"El capital es el lobo del
hombre"
Con el permiso de Hobbes
La conclusión a la que nos asoma el
sociólogo polaco Zigmunt Bauman, sobre la modernidad y el
modelo
capitalista resulta harta acicateadora.
Según Bauman: "La modernidad es una
fábrica de residuos humanos, que emanan de la industria del
orden y del progreso económico, que cuanto más
avanza, introduce a más personas en la categoría de
seres indeseables".
Esta proposición refuerza la premisa excluyente,
anteriormente planteada como la enajenación en Marx, expresada,
de forma algo poética, en sus Manuscritos de 1844:
"El objeto que el trabajo
produce, su producto, se
presenta como algo opuesto a él, como una fuerza
independiente del productor". El modo de producción capitalista, determina a la
exclusión como necesidad, visto a la luz del método del
materialismo
histórico, como el concepto de
"enajenación".
Hoy el modelo de producción capitalista en su
periodo imperial, acentúa esa "enajenación", en su
definición excluyente y clasista.
«En la artesanía y la manufactura,
el trabajador utiliza una herramienta; en la fábrica, la
máquina utiliza al obrero. En el primer caso, los
movimientos de los instrumentos de trabajo
provienen de él; en el segundo, debe seguir el movimiento de
las máquinas.
En la manufactura, los trabajadores son una parte de un mecanismo
vivo; en la fábrica, hay un mecanismo inerte,
independiente del obrero, quién se convierte en un simple
apéndice vivo». (Marx, El Capital)
Así, la sociedad
moderna (léase capitalismo),
sin poder resolver
el problema de la propiedad de
los medios de
producción, eje central y motor de la
historia, a
través de la lucha de clases, agota su imagen, su
discurso en la
superestructura.
Cimentando en la aldea global de la
comunicación. Serán los medios los mejores
gendarmes de la "enajenación". Uniformados de publicidad y
mercadeo y con
la autoridad de
la libertad de
expresión.
Necesitando camuflajearse para sobrevivir, como bien lo
dibuja Bauman: el capitalismo (la modernidad) se moverá
sobre un tejido líquido, (inestable y moldeable), que le
permita vivir lo efímero como propuesta
central.
En esta propuesta nada es perdurable, ningún
valor
ético prevalecerá pues no tiene valor comercial
(valor de cambio).
La historia será un discurso carente de
funcionalidad, pues nos anclaría a valores
estables. El presente, (rebautizado como la moda),
será el único tiempo, pues,
el comercial, es la canción de moda comprable. Los
ídolos remplazarán a los héroes y
serán imitados por los ciudadanos, allí la tecnología de punta
(el ultimo modelo de celular) será el nuevo
dios.
Una sociedad sustentada en la fabricación de
cosas, donde el ser humano es tan solo su comprador,
propenderá, como en efecto la hace, a crear un
cúmulo cada día más grande de seres
indeseables, pues su matriz de
exclusión gravita en que; la tecnología desplaza
mano de obra del proceso
productivo, esta, enajenada del proceso y sin acceso al mercado
será excluida de toda la sociedad.
Cumpliéndose el axioma de: Si no produces, no
tendrás acceso a la sociedad (moda), si no estás a
la moda disminuirá la posibilidad de entrar, en el cada
vez más reducido y competitivo mercado de trabajo, y por
supuesto, sin estar en el mercado de trabajo, siendo un no
consumidor, te
convertirás en un ser indeseable, un excluido
social.
Esos futuros excluidos sociales, los podemos ver
día a día, en forma larvaria, en los
semáforos pretendiendo ser malabaristas del circo de
Pekín, o en los liceos donde menores juegan a ser Madona y
Britneys Spear en un beso lesbiano, mientras con su celular de
última generación, otro niño juega ser
Coppola dirigiendo la escena.
Ellos no serán indeseables en tanto tengan un
padre, un amante un traficante, un capo que les pague los
juguetes de
moda, la tecnología, sin ese él, entrarán en
ese submundo.
Bauman, afirma que los Estados Unidos a
consecuencia de la
globalización capitalista, ha alcanzado su limite
convirtiendo las "sociedades
modernas" en súper guetos donde se hacinan personas
abocadas a la delincuencia
para sobrevivir.
La actual crisis
económica, se asoma más a ese mar que resulta el
tejido social. Hoy encrespado por el proceso mismo de
implosión concebido dentro del proyecto
global.
La cacareada crisis de la economía, rompe la métrica del
dólar como patrón de valor, el dólar entra
en espiral y su propia lógica
de existencia, encierra su autodestrucción.
La economía del consumo, la
tesis del
consumo total, es inmantenible bajo ningún esbozo del
modelo capitalista. La carencia de materia prima,
la creciente necesidad de bienes y la
imposibilidad del sistema de cubrir
dichas necesidades, encierran su colapso.
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