- El
hambre - La comida
y sus influencias psicodinámicas, aplicadas al
entendimiento del abuso de las drogas - Las
religiones - La
importancia de los festines, de las actividades
gastronómicas y de las bacanales: Comer, beber y fornicar,
polimorfismo traslapado lujurioso… - La comida
(y, ocasionalmente, las drogas): Huéspedes indispensables
para cualquier ocasión - Los
cuentos de hadas: reminiscencias tiernas de un pasado
borrado - El arte
rupestre - La
escritura en la pared (The handwriting on the wall): Mene Mene
Tekel u-Pharsin - El cerebro
adicto - ¿Status
quo? ¿Cuál status quo? - Entonces,
¿qué es? ¿Es el alma, o es el Diseño
Inteligente? - La
imaginación y su importancia crucial - La
neurociencia y su embrujo "natural" para explicar todos los
fenómenos que se localizan dentro de la bóveda
craneal… - La
adicción y el cerebro - Las
endorfinas, la adicción, y el placer - La
adicción a las drogas como situación
especial - Unas
palabras acerca de la genética - El caso de
Scott - En
resumen - Bibliografía
Mene, Mene, Tekel u-Pharsin
— ???, ???, ???, ?????? — La Escritura de la mano en la
Pared
La importancia de la comida, y el papel
indiscutible de la asociación simbólica de su consumo con la expresión
de la ascendencia económica, la manifestación del
poder, y el prestigio social,
han sido parte de la tradición de todas culturas humanas
desde nuestra prehistoria.
Hambre
La comida, como el sexo, — cuando son
conspicuos en su exteriorización — son manifestaciones del
poder y por ello sus expresiones se consideran símbolos fálicos
narcisistas. El poder, como tal, conlleva a muchos excesos,
porque quienes lo poseen creen que para ellos representa un
privilegio estipulado. Acerca del sexo, Henry A. Kissinger es
famoso por su observación concisa de la
relación que existe entre el poder y el sexo, cuando nos
dice que "El poder es el gran
afrodisíaco…"
La comida es supervivencia, es poder, es
placer, y muchas otras cosas más, que muchos envician,
destruyendo su propósito natural. Lo hacen como lo hacen con
el uso de las drogas de consumo
recreacional y con otras actividades y placeres que utilizan para
lograr la satisfacción de apremios hedonistas.
Lo que hacemos con la comida, cuando se usa
por placer, y lo que repetimos con el destino de todas nuestras
pulsiones instintivas es lo que distingue a nuestra especie como
la más extraordinaria en toda la Naturaleza.
Por medio de nuestras actividades
corticales, especialmente, las que se originan en los
lóbulos prefrontales, hemos logrado transformar el instinto
auto-preservativo de comer en algo que se aparta en su totalidad
de su propósito natural. Lo hemos trasformado en otro
aspecto más de la sensualidad característica que tanto
nos gobierna.
El hambre
No obstante, la importancia del hambre, o
carencia de alimento, en su obra The Expression of the
Emotions in Man and Animals (La Expresión de las
Emociones en el Hombre y los
Animales), Charles R. Darwin no indica la existencia de
una característica particular en la fisiognomía de la
faz humana que sea capaz de reflejar nuestro semblante cuando
padecemos del hambre. Es como si esta alteración
catastrófica de nuestra homeostasis, expresada en la
frustración de la más imperiosa de nuestras pulsiones
instintivas, para él no tuviese importancia. Algo que no
creemos fuera resultado de falta de conocimientos acerca del
poder de los instintos, ya que en su libro, Darwin muestra imágenes representando
manifestaciones del amor — y del ardor — que,
a menudo, a éste, lo acompañan.
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