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Miremos los problemas del medio ambiente desde la filosofía (página 2)



Partes: 1, 2

En la actualidad los problemas del
medio
ambiente, entendido este como un sistema complejo
y dinámico de interrelación ecológica,
socioeconómica y cultural en la cual se insertan los
grupos humanos
a través del proceso de
evolución histórica de la sociedad,
exigen un enfoque no ya ínter ni multidisciplinario sino
transdisciplinario, que permita alcanzar un alto grado de
coordinación y cooperación
así como lograr la unidad de determinados marcos
conceptuales entre las disciplinas que tratan de enfrentar este
problema complejo. Este enfoque posibilita un nuevo paradigma de
carácter ambientalista, que tenga como eje
central el desarrollo
equilibrado y sostenible.

En este sentido cobran importancia las estrategias que
se tracen y las acciones que
se desarrollen tanto en el ámbito global como local,
así, entre los problemas a enfrentar en las comunidades se
encuentran los referidos al medio ambiente,
sobre todo la realización de acciones para su
mejoramiento, protección y sostenibilidad, lo que obliga a
educar a los sujetos sociales, propiciar las vías para que
adquieran adecuados conocimientos en relación con esta
materia y que
permitan erradicar la estrecha concepción reduccionista
del medio ambiente como la naturaleza y
verlo como un sistema de relaciones. Estas reflexiones permiten
destacar que en la solución de estos problemas reviste una
singular significación el análisis socio- filosófico y
metodológico del problema concebido a partir de las
posiciones de la dialéctica
materialista, que como doctrina de las leyes más
generales del desarrollo, permite la comprensión del mundo
como un proceso complejo donde están concatenados
diferentes lados de la realidad, diferentes objetos y
fenómenos.

Tal comprensión de la concatenación lleva
al reconocimiento del desarrollo a partir de la contrariedad.
Puede considerarse que en el ámbito científico hay
suficientes estudios particulares que acumularon conocimientos
empíricos importantes y descubrimientos científicos
trascendentales, aunque no son suficientes para esclarecer los
problemas
ambientales en su totalidad y complejidad. Tampoco esos
resultados se han utilizado para realizar las debidas
generalizaciones de carácter teórico que permitan
el enriquecimiento del conocimiento
científico.

Derivado del análisis de la bibliografía puede
concluirse que el estudio de esta cuestión desde la
óptica
de las Ciencias
Sociales es aún insuficiente. El criterio más
avanzado versa sobre la necesidad de una conciencia
generalizada; pero es nuestro punto de vista que sin una cultura que
replantee la concepción de la relación del hombre con la
naturaleza y consigo mismo, no es posible ganar esta batalla para
la humanidad, y esta podrá lograrse a partir de un
trabajo
sistemático con los hombres desde la más temprana
infancia. De
ahí la necesidad de que estas ciencias se
incorporen al estudio del medio ambiente para su estudio en un
sentido holístico como se planteó por primera vez
en Tbilisi en 1977, aunque fue en 1992 en Río de Janeiro
que se proyectó a mayor escala la
necesidad de estos estudios multidisciplinarios. Y es que el
grado de complejidad del problema trasciende los límites
del conocimiento
disciplinario particular para ubicarse en un contexto que exige
el análisis desde la perspectiva filosófica
universal.

Al abordar los problemas del medio debe tenerse presente
la dinámica de la relación del hombre
con su entorno así como su especificidad; éste no
es un problema simple sino complejo y encierra aspectos
económicos, políticos, éticos, educativos,
cuestiones de identidad,
etc.; esto pone de manifiesto la urgencia de estudios
filosóficos que rebasen el marco particular presente en la
mayoría de las investigaciones
realizadas, pues la Filosofía siempre ha estado
vinculada al conocimiento y ha sido expresión de
diferentes concepciones del mundo que han caracterizado las
comunidades humanas, en tanto su reflexión gira entorno a
los problemas de la relación hombre- mundo. La
problemática ambiental enfatiza en esta relación lo
que permite a partir del instrumental teórico
–metodológico de la Filosofía, derivar un
análisis más específico y a la vez general
acerca de la complejidad de los problemas del medio
ambiente.

""Lo ambiental trasciende los límites de lo
espacial (local) de lo temporal (de un determinado contexto
histórico) por tanto adquiere una connotación
general por lo que el análisis de su esencia no puede
limitarse a un enfoque fragmentado de la ciencia,
aún cuando éste es necesario para el
análisis que ocupa el problema. Integrado en un todo que
abarca esa complejidad de su totalidad requiere de un
análisis generalizado en el cual tenemos todavía
mucho que hacer"" (Rodríguez, 1998).

Desarrollo

El hombre históricamente ha pensado y teorizado
acerca de los problemas
ambientales y sus vínculos con la naturaleza,
cuestión esta que forma parte del pensamiento
filosófico.

Así, los antecedentes más remotos de esta
problemática se encuentran en el devenir histórico
del vínculo sociedad – naturaleza. Esta
relación está íntimamente vinculada a la
cuestión fundamental de la filosofía, la de la
actividad del sujeto que conoce y actúa ante el objeto que
existe fuera de su conciencia. El objeto natural que en la
conceptualización metafísica
se contrapone al hombre como fuerza ajena y
hostil, en la visión materialista del mundo surge como
componente del sistema del ser en todas las etapas de su
desarrollo. El hombre
moderno, que posee un gigantesco poderío, no puede existir sin las
condiciones naturales que le son necesarias en la misma medida en
que no podía existir sin ellas el hombre primitivo que
dependía de la naturaleza.

Estos mismos postulados filosóficos constituyen
el fundamento de las exigencias del desarrollo científico
técnico incluidos aquellos elementos materiales de
los que depende directamente, y son imposibles de satisfacer
fuera del marco del medio natural donde la sociedad y en
particular la comunidad
desarrolla su actividad de manera que el fundamento material del
desarrollo científico – técnico
contemporáneo, los ritmos que alcanza hoy y puede alcanzar
en el futuro mediato e inmediato, descansan en las posibilidades
que pueda brindar el medio natural aún cuando en general
no sean las idóneas. Por consiguiente la dependencia
actual de la sociedad con respecto a la naturaleza, crece con la
misma intensidad y sentido que crecen los objetivos que
se propone la civilización humana
contemporánea.

Las necesidades culturales, estéticas y de otra
índole del hombre tienen como presupuesto
esencial los objetivos que este se traza y la naturaleza que lo
circunda y en este sentido se esfuerza por transformar aquellas
condiciones del entorno adversas para el logro de sus objetivos,
sin tener presente no en pocas ocasiones cuáles son las
leyes objetivas que rigen el desenvolvimiento de los
acontecimientos naturales, desconociendo las leyes de la
envoltura geográfica que condicionan incluso la
posibilidad de la existencia del propio hombre, y que en los
procesos de
reacomodo de la naturaleza (que pueden demorar cientos de miles
de años), muchos de los cuales tienen su causa en
alteraciones provocadas por el hombre, éste lleva siempre
la peor parte, si es que su existencia se prolonga hasta poder
ver los resultados de dicho reacomodo. Esta no es una
posición catastrofista sino una reflexión realista
y dialéctica de la problemática a la que nos
estamos enfrentando.

En nuestra visión los problemas ambientales
constituyen una consecuencia negativa de la actividad
práctica del sujeto que conoce y transforma al objeto y
esta puede estar dada tanto por la sobreexplotación
desmedida de la naturaleza para lucrar con ella, por el
desarrollo y la pobreza, por
la falta de conciencia y conocimiento, etc. por eso vale decir
que es importante el
conocimiento de los factores que posibilitan esa
relación dialéctica del hombre con la naturaleza.
Cabe aquí recordar las palabras de Martí
en sus "Escritos sobre Educación", quien con
visión filosófica que trascendió a su
época expresó. "Divorciar al hombre de la tierra es
un atentado monstruoso y es meramente escolástico ese
divorcio. A
las aves alas, a
los peces aletas,
a los hombres que viven en la naturaleza, el conocimiento de la
naturaleza, esas son sus alas". (Martí).

Esta importante reflexión martiana da cuenta de
una idea central de este trabajo que es la necesidad de que se
eleven los conocimientos en cuanto a la relación hombre
– mundo como elemento esencial en el camino hacia la
transformación del mundo y la auto transformación
del hombre a partir de un cambio de
mentalidad que permita,- como dirían los representantes de
la Ecofilosofía (al margen de sus posiciones
ecocéntricas) – intentar pensar como deberíamos
pensar para llegar a vivir armónicamente entre nosotros y
en relación con el planeta. A estos propósitos en
mucho ayuda la visión filosófica del mundo basada
en la dialéctica que nos permite comprender la necesidad
de tener presente la complejidad de los procesos naturales y
sociales en los que interactúa materia viva con materia no
viva, objetividad y subjetividad; pero además, enfrentar
posiciones como la presentada por Lovelock[1]en su
conocida teoría
de la GAIA que considera al planeta tierra
como un organismo vivo, último nivel de la
evolución, regido por leyes biológicas. Partiendo
de la concepción del desarrollo enarbolada por la
dialéctica materialista, nos oponemos a la
extrapolación de leyes que rigen determinados niveles de
organización de la materia, a niveles de
otro grado de complejidad, con independencia
de las interrelaciones que entre ellos puedan darse.

Siguiendo el nuevo paradigma de las ciencias, que se
viene conformando en los últimos tiempos, el paradigma de
la complejidad, y que a nuestro modo de ver entronca
perfectamente con la concepción filosófica y
metodológica de la dialéctica
Materialista, vemos, (y coincidiendo con Ovidio D`Angelo
en su trabajo "Subjetividad Social, Desarrollo y Retos de la
Complejidad) como nuevas elaboraciones que expresan las
relaciones múltiples y diversas del entramado social, en
un contexto de racionalidad e incertidumbres combinados,
cristalizan como visión universal de los fenómenos
interconectados, en sus cursos a veces sorprendentes y, en parte,
impredecibles.

La sociedad compleja; es decir, la que realmente existe
y necesita ser interpretada en toda la diversidad de sus
fenómenos, impone nuevos derroteros. No se puede actuar en
una de sus dimensiones sin alterar el conjunto; no se puede
enfrentar parcialmente un problema, sin que surjan otros, no
pocas veces inesperados.

Del análisis metodológico de la
situación ambiental moderna se deriva la importante
conclusión filosófica de que los problemas
ambientales pueden resolverse solo sobre la base de la lógica
dialéctica con su concepción de la
concatenación general de los fenómenos, pues en el
mundo ningún fenómeno está aislado del resto
sino que éste se presenta como un sistema complejo, como
totalidad. En la unidad del mundo se encierra la conexión
y la condicionalidad recíproca de los objetos y
fenómenos. . La base teórica de tal interpretación científica es la
dialéctica materialista, que uniendo orgánicamente
el principio del desarrollo y el principio de la unidad del mundo
fundamenta el enfoque monista de la relación del hombre y
el medio. Desde la óptica de la dialéctica en la
sociedad se establece la correlación entre las distintas
formas de movimiento;
las relaciones e interconexiones entre sus miembros
independientemente de la diversidad existente porque, tienen un
fundamento común; su materialidad.

"La complejidad de la cuestión medioambiental es
tal que encontrar una fundamentación teórica para
vislumbrar su posible solución práctica, debe
pasar, ya no solo por los estudios interdisciplinarios que las
distintas ramas particulares del saber brindan; sino
además por una valoración generalizadora desde una
perspectiva filosófica que, por supuesto parte del
vínculo estrecho con aquellas en los conocimientos que las
mismas ofrecen". (Rodríguez 1998).

La filosofía es una concepción del mundo,
una interpretación de la realidad que incluye aspectos de
carácter ontológico, gnoseológico,
metodológico y axiológico; de ahí que al
abordar las cuestiones ambientales debe hacerse desde la misma
visión filosófica y más concretamente del
Materialismo
Dialéctico, que permite comprender la dinámica del
desarrollo natural y social. El análisis de la
cuestión ambiental desde el ángulo
filosófico permite determinar la presencia de un problema
de carácter cosmovisivo de la relación hombre –
mundo, que se da objetivamente a partir de determinadas
necesidades humanas y por tanto de esencia social e
históricamente determinado. Movidos por las ansias de
satisfacer tales necesidades, los hombres establecen relaciones
con sus semejantes y con el entorno físico, y en este
proceso se manifiesta su cultura y su visión del
mundo.

En ese proceso de interacción del hombre con su medio, el
primero ha estado históricamente en el centro de dicha
relación y con un orden prioritario donde lo que cuenta
es, por sobre todas las cosas, la consecución de sus
aspiraciones, incluso en detrimento de las de otros hombres y del
mantenimiento
del equilibrio
natural si fuera necesario.

Nuestra interpretación desde el ángulo de
la filosofía versa alrededor de la idea de que las
actuaciones individuales están en correspondencia con su
concepción del mundo, con la manera en que su
visión del mundo se ha ido ampliando a lo largo de la
historia del
desarrollo de las distintas formaciones económicas
sociales y en correspondencia con el nivel que han ido alcanzando
las fuerzas productivas materiales de las cuales se ha valido
históricamente y se vale hoy, para materializar sus
propósitos.

En la medida en que el hombre ha ido aumentando su
"poder sobre la naturaleza" y sobre los demás hombres,
preocupado por sí mismo, ha ido venciendo sus temores a la
naturaleza y con ello el temor a destruir el entorno, actuando
siempre movido por las primera necesidades, sin prestar la debida
atención a la existencia de leyes del
desarrollo tanto natural como social, o en ocasiones tratando de
"someterlas" a sus antojos para actuar "libremente", cuando en
verdad la libertad es
actuar con conocimiento de causa y en correspondencia con las
leyes objetivas del desarrollo, tal como nos enseñaron los
clásicos de la filosofía del marxismo.

Este actuar como si solo existiera o solo importara el
hombre es una expresión flagrante de un antropocentrismo
desmedido y exagerado, es más bien egocentrismo,
característico de las sociedades de
élites, que consideran a la naturaleza y a los
demás seres humanos como instrumentos, y es más
bien fruto de la cultura consumista y la falta de racionalidad en
el actuar, como si los intereses y necesidades de los
demás no contaran, como profundizaremos en el
epígrafe siguiente. Es este actuar irresponsable de este
tipo de hombre el máximo culpable de la actual
situación ambiental; por ello se plantea la necesidad
impostergable de su cambio, a partir del cambio de las
condiciones sociales que garanticen un tipo de hombre que no solo
se considere importante a sí mismo sino que tenga en
cuenta además a los demás hombres y a las
demás especies vivientes que cumplen funciones vitales
y en estrecha relación, pues el mundo es un complejo
entramado en el que todo está concatenado. Como bien se
afirma en la conferencia de
premios Novel, celebrada en París del 18 al 21 de enero de
1988 "todas las formas de vida deben ser consideradas como formas
esenciales de la humanidad. Alterar el equilibrio
ecológico es por consiguiente un crimen contra el futuro.
La riqueza de la humanidad reside también en su
diversidad, que debe protegerse en todas sus facetas: cultural,
biológica, filosófica, espiritual. Con tal fin debe
hacerse constante hincapié en la tolerancia, la
capacidad de escuchar al otro y el rechazo de las verdades
definitivas". (Premios Novel: 1988)

Para que puedan materializarse tales aspiraciones es
menester un hombre racional en su actuar respecto a los
demás hombres y al ambiente del que es parte. A la
comprensión de esta necesidad contribuye la visión
filosófica.

En este análisis coincidimos con la Dra. Clara
Elisa Miranda en cuanto a que los economistas del siglo XIX no
desarrollan una amplia concepción acerca del medio
ambiente, pero "lo más importante en ellos es la
reflexión acerca de un problema que ya se va haciendo
evidente para la sociedad, las tendencias del crecimiento, las
posibilidades de la naturaleza para satisfacer ese crecimiento,
que es a su vez generador de riquezas pero al mismo tiempo,
depredador, contaminador, etc. son elementos que se abordan desde
un punto de vista muy particular, en este caso, desde la Economía Clásica hasta el Marxismo,
con un pensamiento más bien económico y bajo una
visión totalmente antropocéntrica con antecedentes
en la Edad Media,
que afirma el desarrollo de la sociedad en función
del crecimiento de los bienes de
subsistencia, que aun cuando se matiza con criterios que pudieran
hacer reflexionar en torno a la
naturaleza y el impacto que la economía tiene sobre
ésta, nos llega hoy como un paradigma que marca incluso la
tendencia de desarrollo que ha seguido la sociedad hasta hoy
día. De hecho, las teorías
económicas abogadas y aplicadas predominantemente en la
actualidad, ya sean del tipo Socialista o Capitalista
están basadas en estos conceptos del siglo XIX, en que se
percibe el medio ambiente en efectivo, como un depósito
que sirve de fuente infinita de materiales y energía para
todas las actividades humanas y como un vertedero infinito para
todos sus productos
(Dürr, 1999:42-43)." (Miranda, 2000:)

Los economistas políticos del siglo XIX,
incluyendo a Marx y a Engels,
ponen al descubierto por primera vez, la polémica entre el
crecimiento
económico y las limitantes de los recursos
naturales; esta polémica que va a estar presente en el
desarrollo del pensamiento ambientalista hasta nuestros
días, es expresión del dilema economía –
ecología y
en un sentido más amplio, expresión de la
relación contradictoria sociedad – naturaleza.

Hasta ese momento, el pensamiento teórico
había abordado de alguna u otra forma, las cuestiones
referidas a esta relación, pero no en términos
contradictorios, y con una visión que ubicaba al hombre
como centro de acción
y reflexión, teniendo en cuenta que a lo largo de toda su
historia éste había seguido una tendencia a la
autoliberación sobre la naturaleza, de dominio paulatino
y absoluto sobre ésta. De ahí el antropocentrismo
como enfoque predominante en la base de todos estos criterios
"que nos hace llamar a la naturaleza medio ambiente, o sea, la
naturaleza meramente como una pasiva palestra general de nuestras
acciones" (Dürr, 1999:32).

Pero la propia polémica sobre la capacidad de los
recursos
naturales para satisfacer el desarrollo creciente de la
economía y la sociedad, derivó a su vez en otro
enfoque contrapuesto al antropocentrismo; el biocentrismo y el
ecocentrismo, con antecedentes en el desarrollo de las Ciencias
Biológicas del siglo XIX fundamentalmente.

En nuestro análisis queremos enfatizar en que
cualquier posición extrema en el análisis que nos
ocupa, puede llevar, y de hecho conduce, a errores tanto en el
terreno de la interpretación y producción teórica como en el de la
práctica. A esta conclusión nos lleva la
dialéctica en el plano teórico metodológico
y la práctica lo corrobora.

En realidad no se trata de discrepar en relación
a quién debe tener prioridad, si el hombre, la naturaleza,
o los restantes organismos vivos, no, se trata de comprender que
aquí se da un complejo y contradictorio proceso que debe
tomarse en la dialéctica de todos los elementos que
interactúan. La naturaleza puede ser recuperada, puede
reestablecer su equilibrio, pero no a escala de vida
humana.

La problemática ambiental hoy debe ser enfocada
metodológicamente, pues requiere de una propuesta de
reordenamiento social y de cambios en los procesos de la
relación sociedad naturaleza que genere alternativas de
direccionalidad del desarrollo, y metodológicamente la
filosofía puede sentar las bases de una comprensión
teórica del desarrollo de la sociedad que según los
intereses socioeconómicos asumidos, evitaría la
comisión de graves errores conceptuales y
prácticos, pues ésta, a partir de la
comprensión dialéctica del mundo en constante
desarrollo y con arreglo a leyes objetivas, arma a las distintas
disciplinas que intentan solucionar la situación ambiental
del método
universal de interpretación y transformación de la
realidad. En la Filosofía se integran elementos de
carácter ontológico, gnoseológico,
axiológico y epistemológico que permiten la
percepción integrada de la cuestión
de análisis y consecuentemente, la búsqueda de
soluciones
también integradas.

Como resultado de la relación hombre –
naturaleza y la relación hombre – hombre, se va
conformando en la sociedad y en las comunidades en particular un
sistema de valores
espirituales que expresan los intereses de las clases y grupos
dominantes y regulan las relaciones entre los hombre e incluso
sus relaciones con la naturaleza, por tanto la
problemática ambiental también constituye un
cuestionamiento al sistema de valores imperantes por demás
es a su vez el reflejo de la racionalidad económica
vigente, lo que exige un enfoque filosófico para su
análisis. En los últimos tiempos se ha venido
produciendo un proceso de concientización de la
problemática ambiental que en alguna medida expresa la
necesidad de visualizar bajo un nuevo sistema de valores esa
racionalidad; y como resultado del carácter secundario de
la conciencia social respecto al ser, se está conformando
la conciencia ambiental, como una nueva forma de conciencia
social, asociada a la inquietud del pensamiento teórico
que trata de buscar una respuesta objetiva a la
problemática y una solución efectiva que garantice
el desarrollo
económico de la sociedad y la conservación de
sus valores así como la formación de nuevos valores
que muestren una actitud de
respeto hacia la
naturaleza y hacia los demás individuos, que cada
ciudadano tenga una cuota de responsabilidad ante los problemas cruciales que
enfrentamos, y por la búsqueda de soluciones a los mismos
para el futuro de la humanidad.

Como se ve, la Filosofía aporta elementos de gran
importancia para la reflexión teórica y las
acciones prácticas sobre las cuestiones ambientales que
están expresando problemas de la relación hombre
– mundo, pues es una ciencia que no
obstante reflejar la realidad con cierto grado de universalidad
es también el sustento de las ciencias particulares. Es
por todo lo antes dicho que el tratamiento de los problemas
ambientales debe ser enfocado, a partir de las concepciones de la
Filosofía Dialéctico –
Materialista.

Los momentos de significación en la
relación sociedad – naturaleza están determinados
por las contradicciones que se generan a partir de la relatividad
de la dinámica de cambio de todas las formas de
organización material que confluyen en esa relación
y la dinámica que es relativa a los contextos
sociohistóricos concretos.

El carácter de la interdependencia del hombre y
la naturaleza ha cambiado cualitativamente: mientras que en las
primeras etapas de la historia se manifestaba una relativa
debilidad del hombre respecto a la naturaleza, hoy, en la
época de la Revolución
Científico Técnica, el hombre "domina" a la
naturaleza, y si su poderío técnico no es bien
controlado por sus consecuencias, puede producir rupturas
irreparables en los debilitados mecanismos de los procesos
naturales.

Esto hace necesario en primer lugar, tener en cuenta no
solo las consecuencias próximas sino también las
lejanas, fomentar una concepción y una práctica del
desarrollo
sostenible, lo que significa que la sociedad está
obligada a prever las consecuencias de aquellas modificaciones
provocadas en la naturaleza con su actividad, y en segundo lugar,
una regulación consciente del intercambio entre la
sociedad y la naturaleza, donde el solo saber no basta; son
necesarias también acciones prácticas y el
correspondiente sistema de organización de la
sociedad.

El comienzo del último tercio del Siglo XX se
caracterizó por el brusco empeoramiento de la calidad del medio
ambiente, es decir, por la contaminación del aire, ríos, lagos,
y mares; el incremento del torrente de ruidos, especialmente en
las ciudades, el atascamiento de extensos territorios con
diversos tipos de residuos y restos; el empeoramiento de muchos
componentes naturales y especies del mundo vegetal y animal; la
degradación de los suelos y otras
formas de alteración de la integridad de la naturaleza.
Estas alteraciones han provocado contradicciones entre la
sociedad y la naturaleza, siendo la esencia de las
contradicciones medio – ambientales contemporáneas
el conflicto
entre la creciente actividad de la sociedad en la esfera de las
transformaciones de la naturaleza y los procesos reguladores del
equilibrio dinámico en la esfera ecológica en su
totalidad y diversos niveles de su organización, todo lo
cual afecta, de hecho, el normal desarrollo histórico de
los procesos socioeconómicos y culturales comunitarios y
de la sociedad en su conjunto.

Ya F. Engels advertía en el pasado siglo en su
conocida obra " El papel del trabajo en la transformación
del mono en hombre": "….No nos dejemos llevar del entusiasmo
ante nuestras victorias, la naturaleza toma venganza. Bien es
verdad que las primeras consecuencias de estas victorias son las
esperadas por nosotros, pero en segundo y en tercer lugar
aparecen unas consecuencias muy distintas, totalmente imprevistas
y que a menudo anulan las primeras" (Engels, 1979). La
situación creada prueba día a día esta
previsora advertencia.

En las últimas décadas del pasado siglo se
aceleró el deterioro ambiental como consecuencia del
patrón tecnológico vigente, los estilos de
desarrollo y los actuales ritmos de explotación,
transformación y consumo de
recursos naturales de biosfera. En
diferentes eventos
internacionales se ha insistido en la necesidad de diseñar
estrategias de prevención y corrección de los
daños causados por procesos antrópicos al entorno
natural. Sin embargo, consideramos que por la concepción
que de la naturaleza y sus recursos ha prevalecido así
como los estilos de desarrollo, la sociedad ha establecido
prácticas cotidianas que depredan dicho ámbito; la
economía de mercado o
capitalismo ha
llevado al medio natural a niveles que pueden llegar a procesos
irreversibles que ponen en entre dicho la existencia del
planeta.

A pesar de que en el siglo XX tuvieron lugar importantes
reuniones, cumbres y otros encuentros que involucraron a jefes de
Estado, movimientos ambientalistas, investigadores, etc., que
indican que en alguna medida se ha ido produciendo un consenso a
nivel internacional en torno a la necesidad de tomar medidas
urgentes para salvar a nuestra casa común, el inicio del
siglo XXI ha estado marcado por acontecimientos genocidas,
terroristas y guerreristas que lejos de minimizar la desfavorable
situación del medio ambiente lo que hacen es agudizarla
aún más poniendo cada vez más en peligro la
vida en el planeta Tierra no solo
para las actuales generaciones de seres humanos sino
también para las futuras.

Uno de los problemas de la actualidad que con fuerza
inciden en el empeoramiento cualitativo del entorno del hombre es
la urbanización y el estilo de vida
a partir del aumento continuo de la presión
demográfica sobre la naturaleza. En esta dirección el desequilibrio de los balances
ecológicos naturales, están dados por la
contaminación de la naturaleza con los desechos de la
actividad socioeconómica de los hombres, todo lo cual
repercute negativamente en el normal desarrollo de las relaciones
hombre – hombre, incluyendo el peligro de su propia
degeneración genética.

La urgencia de atender los problemas medio ambientales
está dada en última instancia, por la necesidad de
establecer una armonía dinámica permanente entre el
progreso multifacético del hombre y la sociedad en su
conjunto y el mantenimiento del medio ambiente, pero para
lograrlo es preciso entre otras cosas, desarrollar en los hombres
una cultura cada vez superior para el tratamiento de los
mismos.

Es indispensable que los individuos conozcan las
interioridades que dimanen del desarrollo vertiginoso de la
producción para lo cual se requieren nuevas fuentes de
energía y nuevos recursos y que al mismo tiempo tengan en
cuenta que la exposición
de personas y animales a
sobrecargas de determinados agentes materiales, tales como
ruidos, el polvo, los vapores y otros, afectan considerablemente
a la salud y al
entorno. Y es que precisamente la percepción del alcance
de los problemas es la única vía de
preservación de la humanidad.

Como ya se ha señalado en la solución de
estos problemas las ciencias juegan un importante papel. Tanto
las Ciencias
Naturales y Técnicas
como las Humanísticas y Sociales deben contribuir a que
las amplias masas de la sociedad adquieran conciencia del
significado de estos peligros y puedan pensar y actuar en busca
de vías para preverlos y solucionarlos. Por ello en la
formación de las nuevas generaciones es importante tener
en cuenta estos aspectos, pues se precisa de una formación
integral que contemple la toma de conciencia y una actitud
adecuada ante el medio. Es por eso, que en el análisis de
los problemas medio – ambiental y especialmente en la
relación hombre – medio, es necesario revelarlos
poniendo en claro y con sentido educativo la significación
filosófica y cultural que los mismos poseen. Es un aspecto
que ya hoy forma parte del código
de valores y conductas morales que ante la naturaleza y la propia
sociedad demanda el
futuro inmediato.

En este sentido constituye una necesidad para la
formación de las nuevas generaciones conocer estos
problemas y sus posibles consecuencias para la humanidad, con el
enfoque dialéctico, pues estos actores sociales,
desempeñarán importantes funciones en la sociedad y
desde el punto de vista de la protección del medio su
influencia puede ser muy positiva o muy negativa según sea
la orientación que en este sentido posean, y lo mismo es
aplicable a las relaciones con los hombres que pueden ser
favorecedoras o nocivas a la convivencia, al sentido de
pertenencia, la identidad y la cultura. Esto demuestra la
necesidad de enfatizar en la responsabilidad de las generaciones
actuales por el destino del medio ambiente en general, y de la
humanidad en particular.

En resumen, en el desarrollo histórico de la
relación sociedad – naturaleza se distinguen tres
formas: en la primera existe una dependencia del hombre con
relación a la naturaleza. El reflejo ideal de esa
dependencia son los mitos y la
religión.
Los hombres, "pequeños" se pierden ante la gran y temible
naturaleza, el hombre no puede obtener de aquella sus medios
necesarios para subsistir. La segunda forma de esta
relación se realiza en la práctica de la
producción y crece incesantemente apoyándose en la
técnica y las ciencias, a partir de este momento y en
forma progresiva esta relación resulta ser la del
dominante y lo dominado. En esta etapa la naturaleza interesa al
hombre principalmente por sus recursos alimenticios,
energéticos y materias primas. El hombre considera a la
naturaleza como un gran recipiente del que puede extraerse de
manera interrumpida todo lo que se necesite, sin llegar a
considerar los daños que con su actividad
ocasionaría a éste, su objeto, sin considerar que
dichos daños, también le ocasionarían
trastornos al propio hombre. La naturaleza no es algo ajeno al
hombre, no es su ser otro, sino que el hombre es parte
indisoluble de ella, por tanto, no puede ser dominada, como
señaló Engels, como un conquistador domina a un
pueblo extranjero. En la tercera forma se ponen de manifiesto las
alteraciones esenciales del equilibrio dinámico de la
relación producción – naturaleza; es
particularmente complicado el problema de los llamados recursos
renovables de la Biosfera; se complica sobremanera el proceso de
eliminación de los residuos industriales y resulta cada
vez más difícil asegurar al hombre el aire
relativamente puro y el agua dulce.
Es por esto que se insiste en la toma de conciencia desde la
posición de un ciudadano promedio, cuyo accionar se enlaza
de forma concatenada con el de otros muchos, para dar un
resultado con carácter social a partir de una manera
distinta de concebir el mundo y las complejas relaciones que en
él tienen lugar. Para estos fines es menester dar una
mirada crítica
a las concepciones de racionalidad que han llegado hasta nuestros
días.

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Monografía

 

 

 

Autora:

Msc. Bertha Nudis Ferrer Hechavarria

[1] James Lovelock: Bioquímico ingles,
fundador de la teoría de la GAIA. sus obras más
importantes son "La hipótesis GAIA: una nueva visión
de la vida sobre la Tierra" y "Las eras de GAIA: una biografía de nuestro planeta vivo"

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