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La reinvención de Cervantes en dos poemas de Borges (página 2)




Enviado por pacarreno



Partes: 1, 2

"Sueña Alonso Quijano" es la conjunción de
todos los tiempos y espacios que reviven la laberíntica
novela que es
la obra de Cervantes. El
laberinto denota la posibilidad de renacer, de volver a comenzar,
de que el arquetipo siga engendrando y engendrándose
eternamente. Quijote, tanto la novela como el
personaje, son el símbolo del propio laberinto. Quijote de
la Primera Parte es el mismo de la Segunda Parte, pero
también es otro, como Dulcinea, la Sin Par, la que se
encuentra en la piel y en el
moho de las armas del
héroe inmortal. Dulcinea es también Aldonza
Lorenzo, la labriega que huele a ajo, la que descubre Cervantes
en la traducción que del árabe le hace un
morisco de la obra de Cide Hamete Benengeli, cuando lo
encontramos en el capítulo IX, en Alcaná de Toledo
hurgueteando unos cartapacios que un joven traía para
vender: "Esta Dulcinea del Toboso tantas veces en esta historia referida, dicen que
tuvo la mejor mano para salar puercos, que otra mujer de toda la
Mancha" (8). Pero también es la Dulcinea encantada por el
pícaro mago Sancho, el fiel escudero, el alter ego de
Quijote. Otra forma de ser Quijote.

Como en toda la obra borgiana, la intertextualidad
representa la consagración de la construcción de lo lúdico en el
arte
poético. El juego
dialéctico entre los poemas que
ahora estudiamos desencadena una serie infinita de
interpretaciones del fenómeno estético que conduce
a una de las también infinitas exégesis de la obra
cervantina, más aún cuando podemos, a partir de
dicho texto,
acercarnos a la obra de Borges. Emprender
el camino al revés, desde los mismos orígenes de la
historia: "Historia de don Quijote de la
Mancha, escrita por Cide Hamete Benengeli, historiador
arábigo" (9).

La magia de "Sueña Alonso Quijano" nos conduce a
Lepanto y su batalla. En ese juego de espejos encantados como los
propios sueños del hidalgo, el soñado sueña
con su soñador: "Quijano duerme y sueña. Una
batalla: / Los mares de Lepanto y la metralla. El sueño de
Alonso Quijano, la invención poética de un
hidalgo-loco que leía novelas de
caballería y transformaba las ventas en
castillos, se consagra en la realidad también prosaica de
Lepanto y su metralla, donde un día estuvo su
sueño, su creador. Don Quijote, el
loco-cuerdo, convierte en sueños la historia de Cervantes,
y ya no importa más si la historia antecede al
sueño o el sueño a la historia, del mismo modo que
tampoco ya importa quién es el soñador y
quién el soñado. Se invierten las historias y la
sublimación poética desencadena esa especie de
semiosis simbiótica que trasciende la realidad-irrealidad
de los propios personajes: "El hidalgo fue un sueño de
Cervantes / Y don Quijote un sueño del hidalgo. / El doble
sueño los confunde y algo / Está pasando que
pasó mucho antes" (10).

Alonso Quijano, el hombre
hecho de letras y de sueños, que vivió en
algún lugar de La Mancha, despierta "de su incierto
sueño". El sueño lo confunde como nos confunde a
nosotros, y no sabe si "está herido o muerto". Las claves
de la poesía
de Borges se encuentran en este juego dialéctico de ser y
no ser a la vez. El sueño es la conciencia que
quiere ser pero no es; su ambigüedad ontológica
determina la configuración del discurso
poético, como en Cervantes y su obra.

Pero la realidad de Quijote, su irrenunciable destino
histórico, está unida al espíritu
renacentista que se construye en la realización personal. Don
Quijote busca la inmortalidad a través del reconocimiento
social y del amor de su
Dulcinea, sanchescamente encantada: "En mansa burla de sí
mismo, ideó un hombre
crédulo que, perturbado por la lectura de
maravillas, dio en buscar proezas y encantamientos en lugares
prosaicos que se llamaban El Toboso o Montiel" (11). Sin embargo,
Cervantes, como un demiurgo arrancado de los cuentos
medievales, sabe que su personaje no puede imponerse a la
realidad impiedosa de los molinos de viento o a la cruda
razón de la justicia de
los hombres, pero quiere consagrarlo. Quiere inmortalizarlo en su
vida y en su muerte (tal
vez por eso no quiere asumir la paternidad, porque sabe que el
hidalgo manchego debe morir): "Para los dos, para el
soñador y el soñado, toda esa trama fue la
oposición de dos mundos: el mundo irreal de los libros de
caballerías, el mundo cotidiano y común del siglo
XVII" (12). Entonces surge la poesía. El jinete de
Rocinante, que mal se sostiene entre sus huesos, cabalga
por las páginas doradas de un libro que
narra sus historias, y él las lee. Él se lee en un
juego de espejos mágicos y multiplicadores. Y los
personajes lo leen también. Desde la recámara del
señor hasta el más humilde cuarto de las ventas
escandalosas, es posible encontrar un ejemplar de Quijote
narrando sus hazañas. Así lo certifica el bachiller
Sansón Carrasco en el capítulo III de la Segunda
Parte.

La fama huele a armadura desencajada en desencajado
cuerpo, pero no en la historia, que no es más que la
sumatoria de hechos prosaicos donde abundan las derrotas, los
molinos, las prostitutas y las ventas, sino en la poesía
que envuelve a la historia que la transforma en literatura y la
universaliza.

"Parábola de Cervantes y de Quijote" y
"Sueña Alonso Quijano" leen la obra de Cervantes con esa
lectura de
profunda intertextualidad metafísica, tan representativa de la
poética borgiana, acostumbrada desde sus orígenes,
a un diálogo
poético permanente consigo misma. Borges recrea el
sueño cervantino que confunde a autor y creación en
una poesía de exquisita estructura
laberíntica que se multiplica hasta el infinito como los
espejos borgianos.

En el "Epílogo" a El oro de los
tigres
, discurso metalingüístico de asombrosa
configuración estético-metafísica, Borges,
citando a Carlyle, nos dice: "La historia
universal es un texto que estamos obligados a leer y a
escribir incesantemente y en el cual también nos escriben"
(13).

Descubrir Cervantes a través de los textos
borgianos, es reescribir la historia de Quijote y su creador por
medio de la lectura, que es otra de las formas de la
creación poética.

Notas y
bibliografía

  • 1. El Hacedor, Emecé. Buenos Aires,
    1960. En Obras Completas, Emecé Editores, S.A.
    Buenos Aires, 1974, página 799. El texto completo es
    el siguiente:

"Harto de su tierra de
España,
un viejo soldado del rey buscó solaz en las vastas
geografías de Ariosto, en aquel valle de la luna donde
está el tiempo que
malgastan los sueños y en el ídolo de oro de Mahoma
que robó Montalbán.

En mansa burla de sí mismo, ideó un hombre
crédulo que, perturbado por la lectura de maravillas, dio
en buscar proezas y encantamientos en lugares prosaicos que se
llamaban El Toboso o Montiel.

Vencido por la realidad, por España, Don Quijote
murió en su aldea natal hacia 1614. Poco tiempo lo
sobrevivió Miguel de Cervantes.

Para los dos, para el soñador y el soñado,
toda esa trama fue la oposición de dos mundos: el mundo
irreal de los libros de caballerías, el mundo cotidiano y
común del siglo XVII.

No sospecharon que los años acabarían por
limar la discordia, no sospecharon que la Mancha y Montiel y la
magra figura del caballero serían, para el porvenir, no
menos poéticas que las etapas de Simbad o que las vastas
geografías de Ariosto.

Porque en el principio de la literatura está el
mito, y
asimismo en el fin".

  • 2. "Himno del mar", Revista
    Grecia, Sevilla, 31 de diciembre de 1919, N.37.
    Nosotros lo tomamos del libro de Carlos Meneses,
    Poesía juvenil de Jorge Luis Borges,
    Olañeta. Barcelona, Palma de Mallorca, 1978,
    páginas 57 y 58.

  • 3. Borges, Jorge Luis, Obras Completas.
    Ob.cit., página 808.

  • 4. Ibídem. Páginas 803 y
    804.

  • 5. En el último capítulo de El
    ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
    , el LXXIV,
    leemos: "Yo tengo juicio ya libre y claro, sin las sombras
    caliginosas de la ignorancia, que sobre él me pusieron
    mi amarga y continua leyenda de los detestables libros de
    caballería. Ya conozco sus disparates y sus embelecos,
    y no me pesa sino que este desengaño ha llegado tan
    tarde, que no me deja tiempo para hacer alguna recompensa,
    leyendo otros que sean luz del
    alma".
    Cito por Ediciones Zeus, Barcelona, 1968. Tomo 2.

  • 6. El oro de los tigres, Emecé
    Editores, Buenos Aires, 1972. En Obras Completas.
    Ob.cit., página 1096. El texto completo es el
    siguiente:

"El hombre se despierta de un
incierto

Sueño de alfanjes y de campo
llano

Y se toca la barba con la mano

Y se pregunta si está herido o
muerto.

¿No le perseguirán los
hechiceros

Que han jurado su mal bajo la
luna?

Nada. Apenas el frío. Apenas
una

Dolencia de sus años
postrimeros.

El hidalgo fue un sueño de
Cervantes

Y don Quijote un sueño del
hidalgo.

El doble sueño los confunde y
algo

Está pasando que pasó mucho
antes.

Quijano duerme y sueña. Una
batalla:

Los mares de Lepanto y la
metralla".

  • 7. "El jardín de senderos que se
    bifurcan", Ficciones, Sur, Buenos Aires, 1944.
    Nosotros citamos por Obras Completas, Ob.cit.,
    páginas 472 a 480.

  • 8. Don Quijote. Ob.cit. Página
    82. Tomo 1.

  • 9. Ibídem. Página 83.

  • 10. "Sueña Alonso Quijano", Ob.cit.,
    página 1096.

  • 11. "Parábola de Cervantes y de
    Quijote", Ob.cit., página 799.

  • 12. Ibídem, página
    799.

  • 13. El oro de los tigres, Ob.cit.,
    página 1145.

 

 

 

 

 

Autor:

Alejandro Carreño
T.

Partes: 1, 2
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