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Reivindicando a Nietzsche




Enviado por Hernán Montecinos



Partes: 1, 2

    1. Introducción
    2. Bernhard
      Forster
    3. La
      nueva Germania
    4. El
      archivo Nietzsche
    5. Supuestos
      políticos
    6. Imposturas
      literarias

    INTRODUCCIÓN

     Sin duda, el pensamiento y
    obra de Nietzsche han
    sido objeto de un sinnúmero de imposturas y malentendidos.
    Las investigaciones
    más contemporáneas han dejado al descubierto, con
    antecedentes bien documentados, este hecho. Sin embargo, a pesar
    de que Nietzsche ha sido reivindicado por la comunidad  intelectual 
    contemporánea, respecto de la mayoría de los
    malentendidos que han circulado desde que empezó a
    publicar su obra, y reconocido, a la vez, como una de las
    más altas cumbres intelectuales
    dentro del campo de la filosofía, sobre todo, por su innegable
    aporte al crear nuevos modos de pensar, aún existen hoy
    quienes se empecinan en seguir malinterpretándolo,
    insistiendo simplísticamente  que su pensamiento y
    obra obedecerían  a lo más típicamente
    reaccionario que el pensamiento pueda soportar.

     Sabemos que este oficio de disparar contra Nietzsche,
    asociándolo a lo peor, ha sido un prurito que logró
    permear, en su época, a no pocos de los más
    reputados filósofos e intelectuales del mundo. Los
    filósofos de hoy, en cambio
    los más prestigiosos y reputados sentirían
    vergüenza de seguir por ese mismo derrotero. Pero,
    así y todo, hay algunos pocos que aún 
    persisten en tal empeño. Digo esto, a propósito de
    un reciente artículo publicado en "Rebelión" y en
    "La Haine", titulado, "Nietzsche y la Comuna de Paris", de
    Nicolás Alberto González Varela, en donde,
    según este autor,  al igual que  lo hizo
    Lukács, en su época, (El asalto a la razón),
    y más contemporáneamente John Carey (Los
    intelectuales y las masas), concluye que el pensamiento de
    Nietzsche es reaccionario. 

     Hay que reconocer, sin embargo, que es el mismo
    Nietzsche quien ha ayudado a mantener esta
    confusión,  tanto  por su particular forma de
    escribir y también por las formas en como dice  las
    cosas. Pero, sobre todo,  porque los  diferentes
    problemas que
    él aborda,  se muestran muy contradictorios entre un
    texto y otro.
    Sin embargo, en mi opinión, hay  un hecho mayor que
    lleva a sus  lectores  a un mayor estado de
    confusión, que dice  relación con no 
    tener a  la vista que el pensamiento del filósofo se
    desarrolla en un constante proceso de
    evolución.

    Así, por ejemplo,  por nombrar los dos casos
    más evidentes, si durante su primera época (de
    idealismo y
    juventud),
    sobran los aforismos para deducir que es nacionalista y
    antisemita, sin embargo, en sus textos posteriores se ve un claro
    distanciamiento de ese pensamiento original, para revertirlos y
    transformarlos después en su inverso. También, hay
    quienes quedan impresionados, con muchos de los términos
    que utiliza, entre otros, "la bestia rubia", "la aristocracia de
    los instintos", "¡vive peligrosamente!", "el populacho",
    "la voluntad de poder",
    "el hombre
    superior" (Superhombre), etc.

     Estos y otros términos reducidos a simples
    eslóganes, y descontextualizados de la honda profundidad
    simbólica que representan, ofrecen un material
    fácil, a  los desprevenidos de siempre, para
    disparar  contra el filósofo y su obra una
    interminable batería  de "apostillas", camino
    fácil que no le hace ningún mérito al
    ejercicio del pensar profundo de la filosofía, tal cual lo
    reclamaba el filósofo. En efecto, divorciados  de su
    real contexto y significado es cuando dichos conceptos sirven
    gratuitamente a quienes acostumbran a acarrear aguas para sus
    propias inclinaciones políticas
    e ideológicas. Es así, como en el pasado y,
    también ahora, en el presente, tiempos desdichadamente
    ideológicos, esos conceptos van a ser irremisiblemente
    puestos al servicio de
    las peores causas que menos las merecen. 

     Los que así actúan han hecho caso omiso de
    las propias advertencias y recomendaciones que hace el
    filósofo para aquellos que se aprestan a leer sus libros. Para
    dicho propósito Nietzsche advierte que hay que ser "vacas"
    para leer sus textos,  queriendo señalar con ello que
    sus libros no pueden leerse en forma literal ni al modo
    tradicional; sino que hay que "rumiarlos", esto es, digerirlos
    constante y persistentemente, volver a ellos una y otra
    vez,  releer sus párrafos y aforismos cuantas veces
    sea necesario. El que no pueda ser capaz de hacer este ejercicio,
    el que se sienta incapaz de hacer este mínimo esfuerzo,
    mejor que cierre el libro y no lo
    lea, es la propia recomendación que nos hace el
    filósofo.

     Afortunadamente hasta hoy, bastante se ha avanzado en
    las investigaciones que han permitido mejor comprender y
    transparentar las ideas del filósofo, aquellas que a
    primera vista  parecían   ininteligibles
    o  jeroglificas. Es así, como  los
    investigadores más contemporáneos  han echado
    por tierra la
    mayoría de los supuestos  que, desde distintas
    trincheras muchas veces antagónicas,  se daban por
    ciertos, válido ello por tanto, para las deducciones
    concluidas, entre otros,  por un marxista como Lúkacs
    así como la de los nazistas Goebbels, Baumler y
    Rosenberg.

     En efecto, desde las Investigaciones iniciadas en el
    pasado por Karl Schlechta, hasta las magníficas y
    monumentales investigaciones más contemporáneas que
    hicieron, desde el año 1969, los filósofos Giorgio
    Colli y Mázzimo Montanari, a partir de los escritos
    originales del filósofo, existentes en el Archivo
    Nietzsche, todos los cuentos y
    mitologías sobre el "malvado" Nietzsche se han venido
    estrepitosamente abajo. Investigaciones del que han sido
    tributarios también filósofos de la talla de 
    Fink, Bataille, Klossowski, Deleuze, Derrida, Foucault,
    etc.

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