Fue en el año 1999, mientras viviéramos en Victoria
BC en el Canadá cuando concibiera la noción que
aquí desarrollo en su esencia.
Se trata de una teoría que abarca todo lo
que existe en el universo o creación
conteniendo en sí una Tabla Metabólica Universal, muy
similar a la de los elementos descrita por el ruso
Mendeleyev.
La hipótesis y la
aplicación del concepto
Observando Naturaleza e Historia, uno concluye con presteza que
ciertas tendencias, comportamientos, descubrimientos,
desarrollos, y eventos parece ser que necesitan
aparecer simultáneamente en un momento dado de nuestra
evolución, circundados
por sistemas redundantes para
garantizar que su ocurrencia tenga lugar.
Nuestra historia está repleta de esas circunstancias de
apariencia fortuita, que realmente, aleatorias, no lo
fueron.
No lo serían, porque, en realidad, las coincidencias no
existen. No existen, porque ellas, aunque fortuitas parezcan, son
precursores vivientes de eventos programados en los módulos
natos que, en el Orden Natural, también existen.
La Tabla Metabólica
Universal
Harold Morowitz llamó con reverencia la red de reacciones que habitan y son comunes
entre todas las células vivientes, La
Tabla Metabólica Universal. (Véase Fire in the
Mind por George Jonson, 1996). Horowitz utiliza, en su
descripción gráfica, un
revuelvo de líneas y flechas que, conectadas a casillas
incluyen los mapas de todas las actividades
químicas que son responsables por la aparición y
mantenimiento de vida en este
planeta, desde la fotosíntesis, el ciclo de
Krebs y el trabajo especializado de
las tiobacterias (o bacterias sulfúricas),
extrayendo energía de los átomos de azufre.
Más sorprendente aun que las reacciones mismas, son las
similitudes que existen entre todos los metabolismos de
los seres vivos. Cada célula en el planeta, aun la
más simple en su constitución, o que forma
parte de un complejo multicelular, sea planta o animal; consiste
exactamente de las mismas cincuenta moléculas
orgánicas, que forman el núcleo de la Tabla
Metabólica Universal, formando así el denominador
biológico común. Los animales obtienen su energía
dividiendo azúcares, las tiobacterias del azufre, las
plantas del sol, pero, las
reacciones básicas son idénticas.
Cada célula utiliza sólo cuatro tipos de
nucleótidos, veinte clases de aminoácidos. En ellas la
información genética se registra
invariablemente en el ADN o ARN. Toda energía se
almacena generalmente en lazos de fosfatos como parte de una
reacción clásica por la cual la adenosina
difosfato se transforma en la adenosina trifosfato.
Progresando de ADP a ATP.
En conjunto, esta red de reacciones forma en sí la
infraestructura de la vida. Este fenómeno lo resume Morowitz
de la siguiente manera: "La Tabla Metabólica es para el
bioquímico lo que la Tabla Periódica es para el
químico".
Esta referencia de la reciprocidad entre las dos Tablas no
constituye un vínculo metafórico. La Tabla
Metabólica Universal surgió naturalmente de la Tabla
Periódica de los Elementos. Significando que este conjunto
universal de senderos bioquímicos no se organizó por
casualidad sino por necesidad.
Para muchos de nuestros lectores, ir más adelante de esta
breve síntesis los forzaría a
sentirse confusos, ya que estos conceptos son por naturaleza
esotéricos.
Retornando a la noción de que la tabla no se
organizó por casualidad sino que lo hizo por
necesidad, nos trae al concepto que avanzáramos
antes, de que las coincidencias no existen y de que todos,
seres vivos e inertes constituimos parte esencial del universo y que poseemos en
comunidad atributos que nos
hacen inseparables.
Aquí resumo lo que escribiera en
Victoria.
Once, I fancied that hardwired in our DNA, were the
fundamental blueprints for all the possible occupational pursuits
needed for our species to evolve successfully on this planet.
This organization of our heredity similarly structured as it is
in a beehive or anthill, for example, it would work like this:
Possessing an innate tendency to act and behave in predetermined
ways, as species we are quite different from others; without
being aquatic animals, we took to the seas (even if endangering
our lives) out of irrepressible curiosity, in the same spirit,
despite being wingless, we took to flight. We explore out space
with the same keenness we explore the oceanic depths-to extend
the frontiers of our nomadic penchant and to adjust to future
worlds. It"s obvious that we are endowed with an unlimited
curiosity and an unending nosiness-to the extremes of risking our
lives just to learn more about new places to go-because knowledge
and discovery are essential accommodations to our superior
intelligence, and knowledge without experience (or experimenting)
does not happens.
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