de cariño,
desinterés o con la pérdida del deseo y el
propósito de formar una familia.

La ideología sobre la paternidad y la
decisión de tener hijos ha cambiado significativamente en
los últimos años. La decisión de tener hijos
ya no va de la mano con la decisión de casarse, ni la
decisión de tener sexo va de la mano con la idea de que
debe ser dentro del matrimonio.

En ésta etapa, el área de la sexualidad
establece la importancia de la realización de la pareja a
través de la reproducción. Aquí la planificación
familiar juega un papel fundamental, cada pareja debe ser
responsable y saber cuántos hijos realmente podrían
entrar en su núcleo familiar.

La adolescencia
de los hijos:

La adolescencia es una época de crisis y de cambios, de
experimentación y de definición, tanto para los
hijos adolescentes
como para los padres; período que en la sociedad
occidental e industrializada se ha ido poco a poco alargando, y
que hace algún tiempo se podía considerar
comprendido entre los 14 y los 17 o 18 años(actualmente es
aproximademente entre los 12 a los 20 años). En
ésta fase se combinan varios factores:

  • Mayor frecuencia en problemas emocionales.
  • Los padres, a pesar que se encuentran en la madurez, se ven
    obligados nuevamente a revivir su propia adolescencia.
  • Los abuelos se acercan al no poder mantenerse por sí
    mismos, y la soledad y la muerte se avecinan.

El adolescente normal presenta crisis de identidad,
pero no difusión de identidad. Las crisis obedecen a que
el sentimiento interno de identidad, de pronto y con los cambios
físicos del adolescente, no corresponde a la
confirmación del medio
ambiente, que ya lo empieza a tratar como joven adulto. En
cambio, la difusión
de identidad habla de síndromes
psicopatológicos severos.

La adolescencia es la etapa en la que se presentan con mayor
frecuencia los problemas emocionales serios. Para que un padre
pueda dar el apoyo adecuado a su hijo es necesario que él
haya resuelto lo mejor posible su adolescencia, para que no
reviva su propia adolescencia y no trate de sobreproteger a su
hijo.

En el área de la intimidad, el padre puede sentir
rivalidad al ver que su hijo crece más fuerte que
él, o el hijo puede sentirse menos validado, al darse
cuenta que no cumple con las expectativas de sus padres.

Según Estrada, en su libro El
ciclo vital de la familia
, ambos padres tratan de pasar
pruebas
fuertes como la de ver que su status social
no es igual que el de los padres de los amigos de sus hijos, e
incluso se llegan a encontrar con las sorpresas de que hay otras
personas que ofrecen mayor atractivo y estímulo para sus
hijos que ellos mismos.

Los hijos se van, se separan de la familia y es necesario
renovar el contrato
matrimonial. A algunos padres les cuesta soltar a sus hijos
adolescentes, sin embargo deben saber soltarlos a tiempo para que
vaya en búsqueda de una persona extraña con la cual
seguir el ciclo vital de la familia. Cuando los hijos se van la
pareja adquiere otra dimensión en el área social y
tiene que aprender a adaptarse a ella.

El reencuentro de la
pareja

Conocida como la etapa del «nido vacío», es
una de las etapas más demandantes para el sistema
familiar, en la cuál la pareja enfrenta los problemas de
una biología
que decrece pues se pasa de la edad madura a la vejez, la
aceptación de los nietos y del papel de abuelos, la muerte
de algunos familiares de generaciones anteriores, la
jubilación, las diferencias con las nuevas generaciones
(brecha generacional), etc. Esto se debe a que para estas fechas
casi siempre los hijos ya se han ido a formar sus propias
familias, lo cual propone algunos cambios. Los padres se
encuentran cercanos a los 50 años de edad o más. Si
las cosas han marchado bien en las etapas precedentes, les
será más fácil aceptar los cambios de una
biología que tiende a declinar; igualmente como pareja
podrán enfrentar los cambios familiares y sociales que se
presentan.

Los padres deben independizarse de los hijos y de los nietos
para volver a formar una pareja. Se reencuentran con ellos mismos
y con el compañero. En estos momentos se vuelve muy
necesario el apoyo mutuo entre los esposos. Este apoyo mutuo
servirá para continuar en la búsqueda de nuevos
estímulos y nuevas metas para el matrimonio.

En ocasiones, aparecen sentimientos de culpa como fantasmas del
pasado por los errores cometidos con los demás,
especialmente con los hijos, y por los deseos de la propia
muerte.

La vejez

Es una de las etapas menos conocidas. En ésta, las
personas ancianas deben adaptarse a la pérdida y retos que
la edad presenta: la búsqueda de una nueva identidad, de
una compañía que produzca placer, así como
de una experiencia significativa y genuina. Esta etapa, como
todas, presenta obstáculos como los siguientes:

  • la tristeza que genera el sentir el rechazo de los
    demás
  • con la llegada de su esposo que se ha jubilado, la mujer
    siente invasión del espacio que antes controlaba: es
    necesario definir límites
    de los espacios donde cada uno pueda actuar independientemente;
    de lo contrario, existe el peligro de que se lleguen a perder
    la estima y el respeto, y aparezcan la ansiedad, la
    tensión y los estados depresivos
  • la sobreprotección de hijos a padres, en donde no se
    les permite vivir en libertad.

Ser abuelo ofrece un nuevo horizonte en la vida:

  • Enciende el deseo de sobrevivir, al aceptarse la propia
    mortalidad.
  • En presencia del nieto y el abuelo, pasado y futuro se
    funden en el presente. Se da la oportunidad de experimentar una
    nueva relación, diferente a la del padre, con los
    nietos.

 Comunidad

Una comunidad es un grupo o conjunto de individuos,
seres humanos, o de animales que
comparten elementos en común, tales como un idioma,
costumbres, valores, tareas, visión del mundo, edad,
ubicación geográfica (un barrio por ejemplo),
estatus social, roles. Por lo general en una comunidad se crea
una identidad común, mediante la diferenciación de
otros grupos o comunidades (generalmente por signos o
acciones), que
es compartida y elaborada entre sus integrantes y socializada.
Generalmente, una comunidad se une bajo la necesidad o meta de un
objetivo en
común, como puede ser el bien común; sin bien esto
no es algo necesario, basta una identidad común para
conformar una comunidad sin la necesidad de un objetivo
específico.

En términos de administración o de división
territorial, una comunidad puede considerarse una entidad
singular de población, una mancomunidad, un suburbio,
etc.

En términos de trabajo, una comunidad es una empresa.

En la comunidad no hubo mucho grupalismo ya que las personas
antiguamente querían hacer las cosas por si solos para
llamar la atención. Un ejemplo son los libros.

Tipos de comunidades

Hay muchos otros usos y niveles de análisis del
término comunidad, tales como políticos,
religiosos, económicos, antropológicos y
sociológicos. Por ejemplo, Ferdinand Tönnies (en
Comunidad y sociedad, 1887) y su diferenciación
entre comunidad (Gemeinschaft, en el original en
alemán) y sociedad o asociación
(Gesellschaft, en el original), con el objeto de
distinguir tipos de vínculos sociales.

Robert Redfield escribió la Pequeña
comunidad (The little Community Viewpoints for the
Study of a Human Whole
), un clásico de 1955 de la
etnología en el cual establece lo que es probablemente un
modelo cuando
nos referimos a un pueblo. Otros, como William Lloyd Warner, Paul
Lunt, George Caspar Homans y Neil J. Smelser están en la
misma tradición para describir ciudades típicas
medias en el noreste de Estados Unidos (EE.UU.) y por
extensión comunidades humanas.

Lugares tales como las cárceles, los campamentos y los
cuarteles también son comunidades desde una perspectiva
sociológica en su descripción y análisis.

Asentamientos humanos como una misión
jesuita o franciscana o de cualquier otro tipo de
religión,
un kibbutz, una comuna y otros semejantes son el producto de la
asociación y formación de grupos de personas con
valores,
propósitos comunes y gran cohesión social, que
subsisten generalmente a través de la agricultura,
la artesanía o las prestaciones,
dentro de una óptica
de gran familia gobernada por los integrantes de la
comunidad.

Con la aparición de Internet, se habla ahora
también de una comunidad virtual. Dicha comunidad se puede
encontrar distribuida en foros de Internet, de mensajería
instantánea, en blogs
(bitácoras o diarios electrónicos), fotologs,
etcétera.

Comunidad y utopía

Las utopías suelen ser teorías o
credos alrededor del concepto de comunidad como asociación
voluntaria cuyo fin es el bien común y con relaciones de
tipo igualitarias. Hay muchos ejemplos y mucha literatura sobre ambos temas
'comunidad' y 'utopía', pero no necesariamente ambos
términos están unidos. Por ejemplo una 'comuna' es
una comunidad y una utopía, el libro de Tomás Moro
Utopía es una utopía y una 'misión'
es una comunidad.

La creación práctica de un sistema de vida con
personas que viven juntas no es una casualidad sino una necesidad
para subsistir en el logro de objetivos comunes, otra
característica es que debe ser autosuficiente en medios de
producción y en algunos casos en capacidad
de defensa. Es un grupo autárquico. Probablemente debe
incluir muy poca gente para poderles controlar dentro del
territorio. Seguramente el nivel de cambio social no será
muy grande. La interdependencia muy necesaria. El sistema social
será muy obvio y predecible. Los valores
pudieran ser opresivos. La especialidad productiva será
básica para poder sobrevivir, habrá muchos bienes que no
puedan ser suplidos por la comunidad y deberán de
adquirirse desde fuera de ella. El tipo de gobernabilidad
sería de asamblea y democrático. Tendría un
nivel de servicios
mínimo para poder dedicar el mayor número de
recursos a la actividad principal y el número de personas
(o familias) que lo componen, probablemente como máximo de
unos pocos cientos.

Ejemplos de comunidades utópicas o comunas fueron las
creadas por socialistas utópicos como Charles Fourier, Robert Owen, Ettiene Cabet y otros en los Estados Unidos
durante el siglo XIX.

 

 

 

 

Autor:

Francisco Augusto Montas Ramírez

Partes: 1, 2
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