Después de atender sus obligaciones y
corriendo por la lluvia, el galán del Pueblo se fue a la
cantina que estaba frente a la Presidencia Municipal. La tertulia
lo recibió como siempre, con saludos y palmadas; era
popular, le gustaba serlo, aceptó varias copas de sus
amigos y pidió la del estribo y como cada noche lo hacia,
mientras se la servían escuchó en la sinfonola el
rayado disco que tanto le gustaba; la música decía
así: por una mujer casada me
dicen me he de morir, mentiras no me hacen nada… Un
escalofrío le recorrió el espinazo; como su abuelo
decía, "sintió el toque de la muerte
chiquita", se levantó el cuello del abrigo y salió
de la cantina, dejando un coro de comentarios de los parroquianos
que conocían la fama del joven Sebastián Ramírez.
La lluvia estaba mas fuerte, apretó
el paso; recordó a su abuelo": el que con lluvia sale
mojado regresa". No le gustaba como hablaba su abuelo,
siempre con sus sentencias, su madre decía que siempre
tenía razón, en el pueblo hasta le tenían
miedo porque cuando sentenciaba algo, siempre
sucedía.
Esta noche lluviosa le pareció mas
negra que otras veces, el recuerdo de su abuelo le había
echado a perder su siempre gozoso retorno de cada noche, la calle
tan conocida se le antojaba hoy diferente como si estuviera
caminando en un lugar nuevo; serpenteando cerro arriba, el
empedrado le parecía interminable, las vetustas paredes de
aquel pueblo varias veces centenarias le parecían espejos,
donde la mortecina luz de los pocos
faroles encendidos le hacían guiños, al bajar por
sus pétreas superficies, el agua de la
pertinaz lluvia.
No era su primera vez con lluvia, muchas
otras temporadas la había soportado y hasta le
parecía refrescante después de las horas de
encierro; en esas ocasiones hasta subía a grandes trancos
las empinadas cuadras, como para reafirmar su gran capacidad
física de
la que apenas minutos antes había hecho gala.
De las ventanas no salía ninguna
luz, aunque él sabia que varios pares de ojos,
especialmente femeninos, lo seguían en sus
correrías a través de los postigos y detrás
de las cortinas; se había envanecido muchas veces de ser
la noticia diaria en boca de la gente, de ser la figura admirada
por los varones como ejemplo y de ser el objeto de la lascivia de
varias mujeres del pueblo y de la atención por parte del Sr.Cura que ya le
había reprendido en el atrio de la iglesia
después de misa por su loco comportamiento, más propio de un
íncubo demoniaco que de un ser humano, según le
había dicho, cuando le reclamó que anduviera
enamorando mujeres en los cuatro puntos cardinales del pueblo,
sin importarle la honra de doncellas o maridos que un día
le habrían de dar un escarmiento, porque ya debía
muchas.
Una risa cortada fue la respuesta de
Sebastián a la reprimenda del Sr. Cura, pero como la
figura del cura era para él de respeto,
inculcado por generaciones culturales, aunque no familiares,
atinó solo a contestarle que él a nadie
engañaba, ni andaba sonsacando, siempre eran ellas las que
de un modo u otro se le insinuaban y ellas mismas ponían
las circunstancias para que se dieran las oportunidades, que su
problema eran las chismosas ventaneras del pueblo y algún
marido celoso que por tener a una esposa guapa, andaba viendo
moros con tranchete; sin embargo receloso del Sr. Cura, y para no
echárselo de enemigo y pensando en los consejos que en el
confesionario le pudiera dar a su novia Lupita, le dijo: mire
padrecito "hora vera que voy a atender su voluntad, no voy a
hacerle caso a ninguna casada y solo atenderé a mi novia
para que Ud. Este contento, ¿de acuerdo? , Ahora
déme su bendición y todo olvidado.
El cura le dijo, las bendiciones las doy
después de una confesión y de que hayas cumplido
una severa penitencia, y que me compruebes con hechos tu
propósito de enmienda; se habían despedido de buen
grado pero él nunca había ido a confesarse; como su
abuelo decía, como le vas a andar contando tus intimidades
a otro hombre como
tú, si quieres el perdón de Dios háblale a
Dios de frente ante el altar y cambia tu actitud,
ansina se arreglan las cosas bien con Dios; eran esas las grandes
verdades de los liberales que habían seguido a los
Juaristas, y para él la palabra del abuelo era buena, pero
como todas las cosas importantes, ésta debe de ser en su
oportunidad y momento.
Pero tampoco había ido a la iglesia,
pensando: cuando éste más grande y me case, me
aplaco y entonces hago las paces con Dios.
Y le estaba cumpliendo al cura, ninguna
casada; solo una viuda y Lupita.
Un relámpago con su correspondiente
trueno que le sonó sobre la espalda y el sobresalto le
hizo resbalar en el empinado empedrado, cayó de rodillas y
después de costado, con gran esfuerzo busco agarrarse de
la reja de una ventana fallo en su intento y cayó de nuevo
golpeándose la cabeza en la base de la ventana; el golpe
le hizo pensar, ya no vuelvo a tomar los menjurjes disque para
lograr mejores efectos en el amor que
inventó la Sra. y que diablos ando haciendo ahorita con
este temporal aquí en el cerro; pero el recuerdo de los
tibios brazos de donde se acababa de desprender le
reconfortó, quien me manda por ser tan solicitado por las
damas y especialmente por Doña Irma la guapérrima
viuda del Ex alcalde del pueblo, a quien habían dejado tan
bien acomodada pero huerfanita de afecto; así que solo
estaba haciendo una obra de caridad, además era tan
agradecida y su negocio de transportes y fletes estaba viento en
popa gracias a la buena administración de su servidor
Sebastián Ramírez o sea que todo sea por el
negocio, él no tenía la culpa de ser tan bueno para
los negocios y
para lo que Doña Irma tanto solicitaba; y además
pagaba tan generosamente en especie y en pesos. ! ¡Que
caray la vida le sonreía y no podía decirle que no!
; Aunque batallara con Doña Irma que estaba
empeñada en casarse con él y esa noche le
había hecho un tango, pero eso
es solo una demostración de que me quiere dominar como lo
hizo con su difunto, pero el pobre hombre era un pan, todo mundo
le sacaba tajada; "nadie sabe para quien trabaja "en paz descanse
pensó"; recordó a su abuelo, una corta carcajada
salió de su pecho impulsivamente, pero la limitó
otro escalofrío esta vez mas fuerte. Diablos pensó,
me estaré resfriando, estuvo brusco el cambio de la
recámara al frío del cerro.
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