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Origen y evolución de las aves (página 2)




Enviado por Iván Garnica García



Partes: 1, 2

Compsognathus                                                                            
Archaeopteryx

Pero, junto a esos huesos habla
quedado la impresión de lo que lo distinguía de los
demás: las plumas. El ejemplar paso a manos de Carl
Haberlein, de Pappenheim, quien más tarde lo vendió
al museo británico en 700 libras esterlinas. Ese mismo
año, el paleontólogo Hermann Von Meyer bautizaba
como Archaeopteryx (del griego "ala antigua")
Lithographica ( alude al hecho de que durante el siglo xix la
caliza de Solhofen se utilizaba como pizarra
litográfica.

   

El Archaeopteryx, posee un rostro prolongado, a modo de pico,
aunque parece no sostuvo un pico corneo a manera de las aves actuales,
lleva dientes implantados en

 alvéolos, cabeza plana, con alas provistas con
tres dedos con sus metacarpianos, formando garras poderosas con
uñas en las últimas falanges, una cola de
reminiscencia reptiliana con 20 vértebras en la cual
también se insertaban las plumas en dos series, con
reunión de las dos clavículas para formar una
especie de horquilla, pero no poseían quilla ni el
prolongamiento del esternón donde se insertan los músculos de las aves actuales, tenía
el pubis apuntando hacia abajo y atrás, como en los
dinosaurios  ornistiquios, tenía el
tamaño de una gallina enana

Archaeopteryx

Existen dos modelos
básicos y contradictorios de la evolución del vuelo: el arborícola y
el cursorial. El primero postula que el vuelo consistía en
planeos batiendo las alas y evoluciono en los animales que
trepaban por los troncos y saltaban por las ramas. El segundo en
cambio, dice
que el vuelo surgió entre animales bípedos que
efectuaban pequeños saltos (para atrapar los insectos por
ejemplo, o para escapar de los animales predadores que los
querían cazar) al mismo tiempo que
corrían agitando las extremidades delanteras para alargar
el salto, con el desarrollo
progresivo de las estructuras de
sus alas, los saltos serian cada vez más largos y
más altos, hasta que con el tiempo, batiendo las alas esos
animales podrían persistir en la trayectoria del
vuelo.

               

No se sabe si Archaeopteryx volaba, se cree en cambio que
realizaba cortos revoloteos y que trepaba a los arboles
valiéndose de sus garras y el apoyo adicional de su cola,
para luego realizar planeos en busca de sus alimentos.
Debía además, ser buen corredor pues la propia
estructura de
la pelvis y de las patas traseras sugieren que se movía
con destreza sobre el suelo, hemos
dicho que su pelvis, muy parecida a los terópodos
saurisquios como Compsognathus, probablemente sostenía el
cuerpo de la misma manera, la postura de estos animales contrasta
con la de las aves modernas, cuyo cuerpo, cuando los
fémures están casi horizontales, queda suspendido
de la pelvis a modo de columpio. Del mismo modo que le
ocurría a Compsognathus, Archaeopteryx no caía
inevitablemente hacia adelante, por el contrapeso de su cola,
casi tan larga como su cuerpo.

                      

Compsognathus                                                                                       
Archaeopteryx

Compsognathus                                                               
Archaeopteryx

Otra característica de Archaeopteryx es la torsión
que presenta el cuello, que se encorva netamente hacia
atrás, provocada por las contracciones que experimentan
los ligamentos después de que los músculos se
relajan tras la muerte, es
característica de las aves, pero se ha observado
también en los fósiles de reptiles voladores y en
algunos dinosaurios ( como Compsognathus )

            

Compsognathus                                                               
Archaeopteryx

Se han hecho estudios sobre la huella dejada en el interior
del cráneo correspondiente al cerebro.
Todavía no se han puesto de acuerdo sobre las
interpretaciones que se puedan dar al respecto, parece que el
cerebro de Archaeopteryx haya sido mas bien del tipo reptiliano
que del tipo ave. En el otoño de 1876 en una cantera
situada cerca de Eichtatt, se descubrió un segundo
ejemplar, mas tarde vendido a Ernst Haberlein hijo del hombre que
trajo la atención de los paleontólogos sobre
el primer ejemplar. Inicialmente Haberlein clasifico el
fósil entre los reptiles voladores. Pero luego de separar
parte de la roca que lo cubría descubrió las
impresiones de las plumas. Finalmente lo vendió al museo
de historia natural
de la universidad de
Humboldt de Berlín en 1881.

En 1956 en una cantera próxima a la del primer
descubrimiento se descubrieron fósiles de otro ejemplar
alado. Florian Heller, paleontólogo de la universidad de
Erlangen lo clasifico como tal. Este fósil, de propiedad
privada estuvo depositado hasta 1974 en el museo Maxberg, cercano
a Solnhofen, motivo por el cual se le conoce con el nombre de
ejemplar de Maxberg.

El cuarto ejemplar fue extraído en 1855 pero en 1857 se
le clasifico erróneamente, permaneciendo casi un siglo
como "reptil volador". En 1970 John H. Ostrom de la universidad
de Yale se dio cuenta del error y lo clasifico nuevamente como un
autentico Archaeopteryx.

También se erró en la quinta
clasificación, se encontró en la cantera de la zona
de Eichstatt en 1951,  pero hasta 1970 no fue reconocido
como un Archaeopteryx por Franz X. Mayr, cuando al iluminar
lateralmente al fósil observa las impresiones de las
plumas

En 1987 Gunter Viohl. Ilumina también lateralmente otro
fósil perteneciente a Friedrich Muller, ex alcalde de
Solnhofen, y descubre unas débiles impresiones de plumas,
reclasificándolo como un Archaeopteryx, ya que se
creía era un fósil de Compsognathus.

Recientemente se han hallado fósiles de aves del
cretácico inferior que parecen representar un estadio
intermedio entre Archaeopteryx y las aves modernas, en
particular, el esqueleto de una pequeña ave hallada en
1984 en la, caliza de Las Hoyas, España,
presenta una combinación de caracteres primitivos y
modernos. La pelvis y las extremidades traseras parecen mas
reptilianas que la de las aves de hoy; los hombros y la
fúrcula resultan más modernos que los de
Archaeopteryx, la característica más intrigante, no
obstante, radica en el pigostilo, que presenta quince
vértebras soldadas. es mas largo que el pigostilo de las
aves actuales, que tienen de 4 a 10 vértebras soldadas
pero más corto que la cola de Archaeopteryx con 20
vértebras

Pero, ¿cómo llegaron a
evolucionar tanto los reptiles?

Se cree que en las primeras aves, las escamas se fueron
aplanando, los miembros anteriores al tratar de batir el viento
desarrollaron músculos poderosos implantados en el
esternón fuertemente carenado. Las antes escamas, se
transformaron en membranas tenues, cuyos bordes se fueron
desflecando, pero conservaron su consistencia mediante un
perfecto dispositivo de barbulas entrelazadas, que logra con
increíble levedad, la máxima resistencia.

       

Las fotos bajo el
scanner del
microscopio
electrónico, muestran diferencia entre plumas y
escamas

Las plumas sirvieron de abrigo, ya que la febril temperatura
corporal de los nuevos seres se elevo, debido a su actividad. Por
encima del ambiente (
42º aprox. ) Las plumas de la cola sirvieron de
timón, pero conservaron cierta prueba de su origen
reptiliano: Las escamas que cubren sus patas,

En el cretácico, las aves ya adquieren un aspecto de
verdaderas aves, pero aun conservan dientes, a veces en un
alveolo cada uno, o sino en un canal es también en el
cretácico cuando las que tienen alas bien desarrolladas
les aparece la quilla. Entonces tenemos dos grupos, ambos
poseen dientes pero uno tiene alas para volar y en consecuencia
cola y también quilla. Mientras que el otro carece de
pigostilo y quilla.

Un ave típica del cretácico fue 
Hesperornis de poco mas de un metro de longitud, sus alas
reducidas no le permitía volar. Solo servían para
mantener el equilibrio, el
esternón al no ejercer: funciones de
vuelo se había aplanado, vivía en alta mar tocando
tierra
únicamente para desovar.

 

    
  

Tenia patas palmeadas que impulsaba al ave con movimientos
laterales a diferencia de las aves actuales que pedalean
verticalmente, tenia el cuello largo y flexible, la cabeza
reptiloide y alargada, con dientes cónicos en un surco
continuo en el maxilar, si bien ensayaban en el un pico
corneo.

Era un encarnizado depredador de los peces de
antaño, que debía disputar una peligrosa
coexistencia ambiental con los Ictiosaurios, Plesiosaurios, y el
Archelón, antepasado de las tortugas marinas, y
único que logro dejar descendencia. Se localizo al
Hesperornis en las costas de Norteamérica, exactamente en
el estado de
Kansas.

También por esa zona y en ese mismo periodo
vivió el Ychthiornis, ave del tamaño de una
gaviota actual. Había eliminado ya lo superfluo de una
cola reptiloide y las garras de las alas, debía volar
muy bien, a juzgar por el desarrollo poderosamente carenado del
esternón. Tenía las mandíbulas conectadas
por un ligamento cartilaginoso y las vértebras
anficelicas.

    

Ychthiornis

Algunos paleontólogos aseguran tenían dientes
implantados en alvéolos maxilares, otros ( tal vez cada
día mas ) aseveran que la presencia de dientes en la
mandíbula son caracteres de gran primitividad
extraños en un animal tan evolucionado y ya que estos no
se encontraron implantados en alvéolos, aseguran que esos
dientes encontrados junto con los huesos esparcidos en los
sedimentos, muestran una notable analogía con los de
algunos reptiles marinos de aquel periodo, los Mosasaurios, y a
estos le atribuyen esos dientes. En el terciario, algunos grupos
de aves actualmente localizados en las regiones tropicales
vivieron en Europa. Tal es el
caso de los loros. Los famosos fosforitos de Querci (Francia) que
son concreciones de fosfatos revelan los restos de
Serpentario. Este rapaz  famoso por su habilidad para
cazar

Serpentario

serpientes, esta actualmente localizado en África.
Numerosos grupos han contado con especies gigantescas. Un buitre
de América
del Norte, el Teratornis Incredibilis
(monstruo-buitre-increíble) sobrepaso los 5 metros de
envergadura. Dentro de los teratórnitos.

   

Teratornis Incredibilis

En la década de 1980 se describe Argentavis
Magnificens
, Un hallazgo fuera de lo común fue
realizado por los doctores Rosendo Pascual y Eduardo Tonni de la
Facultad de Ciencias
Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata, en
sedimentos que oscilan entre 8 y 6 millones de años en las
cercanías de las Salinas Grandes de la población de Hidalgo, Provincia de La Pampa
Una gigantesca ave que pasa a ser el ave voladora de mayor
tamaño que habito la tierra, puesto que su envergadura
debe haber sobrepasado los 8 metros.

Argentavis Magnificens

Argentavis Magnificens fue un teratornito gigante. En
posición de  descanso su altura debió superar
los 2 metros y su peso total fue quizá mayor de 80 Kg.
desde el extremo de la cola hasta el extremo del pico
midió unos 3.5 metros y suponemos que las plumas mas
largas de las alas debieron tener una longitud de 1.50 metros y
un ancho de 18 centímetros. Las plumas mas largas pudieron
tener 1,5 metros de longitud, con un ancho de 20
centímetros.

    

Argentavis al igual que los otros teratórnitos fue un
carnívoro predador es decir que capturaba presas vivas
aunque ocasionalmente podía actuar como carroñero.
Por su tamaño, seguro que fue un
ave planeadora, limitando el aleteo al carreteo y posterior
despegue, aprovechando las fuertes corrientes térmicas
para su majestuoso vuelo que provenían del océano
Pacifico, antes de que las cordilleras llegaran a las alturas que
presentan en la actualidad. Emparentada con el Cóndor
viviente, que tiene una amplia distribución geográfica en
Sudamérica.

La historia de los teratornitos en la Argentina comienza y
concluye con Argentavis Magnificens en el mioceno superior de la
pampa. Reaparecen en el registro
paleontológico en el pleistoceno del norte de
América del sur y en América del norte donde
finalmente se extinguen unos 10 mil años antes del
presente.

 

Comparación del tamaño del
Argentavis en vuelo con un Cóndor actual

Durante el periodo eoceno de la era terciaria, las aguas
interrumpieron la contigüidad de las tierras de
América del norte y América del sur, quedando
aisladas una de la otra. Así pudieron vivir aves al abrigo
de la persecución de enemigos importantes y adquirieron
gran desarrollo y éxito.

Dominando el paisaje en la Patagonia
retozo un ave, el Mesembrionis Rapax con una cabeza de 46
cms y una talla de mas de 1.50 metros, era un feroz
carnívoro. Se lo encontró en la formación
araucana del plioceno. Mientras tanto los pingüinos ya
colonizaban las costas.

Carlos Ameghino hallo los primeros restos de un ave gigantesca
llamada luego Phororharcos Longissimus el nombre
castellanizado deriva de  phorusrharcos, que en idioma
griego significa" que lleva pico "

 

Florentino Ameghino creyó al principio que se trataba
del extremo de un pico desdentado y lo describió como tal.
Una expedición del museo hallo nuevos restos más
completos, y el mismo Ameghino pudo efectuar nuevos estudios. Era
sin dudas una de las aves más extrañas y terribles
que haya habitado el planeta. Cuando se le examino el
cráneo de 65 centímetros, fue lógica
su atribución a un edentado anómalo. Fueron aves
corredoras carnívoras que habitaron en la Argentina
durante unos 50 millones de años, desde el eoceno hasta el
plioceno.

Están relacionados con las Chuñas, tenían
una alzada que vario entre los 50 cms y más de 2 metros.
(según la especie) pero dentro de esta diversidad de
tamaños, todas las especies compartían
hábitos carnívoros, incluidos los carroñeros
tenían una adaptación a la la carrera, con una
pérdida total o casi total del vuelo.

Sus miembros posteriores eran fuertes, con tres dedos hacia
adelante, y uno hacia atrás. Sus alas eran tan reducidas
que no servían para el vuelo actuando seguramente como
balancines para la carrera.

 

Su cráneo era proporcionalmente muy grande, con un alto
y comprimido pico, terminado en un fuerte gancho (diente) sus
patas debían ser una formidable arma ya que estaban
provistas de unas tremendas garras arqueadas y filosas.

El mayor volumen corporal
alcanzado por los Pororracos (nombre vulgar.) y quizás la
mayor de todas las aves carnívoras corredoras, corresponde
a Onactornis Depressus. Todos los Paleontólogos se
ponen de acuerdo de que Onactornis fue el ave corredora
más grande de todas las épocas. Su nombre significa
"Jefes de las aves" y no es por nada. Su masa corporal esta
estimada en unos 800 kilogramos aproximadamente.

Todas las aves corredoras que se diversificaron en
Sudamérica por lo general son carnívoras, por
acepción de este ejemplar, el cual era carroñero, o
por lo menos los investigadores creen esto. Su enorme
tamaño y un cuerpo robusto y grande no reúnen las
características necesarias para ser un depredador. Pero
seguro que su gigantesco cuerpo asustaba a otros depredadores
como Thylacosmilus, apropiándose rápidamente de su
presa mal herida o muerta. Tenia un pico muy desarrollado y duro,
especializado en romper huesos. Su tamaño era de
aproximadamente de 2,5 metros de altura y sus alas eran tan
reducidas que prácticamente pasaban de ser percibidas. El
desarrollo de grandes zonas de praderas y altos pastizales,
sumados a la falta de depredadores primarios en el continente, es
la explicación que encuentran los científicos para
explicar la magnitud de estos fabulosos animales desaparecidos.
Sus restos provienen principalmente de los depósitos
sedimentarios de la Provincia de Buenos Aires,
Argentina, cuya antigüedad seria de 6 millones de
años antes del presente.

Onactornis Depressus, que vivió en los alrededores del
Lago Epecuen, en  la provincia de Buenos Aires, durante el
mioceno superior quizás alcanzo los 2 metros de altura su
cráneo es de 65 centímetros de longitud tan potente
como el de un caballo, posee un pico alto y comprimido
lateralmente, que representa mas del 50% de la longitud del
cráneo. El fuerte gancho con que termina el pico es un
sello inconfundible de los fororracos. Debe haber sembrado el
terror en la fauna
santacruceña, de la Patagonia, pero incluso teniendo una
buena adaptación a la vida terrestre, debido a la falta de
competidores carnívoros, cuando emergieron nuevamente las
tierras en América Central y quedaron nuevamente unidas la
parte norte y la

parte sur se produjo un nuevo intercambio de formas vivientes.
Eso fue suficiente para terminar con este ave, que hasta entonces
hacia presa de marsupiales y pequeños mamíferos, que ahora eran reemplazados por
mamíferos más fuertes y veloces. Se extinguieron en
el sur hace 3.000.000 de años, pero en la Florida, EEUU se
encontraron restos de apenas 1.000.000 de años. Entre
tanto, del otro lado del continente precisamente en 
América del Norte otro gigante emplumado paseaba su figura
aterrorizando a la fauna de ese entonces. Era el gigantesco
Diartryma esta ave, también corredora y muy
semejante al fororracos, vivió en el Eoceno como un azote
para la fauna contemporánea Media dos metros con un
cráneo de 43 cms y el pico de 23 cms. Sus patas muy
poderosas estaban adaptadas a la carrera.

   

Diartryma

Dignos representantes de esta  fauna fueron los
Aepyornis, que dejaron para la posteridad cuatro huevos de
33X23 cms. Equivalente a 150 huevos de gallina.

Media cerca de 3 metros y vivió en la isla de
Madagascar. Se observó que sus cráneos
tenían la silla turca atrofiada. A la vez fueron victimas
de su propio gigantismo.

Aepyornis

Nueva Zelanda albergo hasta fechas muy recientes a gigantescas
aves, de 3.50 metros y cerca de 300 Kg. Uno de los últimos
gigantes del pleistoceno de Madagascar, los Dinornis, mas
conocidos como Moas (Así los llamaban los maories)
estaban totalmente desprovistos de alas, no tenían el
más mínimo muñón.

 

Dinornis o Moas

 Se han descubierto restos momificados de más de
140 Moas que se habían hundido en un pantano. En 1150 los
maories desembarcaron en nueva Zelanda, y cazaron a estos
animales hasta exterminarlos, hacia los siglos XVI o XVII aprox.
Otra ave, el Dodo o Dronte, que habitaba la isla
Mauricio y en 1598, cuando los holandeses llegaron comenzaron a
cazarla. Como no volaba se cazaba fácilmente, pero su
carne era muy desagradable, se la llamo "ave de las nauseas"

Dodo

Pero esto no basto para evitar su total exterminio. Solo queda
algún esqueleto bien o mal reconstruido, y una pata seca
media apolillada, que como valioso tesoro se conserva en el museo
Británico. Otras aves fueron victimas de la despiadada
caza a que fueron sometidas, quedando de ellas solo sus restos
fósiles o algo ocasional dibujo en
algún cuadro o en las rocas (como
ocurrió con los dinornis) podemos citar solo algunos
ejemplos como los siguientes:

Urogallo Cupido: A comienzos de este siglo se realizo
un esfuerzo por salvar a esta ave que por entonces solo se
hallaba en la isla Martha´s Vineyard, cercana a las costas
de Massachussets, EEUU. A pesar de ello, esta ave que fue en una
época muy común, a desaparecido por completo

Urogallo Cupido

Chorlito Esquimal  formaba
inmensas bandadas en sus migraciones, en tales cantidades que
oscurecían el cielo. (De hecho, posiblemente era una de
las aves más numerosas del mundo cuando los hombres
blancos llegaron a Norteamérica), Se los mato de a miles
para ser usado de alimento se consideró exterminado hacia
1930. Sin embargo, en 1945 fueron vistos dos ejemplares, y desde
entonces ha habido nuevos registros
(incluyendo 18 observaciones entre 1982 y 1987); por lo que una
mínima y enigmática población residual puede
subsistir todavía, aunque al parecer nadie sabe
dónde se reproduce

Chorlito
Esquimal
 

Pato del Labrador: Según parece el último
pato del Labrador fue cazado cerca de Long Island en 1875. Este
pato no es muy conocido, pues se ignora dónde anidaba o
donde pasaba los inviernos. Se supone que era cazado, sobre todo
en procura de sus plumas. De este animal solo existen en
distintos museos unos 40 ejemplares embalsamados

Pato del Labrador

Paloma Migratoria: Los colonos blancos, entonces
recién llegados, descubrieron la afición de los
indios por su carne y quisieron probar también. Era
exquisita, sí. Entonces comenzó la cacería.
Como su número era de millones nadie, ni los colonos
tullidos o los que disparaban con viejas escopetas en mal
estado,
podían errar la puntería. A cada disparo, mataban
muchas palomas. A veces no era necesaria ni el arma de fuego: con
palos y piedras se podían derribar las mansas aves. Se
dice que los ejércitos, tanto del sur como del norte,
solían aprovisionarse de carne de paloma, disparando con
su artillería pesada. Una afortunada caza los ponía
de buen humor, no sólo por el botín de la carne,
sino porque ello era augurio de algún inminente triunfo
contra las huestes del bando contrario. También, para
ahorrar pólvora en los momentos cruciales, se le
podía cazar con redes y luego estrangularlas
a mano. Era un método
como otro cualquiera. La historia de esta balacera terminó
con el siguiente saldo: en 1902 no quedó una paloma en
todos los Estados Unidos.
Las últimas, unas pocas, habían sido puestas en
cautiverio. Pero el gesto protector llegó demasiado tarde
y en 1914 murió la última paloma tras las mallas de
una jaula.

Paloma Migratoria

 Gran Alca: Esta
ave se extinguió hacia 1844. En un tiempo fue muy
común en las islas atlánticas de América del
Norte, pero ya estaba en vías de desaparición
cuando se inició su caza por quienes buscaban su carne y
sus plumas

Alca

Hoy día, recuerdan su rancio linaje de pasado de
esplendor aves como el Apteryx o kiwi en nueva Zelanda, el
Casuar en Australia, el Avestruz en África,
el Ñandú en Sud América.

kiwi

Casuar

Avestruz

Emu

Ñandú: Desde el Pleistoceno medio (1,5
millones de años) se vienen registrando restos
fósiles de esta enorme ave corredora, pero también
se han descubierto restos de un antecesor en sedimentos del
Plioceno superior. Su cráneo era corto, con un pico
mediano, deprimido y ancho. Narinas amplias. Cuello largo y
angosto, con vértebras cervicales a aspecto mediadamente
alargado. Miembros anteriores muy cortos e imposibilitados para
el vuelo, mientras sus extremidades posteriores son largas y
fuertes, adaptadas para la carrera, con tres dedos y uñas
comprimidas. Durante el Holoceno fueron muy frecuentes. En la
actualidad se encuentran protegidas en reservas o campos
privados, pero extintas salvajemente en esta parte de Argentina.
En La Pampa y Patagonia se las puede observar en grandes grupos.
Su presencia en sitios arqueológicos se debe en su mayor
parte a que los grupos aborígenes se alimentaban de sus
enormes huevos, pero hay poca evidencia de restos óseos en
estos lugares.

Ñandú

Bibliografía utilizada

El mundo de los animales prehistóricos, – Marcos
Freiberg – 1985 Ed.  Albatros

La verdadera historia de los dinosaurios – Alan Charig – 1985
Ed. Salvat

Historia de la vida sobre la tierra –
Emanuelle Padoa – 1969 Ed. Eudeba

Enciclopedia Time Life – las aves – 1970

Enciclopedia Salvat. – Fauna – 1986

Enciclopedia Codex del conocimiento
1968

Revista Investigación y Ciencia
(American Cientific) nº 166 julio de 1990

Revista  Mundo Científico nº 47

Boletín de la asociación Ornitológica
Argentina – Aves Fósiles Argentinas – E. P. Tonni

Aves Fósiles – Dr. Alfredo Corral 1985

Las aves fósiles – Prof. Iván O. Garnica
García v.1 1989

A los Doctores:

Alfredo Corral (cátedra de Paleontología)

Tomás Rodríguez Galíndez (cátedra
de Anatomía y
Fisiología Comparadas)

A. Bergman (cátedra de Geología)

A quienes colabore como profesor
adjunto o adscripto, por lo que me enseñaron, por su
amistad, por su
ejemplo.

A mis padres.

A mis hijos.

 

 

 

 

 

 

Autor:

Iván O. Garnica García

Partes: 1, 2
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