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En busca de la política, de Zygmunt Barman (página 2)



Partes: 1, 2

La tercera desarticulación a la que se refiere
Bauman tiene que ver con los vínculos entre las diferentes
partes de la sociedad,
particularmente entre sus élites políticas,
económicas y culturales y el resto de la población. Esta desarticulación
rompe un lazo de unión que durante mucho tiempo se
consideró una base importante del orden político de
la modernidad: el
vínculo entre las élites y las masas. Durante mucho
tiempo las élites sociales se presentaron a sí
mismas como imagen, ejemplo y
guía de la sociedad; establecieron tácitamente un
compromiso con las masas por medio del cual asumían su
responsabilidad por todo el conjunto social. Sin
embargo, la dislocación que ha producido la
globalización escinde a la sociedad en dos polos, lo
cual mina las bases y la existencia misma de cada uno de ellos,
tanto de la élite como del resto de la sociedad.
Más aún, este distanciamiento y dislocación
que ha producido la globalización en las comunidades locales se
reproduce también a escala mundial,
pues se ha generado una separación progresiva entre los
más ricos y los más pobres en el mundo, y
profundizado el extrañamiento y distanciamiento entre unos
y otros, infundiendo en los primeros el mismo sentimiento de
pérdida de responsabilidad respecto de los segundos que
también se observa en el ámbito local.

De este modo, la globalización ha roto con un
principio constitutivo esencial: la solidaridad. No
solamente se ha acentuado el distanciamiento entre la
élite y el resto de la sociedad, sino que el conjunto de
la comunidad se
ha desarticulado; se ha interrumpido la
comunicación con sus instituciones
políticas y éstas han perdido todo el control sobre
ella. Para Bauman, uno de los efectos más devastadores de
esta profundización en la brecha del ingreso a escala
mundial ha sido la proliferación de las clases
sociales peligrosas
.

Estos sectores se han formado y acrecentado con todos
aquellos individuos que han quedado fuera de la marcha de la
sociedad y de la economía; aquellos proscritos
automáticamente de los beneficios reales o ficticios del
desarrollo
económico y que, en consecuencia, no se someten a las
reglas ni a las exigencias del mercado. Estos
individuos sencillamente no pueden colocarse ni en uno ni en otro
polo de los intercambios comerciales. Por esta razón, su
comportamiento
no puede ser calificado más que de anómalo, incluso
de criminal. Esta dinámica de exclusión ha propiciado
que se tienda cada vez con mayor frecuencia y amplitud a
criminalizar las conductas antisociales, obligando al Estado a
controlar, someter y castigar el comportamiento antimercado.
Así, el Estado ha
recuperado su función
policiaca, pero ahora ya no sólo para guardar el orden,
sino esencialmente para perseguir criminales.

El equilibrio y
conjugación entre la libertad
individual y la colectiva ha sido siempre un asunto de
difícil resolución; sin embargo, Bauman advierte
que la globalización liberal las disocia más que
nunca. Plantea que hay quienes presumen que la
globalización ha incrementado el margen de las libertades
individuales, sin importarles que el costo haya sido
reducir las libertades colectivas. Para ellos, esta
operación ha redundado en un incremento absoluto de la
libertad, debido a que conciben que la libertad humana puede
verse como la suma de las libertades individuales.

No obstante, Bauman considera que no sólo no ha
habido ningún avance, sino que incluso se ha presentado
una regresión. Para él, las libertades colectivas
son fundamentales, son el origen de toda libertad individual, y
por lo tanto no puede haber ningún sentido válido
para esta última si no tiene como condición y
escenario las primeras.

De acuerdo con este enfoque, el incremento de las
libertades que se han generado en el sector privado resulta una
pura ficción. Este carácter ficticio se origina en el hecho de
que el abanico de opciones que se identifican desde la
perspectiva individual ya no son determinadas por una
colectividad autónoma y soberana, sino por una serie de
poderes extraterritoriales sobre los que ésta no tiene
ningún control, ninguna incidencia, es decir, se elige
entre un conjunto de alternativas cada vez más
restringidas y menos controlables.

De este modo, la globalización ha roto el
equilibrio y la complementación que debe existir entre la
libertad colectiva y la individual. Parafraseando a Marx, Bauman
diría que ahora los individuos son más libres para
elegir entre una serie de opciones que les son ajenas y de las
cuales se encuentran alienados: los individuos son más
libres para emplearse donde quieran, pero cada vez hay más
inseguridad en
el empleo; pueden
planear su vida, pero cada vez es más incierto el futuro
de la sociedad donde viven; pueden reclamar el derecho a la
protección física y la propiedad,
pero los índices de inseguridad para la vida y las
posesiones son crecientes.

Luego de este diagnóstico demoledor y catastrófico
sobre la globalización, Bauman presenta como
conclusión dos recursos que
considera pueden usarse para combatirla: uno es el de un orden
político republicano y el otro la instauración del
ingreso básico social. Bauman considera que la forma de
gobierno en que
mejor pueden conjugarse la libertad individual y la colectiva es
la
república. En su concepción, sólo en
ésta se preserva un espacio individual libre de
interferencias por parte del poder
político y el legítimo derecho y competencia de
los individuos para interferir en los asuntos
colectivos.

Para llegar a esta propuesta, emprende una crítica
abierta y directa de la democracia
liberal. La califica como una de las utopías
contemporáneas más poderosas, ya que trata de
conciliar la libertad de los individuos para elegir la forma de
vida que prefieren con la efectividad del Estado para conservar
el orden y la interacción pacífica entre ellos. En
sus propios términos, Bauman dice:

"La democracia liberal, en otras palabras, aspira
a lograr la cuadratura del círculo menos susceptible de
convertirse en cuadrado: pretende preservar
simultáneamente la libertad de actuación del
Estado, los individuos y sus asociaciones, convirtiendo la
libertad de cada uno de ellos en condición necesaria de la
libertad de los otros" [p.
163][3].

La crítica de Bauman a la democracia liberal es
muy poco convincente: no sólo pasa por encima las
principales discusiones, argumentos y justificaciones que han
colocado a la democracia liberal en el sitial privilegiado que
ahora tiene, sino que, además, la descalifica por las
mismas razones por las que propone la república, es decir,
aunque describe con distintas palabras las características
de una y otra, en el fondo no las diferencia de manera alguna. En
sus propias palabras,

"la república es una institución
que no considera la libertad de sus ciudadanos únicamente
como libertad negativa, como una falta de limitaciones, sino como
un poder capacitador, la libertad de participar; una
institución que intenta —siempre de manera
inconcluyente pero con constante celo y vigor— lograr un
equilibrio entre la libertad del individuo de
toda interferencia y el derecho de los ciudadanos a
interferir"[4]
[p. 174].

Como puede observarse, Bauman baraja las combinaciones
posibles que pueden darse entre la libertad negativa y la
libertad positiva, pero califica de utópica a la
democracia liberal por querer fundirlas y halaga a la
república por la misma razón.

Por lo que se refiere al ingreso básico, Bauman
ignora simplemente toda la discusión que se ha dado en las
últimas décadas sobre el Estado de bienestar y los
esquemas de seguridad
social. Plantea sencillamente que uno de los recursos
más efectivos que podrían usarse para garantizar la
seguridad
económica, la posición social y la dignidad
humana, sería introducir un derecho social consistente en
que, independientemente del trabajo y el
esfuerzo realizado, cada individuo tuviera un ingreso
básico, lo cual le permitiría insertarse en la
sociedad como un ciudadano con plenas atribuciones y facultades.
Bauman se adelanta a toda crítica diciendo que no debe
repararse en la factibilidad
financiera del Estado para hacerlo o en considerar esta medida
como una acción
alternativa de la política
social, sino que debe ser considerada una condición
para la existencia de la sociedad y del propio Estado. De este
modo, Bauman pasa por encima de toda la lógica
histórica, política y
sociológica que sustenta no sólo a un tipo de
sociedad, sino a toda una civilización, y propone una
medida tan simple y parcial que difícilmente
alcanzaría el rango de utópica.

Bibliografía

Bauman Zygmunt, EN BUSCA DE LA POLÍTICA.
Fondo de Cultura
Económica.1999 1ª Edicion.Mexico

 

 

 

 

 

Autor:

Jorge Enrique Díaz
Varela

Estudiante de Ciencias
Políticas y Administrativas Escuela Superior
de Administración
Pública ESAP

[1] Bauman Zygmunt, EN BUSCA DE LA
POLÍTICA. Fondo de Cultura Economica.1999 1ª
Edicion.Mexico

[2] Bauman Zygmunt, EN BUSCA DE LA
POLÍTICA. Fondo de Cultura Economica.2001 2ª
Edicion.Mexico

[3] Ibidem Pág. 143

[4] Ibidem Pág.174

Partes: 1, 2
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