Una de las formas más peculiares que hemos
utilizado los seres humanos para identificarnos es crear unos
códigos que se generalizan entre los de una misma comunidad o cultura, de esas tendencias
surge la moda.
Esta forma de "unión" no es ajena al campo
académico, hay "ismos" por doquier: relativismo, funcionalismo, positivismo, racionalismo, romanticismo, entre otros; claro
está que esos ismos no quedan recluidos a una cultura o
comunidad, especialmente cuando hay una industria de la difusión
que "vende" patrones de comportamiento y más
aún al convertirnos en una "aldea global".
Esa manera de conducta tiene sus pro y contras,
por ejemplo, al copiar modelos foráneos nos
hacemos (aparentemente) parte de una cultura mayor a la
"parroquial" en la cual vivimos; pero toda copia es de menor
calidad que el original y
además nos olvidamos que esos códigos responden a
realidades diferentes, que tienen una marca de fábrica, una
cultura que la genera en función de sus principios y valores.
Venezuela no se ha querido quedar fuera de ese
autobús y ha transitado por múltiples modas
académicas o de otro género. Uno de los
justificativos, o eufemismos que niegan nuestra condición de
súbditos, que hemos utilizado, es que somos un país con
muchas costas lo que nos "obliga" a recibir mucha información producida en
otros ámbitos; lo cual es cierto, pero no suficiente para
casi negar nuestra forma de ser, nuestra cultura.
Por lo anterior, revisar los principios que están
guiando nuestra arquitectura y urbanismo es una
necesidad impostergable. No se quiere negar que nos debamos
alimentar de los conocimientos producidos en otras naciones, pero
sí su implantación sin una consideración o
adaptación a nuestra latitudes e idiosincrasia.
El municipio El Hatillo, en el estado Miranda, Venezuela, está
realizando los pasos necesarios para diseñar y
posteriormente aplicar un Plan de Desarrollo Urbano Local
(PDUL), es nuestro deseo con estas reflexiones, enriquecer las
ideas que están circulando en el equipo técnico
así como en los vecinos que están contribuyendo con su
participación activa y con sus propuestas o sugerencias en
los foros vecinales que se adelantan a lo largo y ancho del
municipio, en los censos o por medio de su visita a la
página del PDUL o sus acercamientos a la sede de esta
dependencia.
El Modelo Estadounidense
El funcionalismo es una tendencia sociológica que
surge a finales del siglo XIX, pero que nutre a todas las otras
formas de pensamiento académico.
Por ejemplo, la "producción en cadena" que
Henry Ford aplicó en la elaboración de sus
vehículos está cimentada en este tipo de pensamiento.
El urbanismo tampoco fue ajeno a ello, por ese motivo surge una
escuela arquitectónica y
urbanística el siglo pasado que se basa en tales principios,
como lo expone Carme Miralles Guasch (1);
"El espacio urbano actual tiene una de sus
raíces teóricas más consolidadas en los congresos
internacionales de arquitectura moderna de los años veinte y
treinta del siglo XX, cuando los racionalistas se plantearon un
modelo de ciudad basado en cuatro funciones básicas: trabajo, residencia, ocio y
circulación, especializando cada área urbana en una de
esas funciones."
Por lo tanto, los suburbios son la concreción de
esta tendencia académica:
"La ciudad funcional se caracteriza por una
localización diferenciada, fragmentada y desigual de las
actividades urbanas y por la segregación social, todo ello
dentro de una ocupación extensiva del territorio, lo que da
lugar a una separación espacial y temporal de las diversas
actividades cotidianas. La consecuencia es que el ámbito
urbano vital de los ciudadanos, el lugar donde éstos
desarrollan sus actividades cotidianas, es cada vez más
amplio y distante. Amplificado por unos medios de transporte que incrementan la
velocidad y cambian los
tiempos conectivos y con ellos sus espacios. La distancia deja de
ser una consecuencia directa de la necesaria distribución de las
actividades sobre el territorio urbano y pasa a ser una derivada
de los avances tecnológicos que
han aumentado la velocidad. Aunque un incremento de ésta no
haya significado un ahorro de tiempo sino un aumento de la
distancia."(1)
Del párrafo anterior podemos
visualizar dos valores culturales estadounidenses, ninguna
producción académica desdice al substrato cultural que
la crea: la segregación y la energía (básicamente
fósil) es supuestamente ilimitada y barata. Este último
factor se debió al lobby de grandes empresas petroleras, automotoras
y constructoras, que con el devenir se convirtió en una
parte integrante de la psiquis estadounidense.
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