La importancia de la educación en el desarrollo de una cultura democrática en la Argentina
- Resumen
- Introducción
- Las condiciones culturales que gravitan
en el desarrollo económico y político de un
país. El deber ser - La
educación, el hábito lector y los desafíos
de un nuevo paradigma
escuela como
espacio de construcción social- Conclusión
- Bibliografía
Resumen
La educación tiene hoy un nuevo compromiso:
desarrollar la cultura de la democracia. Las
prácticas políticas
de los ciudadanos actuales y de los futuros (niños y
adolescentes),
en una cultura cívico-democrática, deben tener un
espacio reconocido y revalorizado socialmente no sólo en
el aula, sino también en la cultura
mediática y en las prácticas hogareñas.
La existencia de sociedades
competitivas en la producción y democráticas en lo
político depende de la construcción de verdaderas
políticas educativas que traspasen la barrera de la
simple retórica preelectoral y se transformen en un
auténtico instrumento de cambio
social.
Educar en valores es enseñar a construirse
a sí mismo sin perder de vista el principio de alteridad,
esencial para toda convivencia democrática.
Por otra parte y, desde una mirada prospectiva,
la
educación es la carta
que garantiza la viabilidad del desarrollo
integral de una nación,
a través de la actuación madura y reflexiva de sus
actores.
Introducción
El desarrollo integral de las naciones puede ser concebido
como un triángulo cuyos lados son el desarrollo
económico, la democracia
política y
la modernidad
cultural. Cada uno de esos lados influye sobre los otros en una
suerte de interacción recíproca.
"El desarrollo integral es un carruaje del que tiran tres
caballos; una troika".(Grondona,2000, p.61)
La palabra desarrollo conlleva en sí misma un matiz
temporal, ya que de algún modo puede considerarse como un
proceso
continuo de actualización de aquellas potencias que los
actores individuales y sociales pretenden alcanzar.
Esas potencias están vinculadas estrechamente con
aquellos valores que
son la esencia de la condición humana.
De este modo el desarrollo integral se lo puede definir como
un proceso de humanización que debe gravitar en las tres
aristas del triangulo: desarrollo económico, estabilidad
política y cohesión social para lograr un equilibrio que
esté en función
del bienestar común y general de una nación.
No son pocos los autores que han visto este
supuesto equilibrio como un desafío difícil de
mantener dentro de las sociedades modernas. Sin
embargo, como docente, creo que en la Educación está
la clave para su permanencia.
La Educación, dentro de un espacio
democrático, es una práctica
comunicacional de
construcción de sentidos y de transmisión de
conocimientos y creencias. Establecer políticas
públicas que revaloricen las instituciones
educativas es una forma de pensar en el desarrollo integral y
sostenido de un país.
Las condiciones culturales
que gravitan en el desarrollo económico y político
de un país. El deber ser
El desarrollo económico de un país supone un
proceso incesante de acumulación que, a su vez, genera un
sobrante, el cual se vuelve a reinvertir para generar mayor
producción. Este mecanismo, básicamente, es lo que
pone en marcha el plan de
crecimiento en la economía de un país. Un plan
que debe fijar metas a largo plazo para que resulte eficaz.
Sin embargo, en el desarrollo económico, el gran
dilema, para muchos políticos y
sociólogos, es optar por la distribución o la inversión.
Es sabido que la inversión, al
generar más productividad,
también crea más desigualdad, de modo que uno
de los importantes desafíos para los intelectuales
de hoy es tratar de equilibrar el desarrollo
económico con la equidad
social.
En las "Condiciones culturales del desarrollo",
Mariano Grondona (Grondona, 2006, p. 150 – 152) dice que existen
dos factores que permiten que, con la plenitud del desarrollo,
bajen los niveles de desigualdad social.
El primero, específicamente
económico: Aumentar el mercado interno,
a través de la necesidad empresarial de mejorar los
salarios de sus
trabajadores, a fin de convertirlos en consumidores y, de ese
modo, posicionar mejor sus productos en
el Mercado.
El segundo, de índole política: La
responsabilidad de los gobiernos
democráticos de establecer una distribución justa y
equitativa de los ingresos, en
procura siempre de alcanzar el bienestar común y
general.
Por otra parte, visto el desarrollo económico como un
proceso evolutivo, puede estar, en alguno de sus diferentes
estadios, propenso a caer en ciertas
desviaciones a corto plazo que obstruyan su directriz
principal: acumulación – inversión. Estas
tentaciones son el ocio, el consumo
excesivo, el desvío del sobrante, la competencia feroz
y el dogmatismo. El ser víctima de estos atajos
produce una suerte de regresión al ciclo premoderno
enriquecimiento-empobrecimiento, con el que sólo se
logra obstaculizar el verdadero crecimiento
económico.
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