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Don Juan de Austria (página 3)



Partes: 1, 2, 3

Sin embargo, la meticulosidad e inflexibilidad de las
instrucciones de Felipe II y la necedad del Duque Medina Sidonia
al no querer escuchar a marineros expertos, hizo que se perdiera
esta inmejorable oportunidad y se siguiera la navegación
en busca de las tropas que Alejandro Farnesio aportaría
para la Invasión.

El 31 de Julio de 1588 algunos navíos ingleses
tímidamente atacan a la flota española con
cañoneo de poco calibre a larga distancia.

Algo ocurre en el centro de mando español pues
inexplicablemente explota un polvorín del buque insignia
"San Salvador" que queda a merced de los
ingleses.

El botín para los ingleses sería
considerable.

Casi al mismo tiempo, otro navío español "
Nuestra Señora del Rosario" en
una maniobra de abordaje choca con otro barco español que
está intentando hacer lo mismo, y se rompe su
mástil, quedando sin posibilidad de hacer o rechazar
ningún ataque.

Quedando inermes, los navíos San Salvador y Nuestra
Señora del Rosario se entregan a Francis Drake y a los
marinos ingleses quienes posteriormente los llevarían a
Weymouth y Dartmouth respectivamente para ponerlos "en
exhibición".

 La pérdida de dos navíos, no parece haber
representado gran cosa para el resto de las 140 embarcaciones que
constituían la Armada, sin embargo, significaron un gran
botín para los ingleses por estar repletos de
víveres, dinero, municiones y material para el
aprovisionamiento de la Armada.

 El 2 de Agosto de 1588 tuvo lugar la única
escaramuza importante con algunos navíos pequeños y
ligeros de la flota comandada por Francis Drake.

 La flota inglesa fue puesta en fuga.

El tiempo siguió deteriorándose y tanto
españoles como ingleses debieron olvidar los combates y
buscar refugio en las costas.

Los ingleses tenían sus puertos para refugiarse, los
españoles tuvieron que navegar por las embravecidas aguas
del Mar del Norte y el Mar de Irlanda en donde la flota fue
virtualmente destrozada por los vientos y las turbulentas
aguas.

La imposibilidad de embarcar las tropas bajo el mando de
Alejandro Farnesio, por carecer de un puerto seguro,
frustró la invasión,  ordenándose el
abandono de la empresa y el
regreso a España.

Regreso que se convirtió en un verdadero infierno por
la necesidad de bordear las Islas Británicas en medio de
fuertes tormentas que terminaron por destrozar la ya disminuida
Armada.

Realmente se puede decir que el fracaso de la Gran Armada fue
un fracaso bélico mas no fue un desastre para
España, fue simple y sencillamente dicho, una importante
aventura marítima que el viento y las embravecidas aguas
hizo fracasar.

Si se acepta que fue un fracaso para España, tampoco
puede o debe afirmarse que fue un triunfo naval para Inglaterra.    

La realidad es que la mal denominada flota inglesa nunca
llegó a combatir a la Armada, su misión era
informativa, debían reportar el avance de los
navíos ingleses,  y "medir" el potencial de combate
de los ejércitos y de la Armada española.

La estrategia
inglesa era "esperar" a los españoles en suelo inglés.

Realmente los ingleses aún no tenían una 
Armada que pudiera ser considerada como tal, sino una flota de
ligeros y rápidos navíos.

El verdadero peligro para Inglaterra era una invasión
por tierra, por lo
que al no poder efectuar
el embarque y posterior desembarque de tropas en suelo
inglés, no se pudo realizar la pretendida invasión
y tanto España como Inglaterra pudieron dedicar recursos a
mejorar sus respectivas flotas………lo que
afanosamente se dedican a hacer.

Dentro del contexto global, la experiencia de este desastre es
bien aprovechada por los españoles quienes rehacen su
flota de manera tal que llega a superar con mucho a la flota de
cualquier otro país.

La historia lo
confirma, España termina por imponerse a Inglaterra
navalmente en 1604.

No fue sino hasta el Siglo XVIII en que Inglaterra llega a ser
una potencia
marítima.

España se recupera muy rápidamente del desastre
de la Gran Armada.

Una tergiversación es que se olvida que fueron los
ingleses quienes utilizaron el calificativo de Armada Invencible
más para magnificar la derrota española que para
sublimizar la inexistente victoria.

Otra tergiversación histórica  es que
tampoco en Inglaterra se reconoce el desastre de la Gran Armada
Española como un gran triunfo, por el contrario, dio lugar
a graves disturbios por la falta de pago a los marineros y
participantes en los escasos enfrentamientos y también
deben repararse las ligeras naves inglesas que sufrieron
cuantiosos daños por el mal tiempo,
situación que orilló al reino al borde de la
quiebra.

Historiadores posteriores han distorsionado los hechos para
convertir el fracaso de la invasión española en una
gran, inexistente e importante victoria naval inglesa.

Como sea, las guerras contra
Inglaterra se prolongaron por varios años
más.      

Los ingleses intentaron tomar el Puerto de La Coruña
sin lograrlo.  Desembarcaron en Cádiz en 1596 sin
mayores consecuencias.

Finalmente en 1598 se firmó la Paz Anglo-Hispana en
Verins con Enrique IV a las puertas de la muerte.

Ahora bien, no todo fueron conflictos en
el reinado de Felipe II, la incorporación del Reino de
Portugal a la Corona hispana fue fruto de la política tradicional
del matrimonio por
conveniencia y reportó temporalmente beneficios
importantes a la Corona Española.

Por otra parte y para que no quede inconcluso el tema, la
relación entre el Secretario de Felipe II, y el Secretario
de Don Juan de Austria, Juan de Escobedo, merece especial
mención.  

Independientemente de sus méritos como Secretario del
Rey, su participación en la muerte del
Secretario Escobedo fue causa de su desgracia, arresto y
posteriores problemas
 relativos al cuestionamiento de la autoridad
Real.

Ahora bien, en estricto sentido, podemos afirmar que realmente
esa no fue la causa de su desgracia, sino el episodio que
descubre su corrupción e intrigas y provoca su
caída.

Hoy se sabe que muchas acciones
fueron realizadas con consentimiento del Rey, otras con el
consentimiento tácito y en algunas más se puede
hablar de ignorancia por parte de Felipe II  que durante 10
años le tuvo la mayor de las confianzas.

Antonio Pérez reconoció en Don Juan de
Austria nobles  cualidades que no encontraba ni
reconocía en su hermano, principalmente resentía y
criticaba las  indecisiones del Rey  -que a muchos les
parecía "prudencia"-  y buscó explotarlas en
beneficio propio.

Desde 1543 fue designado por Carlos V como Secretario del
Príncipe Felipe  y como tal,  poseía
acceso total a la correspondencia íntima.

Esta alta posición fue utilizada para obtener un
gran poder y enormes riquezas pues normalmente Felipe II aceptaba
sus consejos debido a su clara inteligencia,
a su  conocimiento
de las "cuestiones de Estado", y a
un instinto político realmente notable.

Ya desde la época de Carlos V se puede afirmar que
había dos "corrientes" en el gobierno, los
"liberales" comandados por el
Príncipe de éboli y su Secretario Francisco de
Erazo y los "conservadores" bajo la dirección del Duque de Alba y el
Inquisidor General Fernando de Valdés.

Antonio Pérez era simpatizador de la facción
liberal sin poder declararse abiertamente, sin embargo, por su
amistad y
contactos con los Príncipes de éboli y
particularmente con la Princesa de éboli {Ana Mendoza}
pronto estuvo como líder
de esa facción y empezó a beneficiarse
económica y políticamente de ello.  

A la Princesa reveló secretos de Estado y juntos
comenzaron a comercializar valiosa información gubernamental.

Durante el gobierno de Don Juan de Austria en los
Países Bajos, Antonio Pérez, sin mayor dificultad,
 convenció a Felipe II de posponer una vez más
la decisión acerca de los planes de invasión a
Inglaterra presentados por Don Juan, aduciendo que con este
plan Don Juan
demostraba ambiciones personales que estaban en contra de los
intereses del Rey.

Felipe II, débilmente, argumentaba que no
sentía a España preparada para tal empresa, tanto
por la cantidad de conflictos internos que enfrentaba como por lo
riesgoso de la aventura, agravada por el éxodo de
españoles a tierras americanas con las posibilidades de
aventuras  y fortuna inimaginables.

Sin embargo, y en honor a la verdad, en este asunto de la
invasión a Inglaterra Felipe II  ya no confiaba tanto
en su Secretario por las  indiscreciones de la Princesa de
éboli que llegaron a su conocimiento, y que pudo comprobar
y mas aún desconfió de Pérez al enterarse de
la llegada del Secretario de Don Juan de Austria con el
propósito de informar al Rey sobre los planes de
Invasión y procurar su aprobación, lo que Antonio
Pérez no le había informado.

Se dice que Antonio Pérez vio un inmenso peligro si
el Secretario Juan de Escobedo llegaba a entrevistarse
directamente con el Rey, por lo que inculpó al Secretario
Escobedo de subversión y trató de convencer al Rey
de no recibirlo e incluso de ordenar su
eliminación.

Como quiera que haya sido el hecho es que el secretario
Juan de Escobedo no llegó a ser recibido por el
Rey.

Poco se sabe si Felipe II accedió o no a las infames
intrigas de Antonio Pérez, pero la muerte en pleno
Madrid de Juan
de Escobedo el 31 de Marzo de 1578 ejecutado por un grupo de
asesinos -justo atrás de la casa de la Princesa de
éboli- descubrió la participación de
Pérez e implicó al Rey en el enredo.

Se mencionan como miembros de ese grupo de asesinos a Diego
Martínez y Antonio Enríquez, mayordomo y escolta
respectivamente de Antonio Pérez, a Juan Rubio, Miguel
Bosque y Juan de Mesa que les asisten en el ataque, {personas muy
 "vistas e conocidas"  en las reuniones de Antonio
Pérez}.

Se rumora la contratación de Gabriel de Insausti
como el  asesino profesional que asesta la estocada
final.

Temeroso de que se hiciera una investigación profunda y de que "saliera a
la luz" su
participación en tan sórdido asunto, Felipe II
 mandó encarcelar a su Secretario y a la Princesa de
éboli.

Antonio Pérez logró huir refugiándose
en Aragón, donde solicita Amparo contra los
actos del Rey en su contra.

Felipe II ordenó al Tribunal de la
Inquisición hacerse con el caso,  por tratarse de
"alta traición" y con el propósito oculto de evitar
la intervención de las autoridades aragonesas, temeroso
también, -se dice- de que se descubriese su
participación en los nefastos hechos y que se hicieran
públicos  documentos en
poder de su Secretario en donde se podría demostrar su
participación en ese hecho y otros igualmente
negativos.

Una multitud enardecida por el mismo ex Secretario libera a
Antonio Pérez de la cárcel aragonesa.

Huye al extranjero y se refugia en Francia
ofreciendo sus servicios al
monarca francés.

El Rey se da cuenta del doble juego
la corrupción
de Antonio Pérez y de la inocencia de Don Juan de
Austria.

Reconoce haber sido engañado por
Pérez.

No se sabe con base en que o con que argumentos pero en
este conflicto se
entremezclaron enfrentamientos entre señores y vasallos, y
entre moriscos y cristianos además de los seguidores de
las dos facciones gubernamentales.

Tal cuestionamiento de la autoridad real molestó
enormemente a Felipe II y le llevó a ordenar la presencia
de un ejército para combatir a los sublevados,  a
cuyo frente se había situado el Justicia Mayor
de Aragón Juan de Lanuza, recipiente de anteriores favores
de Antonio Pérez.

Sofocada a sangre y fuego la
rebelión contra la autoridad real, se decapitó a
Juan de Lanuza y el monarca se reservó el derecho de
nombrar un Virrey que no fuera aragonés y al Justicia
Mayor a discreción real. Desde entonces, Aragón no
volvió a cuestionar la autoridad real.

Poco más tarde, desde Francia, Antonio Pérez
viaja a Inglaterra en donde ofrece sus servicios e
 información que da lugar a la invasión
inglesa de Cádiz en 1596 y estimula la creación y
difusión de la "leyenda negra" en contra de Felipe
II.

Tras intentar conseguir el perdón real, sin
conseguirlo, Antonio Pérez falleció en Paris en la
más absoluta pobreza en
1611.

El tan llevado y traído "plan inglés" de Don
Juan de Austria era en realidad una combinación de astucia
diplomática y táctica militar.

Por una parte se requería una fuerza militar
considerable bajo el mando de un eficiente Capitán, l.-
que tuviera el apoyo de los católicos ingleses, 2.- que
pudiera sorprender a los soldados ingleses con ataques
fulminantes y  3.- llegar a Londres triunfalmente.

Es de suponerse que Don Juan de Austria hubiera podido
logras estos objetivos.

Como complemento,  la invasión se sellaría
con la consolidación de una alianza matrimonial entre los
dos Reinos con el
doble objeto de restaurar el catolicismo y enfrentar
conjuntamente al enemigo común : Francia.

En aquellos tiempos de matrimonios "arreglados" y Alianzas
por conveniencia es casi seguro que se hubiera encontrado "la
fórmula" para llevar a cabo este proyecto,
máxime si se contaba con el respaldo de un ejército
victorioso.

Considerando la escasa disposición de Felipe II a
volver a contraer matrimonio, Antonio Pérez
hábilmente atribuyó supuestas ambiciones a Don Juan
de Austria de "pretender" celebrar un matrimonio con la realeza
inglesa, tal vez hasta con la misma Isabel I, para erigirse en
Rey de Inglaterra y con ello poder hacer a España
"dependiente" de su voluntad en los sempiternos enfrentamientos
 con el Reino francés.

Tal noción fue aceptada prontamente por el indeciso
y suspicaz Felipe II que nunca estuvo bien dispuesto, no digamos
a autorizar, sino primeramente a decidir sobre el propuesto plan
de invasión que incluía la alianza matrimonial como
presupuesto y
resultado factible de su ejecución.

Aunque como ya se ha establecido anteriormente "el hubiera
no existe" es válido especular sobre las consecuencias que
hubiera habido si la invasión inglesa propuesta por Don
Juan se hubiera realizado en el momento en que se propuso, esto
es, alrededor de 1572, cuando todavía María
Estuardo vivía- aunque prisionera de la Reina Isabel I-
 y aún no se había agudizado el conflicto
personal con
ella.

Isabel I, nace en 1533, sube al trono de Inglaterra en 1558
{con 25 años de edad} tras la muerte de su medio hermana
María Tudor……en 1559 Felipe II había
ofrecido casarse con Isabel para formar una poderosa Alianza,
así como con la pretensión de convertir tanto a la
Reina y a Inglaterra  al catolicismo.

La alianza matrimonial nunca se realizó, sin
embargo, al estar rodeados por la "amenaza francesa" y a pesar de
sus diferencias religiosas, Felipe II e Isabel I se vieron
forzados a unir fuerzas contra el enemigo común :
Francia.                     

 Inglaterra se sumó al tratado de paz de
Cateau-Cambresis de 1559 que ya hemos mencionado.

Isabel I resultó fiel a las facciones protestantes
que le habían apoyado y lo demostró con creces, ese
mismo su primer año de reinado, 1559 al apoyar
decididamente a John Knox, líder protestante
escosés, que se había planteado el objetivo de
eliminar toda influencia católica en Escocia y al mismo
tiempo a publicar las Actas que convertían oficialmente a
Inglaterra en un "reino protestante".

Con la suerte de su lado, los rebeldes logran impedir el
desembarco de la flota francesa que proporcionaría
refuerzos a los católicos escoceses.

{Isabel I  tuvo otra desafortunada intervención
en los asuntos franceses al comprar a los protestantes el puerto
de Havre -el que pensaba intercambiar por Calais-, mas sin
embargo, tras la tregua entre protestantes y católicos en
1563, Inglaterra fue incapaz de retener Le Havre firmando la paz
con Francia en 1564}.

Con estas acciones desaparecen los únicos elementos
comunes entre la política exterior de Inglaterra y
España o de Isabel I y Felipe II, por lo que las
relaciones entre ambos países van decayendo mientras se
modifican las relaciones de Inglaterra con Francia.

Isabel I era soltera y la sola idea de tener que compartir
el poder con el rey consorte le era "repugnante" lo que explica
-en parte- su negativa constante de "hablar de
matrimonio".           

Eso no le impidió que tuviera amoríos
diversos y aventuras amorosas, algunas de ellas con graves
consecuencias para su
reinado.           

Sin hijos que le sucedieran Isabel tenía como
herederas lógicas a María Estuardo y a Catherine
Grey.

Tanto Felipe II como su Secretario Antonio Pérez,
como muchos otros Consejeros de la Corte, estaban plenamente
enterados de la situación de la Reina y la importancia de
la sucesión al trono inglés, ya que además
de los canales diplomáticos usuales, tenían un
"red de espionaje"
muy extendida por las principales ciudades de Inglaterra,
particularmente en Escocia,  en donde abiertamente apoyaban
a María Estuardo,  por lo que hoy resulta
incomprensible que teniendo las oportunidades no las
aprovecharan  actuando con la rapidez que demandaban sus
intereses y las circunstancias.

También resulta incomprensible que no hubieran
tomado en cuenta el rechazo e intolerancia total, abierta y firme
de Isabel I hacia el catolicismo, manifestada abiertamente y sin
tapujos o falsas diplomacias, desde los inicios de su reinado,
reforzada por el Acta de Uniformidad y el Acta de
Supremacía de 1559 y tuvieran la "ingenuidad" de pensar
que podrían convencerla de renunciar a su posición
de "cabeza" de la Iglesia
Anglicana, -"fundada" por su padre Enrique VIII-  y al poder
y riquezas que había acumulado.

Por esta increíble petulancia y desmedido orgullo y
varias otras razones que no viene al caso examinar ahora, la
relación de Felipe II con Inglaterra estuvo marcada de
equivocaciones constantes, decisiones equivocadas y a destiempo y
no es de extrañarse que hayan ocasionado resentimientos y
malas interpretaciones en todos los niveles.

Sólo para ilustrar el punto con un ejemplo, 
consideremos la Invasión a Inglaterra pretendida en 1588
con la malograda "Gran Armada" española que estuvo fuera
de tiempo, mal planeada, y peor ejecutada.

Analicemos brevemente otros aspectos que influyen en el
desarrollo de
los acontecimientos relatados.

La
Contrarreforma

El Concilio de Trento convocado bajo el reinado de Carlos V
prosiguió con sus trabajos durante el reinado de Felipe II
y se caracteriza por la inflexibilidad en las posturas
enfrentadas con lo que las posibilidades de entendimiento
fracasaron y la ruptura ideológica se consumó
definitivamente.

Las divisiones entre protestantes y católicos no
hicieron sino acentuarse y las consecuencias políticas
marcaron profundas líneas de fractura en toda Europa.

La Administración del Imperio.

La organización política de la monarquía española se
estructuró sobre la base de dos grandes niveles
administrativo-políticos, el entorno mas próximo al
monarca y el Consejo de Estado.

El entorno más próximo al monarca  estaba
encargado de la gestión
diaria de los asuntos del Imperio, y estaba formado
principalmente por los distintos Secretarios que asistían
al Rey en la dirección de los asuntos públicos y al
parecer, eran coordinados por el Secretario del monarca.

Del Consejo de Estado dependía el Consejo de Guerra y a
ambos Consejos se añadieron los Consejos de los distintos
reinos de la monarquía.

La rama político-administrativa mas extensa la
constituía el Consejo de Estado que a su vez, estaba
conformado por varios Consejos :

El Consejo de Castilla, fundado en el Siglo XIV, situado por
encima de todos y con funciones de
Tribunal Supremo;

El Consejo de Aragón, creado por los Reyes
Católicos,

El Consejo de Indias establecido por Carlos V de enorme
trascendencia por la extensión de los territorios
americanos,

El Consejo de Italia,
conformado en 1555,

El consejo de la Inquisición,

El Consejo de Hacienda, limitado sin embargo, a los
territorios de la Corona de Castilla,

De menor trascendencia :

El Consejo de Portugal,

El Consejo de Flandes,

El Consejo de las Órdenes Militares.

Al frente de los territorios no castellanos los monarcas
situaban a representantes personales, con el título de
Virrey.

Virreinatos hubo en Navarra, Aragón, Nápoles,
Sicilia, Cerdeña, Méjico y Perú.

En los ducados, como el de Milán y Flandes la
representación real fue ejercida por los Gobernadores.

Este complejo enramado institucional dependía
directamente del Rey, cuyo poder absoluto se afirmó
durante los reinados de Carlos V y sobre todo, de  Felipe
II.

Las tareas burocráticas descansaban en un amplio cuerpo
de funcionarios reales vinculados a los distintos Consejos y era
alimentado por los licenciados de los Colegios Mayores del reino,
destacándose la Universidad de
Salamanca y el Colegio de San Clemente en Bolonia.

Finalmente estaban Las Cortes que era una Asamblea de notables
en las que a la presencia de la nobleza y el clero se
unían los representantes de las ciudades y que
tenían competencia sobre
todo en materia
tributaria.

Por debajo se encontraban los Municipios, controlados por los
notables de las ciudades y pueblos tanto del escalafón
nobiliario como de la elite comercial y gremial, gracias a la
política de "venta" de
cargos  muy utilizada para allegarse de fondos a las siempre
"gastadas" arcas reales.

Merece especial mención  que El Consejo de las
Órdenes Militares tenía entre sus funciones la
concesión de hábitos y encomiendas que cobraron
mayor importancia al establecerse la Certificación de
Limpieza de Sangre que marcaba la distinción en la
sociedad
estableciendo "niveles" en forma piramidal basada en privilegios
otorgados.

Las Finanzas del
Imperio

Como era de esperarse el Imperio tuvo sus efectos en la marcha
de la economía.   Las obligaciones
imperiales en Europa, el Atlántico y el
Mediterráneo, aunado a la llegada de oro y plata
del Continente Americano contribuyeron a la elevación
generalizada de precios
durante el Siglo XVI.

El sistema
financiero del Imperio se alimentaba con la intermediación
de los banqueros genoveses merced a la alianza establecida en
1528.

Los banqueros alemanes del reinado de Carlos V perdieron
posiciones frente a los genoveses que podían competir
ventajosamente en el financiamiento
de las empresas
imperiales con mayor capacidad y recursos.

En España se resintió el mercado interno
como consecuencia del estancamiento demográfico producido
por la epidemia de finales de siglo y la migración
hacia el Nuevo Mundo.

El estilo de vida itinerante impuesto por
Carlos V impedía el establecimiento de residencias "fijas"
por parte de los miembros de la nobleza hasta que Felipe II hace
de Madrid la sede del gobierno.

La denominada aristocracia imperial marcó las
pautas de un estilo de vida
nobiliario, demandante de un consumo de
lujo tendiente a lo suntuario, abastecido en los mercados
exteriores a los que los mercados interiores no pudieron hacer
frente.

Este estilo "nobiliario" irradió su influjo hacia
abajo, los "pudientes" en actos reflejo fundaron "mayorazgos" en
la búsqueda de la consolidación de su patrimonio y
del "prestigio" social vinculado a la propiedad
amortizada, tanto la rústica como la urbana.

El servicio de
la
administración imperial representaba oportunidades de
ascenso social y económico en las vertientes
administrativas, militares y clericales además de los
espejismos típicos de la época forjados alrededor
del Nuevo Mundo.

Esto ocasionó el arraigo del estilo de vida nobiliario,
minusvalorando las actividades comerciales, artesanales y
manufactureras.

La tierra y su propiedad se veía como una fuente de
estatus y proveedora de rentas, mas que como fuente de inversión y capitalización.

Los Certificados de Sangre desempeñaron un
preponderante papel en el establecimiento del un sistema
específico de valores y
estilos de
vida.             
     

La "limpieza de la Sangre" se convirtió en un arma
"arrojadiza" contra aquellos que pretendían ascender en la
escala
social.

Un pasado "inmaculado" sin sangre contaminada por la población juedo-conversa o mudejar fue una
obsesión entre los "pudientes" para evitar el acoso de la
Inquisición y poder ser admitido "entre los
distinguidos".

Había que evitar cualquier actividad "sospechosa" y los
oficios manuales y el
comercio
acarreaban el estigma que les vinculaba tradicionalmente a
judíos
y moriscos.

En la literatura del denominado
Siglo de Oro Español se
retrató con maestría el sistema o mas bien, los
sistemas de
valores, los usos y costumbres, los estilos de vida aceptados y
"triunfantes" mediante la construcción de arquetipos como el hidalgo,
el clérigo, el militar y el pícaro, representando
la fauna que
conquisto las calles de aldeas y ciudades españolas.

Para poder entender con mayor claridad estos efectos hay que
recordar que la
organización social en la península
ibérica estaba organizada en forma de
pirámide  con una ancha base que estaba sometida al
pago de tributos.

La sociedad
Estamental

Los individuos que se ocupaban de las labores del campo y que
conformaban el mundo de los oficios y del comercio al por menor,
con una variada gama de situaciones iban desde el campesinado
"acomodado", esto es, pequeños propietario, pero, sobre
todo, arrendatarios de tierras de los privilegiados, hasta los
jornaleros, pasando por el complejo mundo gremial, en el que
convivían maestros, oficiales y aprendices, con notables
diferencias de ingresos y
niveles de vida y "status social", desde los oficios mas
prestigiados como eran los plateros, orfebres y "doradores" hasta
los menos considerados como los curtidores o quincalleros.

A todos estos haría que agregar el colorido mundo de
"los pobres" alimentados por la práctica de la caridad y
la limosna en donde "había de todo" : desde el hidalgo
depauperado hasta el pícaro, la viuda, el ciego y o el
tullido que llenaron las páginas de la literatura con sus
andanzas y aventuras en su "lucha por la vida".

Por encima de esta amplia base social, estaban "los
privilegiados" entre los que destacaban por su número e
influencia los "hijosdalgo", que se componía desde el
hidalgo sin fortuna -magistralmente retratado por Don Miguel de
Cervantes-,
hasta la nobleza cuyos miembros mas destacados conformaban la
aristocracia palaciega, en cuya cúspide se situaba "la
grandeza" formando un selecto grupo con enormes patrimonios y
acaparadora de mercedes y dignidades reales.

Un grupo menos numeroso, pero no por ello "menos influyente"
lo constituía el clero cuya realidad era enormemente
diversa, comprendiendo desde el humilde párroco rural de
modestos recurso y fuente inagotable de inspiración
literaria hasta las altas dignidades eclesiásticas tanto
regulares como seglares, titulares de enormes patrimonios
gestionados "en nombre de la Iglesia" y cuyo "status", estilo de
vida e influencia política y social rivalizaba con el
detentado por la aristocracia – de cuyos hijos solía
alimentar sus filas-, contándose entre ellos desde
Cardenales a Obispos, pasando por priores y abadesas.

A aristocracia, altos dignatarios eclesiásticos,
miembros de la familia
real y un reducido número de altos funcionarios imperiales
formaban la cúspide de la pirámide social,
económica y política del imperio
español.

Merece especial mención el hecho de que en esta
sociedad estamental la posición de las mujeres mostraba
una enorme variedad en concordancia con la realidad social a la
que pertenecían, y tenía un papel mucho menos
"pasivo" del que suele creerse.

En las clases populares, la mujer
"trabajaba"……eran muchas las que administraban una
finca, poseían un pequeño comercio o regentaban un
taller contando con la plena autorización de las 
ordenanzas gremiales.

En las "clases elevadas" el papel de la mujer era
importantísimo, porque de los enlaces matrimoniales
dependían los enlaces de linajes y sus posesiones, y en
los casos de frecuente viudez tenían la administración de los bienes y la
tutela de los
hijos.

La Cultura en el
Imperio Español

La cultura
española de este período muestra
claramente la influencia del Renacimiento,
absorbiendo las teorías
y postulados del humanismo y el
erasmismo y de las corrientes literarias y artísticas de
Italia y Flandes.

La aparición de la imprenta en la
época del reinado de los Reyes Católicos
favoreció extraordinariamente la difusión del
pensamiento,
las ciencias y la
creación cultural.

Las elevadas tasas de analfabetismo
no fueron obstáculo para la expansión de nuevas
ideas o para la difusión de la cultura escrita, algunas de
cuyas obras gozaron de enorme popularidad gracias a la
transmisión oral y a las populares "coplas de ciego".

Empero, la censura, monopolizada por el Tribunal de la Santa
Inquisición, con su publicación del Índice
de libros
prohibidos se centró particularmente sobre obras de
temática religiosa y con particular atención a los escritos vinculados con las
Reforma Protestante, y por extensión a aquellas de
"carácter erasmista".

La exagerada obsesión por una defensa de la ortodoxia
católica extendió el brazo censor a las obras de
tendencia mística y a las relacionadas con la biblia, cuya
difusión en "lengua vulgar"
fue terminantemente prohibida.

Este mal entendido "celo inquisitorial" llevó a colocar
en el Índice a toda clase de
libros científicos, filosóficos, literarios y
religiosos, antiguos y modernos, hispanos y extranjeros.

Ese mal entendido y mal interpretado celo inquisitorial
llegó a tal punto que hasta la producción mística de Santa Teresa
de Jesús, de San Juan de la Cruz y Fray Luis de
León estuvieron en la mira de la censura.

A pesar de todo, la cultura renacentista en la época de
la monarquía hispana vivió grandes momentos.

Veamos algunos aspectos de ello.

Durante el reinado de Carlos V el pensamiento reformista de
signo eramista proliferó en los territorios del impero
gracias a las simpatías con que era visto inicialmente por
el propio Emperador.

Su influencia se manifestó, entre otros, en Juan
Luís Vives,  Alonso de Valdés y en su hermano,
Juan de Valdés, Fernán Pérez de Oliva, el
médico Andrés Laguna y esa influencia se
extendió mas allá del reinado de Carlos V.

Un claro ejemplo, lo es don Miguel de Cervantes Saavedra.

Con la Reforma protestante y el movimiento de
contrareforma surgido por y con el Concilio de Trento la
Monarquía Hispana  tuvo un papel de liderazgo,
aliado con el Papado.  El clima intelectual
cambió significativamente durante el reinado de Felipe II
y el neoclasicismo
de la Universidad de Salamanca impuso su liderazgo entre las
instituciones
educativas.

Las ciencias naturales, la filosofía, la política, la
economía y otras disciplinas encontraron un amplio campo
de desarrollo en las Universidades y en las nuevas instituciones
surgidas de mano de la expansión geográfica de la
Monarquía hispana.

Podemos mencionar como ejemplo, la creación de la Casa
de Contratación de Sevilla, la Academia Matemática
de Madrid y la biblioteca de El
Escorial.

Las realidades propiciadas por el imperio transoceánico
impulsaron la construcción naval, la navegación, la
minería,
la cartografía, etc., para cuyo dinamismo fue
imprescindible el conocimiento
científico y la innovación
tecnológica.

Mas conocida fue la explosión creativa en el plano
literario, a tal grado que se le denominó El Siglo de
Oro.

En ese contexto se desenvolvieron los Reyes Católicos
Fernando e Isabel, Carlos V de Alemania o
Carlos I de España, Emperador del Sacro Imperio Romano
Germánico, Felipe II, y Don Juan de Austria.

En segundos planos en este relato, encontraremos a
Bárbara Blomberg y a Jerónimo Príamo Kegell,
a Francisco Massy y Ana de Medina, Don Luis de Quijada y
Doña Magdalena De Ulloa, Adrián de Bues, Oger
Bodoarte, el infante Don Carlos,  el Almirante Don
Álvaro de Bazán, el Vicealmirante Don Luís
de Requesens y Zúñiga.

Complementando la lista de personajes tenemos a
Cristóbal Colón, Hernán Cortés,
Moctezuma II y Chuahutemoc, Francisco Pizarro y Atahualpa, Isabel
I de Inglaterra junto con el Cardenal Wosley, Thomas Cronwell,
Thomas Cranmer, Francis Drake y el Príncipe Guillermo de
Orange….. posteriormente entrará en contexto
Enrique VIII, Catalina de Aragón,  Pio V,
María Tudor {Bloody Mary}, Clemente VII y María
Estuardo.

Tienen su lugar especial en el texto el
Secretario de Felipe II, Antonio Pérez y el Secretario de
Don Juan de Austria, Juan de Escobedo, Alejandro Farnessio,
Francisco I de Francia, Martín Lutero, Sulimán El
Magnífico y

Relacionados con diferentes episodios en la vida de Don Juan
de Austria tenemos a Don Fernando Álvarez de Toledo, Duque
de Alba, y a la Princesa de éboli ( Ana Mendoza)

Como protagonistas que ayudaron a conformar el Imperio
Español, además de los Conquistadores y
Conquistados ya mencionados, tenemos a Vasco Núñez
de Balboa, Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano,
Gonzalo Jiménez de Quesada, Francisco de Orellana y Pedro
Francisco de Valdivia.

Y como testigo imparcial que avala el contenido
histórico y verdadero de los eventos
relatados, está  Don Miguel de Cervantes
Saavedra.

Este escrito inspiró a su autor -que desea
permanecer en el anonimato- a utilizar un seudónimo
derivado del nombre del personaje que ocupa la parte central de
este relato, al que denominó Jerónimo, El
Ciudadano, con la única pretensión de comunicar el
punto de vista de un ciudadano común y corriente que lo
único que desea es expresar sus opiniones e invitar al
lector a "pensar"…..

Cualquier comentario o sugerencia será muy
bienvenida a través de "la red": Windows Live
Spaces / Jerónimo, El Ciudadano.

 

 

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