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Un análisis alternativo de la actual crisis económica global y sus vías de superación (página 2)




Enviado por Luis RAZETO



Partes: 1, 2

Tercera precisión. No obstante lo
anterior, debe reconocerse que el mercado es capaz
de resistir impactos exógenos muy fuertes, frente a los
cuales reacciona conforme a sus propias dinámicas
internas. Una guerra mundial o
una guerra civil
pueden alterar drásticamente la conformación del
mercado y la participación en él de los sujetos,
pero el mercado sigue funcionando en esos contextos modificados.
El mercado sigue funcionando y reacciona con sus propias
racionalidades cuando se producen catástrofes naturales,
cambios tecnológicos, disminución de los recursos y
fuentes de
energía, etc.Cuarta precisión. Las dinámicas
internas del mercado, en el sentido de sus ciclos, sus crisis y sus
fases de expansión, los fenómenos de
inflación y crecimiento, estancamiento o depresión,
sus cambios a nivel de los sistemas e
instituciones
monetarias y financieras, sus procesos de
concentración y distribución de la riqueza, son
dinámicas que pueden impactar muy hondamente el
funcionamiento de la producción, la distribución de la
riqueza, los niveles de consumo y los
ritmos de crecimiento. Pero por sí mismas, tales
dinámicas no conducen a una interrupción del
funcionamiento del mercado, no lo detienen, no lo hacen colapsar
en el sentido de un edificio que se cae y del que sólo
quedan escombros que recoger. Los cambios y las crisis más
hondas que puede experimentar el mercado como efecto de sus
propios desequilibrios y "contradicciones" no llevan a que el
mercado como tal desaparezca ni deje de funcionar, aunque
ciertamente podrán afectar muy seriamente los niveles
riqueza y pobreza y
condiciones de vida de las personas, las organizaciones y
empresas, los
pueblos, las naciones y los estados.

Quinta precisión. El mercado en su funcionamiento
interno puede marginar e incluso expulsar a determinados sujetos
que participan en él. De hecho, en el mercado las
más grandes e importantes empresas pueden caer en
bancarrota, los países más ricos pueden entrar en
decadencia, otros pueden entrar en situaciones de gran pobreza y
miseria, y muchísimas personas pueden perder todos sus
bienes y
recursos. Pero lo más seguro es que el
mercado siga funcionando, con nuevos, con distintos, e incluso
con menos integrantes; pero se ve menos afectado de lo que se
cree, por lo que ocurra a tales o cuales individuos, a tales o
cuales grandes empresas, a tales o cuales
países.

Sexta precisión. En el mercado participan de
hecho todos los sujetos, individuales y colectivos, todas las
organizaciones e instituciones, todos los Estados y las
comunidades, todos los países y las regiones. La
participación de cada uno de estos sujetos, sin embargo,
puede ser y de hecho es muy diferenciada, en cuanto unos
participan más y otros menos, unos lo hacen de un modo y
otros de otro, cada uno ofreciendo determinados factores,
productos y
servicios y
demandando determinados productos, servicios y factores. En el
mercado, cada sujeto individual o colectivo se encuentra
más o menos inserto, ocupando un lugar más o menos
central o marginal. Toda "otra economía" deberá participar en el
mercado; todos los sujetos, las empresas y las organizaciones de
"otra economía", están condicionadas y necesitan
hacerse un espacio de acción
e intercambios en el mercado.

Séptima precisión. Alguien (un sujeto
individual o colectivo de cualquier nivel que sea, incluido un
país, o un grupo de
países de una región del mundo) podría
"salirse" del mercado y seguir subsistiendo, pero ello implica
dos condiciones básicas. Una, que se haga totalmente
autosuficiente en el sentido de ser capaz de proveerse de todos
los bienes y servicios que necesita; y dos, que limite sus
necesidades exclusivamente a aquellas respecto de las cuales
puede proveerse autónomamente de lo indispensable para
satisfacerlas. Condiciones éstas que, si bien se las
examina, implican sacrificios extremos para quienes intenten
cumplirlas. "Otra economía" que quiera hacerse
independiente de las dinámicas del mercado, deberá
asumir los costos que ello
implica, y entre sus participantes deberá construir su
propio mercado, acentuando las interacciones e intercambios entre
quienes la integran. En tales intercambios entre sus integrantes,
como también en los intercambios que estos establezcan con
los del mercado general, podrá manifestarse la
racionalidad diferente que las caracteriza, en cuanto
actúen y se relacionen manteniendo sus principios, sus
valores, su
ética y
sus modos propios de comportarse. Esto vale también para
países completos que pretendan autonomizarse del mercado y
de su crisis, e incluso para grupos de
países de una entera región.Hechas estas
precisiones iniciales que tal vez permitan corregir algunas
confusiones teóricas bastante habituales entre quienes
buscan construir "otra economía", sigue abierta la
interrogante clave respecto al sentido y la medida en que el
mercado se altere en su funcionamiento, se trabe en sus
dinámicas habituales, entre en crisis profunda, y que en
tales contextos pueda cambiar y hacer posible que se abran
espacios a la expansión de esa "otra economía".
Comprender estas posibilidades nos exige detenernos sobre algunos
conceptos económicos fundamentales y aplicarlos a la
situación presente.

Profundizando en
las causas de la crisis financiera global

La actual crisis financiera está siendo entendida
–en lo esencial- como efecto de una exagerada
expansión del endeudamiento (especialmente de los mutuos
hipotecarios, pero no sólo de estos), que ha dado lugar a
un rápido incremento de la insolvencia y los
incumplimientos de los deudores. Se acumulan de este modo en los
bancos y
entidades crediticias, títulos de deuda que carecen de
valor, o que
lo pierden en proporciones significativas. Se genera en
consecuencia una pérdida de activos (o de
valor) de los bancos y acreedores en general, que provoca la
desconfianza de los inversionistas y tenedores de títulos,
bonos y
acciones, que
se apresuran en deshacerse de estos papeles amenazados, y buscan
refugio en activos que les proporcionen mayor seguridad. Con
todo ello disminuye la capacidad de dar y de recibir créditos, lo cual se traduce en
contracción económica y recesión.

Así entendida la crisis, se trata de un
fenómeno "normal" y recurrente, que sucede
periódicamente en los mercados. Lo que
pudiera diferenciar la crisis presente de otras anteriores,
sería solamente su profundidad y su extensión. En
tal sentido, los números involucrados llevan a pensar que
estaríamos ante una crisis cuya intensidad no se
había visto desde la gran crisis de los años
1929-30.

El análisis de la actual situación de
los mercados efectuado en base a los conceptos de la Teoría
Económica Comprensiva, reconoce que lo expuesto (en los
términos de las concepciones económicas
convencionales) es correcto; pero va más allá y nos
abre a otra dimensión de esta crisis, que la pone en una
perspectiva histórica y económica que nos permite
verla no solamente como más profunda y extendida sino como
cualitativamente distinta. Más aún, nos pone en la
perspectiva de comprender que las respuestas "normales" o
habituales, aplicadas a esta crisis, no tendrán los
efectos esperados, es decir, no conducirán en esta
ocasión a una real superación y/o salida de la
crisis.La salida "normal" de una crisis financiera "normal"
consiste en combinar en una adecuada (u óptima)
proporción, tres elementos: a) la pérdida de valor
de los activos de los acreedores; b) la pérdida que deben
asumir los deudores; c) la pérdida que necesariamente ha
de afectar al conjunto de los otros agentes económicos
(consumidores, empresarios, trabajadores, etc.) via
inflación y/o via contracción económica. De
este modo se obtiene que la pérdida, el daño y
el dolor que provoca la crisis se reparta (y diluya) entre los
diferentes sectores involucrados. Estos procesos son
cuidadosamente monitoreados por los Gobiernos (políticas
fiscal,
tributaria, regulatoria, subsidiaria y de incentivos,
rescate de bancos, etc.) y por las autoridades monetarias o
bancos centrales (tasas de
interés, emisión monetaria, tipo de
cambio, etc.).

Todo ello está de hecho ocurriendo.
Pero desde el punto de observación que nos proporciona la
Teoría Económica Comprensiva, podemos ver algo
más, por debajo y más allá de todo lo
indicado. (Como no podemos explicar aquí lo que es y
cómo procede la Teoría Económica
Comprensiva, debemos limitarnos a exponer algunas conclusiones de
un análisis que no podemos aquí explicitar. Baste
por ahora decir que esta Teoría comprende los
fenómenos y procesos económicos desde la
intersubjetividad de las acciones, decisiones e intenciones de
los sujetos privados y públicos que los producen,
enmarcados en un determinado contexto institucional,
jurídico y político).Desde esta óptica
apreciamos básicamente dos fenómenos de
incalculables consecuencias:El primer fenómeno es un
cambio que se
está cumpliendo en la naturaleza o
"esencia "del dinero. Y como
el dinero es
–en el actual sistema
económico- el elemento articulador de los mercados y de la
economía en su conjunto, la presente crisis está
significando una desarticulación estructural muy profunda
de los determinantes del mercado, de modo que no podrá
resolverse la crisis sino mediante una reforma institucional,
jurídica y política. Entendamos:
el mercado continuará funcionando, pero en crisis que se
prolongará hasta que se cumplan dichas
reformas.

El segundo fenómeno, estrechamente
conectado al anterior, es una mutación al nivel de las
relaciones entre los agentes económicos privados y los
agentes económicos públicos, tal que los
equilibrios que han permanecido sin cambios sustanciales durante
las últimas seis décadas ya no se sostienen,
planteando la necesidad de redefinir las relaciones entre
economía y política.

El valor del
dinero y la crisis financiera global

El dinero (tan vilipendiado por algunos, tan amado por
todos), es uno de los más importantes inventos y
creaciones de la humanidad. En efecto, el dinero ha sido durante
milenios y seguirá siéndolo hasta que inventemos
una alternativa mejor, la solución a los más
grandes problemas de
la vida social.

Como ningún individuo, ni
familia, ni
grupo humano es autosuficiente, todos necesitamos intercambiar
los bienes y servicios que necesitamos y que producimos. Los
seres humanos nos necesitamos unos a otros, y trabajamos unos
para otros. Esto da lugar al intercambio, al mercado, que cuando
no existía el dinero se realizaba como trueque directo de
unos bienes y servicios por otros bienes y servicios. Pero el
trueque tiene dos problemas: es difícil de realizar
(porque exige cada vez la coordinación empírica de las
decisiones de cada oferente con las de cada demandante), y suele
ser muy injusto (porque no hay un criterio ni mecanismo de
medición del valor de los bienes y
servicios que se intercambian).

El dinero resuelve estos dos problemas, al cumplir las
siguientes funciones: 1.
Servir como unidad de medida del valor de los factores, bienes y
servicios económicos
; 2. Servir de medio de cambio
universal, coordinando las decisiones de todos los participantes
en el mercado a través del sistema de
precios
.

Hay otros dos tremendos problemas económicos que
el dinero resuelve. Los individuos y las sociedades
necesitamos asegurar el futuro, lo que supone reservar y acumular
la riqueza. Acumular los bienes físicos que constituyan
riqueza (trigo, ladrillos, etc.) no siempre se puede y suele ser
muy ineficiente, pues las cosas se dañan, pierden valor,
se las roban. El dinero viene, entonces, a cumplir la función
3. Servir como medio de acumulación de riqueza, o
servir para "reserva de valor
".

Otro problema y necesidad que no encuentra
solución sin el dinero, y que éste resuelve
cumpliendo su función 4, es la de coordinar en el
tiempo
(coordinación intertemporal) las decisiones de los
distintos agentes económicos
, de manera tal que los
recursos productivos y los bienes producidos estén
disponibles para cada sujeto en el momento en que los necesita,
sin permanecer inactivos o desocupados durante largos
períodos de tiempo, o sin que haya que esperar acopiar
todos los recursos antes de iniciar una actividad. Esto se
conecta con la función 5. El dinero permite que lo que
unos ahorran hoy (para gastar mañana) esté
disponible hoy (en la forma de crédito
o préstamo) para quien lo necesita ahora pero que solo
podrá pagarlo después.
Pues bien:
¿Qué pasa si el dinero deja de ser confiable como
"unidad de medida" del valor? Imaginemos: ¿qué
pasaría en la construcción de un edificio, de una
catedral, de un castillo, si el metro que usamos para medir, un
día mide 80 centímetros, el día siguiente
mide 110 cm, luego solo 90, y nadie sabe realmente ni puede
confiar en el metro que utiliza cada día?

En la historia ha ocurrido varias
veces –y cada vez ha sido ocasión de una "gran
crisis" económica- que el dinero ha dejado de ser
confiable como unidad de medida del valor. Pues, cuando ello
ocurre, deja el dinero de servir para acumular riqueza y reservar
valor; ya no sirve tampoco para la coordinación
intertemporal de las decisiones (pues ahorrantes y endeudados no
pueden saber lo que vale lo que tienen hoy y lo que podrán
tener mañana). Y se entorpece seriamente incluso la
función del dinero como medio de intercambio
universal.

Sostenemos que es esto lo que está ocurriendo
actualmente. Mi tesis es que
la actual crisis financiera es una "grande crisis"
económica, cuya causa fundamental reside en la
distorsión y el cambio que ha ocurrido a nivel de la
"esencia" y las funciones del dinero. Y que, si es así, la
crisis no se superará hasta que el dinero recupere su
capacidad de cumplir correctamente sus funciones esenciales. En
tal sentido, los "rescates" financieros que están
implementando actualmente los gobiernos de muchos países
no hacen sino agravar la crisis y postergar su superación,
toda vez que contribuyen –y de manera muy importante- a
acentuar la distorsión del dinero y dificultar que cumpla
sus funciones esenciales.

Para que el dinero cumpla sus cinco preciosas funciones,
es necesario que satisfaga dos condiciones esenciales,
estrechamente asociadas. La primera es que el dinero tenga valor,
que represente valor realizable en el mercado. Para ello debe
tener –como se dice- un "respaldo" adecuado y consistente.
La segunda condición es que sea "confiable" para todos los
agentes económicos.

Que el dinero tenga valor, que esté respaldado
por riqueza real, es una necesidad obvia, toda vez que es el
activo económico que se intercambia por bienes, servicios
y factores reales. Nadie cambiaría algo que vale por algo
que no vale.

Que el dinero sea confiable es una
consecuencia del respaldo que lo sostiene, y además, de
que esté vigente jurídica e institucionalmente el
"contrato social"
o la convención intersubjetiva según la cual se
fija la "unidad de medida" del dinero que se emplea en las
transacciones, que garantiza la genuinidad del dinero circulante,
y que castiga los incumplimientos de los contratos
comerciales. En la época moderna esta garantía de
confiabilidad está dada por el Estado y su
ente financiero central, que emite dinero de curso
legal.

Es de la esencia del dinero que "tenga
valor", que esté respaldado.

Antiguamente el dinero que se empleaba en
las transacciones tenía valor en sí mismo: se
trataba de porciones de oro, plata y
metales
preciosos.

Posteriormente se colocó el oro en
la bóveda de los bancos, que emitían billetes de
papel "convertibles" en oro o plata.

Después se descubrió que no
era necesario que el dinero tuviese respaldo en oro, pues
podía respaldarse directamente en los bienes y servicios
por los cuales se intercambiaba en el mercado. El que
emitía el dinero garantizaba que tenía activos
económicos suficientes para respaldar la emisión
monetaria y responder por el valor del dinero.Más adelante
se pensó que no necesariamente fuera el emisor quien
debía disponer de valores equivalentes al dinero emitido,
pues bastaba que el conjunto del dinero estuviera respaldado por
el conjunto de bienes y activos económicos existentes en
un mercado determinado. Pero, para que ello generara la
indispensable confianza, fue necesario que el Estado tuviera
el monopolio de
la emisión del dinero, garantizando que no emitía
dinero nuevo sino en proporción al crecimiento de la
producción. (Si no cumplía con parsimonia con este
requisito, esto es, si realizaba emisiones "inorgánicas",
el dinero se desvalorizaba en el mercado produciendo
inflación que reducía el valor de la unidad
monetaria.)

En fin, recientemente, se inventó que
podía emitirse dinero sin respaldo actual en activos
económicos existentes en el mercado, siendo suficiente que
el respaldo lo otorgara el conjunto de los compromisos de pago
futuro asumidos por los sujetos económicos que
recibían el dinero en forma de préstamo o
crédito. El respaldo consiste, actualmente, solo en creer
que los deudores pagarán el dinero que ha sido emitido
expresamente como crédito.

Es así que, hoy, el dinero se emite como deuda, y
esto lo realizan los bancos privados, las empresas, e incluso los
supermercados y todos los negocios que
emiten dinero al aceptar pagos diferidos en el tiempo.

Este dinero, pues, está respaldado exclusivamente
por deudas: así, el dinero "es" deuda. El respaldo del
dinero no está en activos económicos actuales, sino
en producción y riqueza futura. El banco emisor de
dinero –el banco privado o la empresa
comercial que crea dinero en el momento que concede
crédito a sus clientes
puede exigir que el cliente le
garantice el pago, por ejemplo, mediante la hipoteca de un bien
inmobiliario cuyo valor sea equivalente al crédito. Pero
puede también concederle el crédito sin obtener del
deudor una garantía suficiente.

Es en este último sentido que se dice, para
explicar la actual crisis financiera, que ella se origina en la
burbuja de los precios de los
bienes inmobiliarios hipotecados como garantía de los
créditos, que no han mantenido su valor.

Dejemos a parte, por ahora, el hecho que la Reserva
Federal de Estados Unidos ha
sido autorizada para emitir mucho dinero (700.000.000.000 de
dólares) respaldados por papeles, bonos y otros documentos de
pago que se sabe que no tienen valor, que son deuda morosa,
incobrable, casi sin valor real. Este es, en los hechos, el
último paso en el proceso de
pérdida de valor del dinero.

Lo que se intenta con este "rescate" es que "los
mercados" (o sea los agentes económicos) recuperen la
confianza en los bancos y se evite el temido pánico
con que se recuerda la grande crisis de 1929.

Sí, todos hoy hablan que el sistema
financiero se basa en la confianza, que el dinero está
sustentado en la confianza, en la credibilidad.

Pero esto es solamente una parte de la verdadera esencia
del dinero, como hemos visto. Nuestro análisis nos permite
comprender que la cosa es muy diferente, y que el problema es
mucho más profundo, y que afecta al conjunto del dinero
emitido y no solamente a las deudas morosas.

El cambio sustancial que ocurre a nivel de
la naturaleza del dinero, cuando se lo emite en base a deuda y se
lo respalda en función de sus pagos futuros, deriva del
hecho que toda deuda implica un compromiso de pago por una
cantidad mayor de dinero que la recibida en préstamo. En
efecto, debe pagarse el interés. Y
como casi todo el dinero emitido y circulante ha sido emitido
contra deuda, ocurre inevitablemente que el monto total de los
compromisos de pago es mayor al monto del dinero real circulante.
Por definición, los billetes puestos en circulación
no alcanzan para amortizar los créditos y además
pagar el interés convenido. Así, gran parte de la
deuda no puede ser nunca pagada.Esto puede sostenerse en el
tiempo solamente mediante la inflación (que diluye el
valor del dinero en el tiempo) y en base al incremento permanente
de la producción, que permite respaldar una parte de los
intereses por pagar.

Pero la inflación hace que el dinero
pierda credibilidad y confiabilidad. Y el crecimiento permanente
sería posible solamente si el incremento de las deudas
(dinero creado en el mercado) fuera proporcional al incremento de
la producción.

Esto último es lo que ha fallado, en
proporciones gigantescas, en las últimas décadas. A
través de los derivados de crédito, contratos a
futuro, etc., el monto total de las deudas se ha incrementado
exponencialmente. Sólo un dato para ilustrarlo: el total
de las deudas (dinero) vigentes en la economía de los
Estados Unidos (incluidas las deudas públicas y privadas,
los bonos, hipotecas, déficit público, etc.) es
actualmente 300 veces el Producto Interno
Bruto de USA. Trescientas veces es demasiado para que se
pueda seguir confiando en que el dinero "vale". El respaldo del
dinero creado como crédito es una porción
ínfima del valor atribuido al dinero.

De ahí la actual crisis, que sin
duda ninguna, será grande. El crédito está
disminuyendo aceleradamente, porque no hay confianza en que lo se
preste será recuperado. Por eso, el dinero "contante y
sonante", los billetes de curso legal, adquieren un enorme
valor.Esta grande crisis será muy profunda, y
dudará hasta que no se cree un nuevo sistema monetario: un
dinero de nuevo tipo, que valga, que esté respaldado, y
que suscite la confianza. Ello requiere, a su vez, un nuevo orden
político, institucional,
jurídico.

¿Puede una política
keynesiana servir para superar la gran crisis actual?
Se
está dando actualmente un renacer del keynesianismo.
Muchos recuerdan que el New Deal tanto en América
como en Europa produjo
decenios de bienestar: ocupación y elevación del
nivel de vida de la población, junto con la superación
de la gran crisis de los años treinta. Tal es una creencia
actualmente muy difundida, que explica también por
qué casi todos tienden hoy a pensar que para salir de esta
crisis se requieren políticas keynesianas: más
Estado, más crédito, más emisión
monetaria, más regulaciones.

Es sabido que la historia la interpretan los vencedores;
pero no por ello la interpretación resulta
científicamente rigurosa y verdadera. Pero a las creencias
sobre el keynesianismo difundidas y proclamadas durante las seis
últimas décadas del siglo pasado hay que hacerles
algunas correcciones importantes:

1. El New Deal aplicado por Roosevelt entre 1933 y 1937
(consistente básicamente en un gran intervencionismo del
Estado en el mercado, y un consistente fomento del consumo
mediante la emisión monetaria), lejos de salvar al mundo
de la gran depresión como se cree, en realidad hizo que la
crisis se prolongara durante una década completa,
prácticamente en todo el mundo, hasta el comienzo de la
guerra.

2. El impresionante auge económico que se observa
después de la segunda guerra
mundial ¿es explicable por el keynesianismo? La
respuesta que podemos dar desde la Teoría Económica
Comprensiva –que comprende los procesos económicos
en su contexto histórico, político y cultural- es
negativa. El llamado keynesianismo fue causa de la notable
distribución de la riqueza, que generó un mercado
más equitativo y en cierto modo más
democrático; pero no fue causa relevante del crecimiento
económico ni de la generación de
riqueza.

Hay un hecho de dimensiones gigantescas pero que
permanece bastante oculto por razones ideológicas: la
guerra y la economía de guerra están al origen del
impresionante auge económico de la posguerra. En efecto,
la guerra puso las bases tecnológicas, sociales,
institucionales, políticas y demográficas que
explican el gran impulso que experimentó la
economía durante los treinta años
siguientes.

Destacan, en particular, los siguientes 7 impactos de la
guerra, cada uno de ellos condicionantes del auge
económico posterior:

  • a) La guerra generó innovaciones
    tecnológicas impresionantes (en los rubros
    energético, de las comunicaciones, el transporte
    marítimo y terrestre, la aviación, la ingeniería de obras civiles, la
    ingeniería industrial, la automatización, la electrónica, la industria
    química, la medicina,
    la producción de alimentos,
    etc.) que, después, aplicadas en la producción
    y la economía civil, impulsaron la innovación productiva y una
    increíble expansión de la productividad.

  • b) Produjo una gran acumulación de
    capital,
    concentrado en gran medida en manos del Estado, que
    permitió que éste fuese un actor decisivo en la
    industrialización, la urbanización, la tecnología, la
    educación, la salud, etc. durante los
    siguientes 30 años de la posguerra.

  • c) Dio lugar a una clase
    trabajadora disciplinada y eficiente, que era necesaria para
    el desarrollo
    industrial.

  • d) Permitió que se alcanzara una
    sorprendente disciplina
    social, que facilitó el establecimiento de
    instituciones fundamentales para el desarrollo.

  • e) Dio legitimidad al Estado para implementar
    políticas fiscales (elevados impuestos) y
    distributivas (estado de bienestar) que le permitieron
    mantener al Estado como agente económico principal
    durante décadas.

  • f) Generó condiciones para la
    movilización de recursos
    naturales, sociales y demográficos en vistas de la
    realización de proyectos
    nacionales de envergadura.

  • g) Estableció y
    consolidó una división internacional del
    mercado (con términos de intercambio extremadamente
    desiguales), que generó una sistemática
    transferencia de recursos hacia Estados Unidos y Europa,
    desde América
    Latina, Asia,
    Africa y
    todo el resto del mundo que permanecieron en el subdesarrollo (no obstante que también
    allí se aplicaron las políticas keynesianas).A
    lo anterior hay que agregar otro condicionante, que no fue
    efecto de la guerra pero que incidió notablemente en
    el crecimiento económico durante la segunda mitad del
    siglo pasado: la impresionante expansión de la
    disponibilidad de energía de bajo costo,
    especialmente proveniente de los hidrocarburos.

3. De este modo – como efecto inmediato de
la guerra y como actor capaz de aprovechar las oportunidades
creadas durante aquella – el Estado pudo ser y de hecho fue, en
los países desarrollados, un gran impulsor del auge
económico durante la posguerra.

El keynesianismo fue la concepción
económica que acompañó durante treinta
años dicho auge económico, y su principal
mérito fue hacer que la riqueza se distribuyera de manera
más equitativa en la sociedad, a
través de políticas sociales y de bienestar. Pero
políticas neo-keynesianas irresponsables en el plano
monetario, un exceso de regulaciones estatales, impuestos
demasiado elevados, y una gran presión
social y política para que el Estado se hiciera cargo de
cuanta necesidad colectiva y/o demanda
corporativa alcanzara cierta notoriedad, condujeron a que en
sólo 30 – 35 años, el impulso económico se
debilitara, la moneda se envileciera, y la crisis volviera a
producirse a fines de la década de los setenta y comienzos
de los ochenta.¿Qué queda hoy de los 7
condicionantes del auge de la posguerra? En verdad, el Estado
parece haberlos dilapidado.

4. Las políticas keynesianas no
pueden ya ser útiles para enfrentar la actual crisis.
Ello, en el corto plazo, porque no podrían tener siquiera
los reducidos efectos positivos que tuvo el New Deal en los
años treinta frente a la crisis. En efecto, si hubiera que
reconocer que en las condiciones de entonces las medidas
aplicadas por el New Deal eran razonables, ya no lo son
actualmente. En efecto, las condiciones en que se aplicó
el New Deal eran muy diferentes a las actuales. Había
entonces un evidente subconsumo, hoy venimos de un notable
consumismo. Escaseaba el dinero, por las elevadas tasas de
interés; hoy abunda la emisión monetaria, con tasas
de interés muy bajas durante períodos muy
prolongados. Regía el patrón oro y la convertibilidad en oro que daban un excesivo
respaldo al dinero; actualmente el dinero se crea "ex nulla", o
su respaldo es solamente el "crédito". En ese tiempo era
altamente premiado el ahorro;
actualmente y desde hace mucho tiempo el ahorro es castigado por
la inflación y las bajas tasas de
interés.

En cuanto al mediano y largo plazo, no
vemos al Estado como actor que pueda encabezar la
recuperación y un nuevo auge económico, porque:a)
No parece capaz de generar dinámicas de innovación
tecnológica consistentes.b) Lejos de disponer de
abundante capital acumulado, la mayoría de los Estados
experimenta déficits elevados.

c) No parece capaz de disciplinar y motivar
a la clase trabajadora en un gran esfuerzo de trabajo con
fines de desarrollo nacional.

d) Las instituciones públicas se
encuentran debilitadas, incluso a menudo éticamente
corrompidas, y cuentan con escasa capacidad de entusiasmar en
torno a proyectos
nacionales.e) La sobreexplotación de muchos recursos
naturales pone límites
(incluso culturales) al crecimiento por su incidencia en el
medio ambiente
y la ecología.f) La emergencia de grandes
sociedades que estaban sumidas en el subdesarrollo pone
límites a la transferencia fácil de recursos hacia
los países avanzados.g) La disponibilidad de
energías de bajo costo se encuentra seriamente
amenazada.Ninguna de estas condiciones que en la posguerra
hicieron posible que el Estado se alzara como el gran agente del
desarrollo pueden, hoy, ser activadas mediante un nuevo conflicto
bélico. Al contrario, por razones que no es del caso
exponer en esta ocasión, de la guerra no puede hoy
esperarse sino la aceleración de la descomposición
y la decadencia económica, social y cultural.

Si es así, ¿cómo podremos salir de
esta crisis? Si no es el keynesianismo, ¿qué otra
alternativa de respuesta puede formularse?

¿Qué otras opciones y
escenarios son actualmente posibles?

En una primera instancia de análisis y
búsqueda de alternativas, se presenta una cuestión
fundamental, de la cual dependen muchas otras, por lo que
conviene referirse a ella en primer lugar. Es la cuestión
de las "dimensiones" geo-económico-politicas del posible
nuevo ordenamiento mundial.

Una primera opción la podemos llamar
"mundialización económico-política", que
supone avanzar en la dirección de una globalización acentuada, que pudiera
manifestarse en una serie de procesos entre los que
destacarían:

a) La creación de una moneda única mundial
(sustitutiva del dólar, el euro, el yen y todas las
monedas nacionales).

b) El establecimiento de una institucionalidad
económica que fije regulaciones financieras, comerciales,
fiscales, energéticas, ambientales, laborales,
jurídicas e incluso militares, que deban regir y aplicarse
en todas las naciones del mundo (con la sola exclusión de
aquellos países que soberanamente quieran sustraerse del
sistema y que quedarían política y
económicamente aislados).

c) Se implica en este escenario una dramática
reducción del poder de los
Estados nacionales, que entre otras muchas atribuciones que posee
actualmente perdería la capacidad de poner restricciones
al libre
comercio.

Una segunda opción la podemos llamar
"regionalización económico-política", que
implicaría el surgimiento de tres grandes regiones
económicas que competitirían entre ellas por el
control de los
mercados (y de los principales recursos) mundiales, y por el
dominio y/o la
hegemonía política internacional.

En este escenario podemos visualizar la formación
y consiguiente confrontación entre grandes regiones
geográfica, económica y políticamente
configuradas, que serían América del Norte, la
Unión
Europea y un Bloque Asiático.

Cada una de estas potencias tendría
su propia moneda y sistema financiero, fijaría sus propias
regulaciones, inclusivas de un fuerte proteccionismo de sus
mercados y fronteras económicas, y compitiendo por los
recursos y los mercados de las zonas que permanecerían
probablemente sin integrarse a dichas regiones, tales como
América Latina, Rusia, los
países petroleros, etc.

Una tercera opción sería el
prevalecer de los estatismos nacionalistas, con la
mantención de las monedas nacionales, el incremento de las
políticas proteccionistas, el aumento de las restricciones
al libre comercio, el
Estado nacional asumiendo crecientes funciones, y probablemente
dándose lugar al recrudecimiento de los conflictos y
guerras entre
países.Formular estos tres escenarios posibles es en
realidad un ejercicio intelectual menor. También es
fácil imaginar que las tres opciones tendrán sus
promotores e impulsores, de modo que durante un cierto
período de tiempo veremos y podremos seguir el debate y la
confrontación entre estas tres opciones. Lo verdaderamente
complejo y que plantea desafíos intelectuales
mayores, lo podemos diferenciar en dos aspectos.

El primero es prever el curso de los
acontecimientos, identificar a los actores (incluidas las
naciones) que se pondrán a favor de cada opción,
visualizar la relación de fuerzas que se
manifestará entre ellos, y adelantar el resultado
histórico-político de la confrontación (que
será, obviamente, teórica y
práctica).

El segundo, por cierto distinto del
anterior aunque el pensamiento
ideológico tiende a menudo a confundirlos, es identificar
cuál de las opciones señaladas es la mejor, o la
más conveniente y adecuada en términos de superar
la crisis actual y de alcanzarse un mejor futuro para la
humanidad.

¿Por
cuál de estas opciones, y con qué otros
componentes, pudiera vislumbrarse una salida de esta gran
crisis?

Antes de abordar esta pregunta volvamos la mirada sobre
la magnitud e intensidad de esta gran crisis. Pues se habla y
escribe con demasiada facilidad sobre "la salida de la crisis".
Se anuncia que ella durará dos o tres semestres, o un
año, incluso algunos dicen que hasta dos años
completos. Este último es el escenario que la describe
como una crisis en forma de U, imagen con la
cual se indica que a la caída acelerada seguirá una
relativamente prolongada situación depresiva, luego de la
cual inevitablemente vendrá la subida, que se espera
será tan acelerada como fuera la caída. Nadie, en
efecto, duda que de esta crisis se sale, y que la economía
recuperará el crecimiento, volviendo a la normalidad, e
iniciándose un nuevo ciclo de expansión y
crecimiento.

Se piensa y razona de este modo, porque se concibe que
esta crisis es una más entre las crisis cíclicas
que acostumbra experimentar el mercado.

Yo no lo creo. Cuando sostengo que esta crisis
será prolongada, no pienso en dos o tres años, sino
en tantos cuantos se requieran para que se cumplan las
condiciones de salida de esta crisis, a los que me he ya referido
en artículos anteriores y que podemos resumir así:
Una nueva moneda internacional, un nuevo orden financiero, un
nuevo ordenamiento institucional, jurídico y
político de dimensiones globales, y una nueva cultura que
implique una transformación profunda de los
comportamientos económicos de las personas, grupos y
sociedades. Así, la crisis podrá durar tres
años, cinco años, diez años, veinte
años, o más. Menos o más, dependiendo de lo
que nos demoremos en crear estas nuevas condiciones.

Cuando afirmo que esta crisis será profunda, no
pienso en uno, dos o hasta tres puntos (como creen los más
pesimistas) de decrecimiento, sino en una caída
generalizada de la producción y del consumo, tanto o
más grande como la que ocurriera con la crisis del
1929-30, y cuya efectiva superación empezó
solamente al término de la Segunda Guerra. Obviamente, en
este juicio está contenido un cierto concepto de la
crisis, que comprende las dimensiones económica, social,
política y cultural.

Observemos algunos hechos.

Primer hecho. Hace apenas 4 meses (mediados de Julio
2008) el
petróleo alcanzaba casi 150 dólares el barril,
y los analistas anunciaban que llegaría rápidamente
a 200 dólares, y algunos planteaban cifras mayores.
¿Se equivocaron los analistas? Obviamente, en cierto
sentido, pero ello no tiene mayor importancia. El hecho es que el
petróleo llegó a costar 150
dólares, y que "el mercado" prospectaba que el precio
seguiría subiendo aceleradamente. Todo ello estuvo
acompañado de otros dos hechos: a) Una sorpresiva
difusión de la teoría del "peak oil" de Hubber,
según la cual se avecina una catástrofe como
consecuencia de que no existen capacidades productivas ni
reservas de petróleo
capaces de mantener en el tiempo los niveles actuales de
producción de esta fundamental fuente de energía.
b) Los gobiernos de todo el mundo realizaron una campaña
coordinada tendiente a reducir el consumo energético y a
buscar fuentes alternativas; una campaña que tuvo escasos
resultados.

Segundo hecho. En el momento en que el precio del
petróleo llegó a su máximo histórico,
se inició una brutal contracción del dinero
disponible en la economía, que generó una
"sequía" del crédito, no solamente al consumo y a
las hipotecas inmobiliarias, sino también a las más
grandes empresas. Los índices de las Bolsas de valores
caen entre un 40 y un 70 % en todos los países del mundo.
Al mismo tiempo se derrumban entre un 25 y un 60 % los precios de
las viviendas y de las principales materias primas.

Tercer hecho. Los Bancos Centrales y los
gobiernos en todas partes salen simultáneamente "al
rescate" selectivo de los principales bancos y empresas que se
tornan insolventes, evitando así que entren
definitivamente en bancarrota.¿Hay alguna lógica
detrás de todo esto?

He leído muchas explicaciones que
dan los analistas, respecto a cada uno de estos hechos
considerados aisladamente. Una explicación distinta para
cada hecho. Todos, hechos que se explican por "el mercado",
afectado por desequilibrios, que motivan acciones especulativas,
pánicos, comportamientos esquizoides, en fin,
"volatilidad" extrema. Detrás de ello, por cierto,
burbujas que se inflan y desinflan. ¿Eso es todo?Con
nuestra Teoría Económica Comprensiva tratamos de
comprender los procesos, aplicando una estructura
conceptual compleja. Resumimos las hipótesis a las que hemos llegado. 1. El
mercado determinado, actualmente no está funcionando como
un mecanismo automático que responde a decisiones
independientes de sujetos en competencia. El
mercado determinado tiene un nivel de extrema
concentración, y responde en gran medida a las decisiones
de pocos gigantescos y muy poderosos grandes grupos
económicos, y se encuentra comandado y articulado por
pocos y muy determinados grandes poderes públicos
nacionales y supranacionales. (Para entendernos, grandes fondos
de inversión, la Reserva Federal, el Tesoro de
los EE.UU, el BCE, el G8, el FMI y poco
más).

2. Existe, efectivamente, un
gravísimo problema de escasez de
petróleo, cuya producción no alcanza a sostener ya
el crecimiento de la economía a nivel global, y cuyas
disponibilidades (reservas no explotadas) no permitirán
mantener durante las próximas décadas ni siquiera
los niveles de producción actuales. (Ver y leer
cuidadosamente –incluso entre líneas- el Informe reciente
de la World Energy Outlook en www.worldenergyoutlook.org ). Desde
este punto de vista, y hasta que no se resuelva el problema
energético con nuevos descubrimientos, nuevas
tecnologías, nuevas soluciones, el
mundo se verá enfrentado a una inevitable
contracción económica.3. Si el mercado estuviese
operando en libre, espontánea y automática
competencia, el escenario más probable sería
catastrófico. Pero el mercado determinado se encuentra
controlado y comandado, como sostiene nuestra hipótesis 1.
Y quienes comandan el mercado, han decidido asumir el problema de
la doble crisis (energética y financiera) en su real
magnitud, y evitar la catástrofe, imponiendo una profunda
y prolongada depresión económica.

4. Lo que han hecho para evitar la
catástrofe, puede sintetizarse en los siguientes
movimientos:Primero, con el petróleo a 150 dólares
estuvimos (nos llevaron) al borde del abismo de una posible
crisis energética. Ello nos hace comprender a todos, que
el crecimiento económico sostenido no es ya
posible.

Segundo, con la contracción monetaria y la
consiguiente inevitable depresión, se espera evitar el
colapso energético (con una fuerte contracción de
la demanda de petróleo), pero ello nos pone al borde de
otro abismo, el del colapso financiero global. Así
comprendemos que será necesario adaptarse a una
economía no sólo sin crecimiento sino en
depresión, por un largo tiempo.

Tercero, con los "rescates", las nuevas regulaciones, el
control de los grandes bancos y de las grandes empresas
automotoras, aerolíneas y otras, los grandes poderes se
aprontan a tomar el control de la situación y así
manejar una prolongadísima y profunda gran crisis.
Comprendemos que bajo tales comandos una
crisis profunda y prolongada no sería la peor alternativa.
Este tercer momento no será sin conflicto entre muchos
grandes intereses involucrados, pero terminará por
establecerse (con el predominio de alguno de los tres escenarios
que expusimos en el punto anterior).

En los próximos años y tal vez durante
décadas, viviremos en depresión económica,
oscilando entre dos abismos mucho peores: el abismo de la crisis
energética y el abismo de la interrupción de la
cadena de pagos. El avance por tan estrecho sendero será
dramático, pues para evitar caer en el abismo
energético será necesario reducir el crecimiento
económico (la producción y el consumo). Pero al
reducir el crecimiento se hace insostenible el funcionamiento del
sistema financiero, que solamente puede operar con cierta
normalidad si hay crecimiento de la producción y del
consumo. Así caminaremos por el estrecho sendero de una
crisis prolongada y profunda, entre dos abismos
catastróficos: intentando evitar el primero nos asomaremos
al segundo, y evitando caer en el segundo nos asomaremos al
primero. Nos mantendremos en la grande crisis sólo si
logramos evitar caer en cualquiera de los abismos.

¿La salida?

En el supuesto de que evitamos el abismo y la
catástrofe, podremos decir que se ha iniciado la
superación de la gran crisis cuando avancemos
simultáneamente en la construcción de las
siguientes cuatro condiciones:

1. Disponer de un nuevo sistema monetario y
financiero, que no requiera elevado crecimiento de la
producción y del consumo para sostenerse. Ello supone que
el dinero deja de crearse como crédito, y que recupere
credibilidad y sus cinco importantes funciones.2. Disponer de una
nueva matriz
energética, ambientalmente sustentable.

3. Una gran reforma intelectual y moral, que
sustente un nuevo modo de vida, una nueva economía, una
nueva cultura, orientadas hacia el levantamiento de una nueva
civilización, más justa y solidaria.

4. La creación de un nuevo orden institucional,
jurídico y político, que de estabilidad y garantice
la permanencia de las tres condiciones anteriores.

Resumen

Se examina en este artículo la actual crisis
económica global, desde una óptica alternativa y
distante de las visiones que predominan entre los analistas
económicos convencionales, así como de aquellas
interpretaciones que postulan algunos pensadores "alternativos".
El autor –basándose en la que denomina
"teoría económica comprensiva"- sostiene que en lo
esencial, esta crisis hunde sus raíces en una
distorsión del sistema monetario imperante a nivel global,
que está significando que el dinero ha perdido su
capacidad de cumplir sus funciones esenciales. Argumenta en
seguida que las políticas keynesianas por las que se busca
actualmente enfrentar esta crisis, lejos de contribuir a
superarla la acentuarán y prolongarán, hasta que se
establezca un nuevo sistema monetario, en el contexto de una
diversa estructuración del mercado, que no podrá
ocurrir hasta que se cumplan grandes reformas culturales,
institucionales, jurídicas y
políticas.

Términos clave: Crisis financiera – Crisis
económica global – Keynesianismo – Mercado
– Superación de la Crisis – Otra
economía – Economía Solidaria – Nuevo orden
económico mundial – Crisis energética –
Depresión económica.

Bibliografía

Academia Nacional de Ciencias
Económicas, Venezuela.
Revista Nueva
Economía, Año XV, N° 26 Diciembre 2006.
Caracas.

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Ediciones CORSEVA, Medellín, 1997. 332
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Economía. Fundación OSDE, Editorial Altamira,
Universidad
Nacional General Sarmiento. Buenos Aires,
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Internacional Energy Agence. World Energy Outlook 2008
Edition. OECD-IEA, 578 págs.

Razeto Migliaro, Luis . Fundamentos de una Teoría
Económica Comprensiva. Ediciones PET, Santiago, 1994, 506
págs.

Razeto Migliaro, Luis. Desarrollo, Transformación
y Perfeccionamiento de la economía en el Tiempo. Ediciones
Universidad Bolivariana, Santiago, 200. 600
págs.

 

 

 

Luis Razeto M.

Partes: 1, 2
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