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Ética a Nicómaco




Enviado por latiniando



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    Indice
    1.
    Introducción

    2.
    Felicidad Y Virtud

    3. Virtud Y
    Placer

    4.
    Conclusión

    5.
    Bibliografía

    1. Introducción
     
    Ética a Nicómaco,
    obra escrita por Aristóteles en el siglo IV a.C. Dedicada a
    su hijo, Nicómaco, consta de diez libros y su
    contenido versa sobre la felicidad. Está considerada una
    de las dos obras fundamentales en que posteriormente se
    basó la ética
    occidental, siendo la otra el mensaje bíblico
    judeocristiano.
    Aristóteles (384-322 a.C.),
    filósofo y científico griego, considerado, junto a
    Platón
    y Sócrates,
    como uno de los pensadores más destacados de la antigua
    filosofía griega y posiblemente el más influyente
    en el conjunto de toda la filosofía occidental.

    Vida  
    Nació en Estagira (actual ciudad griega de Stavro,
    entonces perteneciente a Macedonia), razón por la cual
    también fue conocido posteriormente por el apelativo de El
    Estagirita. Hijo de un médico de la corte real, se
    trasladó a Atenas a los 17 años de edad para
    estudiar en la Academia de Platón.
    Permaneció en esta ciudad durante aproximadamente 20
    años, primero como estudiante y, más tarde, como
    maestro. Tras morir Platón (c. 347 a.C.),
    Aristóteles se trasladó a Assos, ciudad de Asia Menor en la
    que gobernaba su amigo Hermias de Atarnea. Allí contrajo
    matrimonio con
    una pariente de éste (posiblemente su sobrina o su hija),
    llamada Pitias, y actuó como su consejero. Tras ser
    capturado y ejecutado Hermias por los persas (345 a.C.),
    Aristóteles se trasladó a Pela, antigua capital de
    Macedonia, donde se convirtió en tutor de Alejandro
    (más tarde Alejandro III el Magno), hijo menor del rey
    Filipo II. En el año 336 a.C., al acceder Alejandro
    al trono, regresó a Atenas y estableció su propia
    escuela: el
    Liceo. Debido a que gran parte de las discusiones y debates se
    desarrollaban mientras maestros y estudiantes caminaban por su
    paseo cubierto, sus alumnos recibieron el nombre de
    peripatéticos. La muerte de
    Alejandro (323 a.C.) generó en Atenas un fuerte
    sentimiento contra los macedonios, por lo que Aristóteles
    se retiró a una propiedad
    familiar situada en Calcis, en la isla de Eubea, donde
    falleció un año más tarde.

    Obras  
    Al igual que Platón en sus primeros años en la
    Academia, Aristóteles utilizó muy a menudo la forma
    dialogada de razonamiento, aunque, al carecer del talento
    imaginativo de Platón, esta modalidad de expresión
    no fue nunca de su pleno agrado. Si se exceptúan escasos
    fragmentos mencionados en las obras de algunos escritores
    posteriores, sus diálogos se han perdido por completo.
    Aristóteles escribió además algunas notas
    técnicas, como es el caso de un diccionario de
    términos filosóficos y un resumen de las doctrinas
    de Pitágoras; de estos apuntes sólo han sobrevivido
    algunos breves extractos. Lo que sí ha llegado hasta
    nuestros días, sin embargo, son las notas de clase que
    Aristóteles elaboraba para sus cursos,
    delimitados con gran esmero y que cubrían casi todos los
    campos del saber y del arte. Los textos
    en los que descansa la reputación de Aristóteles se
    basan en gran parte en estas anotaciones, que fueron recopiladas
    y ordenadas por sus editores posteriores.

    Entre sus textos existen tratados de
    lógica,
    llamados en conjunto Organon (‘instrumento’), ya que
    proporcionan los medios con los
    que se ha de alcanzar el
    conocimiento positivo. Entre las obras que tratan de las
    ciencias
    naturales está la Física, que recoge
    amplia información sobre astronomía, meteorología, botánica y zoología. Sus escritos
    sobre la naturaleza, el
    alcance y las propiedades del ser, que Aristóteles
    llamó "filosofía primera", recibieron el nombre de
    Metafísica en la primera edición de
    sus obras (c. 60 a.C.), debido a que en dicha
    edición aparecían tras la Física. A su hijo
    Nicómaco dedicó su obra sobre la ética,
    llamada Ética a Nicómaco. Otros escritos
    aristotélicos fundamentales son Retórica,
    Poética (que se conserva incompleta) y Política
    (también incompleta).

    Métodos  
    Frente a la importancia que Platón concedió a las
    matemáticas, la filosofía de
    Aristóteles hizo hincapié en la biología,
    quizá debido a la influencia que sobre él
    ejerció la profesión de su padre. Para
    Aristóteles, el mundo estaba compuesto por individuos
    (sustancias) que se presentaban en tipos naturales fijos
    (especies). Cada individuo cuenta con un patrón innato
    específico de desarrollo y
    tiende en su crecimiento hacia la debida autorrealización
    como ejemplo de su clase. El crecimiento, la finalidad y la
    dirección son, pues, aspectos innatos a la
    naturaleza, y
    aunque la ciencia
    estudia los tipos generales, éstos, según
    Aristóteles, encuentran su existencia en individuos
    específicos. La ciencia y la
    filosofía deben, por consiguiente, no limitarse a escoger
    entre opciones de una u otra naturaleza, sino equilibrar las
    afirmaciones del empirismo
    (observación y experiencia sensorial) y el
    formalismo (deducción racional).
    Una de las aportaciones características de la filosofía de
    Aristóteles fue la nueva noción de causalidad. Los
    primeros pensadores griegos habían tendido a asumir que
    sólo un único tipo de causa podía ser
    explicatoria; Aristóteles propuso cuatro. (El
    término que usa Aristóteles, aition, ‘factor
    responsable y explicatorio’, no es sinónimo de causa
    en el sentido moderno que posee esta palabra.)

    Estas cuatro causas son: la causa material (materia de la
    que está compuesta una cosa), la causa eficiente o motriz
    (fuente de movimiento,
    generación o cambio), la
    causa formal (la especie, el tipo o la clase) y la causa final
    (objetivo o
    pleno desarrollo de
    un individuo, o la función
    planeada de una construcción o de un invento). Así
    pues, un león joven está compuesto de tejidos y
    órganos, lo que constituiría la causa material; la
    causa motriz o eficiente serían sus padres, que lo
    crearon; la causa formal es su especie (león); la causa
    final es su impulso innato por convertirse en un ejemplar maduro
    de su especie. En contextos diferentes, las mismas cuatro causas
    se aplican de forma análoga. Así, la causa material
    de una estatua es el mármol en que se ha esculpido; la
    causa eficiente, el escultor; la causa formal, la forma que el
    escultor ha dado a la estatua (Hermes o Afrodita, por ejemplo); y
    la causa final, su función
    (ser una obra de arte).

    En todos los contextos, Aristóteles insiste en
    que algo puede entenderse mejor cuando se expresan sus causas en
    términos específicos y no en términos
    generales. Por este motivo, se obtiene más información si se conoce que un escultor
    realizó la estatua que si apenas se sabe que la
    esculpió un artista, y se obtendrá todavía
    más información si se sabe que fue Policleto el que
    la cinceló, que si tan sólo se conoce que fue un
    escultor no especificado.
    Aristóteles creía que su noción de las
    causas era la clave ideal para organizar el conocimiento.
    Sus notas de clases son una impresionante prueba de la fuerza de
    dicho esquema.

    Doctrinas  
    En la siguiente exposición
    se pueden apreciar algunos de los principales aspectos de las
    doctrinas o teorías
    del pensamiento
    aristotélico.
    Física o filosofía natural  En astronomía, Aristóteles propuso la
    existencia de un Universo
    esférico y finito que tendría a la Tierra como
    centro. La parte central estaría compuesta por cuatro
    elementos: tierra,
    aire, fuego y
    agua. En su
    Física, cada uno de estos elementos tiene un lugar
    adecuado, determinado por su peso relativo o "gravedad
    específica". Cada elemento se mueve, de forma natural, en
    línea recta —la tierra
    hacia abajo, el fuego hacia arriba— hacia el lugar que le
    corresponde, en el que se detendrá una vez alcanzado, de
    lo que resulta que el movimiento
    terrestre siempre es lineal y siempre acaba por detenerse. Los
    cielos, sin embargo, se mueven de forma natural e infinita
    siguiendo un complejo movimiento circular, por lo que deben,
    conforme con la lógica,
    estar compuestos por un quinto elemento, que él llamaba
    aither, elemento superior que no es susceptible de sufrir
    cualquier cambio que no
    sea el de lugar realizado por medio de un movimiento circular. La
    teoría
    aristotélica de que el movimiento lineal siempre se lleva
    a cabo a través de un medio de resistencia es,
    en realidad, válida para todos los movimientos terrestres
    observables. Aristóteles sostenía también
    que los cuerpos más pesados de una materia
    específica caen de forma más rápida que
    aquellos que son más ligeros cuando sus formas son
    iguales, concepto
    equivocado que se aceptó como norma hasta que el
    físico y astrónomo italiano Galileo llevó a
    cabo su experimento con pesos arrojados desde la torre inclinada
    de Pisa.

    Biología  En zoología,
    Aristóteles propuso un conjunto fijo de tipos naturales
    (especies), que se reproducen de forma fiel a su clase.
    Pensó que la excepción a esta regla la
    constituía la aparición, por generación
    espontánea (concepto que
    acuñó), de algunas moscas y gusanos "muy
    inferiores" a partir de fruta en descomposición o
    estiércol. Los ciclos vitales típicos son
    epiciclos: se repite el mismo patrón, aunque a
    través de una sucesión lineal de individuos. Dichos
    procesos son,
    por lo tanto, un paso intermedio entre los círculos
    inmutables de los cielos y los simples movimientos lineales de
    los elementos terrestres. Las especies forman una escala que
    comprende desde lo simple (con gusanos y moscas en el plano
    inferior) hasta lo complejo (con los seres humanos en el plano
    superior), aunque la evolución no es posible.

    Ética  Aristóteles creía que
    la libertad de
    elección del individuo hacía imposible un análisis preciso y completo de las
    cuestiones humanas, con lo que las "ciencias
    prácticas", como la política o la
    ética, se llamaban ciencias
    sólo por cortesía y analogía. Las
    limitaciones inherentes a las ciencias prácticas quedan
    aclaradas en los conceptos aristotélicos de naturaleza
    humana y autorrealización. La naturaleza humana implica,
    para todos, una capacidad para formar hábitos, pero los
    hábitos formados por un individuo en concreto
    dependen de la cultura y de
    las opciones personales repetidas de ese individuo. Todos los
    seres humanos anhelan la "felicidad", es decir, una
    realización activa y comprometida de sus capacidades
    innatas, aunque este objetivo puede
    ser alcanzado por muchos caminos.

    La Ética a Nicómaco es un análisis de la relación del carácter y
    la inteligencia
    con la felicidad. Aristóteles distinguía dos tipos
    de "virtud" o excelencia humana: moral e
    intelectual. La virtud moral es una
    expresión del carácter,
    producto de
    los hábitos que reflejan opciones repetidas. Una virtud
    moral siempre es el punto medio entre dos extremos menos
    deseables. El valor, por
    ejemplo, es el punto intermedio entre la cobardía y la
    impetuosidad irreflexiva; la generosidad, por su parte,
    constituiría el punto intermedio entre el derroche y la
    tacañería. Las virtudes intelectuales, sin embargo,
    no están sujetas a estas doctrinas de punto intermedio. La
    ética aristotélica es una ética elitista:
    para él, la plena excelencia sólo puede ser
    alcanzada por el varón adulto y maduro perteneciente a la
    clase alta y no por las mujeres, niños,
    "bárbaros" (no griegos) o "mecánicos" asalariados
    (trabajadores manuales, a los
    cuales negaba el derecho al voto).

    Como es obvio, en política es posible encontrar
    muchas formas de asociación humana. Decidir cuál es
    la más idónea dependerá de las
    circunstancias, como, por ejemplo, los recursos
    naturales, la industria, las
    tradiciones culturales y el grado de alfabetización de
    cada comunidad. Para
    Aristóteles, la política no era un estudio de los
    estados ideales en forma abstracta, sino más bien un
    examen del modo en que los ideales, las leyes, las
    costumbres y las propiedades se interrelacionan en los casos
    reales. Así, aunque aprobaba la institución de la
    esclavitud,
    moderaba su aceptación aduciendo que los amos no
    debían abusar de su autoridad, ya
    que los intereses de amo y esclavo son los mismos. La biblioteca del
    Liceo contenía una colección de 158 constituciones,
    tanto de estados griegos como extranjeros. El propio
    Aristóteles escribió la Constitución de Atenas como parte de la
    colección, obra que estuvo perdida hasta 1890, año
    en que fue recuperada. Los historiadores han encontrado en este
    texto muy
    valiosos datos para
    reconstruir algunas fases de la historia
    ateniense.

    Lógica  En lógica, Aristóteles
    desarrolló reglas para establecer un razonamiento
    encadenado que, si se respetaban, no producirían nunca
    falsas conclusiones si la reflexión partía de
    premisas verdaderas (reglas de validez). En el razonamiento los
    nexos básicos eran los silogismos: proposiciones
    emparejadas que, en su conjunto, proporcionaban una nueva
    conclusión. En el ejemplo más famoso, "Todos los
    humanos son mortales" y "Todos los griegos son humanos", se llega
    a la conclusión válida de que "Todos los griegos
    son mortales". La ciencia es
    el resultado de construir sistemas de
    razonamiento más complejos. En su lógica,
    Aristóteles distinguía entre la dialéctica y
    la analítica; para él, la dialéctica
    sólo comprueba las opiniones por su consistencia
    lógica. La analítica, por su parte, trabaja de
    forma deductiva a partir de principios que
    descansan sobre la experiencia y una observación precisa. Esto supone una
    ruptura deliberada con la Academia de Platón, escuela donde la
    dialéctica era el único método
    lógico válido, y tan eficaz para aplicarse en la
    ciencia como
    en la filosofía.

    Metafísica  
    En su Metafísica, Aristóteles abogaba por
    la existencia de un ser divino, al que se describe como "Primer
    Motor",
    responsable de la unidad y significación de la naturaleza.
    Dios, en su calidad de ser
    perfecto, es por consiguiente el ejemplo al que aspiran todos los
    seres del mundo, ya que desean participar de la
    perfección. Existen además otros motores, como son
    los motores
    inteligentes de los planetas y las
    estrellas (Aristóteles sugería que el número
    de éstos era de "55 o 47"). No obstante, el "Primer
    Motor" o Dios,
    tal y como lo describe Aristóteles, no corresponde a
    finalidades religiosas, como han observado numerosos filósofos y teólogos posteriores. Al
    "Primer Motor", por ejemplo, no le interesa lo que sucede en el
    mundo ni tampoco es su creador. Aristóteles limitó
    su teología, sin embargo, a lo que él creía
    que la ciencia necesita y puede establecer.

    Influencia  
    Tras la caída del Imperio romano
    las obras de Aristóteles se perdieron en Occidente.
    Durante el siglo IX, los estudiosos musulmanes introdujeron su
    obra, traducida al árabe, en el ámbito del islam. De estos
    pensadores que examinaron y comentaron la obra
    aristotélica, el más famoso fue Averroes,
    filósofo hispanoárabe del siglo XII. En el siglo
    XIII el Occidente latino renovó su interés
    por la obra de Aristóteles y santo Tomás de
    Aquino halló en ella una base filosófica para
    orientar el pensamiento
    cristiano, aunque su interpretación de Aristóteles
    fuera cuestionada en un principio por las instancias
    eclesiásticas. En las primeras fases de este
    redescubrimiento, la filosofía de Aristóteles fue
    tomada con cierto recelo, en gran parte debido a la creencia de
    que sus enseñanzas conducían a una visión
    materialista del mundo. Sin embargo, la obra de santo
    Tomás acabaría siendo aceptada, continuando
    más tarde la filosofía del escolasticismo la
    tradición filosófica fundamentada en la
    adaptación que santo Tomás hacía del
    pensamiento aristotélico.

    La influencia de la filosofía de
    Aristóteles ha sido general, contribuyendo incluso a
    determinar el lenguaje
    moderno y el denominado sentido común, y su concepto del
    "Primer Motor" como causa final ha tenido un importante papel dentro
    de la teología. Antes del siglo XX, decir lógica
    significaba en exclusiva hacer referencia a la lógica
    aristotélica. Hasta el renacimiento,
    e incluso después, tanto poetas como astrónomos
    ensalzaron el concepto aristotélico del Universo. El
    estudio de la zoología estuvo basado en la obra de
    Aristóteles hasta que, en el siglo XIX, el
    científico británico Charles Darwin
    cuestionó la doctrina de la inmutabilidad de las especies.
    En el siglo XX se ha producido una nueva apreciación del
    método
    aristotélico y de su relevancia para la educación, el
    análisis de las acciones
    humanas, la crítica literaria y el análisis
    político.
    No sólo la disciplina de
    la zoología, sino el mundo del saber en general, parece
    justificar el comentario realizado por Darwin, quien
    llegó a afirmar que los héroes intelectuales de su
    época "eran simples colegiales al lado del viejo
    Aristóteles".
    Ética (del griego ethika, de ethos, ‘comportamiento’, ‘costumbre’),
    principios o
    pautas de la conducta humana,
    a menudo y de forma impropia llamada moral (del latín
    mores, ‘costumbre’) y por extensión, el
    estudio de esos principios a veces llamado filosofía
    moral. Este artículo se ocupa de la ética sobre
    todo en este último sentido y se concreta al ámbito
    de la civilización occidental, aunque cada cultura ha
    desarrollado un modelo
    ético propio.

    La ética, como una rama de la filosofía,
    está considerada como una ciencia normativa, porque se
    ocupa de las normas de la
    conducta humana,
    y para distinguirse de las ciencias formales, como las matemáticas y la lógica, y de las
    ciencias empíricas, como la química y la
    física. Las ciencias empíricas sociales, sin
    embargo, incluyendo la psicología, chocan en
    algunos puntos con los intereses de la ética ya que ambas
    estudian la conducta social.
    Por ejemplo, las ciencias
    sociales a menudo procuran determinar la relación
    entre principios éticos particulares y la conducta social,
    e investigar las condiciones culturales que contribuyen a la
    formación de esos principios.

    Principios Éticos  
    Los filósofos han intentado determinar la
    bondad en la conducta de acuerdo con dos principios fundamentales
    y han considerado algunos tipos de conducta buenos en sí
    mismos o buenos porque se adaptan a un modelo moral
    concreto. El
    primero implica un valor final o
    summum bonum, deseable en sí mismo y no sólo como
    un medio para alcanzar un fin. En la historia de la ética
    hay tres modelos de
    conducta principales, cada uno de los cuales ha sido propuesto
    por varios grupos o
    individuos como el bien más elevado: la felicidad o
    placer; el deber, la virtud o la obligación y la
    perfección, el más completo desarrollo de las
    potencialidades humanas. Dependiendo del marco social, la
    autoridad
    invocada para una buena conducta es la voluntad de una deidad, el
    modelo de la naturaleza o el dominio de la
    razón. Cuando la voluntad de una deidad es la autoridad,
    la obediencia a los mandamientos divinos o a los textos
    bíblicos supone la pauta de conducta aceptada. Si el
    modelo de autoridad es la naturaleza, la pauta es la conformidad
    con las cualidades atribuidas a la naturaleza humana. Cuando rige
    la razón, se espera que la conducta moral resulte del
    pensamiento racional.

    Prudencia, Placer O Poder
     
    Algunas veces los principios elegidos no tienen especificado su
    valor último, en la creencia de que tal
    determinación es imposible. Esa filosofía
    ética iguala la satisfacción en la vida con
    prudencia, placer o poder, pero se
    deduce ante todo de la creencia en la doctrina ética de la
    realización natural humana como el bien
    último.

    Una persona que
    carece de motivación
    para tener una preferencia puede resignarse a aceptar todas las
    costumbres y por ello puede elaborar una filosofía de la
    prudencia. Esa persona vive, de
    esta forma, de conformidad con la conducta moral de la
    época y de la sociedad.

    El hedonismo es la filosofía que enseña
    que el bien más elevado es el placer. El hedonista tiene
    que decidir entre los placeres más duraderos y los
    placeres más intensos, si los placeres presentes tienen
    que ser negados en nombre de un bienestar global y si los
    placeres mentales son preferibles a los placeres
    físicos.

    Una filosofía en la que el logro más
    elevado es el poder puede ser resultado de una
    competición. Como cada victoria tiende a elevar el nivel
    de la competición, el final lógico de una
    filosofía semejante es un poder ilimitado o absoluto. Los
    que buscan el poder pueden no aceptar las reglas éticas
    marcadas por la costumbre y, en cambio, conformar otras normas y regirse
    por otros criterios que les ayuden a obtener el triunfo. Pueden
    intentar convencer a los demás de que son morales en el
    sentido aceptado del término, para enmascarar sus deseos
    de conseguir poder y tener la recompensa habitual de la
    moralidad.
    Desde que los hombres viven en comunidad, la
    regulación moral de la conducta ha sido necesaria para el
    bienestar colectivo. Aunque los distintos sistemas morales
    se establecían sobre pautas arbitrarias de conducta,
    evolucionaron a veces de forma irracional, a partir de que se
    violaran los tabúes religiosos o de conductas que primero
    fueron hábito y luego costumbre, o asimismo de leyes impuestas
    por líderes para prevenir desequilibrios en el seno de la
    tribu. Incluso las grandes civilizaciones clásicas egipcia
    y sumeria desarrollaron éticas no sistematizadas, cuyas
    máximas y preceptos eran impuestos por
    líderes seculares como Ptahhotep, y estaban mezclados con
    una religión
    estricta que afectaba a la conducta de cada egipcio o cada
    sumerio. En la China
    clásica las máximas de Confucio fueron aceptadas
    como código
    moral. Los filósofos griegos, desde el siglo VI a.C. en
    adelante, teorizaron mucho sobre la conducta moral, lo que
    llevó al posterior desarrollo de la ética como una
    filosofía.

    En el siglo VI a.C. el filósofo heleno
    Pitágoras desarrolló una de las primeras
    reflexiones morales a partir de la misteriosa religión griega del
    orfismo. En la creencia de que la naturaleza intelectual es
    superior a la naturaleza sensual y que la mejor vida es la que
    está dedicada a la disciplina
    mental, fundó una orden semirreligiosa con leyes que
    hacían hincapié en la sencillez en el hablar, el
    vestir y el comer. Sus miembros ejecutaban ritos que estaban
    destinados a demostrar sus creencias religiosas.

    En el siglo V a.C. los filósofos griegos
    conocidos como sofistas, que enseñaron retórica,
    lógica y gestión
    de los asuntos públicos, se mostraron escépticos en
    lo relativo a sistemas morales absolutos. El sofista
    Protágoras enseñó que el juicio humano es
    subjetivo y que la percepción
    de cada uno sólo es válida para uno mismo. Gorgias
    llegó incluso al extremo de afirmar que nada existe, pues
    si algo existiera los seres humanos no podrían conocerlo;
    y que si llegaban a conocerlo no podrían comunicar ese
    conocimiento.
    Otros sofistas, como Trasímaco, creían que la
    fuerza hace el
    derecho. Sócrates
    se opuso a los sofistas. Su posición filosófica,
    representada en los diálogos de su discípulo
    Platón, puede resumirse de la siguiente manera: la virtud
    es conocimiento; la gente será virtuosa si sabe lo que es
    la virtud, y el vicio, o el mal, es fruto de la ignorancia.
    Así, según Sócrates, la educación como
    aquello que constituye la virtud puede conseguir que la gente sea
    y actúe conforme a la
    moral.

    Escuelas Griegas De Ética  
    La mayoría de las escuelas de filosofía moral
    griegas posteriores surgieron de las enseñanzas de
    Sócrates. Cuatro de estas escuelas fueron creadas por sus
    discípulos inmediatos: los cínicos, los cirenaicos,
    los megáricos (escuela fundada por Euclides de Megara) y
    los platónicos.
    Los cínicos, en especial el filósofo
    Antístenes, afirmaban que la esencia de la virtud, el bien
    único, es el autocontrol, y que
    esto se puede inculcar. Los cínicos despreciaban el
    placer, que consideraban el mal si era aceptado como una
    guía de conducta. Juzgaban todo orgullo como un vicio,
    incluyendo el orgullo en la apariencia, o limpieza. Se cuenta que
    Sócrates dijo a Antístenes: "Puedo ver tu orgullo a
    través de los agujeros de tu capa".
    Los cirenaicos, sobre todo Aristipo de Cirene, eran hedonistas y
    creían que el placer era el bien mayor (en tanto en cuanto
    no
    dominara la vida de cada uno), que ningún tipo de placer
    es superior a otro y, por ello, que sólo es mensurable en
    grado y
    duración.
    Los megáricos, seguidores de Euclides, propusieron que
    aunque el bien puede ser llamado sabiduría, Dios o
    razón, es ‘uno’ y que el Bien es el secreto
    final del Universo que sólo puede ser revelado mediante el
    estudio lógico.
    Según Platón, el bien es un elemento esencial de la
    realidad. El mal no existe en sí mismo, sino como reflejo
    imperfecto de lo real, que es el bien. En sus Diálogos
    (primera mitad del siglo IV a.C.) mantiene que la virtud humana
    descansa en la aptitud de una persona para llevar a cabo su
    propia función en el mundo. El alma humana está
    compuesta por tres elementos —el intelecto, la voluntad y
    la emoción— cada uno de los cuales posee una virtud
    específica en la persona buena y juega un papel
    específico. La virtud del intelecto es la
    sabiduría, o el
    conocimiento de los fines de la vida; la de la voluntad es el
    valor, la capacidad de actuar, y la de las emociones es la
    templanza, o el autocontrol.

    La virtud última, la justicia, es
    la relación armoniosa entre todas las demás, cuando
    cada parte del alma cumple su tarea apropiada y guarda el lugar
    que le corresponde. Platón mantenía que el
    intelecto ha de ser el soberano, la voluntad figuraría en
    segundo lugar y las emociones en el
    tercer estrato, sujetas al intelecto y a la voluntad. La persona
    justa, cuya vida está guiada por este orden, es por lo
    tanto una persona buena. Aristóteles, discípulo de
    Platón, consideraba la felicidad como la meta de la
    vida. En su principal obra sobre esta materia, Ética a
    Nicómaco (finales del siglo IV a.C.), definió la
    felicidad como una actividad que concuerda con la naturaleza
    específica de la humanidad; el placer acompaña a
    esta actividad pero no es su fin primordial. La felicidad resulta
    del único atributo humano de la razón, y funciona
    en armonía con las facultades humanas. Aristóteles
    mantenía que las virtudes son en esencia un conjunto de
    buenos hábitos y que para alcanzar la felicidad una
    persona ha de desarrollar dos tipos de hábitos: los de la
    actividad mental, como el del conocimiento, que conduce a la
    más alta actividad humana, la contemplación, y
    aquéllos de la emoción práctica y la
    emoción, como el valor. Las virtudes morales son
    hábitos de acción que se ajustan al término
    medio, el principio de moderación, y han de ser flexibles
    debido a las diferencias entre la gente y a otros factores
    condicionantes. Por ejemplo, lo que uno puede comer depende del
    tamaño, la edad y la ocupación. En general,
    Aristóteles define el término medio como el estado
    virtuoso entre los dos extremos de exceso e insuficiencia;
    así, la generosidad, una virtud, es el punto medio entre
    el despilfarro y la tacañería. Para
    Aristóteles, las virtudes intelectuales y morales son
    sólo medios
    destinados a la consecución de la felicidad, que es el
    resultado de la plena realización del potencial
    humano.

    Estoicismo  
    La filosofía del estoicismo se desarrolló en
    torno al
    300 a.C. durante los periodos helenístico y romano.
    En Grecia los
    principales filósofos estoicos fueron Zenón de
    Citio, Cleantes y Crisipo de Soli. En Roma el
    estoicismo resultó ser la más popular de las
    filosofías griegas y Cicerón fue, entre los romanos
    ilustres, uno de los que cayó bajo su influencia. Sus
    principales representantes durante el periodo romano fueron el
    filósofo griego Epicteto y el emperador y pensador romano
    Marco Aurelio. Según los estoicos, la naturaleza es
    ordenada y racional, y sólo puede ser buena una vida
    llevada en armonía con la naturaleza. Los filósofos
    estoicos, sin embargo, también se mostraban de acuerdo en
    que como la vida está influenciada por circunstancias
    materiales el
    individuo tendría que intentar ser todo lo independiente
    posible de tales condicionamientos. La práctica de algunas
    virtudes cardinales, como la prudencia, el valor, la templanza y
    la justicia,
    permite alcanzar la independencia
    conforme el espíritu del lema de los estoicos, "Aguanta y
    renuncia". De ahí, que la palabra estoico haya llegado a
    significar fortaleza frente a la dificultad.

    Epicureísmo  
    En los siglos IV y III a.C., el filósofo griego Epicuro
    desarrolló un sistema de
    pensamiento, más tarde llamado epicureísmo, que
    identificaba la bondad más elevada con el placer, sobre
    todo el placer intelectual y, al igual que el estoicismo,
    abogó por una vida moderada, incluso ascética,
    dedicada a la contemplación. El principal exponente romano
    del epicureísmo fue el poeta y filósofo Lucrecio,
    cuyo poema De rerum natura (De la naturaleza de las cosas),
    escrito hacia la mitad del siglo I a.C., combinaba algunas ideas
    derivadas de las
    doctrinas cosmológicas del filósofo griego
    Demócrito con otras derivadas de la
    ética de Epicuro. Los epicúreos buscaban alcanzar
    el placer manteniendo un estado de
    serenidad, es decir, eliminando todas las preocupaciones de
    carácter emocional. Consideraban las creencias y
    prácticas religiosas perniciosas porque preocupaban al
    individuo con pensamientos perturbadores sobre la muerte y la
    incertidumbre de la vida después de ese tránsito.
    Los epicúreos mantenían también que es mejor
    posponer el placer inmediato con el objeto de alcanzar una
    satisfacción más segura y duradera en el futuro;
    por lo tanto, insistieron en que la vida buena lo es en cuanto se
    halla regulada por la autodisciplina.

    Ética Cristiana  

    Los modelos
    éticos de la edad clásica fueron aplicados a las
    clases dominantes, en especial en Grecia. Las
    mismas normas no se extendieron a los no griegos, que eran
    llamados barbaroi (bárbaros), un término que
    adquirió connotaciones peyorativas. En cuanto a los
    esclavos, la actitud hacia
    los mismos puede resumirse en la calificación de
    herramientas
    vivas’ que le aplicó Aristóteles. En parte
    debido a estas razones, y una vez que decayeron las religiones paganas, las
    filosofías contemporáneas no consiguieron
    ningún refrendo popular y gran parte del atractivo del
    cristianismo
    se explica por la extensión de la ciudadanía moral
    a todos, incluso a los esclavos.

    El advenimiento del cristianismo
    marcó una revolución
    en la ética, al introducir una concepción religiosa
    de lo bueno en el pensamiento occidental. Según la idea
    cristiana una persona es dependiente por entero de Dios y no
    puede alcanzar la bondad por medio de la voluntad o de la
    inteligencia,
    sino tan sólo con la ayuda de la gracia de Dios. La
    primera idea ética cristiana descansa en la regla de oro:
    "Lo que quieras que los hombres te hagan a ti, házselo a
    ellos" (Mt. 7,12); en el mandato de amar al prójimo como a
    uno mismo (Lev. 19,18) e incluso a los enemigos (Mt. 5,44), y en
    las palabras de Jesús: "Dad al César lo que es del
    César y a Dios lo que es de Dios" (Mt. 22,21).
    Jesús creía que el principal significado de la
    ley
    judía descansa en el mandamiento "amarás al
    Señor tu Dios con todo tu corazón y
    con toda tu alma y con toda tu fuerza y con toda tu mente, y a tu
    prójimo como a ti mismo" (Lc. 10,27).
    El cristianismo primigenio realzó como virtudes el
    ascetismo, el martirio, la fe, la misericordia, el perdón,
    el amor no
    erótico, que los filósofos clásicos de
    Grecia y Roma apenas
    habían considerado importantes.

    Ética De Los Padres De La Iglesia
     
    Uno de los puntos fuertes de la ética cristiana fue la
    oposición al maniqueísmo, una religión de
    origen persa que mantenía que el bien y el mal (la
    luz y la
    sombra) eran fuerzas opuestas que luchaban por el dominio absoluto.
    El maniqueísmo tuvo mucha aceptación en los siglos
    III y IV d.C. San
    Agustín, considerado como el fundador de la
    teología cristiana, fue maniqueo en su juventud pero
    abandonó este credo después de recibir la
    influencia del pensamiento de Platón. Tras su
    conversión al cristianismo en el 387, intentó
    integrar la noción platónica con el concepto
    cristiano de la bondad como un atributo de Dios, y el pecado como
    la caída de Adán, de cuya culpa una persona
    está redimida por la gracia de Dios. La creencia
    maniqueísta en el diablo persistió, sin embargo,
    como se puede ver en la convicción de san
    Agustín en la maldad intrínseca de la
    naturaleza humana. Esta actitud pudo
    reflejar su propio sentido de culpabilidad, por los excesos que
    había cometido en la adolescencia y
    puede justificar el énfasis que puso la primera doctrina
    moral cristiana sobre la castidad y el celibato.

    Durante la edad media
    tardía, los trabajos de Aristóteles, a los que se
    pudo acceder a través de los textos y comentarios
    preparados por estudiosos árabes, tuvieron una fuerte
    influencia en el pensamiento europeo. Al resaltar el conocimiento
    empírico en comparación con la revelación,
    el aristotelismo amenazaba la autoridad intelectual de la
    Iglesia. El
    teólogo cristiano santo Tomás de
    Aquino consiguió, sin embargo, armonizar el
    aristotelismo con la autoridad católica al admitir la
    verdad del sentido de la experiencia pero manteniendo que
    ésta completa la verdad de la fe. La gran autoridad
    intelectual de Aristóteles se puso así al servicio de la
    autoridad de la Iglesia, y la lógica aristotélica
    acabó por apoyar los conceptos agustinos del pecado
    original y de la redención por medio de la gracia divina.
    Esta síntesis
    representa la esencia de la mayor obra de Tomás de Aquino,
    Summa Theologiae (1265-1273).

    Ética Y Penitencia  
    Conforme la Iglesia medieval se hizo más poderosa, se
    desarrolló un modelo de ética que aportaba el
    castigo para el pecado y la recompensa de la inmortalidad para
    premiar la virtud. Las virtudes más importantes eran la
    humildad, la continencia, la benevolencia y la obediencia; la
    espiritualidad, o la bondad de espíritu, era indispensable
    para la moral.
    Todas las acciones,
    tanto las buenas como las malas, fueron clasificadas por la
    Iglesia y se instauró un sistema de
    penitencia temporal como expiación de los
    pecados.

    Las creencias éticas de la Iglesia medieval
    fueron recogidas en literatura en la Divina
    Comedia de Dante, que estaba influenciada por las
    filosofías de Platón, Aristóteles y santo
    Tomás de Aquino. En la sección de la Divina Comedia
    titulada
    ‘Infierno’, Dante clasifica el pecado bajo tres
    grandes epígrafes, cada uno de los cuales tenía
    más subdivisiones. En un orden creciente de pecado
    colocó los pecados de incontinencia (sensuales o
    emocionales), de violencia o
    brutalidad (de la voluntad), y de fraude o malicia
    (del intelecto). Las tres facultades del alma de Platón
    son repetidas así en su orden jerárquico original,
    y los pecados son considerados como perversiones de una u otra de
    las tres facultades.

    Ética Después De La Reforma  
    La influencia de las creencias y prácticas éticas
    cristianas disminuyó durante el renacimiento. La
    Reforma protestante provocó un retorno general a los
    principios básicos dentro de la tradición
    cristiana, cambiando el énfasis puesto en algunas ideas e
    introduciendo otras nuevas. Según Martín Lutero, la
    bondad de espíritu es la esencia de la piedad cristiana.
    Al cristiano se le exige una conducta moral o la
    realización de actos buenos, pero la justificación,
    o la salvación, viene sólo por la fe. El propio
    Lutero había contraído matrimonio y el
    celibato dejó de ser obligatorio para el clero
    protestante.

    El teólogo protestante francés y
    reformista religioso Juan Calvino aceptó la doctrina
    teológica de que la salvación se obtiene
    sólo por la fe y mantuvo también la doctrina
    agustina del pecado original. Los puritanos eran calvinistas y se
    adhirieron a la defensa que hizo Calvino de la sobriedad, la
    diligencia, el ahorro y la
    ausencia de ostentación; para ellos la
    contemplación era holgazanería y la pobreza era o
    bien castigo por el pecado o bien la evidencia de que no se
    estaba en gracia de Dios. Los puritanos creían que
    sólo los elegidos podrían alcanzar la
    salvación. Se consideraban a sí mismos elegidos,
    pero no podían estar seguros de ello
    hasta que no hubieran recibido una señal. Creían
    que su modo de vida era correcto en un plano ético y que
    ello comportaba la prosperidad mundana. La prosperidad fue
    aceptada pues como la señal que esperaban. La bondad se
    asoció a la riqueza y la pobreza al mal.
    No lograr el éxito
    en la profesión de cada uno pareció ser un signo
    claro de que la aprobación de Dios había sido
    negada. La conducta que una vez se pensó llevaría a
    la santidad, llevó a los descendientes de los puritanos a
    la riqueza material.

    En general, durante la Reforma la responsabilidad individual se consideró
    más importante que la obediencia a la autoridad o a la
    tradición. Este cambio, que de una forma indirecta
    provocó el desarrollo de la ética secular moderna,
    se puede apreciar en De iure belli et pacis (La ley de la
    guerra y la
    paz, 1625) realizado por el jurista, teólogo y estadista
    holandés Hugo Grocio. Aunque esta obra apoya algunas de
    las doctrinas de santo Tomás de Aquino, se centra
    más en las obligaciones
    políticas y civiles de la gente dentro del
    espíritu de la ley romana clásica. Grocio afirmaba
    que la ley natural es parte de la ley divina y se funda en la
    naturaleza humana, que muestra un deseo
    por lograr la asociación pacífica con los
    demás y una tendencia a seguir los principios generales en
    la conducta. Por ello, la sociedad
    está basada de un modo armónico en la ley
    natural.

    Filosofías Éticas Seculares  
    En el Leviatán (1651), el filósofo inglés
    Thomas Hobbes
    atribuye la mayor importancia a la sociedad organizada y al poder
    político. Afirmaba que la vida humana en el "estado de
    naturaleza" (independiente de o anterior a, la institución
    del estado civil) es "solitaria, pobre, sucia, violenta y corta"
    y que es "una guerra de
    todos contra todos". En consecuencia, la gente busca seguridad
    participando en un contrato social
    en el que el poder original de cada persona se cede a un soberano
    que, a su vez, regula la conducta.

    Esta postura conservadora en política asume que
    los seres humanos son malos y precisan un Estado fuerte para
    reprimirlos. No obstante, Hobbes
    afirmaba que si un soberano no da seguridad y orden
    y es derrocado por sus súbditos, la sociedad vuelve al
    estado de naturaleza y puede comprometerse en un nuevo contrato. La
    doctrina de Hobbes relativa al estado y al contrato social
    marcó el pensamiento del filósofo inglés
    John Locke. En
    sus dos Tratados sobre el
    gobierno civil
    (1690) Locke mantenía, sin embargo, que el fin del
    contrato
    social es limitar el poder absoluto de la autoridad y, como
    contrapeso, promover la libertad
    individual.

    La razón humana es el criterio para una conducta
    recta en el modelo elaborado por el filósofo
    holandés Baruch Spinoza. En su obra más importante,
    Ética (1677), Spinoza afirmaba que la ética se
    deduce de la psicología y la
    psicología de la metafísica. Sostenía que
    todas las cosas son neutras en el orden moral desde el punto de
    vista de la eternidad; sólo las necesidades e intereses
    humanos determinan lo que se considera bueno o malo, el bien y el
    mal. Todo lo que contribuye al conocimiento de la naturaleza del
    ser humano o se halla en consonancia con la razón humana
    está prefigurado como bueno. Por ello, cabe suponer que
    todo lo que la gente tiene en común es lo mejor para cada
    uno, lo bueno que la gente busca para los demás es lo
    bueno que desea para sí misma. Además, la
    razón es necesaria para refrenar las pasiones y alcanzar
    el placer y la felicidad evitando el sufrimiento. El estado
    humano más elevado, según Spinoza, es el "amor
    intelectual de Dios" que viene dado por el conocimiento
    intuitivo, una facultad mayor que la razón ordinaria. Con
    el uso adecuado de esta propiedad, una
    persona puede contemplar la totalidad del universo mental y
    físico y considerar que éste engloba una sustancia
    infinita que Spinoza denomina Dios sin disociarlo del mundo.
    Las leyes de
    Newton  La mayoría de los grandes descubrimientos
    científicos han afectado a la ética. Los
    descubrimientos de Isaac Newton,
    el filósofo científico inglés del siglo
    XVII, aportaron uno de los primeros y más claros ejemplos
    de esta influencia. Las leyes de Newton se
    consideraron como prueba de un orden divino racional. La
    opinión contemporánea al respecto fue expresada por
    el poeta inglés Alexander Pope en el verso "Dios dijo:
    ¡dejad en paz a Newton!, y se
    hizo la luz". Los
    hallazgos e hipótesis de Newton provocaron que los
    filósofos tuvieran confianza en un modelo ético tan
    racional y ordenado como se suponía que era la
    naturaleza.

    Filosofías éticas anteriores al darwinismo
     Durante el siglo XVIII, los filósofos
    británicos David Hume, en Ensayos
    morales y políticos (1741-1742), y Adam Smith,
    autor de la teoría
    económica del laissez-faire, en su Teoría de los
    sentimientos morales (1759), formularon modelos éticos del
    mismo modo subjetivos. Identificaron lo bueno con aquello que
    produce sentimientos de satisfacción y lo malo con lo que
    provoca dolor. Según Hume y Smith, las ideas de moral e
    interés
    público provocan sentimientos de simpatía entre
    personas que tienden las unas hacia las otras incluso cuando no
    están unidas por lazos de parentesco u otros lazos
    directos.

    El filósofo y novelista francés
    Jean-Jacques Rousseau, en
    su Contrato social (1762), aceptó la teoría de
    Hobbes de una sociedad regida por las cláusulas de un
    contrato social. En su novela Emilio o
    De la
    educación (1762) y en otras obras, sin embargo,
    atribuía el mal ético a las inadaptaciones sociales
    y mantuvo que los humanos eran buenos por naturaleza. El
    anarquista, filósofo, novelista y economista
    político británico William Godwin llevó esta
    convicción hasta su extremo lógico en su Ensayo sobre
    la justicia política (1793), que rechazaba todas las
    instituciones
    sociales, incluidas las del Estado, sobre la base de que su
    simple existencia constituye la fuente del mal.

    Una mayor aportación a la ética fue hecha
    a finales del siglo XVIII por el filósofo alemán
    Immanuel Kant en su
    Fundamentación de la metafísica de las costumbres
    (1785). Según Kant, no importa
    con cuánta inteligencia actúe el individuo, los
    resultados de las acciones humanas están sujetos a
    accidentes y
    circunstancias; por lo tanto, la moralidad de un acto no tiene
    que ser juzgada por sus consecuencias sino sólo por su
    motivación
    ética. Sólo en la intención radica lo bueno,
    ya que es la que hace que una persona obre, no a partir de la
    inclinación, sino desde la obligación, que
    está basada en un principio general que es el bien en
    sí mismo. Como principio moral último, Kant
    volvió a plantear el término medio en una forma
    lógica: "Obra como si la máxima de tu acción
    pudiera ser erigida, por tu voluntad, en ley universal de la
    naturaleza". Esta regla es denominada imperativo
    categórico, porque es general y a la vez encierra un
    mandato. Kant insistió en que uno ha de tratar a los
    demás como si fueran "en cada caso un fin, y nunca
    sólo un medio".

    Utilitarismo  La doctrina ética y
    política conocida como utilitarismo fue formulada por el
    británico Jeremy Bentham hacia finales del siglo XVIII y
    más tarde comentada por el también filósofo
    y británico James Mill y su hijo John Stuart Mill. En su
    Introducción a los principios de la moral y
    la legislación (1789), Bentham explicó el principio
    de utilidad como el
    medio para contribuir al aumento de la felicidad de la comunidad.
    Creía que todas las acciones humanas están
    motivadas por un deseo de obtener placer y evitar el sufrimiento.
    Al ser el utilitarismo un hedonismo universal, y no un hedonismo
    egoísta como podría interpretarse el
    epicureísmo, su bien más elevado consiste en
    alcanzar la mayor felicidad para el mayor número de
    personas.

    Ética hegeliana  En La filosofía del
    Derecho (1821), el filósofo alemán Georg Wilhelm
    Friedrich Hegel
    aceptó el imperativo categórico de Kant, pero lo
    enmarcó en una teoría universal evolutiva donde
    toda la historia está contemplada como una serie de etapas
    encaminadas a la manifestación de una realidad fundamental
    que es tanto espiritual como racional. La moral, según
    Hegel, no es
    el resultado de un contrato social, sino un crecimiento natural
    que surge en la familia y
    culmina, en un plano histórico y político, en el
    Estado prusiano de su tiempo. "La
    historia del mundo, escribió, es disciplinar la voluntad
    natural incontrolada, llevarla a la obediencia de un principio
    universal y facilitar una libertad subjetiva".

    El filósofo y teólogo danés
    Sören Kierkegaard reaccionó con fuerza en contra del
    modelo de Hegel. En O lo Uno o lo Otro (1843), Kierkegaard
    manifestó su mayor preocupación ética, el
    problema de la elección. Creía que modelos
    filosóficos como el de Hegel ocultan este problema crucial
    al presentarlo como un asunto objetivo con una solución
    universal, en vez de un asunto subjetivo al que cada persona
    tiene que enfrentarse de manera individual. La propia
    elección de Kierkegaard fue vivir sometido a la
    ética cristiana. Su énfasis en la necesidad de la
    elección tuvo influencia en algunos filósofos
    relacionados con el movimiento conocido como existencialismo, tanto como con algunos
    filósofos críticos, cristianos y
    judíos.

    Ética a partir de Darwin  
    El desarrollo científico que más afectó a la
    ética después de Newton fue la teoría de la
    evolución presentada por Charles Darwin.
    Los hallazgos de Darwin facilitaron soporte documental al modelo,
    algunas veces denominado ética evolutiva, término
    aportado por el filósofo británico Herbert Spencer,
    según el cual la moral es sólo el resultado de
    algunos hábitos adquiridos por la humanidad a lo largo de
    la evolución. El filósofo alemán Friedrich
    Nietzsche dio
    una explicación asombrosa pero lógica de la
    tesis
    darwinista acerca de que la selección
    natural es una ley básica de la naturaleza. Según
    Nietzsche, la
    llamada conducta moral es necesaria tan sólo para el
    débil. La conducta moral —en particular la defendida
    por el judeocristianismo, que según él es una
    doctrina esclava— tiende a permitir que el débil
    impida la autorrealización del fuerte. De acuerdo con
    Nietzsche, toda acción tendría que estar orientada
    al desarrollo del individuo superior, su famoso Übermensch
    (‘superhombre’), que será capaz de realizar y
    cumplir la más nobles posibilidades de la existencia.
    Nietzsche encontró que este ser ideal quedaba
    ejemplificado en los filósofos griegos clásicos
    anteriores a Platón y en jefes militares como Julio
    César y Napoleón.

    En oposición al concepto de lucha despiadada e
    incesante como fundamento de la ley rectora de la naturaleza, el
    anarquista y filósofo ruso Piotr Alexéievich
    Kropotkin, entre otros, presentó estudios de conducta
    animal en la naturaleza demostrando que existía la ayuda
    mutua. Kropotkin afirmó que la supervivencia de las
    especies se mantiene a través de la ayuda mutua y que los
    humanos han alcanzado la primacía entre los animales a lo
    largo de la evolución de las especies mediante su
    capacidad para la asociación y la cooperación.
    Kropotkin expuso sus ideas en una serie de trabajos, entre ellos
    Ayuda mutua, un factor en la evolución (1890-1902) y
    Ética, origen y desarrollo (publicado después de su
    muerte en
    1924). En la creencia de que los gobiernos se basan en la fuerza
    y que si son eliminados el instinto de cooperación de la
    gente llevaría de forma espontánea hacia la
    implantación natural de un orden cooperativo, Kropotkin
    defendió el anarquismo.
    Los antropólogos han aplicado los principios evolutivos al
    estudio de las sociedades y
    las culturas humanas. Estos análisis han vuelto a subrayar
    los distintos conceptos del bien y del mal planteados por
    diferentes sociedades;
    por lo tanto, se creía que la mayoría de esos
    conceptos tenía un valor más relativo que
    universal. De entre los conceptos éticos basados en un
    enfoque antropológico resaltan los del antropólogo
    finlandés Edvard A. Westermarck en Relatividad
    ética (1932).

    Psicoanálisis Y Conductismo
     
    La ética moderna está muy influida por el psicoanálisis de Sigmund Freud y
    sus seguidores y las doctrinas conductistas basadas en los
    descubrimientos sobre estímulo-respuesta del
    fisiólogo ruso Iván Petróvich Pávlov.
    Freud
    atribuyó el problema del bien y del mal en cada individuo
    a la lucha entre el impulso del yo instintivo para satisfacer
    todos sus deseos y la necesidad del yo social de controlar o
    reprimir la mayoría de esos impulsos con el fin de que el
    individuo actúe dentro de la sociedad. A pesar de que la
    influencia de Freud no ha sido
    asimilada por completo en el conjunto del pensamiento
    ético, la psicología freudiana ha mostrado que la
    culpa, respondiendo a motivaciones de naturaleza sexual, subyace
    en el pensamiento clásico que dilucida sobre el bien y el
    mal.

    El conductismo, a
    través de la observación de los comportamientos
    animales,
    formuló una teoría según la cual la
    naturaleza humana podía ser variada, creando una serie de
    estímulos que facilitaran circunstancias favorables para
    respuestas sociales condicionadas. En la década de 1920 el
    conductismo fue aceptado en Estados Unidos,
    en especial en teorías
    de pediatras, aprendizaje
    infantil y educación en general.
    Tuvo su mayor influencia, sin embargo, en el pensamiento de la
    antigua Unión de Repúblicas Socialistas
    Soviéticas. Allí, el llamado nuevo ciudadano
    soviético fue instruido de acuerdo con los principios
    conductistas a través del condicionante poder de la
    rígida y controlada sociedad soviética. La
    ética soviética definía lo bueno como todo
    aquello beneficioso para el Estado y lo malo como aquello que se
    le oponía o lo cuestionaba.

    En sus escritos de finales del siglo XIX y principios
    del XX, el filósofo y psicólogo estadounidense
    William James abordó algunos de los puntos centrales y
    característicos en las interpretaciones de
    Freud y Pávlov. James es más conocido como el
    fundador del pragmatismo,
    que defiende que el valor de las ideas está determinado
    por sus consecuencias. Su mayor contribución a la
    teoría ética, no obstante, descansa en su
    insistencia al valorar la importancia de las interrelaciones,
    tanto en las ideas como en otros fenómenos.

    Tendencias Recientes  
    El filósofo británico Bertrand Russell marcó
    un cambio de rumbo en el pensamiento ético de las
    últimas décadas. Muy crítico con la moral
    convencional, reivindicó la idea de que los juicios
    morales expresan deseos individuales o hábitos aceptados.
    En su pensamiento, tanto el santo ascético como el sabio
    independiente son pobres modelos humanos porque ambos son
    individuos incompletos. Los seres humanos completos participan en
    plenitud de la vida de la sociedad y expresan todo lo que
    concierne a su naturaleza. Algunos impulsos tienen que ser
    reprimidos en interés de la sociedad y otros en
    interés del desarrollo del individuo, pero el crecimiento
    natural ininterrumpido y la autorrealización de una
    persona son los factores que convierten una existencia en buena y
    una sociedad en una convivencia armoniosa.

    Varios filósofos del siglo XX, algunos de los
    cuales han asumido las teorías del existencialismo, se han interesado por el problema
    de la elección ética individual lanzada por
    Kierkegaard y Nietzsche. La orientación de algunos de
    estos pensadores es religiosa, como la del filósofo ruso
    Nikolái Alexándrovich Berdiáiev, que
    subrayó la libertad del espíritu individual; la del
    filósofo austro-judío Martin Buber, que se
    ocupó de la moral de las relaciones entre individuos; la
    del teólogo protestante germano-estadounidense Paul
    Tillich, que resaltó el valor de ser uno mismo, y la del
    filósofo y dramaturgo católico francés
    Gabriel Marcel y el filósofo y psiquiatra protestante
    alemán Karl Jaspers, ambos interesados en la unicidad del
    individuo y la importancia de la
    comunicación entre los individuos. Una tendencia
    distinta en el pensamiento ético moderno caracteriza los
    escritos de los filósofos franceses Jacques Maritain y
    Étienne Gilson, que siguieron la línea marcada por
    santo Tomás de Aquino. Según Maritain, "el
    existencialismo verdadero" pertenece a esta tradición
    cristiana.

    Otros filósofos modernos no aceptan ninguna de
    las religiones
    tradicionales. El filósofo alemán Martin Heidegger
    mantenía que no existe ningún Dios, aunque alguno
    puede surgir en el futuro. Los seres humanos, por lo tanto, se
    hallan solos en el Universo y
    tienen que adoptar y asumir sus decisiones éticas en la
    conciencia
    constante de la muerte. El
    filósofo y escritor francés Jean-Paul Sartre
    razonó su agnosticismo pero también resaltó
    la heideggeriana conciencia de la
    muerte. Sartre mantuvo
    que los individuos tienen la responsabilidad ética de comprometerse en
    las actividades sociales y políticas
    de su tiempo. El
    supuesto conflicto
    sobre la existencia de un Dios omnipresente, no revestía
    ningún sentido de trascendencia para el individuo, pues en
    nada afectaba a su compromiso con la libertad personal

    Entre otros filósofos modernos, como el
    estadounidense John Dewey, figuran los que se han interesado por
    el pensamiento ético desde el punto de vista del
    instrumentalismo. Según Dewey, el bien es aquello que ha
    sido elegido después de reflexionar tanto sobre el medio
    como sobre las probables consecuencias de llevar a cabo ese acto
    considerado bueno o un bien.

    La discusión contemporánea sobre la
    ética ha continuado con los escritos de George Edward
    Moore, en particular por los efectos de su Principia ethica.
    Moore mantuvo que los principios éticos son definibles en
    los términos de la palabra bueno, considerando que
    ‘la bondad’ es indefinible. Esto es así porque
    la bondad es una cualidad simple, no analizable.
    Los filósofos que no están de acuerdo con Moore en
    este sentido, y que creen que se puede analizar el bien, son
    llamados naturalistas. A Moore se le califica de intuicionista.
    Naturalistas e intuicionistas consideran los enunciados
    éticos como descriptivos del mundo, o sea, verdadero o
    falso. Los filósofos que difieren de esta posición
    pertenecen a una tercera escuela, no cognitiva, donde la
    ética no representa una forma de conocimiento y el
    lenguaje
    ético no es descriptivo. Una rama importante de la escuela
    no cognitiva defiende el empirismo o
    positivismo
    lógico, que cuestiona la validez de los planteamientos
    éticos que están comparados con enunciados de hecho
    o de lógica. Algunos empiristas lógicos afirman que
    los enunciados éticos sólo tienen significado
    emocional o persuasivo.

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