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Primeros auxilios psicológicos (página 4)



Partes: 1, 2, 3, 4

Evaluar y analizar el funcionamiento del grupo.

Organizar talleres para optimizar la labor de los
equipos

Adiestrar al personal en
técnicas de desarrollo
personal, comunicación eficaz, resolución
de conflictos.

Planificar actividades recreativas.

Evaluaciones psicológicas periódicas que
permitan orientar a los jefes o coordinadores en su desempeño y en el desempeño de los
miembros del equipo.

Anexo 2

Desarrollo Personal Clave del
Éxito

Alejandra Palacios
Banchero

A lo largo de nuestra vida aprendemos un
conjunto de habilidades personales, emocionales y sociales y de
destrezas que influyen en nuestra capacidad para adaptarnos y
enfrentar las demandas y presiones del ambiente.
Estas habilidades determinan el éxito
en nuestra vida e influye directamente en el bienestar general,
en la salud y en la
eficiencia que
demostremos al desempeñar cualquier rol o función
dentro de la sociedad en
que vivimos.

En instituciones
dedicadas a la función de asistencia y ayuda a la población, los funcionarios tienen que
interactuar con muchas personas y están expuestos a las
características personales de cada una de ellas y a la
interacción de emociones muchas
veces conflictivas y traumáticas que por lo general los
conmueve, los perturba y afecta su bienestar en todos los
aspectos de su vida — familiar, laboral,
social.

Debe haber desarrollado o puede desarrollar
ciertas características personales que le permitan
funcionar con efectividad y excelencia y a su vez poder
protegerse de las situaciones adversas que se le presentan, pues
su ineficacia o su falta de habilidad pueden perjudicarlo y
también perjudicar el bienestar de su familia, de sus
compañeros de trabajo, de la
institución donde labora y las personas a las que les
presta servicio.

De allí la importancia de conocer y
esforzarnos por desarrollar aquellas capacidades, habilidades y
destrezas que nos permitan actuar eficientemente y lograr
éxito en lo que realicemos pues lo contrario nos hace
vulnerables al malestar y al fracaso.

Este conjunto de habilidades, capacidades y
destrezas que hemos desarrollado o vamos a desarrollar, son
habilidades cognitivas, habilidades no cognitivas y las de
motivación que nos permiten aprender y
mejorar.

Las habilidades cognitivas (inteligencia
cognitiva) tienen que ver con la memoria,
atención, concentración con el
razonamiento y las destrezas verbales y numéricas, juicio,
análisis y síntesis,
abstracción, creatividad
etc. .Se trata de habilidades o capacidades generales que nos
permiten adquirir conocimientos y nos facilitan el aprendizaje
(Cattell,1980)

Estas habilidades están
influenciadas en un mayor o menor grado, por las habilidades no
cognitivas y motivacionales, que nos impulsan y nos permiten
crecer como personas eficientes y saludables.

De allí que nos sorprendamos muchas
veces cuando observamos casos de personas "extremadamente
inteligentes", casi genios, que tienen un cociente intelectual
muy alto y que sin embargo son individuos fracasados, que no
funcionan bien en el medio y no logran tener éxito en
varios aspectos de su vida. Por otro lado, observamos con
asombro, individuos con capacidades intelectuales
limitadas y bajo nivel educacional que sin embargo se sienten
bien consigo mismas, se relacionan bien con el medio y tienen
éxito en lo que realizan.

Las emociones, las experiencias vividas y
las fortalezas y habilidades sociales y emocionales que poseamos
hacen la diferencia y constituyen un conjunto para lograr
funcionar bien y lograr el éxito.

Las habilidades no cognitivas (inteligencia
emocional) son aptitudes y competencias que
influyen en la capacidad de un individuo para
lograr éxito en su manejo de las exigencias y presiones
del ambiente (Bar-On, 1997).

La inteligencia emocional, dice Salovey y
Mayer (1990), está integrada por un número de
componentes que se presume conforman su estructura
conceptual y que involucra los siguientes aspectos:

La evaluación
y expresión de la emoción del Yo
identificación y comprensión de las emociones de
uno mismo).

La evaluación y reconocimiento de
las emociones de los demás (la apreciación de las
emociones de los demás).

La regulación de las emociones de
sí mismo y la de los demás (la dirección y meta de las emociones de uno
mismo, al estado de
ánimo y a la evaluación y el cambio de
nuestras emociones. También incluye la habilidad para
alterar las reacciones afectivas de los demás).

El uso de la emoción para facilitar
el rendimiento (dirigir las emociones hacia el servicio de un
objetivo,
siendo esencial para la atención selectiva y la automatización entre otros).

Repasemos entonces los componentes y
subcomponentes que intervienen en la inteligencia emocional
según Bar-On:

A. Componente
Intrapersonal.
(Tiene que ver con el yo interior)
.

1. Conocimiento
emocional de sí mismo.
Es la habilidad para
conocer nuestros sentimientos y emociones y poder diferenciarlos
y conocer el por qué de los mismos.

2. Asertividad. Habilidad para expresar
sentimientos, creencias y pensamientos. Defender nuestros
derechos de una
manera constructiva, sin dañar los sentimientos de los
demás.

3. Autoestima. Habilidad para comprender,
aceptar y respetar lo positivo y negativo de nosotros mismos,
así como nuestras posibilidades y limitaciones.

4. Autorrealización.
Habilidad para realizar y disfrutar lo que realmente podemos y
queremos.

5. Independencia. Habilidad
para autodirigirse, sentirse seguro de
sí mismo en pensamiento y
acciones y
poder tomar decisiones con libertad.

B. Componente Interpersonal.
(
Habilidades y desempeño
interpersonal)

6. Empatía.
Habilidad para percatarse, comprender y apreciar los sentimientos
de los demás.

7. Relaciones
Interpersonales
. Habilidad para establecer y mantener
relaciones satisfactorias con otras personas.

8. Responsabilidad Social. Habilidad para
demostrar que es un miembros constructivo del grupo
social.

C. Componentes de
Adaptabilidad.
(Capacidad para adecuarse a las
exigencias del entorno y para enfrentar situaciones
problemáticas).

9. Solución de
Problemas
. Habilidad para identificar y definir los
problemas y
generar e implementar soluciones
efectivas.

10. Prueba de la Realidad.
Habilidad para evaluar la correspondencia entre lo que se
experimenta (lo subjetivo) y lo que realmente existe (lo
objetivo).

11. Flexibilidad. Habilidad
para adecuar las emociones, pensamientos y conductas a
situaciones y condiciones cambiantes.

D. Componente de Manejo de Estrés. (Habilidad para resistir
las tensiones y el control).

12. Tolerancia al
Estrés
. Habilidad para soportar y enfrentar las
tensiones y el estrés, sin sobresaltos ni
ansiedad.

13. Control de Impulsos.
Habilidad para resistir o demorar los impulsos o tentaciones para
actuar y controlar las emociones.

E. Componente del Estado de Animo
General.
(Capacidad para disfrutar de la vida, su
visión del mundo y el sentimiento de contento general).

14. Felicidad. Habilidad
para sentirse satisfechos con sus propias vidas y para disfrutar
de sí y de otros y para divertirse y expresar sentimientos
positivos.

15. Optimismo. Habilidad
para buscar el lado más provechoso de la vida y mantener
una actitud
positiva aún ante la adversidad.

El conocimiento de sí mismo, la
asertividad, la empatía, la prueba de la realidad y el
control de impulsos dan como resultado la forma como solucionamos
los problemas, nos autorrealizamos, somos o no felices y afecta
las relaciones
interpersonales. Pero todos estos factores dependen de la
independencia,
la responsabilidad
social, el optimismo, la flexibilidad, la tolerancia al
estrés y el autoconcepto.

Estas habilidades aplicadas al trabajo
promueven: la labor en equipo, la productividad, la
calidad y el
compromiso dentro del ámbito laboral. Mejora la calidad de
vida del funcionario y permite mantener relaciones saludables
con los compañeros de trabajo, familiares, amigos y
vecinos.

En el estudio que realizáramos sobre
el trabajador que labora en función de ayuda y servicio en
Perú (Palacios A., 2000), en base a una evaluación
de la inteligencia cognitiva general y los componentes de la
inteligencia emocional arriba descritos y cuyos resultados
arrojaron el siguiente perfil psicológico de estos
trabajadores:

"Inteligencia cognitiva a nivel promedio y
adecuada capacidad mental; facilidad para el aprendizaje y
rápida adaptación; perseverancia, buen juicio y
moral alta,
inteligencia emocional o habilidades no cognitivas bien
desarrolladas. Capacidad adaptativa arriba de los esperado, que
le permita resolver problemas con éxito. Buena capacidad
empática, flexibilidad, amplitud de criterio. Libre de
prejuicios, saber establecer diferencias entre lo objetivo y
subjetivo, ser capaces de, controlar sus emociones y sus impulsos
y saber manejar muy bien el estrés. Poseer además
un conocimiento de sí mismos y una autoestima adecuada. Su
actuación debe ser asertiva y con un estilo
preferentemente negociador en el manejo de conflictos."

En conclusión, deben ser personas bien ajustadas,
con una adecuada capacidad mental general y capacidad emocional y
social bien desarrolladas. Asertivos en sus respuestas a las
demandas sociales y negociadoras al enfrentar los
conflictos.

Estas habilidades y destrezas, según varios
autores, se desarrollan con el tiempo y la
experiencia, cambian a través de la vida y pueden mejorar
con el entrenamiento,
lecturas de autoayuda, programas
remediables y técnicas terapéuticas.

Hay que recordar que al interactuar con otras personas
se movilizan muchos factores y entre ellos, traumas
psicológicos con repercusiones en la vida, la salud. El
desempeño de las personas y sus repercusiones en la
sociedad son factores importantísimos que hay que tomar en
cuenta. Por ello, el trabajador debe contar con todos los
recursos
disponibles y el de mayor importancia es el de contar con las
habilidades y destrezas necesarias a la hora de cumplir con su
labor.

Anexo 3

¡Olvida, perdona y neutraliza esa pesada carga
que es la culpa, el rencor, el odio!

Alejandra Palacios Banchero

En toda acción
percibida como crítica, injusta, violenta, intervienen
tres elementos:

  • La herida o daño o perjuicio causado con la
    acción violenta.

  • La deuda, dolor o sentimientos
    negativos
    (ira, frustración, amargura, odio,
    rencor, culpa) que acompañan el recuerdo de la
    experiencia y que nos engancha emocionalmente al que
    nos causó la herida.

  • La cancelación o anulación de la
    deuda
    o liberación, que deviene de la
    satisfacción, reparación,
    reconciliación, devolución o el olvido y el
    perdón.

No son los hechos los que nos hacen sufrir sino el
significado que le dimos al acontecimiento. Es el cómo
cada quien percibe, ve, oye y siente la experiencia y como lo
grava en su memoria, junto a
las reacciones corporales y de conducta que
acompañan a esas emociones, lo que nos hace sufrir y nos
"engancha" con la situación y con aquel que nos hizo o que
creemos nos hizo daño.

De cómo percibimos los hechos depende de nuestra
personalidad,
de nuestras experiencias, del control que tengamos sobre nuestras
emociones, de la forma como enfrentamos y resolvemos nuestros
problemas y de la decisión, voluntad y esfuerzo que
realizamos para cambiar el recuerdo de esa experiencia
vivida.

Buscar la satisfacción, reparación,
reconciliación o devolución inmediata es con
frecuencia imposible –o se tarda demasiado o nunca se logra–.
La herida permanece abierta, nuestro dolor no se cura y nos
convertimos en personas angustiadas, frustradas, amargadas,
malhumoradas, temerosas, pesimistas, solitarias, obsesivas,
culpables, agresivas, conflictivas y enfermas, pues el recuerdo y
las emociones negativas, nos causan problemas físicos y
psicológicos.

Para liberarnos de la pesada carga del recuerdo que
lastima y limita debemos primero olvidar y luego
perdonar.

Olvidar es una de las funciones de la
memoria que nos permite liberar de nuestra conciencia, el
dolor que acompaña las experiencias penosas.

El tiempo para olvidar es muy personal y es
involuntario.

No se pueden cambiar los hechos, pero si la experiencia
de los mismos. Es decir, podemos esforzarnos por transformar el
recuerdo y acelerar el proceso del
olvido.

Transformar el recuerdo significa recordar y contemplar
los hechos a distancia, neutralizando las emociones,
colocándonos inclusive, en el lugar de otras personas, sin
juzgar, sin criticar, sin comparar, sin compadecerse, sin pena ni
culpas, eliminando toda emoción negativa que está
en nuestra memoria y que determina como hemos percibido la
experiencia, para así estar en capacidad de
perdonar.

Perdonar es liberar de la deuda o neutralizar (olvidar)
las emociones ligadas al recuerdo de la experiencia o de aquel
que nos causó el dolor.

Sin embargo, el perdonar no borra el daño, no
exime de responsabilidad al ofensor, ni niega el derecho a hacer
justicia a la
persona que ha
sido herida. Perdonar es un proceso complejo que solo nosotros
mismos podemos hacer.

Perdonar no es aceptar pasivamente la situación,
dejar hacer a la otra persona o culparse porque piensa que lo
provocó.

Perdonar no es olvidar o negar la ofensa y dejar que el
tiempo o Dios se hagan cargo. Tampoco es culpar a otros, a las
circunstancias o al destino.

Perdonar no es justificar, entender o explicar por
qué la persona actúa o actuó de esa
manera.

Perdonar no es esperar por la restitución, por
una satisfacción, por alguna explicación a la
conducta violenta.

Perdonar no es obligar al otro a que acepte tu
perdón o decirle "te perdono" para hacerlo sentir
"humillado" . Tampoco es buscar u obligar a la
reconciliación.

Perdonar es, en primer lugar, reconocer nuestros errores
y perdonarnos a nosotros mismos. Esto es, aceptar lo que no
podemos cambiar, cambiar lo que podemos y aprender a establecer
diferencias, sin remordimientos, sin culpas, sin odios ni
rencores.

Perdonar es buscar la solución a los conflictos,
apartando de nosotros, todo sentimiento negativo como el rencor,
odio, culpa, rechazo, deseos de venganza, pues son sentimientos
inútiles que esclavizan y crean mayor frustración,
mayor desesperanza.

Cuando no perdonamos no tenemos alegría ni paz.
Nos volvemos impacientes, poco amables, nos enojamos
fácilmente causando rivalidades, divisiones, partidismos,
envidias.

Cuando no perdonamos, nuestras ideas y pensamientos se
vuelven destructivos, pesimistas, erróneos; perdemos la
confianza y respeto por
nosotros mismos, desarrollamos conductas que crean mayores
conflictos y nuestro modo de vida y nuestras relaciones con los
demás, quedan afectadas.

Cuando no perdonamos estamos permitiendo que nuestra
salud, nuestro crecimiento personal, nuestro desarrollo y
nuestra vida, esté gobernada por la decisión y la
conducta de alguien o algo que no nos agrada o que nos
ofendió o nos perjudicó.

Olvidar y perdonar nos permite en primer lugar,
controlar nuestras emociones y reacciones. Eleva la autoestima,
nos da mayor seguridad y
confianza. Facilita la recuperación de la habilidad para
aprender, discriminar y seleccionar nuestras respuestas ante
situaciones futuras. Aprenderemos además, a actuar con
madurez y sabiduría frente a la adversidad.

Olvidar, perdonar y perdonarnos, aunque doloroso, es
deshacernos de la pesada carga de la culpabilidad,
la amargura, la ira que nos embarga cuando nos sentimos
heridos.

Es abrir caminos hacia la esperanza de nuevas
oportunidades. Es crecer y desarrollarnos como personas
positivas, libres para vivir en paz y armonía con nosotros
mismos y con los demás.

"Perdonar es el valor de los
valientes.

Solamente aquel que es bastante fuerte para perdonar
una ofensa, sabe amar."

Anexo 4

¿Qué puedo hacer si estoy
en riesgo de mostrar
un comportamiento
violento?

Alejandra Palacios Banchero

Es normal sentirse enojado, frustrado, cuando se tienen
problemas, las cosas no salen como tú quieres o te sientas
amenazado, traicionado o humillado.

Pero la rabia, la cólera
y la frustración no justifican una respuesta violenta o
que la desplaces a otras más vulnerables.

La rabia, la cólera es una emoción fuerte
que es difícil de dominar, pero solo nosotros tenemos la
capacidad para controlarnos, dominar la ira y mantenernos siempre
calmados y serenos ante cualquier situación de conflicto o
frustración.

Cuando estas enojado, con rabia y te descontrolas,
probablemente sientas que tus músculos se tensan, tu pulso se acelera,
sientes como un nudo en la garganta o "mariposas" revoloteando en
tu estómago, tienes la respiración agitada, tiemblas, te ciegas,
no escuchas, no ves nada, no razonas, no piensas. Todo lo ves
negro. Das paso a la ira y actúas impulsivamente, sin
lógica
ni razón.

Puedes reducir la cantidad de adrenalina responsable de
que tu corazón
lata en forma más acelerada, tu voz se escuche más
fuerte y tu puño se apriete, haciendo lo
siguiente:

  • Cierra por un momento los ojos

  • Toma lentamente, aire por la
    nariz y respira profundo, concentrándote en tu
    respiración. Expira el aire por la boca,
    lentamente.

  • Trata de imaginar que estás en una playa, en
    un lago, o en cualquier lugar en donde te sientas calmado y
    en paz. Intenta otros pensamientos o acciones que te hayan
    ayudado a relajarte en el pasado.

  • Concéntrate y repite para ti mismo:
    "calma"…"mantén la calma"… "estoy calmado"…"no
    necesito probarme a mí mismo nada". "no necesito
    demostrar que soy el más fuerte, que yo tengo que
    dominar la situación" ,"no le voy a seguirle el
    juego a
    el/ella", "puede ser que yo no tenga la razón". Puedo
    controlarme…puedo pensar…estoy tranquilo…no voy a caer
    en el juego…todo tiene solución….

  • Aléjate inmediatamente del lugar y busca
    alguna forma de descargar la tensión (camina, habla
    con alguien desahógate). Haz un esfuerzo para que
    drene tu furia, tu ira sin arremeter contra nadie.

  • Busca varias alternativas de
    solución.

No tienes que probar ni demostrar nada a
nadie…

RELÁJATE

CONTRÓLATE

ESCUCHA

PIENSA

NEGOCIA

LUEGO ACTÚA

A lo largo de nuestra vida atravesamos por etapas que
significan conflicto, renuncia, frustración, dolor, duelo,
pero también significan proyectos,
esperanza, ilusión, lucha y adaptación.

De cada uno de nosotros va a depender el énfasis
en el dolor, la miseria, la deprivación, el conflicto, la
venganza, el desinterés, la violencia, la
pasividad y la frustración, o dedicar las energías
físicas y psíquicas, espirituales, morales y toda
la entereza de la que somos capaces para reconstruirnos y buscar
con optimismo y fe, oportunidades dentro de esa adversidad y el
conflicto propio y ajeno; es decir, desarrollarnos como personas
sanas y provechosas para nosotros, nuestra familia y para la
sociedad en que vivimos.

  • 1. Analiza la situación.

  • 2. Considera las consecuencias.

  • 3. Piensa antes de actuar

  • 4. Busca primero en ti, la causa de tus
    tensiones, de tu malhumor.

  • 5. No discutas o pelees delante de otras
    personas. Los asuntos se deben de discutir en privado, lejos
    de espectadores y curiosos.

  • 6. No necesitas exhibirte ante los demás
    como el más fuerte, el que domina y manda, el
    más poderoso

  • 7. No trates de imponer tu voluntad, tus
    deseos. Ponte en el lugar de la otra persona.

  • 8. Razona. Pregúntate a ti mismo si
    realmente te provocaron o eres tu el que provoca la crisis.

  • 9. Trata de encontrar una explicación
    neutral o positiva sobre lo que esa persona hizo para
    provocarte.

  • 10. Habla, dialoga, sin exaltarte, sin
    insultar, sin desmerecer, sin agredir.

  • 11. Escucha sin interrumpir, espera que la otra
    persona exponga sus motivos. Escucha no solo con los
    oídos, observa el tono de voz, los gestos, las
    actitudes,
    los sentimientos y emociones.

  • 12. Que tu meta sea desafiar el conflicto o el
    problema y no a la persona.

  • 13. Trata de ponerte en el lugar de la otra
    persona.

  • 14. Aprende a reconocer qué te altera y
    qué tan furioso te hace sentir.

  • 15. Aprende a pensar en los beneficios que
    puedes obtener controlando tu cólera y las
    consecuencias que te traen perder el control.

  • 16. No desahogues en tu familia, tus
    frustraciones, tus temores, tus complejos.

  • 17. Antes que todo, permanece sereno y
    piensa.

  • 18. Solo tú tienes el poder de controlar
    tu propio comportamiento. No permitas que la ira te controle
    a ti..

  • 19. Recuerda, el pendenciero, el soberbio, el
    prepotente agranda el conflicto y crea odios y resentimientos
    en la mayoría de las veces,
    irreconciliables.

Algunos ejercicios para relajarte y descargar el
enojo, la cólera.

Bostezo

  • Cierra los ojos.

  • Aspira aire contando hasta 10.

  • Expira contando hasta 10.

  • Siente el aire pasar por tus nariz, por tu
    traquea.

  • Siente como tus pulmones se expanden.

  • Suspira fuerte.

  • Haz con la boca y la nariz los movimientos que haces
    cuando bostezas.

  • El bostezo viene naturalmente. No lo reprimas, al
    contrario, amplía los movimientos como lo hacen los
    niños o los perros.

Descargar la ira, la cólera

  • Busca un lugar tranquilo.

  • Cierra los ojos. Aíslate en calma.

  • Distiende el cuello volviendo la cabeza de izquierda
    a derecha varias veces seguidas.

  • Aspira profundo.

  • Expira a fondo.

  • Cuenta hasta 5.

  • Aspira por la nariz 8 veces seguidas contando hasta
    8

  • Expira por la nariz contando hasta 8..

  • Relaja el rostro.

  • Contraiga te como si tuvieras que levantar pesas,
    con la respiración bloqueada.

  • Relájate. Sopla,

  • Sonríe varias veces.

  • Toma conciencia de la calma que acaba de entrar en
    ti.

Manejando la cólera

Si haz experimentado una situación frustrante,
violenta, respira profundo y cuenta hasta 10. Se fuerte,
mantén la calma y la serenidad. Esto te permitirá
analizar mejor la situación y buscar soluciones más
acertadas y más convenientes para ti y para los otros, sin
llegar a la violencia.

Expresa tus críticas, tu disconformidad, tu
cólera o frustraciones sin perder el control o peleando o
agrediendo. Pregúntate a ti mismo si tus respuestas son
seguras, correctas y razonables. Busca alguna alternativa de
solución.

Si en el momento no encuentras la solución,
retírate. No permitas que la ira te ciegue y reacciones
con descontrol.

Busca un lugar tranquilo y solitario. Toma una almohada
o un cojín y comienza a golpearlo y a gritar todo lo que
sientes. Grita y golpea el cojín o la almohada hasta que
sientas que haz sacado todo el "veneno" que tienes
dentro.

Una vez que hayas descargado toda la cólera,
trata de visualizar fríamente la situación. Ve la
situación como una película o como si le hubiera
ocurrido a otra persona.

Haz luego un inventario de la
situación, de los hechos que ocurrieron, de tus reacciones
y de las reacciones de los otros. Anótalas en un
papel.

Colócate en el lugar de la otra persona. Aprende
a "escuchar" a la otra persona y trata de "ver" su punto de
vista.

Trata de buscar alternativas de cómo se hubiera
resuelto cada punto que anotaste sobre el problema o la
situación. Analiza tus pensamientos, tus ideas, tus
emociones y tu comportamiento.

Intenta practicar algunos ejercicios de
relajación, meditación y/o imaginería.

Esto te ayudará a relajarte y a sentirte más
tranquilo.

Haz ejercicios físicos. Practica
algún deporte.
Camina, corre. Cualquier ejercicio físico que hagas te
ayudará a descargar las tensiones y a sentirte
mejor.

Ríe, aprende a reír, la riza
es un remedio infalible. Ríe de la situación, de
los problemas, las cosas que te pasan. Te dará una mejor
visión de la vida y te ayudará a relajar las
tensiones.

Anexo 5

¡No estoy loco!

Alejandra Palacios Banchero

Si te duele una muela, vas al dentista, si tienes un
problema de salud, vas donde un médico, si tienes un
problema legal, consultas con un abogado, si tienes un problema
financiero, llamas a un contador o a un economista.
¿Por qué no consultar a un psicólogo o a
un psiquiatra cuando me siento nervioso, intranquilo, angustiado,
tengo problemas emocionales o no puedo comunicar mis ideas, mis
pensamientos o mis sentimientos a los demás, o mi
comportamiento me causa problemas o causa problemas a otros o no
logro salir adelante y progresar?

El común de la gente tiene la idea de que
consultar con un psicólogo o un psiquiatra y asistir a una
psicoterapia
significa que uno está "loco" o que es un "enfermo
mental".

Esta idea irracional de que los psicólogos y los
psiquiatras tratan solo a "locos" proviene probablemente de la
aureola de misterio y secreto que se ha creado entorno a estos
profesionales. Persiste además la idea de que "los
trapitos se lavan en casa" y "no es bueno" que otras personas se
enteren de nuestros problemas. Hay temor a demostrar nuestras
incapacidad o limitaciones, nos resistimos a que otros conozcan
"nuestros secretos" o por la resistencia al
cambio y las defensas que utilizamos al adaptarnos a
situaciones nuevas o diferentes o por temor e ignorancia de la
labor que cumplen estos profesionales.

Los avances de la ciencia y
de la tecnología, además de los estudios
que se han realizado y se realizan en la actualidad, nos
proporcionan un conocimiento cada día más profundo
del ser humano y de sus manifestaciones. La psicología, ciencia que
estudia los procesos
mentales y la conducta de las personas, nos puede informar
cómo los seres humanos sienten, piensan, aprenden y
conocen para adaptarse al medio que les rodea y nos ayuda a
conocer y explicar su comportamiento a través de
diferentes teorías, además de predecir sus
acciones futuras pudiendo intervenir sobre ellas.

Todos, en algún momento de nuestras vidas, como
seres humanos que somos y que interactuamos dentro de una
sociedad, nos hemos enfrentado a conflictos y traumas. Nuestra
adaptación a ciertas circunstancias y hechos pueden haber
sido difíciles y dolorosos. Es probable que el sufrimiento
nos haya causado trastornos y síntomas que nos han
limitado o incapacitado para encontrar la solución a
nuestros problemas por nuestros propios medios.

Algunos pueden haber acudido a un familiar o persona de
confianza; se alivió el sufrimiento y el problema,
aparentemente se solucionó. Pero en muchos casos y en
especial aquellos en los que no se han aportado soluciones, los
problemas y síntomas permanecen y afectan nuestra vida
personal, nuestra vida laboral, nuestra vida familiar.

La terapia aplicada por un profesional de la
psicología o la psiquiatría, es una asistencia o
ayuda que se diferencia de la ayuda informal porque proviene de
una persona formada y autorizada para prestar esa ayuda. Lo
apoyan además, teorías científicas que le
permiten determinar el origen de los trastornos y la forma de
aliviar sus consecuencias

Ir a un tratamiento con un profesional de la
psicología o la psiquiatría no nos limita ni nos
incapacita. Es un profesional especialmente entrenado para
brindarnos ayuda solidaria, para lograr una mejor
comprensión y aceptación de nosotros mismos y
cambiar nuestras actitudes hacia nosotros, hacia los demás
y hacia el mundo en general. La terapia que nos brindan
constituye una situación de aprendizaje en la cual se va a
producir una reeducación emocional y una
reestructuración o entrenamiento de la funciones de
comunicación y de relación, las cuales se
consideran afectadas en la persona.

Es un campo privilegiado donde la persona tiene la
oportunidad de tomar conciencia y lograr verse como realmente es
y no como creía ser. Nos revela el sentido de las
conductas que en lo cotidiano de la vida parecen neutras, aunque
se sufra por ellas. Así, los síntomas o trastornos
van resultando significativos en la medida misma que vamos
comprendiendo el papel que juegan en nuestra vida y nuestra
salud.

El objetivo entre otros, es disminuir el sufrimiento y
el malestar psíquico, los sentimientos de angustia;
eliminar o adecuar los sentimientos de insuficiencias, logrando
una mejor aceptación de sí mismo; desarrollar
habilidades y capacidades que están en déficit y
crear una mayor disposición hacia las relaciones
interpersonales, disminuyendo o eliminando sus trastornos en
la
comunicación con los otros y la inadecuada
resolución de conflictos; excluyendo con realidades,
información y lógica, los mitos,
creencias e ideas irracionales que nos provocan dificultades
emocionales y de comportamiento; disminuyendo o eliminando
diversos trastornos psíquicos y somáticos que como
consecuencia de los primeros (o a la inversa) están
presentes en nosotros y por último, lograr que el pasado
no nos agobie, vivamos el presente y planifiquemos nuestro futuro
con expectativas positivas. En otras palabras, nos ayuda a
mejorar nuestra salud mental,
familiar, laboral y social.

El sentirse devaluado e indeseable es en la
mayoría de los casos, la base de los problemas
humanos
. C. Rogers

Anexo 6

Ante la pérdida

De un ser querido

Alejandra Palacios Banchero

Has pasado momentos terribles con la pérdida de
tu ser querido. Así lo entendemos y lo
reconocemos.

Permíteme ayudarte con una serie de informaciones
que pueden servirte para comprender mejor tus reacciones y poder
manejar tu dolor.

Ante la muerte de
una persona muy querida las personas reaccionan de diferente
manera y recuperarnos requiere tiempo y
energías.

El duelo es un proceso muy doloroso con reacciones y
síntomas que son totalmente normales y esperados. Puedes
sentir: incredulidad, rabia, tristeza, insensibilidad,
resentimiento, miedo, angustia, culpa, soledad, alivio,
apatía, intranquilidad, sensación de oír o
ver al ser querido, cambios de humor, cansancio, insomnio, dolor
de cabeza, pesadillas, problemas estomacales, imágenes
que de pronto te vienen a la mente, sensación de un nudo
en la garganta, desinterés, falta de concentración,
no parar de hacer cosas, entre otros.

La muerte de un
ser querido es como una herida que deberá cicatrizar. Pero
este proceso no es fácil ni inmediato, ni tampoco es igual
para todas las personas. Nos podemos demorar unos cuantos unos
cuantos meses o unos años y depende de nuestra
personalidad, de la intensidad y calidad del amor que
sentíamos hacia esa persona; de la forma en que
murió, del apoyo y comprensión de nuestra familia,
nuestros amigos, de la comunidad; de
poder o no comunicar nuestros pensamientos, ideas y sentimientos
a los demás con libertad y confianza y sin temores; de
poder afrontar y resolver los problemas que suceden al mismo
tiempo y que empeoran nuestra situación.

Todo proceso de duelo, al igual que la
cicatrización de una herida, pasa por diferentes etapas y
cada una de ellas puede tener diferente
duración.

Cuando recién nos enteramos de la noticia, no
creemos lo que ha pasado, estamos confundidos, inquietos,
angustiados, lloramos, tenemos problemas con nuestro
estómago, sentimos dolor en el pecho, hacemos cosas sin
objeto y sin sentido, nuestro sueño y nuestro apetito no
es igual.

Va pasando el tiempo y al ir aceptando la
situación, nos sentimos nerviosos por la
separación, culpables, malhumorados, agresivos,
frustrados, con miedos, añoranza y llanto. Podemos sentir
a la persona muerta, soñar con ella, no creer lo que nos
está pasando, hacer cosas como si el o ella estuviera
todavía vivo.

Pasamos luego a un estado en el que queremos estar
solos, descansar, nos volvemos impacientes, fatigados,
débiles, faltos de sueño, desesperados,
desamparados, impotentes, sentimos que debemos hacer algo ara
sentirnos aliviados y salir de este estado. Sentimos algo
idéntico a una depresión.

Vamos luego aceptando la pérdida y volvemos a ser
otra persona, cambiamos nuestro estilo de
vida, retomamos el control de nuestras vidas, abandonamos los
papeles que cumplíamos antes, buscamos un significado a
las cosas, perdonamos y olvidamos.

Podemos dormir mejor porque nos estamos recuperando. Es
decir, nuestra herida está cicatrizando.

Una vez cicatrizada la herida, realizamos los cambios
necesarios para darle sentido y propósito a nuestras
vidas, recuperamos nuestra autoestima y orientamos nuestro
interés
hacia otros y lograremos vivir.

Algunas personas hallarán consuelo acudiendo a su
comunidad religiosa, a sus amigos, a sus familiares, haciendo
ejercicios físicos, dedicándose más al
trabajo, acudiendo a un profesional que lo ayude, procurando
estar con otras personas en la misma situación.

Pero, si pensamos que el alcohol o
las drogas nos
pueden aliviar, estamos muy equivocados. No nos ayudará y
los problemas se agrandarán. Tampoco se sentirá
alivio cambiando de casa o de ciudad, el dolor lo llevamos con
nosotros a donde vayamos.

Cicatrizaremos más fácil nuestra herida,
buscando información acerca de lo que es y lo que se
siente durante el duelo, cuánto dura, qué factores
modifican o alteran el proceso de cicatrización.
Recordando las circunstancias relacionadas con la muerte,
podrán venir a nuestra memoria, los detalles y las cosas
que realmente pasaron y así recordaremos al ser querido
sin culpa ni rabia. Aunque es muy doloroso, esto permite una
mayor descarga de la angustia y el dolor. Es como la cura que
hacemos a la herida abiertas antes de que se inicie el proceso de
cicatrización.

Reconociendo y tratando cada uno de los componentes de
nuestro dolor y realizando actividades para superarlos, la herida
se irá cerrando. Recuperando nuestra realidad, nuestro
sentido de la vida, nuestra personalidad y la confianza en el
mundo, estaremos estableciendo las bases para un futuro sano y
seguro en la comunidad, con nuestra familia y nuestro dolor.
Queda la cicatriz que, como toda herida, molestará de vez
en cuando.

Es importante recordar que:

  • No todas las personas reaccionan igual a la muerte
    de un ser querido.

  • Pensar que nuestro mundo se ha vuelto confuso e
    inseguro, es normal en estas circunstancias.

  • La muerte de un ser querido no se supera, uno se
    recupera y esto molesta de vez en cuando, como lo hace
    cualquier herida.

  • Revivir la experiencia de la muerte del ser querido
    facilita la recuperación. El duelo que no se habla es
    duelo que no cicatriza.

  • La mejor ayuda y apoyo que podemos obtener
    está en nuestra propia familia. Compartamos nuestro
    dolor y hablemos de él con libertad y amor.

  • Disimular nuestro dolor no es bueno, no permite la
    comunicación con otros familiares que pueden estar
    sintiendo lo mismo.

  • Perdonemos y olvidemos. Comencemos a asumir el
    control de nuestra vida, realicemos los cambios necesarios
    para recuperar nuestra realidad, nuestra personalidad y darle
    un nuevo sentido a nuestra vida.

  • En unión de nuestra familia, compartamos el
    dolor y construyamos un futuro de confianza, seguridad y
    esperanza

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Adaptación Palacios A. Virginia USA.


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Autora:

Lic. Alejandra Palacios Banchero

Licenciada en Psicología

Psicóloga Clínica y
Comunitaria

Especialista en resolución de
conflictos

Conciliadora Extrajudicial especialista en
Familia y Mediación Escolar

Investigador Social

Miembro del Equipo Multidisciplinario de la
Asociación Civil Casas Don Bosco. Caracas

Miembro fundador de la Federación
Latinoamericana de Emergencias y Desastres

Miembro de la Sociedad Peruana de
Psicología de Emergencias y Desastres

Miembro fundador y representante de la
Sociedad Peruana de Resiliencia

Partes: 1, 2, 3, 4
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