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Continente y contenido. La provincia de Michoacán y los purépecha en la crónica de Alonso de la Rea (página 2)



Partes: 1, 2

Alonso de la Rea nació en Querétaro
aproximadamente en 1604. Sus padres fueron Francisca de la Rea y
Tomás Angulo. Se cree que Alonso fue producto de
las relaciones extramaritales que tuvo su madre con Angulo.
Después Francisca contrajo matrimonio con
Bartolomé Álvarez Caballero. Alonso
pertenecía a los primeros grupos de
españolas que se establecieron en Querétaro, ellos
se consolidaron en la región del Bajío como grandes
comerciantes, terratenientes y ganaderos. El éxito
económico de su familia les
permitió patrocinar algunas expediciones hacia Río
Verde, con la finalidad de fundar una villa de españoles y
criollos.[5]

En 1620 el queretano Alonso de la Rea era estudiante del
Colegio de San Ildefonso, posteriormente continuó su
preparación como novicio en la Orden franciscana. Hacia
1624, en el convento de San Buenaventura en Valladolid, delante
de toda la comunidad
conventual, fray Pedro de Leyva le dio la profesión. La
Rea fue un hombre
preocupado por el
conocimiento de la teología, además de su
Crónica escribió un sermón que
predicó en el convento de Santa Clara, el cual se
imprimió en un Panegírico de la Virgen de Santa
Clara en 1646.[6]

En 1637 el ministro provincial de san Pedro y san Pablo, fray
Cristóbal Vaz, distinguió al queretano con el
importante cargo de cronista oficial de la provincia de
Michoacán, tal vez en reconocimiento a su
preparación y entendimiento. En el desempeño de su función,
se ocupó de recorrer los conventos de la provincia y las
doctrinas en los pueblos de indios dependientes de ésta.
Para 1649 fue electo en capítulo como ministro provincial
y a su vez se desempeñó como guardián del
convento de Apaseo, asimismo fungió como secretario de la
provincia.

La Crónica fue escrita en un lapso corto de
tiempo pues se
empezó a escribir en el año de 1638 y para 1639 la
obra había pasado por la censura. La primer edición
de la Crónica de la Rea salió en 1643 con
el nombre de Crónica de la orden de Nuestro
Seráfico Padre San Francisco, provincia de San Pedro y San
Pablo de Mechoacan en la Nueva España,
compuesta por el P. Lector de teología Fray Alonso de la
Rea de la misma provincia dedicada a N.P. Fr. Cristóbal
Vaz ministro provincial de ella.
La Crónica
esta dividida en tres libros con sus
respectivos capítulos. También se conocen otras
ediciones del siglo XIX y dos de los siglos XIX. A
continuación realizaremos el análisis en la Crónica de
los temas que se comentaron en la introducción.

La provincia de
Michoacán como "continente"

El queretano fray Alonso de la Rea tituló el primer
capitulo del libro primero
"Del sitio y lugar que esta fundada esta provincia". En esta
parte de la crónica el autor menciona que el sitio en
donde se encontraba ubicada la provincia de Michoacán
estaba compuesto por una "tierra
apacible que el cielo, aires, aguas y temperamentos acreditan su
felicidad".[7]

En esta y otras expresiones la Rea reproduce algunas
postulados de la física
aristotélica y de la medicina
hipocrática. El lugar -provincia de Michoacán- es
entendido como "continente", debido a que comprende en sí
las cosas que se engendran o se producen en ella por ejemplo,
la tierra
constituye al hombre y a los animales
terrestres, el viento a las aves y
el agua a los
peces, de tal
manera que el lugar como "continente" determina la naturaleza del
contenido "el cuerpo participaba de la calidad de la
región donde se nace". También el lugar
servía para conocer la naturaleza, la disposición y
la templanza del cuerpo humano,
considerando el lugar como fábrica humana, pequeño
mundo o microcosmos.[8]

El sitio en donde se localizaba la provincia de
Michoacán era "debajo de la tórrida zona, entre los
trópicos [.] por cuya eclíptica el sol [.] hiere
y arrasa perpendicular y recto sobre nuestras cabezas". Por lo
tanto la ubicación de la provincia aludida estaba
orientada en un sitio caluroso por la gran influencia del
sol.[9] No sólo Michoacán estaba
ubicada en un sitio caluroso determinado por sol, sino
además todas las distintas regiones de la Nueva
España. Por la disposición del sol también
se le atribuían a los lugares y a los hombres un humor
colérico-sanguíneo.

Alonso de la Rea estaba consiente de que la provincia de
Michoacán estaba en un sitio influenciado por el sol y su
naturaleza era considerada "malsana", pero argumenta que los
antiguos pensadores habían juzgado mal algunos de los
criterios sobre el sol y el calor "por
esta causa juzgaron los antiguos aquesta tierra por inhabitable"
y apunta que las "partes, sitios y lugares de las tierras de
[Michoacán] veremos no sea general esta
regla".[10]

Para el queretano los efectos negativos causados por el astro
solar estaban determinados por la calidad de la materia de la
tierra "como el sol que endureced el barro y ablanda la cera".
Por ese motivo el cronista insiste sobre el calor que provocaba
el sol y manifiesta que el "sitio, lugar" o la disposición
de la tierra no sólo estaba influenciado por la magnitud
del calor solar, sino que también intervenía el
frío, la humedad y la sequedad; por lo que la "proximidad
o apartamiento" del sol no determinaba la existencia de un
temperamento malsano.

Es necesario tener en cuenta que, según la teoría
aristotélica, si el calor de la tierra no era moderado
sino excesivo, los lugares serían inhabitables o
deformarían y alterarían la constitución física de los cuerpos,
debido a que las criaturas no podrían compensar o
equilibrar el exceso del calor o del frío, entonces la
calidad de los lugares determinaba las características
internas y externas de los hombres y de los animales. Si era
demasiado el calor del lugar, el ardor interno de los cuerpos de
los habitantes fluía hacia fuera como si se tratara de una
corriente absorbida por un gran caudal, en el mejor de los casos
el calor provocado por el sol deformaría a todas las
criaturas y sus capacidades serían muy limitadas. Si era
excesivo el frío del lugar, la humedad interior de los
moradores se congelaba, al igual que su sangre. Pero
también en las regiones frías se entorpecían
los cerebros de sus habitantes, en cambio en
otras zonas calidas el calor provocaba que el intelecto de los
moradores se activara.[11]

Por eso la Rea consideraba que la provincia de
Michoacán sería un lugar bastante cálido
pero que no era alterada negativamente por el calor pues aunque
en "tiempo caluroso no es otra cosa sino el aire caliente que
nos rodea, porque recibe el calor de los rayos solares, los
cuales hacen en el más y menos impresión
según el lugar y el sitio".[12] Entonces
sus moradores carecerían de una templanza en sus cuerpos,
pero no serían torpes en su comportamiento.

Es posible que Alonso de la Rea tuviera en cuenta que alguien
le impugnaría sus criterios o postulados sobre la
naturaleza de los lugares "sanos y malsanos", ya que la
teoría hipocrática era bastante conocida por la
mayoría de los religiosos y letrados de la época,
además existía un argumento básico, el cual
consistía en que las mejores naturalezas serían las
templadas y no las naturalezas corrompidas por el exceso del
calor y del frío.[13]

Para que la Rea no fuera impugnado o criticado expresa en la
Crónica que "y así la provincia de Dios
dio remedio conveniente, dando a las tierras varias propiedades:
siendo unas húmedas donde llueve en la fuerza de los
calores y otras donde los aires ordinariamente son
frescos".[14] La breve cita también
muestra dos
conceptos importantes que influyen en la idea del lugar como
"continente"; la humedad y los aires frescos.

La humedad equilibrada en un "continente" permitía que
sus moradores no enfermaran continuamente ni mucho menos
envejecieran prematuramente. La humedad en las criaturas se
renovaba con los alimentos que se
producían en las regiones templadas, ya que la comida
obtenida de lugares corrompidos por los excesos afectaba los
cuerpos de sus consumidores. La perdida de humedad provocaba la
descomposición de los lugares y por consiguiente la muerte de
sus habitantes del "continente". Asimismo la humedad apaciguaba
los calores y templaba los lugares.[15]

Los aires o vientos tenían cuatro direcciones o
soplaban hacia cuatro rumbos y cada dirección tenía su
característica que la distinguía de las
demás. El viento del norte era frío y seco, el
viento del sur era caliente y húmedo, el viento del este
estaba compuesto de frío y humedad, por último el
viento del oeste era caliente y seco. Los vientos cuando soplaban
también influían en el temperamento de los
"continentes" por ejemplo, los vientos podían alterar o
veneficiar dependiendo su dirección, si el viento era
caliente y seco; y en su trayectoria pasaba por un "continente"
caliente lo terminaba de enfermar, en cambio si su recorrido era
por un lugar frío lo templaba.[16]

Recordando la cita anterior se puede sugerir que el queretano
también consideraba la importancia de los lugares
templados, por esa razón expresó que la humedad y
los vientos frescos le darían una templanza a la asoleada
y calida provincia de Michoacán.[17] Fray
Alonso consideraba que la provincia de Michoacán era una
de las zonas más templadas del Nuevo Mundo "los aires y
calores, son los más bonancibles y templados que tiene
esta América".[18] La Rea ensalza
bastante a la provincia y la compara con el Paraíso
terrenal "por el poniente la provincia de Jalisco, por la parte
sur, la costa de Zacatula y en la parte del norte y
mediodía la provincia de Zacatecas con que viene a quedar
esta de Mechoacan toda cerrada, como lo estuvo el Paraíso
terrenal".[19] Cabe comentar al Paraíso
terrenal también se le conocía con el nombre del
"Jardín de las delicias" y se pensaba que en ese
"continente" abundaba todas las variedades de árboles
frutales, incluso el "árbol de la vida". En el
Paraíso terrenal no existía el frío ni el
calor, sino una templanza constante. El Jardín de las
delicias se encontraba rodeado de espadas llameantes, las cuales
simulaban una muralla de fuego que llegaban hasta el
cielo.[20]

Fray Alonso compara algunas de las características
más importantes del Paraíso terrenal con la
provincia de Michoacán y señala que "salen por
estas tierras grandes ríos" y menciona que "las aguas que
riegan este Paraíso terrenal y fertilizan su copia, son
las más abundantes que goza el reino, tan dulces y
potables como las pide el deseo".[21] Asimismo
describe las peculiaridades de los ríos de la provincia,
por esa razón se puede sugerir que la Rea estaba haciendo
alusión a los ríos que nacen en el Jardín de
las delicias, los cuales son el Geón o Nilo, el
Fisón o Ganges, el Eufrates y el Trigris. La provincia de
Michoacán como "continente" tendría una naturaleza
templada y por lo tanto tenía una tierra fértil y
sería buena para el cultivo, por este motivo la Rea
manifiesta que en la provincia se cultivaban grandes cantidades
de trigo.

Por otra parte el cronista hace alusión brevemente a su
lugar natal y también compara a Querétaro con el
paraíso terrenal, además exalta la capacidad, las
habilidades y los talentos que tenían los queretanos en
los "púlpitos y cátedras como en lo político
y moral", esto
se debía a la naturaleza fértil y sana de
Querétaro, ya que se encontraba determinada por los astros
que influía en la vida prospera de los hombres que
habían nacido debajo de aquel "cielo celestial".
[22]Con lo mencionado el cronista señala
brevemente la naturaleza que tenían los hijos de los
ibéricos nacidos en el Nuevo Mundo, Alonso
pertenecía al grupo de
criollos, debido a que sus padres habían pertenecido al
grupo de españoles que fundado Querétaro. La
naturaleza de los criollos se encontraba determinada por la
influencia del "continente" además de su
constitución física, herencia de sus
padres. El temperamento caliente de la Nueva España le
daba al criollo una calidad sanguínea a su cuerpo y junto
con el humor colérico del español,
resultaba una naturaleza sanguínea
colérica.[23]

Posiblemente el queretano asume que los descendientes de los
españoles nacidos en la Nueva España tenían
en su fisonomía las características del humor
sanguíneo colérico que tenía efectos
benignos en su manera de entender, de percibir y de actuar en
todas las operaciones y
acciones
producidas por la mente. También consideraba que el
criollo tenía un cuerpo frágil que se deterioraba y
descomponía más rápido que el de los
españoles, pero esto no les limitaba su agudeza y su
ingenio.

La naturaleza del "continente" determinaría al
"contenido" por eso las plantas, los
animales y los moradores de la provincia tendrían en sus
cuerpos una templanza sana, que los dispondría al trabajo y al
buen entendimiento. A continuación analizaremos las
distintas ideas que expresa el queretano al señalar las
buenas capacidades que tenían los indios purépecha,
entendiendo que la naturaleza del lugar como "continente"
determinaba la naturaleza del "contenido".

Los indios
Purépecha como "contenido"

Fray Alonso de la Rea describe las virtudes que tenían
los indios purépecha y comenta que es digno "celebrarse
la memoria de
los insignes hechos del tarasco […] no puedo dejar de celebrar
los bríos del tarasco cuando le veo competidor del mayor
monarca de Occidente".[24]

El indígena purépecha "contenido" de la
provincia de Michoacán estaba determinado por su ingenio y
la templanza de sus cuerpos, por ese motivo la Rea escribe en su
Crónica que los naturales tenían una
rectitud "un cumplimiento de sus leyes, de su
gobierno y de sus
republicas", antes y después de ser evangelizados por los
distintos frailes que recorrieron los distintos pueblos de los
michoacanos. Cabe señalar que el cronista considera que la
orientación geográfica en donde se ubicaban los
otomí, comunidades vecinas que vivían al oriente de
la provincia, era diferente a la perépecha y su naturaleza
era de "gente tan bárbara y tan inculto que no saben
estimar al ministro, si es fuerza de virtudes y
ejemplos".[25]

Es importante comentar que se pensaba que los hombres desde su
concepción traían la disposición al
predominio de uno de los cuatro humores y de un elemento de la
naturaleza en sus cuerpos, esa disposición podía
ser benéfica o perjudicial. El hombre
podía nacer con el humor melancólico o bilis negra-
tierra (fría/seca), el flemático-agua
(fría/húmeda), el sanguíneo-agua
(caliente/húmedo) y el colérico-fuego
(caliente/seco). Esto se debía a las influencias
planetarias, a la estación del año y al lugar de su
nacimiento. Para la Rea los indígenas purépecha
estuvieron influenciados por Marte, debido a que eran bastante
belicosos y eso se pudo comprobar cuando ningún pueblo
logro someter al rey Tarasco los indios "reforzaban sus fronteras
y fortificaban sus presidios".

Fray Alonso no describe que humor tenían los indios
purépecha, pero la idea que se tenía sobre el humor
de los indios que habitaban en la Nueva España era el
flemático y sanguíneo, pero predominaba en ellos el
flemático. La flema y la sangre compartían la
humedad y estaban determinados por su calidad pasiva.
[26]

La naturaleza que se atribuyó a los indios fue
completamente opuesta a la colérica, que era propia de los
españoles, por ese motivo se le consideraba al
ibérico de mayor inteligencia,
de viveza, de juventud y de
una gran espiritualidad. En cambio la flema significaba el
predomino de un alma lenta, de
una vejez
prematura y el engendramiento de espíritus negros que
hacían tristes a los hombres. Los motivos por los cuales
dominaba en los indios el humor flemático era por la
influencia predominante de Venus, la cual concedía humedad
y calor. Lo sanguíneo derivaba de la influencia del sol
que determina la cólera,
caliente y seca. La flema y la sangre no se destruyen al oponerse
en las calidades activas porque comparten una calidad
pasiva.[27]

El calor y la humedad de las indias se debía a que el
subsuelo era cavernoso y estás cavernas estaban llenas de
agua que al ser calentadas por el sol se levantaban en vapores
húmedos. En otras palabras el indio no tenía la
naturaleza para trabajar, la Rea prensaba todo lo contrario, ya
que los indígenas purépecha eran bastante
trabajadores "son eminentes en todos los oficios […] son tan
eminentes pintores […] sin que tengan que envidiar el pincel de
Roma".[28]

El queretano expresa claramente que el "contenido" de la
provincia de Michoacán, los indios purépecha,
tenían todas las habilidades para trabajar todas las
artes, además menciona que sus trabajaos son ejemplo para
toda la Nueva España y que sus creaciones son muy
estimadas en toda Europa "los
indios son los que dieron al cuerpo de Cristo Señor
Nuestro la más viva representación que han visto
los mortales".[29]

Es importante mencionar que la Rea explica la dificultad de la
elaboración de las campanas, de las trompetas, de las
mascaras y de los juguetes que
fabricaban los indios, el cronista nos aclara que no todos los
europeos eran hábiles para el trabajo,
esto es importante, debido a que la naturaleza del indio era
flemática, determinados por la luna, por la noche, por la
feminidad, por la debilidad, por la vejez, por la inactividad y
por la pereza. Por el contrario la naturaleza del europeo era
determinada por la virtud, por el día, por la
masculinidad, por la fuerza, por la juventud, por la actividad y
el trabajo.

Para la Rea los criterios mencionados no eran validos, ya que
los naturales que habitaban en la provincia de Michoacán
contaban con las mejores capacidades intelectuales,
tenían habilidades para los trabajos manuales e
ingenio, por el contrario la mayoría de los
españoles que habitaban en la Nueva España eran
perezosos y avariciosos.[30] También se
puede observar que la naturaleza flemática del indio y la
naturaleza colérica del ibérico representaban muy
bien las antiguas teorías
de las naturalezas contrarias, en donde los antagonismos de las
naturalezas se enfrentaban o se complementaban.

Además los indios purépecha tuvieron la
capacidad para entender la nueva vida política y religiosa
impuesta por los frailes, esto lo demuestra la Rea con el ejemplo
de la fundación del pueblo de Uruapan, en donde fray Juan
de San Miguel congregó y repartió a la población en un nuevo territorio, en el
cual habrían un centro administrativo y una iglesia que
regiría la vida espiritual de los naturales de la comunidad "en
calles, plazas y barrios, con la mejor disposición que
pudiera la aristocracia de Roma."[31] La nueva
organización espacial que introdujeron los
religiosos junto con los elementos del urbanismo renacentista
tenía como objetivo
principal eliminar las costumbres "bárbaras" de los indios
y enseñarles a vivir civilizadamente. Para la Rea los
purépecha habían aprendido a vivir en "traza y
policía de calles" y por lo tanto eran hombres
civilizados.

El cronista también describe la geografía de Uruapan
y de otros pueblos purépecha y considera su naturaleza de
las mejores de toda la Nueva España. Se debe de tener en
cuenta que las descripciones del paisaje y del territorio de las
comunidades que mencionó la Rea pudieron tener otras
características, ya que él cronista en su
afán por demostrar la importancia de los lugares y de sus
pobladores que se encontraban dentro de la provincia engranda y
en sus relatos embellece los lugares. También se
podría pensar que ante los ojos el fraile se encontraba en
esas regiones la belleza y una realidad que representaba las
características sanas de un lugar.

Con todas las expresiones y descripciones que muestra el
cronista fray Alonso de la Rea sobre la templanza del
"continente" provincia de Michoacán y las distintas
influencias que tenía sobre el "contenido" los indios
purépecha, queda manifestado que la naturaleza del
indígena era sana y estaba determinada para el trabajo y
el buen discernimiento de las enseñanzas de los
frailes.

Conclusión

El cronista queretano Alonso de la Rea explica que la
naturaleza del "continente" provincia de Michoacán
determina la calidad de su "contenido" los indios
purépecha; si la provincia tenía buenas tierras,
buenos aires y
buenas aguas, entonces sus habitantes serían trabajadores
y hábiles para cualquier actividad, además el
temperamento de la provincia ayudaría a los frailes a
realizar sus distintas labores sin ser corrompidos por una
naturaleza "mal sana".

El queretano deja ver en su argumentación que
habían algunos elementos de la naturaleza que
podrían determinar a la provincia de Michoacán como
un lugar "mal sano" por su influencia con el sol, pero describe
algunas premisas que aclaran que el "continente" era un lugar
templado y por consiguiente apto para llevar una vida
civilizada.

El "contenido" de la provincia, el indio purépecha para
Alonso de La Rea tiene un valor especial
en la historia de la
provincia, por eso señala que es digno "referir sus
hazañas, contar sus hechos […] y celebrar la memoria de los
insignes hechos del tarasco." Esta cita también puede
servir para observar lo que la Rea posiblemente entendía
por Historia "referir y contar los hechos".

Asimismo las descripciones que elaboró el fraile en la
Crónica sobre la naturaleza de la provincia de
Michoacán y de los indios que moraban en ella justifica la
importancia que tenía la región del occidente para
los franciscanos, en un primer momento por la
evangelización de los indígenas purépecha y
de los frailes que participaron en ella, después la
consolidación de la provincia y la influencia sobre
Jalisco y por ultimo la custodia que se encontraba en Río
Verde dependiente de la provincia de Michoacán. Para el
queretano el trabajo que realizaron los franciscanos en esas
zonas no hubiera sido posible si la naturaleza del "continente" y
del "contenido" no se considerara como sana.

Bibliografía

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Autor:

Hermes J. Medina Aboytes

UNAM-IG

[1] CHAN RODRÍGUEZ, Raquel,
(coordinadora) Historia de la literatura mexicana, la cultura
letrada del siglo XVII, México, Siglo XXI, Universidad
Nacional Autónoma de México, 1992 p.352

[2] Real Academia española,
diccionario de autoridades, Madrid, Gredos, 1963, p.551,651

[3] ESCANDÓN Patricia Fray Alonso de
la Rea cronista michoacano XVII, Tesis de
Maestría en Historia, Facultad de Filosofía y
Letras, Universidad Nacional Autónoma de México,
1992

[4] ESCANDÓN Patricia
"Introducción" en Fray Alonso de la Rea, Crónica
de la orden de nuestro seráfico padre San Francisco,
provincia de San Pedro y San Pablo de Mechoacan en la Nueva
España, edición Patricia Escandón,
Michoacán, El Colegio de Michoacán, fideicomiso
Teixidor, 1996

[5] Ibidem p. 18,19

[6] Ibidem p. 28

[7] LA REA, Fray Alonso de, Crónica de
la orden de nuestro seráfico padre San Francisco,
provincia de San Pedro y San Pablo de Mechoacan en la Nueva
España, p. 63

[8] RAMÍREZ RUIZ, Marcelo, "Microcosmos, el
hombre del nuevo mundo y la tradición grecolatina" en
Estudios de Historia Novohispana 21, México, Universidad
Nacional Autónoma de México-Instituto de
Investigaciones Históricas, 2000, p.15

[9] LA REA, Fray Alonso de, Crónica.
p. 63

[10] Ibidem

[11] MARTÍNEZ, Hérnico
Repertorio de los tiempos e historia natural de Nueva
España, México, sep. 1948, p. 282

[12] Ibidem

[13] Tratados
Hipocráticos "Sobre los aires, aguas y lugares", Madrid
editorial Gredos, 1986 p.87-88

[14] LA REA, Fray Alonso de, Crónica.
p. 64

[15] ARISTÓTELES Parva Naturalia,
traducción, introducción y notas de Jorge
Serrana, Madrid, Alianza editorial, 1997 p.167

[16] Ibidem

[17] LA REA, Fray Alonso de, Crónica.
p. 64

[18] Ibidem

[19] Ibidem

[20] SEVILLA, Isidoro de Etimologías
Madrid editorial Gredos, 1983 libro XIV p. 1-4

[21] LA REA, Fray Alonso de, Crónica.
p. 64

[22] Ibidem p. 191

[23] MARTÍNEZ, Hérnico
Repertorio de los tiempos e historia natural de Nueva
España, México, p. 281-282

[24] LA REA, Fray Alonso de,
Crónica.p. 77 Puede observarse en la Crónica tres
periodos de la historia de los indios purépecha "una,
los tarascos del periodo prehispanico (cuya historia
reconstruye exclusivamente con base en fuentes);
dos, los tarascos del momento del contacto español
(también históricos, en buena medida, los analiza
desde el punto de vista moral); y tres, los tarascos
contemporáneos (a quienes describe a partir de sus
juicios personales) en ESCANDÓN, Patricia Fray Alonso de
la Rea cronista de la provincia de Michoacán en el siglo
XVII, p. 57

[25] LA REA, Fray Alonso de, Crónica.
p. 73

[26] Ibidem p. 76

[27] MARTÍNEZ, Hérnico
Repertorio de los tiempos e historia natural de Nueva
España, p. 163-164

[28] LA REA, Fray Alonso de, Crónica.
p. 80

[29] Ibidem p. 81

[30] Ibidem p. 93

[31] Ibidem p. 111

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