Monografias.com > Sin categoría
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

La biblioteca escolar como vehículo del goce por la lectura (página 2)



Partes: 1, 2

 b.- El aprendizaje de
la lectura

La escuela es considerada el lugar por excelencia para
apropiarse de la lectura y la escritura. Es
esta institución social, la encargada de "enseñar a
los niños a
leer". Es en este punto que cabe formularse una pregunta clave
¿qué es leer?, ¿cuál es su finalidad,
para que se aprende? Por lo general los profesores entendemos por
leer la capacidad de comprender un texto, entender su sentido.
Pero en la escuela esta definición, de lo que es la
lectura, también tiene matices que se reflejan
principalmente en la forma de abordar el proceso lector.

Tradicionalmente, la escuela ha entendido la lectura como un
proceso donde lo prioritario es la decodificación
alfabética, entendiendo esta habilidad como un fin en si
misma. La lectura es considerada como un proceso de transferencia
de significado que requiere que los lectores extraigan los
significados de forma pasiva y literal del texto. Por lo general
y como lo expresa Bettelheim (1990) "… el énfasis
que se ejerce sobre los aspectos técnicos del aprendizaje de la
lectura, obra en detrimento – destruyéndola a menudo – de
la capacidad infantil de disfrutar de la lectura y la literatura…" (p 18),
este tipo de planteamientos, junto a otros, ha permitido permear
esta mirada tradicional y avanzar hacía posiciones
más integradoras y menos mecánicas en la enseñanza de la lectura.

Para los nuevos enfoques leer es "… atribuir
directamente un sentido al lenguaje
escrito…" (Jolibert, 1995, p 26). Se trata de un proceso
de interrelación entre el lector, el texto y la
búsqueda de significado, sin centrar el proceso en la
decodificación. Es el lector quien interroga el texto,
interactúa con el mismo y el contexto, permite que sus
conocimientos y experiencias previas intervengan en la construcción de sentido, el lector busca el
significado más allá de la información explicita (González et
al., 1999).

Esta última opción intenta abrirse paso en la
enseñanza de la lectura, pretende dejar de percibir a la
lectura como un acto mecánico para abordarlo como un acto
de pensamiento.
Ahora bien esta nueva forma de percibir la lectura es incipiente
en nuestra realidad, la educación chilena,
ya que el peso de la tradición sigue muy presente en
nuestras aulas. El siguiente cuadro presentado por Sánchez
y Alonso (2003, p 17), nos permite visualizar con claridad las
ideas fuerzas de estas dos concepciones sobre la lectura, la
tradicional y la actual emergente.

Leer ayer

Leer hoy

La decodificación alfabética era lo
prioritario.

La decodificación pasa a ser una habilidad
importante pero no la única.

El acto lector se entendía como la
apropiación pasiva por parte del lector de los
contenidos del texto

El acto lector es un proceso activo de interacción y diálogo entre los saberes del lector
y los saberes manifiestos del texto.

Se considera que leían bien quien entendía
el significado básico de las palabras en el nivel
literal

Se considera que el verdadero lector comprende el nivel
inferencial y crítico-intertextual

Se creía que todos los textos se leían del
mismo modo.

Hoy sabemos que la lectura de cierto tipo de textos es
más compleja que otros.

Si un estudiante no comprendía los textos, la
culpa era de él. Se suponía que tenía
alguna clase de
retraso en el aprendizaje

Si un estudiante no comprende lo que lee, es porque no
se la han enseñado las habilidades de comprensión lectora

Independiente de la perspectiva en la que se centre la
escuela, se insiste que el fin último de esta es generar
lectores eficientes o competentes, lectores que se apoyen en
distintos saberes y competencias que le permitan extraer el
significado o dar sentido al texto, es decir lograr comprender lo
que leen.

 Por otra parte muchos niños y niñas se
apropian de la lectura a temprana edad y sin intervenciones
formales, como las producidas en la escuela. Pero por lo general
no se les considera como lectores, es decir personas que saben
leer, hasta que logran superar los programas
establecidos por las instituciones
escolares. Estos niños y niñas se acercan a los
libros de
forma tangencial, atraídos por las historias, relatos e
información que de ellos emanan. Es todo un mundo que se
abre frente a ellos, la curiosidad transforma esos
extraños signos
leídos por un adulto, en palabras que transmiten mensajes
y la necesidad imperiosa de apropiarse de ese mundo mágico
y cautivante, hace que ellos poco a poco, gracias al
descubrimiento libre y liberador den sentido al texto. Ellos
abordan la lectura desde una perspectiva placentera buscando
gozar de esta actividad.

He aquí una plataforma diferente para la
promoción de la lectura, el placer por leer, es este el
punto de partida que diferencia al lector eficiente del buen
lector, o del enamorado de la lectura.

c.- El placer de
leer

Para algunos sujetos la lectura se transforma en una
pasión, es más que un ejercicio utilitario, es
fuente de vida, se transforma en una necesidad vital. Cuando la
lectura alcanza estos ribetes se transforma en un hábito,
bien lo expresaba Gabriela Mistral (1995)"…leer, como se
come, todos los días, hasta que la lectura sea, como el
mirar, el ejercicio natural, pero gozoso siempre. El
hábito no se adquiere si él no promete y cumple
placer…" (p 237)

Esta necesidad de leer, que por lo general comienza en etapas
tempranas, irá generando el hábito que
desencadenará el gusto por la actividad y la
adhesión voluntaria y placentera del sujeto a la lectura.
Lograr identificar cuales son las condiciones que gatillan este
gusto por la lectura es muy difícil, ya que se trata de
situaciones personales. El hábito lector y el gusto por la
lectura tienen algo de irracional. Muchas veces el caldo de
cultivo se encuentra en el hogar, en un profesor, en
el libro prestado
por un amigo, en una visita a la  biblioteca o en una larga
enfermedad donde los libros ayudaron a matar el tiempo. Son
experiencias variadas las que despiertan la necesidad de leer. Un
buen lector se hace, no nace por generación
espontánea. El gusto por la lectura se contagia,

¿Cómo se forma un lector? De la misma manera que
un jugador de dominó o de ajedrez. La
lectura auténtica es un hábito placentero, es un
juego -nada es más serio que un juego-. Hace falta que
alguien nos inicie. Que juegue con nosotros. Que nos contagie su
gusto por jugar. Que nos explique las reglas. Es decir, hace
falta que alguien lea con nosotros. En voz alta para que
aprendamos a dar sentido a nuestra lectura; para que aprendamos a
reconocer lo que dicen las palabras. Con gusto, para que nos
contagie. La costumbre de leer no se enseña, se contagia.
Si queremos formar lectores hace falta que leamos con nuestros
niños, con nuestros alumnos con nuestros hermanos, con
nuestros amigos, con la gente que queremos. Se aprende a leer
leyendo. (Garrido, 2005. p 35)

El lector que fue contagiado por el amor a la
lectura es el que se transforma en un buen lector o lector
verdadero. Se trata de un lector en desarrollo
constante, un lector en evolución permanente, dispuesto a vivir la
experiencia placentera de la lectura. En rigor no
deberíamos hablar de buenos lectores, solo de lectores,
entendiendo la condición de lector como la del individuo que
asume la necesidad de disfrutar de un  libro.
Lamentablemente toca hacer la diferencia con fines casi
didácticos, ya que existen muchas ideas equivocadas de lo
que es ser un buen lector, percepciones que destacan solo una
función
utilitaria de la lectura y no permiten avanzar en la
búsqueda de la experiencia placentera que revierte la
actividad de leer.

d.- El buen
lector

Toda persona que
sienta placer por la lectura, que siente la necesidad de leer,
todo aquel que lee impulsado por esa necesidad es un lector.
Algunos han hablado de buen lector para diferenciarlos de las
personas alfabetizadas que utilizan la lectura como una
herramienta eficaz para desenvolverse en la vida. Pero en
realidad son lectores, darles el título de buenos lectores
nos lleva irremediablemente a aceptar que existen malos lectores,
cuando el realidad sólo existen lectores, es decir
personas que han logrados sensibilizarse frente al acto lector,
por el contrario existen personas alfabetizadas que no han
logrado esa capacidad.

Entrar a generar esa doble categoría de buenos y malos
lectores nos haría reconocer criterios rígidos en
 cuanto al proceso de formación de un lector, y por
el contrario entendemos este proceso como una experiencia
flexible. Al clasificar entre buenos y malos estaríamos
sin quererlo condicionando y negando lo personal de la
experiencia placentera de la lectura. De esta forma, desde
nuestro punto vista, existirían lectores y potenciales
lectores.

Es importante alejar la tentación de remitir la
condición de buen lector a una medida cuantificable, como
por ejemplo, entender como buen lector a una persona que haya
leído una cantidad establecida de libros o páginas,
o remitir el fenómeno lector algún estilo
específico de lectura. Este tipo de condiciones
 limitan el acceso al mundo de la lectura, siendo este tipo
de ideas las que no nos permiten avanzar en el descubrimiento y
apropiación del derecho a la lectura, entendido como el
derecho a reconstruir la realidad por medio de los diferentes
textos, apropiarse de ella y compartirla con el colectivo social
de forma que permita la interrelación social.

De esta forma se hace necesario, reconstruir el status de buen
lector, respetando el carácter personal del proceso. Daniel
Pennac (1996) en su libro, como una novela, propone
los siguientes derechos del lector, que nos
dan luces, sobre una mirada que intenta rescatar el sentido de
lectura placentera:

1. El derecho a no leer.
2. El derecho a saltarnos las páginas.
3. El derecho a no terminar un libro.
4. El derecho a releer.
5. El derecho a leer cualquier cosa.
6. El derecho al bovarismo (enfermedad de transmisión
textual).
7. El derecho a leer en cualquier sitio.
8. El derecho a hojear.
9. El derecho a leer en voz alta.
10. El derecho a callarnos y no opinar sobre lo leído.

Por  su parte Antonio Muñoz
Molina, en la inauguración de la Feria del Libro de
Guadalajara reconoce como lector a:

1.    
El que empieza a serlo antes de comenzar a
leer, con las historias que le cuenta papá o mamá,
las que le despiertan la imaginación y la curiosidad por
querer saber. Por eso, el buen lector es aquél al que le
cuentan historias desde pequeño;

2.    
El buen lector empieza a leer muy pronto,
por eso en las escuelas no tienen que coartarle a un niño
la necesidad de aprender a leer cuando él mismo lo decida
y no cuando lo marquen los programas de estudio: "Si el
niño tarda mucho en aprender a leer, pierde mucho
tiempo".

3.    
El buen lector no sólo ama los
libros, también disfruta de la música, el cine y hasta
la
televisión: "La televisión no es enemiga […] ni el cine,
ni el videojuego son enemigos de la lectura, lo que es enemigo de
la lectura es la ignorancia".

4.    
"El buen lector no sólo ama la
literatura y la literatura de ficción, también ama
los libros de historia, ama los libros de
explicación de naturaleza, de
ciencias
naturales, el buen lector también ama los mapamundis",
cualquier tema es bueno para leer, porque siempre hay algo nuevo
que aprender, incluso en el periódico;

5.    
El buen lector es aquél que aprende
a disfrutar la soledad, porque la lectura requiere un acto en
solitario, aunque en esta época es un poco más
difícil que en otras, por la
comunicación instantánea;

6.    
El buen lector aprende a disfrutar de la
más rica y variada compañía, porque al leer
puede encontrar similitudes de las historias impresas con su
propia vida. "Te enseña que los seres humanos somos muy
parecidos y también muy diferentes";

7.    
El buen lector disfruta compartiendo sus
lecturas, recomendando lo que ha leído para que otros lo
conozcan y lo disfruten;

8.    
Un buen lector es un militante de las
librerías independientes, alejadas del ritmo vertiginoso
de la mercadotecnia,
"donde puede uno comprar el libro que salió hace tiempo y
que ha tenido tiempo de que alguien lo descubra en una
librería".

9.    
El buen lector puede surgir en cualquier
parte, pero también hace falta una transformación
social, porque la lectura implica cierto grado de justicia
social: "La única manera de que haya lectores es un
sistema social
que permita a la gente aprender a leer y escribir".

Disponible en weblogs.madrimasd.org/futurosdellibro/archive/2007/12/03/80189.aspx

e.- El
fomento del placer por la lectura desde la
escuela

Anteriormente tocamos el tema, la escuela se ocupa,
principalmente en los primeros años, en el área del
lenguaje, de la iniciación a la lectura. Centrando su
objetivo, en la adquisición, por parte de los alumnos, de
competencias y habilidades que le permitan tener una
comprensión eficaz de los textos que deben leer. Por el
contrario, el desarrollo del placer lector, se limita a la
sensibilidad que tenga el docente encargado de llevar a cabo el
proceso de lecto-escritura. La búsqueda del desarrollo del
goce por la lectura es un objetivo tangencial, secundario y
muchas veces casual.

La explicación se encuentra en la poca importancia que
se le da al desarrollo de la lectura desde un prisma placentero
en nuestra cultura. Nadie
discute la importancia de leer bien, comprender lo que
está escrito, respetar todas las reglas que implica este
acto, pero centrarnos sólo en estos aspectos, descartando
de plano, o ni siquiera tomando en cuenta, los aspectos
espirituales que se desbordan en el acto lector, es transformar
la lectura solo en una herramienta funcional. De esta forma
estaremos desperdiciando toda la construcción de sentido
que supone la lectura; la capacidad de emocionarse, de reconocer
belleza en la palabra escrita, el despertar del imaginario, la
facultad de concertarnos con la sustancia humana y la posibilidad
de reconstruir a partir de la tradición escrita el sentido
de nuestra especie. La mencionada funcionalidad de la lectura
desaparece en su expresión placentera, se lee por leer,
incluso como un acto de enajenación, como una perdida de tiempo. Y
desde esa lógica
la escuela inconscientemente no siente importante está
área de la lectura.

Desarrollar el hábito lector profundo, entendido como
un acto libre, individual, creativo, solidario, intelectual,
recreativo, pasa irrefutablemente por desarrollar en los
niños el placer por leer. No se trata solo de una
actividad que fomente el desarrollo espiritual del individuo,
sino muy por el contrario, es el punto de partida de la
construcción de un referente propio de realidad,  es
una actividad esencialmente solitaria pero que genera
comprensión de la realidad de otros y en otros, y esta
relación directa de construcción de realidad
precipita al sujeto a la necesidad de interrelacionar su realidad
con la realidad colectiva. El lector se apropia del mundo no solo
desde una perspectiva intelectual, sino que desde una perspectiva
solidaria, ya que comparte y es capaz de asumir otras realidades
desde la lectura.

 Además sólo el placer estimula una
actividad, la lectura es por definición contraria a la
imposición, leo porque quiero, leo como un acto de
libertad. Solo
el placer lector permite ir desarrollando durante toda la vida la
actividad lectora. El placer hace crecer a un lector y mantener
el hábito de forma permanente. Es por estas razones que la
escuela debe fomentar el placer por la lectura, y desde esa
experiencia fomentar los hábitos lectores.

f.-
La biblioteca escolar vehículo del goce por la
lectura

La biblioteca escolar es el lugar por excelencia para promover
el placer por la lectura. Esta llamada a convertirse en la
trinchera que aglutine a los lectores de la comunidad
escolar. Es el foco de contagio del goce por la lectura. "..una
biblioteca es también el barco de Simbad el Marino o las
mulas de Marco Polo, o el asno de de Sancho: cada libro es una
aventura mental…" (Mistral 1995. p332.)

Lamentablemente, en la realidad chilena, la política de
desarrollo y fomento de bibliotecas
públicas es muy pobre. Por extensión la biblioteca
escolar tampoco tiene la relevancia que debería tener. No
todas las escuelas cuentan con bibliotecas y muchas donde existen
cumplen una función simplemente escolarizante,
traduciéndose en un espacio de acopio de libros y la
extensión de la sala de clase, incluso en algunos lugares
es un espacio para cumplir castigos. Con esto no quiero decir que
esas funciones sean
incorrectas, pero debemos entender que esa naturaleza de objetivos no
desarrolla el goce por la lectura.

De esta forma es necesario visualizar la biblioteca como un
espacio generador de actividades que posibiliten el desarrollo de
hábitos lectores. Según la UNESCO, la
utilización de la biblioteca escolar ha de responder a los
siguientes objetivos:

1- Proporcionar un continuo apoyo al programa de
enseñanza y aprendizaje e impulsar el cambio
educativo.

2- Asegurar el acceso a una amplia gama de recursos y
servicios.

3- Dotar a los estudiantes de las capacidades básicas
para obtener y usar una gran diversidad de recursos y
servicios.

4- Habituarlos a la utilización de las bibliotecas con
finalidades recreativas, informativas y de educación
permanente. 

Disponible en http://www.unesco.org/webworld/libraries/manifestos/school_manifesto_es.html

Si observamos los puntos anteriores, podemos apreciar como la
biblioteca esta llamada a jugar un papel fundamental dentro de
los centros educativos. El punto cuatro hace clara mención
a la misión que
le cabe a la biblioteca en el desarrollo del hábito lector
desde experiencias placenteras de lectura.

La biblioteca debe sentirse llamada a convertirse en un polo
de desarrollo de actividades que promocionen la lectura, que
persiga como objetivos básicos:

1.- Crear la necesidad, de los niños y niñas,
del contacto con los libros, favoreciendo situaciones que
permitan acercarlos a los libros, permitiéndoles descubrir
las  riquezas que contiene.

2.- Favorecer un estilo de lectura activa, reflexiva y
crítica.

3.- Fomentar la participación activa en la
construcción de un espacio de desarrollo lector.

Estos objetivos antes propuestos darán vida a un sin
fin de actividades que busquen posicionar a la biblioteca escolar
como un espacio vivo, colaborativo y comprometido con la
promoción de desarrollo del placer por la lectura.

g.-
Conclusiones

Es importante, por parte de la escuela, que dentro de la
enseñanza de la lectura se aborde el tema de la
promoción del goce por leer. Si bien el objetivo principal
que persigue la escuela es entregar a sus alumnos estrategias y
competencias que los transformen en lectores eficientes, no es
menos importante preocuparse de generar en los niños la
necesidad de leer por placer, se trata de acercar la lectura y
transformarla en una actividad cotidiana.

Dentro de los espacios y recursos con que la escuela presupone
puede abordar esta tarea se encuentra la biblioteca escolar. Es
esta un núcleo fundamental, si bien la biblioteca debe
estar conectada  al servicio de
los requerimientos de la tarea instructiva, también es no
menos cierto que la biblioteca no se puede limitar solo a este
papel de apoyo al aprendizaje. La biblioteca debe cobrar vida y
transformarse en un espacio de promoción de la lectura, un
lugar desde donde emanen un sin fin de actividades que busquen
como objetivo final generar la experiencia del placer lector.

La biblioteca debe ser el lugar de contagio de las ganas de
leer, debe ser un lugar de reunión de los "buenos
lectores" de la comunidad escolar, los que bajo su alero deben
organizarse para gestionar todas las actividades dirigidas a
favor de la lectura. La carencia de espacios públicos de
lectura de nuestro país, hace fundamental este objetivo, y
son los lectores adultos, los que ya se encuentran contagiados
los que deben transformarse en el motor y fuente de
contagio en su comunidad escolar. La importancia de formar buenos
lectores radica en que es la única forma de generar
hábitos de lectura permanentes.

Referencias

Bettelheim,B. y Zelan,K.  (1999) Aprender a leer (4°
edición) México:
Grijalbo.

Garrido Felipe (2005) El buen lector se hace, no nace,
Ediciones Sur, México

González, S. y Ize de Marenco, L. (1999) Escuchar,
hablar, leer y escribir en la EGB (1° edición)
Argentina: Paidos Educador.

Jolibert, J. (1995) Formar niños lectores de texto
(6° edición) Chile: Dolmen Ediciones.

Kropp, P (1994) Cómo fomentar la lectura en los
niños (1° edición) México: Selector.

Mistral, G. (1995) Antología de poesía
y prosa (1° edición) Chile: Fondo de Cultura
Económica.

Pennac, D. (1996) Como una novela, (1° edición)
Bogota: Norma.

Sánchez, C. y Alfonso, D. (2004) Interpretación textual, enseñanza de
la comprensión lectora a niños y niñas de
primaria (1° edición) Bogota: Editorial Kimpres.

 

 

Partes: 1, 2
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente 

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter