Conceptos Nodales: Modernidad
reflexiva, globalización, globalidad política, Estado,
medios de
comunicación masiva, imaginario cognitivo
cultural
El libro de
Zygmunt Bauman, En busca de la política,
está propuesto esencialmente al desarrollo de
una idea: la
globalización ha provocado que el poder
político quede separado de la política. Esta
disociación implica sobre todo el inconveniente del poder
político para cumplir sus funciones
básicas, es decir, establecer un orden político y
social en el cual los seres humanos puedan existir y
desenvolverse plenamente, gozando de seguridad para su
persona,
certidumbre sobre sus posesiones y la garantía de su
dignidad
humana como lo afirma el autor:
"Así el avance de la democracia es
fundamental y básico para la circulación de los
mercados con base
político económica de los Estados modernos en la
sociedad
postmoderna[1]
Para comprender mejor la relevancia de esta idea, es
conveniente señalar cuatro separaciones específicas
que en conjunto producen y generan esta división: la
separación entre el gobierno y los
asuntos públicos, entre el Estado y la
nación,
entre las élites y las masas, y entre la libertad
individual y la libertad colectiva. Bauman plantea que el
gobierno ha perdido la capacidad de resolución de los
problemas
públicos más importantes;
("no tiene fin; se prolonga durante toda la vida
y produce una compleja interacción entre libertad y
dependencia")[2];
que no posee ya ni siquiera los instrumentos y los
recursos
necesarios para resolver los problemas cotidianos de la
existencia humana. El gobierno ha perdido esta capacidad frente a
una serie de poderes globales que actúan en su propio
territorio y a los que no puede sometérseles sencillamente
al imperio de las leyes locales;
éstos gozan de una especie de inmunidad originada
principalmente en su extraterritorialidad.
Las decisiones que regulan los aspectos básicos
de la vida social no las toman ya las autoridades
públicas, sino las corporaciones y agencias privadas que
no sólo se ubican fuera del espacio físico de la
comunidad,
sino que además actúan de manera independiente y
carentes de toda coordinación, al grado de que ninguna de
ellas se hace finalmente responsable del efecto que sus acciones
producen en ese medio social.
Para Bauman, esta reducción del poder
político a la impotencia se debe básicamente a que
los estados modernos se han sometido a los criterios de una
concepción neoliberal absoluta. Así, al extender se
ésta al ámbito internacional, se ha propiciado el
desarrollo de una globalización económica que ha
impuesto las
leyes del mercado
sobre las leyes de la polis, es decir, que ha entregado
al mercado la facultad de regir la vida de la comunidad humana,
arrebatándosela a sus autoridades políticas
legítimas.
Bauman se suma de este modo a la condena generalizada
que se hace de la globalización; sin embargo, incurre en
la misma parcialidad, pues sólo destaca sus consecuencias
negativas y sus aspectos económicos. Una concepción
más equilibrada de la globalización debía
considerar tanto las consecuencias negativas como las positivas;
sus aspectos económicos y sus aspectos culturales: la
globalización no es sólo un asunto de empresas
transnacionales ni una maldición que ha caído sobre
la humanidad. La globalización debe ser vista como un
producto del
contacto entre múltiples agentes públicos y
privados en el plano mundial, cuya interacción e
intercambio no es ya un asunto opcional, es una
realidad.
La misma separación que se ha dado entre el
gobierno y los problemas públicos se ha producido
también entre el Estado y la nación.
En los últimos dos siglos la forma política del
Estado-nación ha sido la que ha dominado el escenario
mundial. Con mayor o menor solidez de su base nacional, la mayor
parte de los estados modernos han pretendido fundar su
legitimidad sobre las bases de la nacionalidad:
se han presentado como sus protectores, guardianes e, incluso,
creadores. Sin embargo, la globalización ha provocado su
desarticulación, la separación entre Estado y
nación. En estas nuevas condiciones, el Estado ha perdido
toda capacidad de protección efectiva: la nación se
ha visto atacada en sus bases económicas, culturales y
políticas sin que el Estado haya podido
oponerse.
Sin mencionarlo explícitamente, Bauman se refiere
aquí al antiguo tema de la soberanía. La globalización ha
alterado sin duda alguna el significado contemporáneo de
soberanía política; más aún, tal vez
encarne la amenaza más seria en su contra. No obstante,
Bauman lleva su argumento demasiado lejos, pues si bien es cierto
que la soberanía de los estados se está viendo cada
vez más cuestionada por todas estas interferencias y
condicionantes, el Estado-nación sigue conservando una
parte importante de sus atribuciones y, además, todo
parece indicar que en el futuro previsible seguirá siendo
el principal actor en la política
internacional.
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