Ética y bioética desde una perspectiva martiana o repensando la bioética en el ámbito cubano
Un debate en
torno al desarrollo
actual y visiones diferentes sobre la Bioética
nos deja la certidumbre de que no es posible hablar de
Bioética al margen de la Ética, por lo que cabe
preguntarse ¿cómo asumir de forma permanente lo
mejor y más progresista de la producción del pensamiento
universal sin incorporar nuestra perspectiva, la de la realidad
del mundo en que vivimos desde el propio contexto de nuestra
sociedad
socialista, sus empeños, metas, e
historicidad?.
Fue precisamente José Martí,
el más universal de todos los cubanos, el que nos dio como
en casi todos los casos una clave que encierra un principio
devenido en método del
pensamiento cubano de avanzada del S. XIX, el electivo, que
enunció José de la
Luz y Caballero cuando dice "Todos lo métodos y
ningún método, he ahí el método" y
que en otra dimensión, Martí
reconoce al decir que "injértese en nuestras
repúblicas el mundo, pero en el tronco ha de ser el de
nuestras repúblicas", he ahí también el
método, con el cual de forma electiva podemos conformar
nuestros referentes y proyecciones de una forma original con
relación al mínimo de filosofía que merecen los asuntos
prácticos de la realidad en que vivimos y del socialismo que
construimos aún todos los obstáculos vencidos y por
vencer.
Al adentrarnos en el polémico tema que nos ocupa
es necesario tener en cuenta el lugar y papel que la ética ha
tenido a lo largo del pensamiento cubano, en la fundación
de la identidad
nacional y cultural y sobre todo en su ideología revolucionaria, así como
el desarrollo actual que en las investigaciones
ético filosóficas y de la Ética Aplicada ha
experimentado en nuestro país, ampliando su base
teórica a la vez que normativa y sus aportes en su
instrumentación como herramienta de la
labor educativa, en la movilización de las conciencias y
como enfoque para el análisis multilateral de los
acontecimientos sociales y el desarrollo de la ciencia y
la tecnología, así como sus impactos en
los seres humanos y el medio
ambiente.
La Bioética al comprenderla como un nuevo saber
por algunos autores, no es posible privarle del enfoque en el que
se desarrolla para sus proyecciones novedosas y que se insertan
en el camino y tendencia del conocimiento
complejo de múltiples lados y aristas concatenadas, con
una visión multidisciplinaria, interdisciplinaria y
transdisciplinaria, para enfrentar los procesos u
organismos que más allá de los sistemas
conforman los megasistemas o megaorganismos que se concatenan en
la vida planetaria entendiendo a la naturaleza y
la sociedad en esta imbricación, tal cual es y
existen.
Desde la comprensión Bioética ese enfoque
sigue siendo la integración de:
El conocimiento ético (teórico,
metodológico, normativo y práctico en la
moralidad), sus aportes en la
comprensión del papel de la moral
en su complejidad en las condiciones del mundo
actual.Axiológico, al ubicar a los
valores como parte de esta esfera moral, en
su papel de brújulas orientadoras en el contradictorio
proceso de
la elección moral de las actuaciones y decisiones de
los individuos ante los conflictos
y dilemas resultantes del desarrollo científico y
tecnológico (generalmente manipulados según
intereses de poder
hegemónicos, neoconservadores y por ende ultra
reaccionarios).Humanista, pues el principio, fundamento y fin de
toda la ejecutoria humana, es el ser humano en su estrecho
vínculo, vida y convivencia con su entorno o medio
ambiente
entendido este en su sentido más amplio.
Este nuevo saber no emerge de forma súbita o
espontánea, entre sus antecedentes es incuestionable tener
en cuenta el alcance que el
conocimiento ético ha adquirido desde la segunda mitad
del Siglo XX en que se ha reconocido con una relativa independencia
de la Filosofía, identificándose como disciplina o
ciencia
filosófica, lo que ha estado en
correspondencia con la agudización de las contradicciones
que ha generado del desarrollo desigual de los países,
propio del sistema
capitalista de producción y el impacto que han tenido en
los problemas
globales contemporáneos que afectan a la humanidad y al
planeta, estimulando el conocimiento ético.
En este contexto de un acelerado desarrollo de la
ciencia, la técnica y la tecnología, se ha puesto
cada vez más en evidencia, la máxima del
pensamiento positivista predominante en la modernidad, en
cuanto a la exclusión de lo valorativo y la
ideología como parte del conocimiento
científico y de su papel en la historia del desarrollo de
la ciencia entendida como una fuerza social,
por ser objetos no tangibles, inexactos o no verificables en la
realidad empírica, es decir, no constituyen conocimientos
positivos.
Sin embargo de una forma paradójica, la realidad
de los acontecimientos en la vida práctica, el quehacer de
los científicos — muchos de los cuales han abrazado
esta Filosofía cientificista— y los propios
resultados científicos, han puesto de manifiesto
cómo el componente axiológico e ideológico,
es inseparable de la actividad humana cualquiera que sea el
escenario de su acción.
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