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El amor de la familia es el más imperfecto (página 2)



Partes: 1, 2

     Si se quisiera catalogar en
orden alfabético, mil actos en cada letra del alfabeto de
las madres, se encontraría siempre el mismo santo
egoísmos maternal
 y sería otras tantas
sentencias de la imperfección del amor de
familia. Pero
lo expuesto basta para la confirmación del epígrafe
y cada uno de los hombres guarda recuerdos de su niñez de
esos actos maternos, de miles y miles de indulgencias de la
madre, ocultando las travesuras al padre; y hay que confesar, que
muchas veces han causado graves daños a la sociedad.

     No es que el padre de familia no
esté dispuesto a la indulgencia; pero aplica ésta
campaña del correctivo, porque el padre está
más en contacto con la sociedad (en estos momentos hay
poca diferencia) y es un tanto más duro de corazón,
porque está más curtido en las luchas sociales que
la madre, y además, porque la madre representa el amor de la
Naturaleza y
el padre representa la Justicia de la
Ley. Esto es
en regla general.

     Por el sacrificio que encierra y el
mandato imperativo de la conservación de la especie y
servir de base a la sociedad, ese amor tan imperfecto, es amor
sagrado en su Conjunto.

     Esto no se ha encontrado en
ningún pueblo de la familia
humana, y lo que es más grave. En ningún hogar; y
se confirma que la familia está mal constituida
 bajo leyes de
privilegios y extorsiones y es causa, la mala familia, de la mala
sociedad.

     La familia está representada
en la naturaleza, en la ley de germinación. Ver cuanto
cuenta preparar el terreno antes de tender la semilla, pues tiene
que concurrir todo el progreso y leyes científicas y
naturales en herramientas,
abonos, esfuerzos, fuerzas, conocimiento y
deseos; y es preciso también el CALOR Y
AGUA, para
pudrir la semilla; pero aquél la vivifica por una
metamorfosis de vida, y en de morir, nace una planta de una
especie, que a su vez, se convierte en padre de varios tallos que
multiplican al mil por uno la semilla.

     Aquí está claro el
concepto de la
familia y la sociedad en la misma ley metafísica
y natural, donde no hay desigualdad ninguna.

      La producción responderá el grado de
cultivo, esfuerzos, abonos, calor y humedad y querer
Psíquico-Magnético de los cultivadores; todo los
cual somete a la semilla al de su vida, para dar vidas
multiplicadas, que serán el premio al sacrificio y al
trabajo.

     La familia es metafísica y
naturalmente igual: y como la producción de la semilla
sembrada es la cosecha, que será el bienestar de los
cultivadores, el producto de la
familia, son los hijos, que entre todos los de los hogares con
sus padres, forman la sociedad, que será más buena
o más mala, con arreglo matemático a la moral de las
familias, que es lo que se equipara al trabajo del cultivo del
campo que habrá de dar más o menos cosecha.

     Cuanto mejor será el cultivo,
mejor será la cosecha; cuanto más buenas son las
familias, mejor será la sociedad.

     Con esto, se comprenderá con
cuanto interés se
debe cultivar la familia que desde hoy tiene que componer la
sociedad, en la que no caben desigualdades de derechos, sino que debe
primar el bien común.

    Ha sido un gravísimo error, querer
que el bien de la sociedad dependa de la familia, porque esto
exageró el egoísmo natural, consagrándolo en
derecho de
propiedad privada, lo que ocasionó el acaparamiento en
perjuicio de los nobles y desinteresados, que
históricamente que fueron siempre y únicamente, los
productores en todos los órdenes.

     No. El bien de la familia, debe
prevenir el bien de la sociedad; pero no se puede pretender esto,
bajo las leyes que autorizan la propiedad
privada.

     Las leyes de propiedad, obligan al
jefe de la familia a procurarse por el esfuerzo o por su astucia,
lo que ha de menester; y de aquí que no pueda ser moral el
régimen que  desconoce derechos y concede
privilegios,
lo que hace de cada familia un gobierno
singular, egoísta e imperfecto; porque, aunque quiera y
tenga cada familia grandes riquezas, no puede bastarse a
sí misma.

     Se entiende bien, que bastarse a
sí mismo, es ser su propio maestro, sastre, albañil, herrero, carpintero, pintor,
boticario, médico, ingeniero, agricultor y demás.
Es decir, que no necesite que nadie haga, ni produzca nada para
él; por lo que tendrá fundiciones, aserraderos,
universidades, se sacará el mineral, cortará
bosques, sembrará, etc. ¿No puede se esto? Entonces
se confirma que la sociedad es más perfecta que la
familia; y se prueba evidentemente, que el amor de familia es una
imperfección; y que la sociedad debe ser la regule a la
familia; lo que quiere decir en buenas palabras, que la sociedad
debe considerar a cada familia como un almácigo, del que
del que saldrán las plantas que
compondrán la sociedad y será a cargo de
ésta la clase de
plantas que críe cada almácigo.

     De esta verdad salida de análisis de la familia y la sociedad, nace
por su fuerza en la
punta de la pluma, lo que no estaba en mi intención decir
aquí: que se impone el régimen de la Comuna,
 bajo el cual sólo habrá familias perfectas,
porque será más perfecta la sociedad
¡Qué potente es la Ley, que sabe obligar sin
imponer! Yo he filosofado y la razón obligó a decir
y sentar el axioma y no me impuso la fuerza bruta; no me
extorsionó. Pero la razón, sí me
obligó. Así debe procurarse que esté todo en
la sociedad: que todo obligue a todos sin nadie imponga a
nadie;
y para esto es necesario perfeccionar la familia.

     Falta un punto que exponer para
completar nuestra afirmación de que el amor de familia es
el más imperfecto; y es que, no todos los individuos de
una familia son afines. Lo afín no es contrario,
riñe.
Luego los individuos consanguíneos
riñen y aun se matan, es porque no son afines.
Puede haber algunas excepciones de pasiones momentáneas
por extrañas influencias; pero esto no modifica la Ley
general, ni mi afirmación.

     El secreto de la Ley de unir por los
lazos de la familia a individuos enemigos, es porque todos nos
tenemos que amar y reconocer como hermanos. Pero el lazo creado
por nacimiento de unos mismos padres ya no se puede anular
jamás y no es por la sangre, que
acabaría la afinidad, con la vida del hombre. La
afinidad subsiste por la parte alma que
tomamos del alma de nuestros progenitores y ésta subsiste
eternamente.

     El amor de la carne, es un amor
animal, brutal: pero de Ley inflexible para la
perpetuación de la especie. En el hombre,
como en los irracionales, esa unión es brutal; impositora
hasta la tiranía; pero el lazo que crea en dos seres que
funden sus almas, perdura en los dos individuos, aunque la
unión sea fortuita; que, así parezca, será
raro que no sea una deuda contraída por lo
tanto un deber.

     En los irracionales parece que el
cariño sólo queda de parte de la hembra, pero no es
así, ni aun en las fieras, que comparten la carga del
cuidado y la procura de alimentos
más de parte del macho, que de la hembra que amamanta a
los cachorros o cuida de los polluelos. Lo que confirma que,
la fusión
de sus almas por la unión de cuerpos,
les impone la
crianza de sus hijos y su nido o madriguera representa el hogar
del ser humano y por ende la familia.

     "La Ley es una y la substancia una",
hemos proclamado, y es lo mismo para lo irracionales que para
todas las especies; pero que, el que peor cumple esta suprema Ley
y la cumple rigurosamente, aunque sea sólo en su primera
parte, porque el aguijón del deseo se muestra
irresistible, porque lo fuerza la naturaleza, llamándolo
con el supremo goce que ésta tiene para la materia.

      El estudio de esta Ley es
infinito, porque cada caso es un capítulo de diferente
grado, bien que sea similar a todos, como procedente de la misma
Ley; pero difieren todos los capítulos, párrafos,
artículos e incisos, en un gado.

     El amor de la carne nos hace ver
extravagancias, sublimidades, delicadezas y temeridades; pero
siempre lleva aparejado la brutalidad, aun en la mayor
delicadeza; y es a causa de la imposición de la
Ley.

     Mas hay tales leyes de
represión al amor de la carne, que la legislación
Civil es un absurdo;  pero la religiosa es una
blasfemia que escandaliza a los seres y lo9s deprime; pero
los hace buscar medios de
burlar la Ley, lo cual es cometer muchos crímenes,
además del suicidio
propio; pero que todo esto lo tenemos que estudiar en sus
correspondientes capítulos.

     A pesar de todos los
obstáculos, rodeos y regodeos, todos son
víctimas obedientes del amor de la carne,
el que cobra
muy caro su galardón de goce y de hijos, pues nos obliga a
formar familia.

     Pero hay algo más tremendo que
la Ley de la carne impone al varón y es el tremendo
precio a que
le vende la posesión de la hembra. La naturaleza no vende
nada. Pero como tampoco da nada de balde ni regalado, puesto que
hay que conquistarlo y devolver los frutos obtenidos de todo lo
que tomamos de ella, se dice venta, para
entendernos.

     Pero en el caso del amor de la carne,
es terrible la exigencia de la Ley; pues pide en pago nada menos
que un ejemplar de la especie y su reconocimiento, alimentación y
educación,
lo que equivale a renegar de la Libertad
absoluta de acción
y recluirse al encierro de la familia, creándose
así insoportables deberes; insoportables por causa de la
propiedad.

     La brutalidad del hombre está
amasada por ese imperio de la Ley  y por una
alianza tácita  que tienen hecha nuestras
bellas tiranas  de no concederle al hombre la
posesión de su sagrario sin previo juramento de formar
familia (hoy en día la mayoría de la juventud, no
le para a eso); o sea de casarse.

     No es que la mujer sienta
menos que el hombre el imperativo de la Ley de la carne; sino que
esta ley toma por arma vengadora precisamente  a
la mujer

 para vencer la brutalidad del hombre; y lo vence, siempre
que la mujer quiera cumplir su pacto tácito universal.

     Es por este punto natural, que la
mujer, castiga a las que rompen el vínculo social y se
convierten en mujeres del prostíbulo, a las que se excluye
de la sociedad, señalándolas como prevaricadoras y
castigándola con el desprecio.

     Aquí hay un gran sacrificio y
una imposición de otra Ley mayor, correspondiente a otro
capítulo que se tocará. Se adelanta que, que si no
fuera por estas prevaricadoras (que la hubo en todos los
tiempos), no podrían las demás cumplir su juramento
tácito, de no conceder al hombre su posesión en el
casamiento, porque no podría contar con la seguridad de
vencer la brutalidad o astucia del instinto de la
procreación; de cuya brutalidad son victimas esas
prevaricadoras,  que se sacrifican por las
castas.

     Recordar aquí la
composición del alma y cuerpo humanos, siendo la verdad
representativa del Arca de Noé, con lo que saben que,
en el cuerpo y alma humanos, conviven todos los
instintos de todas las especies animales.

     En esa comprensión, entiendan
que la mujer sólo resistirse y no ceder al hombre en aquel
momento: que si en ambos está en posesión de su
derecho, el mismo instinto específico, podría ser
la primera vez que se vean, pero se. confundirán sin
mirar consecuencias.
Es que hablaba los sexos afines y se
atraen y se funden.

     Quiero ser claro como la Luz en este punto
metafísico, que envuelve toda la fisiología y biología natural,
pues sé que le pongo a la ciencia, el
más grande y humano jalón.

    Para que la mujer resista el pedido del
hombre es preciso que no hable el sexo: el sexo
no hablará sino cuando el hombre y la mujer no hable el
mismo instinto. Ejemplo: El hombre está dominado por el
instinto del caballo y se dirige a la mujer que en aquel
momento está bajo el dominio del
instinto león; por más intrigas, astucias y
promesas o fuerza bruta que ejerza el hombre, no
vencerá a la mujer;
pero puede haber un crimen. Pero
llega el hombre dominado por el celo del león como la
mujer, y se rinde molosa, suave, en todo su ser, sin medir
consecuencias. Es que habló el sexo y es voz
omnímoda.

     Aquí, Psicólogos,
Biólogos y Fisiólogos, les queda un ito que los
conducirá por un sin fin, pero claro camino.

     Cuando se encuentran dos seres en el
mismo momento de dominio del mismo instinto, no se resisten: y
esto explica esos cataclismos de familia, que hacen página
sensacional por producirlos la fuga, el suicidio, el divorcio y
otros modos de separación de un matrimonio que
antes era un ejemplar de felicidad, según el requerimiento
extorsionante de la Ley.   

    Hay, sí, muchas otras causas
de justicia y compensación, como también de una
pasión o vicio que producen esos mismos cataclismos.

     Un mero vistazo que se dé
sobre cualquier proceso entre
enamorados, pone en la certeza el axioma explicado.

     Existe la liga tácita de la
mujer negar al hombre su posesión, para obligarlo a
casarse y no se lo podrá discutir, ni negar nadie a
Schopenhauer,
que la descubrió y la sentó.   

      El hombre la
prevé y guarda las formulas de la galantería y la
delicadeza con la mujer que ha elegido para su compañera,
la cual se ofrece en un todo para llenar y colmar el deseo de su
amado; pero ese ofrecimiento tiene una fecha por condición
y es el día del matrimonio. No se
resistirían ninguno de los dos; pero ella, el pacto
secreto del sexo
 y la educación adecuada
para rendir al hombre, la hace resistir, manteniendo en
acción el instinto mismo que en el sexo del predominante
domina y de este modo la atracción no los deja separarse y
los mantiene, su propia dignidad, el
temor a las consecuencias lo retienen y apresura cuanto puede su
casamiento para la posesión del cuerpo y alma de la mujer.
¿Y cuál es el pensamiento de
los dos? Los dos y más la mujer, aunque sabe que lleva la
peor parte, piensan en el hijo que los retrate.
    

     He aquí probado toda la
evidencia que: "El amor de la carne impone la familia" Lo que
confirma que el amor de la carne es Ley.

      El celibato es la
negación de Ley y un crimen de lesa humanidad.
¿Qué sería un mundo sin hombres? ¿Y
cómo habría hombres sino por la procreación,
por la unión de cuerpos de la mujer y del hombre? Toda
otra argumentación con capa de virtud, es una blasfemia;
es la negación de la Ley y del Autor de la Ley, el Supremo
Creador.

     ¿Tan mal organizado el Supremo
Ser, la vida y sus leyes, para que sea raza improductiva y
espúrea, sacerdotal en la religión
Católica, quiera enmendar la oración? Para declarar
la Iglesia de los
santo, de las Cruzadas y de la Inquisición, que el
celibato es una virtud y un sacramento, debió primero
haber descubierto el secreto de que nacieran los hombres sin
madre y sin la unión de cuerpos. ¿No lo han
hecho?

     Entonces el secreto del celibato es
la destrucción de la humanidad, y sólo por esta
razón esa religión no puede vivir entre los que
nacen de madre, y sentenciada queda en la Ley inflexible de
Justicia, y cerca, muy cerca está la caída de
Babilonia, la grande, la reina de las fornicaciones. Puede el
hombre faltar a  todas las leyes y si cumple la de
procreación, si engendró, es salvo.

     Mas puede cumplir t odas las leyes y
si falta a la de procreación, no se salva, porque
sólo ésta crea los lazos de vida; es pues el
celibato, contera el progreso y la armonía, y sólo
para la procreación se hacen los mundos.

     En este estado el
hombre es verdaderamente hombre; y tiene ante sí abierto
un gran libro en el
estudio de cada uno de sus hijos, y es realmente preceptor, con
cátedra abierta, y un Juez, a la vez que es un centro,
cuyo satélite es la compañera, y los hijos son
mundos de su sistema, que
deben marchar armónicos, iluminados siempre por el sol, porque en
su ausencia, su satélite o compañera debe reflejar
la luz que recibe en depósito del sol, con quien
fundió su alma, cuyos hijos serán el resultado.

     Aun cuando tenemos muchas afinidades
en la tierra, la
primera y mayor es la compañera; que para serlo, es porque
debió llenar nuestro corazón, y en ley la tomamos
para formar ese sistema planetario, a la par que para librarnos
de la intranquilidad, del celo y del acecho de esos…
angelitos, ráfagas de amor, que se escapan del los
pensamientos de muchas virtuosas bellas, que saben que su
misión
es ser madres, y quiera que no, sueñan y atraen a su
alrededor a esos espíritus que deben entrar a sus
entrañas para fabricar sus cuerpos, ser hombre o mujer,
las mujeres son las viruelas de los hombres, por lo que es de
necesidad una como vacuna una, para libarse de las demás.
Tomadla pues y cumplid el precepto. ¿Fórmulas?
¿Sacramentos? La Ley sólo dice amor.
¿Amáis? He ahí el verdadero y único
sacramento, por lo que los bendice el Padre.

    Pero se jueces de ustedes mismo y los
enseño a serlo, porque aprenden a ser sabios, y en esa
sabiduría sólo, el mundo puede llegar a su
meta.

     Un hombre sin mujer no tiene
más que media vida y ésta enferma, porque la
materia en su Ley no entiende, no puede entender de virtudes en
su maceración, coartándole sus funciones
divinas, que le son depositadas y mandado multiplicarse; y aun la
naturaleza imprime a esas funciones todo el goce y toda la
atracción que tiene, para sí atraer al hombre hacia
la mujer y a la mujer al hombre, a beber el néctar del
amor sublime, del que nacen otros seres continuadores de la
creación.    
        

    Negarle al cuerpo (pobre instrumento
del que el espíritu se sirve para crear la belleza y
elevar el progreso) del único goce que como pago a su
trabajo le da la ley, es cometer un crimen y preparar muchos
crímenes sin duda; por lo que, no se lo niegues con
injusticia; pero evita no cometer el vicio, ni el abuso, porque
sabes que los venenos matan, poro esos mismos venenos curan.

     Aun una lección suprema les
quiero dar en este punto, al parecer intrincado, y es más
claro que la luz meridiana.

     ¿Creen que algún ser
puede entrar en el mundo por puerta falsa? Si alguien tuviera tal
presunción, que presente un hombre no nacido de mujer y
sin obra de varón; quien tal presuma, destruye al Creador;
lo trata de loco, de comediante, de impostor, de injusto, y ese
no puede ser Padre, ni Juez, ni nada, sino un fantasma, una
quimera, una traición. ¿Quieren un Padre
así, que haga gracias y dé perdones? Yo no lo
conozco; si lo conociera, lo demostraría por
irracional.

     Cada ser antes de encarnar sufre un
juicio; él mismo se hace el proceso y elige padres; pide a
la ley de afinidad que le prepare todas las cosas de su causa,
para que pueda producir el efecto, sin cuya Ley nada se produce.
El Creador no puede producir cosas irracionales, ni hacer
gracias, ni otorgar perdones, porque es injusticia y no
podría pedir que cumplimiento de sus leyes, que El mismo
quebraría y acabaría de ser el autor de la
vida.

     No; al mundo no puede entrar
ningún ser por puerta falsa; y si una mujer concibe en
estado de soltera, viuda o con voto de celibato y se le
señala con el dedo, es porque nuestras leyes y costumbres
son antagónicas a la Ley, a la cual se ciñen
únicamente los espíritus para ser hombres o
mujeres, y se ríen nuestros mismo espíritus, de lo
grotesco de las leyes que no se pueden cumplir.

     Es la declaración de la
ignorancia de los hombres, señalar a la madre sin marido y
al hijo sin padre. ¿Por qué no señala el
padre de aquel hijo abandonado, que bebió el néctar
en la madre, fecundándola para olvidarla? Ese, ese es uno
de los que han hecho esas leyes; quizá sea un juez, un
cura, pero en todo caso es un hombre, que no merece tal nombre;
es un animal, que sólo vive del cuerpo.

     La mujer que concibe en tales
circunstancias, cumplió la inflexible Ley y es digna de
respeto y
acreedora a la ayuda de todos y al respeto de todas las madrea; y
los hijos (esos hijos de libertad), llamados ilegítimos
¡qué ignorancia! Son tan hijos y más del
Padre Común, como los nacido en un hogar constituido: he
dicho más, porque en los tiempos actuales, encarnar un
espíritu así es ser un héroe del progreso,
es un valiente, que viene a la dura batalla sin padrinos,
sabiendo el sambenito que le pondrán; y acaso el que se lo
ponga sea el mismo padre, que puede ser un figurón sin
corazón.

     Protéjanlos, discípulos
amados, a esos valientes; ayuda a sus madres y busca todos los
medios que los reconozcan sus padres; por ahí empieza la
civilización; y para esto les regalo,
adelantándoles este punto, en el que tienen ancho campo de
acción.

    El hombre con mujer vive la vida de los dos
y la de sus hijos; está tranquilo y sereno; no tiene
tiempo de ser
criminal; no tiene que cuidarse de si tiene camisa, ni perder el
tiempo en hacerse el alimento y demás cosas necesarias a
la vida; es reputado hombre, porque constituye número
entero en la sociedad.

     El hombre solo es un quebrado, que
sólo en casos raros es empleado por la matemática
social y constitucional; así les mando a todos los
discípulos que sena números enteros; con lo que su
poder y
nuestra influencia serán mayores; ríanse de los
ascetas, de los ermitaño y de los célibes; porque
si alguno (no lo hay domina  la carne, es su propio verdugo,
es contra la ley; y todo eso es causa del desequilibrio de la
sociedad.

    Aun cuando se puede abundar más en
consideraciones lógicas para confirmar que "El amor de la
carne impone la familia", creemos haber sido lo bastante extensos
para que el lector se haya hecho un juicio afirmativo; y
además que cada lector tiene en sí mismo hechos y
pasajes de su vida que se leo confirman.

     Sólo, pues, nos resta decir
axiomáticamente que el amor de la carne, tan brutal, tan
condenado por la Religión, a pesar de todo, es amor
sagrado, amor santo y que nadie se puede librar de él y el
que lo esquiva es un suicida y un criminal, por cuya culpa dad, y
es forzoso que la ley suprema de Justicia los separe y los lleve
a mundos donde el amor de la carne es brutal solamente, por la
falta de conciencia: Y es
porque son números quebrados fuera de la
matemática de la familia.

     La condición fundamental del
cumplimiento de  todo destino estriba en que se exponga o se
descubra en tiempo o en época oportuna. Esto es un axioma
filosófico y tiene todo el valor de una
fiel balanza.

    Pero aquí surge una pregunta del
más grande interés y va a deshacer muchos
malentendidos. ¿Existe el amor antes del casamiento, en el
hombre y la mujer?… Aquí acuden los poetas
románticos, los músicos y los Pierrots y
Trovadores, y dicen que sí; y yo, aun a truque de sus
terribles gestos, digo que no. ¿La prueba? Pues que ni
Trovadores, Pierrots ni románticos, forman hogar, aunque
lo haga alguno que otro músico o poeta serio, lo cual no
quiebra la
generalidad.

     Esos… señores…
sólo tiene, conocen y cantan al embrión del
amor,
la ilusión del amor… en música, que a veces
no es ni celestial. Porque su amor y su música son…
ridículos.

    Ya se dijo que el amor hace ver
excentricidades, locuras, heroicidades y temeridades, pues el
amor sin correspondencia es un amor huérfano, o
niño, o desengañado, que es los mismo que decir un
amor enfermo,  sin rumbo, y eso no es amor; es el
embrión del amor por nacimiento o por decrepitud: amor
propio de los precipitados  poetas, románticos
músicos, Perrots y Trovadores, que cantan a la luna
insensible o a una veldad imaginaria, con las cuales no pueden
ser hombres: y el amor es sólo de hombres y mujeres reales
y vivos, ya que en espíritu son el amor del Padre.

     Bajo este juicio verdadero, hay que
sentar que los enamorados no se aman: se quieren, que no
es lo mismo: se tiene simpatía, si la afinidad los puso
enfrente; pero mientras no funden sus almas, no se aman, no
pueden amarse; pero están al margen del amor.

      Pero ahora surge otra terrible
pregunta, que va a hacer temblar a muchos matrimonios. ¿Se
ha fundido el alma de los esposos por la unión de los
cuerpos? Aquí me salvan mis conocimientos mecánicos
y electricistas; la ley de la fundición dará la
solución.

     "Fundir" quiere decir algo que se
puede hacer líquido, que es escudillado (vaciar) en un
molde, sale una figura semejante a la matriz  que
sirve de molde receptor. Entonces, hay que rendirse a la
evidencia y sentar que, las almas de los esposos no se funden
mientras no hay concepción de un semejante; de un
hijo.

     Y entonces ¿qué se
efectúa en la unión de cuerpos, si no hay
concepción? La misma ley Químico-Física da la
solución. En una fundición se persigue hacer un
homogéneo, para darles a todos un mismo valor, un mismo
temple y un mismo ser. Esto es lo que sucede en los matrimonios
sin hijos y tienen un grandísimo valor metafísico,
moral y estético; es una preparación para
otra ocasión poder crear el objeto perdurable.

     Hay otro secreto de la Ley y es que,
el amor debe sentirse por los efectos, ya que él es
causa intangible; y así es que el amor del espíritu
sólo lo puede apreciar el hombre ilustrado en el
sentimiento moral, que puede ver los efectos sublimes de la
ternura, la benevolencia, el altruismo, el valor y demás.
El amor de la tiene por base el deseo, el placer y el goce
animales, lo que está en los sexos. La Ley se sirve de
esos medios como acicate y lleva al hombre al redil, abandonando
su libertad salvaje para convertirse en libre
civilizado,
 ya que en la unión de cuerpos
empezará la afinidad, puesto que la fusión del alma
e instintos animales, hace una buena aleación
 para luego fundir las almas humanas y
engendrarán un semejante  en la fusión
de sus almas.

     Encontramos, pues, en este estudio
del amor de esposos grandes sorpresas, que son acusaciones graves
a los hombres y las leyes que rigen el matrimonio.

     De los fundamentos que se han
expuesto, nace la evidencia de que antes de la fusión de
las almas, de la cual nace un semejante, no existe el amor de
esposos, ni pueden decir los novios que se aman; presienten el
amor,  tiene deseos de amarse, se son simpáticos,
hablan los sexos y está todo dispuesto para amarse como
esposos. Hasta ese momento (y en el supuesto que sea la afinidad
espiritual la que los atrae) es el amor de hermanos el que tienen
los prometidos que se disponen a elevarlo al grado supremo de
esposos, que es el primer parentesco; el segundo, el de los
hijos; y el tercero el de hermanos.

     Pero como quiera que sea, cuando ya
se llega al caso formal de compromiso, ambos compromisarios
tienen un común primer pensamiento: el hogar.  

     Esta imposición natural no
procede de ninguna ley civil ni mandato religioso; es innato el
sentimiento en todos los seres animados, cuyo ejemplo vivo
está en todos los animales irracionales; pues en cuanto
entran en celo y se parean, nace el sentimiento materno y paterno
y con que afán los pajaritos hacen sus nidos caprichosos y
artísticos y las bestias y fieras cavan sus cavernas y
guaridas donde han de hospedar a su hijuelos. Es el hogar
enseñado por la naturaleza.  (Del libro "Los Cinco
Amores", de nuestra Escuela, por
Joaquín Trincado).

 

 

 

Autor

Pedro Sandrea

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