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La luna y el solitario (página 3)




Enviado por Leonardo Gauto



Partes: 1, 2, 3

Desde lo más profundo de mis cavernas emergió el
grito mas desesperado, un grito de socorro. La vida esta
refutada. ¡Todo es falso, nada vale la pena! Todo es falso,
todas las cosas no tienen una sola cara sino dos o más; y
es discutible si no tienen ninguna. ¡Todo es falso, nada
vale la pena!, es enorme la brecha entre el sueño y la
realidad, casi insalvable, hay… mucha distancia, mucha. El
futuro es un juego de
niños,
tan inocente tan descuidado, ¡ay! ¡Tan falso! En ese
momento luna, si luna; en ese momento el suelo
tembló ante mis pies, ya no hay suelo donde pisar; pero
peor aun: las figuras que veían mis ojos de todo el mundo
exterior se derretían como cera ante el fuego destructor
para dejar de fondo una imagen oscura,
sin vida y muy hostil; el eterno sufrir mostraba su verdadero
rostro, y es licito que se lo quiera ocultar oh temible dolor, no
dejes caer el velo que te salva de la visión del
desdichado, ocúltate oh terrible dolor . ¡Todo se
derrumbaba ante mi! Ya no hay realidad, ya no hay yo; toda la
existencia queda refutada ¿Qué es lo que existe en
medio de todo esto? ¡El dolor mas profundo luna!, el dolor
mas abismal de todos. Siento que el dolor del mundo afluye en mi
en forma de terror puro y debilidad pura: el dolor humano ciento;
el dolor de la muerte
siempre acechando, ¡siempre terrible! El mundo me supera
con su realidad, me anula completamente como ser humano.
¡Ya no soy un ser humano!, ya no deseo nada en absoluto;
salvo… salvo satisfacer la indomable naturaleza del
mundo: esto es,… confirmar el estado de
cosas en mi alma:
morir.

¿Quieres saber que acontece después de esta hora
tan silenciosa?, todo solitario lo sabe. En efecto el silencio se
quiebra con un
concurso de risas a todo mi alrededor; risas, risas, risas por
todos los rincones del alma sufriente. Estas son las risas que
recuerdan el patetismo innato de todo humano, ¡que
tétrico eres ser humano!, que exagerado eres humano. Y
siento como un sin fin de burlas dirigidas hacia a mi, es que soy
el espectáculo en que la humanidad entera se embriaga y
olvida, y ríe a su manera. Soy la piedra que han arrojado
los débiles para probar la profundidad del charco barroso;
¡es profundo, muy profundo aunque pensabais que no lo era!,
que… ¿no os aventurareis a cruzarlo? ¿A
saltarlo aunque sea?, ¡oh que espectáculo!, encima
se ríen, se ríen.

Criaturas diabólicas se reúnen ante el
espectáculo de la tragedia humana; asisten al sacrificio
del alma humana y se comportan con la vulgaridad del humano;
celebran, gozan, y ríen, por sobre todo ríen.
¿Soy yo un humano autentico? No. Me he transformado en un
comediante de mi mismo. ¿Ven queridas musas un 
hombre
defensor de sus ideales? No. Soy un comediante que ha olvidado su
verdadero rostro. ¿Es esto que llevo, una mascara?
¿Puede cambiar a voluntad de mascaras risueñas a
mascaras tristes? ¿Satisfago su gusto por la teatralidad,
humanos? ¿Satisfago su gusto estético: aquel que
degrada la realidad tan alejada de ustedes y que solo pueden
concebirla como amenaza terrorífica o como una chispa de
humorada de un dios caprichoso? ¿Satisfago, humanos, su
gusto por el mundo que represento? ¿De verdad lo hago?
¡Ay, ay, golpeo mi pecho y me desgarro las vestiduras!
¡Ay, ay, todo es falso, todo es falso, nada vale la pena!
¡Reniego de mi nombre y olvido quien soy!, me he convertido
en un espectáculo de marcaras chinescas.

Todo lo profundo necesita de la protección de una
mascara, rezaba mi sabiduría. ¡Ay! He descuidado mi
alma y la chusma me la ha degradado, me la ha robado y hecho una
escultura de mármol, como hacen con todas las almas que no
llegan a comprender en profundidad; y con esto me la han
degenerado. ¡Todo lo que toca manos vulgares e ignorantes
queda degenerado y fetichizado!

La verdad es que he perdido mi norte en una furiosa tormenta
de invierno, no hay estrellas que me sirvan de guía y las
olas rompes el casco de mi nave. Mi mente y mi visión se
han nublado, ni llego a ver lo que toco. Si antes, luna, estaba
desesperanzado, ahora estoy desesperado e inestable. Si antes
busca un hogar donde reposar mis cansados huesos, un
jardín donde se pueda apreciar la belleza de la
naturaleza, un lecho cómodo y un sueño reparador de
almas fatigadas; ahora me subyuga la angustia, la angustia sobre
la nada. La ausencia de estímulos me enfría el
alma, y el corazón.
Si, luna, el corazón. En otro tiempo no
creí en tonterías sobre el corazón, que era
el lugar donde se encontraba la pasión y todo dolor de
enamorados. Pero ahora siento el cuchillo que se clava cada vez
que se me figura la luminosa cara del amor. Y es que
abandone la tertulia de los filósofos científicos y me
perdí en un bosque con despreocupas ninfas que me
sirvieron de inspiración para encontrar aquella fuentes y
manantiales de aguas cristalinas de donde beben los cansados y
secos labios de los enamorados que corretean si recelo a su
escurridiza pareja.

Sentado en un árbol emanaron de mi, canciones e
historias impensadas para un filosofo (y un solitario), y
semejante a un aeda tomaba mi lira y entonaba con pasión
aquellos versos que me salían del corazón; todo por
una dulce muchacha de rostro platino. Mi amiga tenia los ojos de
una lechuza, miraba con tanta profundidad; y tenia manos
delicadas y brazos níveos, con ellas me acariciaba, como
lo hace una madre a su tierno retoño. Tenía
también piernas graciosas y un andar muy  suave;
caminaba como paloma blanca. ¡Ay! ¡Y que
grandilocuente era! ¡No sabes luna!, ¡como hablaba
aquella mujer! (el
silencio es el propio que procede después de observar la
triste realidad) Ahora son solo recuerdos.

Pero ahora ya no hay mas que pensar ni que sentir. Todo
pensamiento es
una enfermedad sagrada y toda visión un engaño.
Así es como se reputa mi amor al mundo; como una
enfermedad propia de hombres tristes y solitarios, propia de
hombres enamorados. Si luna, mis ganas de vivir son para mi una
enfermedad, enfermedad terminal. Parece, el solitario, que esta
destinado siempre al fracaso, siempre a bajar los brazos y a
implorar piedad. Es digno tener lastima de un solitario, ya que
es un fracasado. Todo mi amor por el humano y por la vida es
petulancia: despide mi petulancia un olor muy raro para la chusma
que esta acostumbrada al humo de incienso de altares
misericordiosos. Ya bien, parece ser muy raro en estos tiempos,
"los tiempos modernos", el deseo desvergonzado de vivir y gozar
de la vida. Pues bien ya sabes como dice el viejo proverbio: "la
rareza para los raros"  La filosofía de la contemplación y de
la no unión declaman los sabios actuales: es muy sucio en
verdad para ustedes los modernos el engendrar nuevos hijos, el
engendrar y dar a luz un nuevo
humano, un nuevo mundo. No se quieren ensuciar estos bien
vestidos y perfumados científicos del saber.
 ¿Con que piensan ustedes que se hicieron las
filosofías más bellas, los mitos
más gloriosos, las sinfonías mas profundas? Todo se
ha hecho de una materia
asquerosa y deforme. Toda la base del edificio humano no esta
hecho de una materia mas noble que el del excremento del
humano. 

¡Si tan solo un dios compasivo me trasformara en una
fuente de aguas cristalinas, acomodando mi estado actual
de inmovilidad y permanente sollozo! Como estatua permanezco ante
la mirada atónita de la Felicidad sin tomar bebida y sin
llevar nada a la boca en un lecho de muerte donde
cuelga la red de mi
señora la Muerte. ¿No tiene acaso la Muerte mala
fama solo porque viste ropajes oscuros y amenazantes? ¿No
será la muerte de ojos tenebrosos una libertadora de
almas? ¡Ay, ay! Que tu mano me acompañe en los
profundos avernos, ¡allí donde mora el señor
de las almas perdidas! ¡Ay, ay! Que tu mano bien entrenada
sea el puñal certero, y por mi herida se escape mi bien
preciada alma, y derramar después de muerto negra sangre sobre el
campo de batalla. ¡Ay, ay! ¡Si ya puedo sentir que mi
alma produce sus ultimas exhalaciones, ya puedo sentir mi carne
inerte, ya puedo ver la noche rodeando mis ojos! ¡Hasta
huelo la putrefacción que emana mi ser! ¡Que
frío!, ¡que frío hace! ¿Por que hace
tanto frío? ¡Atrás perros salvajes!
Atrás, atrás. ¡Retroceded nobles fieras del
campo santo, mi cuerpo todavía no es alimento para fieras
salvajes!

L- oh, mi tierno solitario, pobre, pobre. Haz jugado con las
flechas del pícaro hijo de afrodita. ¿Y que te ha
pasado? Sufriste sus encantos como todo enamorado. Has pecado al no
obedecer tus propias tablas, aquellas que habías escrito
para no caer bajo el dominio
desenfrenado de tus pasiones. Si. Sabes bien que tus tablas eran
el mandamiento hacia un estoico del alma. No me digas que en otro
momento tu  palabra era esta: renuncia. "las pasiones nublan
el entendimiento", decías. Ya te habías creado como
hombre desesperado y decadente que eras, en el brillo crepuscular
del sol en los tiempos de estancamiento, un mundo de ideas
incorruptibles, acabadas y perfectas.

Oh inocente solitario ¿no sabes que todo lo que nace
esta sujeto a la corrupción?, ya es esto una
condición, mas que un accidente; y tu mismo sabes ya la
doctrina acerca de los accidentes.
¿No has bebido acaso ya de la fuente libertad?
¿Del libre albedrío? ¿No has descubierto
acaso la miopía del hombre promedio, envuelto en sombras,
y sin saber que es la verdad y que es opinión?
¿Acaso no creíste en la irresponsabilidad del
hombre libre? Has hecho que ese gusano te roa nuevamente el
corazón y la conciencia; esta
es tu culpa  brindada desde los abismos del pensamiento,
producto de
una amigable ilusión ancestral, cadena que pesa sobre tus
tobillos hombre culpable, solitario, ¡cadenas sobre cadenas
es el pensamiento del humano: y tenias que sentir el martillazo
del encolerizado Hefesto golpeando en un abismo,
mortificándote en un desierto inhóspito!,
¡que no venga el sufrimiento, gritaste asustado! Oh hombre
pecaminoso de sus propias tablas, traidor de tus propios
juramentos, necedad del moribundo y agobiado estar humano:
necedad y muy poca astucia en tu sufrimiento de humano, muy pocas
consolaciones metafísicas quedan en la cabeza del hombre
con pensamientos crepusculares; un corazón un pensamiento
son llevados al cesto de basura con las
demás inmundicias y necedades históricas de la
humanidad. Mas ahora has conocido otra palabra. ¿Hijo del
radiante Apolo y cantor de muchachas prodigiosas, ya conociste la
palabra desprecio? ¿Ya aprendiste la doctrina del buen
despreciar? ¿Todo lo que has amado? ¿Ya lo has
sepultado e injuriado? Mas aun, ¿ya te has despreciado a
ti mismo? ¿Los atardeceres rojos? ¿Ya has vivido tu
propio ocaso? Sabes muy bien que almas para purificarse se
bañan en sangre, ¿Qué me dices tu?
Solitario.

En anhelos de ligero andar quiero que conviertas tus sepulcros
roídos por el tiempo. Aléjate de las catedrales que
acumulan sombras y dirígete hacia los prados y a las
colinas, y camina como errante y predicador de la nueva
humanidad. Redime tu pasado: si esto así ha sucedido,
bien, ¡pues así lo quise!, todo fue será todo
mañana: ya no conoces la palabra hoy; por que tu no eres,
sino que estas siendo. No tienes presente, solo pasado y futuro.
Pero que tu mirar el pasado no sea un mirar de cosas muertas y
abstractas, sino de la voluntad y el sentido humano desarrollando
en el tiempo, en las obras y en los pensamientos de los
humanos.

Se esta desarrollando una gran idea en el caminar
distraído del humano por la tierra, un
gran acontecimiento sucede en las cabezas de los hombres que han
captado el espíritu de los pueblos. Un gran
espíritu se esta manifestando.   

S- no me hables de mandamientos, ni sentencias. Toda idea es
una cárcel, así como también lo son las
personas. Sabemos que nocivo puede ser para el solitario el estar
mucho tiempo con una misma persona o
defender con sortilegios la idea en que creemos. No hace falta
una gran artillería para derribar nuestras convicciones
mas preciadas, alcanza solo con hacer un poco de ruido con le
disparo de pistolas; nuestra fe en algo es un problema grave para
nuestra vanidad, y es que tenemos que volvernos verdaderos
volatineros e ilusionistas para no caer de la tan débil
cuerda en que nos posicionamos.

No se hasta donde es licito ser esclavo de un gran
sentimiento, no estoy seguro de pasar
velando como vagabundo, sin comer y sin beber, en la puerta de la
casa de nuestra salvación, llamada belleza. No
querría pasar mucho tiempo vestido con harapos y meditando
en bosques fantasiosos el nombre de la llamada "belleza", no
querría, no.

L- muy grave eres tierno solitario; puedo ver tu seño
fruncido por el arduo trabajo de
esta jornada, tu semblante tieso y las gotas de sudor que caen de
tu fuente. ¡Tu si que eres un trabajador, un trabajador del
sentido humano! .Mas tu deber se transforma en una mochila sin
que te des cuenta; como camello andas en el desierto árido
¿y quien puede predicar en el desierto solitario?, tu
inteligencia,
a sabiendas superior, que la del vulgo se ha vuelto contra ti, y
lo que es motivo de alegría se mezcla con una de las
mayores amarguras de la vida. ¿De que sirve tanta riqueza
espiritual si estas en un desierto solitario? ¿Existe el
sonido del
árbol que cae estrepitosamente en medio de un bosque
despoblado? Esta es una verdad irrefutable querido: el desierto
en las almas esta creciendo, y parece no crecer vegetación alguna en este espacio
estéril; no hay lluvias ni días soleados en los
corazones áridos de los humanos actuales. Nada mas hermoso
en la vida hay que tener el corazón alegre.

Semejante a un camello cargas tu mochila, pero yo te exijo la
siguiente transformación: la del camello al león
furioso y destructor de las cosas pasadas. Semejante a una feria
indomable debe ser tu gemir, salvaje y silvestre; olvidado de la
moral y las
buenas costumbres te quiero. Pero aun esta no es la última
transformación, todavía queda la mas importante: la
del león al niño.

Esta es tu seriedad mas anhelada: jugar seriamente como lo
hace un niño. Crear y destruir, calentar y enfriar, llorar
y reír; todo un juego inocente de niños
despreocupados por el destino, por le sufrimiento, por el futuro.
Olvídate de todo lo que te hayan enseñado en otro
tiempo, olvida las palabras y la moral, y
todas las construcciones y monumentos erigidos por la vanidad
humana, olvida al dios de los corazones nebulosos y tristes, y
pecadores. Aquí hay un mármol y un martillo,
¡ea, inocente y ávido de cosas nuevas
enséñanos el camino y el mundo que han predicado
tus sueños, toma sus manos vírgenes, oh escultor
dionisiaco, dios atrevido, y dirígelas a la naturaleza con
furia y dulzura; toma su corazón también y
enséñale la alegría de la almas contentas
por el vino rojo y vitalizante!

Te retiraras a la montañas mas elevadas querido mio, y
desde allí observaras y escucharas el ruido de los
tambores humanos, ¡tan ruidosos son lo humanos! Desde las
alturas proclamaras la "sabiduría de la montaña":
la sabiduría de las altas crestas que dividen los mares,
los espacios y los tiempos. Todo viento rugiente cruzara por tus
alturas y preguntara ¿hacia donde? ¿Desde donde?,
tu solo contemplaras con mueca risueña y replicaras;
¿hacia donde? ¿Desde donde?, ah! ¡Tu te
diriges al ruidoso golpear de tambores humanos, a esos
ávidos de tormentas aniquiladoras, a esos deseoso del
látigo infausto del dios todo poderoso!

Allí están, debajo mio, los que buscan
enceguecerse con la luz radiante del sol matutino, los eternos
esperanzados; nunca pierden estos, en efecto, el sentido de la
vida y la causa de la existencia, siempre habrá para ellos
un rechinar de dientes y una nueva costa a la cual dirigirse,
sedientos de tierra firme, después de acaba la tormenta
furiosa de funestas olas. Pero tu, solitario, has de tener la
paciencia, que digo paciencia, la tranquilidad del buen pescador
de hombres que naufraga sin preocupaciones en el océano
profundo de tu alma. Ya te has olvidado de la paciencia y de la
impaciencia, y te has cansado de todo esperar grandes
acontecimientos: tu futuro esta en ordenar y concertar las cosas
que mas inmediatas a ti se encuentran. Oh solitario ¡como,
por el ansia desmesurada de remotas lejanías, has
descuidado tus cosas más cercanas y próximas!
¡Como se ha convertido tu gran anhelo en una cadena que te
tiranizo y oprimió hasta ser un ser falso! Casi, casi, o
no tanto: eras un hipócrita.

Ha llegado el tiempo de la contemplación, aquella que
otorga la vista de altas montañas, ha llegado la hora de
hablar a los pájaros  y de bailar como un
pájaro. Como bailarín te quiero en las altas
crestas de la tierra,
¡mueve tus pies y agita tus alas que el suelo puede llegar
a fallar otra vez! Este es el tiempo, ¡si!, de hace bromas
y maldades, de reír y hundirte en el lago de humanos
multicolores. Este es el tiempo de hacer bromas y maldades; un
momento de de ligereza en que nos comportamos maliciosamente,
¿mis actos tienen consecuencias? ¿No es hoy donde
ahora estoy? ¡Aquí y ahora!, si y amen a todo
aquí y ahora. Este es el tiempo de hacer bromas y
maldades; ahora es cuando el padecer se convierte en risas
malignas dirigidas a los que aguardan pacientemente la llegada
del gran hombre, ahora es cuando no te privas de hacer algunas
tonterías con la preocupada especie humana.

Es hora ya de hacer burlas y muecas chistosas a los
enmohecidos rostros que miran el cielo nublado en busca de una
luz redentora ¿nos les ha llegado todavía su
redentor? Es tiempo, ¡ay! De olvidar el suelo, pues este ya
se ha ido: ahora tu pensar no tiene abajo ni arriba. Que se
alejen de ti todo trascendentalismo y todo futuro nublado, que
vengan hacia a ti todo vagabundeo y todo silencio; errante como
un sueño perdido que ve la luz del día vas, en
busca de nuevos peces de
colores, en busca
de nuevas rarezas que inquieten mi espíritu. Es que tienes
la tranquilidad de un pescador de hombres. Es tiempo de hacer
bromas y maldades, es tiempo de observar el cielo azul y su
belleza simplicidad, es tiempo ya de acercarse a las cosa mas
cercanas y satisfacer imperfectamente los deseos superfluos de
todo humano, es ya la hora de decir las palabras: ¡amen a
todo aquí y ahora!, ¡si y amen a el aquí y
ahora!

S- cierto es luna que un genio maligno
y autoritario, para desgracia mía, me ha condenado a
trabajos extenuantes y esclavizantes que endurecen el alma y
atiesan las carnes. No es por cierto un grato trabajo descubrir
el sentido humano, ay!, ¡si supieras que esta no es la
primera ves que me encuentro perdido en un mar de interminables
inquietudes y que mi mano gritando socorro no encuentra
ningún amigo que se compadezca!. No es algo nuevo en el
espíritu del humano la conciencia de la fatalidad, y aun
así todavía nos preguntamos con ingenuidad
¿por que? ¿Por que hay que sufrir tanto para
adquirir un conocimiento?
¿Por que debemos morir en determinadas situaciones? Los
caminos que se han de seguir ya fueron anunciados por muchos
sabios y aun así nos vemos paralizados y horrorizados ante
este espectáculo que no cesa de acontecer, ¡oh
espectáculo del sufrimiento!, y todo camino todavía
no esta exento de sufrimiento en el hado humano. Escúchame
hoy luna, porque no podré afirmar una ves mas la vida que
se me ha otorgado ¿Quién lo hizo?, ya poco importa,
en mi el único deseo que encuentra luz entre las tinieblas
es el de no vivir mas esta desdichada vida. Muerto, entre los
vivos estoy, y mientras ellos ven luz y hermoso prado, yo veo
tinieblas y un ocaso interminable que desgarra mi corazón.
¡Oh corazón! La Moira de ojos misteriosos ha
dispuesto para mi un numero de visiones funestas, no por su
contenido mismo, sino por su abismal grito de furia que quiebra
mi adormecida voluntad. Adivinador de mis propios oráculos
fui para mi destino luctuoso, ¿Qué revelaron mis
visiones mas profundas? Un deseo salvaje de sabiduría gaya
se oculta tímido entre mis velos decorosos, preparada para
gritarlo todo, hacerlo todo, sufrirlo todo. Ay tal ves un
consuelo sea esta visión, y solo eso sea.
     

Que finito es el humano y todo lo que sale de el, no llegara
nunca a cubrir con sus brazos lascivos e iracundos toda la faz de
la tierra; y se tendrá que privar de beber de las fuentes
mas deliciosas solo por asentarse en la orilla del mar o por no
tener la posibilidad de ensanchar su espíritu devorador.
Aquí la pregunta es obvia; ¿Qué es el
humano? Gira la rueda de la eternidad, el anillo de la vida hoy,
es decir, este instante, no tiene para sino palabras que caen
como plomo en mis oídos, y hace tiempo que sucede esto.
Como un solitario abandonado de amigos en isla desierta gimo por
mis dolores insoportables, ¡ay! ayes de gran dolor son el
eco de pétreas cuevas que resuenan atravesándome el
alma en ignominioso lecho construido miserablemente. No hay mas
solitario, oh luna, que aquel cuyo carácter se ha vuelto pesado y oscuro y no
puede aguantarse ni a si mismo. ¿Qué es todo tiempo
para mi, luna?

El tiempo, muy sabio por cierto, esclarece las cosas que antes
estaban ocultas y obscurece las que antes estaban a la vista. Mis
sentimientos actualmente son la semilla de amargas desdichas que
entristecerán hasta a los mas impiadosos e indolentes;
como un el bramido seco y silencioso del toro a punto de morir mi
corazón exhala sus últimos lamentos desgarradores
que cortan como abominable tajo de puñal del delicado
manto de la vida. ¡Ay, ay! ¡La negra sangre cubre los
mantos blancos de la vida! ¡Ay, ay! De mi corazón
sale gorgoteado un cántico de escasas esperanzas,
inspiradas más en la negra noche que en los claros
centelleos del día; ¡tendré que entonarla
sino quiero morir de sobreabundancia!:

Pequeñas cosas son las que nos hacen
morir

Pero pequeñas cosas nos hacen vivir
también, un suspiro matutino del viento es vida.

Tenemos tantas cosas en común, mundo.
Pero la diferencia es latente; mi música un día
dejara de sonar por ti. Pero tu siempre tendrás eternos
intérpretes. ¡ea mundo, cabalga con tu caballo
dorado y guía el ejercito de esperanzados humanos!, cuando
sale el sol el
día es bonito

Nunca supimos llevarnos bien, mundo. Tus
caricias a veces me lastimaban harto profundo; pero inocente eres
en tu dañar. Yo soy frágil como la hoja marchitada
por el tiempo. No te culpes naturaleza innata del mundo: este es
un sufrir humano, ¡que terrible es el sufrir humano! No
digas que me descuidaste; yo nunca supe hacerme entender para que
vos me consolaras. Pero ya es tarde.

En primavera las plantas florecen
y despiden tierno olor, pero en otoño las hojas se
desintegran solitarias vagando por el viento. Lo muerto no es
triste si cambias de perspectiva: el humano de hoy sabe que todo
es relativo; toma esta sabiduría, cruel naturaleza.

Lo frió se torna caliente al sol, y lo
caliente se enfría con la luz de la luna; lo que era antes
ya no lo es mas, y lo que no era ahora lo es: imperceptible a
veces para los humanos, pero ahí esta, el movimiento
existe en todos nosotros. Me aflijo por mi alma, pero mas me
aflijo por los que no van a tener la oportunidad de conocerla; es
que soy portador de la virtud que hace regalos. He sido, empero,
mal interpretado en mis ganas de vivir. Para los muertos que
están vivos la voluntad de vida es un pecado, y te lo
hacen pagar caro. Pobres son ellos, pero mas pobre soy yo.

Y las palabras vuelan, las almas vuelan: nada
queda arraigado por mucho tiempo. Esta es la libertad: siempre
volar y huir del lugar donde alguna vez comimos y amamos. Es
difícil ser libre; siempre los humanos aman para que no se
les tiemble el piso. Esta es la única y verdadera
libertad: la muerte.

Ahí viene mi señora, la muerte, y
me toma de la mano. Soy digno de morir y caminar contigo.
¡Corten parcas lo que tengan que cortar! Algunos
dirán que fui débil, otros, que fui valeroso; yo
digo: ¡este es un dolor muy profundo, es licito que quiera
acabar con el!

 

L- que poco se necesita para cambiar repentinamente el
carácter de un hombre, si hace solo un instante tus
palabras desgarraban saludablemente el velo de ilusiones
quiméricas que cubrían tus ojos. ¿no
podré esperanzarme en que algún día manejes
con mano sabia e impertérrita tu cólera
existencial, tu desagrado profundo? No es de gran trabajo, y no
mires con cara sorprendida, encontrar la fuente de donde bebas el
saludable fruto vivo de tus añoranzas, un medico compasivo
debes ser para ti en estos momentos de zozobra en que la vida es
un peso que no puedes soportar. ¿permitirás acaso
que el absurdo te venza? ¿no esperaras la mano de un
amigo?

Tal vez en un tiempo un amigo te tienda la mano, pero tu no
eres el hombre
paciente que creí que eras, que tu mismo me hiciste creer;
y tal vez este engaño sea una nueva para ti, que eres un
hombre que ve solo lo que quiere ver. Si, ¡hombre de ecos
solitarios!, tu sufrimiento conlleva el agitar inevitable del
cielo ficticio que has construido; pero ¿y los dioses
quienes son?, tu hombre supremo, pero ¿y los adeptos? Tus
amigos y todos a los que alguna vez quisiste. ¿acaso la
hora del ultimo hundimiento no se llevaría consigo el
respeto y el
cariño de los amigos? ¿no dirán estos; "que
frió y egoísta ha sido, como nos ha engaña
este bufón de la vida", y sentirán una pena
dolorosa que solo se consuela con un tímido rencor?

S- una vez mas hablas con razonamientos que trascienden el
ánimo humano, una vez más me muestras que soy
pequeño. ¡oh desdicha y soledad, causa de oscuridad
e incomprensión!, ¿Qué les importan mis
fantasías a los que conozco?, ¿Cuándo se
interesaron en los sentimientos que guardaban este ardoroso
pecho, ávido de amor? Con escucharlos hablar salta la
miopía de los más queridos, de los más
amados, pero ¿ellos me aman a mi? ¿les importa
acaso, mi muerte?

¡Cuantas humillaciones tuvo que sufrir la piel de mi
vanidad!, como en otros tiempos supe beber y bailar alrededor de
los sacrificios públicos, que bien me desenvolvía
entre la chusma cuando esta creía que yo era uno de ellos.
Como con dulces palabras amortigüe el dolor que me causaban
sus necedades y malicias de ignorantes, como con astuta y
transfigurada faz asentía sus descubrimientos y fracasos
como lo hace una madre que no quiere defraudar a sus
pequeños. ¡que lastima y compasión me daban
estos mortales, como me movía a tierna piedad su llanto y
quejar sobre la vida; en mas de una ocasión ahí
estuve para secarles el sudor de la frente! Y ahora un genio
maligno, el genio de la dialéctica ha lanzado
inescrupulosamente sus envenenadas  flechas y dicho con voz
maliciosa pero certera que yo era el que mas daño
les hacia, el que mas corría sus corazones.
¡déjenlo con sus cavilaciones sobre la vida, que
poco nos interesan el y sus pensamientos!, asi pensaban por sus
adentros. Que piensa recibir de nosotros sino una mirada de
rechazo ante quien se cree superior a nosotros, ¡como se
atreve a inspirar a más, de donde ha sacado el derecho de
interpretar nuestros sufrimientos! Así vociferan en la
plaza pública y logran la conformidad de los
camaradas.

Oh triste que ignominia tendré que sufrir, un
desgarrador destierro de las convenciones sociales es una pena
que toda sociedad se da
el lujo de sentenciar para el solitario. ¡Oh ciegos,
impíos! ¿Cuánto ha de soportar ya mi
tímida modestia? ¿hasta donde estirare mi pudor? No
es de estos tiempos que la muchedumbre iracunda corta de
entendimiento y sabiduría lleve a la hoguera a la luz de
una época, matan a los que están designados para
comandar ¿el mundo no es nuestro? ¿el futuro no nos
pertenece? ¡ay, ay! ¿no es la visión de mas
esclarecido, aquel que proporciona la antorcha a tinieblas
ancestrales, un fuego que conduce a la muerte a su portador? No
es petulancia de filósofos, no, es humanidad, terrible
humanidad. ¿Desgarran los cielos mis lamentos? ¿y
no los escucha el padre? Ay herida vanidad, que delicada que
eres, y siempre tan modesta, tan modesta: sabes cual es la
máxima, no tienes que ser así si no lo quieres.
¿y por mi gemidos se desgarra la tierra y el cielo truena?
Oh Zeus, el que hiere de lejos, tu eres poderoso; se la mano
justiciera, no infundir miedo en los mortales no es para ellos
tranquilidad sino todo lo contrario, sin miedo el hombre no es
hombre.

Apolo juega sin temor a oráculos funestos y los
ancianos sacerdotes se lamentan ante el altar de los dioses
olímpicos, el resplandeciente creador de belleza pide el
sacrificio de los ojos ciegos que no saben ver y los lamentos
desgarran el corazón y mueven a viva lágrima; pero
Dionisio hará de este día, un día festivo.
Ya estoy siendo colgado en la cruz.   
  

Por donde veo la vida es un sufrimiento interminable,
inaguantable, y no me sirven ya las justificaciones, ni aun la
flor de la vida que es el arte para mitigar
este vivo dolor que me causa el imperturbable y lúgubre
rostro de la muerte. Como desearía renunciar a esta magra
voluntad que solo me destina a dolores lamentables, pero el campo
se ha hecho un desierto y el árbol que me regalaba sombra
y tranquilidad esta desnuda y desamparada violentada por los
rudos y secos vientos del otoño. ¡Ay! ya no veo
campos frutales ni el jardín que propiciaba un apaciguado
descanso en los días sombríos. Oh fantasías
del hogar lejano que alguna ves soñé y creí
habitar en los mas dulces y perfectos mundos oníricos, que
míos sentí y cuanto calor me
dieron mis pensamientos mas elevados que despuntaron con
lozanía en el horizonte de perturbaciones. No hay hogar
que albergue a un espíritu como el mío, no parece
existir aquí y ahora todavía.   
            

¡Oh vida desgraciada, oh voluntad que se yergue por
encima de mi! ¿Qué oscuros designios se dan a
conocer hoy a través de chispazos de locura
inquebrantable? ¿Qué preludio que llega a mis
oídos? ¿es la hora? ¿es la hora de caminar
en la noche? ¡Ay, ya dan las doce!, un nuevo día
comienza, pero el sol todavía no se ha asomado.

¿No es hora ya de que mis ojos presencien el
último enigma? El sueño eterno es para mí el
cesar del eterno devenir, una ultima y maravillosa apariencia que
congela mis miembros es el despertar del hombre que ha
soñado demasiado, tanto, que ha perdido sus pies y hasta
le crecen algo semejante a alas en la espalda. Ya no
estarás ahí deseo y no tendré que sufrirte
mas, ya no seré una herramienta al servicio de la
voluntad, oh voluntad, oh voluntad. Que no se diga en los tiempos
venideros que no te fui fiel, ya que hasta este momento he
obedecido ciegamente todas tus ordenes y caprichos, ¡ay
tiránica, indómita!, que los pájaros
recuerden con sus chillidos los lamentos que largue en tan
dolorosa letanía de infortunios en donde no recibí
ayuda de amigo alguno.

Entre los mortales camine y ellos no me vieron, también
hable y no me escucharon, hasta les acerque agua fresca en
medio del desierto y luego se olvidaron el favor recibido: el
favor de un superior es molesto porque sabemos que no se lo
podemos devolver. ¿a quien mirar? ¿hacia adonde
dirigir mis agudos lamentos? En secreto el dolor de mi alma me
consume poco a poco, inexpresable es el dolor que contengo, rudo
y poco entendible; ha adquirido con el pasar de los tiempos la
seriedad terrible de un dolor gravísimo. Mis oídos
descansan en la tranquilidad de la noche y la hora ha llegado
para el gran sufriente. ¡Oh profunda, profunda medianoche!
Me olvidado de todo vivir a causa tuya, déjame que
contemple tu profunda oscuridad, tu insondable oscuridad;
¡pero ya no mas!, déjame ser hora a mi toda
oscuridad impenetrable, déjame ser lejanía
incomprensible, ¡ay, ay el universo
encuentra mi toda su expresión, jamás te vi tan
clara, tan terrible, el universo y todo
lo existente me mira con ojos abarcadores y sufrientes y el
hastió existencial es agua que corre entre mis manos, ay
se escapa, ay!

Te abandono con gratitud vida si es que te la mereces, si es
que valió la pena.    

L- ¡ay, voluptuosidad ingrata de la muerte, este
espectáculo no es digno de ver, me causa terrible espanto
y horror! No puedo dejar de pensar que he sido la causante de tu
ruina y ocaso, ¿no jugaste demasiado con los
sueños? ¿no amaste demasiado y creado bellezas no
licitas de mirar con ojos profanos?  

Victima de tus propios encantamientos, de tus propios
designios has sido, ay, inocente, puro e inocente fue tu obrar.
Pero esto es demasiado profundo y yo no me creo de esa
índole para tomar parte de un acontecimiento tan
trascendente y delicado. No creas que me he olvidado por la causa
de tu sufrir y el motivo por el cual lanzaste suplicios a mi
figura misteriosa y resplandeciente. ¿no has intentado por
todos los medios
convencerme de la molestia que represento para los humanos, y nos
ha caído al mismo tiempo en sofismas que te revelaban una
profundidad exenta de velos?, me has hablado como sufriente, como
penitente, como amante, como sabio, para terminar en el
sueño y la tranquilidad mas verdadera.

Entre todas tus mascaras me quedo con la del solitario, ya que
así tendré de ti todas tus fantasías mas
inocentes mezcladas con, olor seriedad y pintadas con el tonto
triste y melancólico de la oscuridad. No te confundas oh
solitario mío a causa mi poca modestia y decoro; he sido
para ti dulce y sumisa, a veces, es cierto, no me he dejado
descifrar fácilmente, ¿pero no era eso lo que tu
sentido estético quería? Tu descubriste como todo
solitario que todas las cosas se disfrazan según la
ocasión, la comedia y la tragedia pintan todos los
sentimientos humanos; mas aun detrás del velo apreciaste
la música que sonaba desde tiempos inmemoriales, desde que
los humanos habían aprendido a amar y a sufrir,
música que contiene y a la vez eleva todo el sentido de
las cosas, y entonces tu vos se alzo de esta manera: "la realidad
no es otra cosa que música materializada, no se puede
entender esta sino como un fenómeno estético".
Ávido y somnoliento vagaste por los caminos humanos, y
torpe fuiste en el manejo de las cosas mundanas, una voluntad que
derriba murallas y mueve montañas poseías, en tu
faz se veía la risa del convaleciente. Pero a la gran
felicidad  le sigue un gran dolor, y tus valles se llenaron
de las risas de los enanos y tu archienemigo dejo caer plomo en
tus oídos, las burlas se cernían en torno a ti, en
las mas oscura de toda las horas. ¿No es esto un problema
de formas? ¿De mascaras?, ataviado para participar en la
belleza estabas ¿no se justifica así la vida?, y el
suelo tembló y volvió fallar. Los sueños se
volatilizaron en ráfagas violentas y tus manos,
impávidas, clamaron por el cielo perdido ¿el
cielo?, no mas bien sino los que estaban allí, tus dioses;
estos son tus futuros personalizados en figuras
excelentísimas y sublimes, y perfectas. El reino de lo
absoluto y aparente, ¿no es el reino de los sueños?
¿no jugaste a ser un creador y a tirar dados en la mesa
divina de la tierra?, ¿no se ha mezclado en ti todo azar y
accidente y dijiste que lo redimirías? ¿No has
visitado sepulcros? En un ensueño se ha convertido la
historia dijiste,
un juego de niños: todos juegan a ser dioses en  la
mesa divina de los dioses.

Todos somos dioses, oh terrible solitario, esa fue tu verdad
no manifestada, esa fue la mochila que cargabas con recelo y el
regalo que tenias que darle a la humanidad. Todos somos creadores
y las imágenes
de los dioses poco importan, superficiales son todos ellos,
instancia necesaria de un alma necesitada de bellos designios, de
bello futuro, de los mismos parámetros para crear otros
mismos bellos dioses. Toda imagen de dioses somos nosotros
mismos, y no somos eternos ya que el crepúsculo de los
dioses, es el atardecer y entibiar de sentidos.  

Todo se genera del interminable sufrimiento y miseria por el
que pasan los humanos, ¡todo es cierto! ¡oh
increíbles dioses del olimpo que inagotable fuente de
belleza, cuanta majestad de movimientos ligeros, que desbordante
encanto es el que habla en sus mármoles, en sus
tragedias!, ¿y no será necesario un devastador
dolor, un aniquilamiento de previos fantasmas?
¿No es el dolor el que pare las más maravillosas y
resplandecientes formas de belleza? ¿No juegan aquí
la blanca inocencia y la desbordante voluntad?, ay, ay, como
bella dama de oscuras noches me debo a ti oh increíble y
apasionado humano que aboliste el paso del tiempo para las cosas
mas placenteras y las llamaste belleza, que con tu mano
prodigiosa esculpiste y pintaste imágenes difíciles
de olvidar y que con tu capacidad de abstracción y
movimiento de todas las cosas compusiste ditirambos que
atravesaban el alma. Como cazadora de almas, como gata que camina
con pies sigilosos, como grávida y orgullosa
también me debo a ti oh querido mió, el de cantos
lastimeros, oh queridísimo.

Como alguna vez yo te recordé las ponzoñosas
flechas del Eros, y te molestaste por esto, así
también tu indiferencia y frialdad tejían un manto
de grises tonos que hacían el trabajo del
gran creador una banalidad ignominiosa, una tarea insignificante.
La vida y todo lo que se inclina a ella lloran cuando una
voluntad se da por vencido, el mundo sigue ávido de
esperanzas y sueños y los hombres solo prefieren la triste
y solitaria existencia, una oscura y miserable existencia. Como
fulgurante me alcé por encima de ti y una aureola una vez
pintaste, en signo de pureza y transparencia.

Cantaste conmigo sonatas alegres que tenían un color azul
luminoso, pero no tanto, para no cegar la vista de los
enamorados; como pomposa y grávida fui para ti y te
enojaste de que no me uniera contigo, embriagado de miel estabas
y vituperaste los decoros y disimulos propios de una dama
discreta. Hasta me perseguiste en tus sueños, oh atrevido,
y yo era inalcanzable y fugitiva, mas después de hacerte
sufrir un rato me dejaba alcanzar y me hundía en tus
brazos llorando la libertad perdida y la felicidad alcanzada.
Como faro y antorcha divina de rebosante amor me percibiste en
medio de tinieblas inexploradas y poco amistosas, como luz que se
consume sin remedio en medio de campos lascivos e impíos,
como gata perniciosa fui para ti cuando querías amor
salvaje y primitivo. Y como sea que me hallas imaginado yo
siempre bañe tus lagrimar con mi tenue luz y te hice
compañía alumbrando las cosas nocturnas, aquellas
que son licitas para ver por parte de los enamorados y
solitarios, y es que oh querido la noche no habla como el
día sino que danza y canta,
y las criaturas y cosas mas extrañas salen de su guarida
y  silencio sepulcral y se hacen entender a su manera.

También un fundamento fui para ti cuando tuviste que
justificar la vida, una fuerza que une
todas las cosas me llamaste y yo me ruboricé por el
poder que me
concedías, "el amor es lo
que une", decías, mas tus brazos se cansaron por la vana
empresa ya que
todos preferían estar separados y no entenderse
envés de lo contrario.

Así, como disco incandescente brille gracias a ti oh
solitario, bailarín de la noche, en cielo impenetrable y
oscuro que se aparecía como el futuro nebuloso de pocas
palabras, ante ti camine como ligera mujer entre abismos y valles
hostiles, todo mi hablar era una petulancia y todo mi caminar era
un danzar sensual. Dueña de silenciosas noches he sido, en
que los amante me sacrificaban tiernos corazones y llevaban a los
altares ofrendas
coloridas en actitud de
suplicante para que les devuelva la gracia que en fiebre
descontrolada me habían otorgado los desdichados, victimas
de su propia sobreabundancia. Una envilecedora de vastos recursos para el
corazón humano y una imagen amenazadora que ponía
en peligro la mediocridad he sido para los efímeros
mortales, un fuego inextinguible que sobre mi se refleja, el
fuego humano, es la luz por donde se ven todas las cosas, un
fuego que no quema pero desespera e inquieta.

¿Habéis poseído en valeroso brazo tal
ofrenda robada a los dioses oh tierno hombre? ¿Qué
no sabéis los sufrimientos que ha costado tal insolencia
hacia los dioses? ¡Ay ciego y tonto! ¡No miras
más allá de tus propias narices, eres un miope, y
lo poco que ves son solo sombras! Os invito corazones alegres y
profundos a poseer el fuego que une todas las cosas y por el cual
las cosas son lo que son, pues todo se construye y destruye a
través de él. ¡Sed intrépidos que
vuestros ojos atisban nuevas costas! ¿Qué
replicáis? 

Fin.
               

 

 

 

 

 

Autor:

Leonardo Gauto

 

Partes: 1, 2, 3
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