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Escenarios futuros, riesgos y oportunidades para Chile en la Antártida a largo plazo (página 2)




Enviado por Manuel Reyno Momberg



Partes: 1, 2

La Antártida es la región circumpolar del
planeta que circunda al Polo Sur en un área no mayor a los
2.500 Km. Ningún punto del mismo alcanza el paralelo de
los 60º Sur y, en su mayor parte, está circunscripto
al Circulo Polar Antártico (66º 33"S.). Su superficie
es de aproximadamente 14.000.000 de km2 incluidas las plataformas
de hielo.

Entre sus principales características, cabe mencionar
su extremado aislamiento. En efecto, dicha zona se encuentra
rodeada por los océanos Atlántico, Índico y
Pacífico, separado de Sudamérica a una distancia de
1.000 km; le siguen Nueva Zelanda a 2.200 km, Tasmania a 2.250 km
y Sudáfrica a 3.600 km, figura 1.

Otra particular característica es su rigurosa
climatología, en donde oscilan temperaturas medias en el
mes de enero entre 0º y -40º C en la costa y en el
interior respectivamente, variando a -23º y -68º en
invierno. Por otra parte, el 98% de su superficie esta cubierta
de hielo, que no solo la convierte en el continente de mayor
altura promedio (2.040 m. sobre el nivel del mar), sino
también que representa el 70% de reserva de agua potable
del planeta. Además, el clima antártico es muy
seco, donde coexisten escasas lluvias -teniendo un promedio anual
de acumulación de precipitaciones de 140 mm. de agua
(menor que el desierto del Sahara)- y fuertes vientos que llegan
a superar los 120 km/h.

El rigor del clima antártico, trae como consecuencia
que la fauna y flora terrestre sean muy pobres. La flora
continental está representada por líquenes, musgos
y, excepcionalmente, gramíneas.

La fauna está compuesta por algunos invertebrados como
artrópodos, insectos y arácnidos. No ocurre lo
mismo en el ámbito marino, en donde el largo
período de luz en los meses de verano, la
oxigenación y la riqueza de sales en el agua permite el
desarrollo de seres microscópicos (fitoplancton,
diatomeas) hasta aves, peces y grandes mamíferos. Entre
las aves se encuentran albatros, petreles, cormoranes, gaviotas,
gaviotines, skúas y pingüinos. Entre los peces se
pueden mencionar las especies pelágicas, que comprenden a
los batipelágicos, mesopelágicos y nototenoideos; y
las especies demersales, como Bovitchus elongatus, Notothendidae,
Harpagiferidae, Bathydraconidae y Channichthydae. Los
mamíferos están representados por focas (peletera o
de dos pelos, de Weddell, cangrejera, de Ross, leopardo y
elefante marino) y cetáceos (ballenas azul, jorobada,
boba, de aleta y franca, cachalote y orca).

 Cabe destacar que el ecosistema antártico es muy
frágil, en donde existen pocas especies con un gran
número de individuos y que, la exterminación de uno
de ellos produciría un colapso en todo el ecosistema. En
este contexto, tiene primordial importancia el Krill (Euphausia
superba), parecido a un camarón de color rojizo que
alcanza a medir entre 5 y 7 cm en estado adulto y que sirve de
alimento principal a varias especies de dicho ecosistema.

 Estas características nos explican el por
qué fue la última región del planeta en
descubrirse y el por qué no existe una población
autóctona en ese lugar. Del mismo modo, también nos
muestra el enorme valor que tiene desde el punto de vista
económico, científico y estratégico militar.
En lo comercial, es una fuente de recursos tanto renovables
(peces, focas, ballenas) como no renovables (hidrocarburos y
minerales) y es una inmensa reserva de agua dulce.

Con respecto al valor científico, representa un
amplísimo laboratorio natural que sirve de
comparación con otras zonas del planeta y es un factor
importante de regulación climática y
oceánica. En lo estratégico militar, dicha zona
permite el control de los océanos Atlántico,
Pacífico e Indico y, después de finalizada la II
Guerra Mundial, ese interés creció
geométricamente "…los Estados comenzaron a aplicar el
principio de la defensa dinámica a distancia que obraba en
virtud de un criterio ofensivo-defensivo. El mismo
requería de bases estratégicas en diversos puntos
de la tierra, principalmente en los nudos de comunicaciones. De
allí es que a la importancia del estrecho de Gibraltar, de
los Dardanelos y los canales de Suez y Panamá se sumaran
para las grandes potencias y en particular Estados Unidos y la
Unión Soviética la preferencia por las regiones
polares y sus inmediaciones: Groenlandia, Islandia, Siberia y la
misma Antártida se convirtieron así en objetivos
estratégicos. Ambas potencias trataban de alejar de su
propio territorio dichas bases, en forma tal de utilizarlas para
rodear eventualmente al enemigo potencial
[1].

TRATADOS Y
PRETENSIONES

1.      
EXPLORACIONES Y DESCUBRIMIENTOS.

Pasaron algunos milenios antes de que el hombre tuviera
conocimiento del continente antártico. Sin embargo, ya en
la antigüedad se sospechó que un gran territorio
austral se extendía en el extremo meridional del eje de la
Tierra, siguiendo las ideas del Ptolomeo que ahí colocaba
grandes extensiones terrestres ("Terra Incógnita de
Ptolomeo"), en contraposición a las ya conocidas en el
hemisferio norte.

Llega el siglo XVI y la hazaña de Colón,
abriendo sorpresivamente las puertas de un nuevo mundo.
Años más tarde en 1520, Hernando de Magallanes
descubre el estrecho de su nombre y divisa al sur un vasto
territorio, al que denomina Tierra del Fuego. Los
geógrafos de la época creen ver en él la
iniciación del esperado continente desconocido, y los
cartógrafos lo dibujan en sus gruesos pergaminos
bautizándolo como "Terra Magallanica o Australis".
Cincuenta años después en 1570, Sir Francis Drake
navega en la latitud del Cabo de Hornos, y comprueba que la
Tierra del Fuego no es sino una gran isla, cortada al sur por el
tempestuoso estrecho que hoy lleva su nombre.

Desde ahí en adelante se llevaran a cabo un
sinnúmero de expediciones siendo los países
más interesados por esta parte del mundo EE.UU., la ex
URSS, Inglaterra, Australia, Argentina y Chile. Todos ellos han
formado parte de la historia de este continente.

2.       DERECHOS DE
ESPAÑA Y DE LA CAPITANÍA GENERAL DE CHILE EN LA
ANTÁRTIDA.

El tema central es determinar si Chile posee derechos de
soberanía en la Antártida y cuáles son los
antecedentes que sirven de fundamento a esos derechos. Para lo
cual no se puede dejar de lado los derechos de España en
el continente polar austral, ya que éste es el origen de
la soberanía antártica de Chile.

Hasta el descubrimiento de América, en 1492, Portugal
tenía el monopolio de los descubrimientos oceánicos
y el derecho de hacer suyos las tierras y los mares existentes en
las regiones desconocidas del Universo. Esto en virtud de
diversas Bulas concedidas a los Reyes de ese país por los
Papas de la época, como Eugenio IV, Nicolás V,
Martín V, Calixto III y Sixto IV. Preferencia que es
confirmada por los soberanos de Castilla Fernando e Isabel, en
Tratado suscrito el 6 de marzo de 1480, con Alfonso V de Portugal
y su hijo Juan. En él se comprometen a "Nunca más
molestar al dicho señor y Rey de Portugal en la
posición en que están, o en la casi posición
de Guinea y su comercio, y cualesquier otras islas, tierras y
costas descubiertas, o por descubrir, halladas o por hallar, y
todas las islas que ahora tienen descubiertas y cualesquiera
otras que se hallaren o conquistaren"
[2].

A pesar de lo pactado, Castilla hizo suyos los descubrimientos
de Colón, y ante la reclamación de Portugal se
recurrió a la autoridad del Papa Alejandro VI, a fin de
obtener la solución del problema. Alejandro VI
dictó 4 bulas, los días 3 y 4 de mayo y 26 de
septiembre de 1493, dando a los Reyes de Castilla y Aragón
el derecho de propiedad de las tierras recién descubiertas
por Colón y trazando una línea divisoria entre los
dominios de estos reinos y el de Portugal.

Esta línea debía pasar a 100 leguas al Oeste de
la más occidental de las islas del Cabo Verde o de las
Azores y corría del Polo Ártico al Polo
Antártico, inclusive.

Esto permite que España entre en la Edad Moderna
dueña de unos inmensos territorios conocidos y extendiendo
su soberanía sobre otros que pudieran serlo más
adelante.

Posteriormente, a principios del siglo XVI, una vez que
Magallanes hubo descubierto el Estrecho que lleva su nombre, el
monarca español empezó a preocuparse de sus
territorios antárticos y a concederlos a los respectivos
representantes de la corona en las nuevas tierras.

No debe olvidarse que el Derecho Internacional, en la
época de los descubrimientos colombinos, fue sorprendido
sin reglas y disposiciones que legislaran sobre la
adquisición de soberanía por los medios llamados
originarios. Hasta entonces, sólo se usaron en Europa y
Asia, continentes ya asignados y divididos por varias naciones
los medios derivados de adquirir el dominio, como la conquista,
la venta, la cesión.

En los primeros años del descubrimiento y conquista del
extremo meridional de la América del Sur, el Emperador
Carlos V distribuyó los territorios que se extienden desde
la línea equinoccial hasta el Estrecho de Magallanes.

Era creencia universalmente aceptada, en esos años, que
el continente americano, después de salvar el Estrecho de
Magallanes, se extendía hasta las regiones polares,
regiones estas que luego la imaginación de los
geógrafos y navegantes de la época prolongaban,
enlazando tierras ignotas, hasta llegar al Reino de la China. Y
el inmenso mar ahí encerrado, sus riberas e islas, incluso
el polo mismo, caían en la demarcación de las
Coronas de Castilla y de León.

Otro antecedente importante es considerar como la parte
austral de la América Meridional se dividió de
Norte a sur.

1. Gobernación de don Francisco de Pizarro, o
sea, Provincia del Perú o Nueva Castilla, 270 leguas
Norte-sur que se extendían desde el grado y medio al norte
de la línea equinoccial, hasta el grado 14 de latitud
sur.

2. Gobernación de don Diego de Almagro,
Provincia de la Nueva Toledo, 200 leguas Norte-Sur, grados 14 al
25.

3. Gobernación de don Pedro de Mendoza, o sea,
Provincia del Río de la Plata, 200 leguas Norte-Sur,
grados 25 al 36, bañada por los dos mares,
Atlántico y Pacífico.

4. Gobernación concedida primero a Simón
de Alcazava y luego a Francisco de Camargo, llamada Provincia del
Estrecho; grado 36 hasta el Estrecho de Magallanes, bañada
por los dos Océanos.

5. Tierras situadas al Sur del Estrecho, al Polo
inclusive, dadas en gobernación a Sancho de Hoz.

Sin amedrentarse por el fracaso de Diego de Almagro, vino
Pedro de Valdivia a

Chile en 1540, con el propósito de ocupar todo el
territorio que se extendía al sur de la Gobernación
del Perú.

Inició Valdivia la conquista de Chile en sociedad con
Pedro Sancho de Hoz, a quien, acababa de conceder Carlos V la
gobernación de los territorios situados al sur del
Estrecho de Magallanes. Después de diversas incidencias
provocadas por el inquieto Sancho de Hoz, y que culminaron en un
atentado contra la vida del Valdivia, renunció el primero
a favor del segundo todos los derechos que apenas un año
antes le había concedido la Corona Española. Esta
renuncia consta en escritura pública de fecha 12 de agosto
de 1540 y en virtud de ella vino a adquirir Valdivia la
gobernación de gran parte de la "Terra Australis",
incluyendo el mismo Polo.

Ya en el año 1555 el Reino de Chile comprende:

La Gobernación de "Nueva Extremadura",
del grado 27 al 41, Norte-Sur, y 100 leguas del Pacífico
Oriente, o sea: Chile propiamente dicho, Tucumán,
Juríes, Diaguitas, Cuyo y el Sur del río Diamante.
Títulos: concesión a Valdivia hecha por la Gasca en
1548 y aprobada por la Corona española en 1549 y 1552;
concesión a Alderete en 1555.

Región situada entre el grado 41 y el
Estrecho de Magallanes. Recordemos que nuestro límite
Oriental era una línea paralela a la costa del
pacífico y a 100 leguas de él, y que por lo tanto
se hundía en el Atlántico al Norte del Río
Santa Cruz, ya que a la altura de este río el continente
sólo tiene 80 leguas de ancho. Títulos:
concesión hecha a Valdivia en 1554 y a las Cédulas
a Alderte, de 1554 a 1555.

Regiones Antárticas vecinas a
América. Títulos: Escritura Pública de
renuncia, de Sancho de Hoz, de 1540; Reales Cédulas a
Alderete, de 1554 y 1555.

Alderete no pudo "tomar posesión" del territorio
antártico español, pero lo hizo don García
por medio de Ladrillero. El 9 de agosto de 1558, llegó en
su barco, el "San Luis", al Estrecho de Magallanes tomó
posesión de los territorios americanos y antárticos
situados al sur y al norte de ese paso marítimo y dijo que
tomaba posesión de aquella tierra a vista del Mar del
Norte en nombre de su Majestad.

Todos estos antecedentes históricos son reconocidos y
se encuentran archivados por lo que se pueden utilizar para
demostrar de que Chile es heredero indiscutido de estos
territorios.

El gran estadista francés de Derecho Internacional y
profesor de la Universidad de París, M. Gilbert Gidel, una
de las primeras autoridades en materias polares, califico nuestra
calidad de herederos de España en Antártica de la
siguiente manera: "Sería disminuir injustamente los
títulos de Chile, el reducirlos a los que se apoyan en la
teoría del sector y en la actividad que han desplegado en
estos últimos años en los límites de su
sector. Chile puede invocar también, y no deja de hacerlo,
antecedentes históricos de valor en calidad de heredero de
los derechos territoriales de España en esas
regiones".

Corrido el tiempo y estando en plena época colonial se
realizaron numerosos viajes tanto de navegantes españoles
como ingleses los que abrieron nuevas discusiones sobre el
continente antártico. Sobre este particular también
existen antecedentes por parte de la iglesia que otorgan a Chile
dichos territorios o que considerarían como
jurisdicción del obispo de la época a estas
tierras.

Es así como el 6 de septiembre de 1762, el Obispo de
Santiago, don Manuel de Alday, presentó al Papa la memoria
oficial de su diócesis. En la página 2 del folleto
en que se publicó dicha memoria, impreso en Lima el
año 1773 un ejemplar del cual se encuentra en la
Biblioteca de la Recoleta Dominica de Santiago, Monseñor
Alday dice lo siguiente: "Esta diócesis que está
situada casi en el último confín, se extiende hacia
el Polo Antártico, en esta América Meridional, y
está erigida desde el año 1561"
[3].

3.       EL "UTI
POSSIDETIS" DE 1810 Y LOS DERECHOS ANTÁRTICOS DE LA
REPÚBLICA.

La declaración de Independencia sorprendió a las
colonias españolas en América con escasos
ocupantes, establecidos en algunos pocos puntos del continente.
Sin embargo, se entendió que cada nueva República
tenía la propiedad absoluta de todas las tierras situadas
dentro de los límites que les había asignado la
Madre Patria por medio de Reales Cédulas y de otros
documentos. Si esto se constituyó en una regla
universalmente aceptada para América, continente de
condiciones absolutamente apropiadas para la vida humana, debe
aplicarse con mayor razón a la porción chilena
situada en la zona antártica vecina a América,
concedida a Chile por expresa voluntad del Monarca.

Cuando las colonias españolas de América Central
y Sur proclamaron su Independencia en la segunda década
del siglo XIX, ellas adoptaron un principio de Derecho
Constitucional e Internacional al que dieron el nombre de "uti
possidetis juris de 1810". El principio estableció la
regla de que los límites de las nuevas Repúblicas
debían ser las fronteras de las provincias
españolas a las que habían sucedido. Este principio
general ofrecía la ventaja de establecer la regla absoluta
de que, de derecho, ningún territorio de la antigua
América Hispana estaba sin dueño. Estamos seguros
de que existían muchas regiones que no habían sido
ocupadas por los españoles y muchas inexploradas o
habitadas por nativos incivilizados, pero estos territorios se
consideraban como pertenecientes de derecho, a las
Repúblicas que habían sucedido a las provincias
españolas, a las cuales estas tierras estaban unidas por
antiguas Reales Cédulas de la Madre Patria
Española. Estos territorios, aunque no ocupados en el
hecho, eran considerados por común aceptación como
ocupados de derecho por las nuevas Repúblicas de las
fronteras, tanto como actos de ocupación, eran nulos y de
ningún valor en derecho.

El texto de esta sentencia es tan claro y preciso que hace que
todo comentario sea innecesario. El principio fundamental de la
no existencia de "territorios nullius" dentro de los
límites de las colonias españolas, pretendió
ser desconocido en diversas oportunidades, y que se trató
de llevar adelante "usurpaciones y tardíos esfuerzos de
colonización", especialmente en aquellas regiones que,
como las antárticas, eran de muy difícil acceso y
control [4].

Años más tarde, el 2 de diciembre de 1823, Mr.
James Monroe, que hoy se conocen como Doctrina Monroe, y que,
como se expresa en la Sentencia antes transcrita, vienen a
sancionar este principio americano del "uti possidetis".

Monroe dijo en esa oportunidad: "La ocasión se ha
considerado propicia para definir, como un principio en el cual
están envueltos los derechos e intereses de los Estados
Unidos, que los continentes que mantienen, no pueden ser
considerados en adelante como sujetos a futura
colonización por ninguna potencia europea…"
[5].

Resulta interesante revisar algunos documentos escritos por el
prócer máximo de nuestra Independencia, don
Bernardo O"Higgins, en carta escrita durante su exilio y fechada
en Lima a 20 de agosto de 1831. Dirige la carta al capitán
Coghlan de la Marina Real Inglesa y la acompaña de un
"Bosquejo Comparativo", en que se expone sus ideas sobre las
condiciones de EE.UU. de Norteamérica y Chile para llegar
a ser, con ayuda de Gran Bretaña, potencias navales de
primer orden. Según él, este estudio es obra de un
amigo, pero está escrito por su mano y en el mismo papel
usado para escribir su carta. Refiriéndose a Chile, dice:
"Chile viejo y nuevo se extiende en el Pacífico desde la
bahía de Mejillones hasta Nueva Shetland del Sur en
latitud 65º; y en el Atlántico, desde la
Península de San José en Latitud 42º hasta
Nueva Shetland del Sur, o sea, 23º que añadidos a
42º en el Pacífico hacen 65º, o sea, 3.900
millas geográficas, con una superabundancia de excelentes
puertos en ambos océanos y todos ellos salubres en todas
las estaciones".

Más adelante agrega: "Tampoco hay en toda la
Unión una sola posición que pueda llamarse la llave
del Atlántico o del Pacífico, mientras que Chile
posee evidentemente la llave del Atlántico desde el grado
30 de latitud sur hasta el Polo Antártico y la de todo el
gran Pacífico" [6].

La preocupación de O"Higgins por esas alejadas regiones
chilenas llegó hasta el Gobierno de la República y
el entonces Presidente, General D. Manuel Bulnes, ordenó
iniciar la población y el aprovechamiento de la Patagonia
y de la Tierra del Fuego, como una medida previa, indispensable,
a la ocupación de la Antártica Chilena. Con ese
objeto, envió a la goleta "Ancud", al mando del
Capitán de la Marina Nacional, D. Juan Williams. El 21 de
septiembre de 1843, Wiliams tomó posesión solemne
de la zona austral.

4.       LA
OCUPACIÓN EFECTIVA
DE LA REPÚBLICA.

Frente a la exploración antártica extranjera, el
Gobierno de Chile comprende que su derecho de prioridad debe ser
perfeccionado y, desde fines del siglo XIX, empieza a actuar con
este propósito, ajustándose para ello a las
más estrictas reglas del Derecho Internacional.

Además del derecho de prioridad heredado de
España, posee Chile el título imperfecto de la
vecindad, y toda su labor se encamina a convertir el privilegio
que le dan esos dos antecedentes en un real derecho de dominio,
mediante la ocupación efectiva del territorio
antártico. En el año 1906, queda perfeccionado el
título polar de Chile, y así como España fue
la primera nación del mundo en manifestar oficialmente su
interés político en la Antártica, nuestro
país fue el primero en perfeccionar ahí su derecho
de dominio.

Chile ejerció su soberanía en la parte accesible
de su sector mediante el trabajo autorizado de sus habitantes. Al
resto del sector, a lo inaccesible, se refirió en
términos claros y precisos con el fin de resguardar
ahí sus derechos.

La ocupación mediante bases militares mantiene nuestro
título en la actualidad. No se trata de adquirir con ellas
un territorio "nullius", sino de demostrar prácticamente
nuestro ánimo de señor y dueño en un
territorio chileno.

5.       TRATADO
ANTÁRTICO.

Dado el interés por los territorios antárticos
por países como Argentina, Australia, Bélgica,
Chile, la República Francesa, Japón, Nueva Zelanda,
Noruega, la Unión del África del Sur, la ex
Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas,
el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y los
Estados Unidos de América los que en su mayoría
contaban con bases o estaciones meteorológicas se
reunieron en Washington el año 1959 y se trazaron las
nuevas directrices sobre el territorio antártico, cabe
destacar que fueron muchas las reuniones y sesiones para lograr
llegar a un acuerdo entre todas las partes interesadas. La
delegación chilena que participó en estas reuniones
contaba con personas idóneas que llevaban años
trabajando o estudiando estos temas; el equipo estaba conformado
por miembros del senado, profesores, miembros del ministerio de
relaciones exteriores y miembros de las fuerzas armadas.

Del trabajo realizado por estos chilenos más sus pares
de otros países el día 1 de Diciembre de 1959 se
logró dictar un tratado en beneficio de todos los
países participantes que tocaba temas sobre la
utilización del continente antártico en pos del
bien de la humanidad y que prohíbe darle cualquier
utilización del tipo militar, no impidiendo si que
personal o equipo militar sea utilizado para realizar
investigación científica.

El tratado eso si no obliga a ninguno de los tratantes a
renunciar a su soberanía en la antártica lo que
deja una puerta abierta para futuras reclamaciones, siendo esto
beneficioso para Chile ya que por todos los documentos
históricos mencionados con anterioridad mas las leyes y el
derecho internacional serán claves al defender los
derechos de nuestro país sobre dichos territorios.

IMPORTANCIA
DE
LA ANTÁRTICA

1.1.  EL VALOR
GEOPOLÍTICO.

Sobre el continente Antártico recae adicionalmente un
significado geoestratégico que queda determinado porque
él representa la plataforma de penetración y de
proyección hacia los espacios oceánicos australes
internacionales que lo rodean. En efecto, no se puede desconocer
en el análisis que la creciente valoración de los
espacios australes del planeta incluye, además del
continente Antártico, también al Océano
Pacífico sur, el Atlántico sur y el Indico sur. Es
decir, son cuatro los macroespacios geopolíticos que, en
su conjunto, explican el interés de las potencias del
hemisferio boreal por los espacios meridionales del planeta.

En este contexto espacial la Antártida asume una
posición continental central que actúa como pivote
frente a los espacios oceánicos que la circundan. En la
trilogía Atlántico, Indico y Pacífico es,
sin embargo, sobre este último océano frente al
cual la Antártida ejerce un influjo geoestratégico
mayor. Alrededor de la mitad de los 23.680 Km. que representan el
perímetro Antártico enfrentan al litoral
Océano Pacífico. Paralelamente también es
sobre el litoral Antártico pacífico donde queda un
amplio sector de la Antártida sobre el cual no hay
reclamaciones territoriales.

Existe una amplia y variada gama de jurisprudencia
geopolítica antigua y reciente que muestra que la aptitud
geoestratégica de los espacios oceánicos no es
intrínseca, y se plasma sólo en la medida que
exista un núcleo continental terrestre cercano de apoyo y
de referencia. Ese papel central de plataforma terrestre de
proyección le corresponde a la Antártida.

De esta argumentación se infiere que es imposible
separar el significado geoestratégico que cada uno de
estos espacios tienen en forma individual. Al contrario, su real
y efectiva potencialidad se cristaliza sólo en un
análisis que se sustente como premisa en una acción
de conjunto. En virtud de lo señalado es muy probable que
quien domine geopolíticamente la Antártida
prolongue, por inferencia geoestratégica, su influencia
sobre los otros tres espacios oceánicos consignados. En
este sentido toma expresión con plena claridad el
principio de totalidad conectiva que rige en la actualidad en la
geopolítica moderna. Tampoco es requisito imprescindible
lograr presencia y dominio geopolítico en cada uno de
estos cuatro espacios para lograr la adjudicación de
dominio sobre la totalidad de ellos.

Los espacios abiertos de aguas internacionales de los
océanos meridionales Pacífico, Atlántico e
Indico nacen de la configuración que sobre estos mares
adquiere el trazado de las 200 millas de aguas económicas
exclusivas surgidas del Tratado del Derecho del Mar. Se generan
de esta forma espacios de aguas internacionales equivalentes a 14
millones de kilómetros cuadrados en el Pacífico
sur, 12 millones en el Atlántico sur y de 15 millones en
el Índico sur. Si se suma a estos tres valores la
superficie del continente Antártico, se obtiene un
área de 55 millones de km2., vale decir, una
macroárea del planeta.

La 3a Convención de las Naciones Unidas sobre el
Derecho del Mar refrendada en 1982 en Jamaica por una buena
mayoría de los países participantes, y ratificada a
la fecha por 29 naciones y una entidad, reglamenta, entre otras
variadas consideraciones, las siguientes en relación a la
zona económica exclusiva. En la zona económica
exclusiva el Estado ribereño tiene: "Derechos de
soberanía para los fines de exploración y
explotación, conservación y administración
de los recursos naturales, tanto vivos como no vivos, de las
aguas suprayacentes al lecho y del lecho y el subsuelo del mar, y
con respecto a otras actividades con miras a la
exploración y explotación económicas de la
zona, tal como la producción de energía derivada
del agua, de las corrientes y de los vientos".

Desde una perspectiva de análisis geopolítico
puede sostenerse como hipótesis que el status de la zona
económica exclusiva debe interpretarse como muy cercano al
Mar Territorial. En consecuencia, es factible admitir que la zona
económica exclusiva está claramente adjudicada, al
menos geopolíticamente, al correspondiente país
ribereño. Ahora bien, descontando estos espacios marinos
así delimitados de la superficie oceánica total del
planeta, se estructuran los espacios oceánicos
internacionales, es decir, aquellos que han sido considerados y
definidos como patrimonio de toda la humanidad. La superficie
oceánica así definida alcanza a 70 millones de Km2.
Solamente un tercio (23,5 millones de km2.) de las aguas
internacionales del planeta se ubican en el hemisferio boreal.
Asimismo, la aplicación de la zona económica
exclusiva determinó que alrededor del 85% de los recursos
pesqueros del globo, cerca del 60% de los nódulos de
manganeso detectados, y prácticamente el 100% de los
yacimientos petrolíferos y de gas del planeta queden
sujetos a un régimen patrimonial exclusivo de los
respectivos países ribereños.

1.2.       FACTOR
ECONÓMICO.

 La diversidad y magnitud de los recursos
antárticos, otorgan al factor económico una gran
incidencia, atrayendo la atención de muchos países
por representar la solución a problemas energéticos
o a las crecientes necesidades de alimentos de poblaciones que
van en constante aumento.

Sin pretender desarrollar este tema, de suyo vasto, a
continuación se entrega una macro visión de los
recursos existentes en la Antártica, permitiendo de esta
forma, demostrar y ratificar su importancia económica como
factor integrante del valor geopolítico del continente
antártico.

a.      Recursos Vivos o
Naturales Renovables:
a partir del siglo XVIII y hasta bien
avanzado el actual, en aguas del Océano Pacífico,
la costa antártica fue escenario de una abundante caza de
lobos finos, elefantes marinos, focas y cetáceos, lo que
llevó a estas especies al borde mismo del exterminio.

La merma brusca de esas poblaciones, trajo como consecuencia
que en la actualidad exista una importante abundancia de algunas
especies, tales como el krill, peces, calamares y pulpos,
mamíferos marinos y cetáceos.

§        
Krill, este pequeño crustáceo
pelágico, básico en la cadena alimenticia del
principal ecosistema antártico, de extremado valor
proteico, es un valioso recurso potencial que permitiría
elevar la producción de proteína animal en el
mundo.

Las últimas investigaciones realizadas indican que la
biomasa de krill ascendería aproximadamente a 200 millones
de toneladas, en aguas del océano frente al territorio
antártico.

Una simple comparación entre la captura mundial actual
de krill, que alcanza alrededor de 70 millones de toneladas, con
las cifras posibles de explotar, conforman el valor e importancia
económica de este recurso renovable marino.

§        
Peces, si bien hoy en día existen controles muy
estrictos para su explotación, dada la gran
disminución de su población como consecuencia de
una captura desmedida, se estima que a futuro, su
utilización racional será una alternativa que
merece toda consideración.

§        
Calamares y Pulpos, en relación a los calamares y
pulpos, o los llamados cefalópodos, se estima que existe
una biomasa de 50 millones de toneladas, que bien podrían
ser aprovechadas para alimentación humana.

§        
Mamíferos Marinos y Cetáceos, con respecto a
estas especies, que actualmente se encuentran protegidas con la
finalidad de permitir su recuperación poblacional,
podrían constituir también probables fuentes de
recursos una vez que los estudios de que son objeto, se traduzcan
en planes de manejo pertinentes
[7].

b.      Recursos Naturales
no Renovables:
la evolución histórico,
geológica del continente antártico junto a otras
razones, tales como su similitud con la región andina
sudamericana y su correlación a unidades
tectónicas, estratigráficas con los otros
continentes del hemisferio sur, ha permitido determinar la
presencia de "provincias metalogénicas" en la
Antártica[8].  Esto ha
dado origen a diversas especulaciones sobre la existencia de un
importante potencial de recursos naturales no renovables, de
posible alta rentabilidad en un futuro más bien
próximo.

Lo cierto es que se ha constatado que los fondos marinos de
los mares australes, específicamente las cuencas que
conforman el Océano Austral, presentan fuentes de gran
potencialidad económica en recursos naturales no
renovables.  La cuenca austral, conocida también como
Baker o de Bellingshausen, y la cuenca de Drake, acusan niveles
superficiales de sus fondos marinos con capas sedimentarias en
las que se encuentran repartidos nódulos de manganeso
mineralizado.  Además de estos nódulos, en la
plataforma continental chilena existen varias zonas favorables
para la explotación de petróleo y gas natural.

Para desarrollar el estudio de los recursos naturales no
renovables con potencialidad económica, para su mejor
comprensión, de hace necesario clasificarlos en Recursos
Minerales y Recursos Energéticos.

c.       Recursos
Minerales:

§        
Minerales Metálicos, las diferentes investigaciones
realizadas tanto en la roca bajo el hielo como en el fondo marino
del continente antártico, han demostrado la existencia de
variados tipos de minerales metálicos.  Los de mayor
contenido, que permiten guardar cierto optimismo respecto a su
potencial económico, son los siguientes:

§        
Hierro                    
:      22,30 %

§        
Manganeso
:          
25,00 %

§        
Aluminio    
           
:    2,90 %

§        
Níquel                   
:     1,32 %

Los otros minerales de menores índices son cobre,
molibdeno, oro, plata, níquel, cromo, cobalto, platino,
estaño, manganeso, vanadio, plomo, zinc, titanio, uranio y
otros minerales.

Sin embargo, en cuanto al aprovechamiento económico de
este tipo de recursos, los expertos afirman que si bien es cierto
no existen barreras tecnológicas infranqueables sí
hay ciertas limitaciones que conviene tener en cuenta. De
partida, existe una limitación obvia para la
búsqueda de yacimientos antárticos, por la
cobertura del hielo y las barreras mar afuera.  Algunas
técnicas habituales de prospección en climas
templados, tales como geoquímica, métodos
geoeléctricos y sensores remotos, resultan casi
inaplicables en esta región.  Por una parte se sabe
que los sondeos a través de hielo son extremadamente
difíciles, mientras que para sondeos mar afuera se
necesitaría técnicas de perforación de muy
alto costo [9].

No obstante las limitaciones técnicas que actualmente
existen para la explotación de estos recursos, en el
futuro podrían constituirse en elementos vitales de
supervivencia, cuyo costo económico justifique plenamente
la inversión para su utilización.

§        
Minerales No Metálico, además de los
recursos indicados precedentemente, se ha comprobado la
existencia de algunos yacimientos minerales no metálicos,
tales como micas, cuarzo, grafitos, fosfatos, calizas, arena y
ripio, que podrían llegar a ser explotados, considerando
siempre las mismas limitaciones técnicas y
económicas señaladas para los minerales
metálicos anteriormente.

d.      Recursos
Energéticos,
este tipo de recursos naturales no
renovables son aquellos que más expectativas provocan ante
una explotación económica a gran escala.  Al
respecto, se ha podido determinar en la Antártica la
existencia de yacimientos de carbón, posibilidades de
utilización de energía geotérmica y
explotación de hidrocarburos.

La sola presencia, especialmente de hidrocarburos, y las
posibilidades potenciales de explotación como fuente de
energía, reafirma el trascendente valor geopolítico
que tiene la Antártica, el que se incrementa aún
más si se considera la posible existencia de minerales
radioactivos como el uranio.

§        
Carbón, este ha sido el primer recurso de tipo
energético detectado en la Antártica desde el
inicio de las investigaciones.  El carbón se
encuentra asociado a sedimentos carboníferos,
pérmico en capas cuyos espesores fluctúan entre 2 y
9 metros.  Los potenciales yacimientos se ubican
fundamentalmente en las zonas altas del continente
antártico.

§        
Recursos Geotérmicos, se han localizado varios
centros de actividad geotérmica, importantes para un
eventual desarrollo de programas de aprovechamiento de este tipo
de energía. Estos recursos se encuentran asociados a
manifestaciones activas en la cadena neovolcánica
existente en la península antártica e islas
adyacentes y en el volcán Erebus en el sector
neozelandés.

§        
Hidrocarburos, según los estudios realizados
respecto a la posible existencia de hidrocarburos en la
Antártica, es posible diferenciar cuatro grandes
áreas de interés prospectivo para  la eventual
explotación de gas natural y petróleo:

§         Mar de
Ross – Mar de Weddell

§         Margen
continental de la Antártica occidental

§         Margen
continental de la Antártica oriental

§         Cuencas
Intercratónicas

Es importante considerar que la cuenca del Mar de Weddell se
presume contiene una secuencia de estratos sedimentarios
clásicos del Mesozoico y Terciario, de 3.000 a 5.000
metros de espesor, comparables a las cuencas de Magallanes,
Neuquén, Mendoza y Putumayo  de la América
Austral[10].

e.      El Hielo, otro
recurso muy interesante, que normalmente no se considera como
tal, es el agua (H2O), que representa una de las grandes riquezas
de la Antártica, estimándose que sus reservas
constituyen el 80% del total de agua dulce del planeta
equivalente a unos 24 millones de kilómetros
cúbicos aproximadamente, convirtiéndose en un
recurso potencial de primer orden, para el abastecimiento de la
población mundial, además de otros diversos
usos.

Al respecto, se han explorado algunas posibilidades de
trasladar masas de hielo de agua dulce desde el continente
antártico al desierto más notable de América
del Sur, el desierto de Atacama.  También los
árabes analizaron la posibilidad de llevar un iceberg al
medio oriente.

La posibilidad de utilización de este recurso existe,
pero hay algunos problemas relacionados con el transporte que se
deben solucionar,  pero algún día cuando se
vaya acabando el agua potable para el consumo de la
población en el planeta, existe una fuente casi inagotable
de agua en la Antártica para la supervivencia de la
especie humana[11].

f.        El
Turismo,
este aspecto, aunque incipiente, ya muestra un
importante valor económico, especialmente por las
actividades que ofrece al "turista especializado" la
emoción de un espectacular paisaje glaciado, una fauna
endémica, una flora que llama la atención por su
increíble adaptación a un estrecho espacio rocoso
en la inmensidad helada y un modelado marino de formas singulares
que constituye un conjunto único en el mundo.

Sin embargo, los recursos turísticos quedan
restringidos a las zonas costeras, especialmente en los sectores
insulares y en la península, debido a la escasa
infraestructura existente y a las posibilidades de acceso en
otros lugares del continente antártico.

1.3.       FACTOR
ESTRATéGICO.

a.      La Antártica
Y
La Geopolítica Marítima.

§        
Rutas Marítimas, existen pocas rutas entre el
Océano Atlántico y el Océano
Pacífico.  La primera y más conocida de ellas
es la del Canal de Panamá,  otra es el Paso del
Noroeste en  Canadá aunque bastante difícil
por razones de hielo y otras consideraciones políticas con
los Estados Unidos.  La tercera es el Paso de Drake, entre
la Península Antártica y América del Sur,
única ruta marítima para ir de Atlántico a
Pacífico en el hemisferio sur entre océanos
abiertos.

Entre la Península Antártica y América
del Sur se forma lo que se llamaría un cuello de botella
que tiene unas 600 millas o 1.000 Km. aproximadamente, pero en
invierno esa distancia se va acortando debido a la presencia del
hielo antártico.  Asimismo, en aguas interiores, se
presentan otras dos puertas naturales interoceánicas, el
Canal de Beagle y el Estrecho de Magallanes.

Durante la guerra fría existió cierta
preocupación porque los rusos tenían un
interés en dominar el continente Antártico. 
Esta situación fue el factor que impulso, especialmente a
Estados Unidos en mantener una importante presencia en la
Antártica para proteger estas rutas marítimas.

De este simple análisis, se puede evidenciar la
importancia o valor geoestratégico de las aguas
subantárticas como de las antárticas. 
Asimismo, de aquellas posiciones terrestres que podrían
favorecer el empleo de medios navales de superficie, aeronavales
o submarinos, convirtiendo a la Antártica en una
posición naval estratégica de repercusiones
continentales o mundiales.

§        
Islas Australes, la importancia de los territorios
insulares australes radica en que permiten visualizar la
ligazón natural existente entre América del Sur y
el continente antártico, a través del Arco de las
Antillas del Sur o de Escocia que se inicia en las Islas del
Canal del Beagle, siguiendo por  la Isla de los Estados e
Islas Georgias del Sur, continua por las Islas Sandwich del Sur,
pasa por las Islas Orcadas del Sur, hasta las Islas Shetland del
Sur, para conectarse con la península antártica,
donde sus formaciones montañosas son llamadas
"Antarandes", es decir, los andes antárticos precisamente
por su continuidad geológica.

Esta teoría, dice que debido a esta placa
tectónica de Escocia, que forma el mar del mismo nombre y
ciertos fenómenos geográficos y oceánicos,
el Océano Pacífico no termina en Cabo de Hornos
sino que realmente llega hasta las Islas Georgias del Sur. 
Lo anterior podría ser de poca importancia, pero la
existencia de la tesis "bioceanica" sustentada por
geopolíticos chilenos y argentinos, que dice que Argentina
en el Atlántico y Chile en el Pacífico, hace
necesario definir la línea divisoria entre
Atlántico y
Pacífico[12].

Las islas australes cobran especial importancia en el contexto
del valor geoestratégico de la Antártica y en este
sentido han sido y pueden continuar siendo fuentes de conflicto
entre las naciones que tienen intereses en el continente
antártico, especialmente si se considera que en el caso de
Argentina y Chile existe el concepto de "países
tricontinentales", es decir, definen su soberanía sobre
territorios continentales, insulares y antárticos.

En cuanto a las Islas Falkland o Malvinas, estas tienen una
relación importante en los reclamos antárticos que
formulan Argentina y el Reino Unido.  Lo anterior, debido a
que los ingleses basan logística y políticamente su
presencia antártica en la península, en la
posesión no solo de esas islas, sino también de las
Islas Georgias del Sur y Sandwich del Sur.

b.      La Antártica
Y
La Geopolítica Aeroespacial.

§        
Rutas Aéreas, la aviación en la
Antártica comienza el año 1928.  En Isla
Decepción se construye una pista aérea bastante
básica, casi improvisada, todavía existen ciertas
instalaciones de apoyo al programa de aviación ingles y
norteamericano.  La intención inicial fue en cierta
forma hacer un paralelo con el Polo Norte, ya que las rutas
más eficaces desde América del Norte hacia el
oriente cruzan el Polo Norte o por lo menos entran al
círculo ártico y cruzan por encima del mundo para
llegar a Japón, Corea, y otros países del Asia.

Sin embargo, en sus inicios estas rutas aéreas polares
australes no alcanzaron el desarrollo o éxito esperado por
no ser económicamente rentables debido a las reducidas
necesidades de transporte, por este medio, entre Argentina y
Chile con algunos países como Australia y Nueva
Zelandia.  En la actualidad los vuelos transcontinentales a
través de las rutas polares antárticas son una
realidad.  Se llevan a efecto por diferentes países y
con total normalidad y frecuencia.

Asimismo, con los años ya transcurridos, en la
Antártica se ha configurado una red de pistas y
aeródromos, que permiten la operación de aviones no
solo livianos, sino también medianos y pesados.  Lo
anterior, podría significar en el futuro su
utilización sistemática con conexión
internacional a diferentes continentes, como Africa,
América del Norte, América del Sur y
Australia.  Es decir, la Antártica se podría
estar incorporando a la aeronáutica mundial.

§        
Programas Espaciales, sin embargo, de la fisonomía
de la geografía Antártica se desprende
además una consideración científica que
hasta hace algunos años era bastante desconocida, y que
reviste un trascendental significado geoestratégico. En
efecto, a diferencia del Océano Ártico, la
Antártica corresponde a un continente emergido que abarca
una extensión de 14,5 millones de kilómetros
cuadrados de hielos que asumen una conformación convexa,
que alcanza en su sector interior central una gran altura. Es
así como el Polo Sur de la tierra se ubica sobre el
continente Antártico a una altura cercana a los 3.000
metros sobre el nivel del mar. Esta característica
geográfica revierte, a su vez, en una consecuencia
climatológica singular. La enorme acumulación de
hielos determina un régimen de temperaturas extremadamente
bajas a lo largo de todo el año que induce
consecuencialmente a un constreñimiento acentuado en la
dilatación vertical de las distintas capas
atmosféricas asentadas sobre el continente. Estudios
especializados revelan una extensión altitudinal
máxima de entre 6,5 a 7,5 Km. para la troposfera en esta
latitud polar, y que contrasta decididamente con los 14 a 15
kilómetros observados en las latitudes
intertropicales.

A esta ausencia de dilatación atmosférica
vertical se le añade la existencia de una velocidad de
rotación circunferencial muy baja (incluso inexistente a
90° en el polo mismo), que no provoca el efecto
dinámico de dilatación centrifugal adicional a que
está sometida la atmósfera en todas las restantes
latitudes del planeta. En consecuencia, dos razones distintas,
una de régimen térmico y la otra dinámica,
convergen para determinar una dilatación vertical
restringida de la atmósfera sobre el continente
helado.

Sin embargo, si a estas consideraciones básicas
descritas se les suma la altura de 3.000 metros a la que se ubica
el Polo Sur, se visualiza entonces que por encima de este
último punto se acumule muy poca atmósfera,
aproximadamente una capa con un espesor no superior a 3 ó
4 kilómetros. Por lo tanto, el corazón interior del
continente Antártico corresponde a aquel lugar de toda la
superficie del globo terrestre, que tiene la mayor proximidad, y
consecuencialmente la mayor y más expedita
comunicación, entre la tierra y el espacio
extra-atmosférico. Formulada esta característica
provocativamente se puede concluir que geopolíticamente la
Antártida actúa como una verdadera "ventana abierta
al espacio cósmico".

Sin duda alguna esta     característica
de geografía física le otorga a la Antártida
un  significado geoestratégico de insospechadas
proporciones y proyecciones, en un momento en que los avances
          
tecnológicos y científicos de las potencias
mundiales le asignan un creciente valor estratégico al
espacio cósmico en sus programas de    defensa
estratégica figura 2.

Cabe destacar también en este contexto que, a
diferencia de la opinión generalmente difundida, el
interior, es decir, el corazón del continente
Antártico, se caracteriza por un tipo climático muy
particular. Comúnmente suele hacerse extensiva, por
analogía, a todo el continente la tipología
climática que rige en la periferia Antártica
influenciada por las superficies oceánicas australes.
Allí se ubican la mayoría de las estaciones
meteorológicas de observación. Sin embargo, ese
entorno periférico semioceánico está
alejado, en más de 2.000 Km., del corazón
continental de la Antártica. Confluyen en este
ámbito polar interior, una vez más, las premisas
básicas que configuran una tipología
climática clásica de "desierto frío
continental interior de altura". Por esta razón no pueden
extrañar entonces los sólo 100 a 120
milímetros de precipitaciones anuales que registran las
estaciones meteorológicas en el polo mismo.

Resumiendo esta potencialidad Antártica que brota de
las características intrínsecas propias del
continente mismo, diríamos que se destaca su valor de
vinculación con el espacio extra-atmosférico. Se
concentra esta característica en el interior
mediterráneo del continente que tiene una impronta
climática fría y paralelamente árida. Reina,
en consecuencia, buen tiempo meteorológico y de tal manera
una situación favorable para el propósito
anterior.

CONCLUSIÓN

La problemática Antártica ha pasado a
convertirse en uno de los macroproblemas de la geopolítica
mundial. Corresponde a un espacio del planeta que tiene
suficiente gravitación geoestratégica en
términos posicionales y además de dotación
de recursos naturales como para dilucidar eventualmente el actual
equilibrio de poder al que han llegado las superpotencias. Por
esta razón, la Antártida es un ámbito que
está siendo, y será a futuro cada vez más
arduamente disputado.

A pesar de que el Protocolo sobre Protección Ambiental
prohíbe toda actividad, a excepción de la
investigación científica, relacionada con los
recursos minerales de la Antártida hasta el 2048, se
estima que en la profundidad de los mares aguardan reservas de
petróleo, oro, uranio y otros minerales.

Algunos informes afirman que el continente se ha convertido en
una "mina de oro" que despierta el apetito a nivel internacional
no sólo por sus reservas de agua dulce, petróleo y
minerales, "sino por representar para el turismo y la empresa
farmacéutica un punto estratégico del cual se
extraen millonarias ganancias".

Según se explica "las empresas farmacéuticas han
puesto sus ojos en este continente por lo diminutos
microorganismos (extremófilos) como la
glicoproteína, que impide a los peces congelarse en la
Antártica y que ha ayudado a que el pescado dure
más tiempo congelado. Estos microorganismos están
siendo explotados para investigar nuevos anticongelantes,
productos de cirugía y hasta cremas para tratar la piel y
las uñas".

Volviendo al tema de los yacimientos minerales, la certeza
acerca de la existencia de estos se corresponde con las
similitudes geológicas que se observan en áreas de
Antártida y las zonas ricas en minerales de América
del Sur, el sur de África y Australia. Además, de
los estudios acerca de la formación geológica de
los territorios.

En el continente blanco se han hallado diferentes minerales
pero debido a las restricciones legales y a los costos de
exploración, estos no han despertado gran interés
hasta la actualidad.

Sin embargo, el antecedente de 1973 cuando durante
expropiaciones de carácter científico se hallaron
hidrocarburos en el Mar de Ross, representa un icono respecto al
interés internacional sobre el continente blanco.

Según los expertos, existirían acumulaciones de
petróleo en zonas del margen continental de los mares de
Ross, Amundsen, Bellingshausen y Weddell. También
podrían hallarse cerca de la barrera de hielo de Amery.
Otras versiones indican que existirían acumulaciones en
cuencas interiores bajo el hielo continental, aunque no
contendrían volúmenes suficientes para la
explotación comercial.

Más allá de que en la actualidad resulte
extremadamente alto el valor de nuevas exploraciones, teniendo en
cuenta los precios actuales del petróleo y la escasez que
tanto preocupa, se torna, para las potencias, primordial
asegurarse el territorio para en el futuro tener la posibilidad
de buscar el "oro negro".

Se sabe que en los papeles, la Antártida es un
continente dedicado a la actividad científica.
Quizás repasando los países con mayor presencia
científica y con mayores inversiones en esa área y
comparándolos con los principales actores de la "era de
los hidrocarburos", se pueden entender porqué se plantea
al sexto continente como futuro escenario de disputas.

El país que más dinero invierte en actividades
científicas cada año es Estados Unidos con
aproximadamente doscientos sesenta millones de dólares.
Esto significa tres veces más que cualquier otro
país, según datos vertidos en el informe del diario
La Segunda mencionado anteriormente.

Otro de los grandes temas relacionado a las riquezas de la
Antártida es el agua. Cuando en un futuro que nadie sabe
cuán lejos está, el agua también sea un bien
escaso y se dispute su apropiación, el continente
gélido también se ubicará en el ojo de la
tormenta. Aunque claro está que el planeta todavía
tiene varias reservas mucho más accesibles las
antárticas, muchas son las voces que pronostican que la
contienda por el agua tarde o temprano terminará
allí.

Aproximadamente el 70 por ciento del agua dulce del planeta se
concentra allí. Lo que significa que inevitablemente se
necesitará del agua allí depositada para saciar la
sed de la humanidad. Según datos de la Organización
Meteorológica Mundial, la escasez de agua potable es uno
de los principales obstáculos para un desarrollo
sostenible. Hoy por hoy, casi un tercio de la población
mundial vive en zonas con permanente déficit de agua.

La mantención del Tratado Antártico constituye
un importante resguardo temporal a los intereses nacionales en
torno al continente helado.

Bajo el sistema general establecido al amparo del Tratado
Antártico, nuestro país debe asumir la
responsabilidad de ser el país más cercano a ese
continente y otorgar todas las facilidades y ayudas a su alcance
en la forma que establece el Acuerdo Antártico. Asimismo,
ha visualizado con acierto en torno a su rol antártico, un
importante potencial de desarrollo nacional en el ámbito
inherente a la exploración, la ciencia, la
tecnología y el turismo del siglo XXI. El transporte, la
logística de las expediciones, el soporte del turismo
ecológico y el desarrollo de tecnologías
innovadoras para la supervivencia humana, constituyen algunas de
las áreas promisorias que han de ser abordadas por
nuestros industriales y empresarios, todo lo cual paulatinamente
va transformando nuestro vínculo antártico en un
Proyecto Nacional.

La trascendencia de este Proyecto Nacional Antártico,
adquiere relevancia máxima frente a la importancia
estratégica y económica del Continente Helado como
reserva energética y de agua dulce, así como
elemento regulador del clima mundial y depositario de
múltiples recursos. Sin embargo, ante la eventualidad no
deseada del término del Tratado Antártico, nuestro
país debe prepararse adecuadamente para hacer valer en los
nuevos escenarios que pudieren surgir, sus incuestionables
derechos soberanos. Lo anterior exige revitalizar nuestra
Política Nacional en la Antártica a través
de la asignación de los recursos necesarios para enfrentar
los crecientes desafíos actuales, y continuar impulsando
el Proyecto Nacional Antártico a través del
establecimiento de las condiciones e incentivos que induzcan a
una participación activa de múltiples sectores
nacionales.

Y si el país no pudiese desarrollar este Proyecto
Nacional, es importante remarcar que como Chile se encuentra
Argentina, resulta imprescindible mirar al futuro y considerar la
actuación en conjunto. Para ello lo que se requiere es una
política binacional conjunta (lo esencial sería una
estrategia sudamericana).

Cada vez que se necesita defender algo sobre todo los derechos
de una nación existen variadas formas de hacerlo ya sea
por la vía de la negociación, diplomacia, tratados
o por la vía violenta de la guerra. Pero el arma
más poderosa siempre será la historia y los
documentos de que ella existan, es por esto que Chile tiene mucho
que ganar a la hora de exigir sus derechos en el continente
antártico. Son muchos los documentos que acreditan esta
condición y que dan cimiento a una pretensión que
jamás se debe abandonar,

Tal vez hoy no se le asigne el verdadero valor que esto
significa, pero solo basta ver el ritmo que lleva el desgaste del
planeta y sus recursos para sacar lamentablemente cálculos
que llevan a un mundo con escasez de recursos naturales los que
significaran que el país que los posea, será como
hoy lo son los grandes productores de petróleo, una
potencia que tendrá mucho que decir.

Chile no debe olvidar en ningún momento este tema y
aprender de los errores del pasado que han significado que Chile
ceda territorios que por historia siempre fueron nuestros.

BIBLIOGRAFÍA

1.       Quadri, Pedro Ricardo,
La Antártida en la Política Internacional,
editorial Pleamar, Bs. As., 1986, Pág. 17.

2.       Pinochet, Oscar.
(1974). Antártica Chilena. Ediciones Andrés Bello.
p.48.

Pedro Romero, ANTÁRTICA (Santiago de Chile: Instituto
Antártico Chileno, 1989).

3.       Jack Child, Dr.,
Profesor de Español y Estudios Latinoamericanos, American
University, en conferencia   sobre LA ANTÁRTICA
dictada en el Colegio Interamericano de Defensa el día 10
de Diciembre de 1998.

4.       Mateo Martinic Beros,
¿Qué Hacer en la Antártica?, Instituto de la
Patagonia, Punta Arenas, 1972.

5.       Palazzi, Rubén
Oscar, Antártida y Archipiélagos
subantárticos, Factores para su análisis, Tomo I,
Escuela Superior de Guerra Aérea, Fuerza Aérea
Argentina, Bs. As. 1987.

 

 

 

 

Autor:

Manuel Reyno Momberg

MBA Magíster en Gestión Empresarial

Mayo de 2006

UNIVERSIDAD TéCNICA FEDERICO SANTA MARÍA

Departamento de Industrias

MBA

[1] QUADRI,
Pedro Ricardo, La Antártida en la Política
Internacional, editorial Pleamar, Bs. As., 1986, Pág.
17

[2]PINOCHET, Oscar.
(1974). Antártica Chilena. Ediciones Andrés Bello.
p.48.

[3] PINOCHET, Oscar.
(1974). Antártica Chilena. Ediciones Andrés Bello.
p.67.

[4] PINOCHET, Oscar.
(1974). Antártica Chilena. Ediciones Andrés Bello.
p.76.

[5]
PINOCHET, Oscar. (1974). Antártica Chilena.
Ediciones Andrés Bello. p.76.

[6]
PINOCHET, Oscar. (1974). Antártica Chilena.
Ediciones Andrés Bello. p.77.

[7] Pedro
Romero
, ANTÁRTICA (Santiago de Chile: Instituto
Antártico Chileno, 1989).

[8] Pedro
Romero
, ANTÁRTICA (Santiago de Chile: Instituto
Antártico Chileno, 1989).

[9] Pedro
Romero
, ANTÁRTICA (Santiago de Chile: Instituto
Antártico Chileno, 1989).

[10] Pedro
Romero
, ANTÁRTICA (Santiago de Chile: Instituto
Antártico Chileno, 1989).

[11] Jack
Child
, Dr., Profesor de Español y Estudios
Latinoamericanos, American University, en conferencia  
sobre LA ANTÁRTICA dictada en el Colegio Interamericano de
Defensa el día 10 de Diciembre de 1998.

[12] Jack
Child,
Dr., Profesor de Español y Estudios
Latinoamericanos, American University, en conferencia sobre LA
ANTÁRTICA dictada en el Colegio Interamericano de Defensa
el día 10 de Diciembre de 1998.

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