La música (algún
tipo de música) forma parte de la existencia de la
mayoría de las personas.La escritura
musical tradicional es leída sólo por un 5% de la
humanidad; el 95% restante ama los resultados de lo creado por
otros, sin ser capaz de apropiarse del lenguaje:
vivimos en un mundo de analfabetos musicales. Incluso se da la
paradoja de músicos populares que rechazan la escritura
musical tradicional, por encontrar en su aprendizaje
(teoría
y solfeo) mayores dificultades que beneficios. Sin embargo al
estar marginados del sistema, su labor
es mucho más compleja. Esto es inconcebible en otros
campos: no se nos ocurre pensar en escritores que no sean capaces
de leer y escribir sus propias obras.Todos los códigos
normativos están constituidos por su propia función y
son un instrumento convencional no originado en la naturaleza.Para cambiarlos hace falta tener en
cuenta los siguientes requisitos:Constatación de la
necesidad del cambio.Explicación de la finalidad por la
cual se quiere cambiar.Análisis crítico y comparativo del
viejo y del nuevo código.Sustitución del código
que presenta mayores deficiencias.Los sonidos se representan por
medio de siete notas. La octava nota es repetición de la
primera.Faltan cinco nombres o sobran cinco sonidos: las teclas
de un piano son doce.Existe discrepancia entre el sonido y su
imagen.Una
sola nota, con todas sus variables
(siete claves y cinco alteraciones) tiene cuarenta y dos lecturas
diferentes.Clave es la idea que permite comprender un enigma.
Una clave es imprescindible en todo código, siete no.Se
aceptan varias escrituras para representar la misma altura del
sonido (enarmonía) y sin embargo no se contemplan nombres
diferentes para lo que no suena igual (homonimia).Si no se
responde a este principio: para cada sonido un signo, para cada
signo un nombre, se dificulta la utilización racional del
código.Las notas se representan temporalmente por medio de
siete figuras.Surge nuevamente en la teoría la falsa
supeditación a un número erróneo. El siete
no contiene la realidad temporal del sonido. La cábala
sigue ocupando el lugar de la razón.Los silencios se
representan temporalmente por medio de siete signos.Se
observa una representación redundante: si figuras y
silencios comparten el mismo tiempo
¿qué les impide compartir, con alguna variable, el
mismo signo?El puntillo es una confusa imagen de absurda
explicación que representa ciertas modificaciones en la
duración.
Es tan erróneo el exceso como la carencia de signos claros
para definir, en este caso, todos los atributos
temporales.Aire es el grado
de lentitud o rapidez con que se ha de ejecutar una obra musical.
El aire se expresa por medio de términos generalmente
italianos, que se colocan en la parte superior del pentagrama.No
se puede depender de términos arbitrarios para definir
parámetros concretos del sonido.Carácter es la expresión especial de
una obra musical o fragmento. El carácter de una obra
musical se determina por medio de términos generalmente
italianos que pueden presentarse unidos con los términos
del aire.Si el carácter de un sonido no está en la
estructura del
propio sonido, no está en ninguna parte: la
verbalización de los fenómenos de un lenguaje no
verbal, además de ser innecesaria, lo subordina.
También las abreviaturas musicales son en muchos casos el
residuo de la italianización del lenguaje musical.
Los valores
irregulares determinan la incapacidad del sistema para afrontar
la realidad de lo temporal, que va más allá de las
siete figuras oficiales.Notas de adorno son
notas pequeñas, o signos que las expresan, que se
intercalan en la melodía y no tienen valor
propio.Los adornos del sonido son sonidos, y no por
empequeñecer su tamaño, dejarán de ser lo
que son.Prolongar, acelerar, retardar, dejar a voluntad del
intérprete lo que se podría fijar con exactitud,
señala otra de las tantas ineficiencias del sistema.Y con
respecto a la altura, en lugar de seguir insistiendo sobre las
siete notas, habría que pensar que con doce sonidos, la
realidad combinatoria nos señala que existen veinticuatro
mil quinientas sesenta y cuatro escalas y otros tantos acordes
posibles.
La intensidad también se puede medir, tal como sucede con
la duración y la altura.La tecnología al
servicio del
arte, lo
hará menos abierto a la interpretación caprichosa.Y de eso
también se trata.La duración se fija
aproximadamente a través de dos signos:FiguraSilencioUna
negra (o silencio equivalente), tiene una duración mayor o
menor de acuerdo a la indicación literal del movimiento:
rápido, tranquilo o lento. La ayuda opcional del
metrónomo, mecanismo que precisa un número de
oscilaciones por minuto, puede servir para medir mejor a la
negra, pero forma parte de un instrumento ajeno a la escritura.La
intensidad se fija deficientemente a través de signos
diversos.Fuerte expresa una sensación subjetiva de
intensidad, que el músico debe transformar en una potencia sonora
determinada, siguiendo su particular criterio.El timbre no se
fija en absoluto.
Un violín no representa el timbre, como no lo representa
en verdad ningún instrumento acústico. Es
más, cada violinista genera un timbre distinto aún
tocando en el mismo violín, y si bien existe un timbre
básico al que nosotros llamamos violín, hay que
entender también que no es menos cierto que el timbre se
forma a partir de una mezcla de sonidos armónicos e
inarmónicos en constante transición, a los que hay
que sumarles una forma dinámica determinada.Recordemos que todos
los parámetros del sonido tienen la misma importancia.A
veces, dos notas en sucesión, pueden representar
simultaneidad (un solo pentagrama).Un signo que no represente
claramente su función, debe cambiarse por otro.Existen
instrumentos que leyendo la misma nota, producen sonidos
distintos (transposición).
Todo código de única lectura y
resultado polivalente, genera contradicciones en su sentido.Para
representar los límites
del sonido, se necesitan veintitrés líneas
adicionales y dos claves.Los códigos con excesivos signos
secundarios, son poco efectivos ya que dificultan la
comprensión y la lectura.La
necesidad de adjetivar los intervalos surge por partir de una
base matemática errónea (siete notas).El
número es el mejor signo para representar las magnitudes
ya que no necesita adjetivarse.La discrepancia entre
cromático y diatónico, consecuencia de no aplicarse
rigurosamente la base doce, así como el agregado de nuevas
alteraciones para expandir el código a cuartos y octavos
de tono, hacen todavía más complejo el
lenguaje.
El sistema general de quintas (Pitágoras –
Barberau), es erróneo e inaplicable, ya que por un lado no
puede explicar científicamente la serie armónica
(física) y
por otro es inoperante en instrumentos temperados (doce sonidos
en lugar de treinta y cinco), por lo cual, si todo el aparato
teórico se basa en él, el sistema tradicional de
notación está construido sobre principios
falsos.Cualquier sistema musical que no se base en la serie
armónica y su representación precisa, es un sistema
con deficiencia acústica.Tal como acontece con las cinco
alteraciones, lo mismo ocurre con los sonidos de altura
indeterminada, otra realidad no prevista por la teoría
tradicional de la música.Al invertir la serie
armónica (sólo desde el punto de vista
teórico ya que físicamente es imposible), Rameau
intentó explicar el modo menor que es inexistente en la
naturaleza del sonido.La ley de
monovalencia, no acepta discrepancia alguna entre signos y
sonidos, siendo la partitura orquestal la evidencia más
concreta de esta contradicción.
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