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Ética, mercado e igualdad de oportunidades en el discurso neoliberal




Enviado por cmarcano



    Indice
    1.
    Defensa de la libertad individual y búsqueda del bienestar
    social

    2. La libertad negativa y el principio
    ético de la igualdad de oportunidades

    3. Derecho, Estado y Democracia en el
    discurso neoliberal

    4. Estado y mercado en el
    Neoliberalismo

    5. A manera de
    conclusiones

    6. Referencias
    Bibliográficas

    1. Defensa de la
    libertad
    individual y búsqueda del bienestar social

    En tanto continuador del liberalismo,
    el neoliberalismo
    tiene su fundamento filosófico en la defensa de la
    libertad
    individual y en la búsqueda del bienestar social a
    través del ejercicio de aquélla en un orden natural
    mercantil que, supuestamente garantiza la eficiencia en la
    utilización de los recursos y la
    justicia en la
    distribución de los productos.
    El neoliberalismo
    es fiel continuador de la tradición política liberal
    clásica y de la teoría
    económica neoclásica. Su agente social es un
    individuo prototípico que, en tanto autointeresado, es el
    mejor defensor de su propios intereses y cuyas preferencias se
    forman al margen de cualquier influencia social y se rigen solo
    por la norma de maximizar beneficios con medios
    escasos. Parafraseando a Adam Smith de
    la suma de los egoísmos individuales brota la
    armonía social, pues el escenario de su
    realización, el mercado, por una
    parte, es un escenario impersonal que no implica rivalidad, y por
    otra parte, asigna eficientemente los recursos y
    distribuye justamente los productos.
    Gómez advierte que quienes atacan el neoliberalismo:
    inteligentemente ocultan que lo esencial de la metáfora
    (la famosa "mano invisible" de Smith) es el provecho que la
    sociedad
    deriva de esta acción libre de sus miembros… …. tanto
    en el siglo XVIII como en el XX, el liberalismo
    reivindica la libertad individual, sólo en la medida en
    que ésta produce bienestar social… La lucha a fondo
    contra todo tipo de privilegios… …y las discriminaciones de
    cualquier ralea, tiene su fundamento no precisamente en la
    defensa de intereses particulares, sino en la preservación
    de la sociedad, a
    través de la promoción de la libertad individual (1992 :
    33).
    Ni desde el punto de vista meramente teorético, ni desde
    el fáctico, resulta posible conciliar la libertad
    individual que persigue intereses egoístas con el
    bienestar social. La presuposición de la igualdad ante
    la ley, el
    desconocimiento de la naturaleza del
    poder (en
    cualquiera de sus acepciones), la inocuidad de la propiedad
    privada y la neutralidad del Estado,
    presupuestos
    desde los cuales pudiera intentarse aquella conciliación,
    son simples ficciones discursivas.
    Además, la libertad individual de la que aquí se
    trata, es la libertad negativa, sobre la cual… …radica la
    definición misma del
    hombre
    liberal, que al no envolver en lo esencial sino una postura
    defensiva es ella la más refinada expresión de
    quienes tienen mucho que defender (Baptista, 1990 : 26)
    Como es conocido, la teoría
    neocontractualista de Rawls tiene como objetivo
    reconstruir un espacio en el que, la inviolabilidad y el
    ejercicio de la libertad individual negativa sean soporte del
    bienestar social. Sin embargo, aunque Rwals logra tal
    propósito, lo hace a costa de constructos
    teoréticos que como la "posición original" y el
    "velo de la ignorancia", debilitan la base racional de tal
    argumentación y sólo permiten construir un
    individuo prototípico moral que nada
    tiene que ver con el sujeto social real. Como ha señalado
    Baptista:
    …la visión económica de liberalismo tiene que dar
    cuenta del hombre que
    propone como expresión de la realidad humana. La pregunta
    por hacerse y responder, si se está desde luego en el
    terreno de los hechos científicos, y que desde luego no es
    nada nueva, se puede formular así: ¿en qué
    medida ese hombre del liberalismo se asemeja al hombre de la
    realidad? (Baptista, 1990: 28)

    La respuesta parece ser que tal individuo liberal es
    sólo una ficción teorética, o para decirlo
    con González
    …es el supuesto del individuo racional maximizador
    egoísta de utilidades (o de la utilidad
    esperada). Se sustituye la concepción tradicional
    aristotélica del zoom politikon por la del homo
    oeconomicus… …Este modelo de
    individuo es una ficción que puede resultar útil
    para la elaboración de modelos
    científicos, pero como tal modelo no
    existe en la realidad (González García, 1992 :
    346).
    Justamente, como he señalado en otra parte, una de las
    vertientes principales del pensamiento de
    Rawls desemboca en sus conceptos de libertad y valor de
    libertad, los cuales muestran la verdadera naturaleza de su
    teoría: "refinar" la defensa de "quienes tienen mucho que
    defender". Como indica Baptista, siguiendo a Berlín:
    Es desde esta perspectiva, de la defensa de quienes tienen mucho
    que defender, como puede escribirse que, "ofrecer derechos políticos, o
    salvaguardas contra la intervención del Estado, a
    individuos que están medio desnudos, iletrados, mal
    alimentados y enfermos, es una burla de su condición.
    Es evidente, entonces, que la defensa del interés
    privado frente al Estado sólo puede ser la defensa de
    quienes "tienen mucho
    que defender". Demás está decir que los
    únicos derechos para el
    neoliberalismo son las libertades políticas
    básicas formales las cuales, como enseña la
    experiencia, en ciertas condiciones también pueden ser
    conculcadas. Los derechos socio-económicos, no son
    derechos, sino reclamos inmorales de los desposeídos que
    penalizan la propiedad de
    aquellos que han alcanzado el éxito,
    tal como defiende patéticamente Nozick.

    2. La libertad negativa
    y el principio ético de la igualdad de
    oportunidades

    El neoliberalismo al igual que el liberalismo
    clásico combina el principio básico de la libertad
    negativa con el "principio ético" de la igualdad de
    oportunidades. Los individuos sólo pueden desarrollar sus
    capacidades a través de la competencia, la
    cual es presentada como la mediación por excelencia para
    el pleno desarrollo de
    las potencialidades humanas. Esta igualdad de oportunidades
    garantiza:
    la creación de una estructura
    ética,
    jurídica y política que permita
    por igual a todos los hombres explotar al máximo sus
    potencialidades. Se trata de crear una sociedad en la que todo el
    mundo y en especial los trabajadores y los miembros de los
    grupos menos
    favorecidos sepan que si producen más, su riqueza y su
    remuneración se elevarán (Gómez, 1992:
    34).

    Es fácil demostrar empíricamente que el
    incremento de la capacidad productiva del trabajo no va
    acompañado del incremento real de las remuneraciones.
    De hecho, visto globalmente, los desarrollos científicos y
    tecnológicos actuales, -expresión del incremento de
    la capacidad productiva del trabajo que no del capital-, no
    han mejorado en nada los ingresos reales
    de los trabajadores que, por el contrario, enfrentan un
    desmejoramiento de sus condiciones de vida y de trabajo por el
    incremento del desempleo y la
    caída del salario real.
    El principio de diferenciación de Rawls, según el
    cual, las desigualdades sociales y económicas
    habrán de ser conformadas de modo tal que a la vez que: a)
    se espere razonablemente que sean ventajosas para todos, b) se
    vinculen a empleos y cargos asequibles para todos intenta
    legitimar este aspecto del credo neoliberal. La primera parte del
    principio trata de conciliar las desigualdades
    socio-económicas reales con el bienestar social a
    través de la artificiosa argumentación de que si se
    mejora la situación de los desposeídos, las
    desigualdades se convierten en "razonablemente ventajosas para
    todos"; la segunda parte, intenta legitimar éticamente
    tales desigualdades, relacionando la existencia y
    aceptación de éstas con una hipotética
    igualdad de oportunidades en la asequibilidad de cargos. La
    experiencia demuestra fehacientemente el carácter
    falaz de esta argumentación.
    Gómez considera la competencia como
    el factor que garantizaría las oportunidades para el
    desarrollo de
    las potencialidades humanas individuales. Baste recordar
    aquí El Leviathan de Hobbes para
    develar, por un lado, el carácter
    mítico de la competencia como mediación para el
    incremento de las potencialidades humanas, pues el desarrollo que
    se logra en base a la rivalidad que engendran el egoísmo,
    el individuo aislado y desmembrado de su comunidad y
    mediado fundamentalmente por el afán del lucro, la
    ganancia, la gloria y el poder, ni
    permite el desarrollo de la persona humana
    ni, por otra parte, esta búsqueda del interés
    individual egoísta conduce al bienestar de la sociedad en
    su conjunto la que, por el contrario, se torna cada vez
    más caótica y desigual.
    Como se sabe, el escenario y el mecanismo regulador de esta
    competencia es el mercado. Pero ¿qué es el
    mercado?
    En una sociedad puramente mercantil, valga recordar aquí
    el abecé, no hay más nexos sociales que los
    imbricados en la compra y venta de
    mercancías. Yo, existo para los demás sólo
    en calidad de
    comprador y/o sólo en calidad de
    vendedor de mercancías… Si nada puedo comprar y nada
    puedo vender, mi existencia social desaparece y ni siquiera mi
    sombra tendrá derecho a caminar. (Valenzuela, 1994 :
    64).
    Es decir, el mercado es el escenario del intercambio de
    mercancías, en el que se hace abstracción de
    cualquier relación humana pues, las relaciones de mercado,
    como dicen los sociólogos, no son ´cara a
    cara´, sino que impersonales, abstractas y limpias de toda
    emoción (Valenzuela, 1994: 70) y al que sólo pueden
    concurrir los dueños de mercancías, los cuales se
    relacionan a través de éstas. El mercado es un
    escenario de relación entre cosas-mercancías, en el
    que la relación social es secundaria y sólo cuenta
    en la medida en que los hombres son los propietarios de aquellas
    cosas-mercancías.

    En otras palabras, como quiera que el dinero es
    expresión y equivalente general de todas las
    mercancías; que el dinero
    sólo se diferencia cuantitativamente; y que la forma
    dineraria es la forma más general del capital, la
    competencia es, en última instancia, la competencia entre
    el capital, y sólo como consecuencia de esto, entre sus
    propietarios. Como ha señalado Marx:
    En la libre competencia no se pone como libres a los individuos,
    sino que se pone como libre al capital…. ….La libre
    competencia es el desarrollo real del capital. ….El dominio del
    capital es el supuesto de la libre competencia, exactamente como
    el despotismo de los emperadores romanos era el supuesto del
    libre "derecho privado" romano. …De ahí, por otra parte,
    la inepcia de considerar la libre competencia como el
    último desarrollo de la condición humana, y la
    negación de la libre competencia = negación de la
    libertad individual y de la producción social fundada en la libertad
    individual. (1972: 167, 168 y 169) (P. 18 del trabajo "El
    discurso
    democrático neoliberal o el abstraccionismo…")
    La teoría liberal encubre este aspecto inherente a la
    acumulación del capital hablando del mercado como el
    espacio social de
    realización de la libertad del hombre, lo que presupone a
    estos libres y propietarios a la vez. Esta visión obvia
    cuidadosamente que el trabajo es
    una actividad humana inseparable de la vida misma que no se
    produce para la venta y que la
    igualdad sólo se logra en el terreno jurídico del
    contrato
    recurriendo al extraño artificio de desgajar del hombre su
    propia vitalidad humana, su fuerza de
    trabajo, bajo la forma de mercancía para que, convertido
    en propietario de la misma, se iguale al propietario de los
    medios de
    producción. …se obvia pues, que una de
    las partes, la de los no propietarios de medios de
    producción, vende su propia condición humana, lo
    cual es evidenciado por el dramático envilecimiento de tal
    condición en las grandes mayorías". (Caponi y
    Hernández, 1995: 175)
    Que la competencia sólo es el proceso de
    concentración y centralización del capital, lo dice
    claramente su propio resultado histórico: la
    monopolización extrema de la economía, con su
    secuela de concentración de la riqueza social en un polo,
    los propietarios, a expensas de la pobreza del
    resto de la sociedad. (P.18,19 de "El discurso democrático
    neoliberal…") Gómez reconoce estos efectos, aunque
    encuentra este proceso
    beneficioso:
    de la propia competencia puede emerger el monopolio y el
    oligopolio
    …proceso que, por un lado, es indudablemente saludable para la
    economía
    puesto que puede garantizar el incremento incesante de la
    eficiencia…
    pero por otra parte, puede resultar peligroso y nocivo para la
    sociedad (1992: 96)
    El núcleo del argumento aquí es la
    justificación de los monopolios y los oligopolios, pues
    ellos garantizan "el incremento incesante de la eficiencia",
    cuestión que en definitiva nos remite a una de las
    discusiones centrales en teoría económica, como es
    el tema de la eficiencia en el equilibrio
    competitivo, cuyo examen nos llevaría a alejarnos del tema
    central que venimos tratando. Valga decir, sin embargo, que la
    discusión se origina con la propia metáfora de la
    "mano invisible" de Smith y se extiende por diversos rumbos a
    través de Walras, Pareto, Pigou, las críticas de
    Wicksell, las alternativas propuestas por el "Principio de
    compensación" y la "Función
    Social de Bienestar" y que, finalmente, luego de intensos y
    acalorados debates "que envolvieron los economistas de mayor
    nombradía en la disciplina" se
    llegó a la conclusión que "la supuesta equivalencia
    entre máxima eficiencia y mercado competitivo reposa sobre
    unas bases cuya fortaleza lógica
    o empírica todavía deben demostrarse" (Baptista,
    1990 :50)

    Además, a propósito de la situación
    de equilibrio que
    está implícita en la discusión sobre las
    bondades del mercado competitivo y la existencia de monopolios y
    oligopolios, tal situación de equilibrio es estática o
    atemporal lo que limita severamente su alcance explicativo. Al
    respecto cabe citar nuevamente a Baptista:
    Se puede decir que la existencia de un equilibrio puede
    demostrase. Pero nada puede decirse de manera sustantiva sobre si
    el mercado competitivo tienen una tendencia natural hacia ese
    equilibrio, ni menos sobre si esa tendencia lleva consigo una
    velocidad tal
    que termine por alcanzar la posición de equilibrio, pero
    tampoco sobre si esa posición, una vez alcanzada,
    será o no estable (1990: 52)
    En definitiva, los fundamentos que sustentan la primacía
    del mercado, esto es, la garantía de la eficiencia y del
    equilibrio, al igual que todo el credo liberal, no pasan de ser
    un juego de
    artilugios que no soportan la prueba de la realidad. En efecto,
    si quedara alguna duda a propósito de que el
    neoliberalismo es una cobertura ideológica al servicio del
    capital, y que la competencia es, en definitiva, la competencia
    entre los diversos capitales, la aclara la siguiente referencia
    de Gómez, quien considera que los problemas que
    confronta a este nivel la sociedad venezolana son producto de
    una "comprensión inadecuada de qué es el capital y
    cuál es su característica esencial" que él
    intenta aclarar en los siguientes términos:
    en primer lugar, sólo el capital, en base a sus objetivos y a
    su naturaleza más íntima, puede decidir qué
    le conviene y qué no, cuál tasa de ganancia
    aceptará y cuáles no; carecen de sentido las
    críticas y denuncias acerca de beneficios exorbitantes,
    así como las recomendaciones de tasas justas de ganancias.
    …Uno de los pocos mecanismos racionales para reducir una
    supuesta ganancia desproporcionada es crear las máximas
    condiciones posibles para que acudan competidores a ese mercado.
    Si esto no ocurre, la existente será la ganancia justa.
    Planteamiento éste, que puede resultar chocante, pero cuya
    evidencia es elemental. En segundo lugar, el capital
    encontrará siempre la forma de evadir imposiciones; y, en
    consecuencia, cualquier decisión del Estado o la sociedad
    que afecte sustancialmente sus objetivos,
    está destinada al fracaso. …Una estrategia
    económica tiene que decidir …si va a enfrentar o evadir
    esta característica esencial del capital …o va
    a adaptarse a la suya, para canalizar hasta donde sea posible los
    intereses de la nación,
    a través de los intereses del capital. …si va a
    obligarle a repartir sus ganancias porque ha sido establecido o
    decidido, desde el punto de vista de la nación,
    la sociedad o cualquier otro ente distinto del capital, que una
    determinada tasa de ganancia es exagerada; o va a generar
    condiciones para que, manteniendo un margen de beneficio que el
    capital juzgue adecuado, éste haga uso de su inigualable
    capacidad para producir bienes y
    servicios, de
    tal forma que el volumen de
    impuestos
    recaudados, el empleo y el
    bienestar social sean mayores. (1992: 117 y 118)

    La cita, aunque extensa, es por demás
    esclarecedora y nos exonera de mayores comentarios. Huelga decir,
    sin embargo, que resulta por lo menos incoherente todo el
    discurso que habla del desarrollo de las potencialidades humanas,
    la igualdad, la libertad etc., cuando estas deben sujetarse a las
    leyes del
    capital y servir a su proceso de acumulación. Como se sabe
    el capital es una relación social por la cual, una parte
    de la sociedad, la de los propietarios de medios de
    producción, se apropia del trabajo de los no propietarios;
    de donde, por un lado, "la inigualable capacidad para producir
    bienes y
    servicios" no
    es inherente a la naturaleza del capital sino del trabajo como ya
    lo aclaro J S Mill, para no citar a Marx. Por otro
    lado, la acumulación de riqueza en un polo sucede a
    expensas del despojo del trabajo de la inmensa mayoría, lo
    que sólo es posible desde unas relaciones sociales basadas
    en la explotación, dominación y opresión que
    convierten la libertad, la igualdad y la propia condición
    humana en una simple ficción ideológica.
    Como consecuencia de lo anterior, podemos afirmar que al mercado
    sólo asisten los propietarios de mercancías, entre
    los cuales es imposible la igualdad, pues ésta
    vendría dada por un igual poder mercantil, cuestión
    negada por la ley del
    desarrollo desigual. En realidad, como bien señala
    Valenzuela:
    si el poder del mercado es muy diferente, la igualdad social se
    rompe y los unos (los de alto ingreso) pasan a ordenar a los
    otros (los de bajo ingreso) aunque no de manera directa sino a
    través de las cosas-mercancías. En la forma
    igualdad y libertad. En lo sustantivo y concreto,
    desigualdad social y relaciones de dominio y
    subordinación (1994: 68).

    3. Derecho, Estado y
    Democracia en
    el discurso neoliberal

    Habíamos dejado planteado el problema del
    papel del
    Estado como promotor de la competencia y fuente de su
    legitimación ética en
    tanto garante de la igualdad de oportunidades. Este razonamiento,
    en última instancia, termina por legitimar la ganancia,
    pues por desproporcionada que ésta sea, ella es
    legítima cuando se trata de un "monopolio
    natural". Se parte de aceptar los "monopolios naturales" como un
    dato dado, desconociendo deliberadamente la sórdida
    historia y la
    naturaleza de los procesos de
    concentración y centralización del capital, el despliegue
    del poder de los monopolios a través de prácticas
    inescrupulosas para posesionarse de mercados en
    detrimento de competidores, y lo que es más importante,
    sus conexiones con el poder político, el cual pone a su
    servicio a
    través de la corrupción, financiamiento
    de campañas, y una larga cadena de relaciones más o
    menos encubierta.
    Como hemos venido insistiendo, tales argumentaciones no soportan
    la critica de la realidad, y funcionan más como simples
    justificaciones alrededor de las cuales se construye el "sentido
    común" que sirve de base al consenso de la
    dominación. Como señala Maestre siguiendo a
    Habermas:
    el verdadero problema no es la convergencia entre discurso y
    política, entre discurso y poder de las instituciones,
    sino que el fenómeno a explicar consiste en el
    establecimiento eficaz de una apariencia de justificación
    que asegure el reconocimiento sin violencia de
    las instituciones
    que existen en la realidad. (1992: 93).
    El neoliberalismo siguiendo toda la teoría liberal
    clásica, convierte al mercado en el escenario por
    excelencia de la competencia, la cual se convierte en el pivote
    para el desarrollo de las potencialidades humanas y se legitima
    éticamente en la existencia de iguales oportunidades para
    todos. Pero a diferencia de la escuela
    clásica, (y neoclásica) el neoliberalismo asigna al
    Estado el papel de
    promotor de la competencia, siempre y cuando tal Estado sea el
    resultado de un acuerdo previo entre hombres libres y,
    además, esté restringido en su injerencia en la
    vida de los particulares. En efecto,
    El poder del Estado debe residir menos en la discrecionalidad del
    gobierno, y
    más en los acuerdos constitucionales y en la igualdad de
    los hombres ante la Ley. …Ni en el siglo XVIII, ni en el XX, el
    pensamiento
    liberal se ha opuesto al Estado, ni al poder del Estado, cuando
    éste emana directamente de acuerdos constitucionales entre
    individuos libres (1992: 35) con lo que, volvemos a encontrar en
    la fundamentación rawlsiana en su vertiente del
    liberalismo político como la base filosófica del
    neoliberalismo, particularmente el consenso traslapado en su
    primera fase, es decir, el acuerdo constitucional entre
    individuos libres, la existencia de la razón
    pública, y toda la teoría
    neocontractualista.

    Cabe aquí resaltar, primero, que el ataque del
    neoliberalismo al Estado, encubre realmente el ataque al Estado
    de Bienestar y, en general, al Estado democrático:
    El neoliberalismo con su ideal del Estado mínimo pero
    fuerte, comienza atacando al socialismo,
    prosigue su lucha contra el Estado de
    bienestar y termina enfrentándose a la propia democracia
    (González y García, 1992: 52).
    Segundo, tal ataque se hace desde la doble articulación de
    un ataque a la ética de los derechos colectivos y la
    reivindicación de la competencia que envuelve el concepto de
    responsabilidad individual, frente al supuesto
    aniquilamiento que el determinismo histórico hace de la
    responsabilidad y la subjetividad del hombre:
    Cuando se convierte al Estado en el epicentro de la sociedad o se
    pretende que ésta tienen primacía sobre el
    individuo, cuando como en el caso de Hegel "lo
    único verdadero es el todo", o si, siguiendo a Marx,
    aceptamos que la acción humana está rigurosamente
    determinada por leyes de la
    historia,
    entonces, es obvio que el individuo no tiene que responder por
    sus actos. Todo se vale, porque todo puede justificarse en
    función
    de los intereses o los designios supremos del Estado, la raza, la
    razón o la historia. (Gómez, 1992: 34).
    Gómez expresa aquí su desconocimiento tanto de la
    dialéctica de Hegel que soporta
    su concepción del Estado como del historicismo de
    Marx.
    Tercero, el liberalismo y la democracia no son consistentes. Un
    Estado democrático supone la participación de los
    ciudadanos en la toma de
    decisiones, particularmente aquellas que tienen que ver con
    el bienestar de la sociedad. Ello supone en primer lugar, decidir
    sobre la forma de producción y distribución de la riqueza social y
    cómo se asume el bienestar social, tanto individual como
    colectivamente. El Estado
    neoliberal sólo respeta la lógica
    del capital, y en consecuencia, de sus propietarios, como agentes
    de aquél. Cualquier consideración social, nacional
    o política que no se ajuste a los intereses del capital
    simplemente debe ser desconocida, pues esta condenada al fracaso.
    El Estado neoliberal resulta pues incompatible con un Estado
    democrático real. Como bien señala González
    García, siguiendo las pistas de Bobbio:
    Liberalismo y democracia no caminan ya juntos, una vez que la
    democracia ha sido impulsada hasta las extremas consecuencias de
    la democracia de masas, cuyo producto
    último es el Estado asistencial. La crisis de este
    puede interpretarse como efecto del contraste entre el empresario
    económico que tiende a la maximización de los
    beneficios, y el empresario político que busca la
    maximización del poder a través de la casa de
    votos. (González García, 1992: 52)
    En definitiva, la única conclusión que parece
    soportar la prueba de la experiencia empírica es que el
    neoliberalismo es la negación de la democracia: "La
    realización de la democracia estará vinculada a la
    supresión del liberalismo y de su producto, el Estado
    burgués de derecho" (Gómez O, 1992:
    178).

    ¿En qué sentido puede entonces
    reivindicarse el neoliberalismo como "una concepción
    moderna de la democracia"? pues sólo en el sentido formal
    liberal: como reivindicación formal de abstractas
    libertades políticas
    que garantizan unos supuestos derechos de "todos los individuos,
    incluyendo los trabajadores y los sectores marginados de la
    sociedad" (Gómez, 1992: 32) Y aquí volvemos a
    encontrar una vez más, la dicotomía entre el
    aspecto formal y el real de la libertad, y la huella del
    razonamiento rawlsiano tratando de conciliar dicha
    dicotomía.
    Finalmente, nos interesa destacar brevemente algunos otros rasgos
    específicos del neoliberalismo. Ellos se encuentran
    principalmente en el ámbito de la justificación de
    la participación del Estado en los procesos
    económicos y en la relación que se establece entre
    Estado y mercado.

    4. Estado y mercado en el
    Neoliberalismo

    Si bien el neoliberalismo rescata la idea básica
    liberalismo clásico del mercado autoregulado, esta idea
    está reformulada desde los fundamentos teóricos de
    la escuela
    neoclásica de la teoría subjetiva del valor o
    teoría de la utilidad marginal
    y de la teoría del costo de
    oportunidad. El núcleo de ambos conceptos descansa en el
    criterio de que el valor de las mercancías no descansa en
    el trabajo que
    costó producirlas sino en lo que el demandante esté
    dispuesto a pagar de acuerdo al margen de sus necesidades, reales
    o no, en el contexto de una escogencia intersubjetiva de
    valoraciones y oportunidades. De esta manera el costo de las
    mercancías en términos de costos de
    producción, particularmente de costos de la
    fuerza de
    trabajo es sustituido por el de costo de oportunidad:
    En otras palabras, un bien siempre será producido por el
    productor de menor costo. El costo está representado por
    una oportunidad que se ha dejado de lado, no por la cantidad de
    algún insumo. …El punto crucial …consiste en que una
    vez definida la ventaja comparativa en función de costo de
    oportunidad, lo que refleja la producción que se ha dejado
    de hacer de otros bienes, no importa si realmente los bienes son
    producidos sólo por trabajo. Esto explica la superioridad
    de la teoría del costo de oportunidad, que, como el deus
    ex machina, salva las conclusiones clásicas.
    (Chacholiades, , 1988: 30)
    El propósito de tal teoría es dejar de lado, no
    sólo las conclusiones de la escuela clásica, sino
    también, y principalmente, las marxistas, especialmente en
    lo relativo al trabajo como fuente de valor, o lo que es lo
    mismo, la teoría del valor trabajo, el doble
    carácter del trabajo, los efectos del mercado sobre la
    fuerza de trabajo, y sus implicaciones políticas: la
    explotación de la fuerza de trabajo como fuente de la
    plusvalía y la ganancia, y toda la teoría de la
    explotación y de la lucha de clases y sus relaciones con
    el poder político y la alternabilidad a la sociedad del
    capital.

    Esta teoría subjetiva del valor también
    obvia los conceptos de trabajo productivo y trabajo improductivo,
    y con ello legítima el derecho de los dueños del
    capital financiero, los rentistas y demás sectores
    parasitarios a vivir a expensas del sector productivo.
    Además, tal grado de usura es legitimado bajo la cobertura
    de que las transacciones que allí se originan son
    contraprestaciones entre los dueños del capital dinero y
    quienes se benefician de dichos prestamos. Desde el punto de
    vista contable, tales transacciones acrecientan el producto pues
    cualquiera sea la transacción que se realice en el
    mercado, produzca o no un bien, con o sin utilidad, es tomada
    como una transacción productiva, en concreto, como
    una transacción monetaria. Ello conduce a jerarquizar la
    esfera de la circulación monetaria y a disociarla de la
    esfera de la producción, síntoma de los profundos
    desajustes que afectan a la economía capitalista actual y
    que expresan su irracionalidad. El corazón de
    este punto de vista es el sujeto individual autointeresado, que
    "racionalmente" escoge entre alternativas la más rentable
    a sus intereses, los cuales defiende desde el poder que tales
    intereses le confiere, enfrenados violentamente a los intereses
    sociales.

    Justamente, como no es fácil conciliar el sujeto
    egoísta y autointeresado con el bienestar colectivo y
    social, el neoliberalismo insiste en debilitar el argumento de su
    sujeto individual prototípico, que al estilo Robinson
    Crusoe decide maximizar sus beneficios con bienes escasos
    motivado por causas egoístas, insistiendo en cambio, en
    crear un marco social para la acción de tal sujeto, pues
    esto permite sacar definitivamente el problema de la esfera del
    egoísmo y la subjetividad, para colocarlo donde debe
    estar, es decir, el terreno de las relaciones interindividuales,
    aquél en el que la libertad de cada quien para decidir
    sobre el costo de oportunidad se relaciona indisolublemente con
    el bienestar social. (Gómez, 1992: 38)
    Al igual que los misterios de la santísima trinidad, tres
    personas distintas y un sólo dios verdadero, no se sabe
    aquí como empírica o lógicamente las
    relaciones interindividuales están "indisolublemente"
    relacionadas con el bienestar social. Cabe traer a
    colación aquí el criterio de K. Popper, uno de los
    principales teóricos de "las relaciones
    interindividuales". Dice Popper:
    Puede decirse que la razón es, al igual que el lenguaje,
    un producto de la vida social. Un Robinson Crusoe (abandonado a
    sí mismo en su primera infancia)
    podría llegar a ser lo bastante inteligente para dominar
    muchas situaciones difíciles, pero jamás
    inventaría ni el lenguaje ni el
    arte del
    racioncinio. …De este modo podemos decir que, al igual que
    el lenguaje,
    le debemos la razón a la
    comunicación con otros hombres. (pero no a la sociedad
    como cuerpo colectivo, agregado nuestro). ..Si decimos por
    ejemplo, que le debemos nuestra razón a la "sociedad"
    queremos decir siempre que la debemos a ciertos individuos
    concretos. ..Por tanto, al hablar de una teoría "social"
    ..queremos significar, más específicamente, que la
    teoría es de carácter interpersonal pero nunca
    colectivista. (1984: 394, Vol 2)
    Necesario es detenerse brevemente en el análisis de esta transfiguración del
    egoísmo subjetivo al bienestar social que intenta el
    neoliberalismo. El problema que subyace al interior de tal
    razonamiento es el concepto de
    sociedad. Si la sociedad se reduce sólo a relaciones
    interindividuales, las implicaciones saltan a al vista: el hombre
    existe independientemente de las condiciones materiales de
    su existencia. Es decir, el hombre
    existe como ser independiente de la sociedad misma, única
    forma de reducir su naturaleza social a simples relaciones
    interindividuales que, en consecuencia, tienen un carácter
    eterno, inmutable, natural y universal. Es decir, que el hombre a
    pesar de ser un producto social, es reducido por el
    neoliberalismo a un sujeto asocial y
    ahistórico.

    Pero la sociedad no es simplemente un escenario de
    relaciones interindividuales, sino el tejido que une los hombres
    de manera orgánica, colectiva e interdependiente. La
    substancia y el fundamento de este tejido conjuntivo que es la
    sociedad lo constituye el trabajo: las formas como está
    organizado, las condiciones y los medios técnicos conque
    se realiza y que determinan su productividad, la
    forma como se distribuyen sus resultados, entre otras cosas, lo
    cual condiciona, como tendencia general, el modo de ser de toda
    la vida social.
    En otros términos, es el nivel alcanzado en el desarrollo
    de las fuerzas productivas, el modo y las relaciones de
    producción, las formas de dominación social y
    política prevalecientes en un momento determinado,
    considerados como un todo orgánico, lo que configura la
    estructura
    básica de la
    organización social existente, en la que se
    condicionan dialécticamente el desarrollo de la sociedad y
    la naturaleza humana. En su constante devenir histórico la
    sociedad atraviesa por diversas etapas o fases, correspondientes
    a las nuevas formas como se organiza el trabajo, a la
    apropiación que hace el hombre de la ciencia y
    de la técnica y a la acumulación de experiencia y
    saber.
    Ahora bien, ¿cómo puede pensarse siquiera en el
    bienestar social, si uno de los principales presupuestos
    del liberalismo y el neoliberalismo es negar el fundamento de la
    condición humana, es decir, el fundamento social?
    Justamente, ¿el propósito del neoliberalismo no es
    dejar de lado toda la teoría clásica y marxista (en
    tanto en cierto sentido derivada de aquella) de la teoría
    del valor trabajo?. ¿No es acaso el mercado un escenario
    exento de emociones
    humanas?. Y, finalmente, ¿no es el contenido humano en las
    relaciones del hombre, la única base cierta e
    indispensable para pensar con sentido de posibilidad el bienestar
    social?. La conclusión lógica parece ser todo lo
    contrario de la exégesis neoliberal: de hecho, la
    posibilidad de recuperar los vínculos humanos pasa por
    ubicarse fuera del mercado, pues dentro de él sólo
    tiene validez la ganancia, aunque la sordidez conque a veces se
    obtiene se encubra con refinados modelos
    matemáticos y psicológicos.
    Volviendo al aspecto de la participación del Estado en la
    economía, ésta se justifica bajo la
    argumentación de que el Estado debe asumir el papel de
    "promotor de la competencia" entre los capitales, como forma de
    legitimar éticamente tanto la competencia como los
    "monopolios naturales". Esta argumentación esconde, en
    verdad, como demuestra la experiencia empírica, el hecho
    de que la facción burguesa que controla el Estado, utilice
    su poder como palanca en beneficio de sus intereses.

    Otra de las razones que justifican la
    participación estatal en la economía, es la
    necesidad de mantener el "equilibrio presupuestario",
    cuestión que si bien tiene como punta de lanza la
    argumentación de restringir la emisión de dinero
    inorgánico, funciona realmente como justificación
    para la reducción de los servicios sociales y la privatización de los activos
    nacionales, o lo que es lo mismo, mediante la ampliación
    de las oportunidades de rentabilidad
    del capital, como veremos en el próximo capítulo.
    El "equilibrio presupuestario" excluye sin embargo, la
    crítica y la reducción de los gastos militares,
    la burocracia
    gubernamental, la corrupción
    y las garantías financieras al capital dinerario. Este
    punto está vinculado con la necesidad de mantener los
    llamados equilibrios macroeconómicos, especialmente el de
    balanza de pagos,
    el fiscal y el
    monetario, cuestiones que en definitiva se reducen a garantizar
    las condiciones favorables para la acumulación del
    capital, despreciando cualquier consideración sobre el
    bienestar social.

    Para "humanizar" su rostro el neoliberalismo propugna la
    atención a los más
    desposeídos, tanto a través de llamados piadosos a
    los capitalistas como a través de subsidios directos
    financiados por el Estado. Algunos aspectos centrales inmanentes
    a la propia naturaleza del capitalismo se
    esconden detrás de esta piadosa humanización. Se
    busca reforzar el "sentido común" según el cual las
    calamidades patéticas del capitalismo se
    deben a factores fortuitos, a una suerte de lotería
    social, como diría Rawls, y a hechos que no van más
    allá de las esfera de las relaciones interindividuales,
    con lo cual se expresa la negativa a percibir las causas
    fundamentales de estos males sociales en la propia naturaleza del
    sistema social.
    En este sentido, tal visión se convierte en un elemento
    fundamental de la ideología dominante, al crear una falsa
    conciencia de la
    realidad social, frente a la cual, y dado el innegable resultado
    nefasto de las políticas neoliberales, a lo sumo se
    aceptan los ajustes de "ingeniería social" .

    5. A manera de
    conclusiones

    Rechazamos la idea de que la libertad tenga tan solo una
    connotación individual, dentro de un "orden espontaneo" de
    cosas. El orden capitalista no es un orden espontaneo, natural y
    eterno; tampoco es una sociedad de "ciudadanos libres que
    controlan el Estado", ni éste tampoco es simplemente un
    orden regulador neutro en beneficio de toda la sociedad. El
    régimen neoliberal, como fundamento del reclamo de la
    libertad negativa es, en verdad, la defensa de la racionalidad
    instrumental y una manera de ocultar que dicha racionalidad
    sólo es realizable mediante el poder económico y
    político que se impone a la sociedad en su conjunto,
    particularmente a aquellos sectores despojados de tales
    poderes.
    La libertad sólo puede ser verdad allí dónde
    la libertad individual sea parte integrante de la libertad
    social, donde la una no se anteponga negando la otra. Ello supone
    necesariamente la negación de la propiedad
    monopólica, y la desigualdad y la concentración del
    poder económico y político que de ella deriva. Un
    aspecto de tal libertad lo constituye una elevada conciencia de las
    relaciones sociales con otros hombres. También del dominio
    de la naturaleza, que supone una actitud
    racional a través de la ciencia y la
    tecnología
    para la superación de la escasez.
    En una sociedad que garantice la satisfacción de sus
    necesidades a todos sus miembros y que se fundamente en elevados
    valores
    humanos, es obvio que el reconocimiento de las diferentes
    capacidades se asentará en los valores de
    la solidaridad y la
    fraternidad sociales. Éstos habrán reemplazado al
    interés egoísta de la propiedad privada y las
    relaciones mercantiles como máximo estimulo del desarrollo
    de la potencialidades del hombre. Por lo demás, no asiste
    ninguna razón moral a la
    consideración de que, sobre la base de las actitudes y
    aptitudes especiales de alguien, se generen privilegios
    irritantes que atenten contra el bienestar colectivo de la
    sociedad.

    En definitiva, para finalizar, sostengo la tesis de que
    el neoliberalismo constituye una cruzada feroz de los
    dueños del capital contra los trabajadores y asalariados y
    contra los fundamentos mismos de la sociedad. Significa la nueva
    forma de dominio y explotación, y en tanto tal, se trata
    de un orden social pernicioso que produce tanto una sociedad con
    un creciente grado de caotización como un sujeto social
    fragmentado en su identidad
    personal,
    enajenado a patrones de consumo que no
    puede satisfacer sumido como está en la miseria, negado en
    su condición de ciudadano, vaciado de cualquier
    relación solidaria o vinculo humano con los otros,
    postergado y excluido por un régimen social profundamente
    desigual y decadente. El enfrentamiento a tan irracional orden
    social reclama esfuerzos por construir una alternativa que
    planteándose una rearticulación estructural de la
    economía y la sociedad, resuelva las profundas
    desigualdades que se han generado, propicie la constitución de un ciudadano consciente y
    la conformación de escenarios no mediatizados de
    participación, imponga el adecentamiento de la administración
    pública, garantice bienestar socio-económico
    para todos mediado por el esfuerzo sostenido y el trabajo creador
    y, en definitiva, propugne el advenimiento de un modelo
    paradigmático de la sociedad que rescate la
    condición humana y solidaria del hombre.

    6. Referencias
    Bibliográficas

    Baptista, Asdrúbal:
    (1990) Acerca del Liberalismo. Academia Nacional de Ciencias
    Económicas. Caracas.
    Caponi, Orietta y Hernández, Daniel:
    (1995) "Neoliberalismo y fragmentación del sujeto social".
    En Apuntes Filosóficos. N º 7-8 (1995): pp 165-181.
    Escuela de Filosofía. Universidad
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    Caracas, 1995.
    Chacholiades, Miltiades:
    (1988) Economía
    Internacional. McGraw-Hill, México.
    Gómez O, Germán:
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    totalidad: la visión de la democracia de Carl Schmitt". En
    González y Quesada, Coordinadores. Teorías
    de la Democracia. Anthropos – Universidad
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    González García, José M:
    (1992) "Crítica de la Teoría Económica de la
    Democracia". En González y Quesada, (Compiladores).
    Teorías
    de la Democracia. Anthropos – Universidad Autónoma
    Metropolitana. Barcelona.
    (1992) "Límites y
    aporías de la democracia representativa en Norberto
    Bobbio". En González y Quesada, Coordinadores.
    Teorías de la Democracia. Anthropos – Universidad
    Autónoma Metropolitana. Barcelona.
    Valenzuela, José:
    1994) El mundo de hoy. Mercado, razón y utopía.
    Anthropos -Universidad Autónoma Metropolitana. México.
    Marx, Carlos:
    (1972) Elementos Fundamentales para la Crítica de la
    Economía
    Política. (Borrador) 1857-1858. Siglo XXI, Argentina.
    Maestre, Agapito:
    (1992) "Reflexión para una ética en democracia.
    Discurso ético y utopía". En González y
    Quesada, Coordinadores. Teorías de la Democracia.
    Anthropos – Universidad Autónoma Metropolitana.
    Barcelona,
    Popper, Karl:
    (1984) La Sociedad Abierta y sus Enemigos. Orbis,
    Barcelona.

     

     

    Autor:

    Ma. Elena Lavaud.
    Ninoska Litchenka Arellano
    Carlos Alberto Marcano

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