- Egeos y Dorios; el peligro
persa - Atenas vs. Esparta
- Los macedonios, Alejandro Magno y el
Helenismo - El Derecho
griego - Atenas
- La
filosofía Política y jurídica de
Grecia - El derecho
privado positivo de Grecia
Egeos y dorios; el peligro
persa
En un rinconcito del mundo antiguo, y sólo durante
algunas generaciones, Grecia
presentó tal explosión de energías
culturales que aún en la época actual se le
considera como la fuente de muchos elementos necesarios dentro de
nuestro equipaje espiritual.
Las excavaciones de Schlieman (Troya) y de Sir Arthur Evans
(Creta) nos han dado a conocer, con bastante detalle, la prehistoria de
esta parte del mundo. Durante el segundo milenio precristiano,
los egeos (arios) invadieron Grecia desde el norte. En la zona
costera encontraron la evolucionada cultura de
Creta que, por lo pronto, logró conservar su independencia
gracias a su insularidad, hasta que los egeos hubieran aprendido
lo suficiente de ella como para dedicarse a cruzar el mar y
destrozar su preceptor, alrededor de 1425 a.C.
Aproximadamente en 1200, una nueva invasión aria
perturbaba el oriente del Mediterráneo: la de los dorios,
que causó terribles destrucciones en Grecia, y
motivó el éxodo de muchos griegos hacia el Asia Menor.
Durante los próximos siglos, Grecia está lamiendo
sus heridas, pero se niega a sacar la consecuencia evidente de su
derrota: la necesidad de unificarse: sigue siendo un
conjunto de poleis. Sin embargo, en su mejor
expresión, esta forma política asegura el
desarrollo del
individuo
mediante una activa participación en las tareas
colectivas, por la constante discusión política
entre los ciudadanos, así como por los frecuentes cambios
de funcionarios. Alrededor de 800 a.C., las ciudades griegas
comenzaron su expansión comercial marítima, al
estilo de los cretenses o de los fenicios.
Ayudaba, al respecto, el hecho de que la invasión
dórica había creado centros de griegos refugiados
en Asia Menor, de modo que pronto aparecen en todas las riberas
del Mediterráneo, colonias de la Magna Grecia. La
prosperidad, traída por el comercio, y el
efecto educativo de la polis, fomentaban una cultura floreciente
a partir, del siglo VI a.C.: sobreviene en Grecia una avalancha
de discusiones estimulantes acerca de toda clase de temas
políticos, filosóficos y matemáticos.
Los persas lograron destrozar la cultura griega
en Asia Menor, pero la península griega supo conservar su
independencia (Maratón, 490 a.C. y la batalla naval
decisiva de Salamina, 480 a.C.)
Atenas vs.
Esparta
Dentro del mundo griego hubo constante tensión entre
Esparta (centro de cultura dórica con infiltraciones
iónicas desde Asia Menor, comunidad no
comercial, socialista, militarista, agrícola y
xenófoba) y Atenas (libre del impacto dórico,
comunidad comercial y cosmopolita). Bajo la presión
mesoclasista sobre todo por parte de los comerciantes
prósperos, Atenas se convirtió de una aristocracia
rural, con un rey elegido, en una democracia.
Sin embargo, no siempre se logró conservar esta democracia
libre de la influencia de "Don dinero" o de
la presión emocional de las grandes masas.
Desde 480 a.C., encontramos las dos generaciones culminantes
de la cultura griega, con el florecimiento de la arquitectura,
escultura (Fidias), del teatro (Esquilo,
Sófocles, Eurípides), de la
historiografía y de la filosofía. Esta época es
también la de los grandes políticos como
Pericles. La prosperidad de Atenas provocó los
celos de varias otras ciudades y, desde lejos, la siniestra
Esparta estuvo siempre esperando el momento favorable para
aliarse con los competidores comerciales de Atenas, contra
ésta. Así se desencadenó al fin, la
Guerra del Peloponeso (431 – 404), cuyos
desastrosos efectos se agravaron a causa de una epidemia. Por
último, Atenas fue derrotada (404), más no
destrozada, La frustración y amargura de Atenas se
manifestaron en episodios tristemente célebres, como el de
la muerte de
Sócrates. Sin embargo, después de la
derrota, el ambiente
ateniense permitió todavía algunos aciertos
culturales como la Academia de Platón. (
426 – 347 a.C.)
LOS
MACEDONIOS, ALEJANDRO
MAGNO Y EL HELENISMO
Se anunciaba pronto una nueva fase en la historia griega: el ascenso
de los macedonios, inculto baluarte semigriego contra los
bárbaros del norte. Aprovecharon la debilidad de Atenas y
de las demás poleis, siempre en desacuerdo entre
ellas, al obligarlas a formar una federación griega, bajo
el señorío del rey macedonio, Filipo, y de si hijo
Alejandro, alumno de Aristóteles. Alejandro Magno
aprovechó su poder en la
península para conquistar, desde allí, "el mundo" o
sea Persia, Egipto,
Turquestán. Al morir Alejandro en la cúspide de su
poder, a los 33 años, se desintegró su imperio y
sus generales se repartieron el enorme territorio: así
comienza la dinastía de los tolomeos en Egipto y la de los
seléucidas en Persia. Entre estos grandes reinos, varios
pequeños estados aprovecharon la situación para
obtener una relativa independencia; sin embargo, por encima de
esta dispersión política predominó, como
resultado benéfico de la insensata aventura de Alejandro,
cierta solidaridad
comercial y cultural: todo el oriente había recibido el
impacto del espíritu griego y, aunque el helenismo que
nace de esta combinación no siempre haya sido de buen
gusto (a menudo en sus expresiones predomina más bien lo
enorme que lo fino, y observamos un naturalismo que choca en vez
de agradar- cfr., el grupo
"Laocoonte y sus hijos"-), de cualquier manera produjo
también obras tan magníficas como la Niké
(conocida también como Victoria de Samotracia) o la
Venus de Milo; nos da igualmente a Euclides, que
puso las bases de las matemáticas clásicas, y a Arquímedes, quien elaboró aquella
ciencia
física con
la que, ya entonces, se comprobó la redondez de
la Tierra y se
calculó la circunferencia de nuestro planeta con un error
no mayor de 300 kilómetros. Surgieron grandes ciudades
(Alejandría, por ejemplo) y toda clase de pintorescas
religiones, en
las que se entremezclaban el misticismo, la sabiduría y lo
decorativo (Isis y Osiris; Dionisio, expansión del
judaísmo y del zoroastrismo, etcétera).
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