La dialéctica del liderazgo educacional: Una herramienta para el profesor
- La
interrelación escuela-comunidad para ser efectiva,
necesita de un líder. - El poder y
la autoridad moral de la escuela, constituyen elementos claves
para su influencia sobre la comunidad - La
capacidad de la escuela para transformar la comunidad es una
condición indispensable para su liderazgo - Contrarrestar
las limitaciones actuales es el punto de partida para toda
escuela que aspire a alcanzar el liderazgo
institucional - Conclusiones
- Bibliografía
Introducción
La formación integral del ciudadano es una tarea por
todo un sistema de
influencias, formales y no formales, integrado por la familia, la
escuela, la
comunidad, las
instituciones,
etc., los que tienen la responsabilidad de incidir en las personas para
que estas puedan contribuir al desarrollo de
la sociedad.
Cada elemento de este sistema de influencias posee sus
especificidades cualitativas, sus características y
funciones bien
definidas, así como su autonomía e independencia
relativa, pero como sistema al fin, solamente la interacción entre ellos, potencia la
función
formativa del ciudadano.
Actualmente en la proyección de las políticas
educacionales de Cuba se ha
planteado la necesidad de incorporar activamente los centros
educacionales a la comunidad y de
igual forma las políticas sociales de desarrollo
comunitario reconocen que la escuela puede constituir
divulgadora efectiva de los programas de
rescate de la vida comunal.
Los vínculos e interacciones entre la escuela y la
comunidad han sido objeto de múltiples investigaciones
en los últimos años. Ello corrobora el
reconocimiento de su importancia para el desarrollo de la
sociedad. Sin embargo es evidente que no se ha logrado la deseada
eficiencia de
este proceso, entre
otras cosas, por limitaciones en las concepciones sobre su
estructuración, organización, dirección, el nivel y el carácter de la participación de cada
elemento.
Los autores que han tratado el tema sustentan diferentes
criterios sobre cual debe ser el elemento rector del proceso;
unos definen a la escuela, partiendo de su función social;
otros consideran que la comunidad, que a través de sus
órganos de gobierno define,
orienta y controla el papel de la escuela; un tercer grupo prefiere
reconocer la existencia de una interacción
recíproca, donde el elemento rector puede intercambiarse
en dependencia de la proyección de líder
de cada una de las partes.
Es evidente que cada enfoque puede tener su lógica
interna si valoramos las muy diferenciadas condiciones en que se
desempeña la escuela cubana.
DESARROLLO
La
interrelación escuela-comunidad para ser efectiva,
necesita de un líder.
Para tratar de llegar a un consenso sobre las
características de la interrelación
escuela-comunidad y las posibilidades de liderazgo de
una de las partes, es necesario realizar algunas
reflexiones.
Debemos partir por considerar el liderazgo como un
fenómeno en que una institución aparece ejerciendo
influencia decisiva sobre el comportamiento
de otras instituciones o grupos de
personas y los conduce a lograr objetivos
específicos en una situación dada.
Esto significa que en la relación escuela-comunidad,
ocupará el lugar de líder, aquella parte que sea
capaz de llevar a cabo un proceso de influencia que conduzca a la
otra a cumplir mejor su papel en la formación de los
ciudadanos.
Para comprender mejor lo anterior, tendremos que reconocer un
proceso de influencias como aquel en que una de las partes trata
de producir en otras cambios de sus creencias, valores,
actitudes,
motivaciones, expectativas y comportamiento, lo que no significa
ignorar que estos procesos
suelen ser bidimensionales, debido a la relación
sujeto-objeto y sujeto-sujeto que se pone de manifiesto en todo
sistema de influencias.
En este punto de las reflexiones, debemos valorar el encargo
social tanto de la comunidad como de la escuela y reconocer que
la comunidad debe crear las condiciones para el desarrollo de la
familia, la
satisfacción de su necesidades, tanto materiales
como espirituales y el cumplimiento de sus funciones, mientras
que las políticas educacionales de nuestros países
coinciden plenamente en que la escuela como institución
social tiene el encargo de trasmitir todo el sistema de
conocimientos, habilidades y valores acumulados, que permita al
individuo
desenvolverse en la vida social y contribuir al desarrollo de la
sociedad.
Es evidente que ni la comunidad ni la escuela pueden lograr su
encargo social sin la participación de la otra parte. La
comunidad, para cumplir su rol, necesita crear una
infraestructura basada en instituciones de todo tipo, entre ellas
educacionales. Esta realidad ha servido de base al criterio de
que la escuela, como institución creada por la comunidad
debe ser liderada por esta.
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