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La Educación Moral



Partes: 1, 2

    1. La
      educación moral
    2. Necesidad de
      la educación moral
    3. Nociones
      generales sobre el derecho y el deber.
    4. Conclusiones

    Introducción

    La educación moral inculca
    los hábitos de pensar y actuar que ayudan a las personas a
    convivir y trabajar juntas como familia, amigos,
    vecinos, comunidades y naciones.

    La educación moral es un proceso de
    aprendizaje
    que permite a los estudiantes y adultos en una comunidad escolar
    comprender, practicar e interesarse por los valores
    éticos fundamentales tales como el respeto, la
    justicia, la
    virtud cívica y la ciudadanía, y la responsabilidad por sí mismo y por el
    prójimo. Sobre tales valores
    fundamentales, se forman las actitudes y
    las acciones que
    son propias de las comunidades seguras, saludables e informadas
    que sirven como los cimientos de nuestra sociedad.

    Durante su juventud, los
    estudiantes pasan muchas horas de la vida en el salón de
    clase. El
    tiempo que se
    encuentran en la escuela
    constituye una oportunidad de explicar y reforzar los valores
    fundamentales sobre las que se forma el sentido moral.

    En la escuela, la educación moral
    debe abordarse de manera integral de modo que se abarquen las
    cualidades emocionales, intelectuales
    y morales de una persona y un
    grupo. Debe
    ofrecer múltiples oportunidades a los estudiantes para
    conocer, discutir y practicar conductas sociales positivas. El
    liderazgo y la
    participación de los estudiantes son imprescindibles para
    que la educación moral se incorpore a las creencias y las
    acciones de los estudiantes.

    La
    educación moral

    Obviamente, que sin la vigencia de valores universales como la
    igualdad y la
    justicia no puede haber ciudadanía. En ese sentido, la
    educación moral desea formar criterios de convivencia que
    refuercen valores como la justicia, la solidaridad o la
    cooperación, además de convertirse en un
    ámbito de reflexión individual y colectiva.

    Las cuestiones valorativas tienen, pues, diversas dimensiones,
    pero constituyen el fundamento que permite responsabilidades en
    una sociedad pluralista, en la que las propias creencias y
    valoraciones han de convivir en el respeto a las creencias y
    valores de los demás.

    Aún más: los valores, impartidos por una
    educación moral, pueden generar en los individuos la
    suficiente capacidad de raciocinio y equilibrio
    emocional para sentirse realizados y plenamente felices.

    Por otro lado, la democracia es
    un sistema
    político de fuerte contenido moral, ya que nos permite
    plantear de forma justa los conflictos de
    valor que
    genera la vida colectiva, por tanto la democracia es un valor
    fundamental cuya persecución justifica holgadamente la
    preocupación por la educación moral.

    Podría decirse que la educación moral es el eje
    en torno al cual se
    articulan el resto de temas transversales. Siendo su finalidad el
    desarrollo
    integral de las personas, es necesario que no se limite a la
    adquisición de contenidos intelectuales.

    Es la educación moral que convierte a los individuos en
    personas, en ciudadanos locales y universales, en seres libres,
    sociables, felices y responsables.

    "La felicidad social deriva de la justicia social",
    solía argumentar el tratadista vienés Hans
    Kelsen.

    Necesidad de la
    educación moral

    Por consenso se admite que una persona en sus primeras etapas
    de desarrollo y como consecuencia de su relación con
    la familia, la
    iglesia, la
    etnia, la
    cultura,
    necesita forjarse una identidad, una
    necesidad psicológica intrínseca que más
    tarde deberá ser potenciada cuando la acción
    de la comunidad
    política
    lo haga sentir que, además de individuo, es
    parte de una nación
    o de una colectividad amplia que lo convierte en ciudadano.

    En ese proceso de aprendizaje, el ejercicio de la
    ciudadanía eleva los niveles de la madurez moral de las
    personas, ya que participar como tal destruye inercias
    individuales y aumenta el altruismo y la acción del bien
    común. Al mismo tiempo, ayuda a las personas cultivar la
    virtud política de la conciliación y el diálogo
    para solucionar los intereses en conflicto.

    De allí la importancia de la educación moral que
    sin ser una preocupación reciente, si lo es la voluntad
    actual que se ha convertido en uno de los pilares de la
    educación – que no sólo forma hombres, sino
    también ciudadanos; es decir que, asumiendo como
    irrenunciable la autonomía de sus miembros, imparte
    modelos de
    ciudadanía a la vez nacional y universal, configurados en
    las características siguientes:

    • Autonomía personal.

    • Conciencia de deberes y derechos que deben ser
      respetados.

    • Sentimiento colectivo en visión y misión,
      local y universal.

    Este modelo de
    ciudadanía universal supone introducir afectivamente en el
    doble simbolismo e implicar a los niños
    en proyectos tanto
    locales como de alcance universal.

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