Indice
1.
Introducción
2. Introducción a la
moral
3. Filosofía
moral
4. Existe la doble
moral
5. ¿Existe la moral
pública?
6. Conclusión
7. Bibliografía
El tema que se revisará mediante este ensayo, es el
intentar dar respuesta a la pregunta ¿Existe la moral
pública? Y en consecuencia, si ésta existe
¿estamos ante un solo tipo de moral ó
ante un concepto
teórico de doble moral?; dicho esto en otras palabras,
reconocer y aceptar la existencia de una moral individual y una
moral pública.
Hablar de moral, siempre resulta difícil, ya que este
concepto es
sumamente abstracto e inespecífico; esto es, porque
dependiendo de la persona en
particular y de la sociedad en que
esta se encuentre inmersa, tendrá su propia
concepción del significado de moral, viéndose
influenciado de manera definitiva por su propio desarrollo,
sobre la base de la educación que
recibió de su núcleo familiar, de su
formación académica y del momento histórico
en que le haya tocado vivir; además, también se
vé influenciado, por aspectos de carácter
geográfico, cultural y de formación religiosa.
La teoría
del relativismo nos dice que la moral, o
los principios
varían de acuerdo a la época en que se este
viviendo o el lugar. La cultura
influye mucho. Una persona
podría decir que matar es una moral universal, tratando de
justificar el hecho con el argumento como el de que nosotros
matamos para vivir, inclusive se puede robustecer diciendo que es
un instinto como el de los animales. Lo
anterior ¿será suficiente para poder aceptar
como correcto el matar a nuestra propia especie?; tratemos de
visualizar la siguiente escena: "Si pones a dos personas en un
cuarto sin alimento lo más posible es que luchen por
sobrevivir matando al otro"; ¿esto se puede aceptar
justificable?.
El matar, en ciertas culturas fue un rito, por lo que ello
podría haber parecido como una moral pública o
universal. Pero al mismo tiempo, otras
culturas consideran el no matar como parte de una moral
pública o universal. Todo individuo, cualquiera que sea su
ideología religiosa y filosófica,
requiere y adquiere una moral, aunque esta sea distorsionada de
los parámetros ordinarios en la que la clasificamos. Esto
nos obliga, a que resulte indispensable tratar de constituir un
concepto de moral que sea aceptable al mayor número de
personas y sociedades
donde requiera de aplicarse.
Esta idea de moral, no busca verse involucrada con aspectos de
carácter religioso ni tampoco de
carácter étnico; si no más bien, aspira a
que mediante su aplicación, "el hombre se
convierta en un mejor ciudadano" y que con ello, venga a resolver
el conflicto de
que "aunque no exista amor, por lo
menos deje existir a la justicia".
Resultando importante lo anterior, porque independientemente del
concepto que tenga la persona de su propia moralidad, como un
concepto autónomo, parte de una proyección de
carácter social y que constituye una valoración
ético-social o en otros términos, de
carácter normativo-cultural, que vendría a ser la
respuesta para que el Estado,
como encargado de tutelar los derechos de la sociedad, pueda
establecer principios de
moral pública o de buenas costumbres, que no serían
otra cosa, sino la elaboración de un conjunto de normas
consuetudinarias de convivencia civil.
2. Introducción a la moral
Concepto de moral
La moral según el diccionario
enciclopédico Salvat, la define como un adjetivo que
significa entre otras cosas:
- De las costumbres o de las normas de
conducta; - Que concierne al respeto
humano o fuero interno y no al orden
jurídico; - Ciencia que trata de las acciones
humanas en orden a su bondad o malicia; - Conjunto de normas doctrinales de conducta, o
inherentes a determinada condición; y - Moralidad, cualidad o condición de
moral.
La moral, a partir de la ley natural
Establecido el concepto anterior, podemos afirmar que la moral,
tiene sus orígenes sobre las bases que le
estableció la ley natural o
"ius naturalismo"; esta ley natural sirve de fundamento a la
Ética,
a los actos morales y tiende a expresarse por medio de principios
que se fundamentan en que "se debe hacer el bien y evitar el
mal", del cual se derivan de manera lógica,
toda una serie de postulados morales, que bien pueden ser
cumplidos ó no cumplidos, por la voluntad libre de los
seres humanos.
Según Santo Tomas, la participación o cumplimiento
del orden eterno que regula el libre albedrío es racional,
esto es, que resulta voluntario, activo, libre y que la ley que
los obliga, es una ley ética
natural: "Lex ethica naturalis", esta ley rige su conducta,
resultando ser a la que se deben sujetar los hombres en su
actividad, constituyendo una forma voluntaria de
participación de los seres humanos en el orden eterno del
universo. Esta
ley eterna, definida como la luz de la
razón natural por medio de la cual distinguimos lo que es
bueno y lo que es malo.
Por lo tanto esa ley no se encuentra recopilada o escrita en
ningún código,
sino que es como una impresión de la luz divina en
nuestra mente o como expreso San
Agustín, la ley natural se encuentra escrita en el
corazón
de los hombres: "Lex naturalis est scripta in cordibus
hominum".
Bajo este mismo tenor de ideas, podemos afirmar que la moral,
partiendo de un término concreto,
expresa la exigencia de una forma de vida social; se convierte en
la voz de la sociedad y de los miembros de esa sociedad. Su
función
es guiar la conducta, según maneras que estén en
consonancia con la forma de vida social.
3. Filosofía
moral
La filosofía moral que también
podría llamarse simplemente moral, es el estudio de
la ciencia del
bien o el estudio de la ciencia del
deber y de los deberes.
El escritor francés Félicien Challaye, en su obra
filosofía moral dice que: "Se le puede considerar como la
psicología
del hombre honrado
y también del sabio, del santo, del héroe".
La filosofía moral, tiene una cercana identidad con
la filosofía científica ya que se identifican con
la lógica
aplicada o metodología, por ello es que la
filosofía moral se identifica con la moral. Pudiendo
afirmar que la moral manifiesta un notorio interés en
establecer como propósito principal ¿Cuál es
la mejor manera de obrar?, y ¿Cuál es la mejor
manera de vivir?.
Podemos definirla "como el estudio o la ciencia del
bien", porque se dedica a oponer el bien y el mal; también
se le puede definir, "como el estudio o la ciencia del
deber y de los deberes", con lo anterior, nos trata de dar a
conocer cuál debe ser nuestra manera de comportarnos o de
obrar; o también, como dice el moralista francés
contemporáneo Rauh, "la ciencia del orden ideal de la
vida".
La moral, al igual que la psicología, se
empeñan estudiar las ideas, los sentimientos, los deseos y
la voluntad del hombre; pero
aporta algo nuevo que la psicología no incluye; es decir,
la idea de que el hombre debe
de actuar de cierta manera, cuando algunos actos o sentimientos
por él experimentados sean buenos o malos. Coincidiendo en
lo anterior con Rauh, quien afirma que esto se le conoce "como la
psicología del hombre honrado".
Si tomamos en consideración todo antes mencionado, podemos
afirmar, que en el estudio de la moral se puede dividir en moral
teórica, que estudia el deber en general, como los
caracteres generales de la vida moral; y la moral
práctica, que se encarga de estudiar los diferentes
deberes.
La moral teórica
La moral teórica, según algunos autores, se encarga
de estudiar el deber en general; esto dicho en otras palabras,
intenta describir los hechos esenciales de la vida moral o
también, todo lo que se refiere a la conciencia moral;
un ejemplo de lo anterior, serían los sentimientos y los
juicios morales. La moral teórica se hace la pregunta
¿De qué si es una ciencia? y en caso de serlo,
¿Cual seria el mejor método
para estudiarla?. Esta moral teórica, se encuentra
discutiendo, los problemas de
la obligación y busca la sanción que se
aplicaría a dichas obligaciones.
Su objetivo
principal, es conocer el móvil de la conducta en
relación con cuál sería el fin de la vida
humana, llevando a cabo una crítica de las distintas
teorías
existentes ó propuestas en torno a la moral,
con el objetivo de
encontrarles una solución y trata de llevarlo a cabo
mediante el estudio y análisis de las siguientes
variantes:
- La conciencia
moral; - El método de la moral;
- Las condiciones psicológicas de la vida
moral; - El deber y la obligación moral;
- La sanción moral; y
- Las concepciones de la vida moral.
Moral Práctica
La moral práctica estudia la manera como el hombre debe
obrar con relación a sí mismo, a hacia los
demás hombres y grupos de hombres
y con similitud a otras realidades. Es el estudio de los deberes.
Estos deberes no son, en general, opuestos ni verdaderamente
distintos.
Sin embargo, en ciertas circunstancias puede existir alguna
oposición entre ciertos deberes. Entonces se presenta lo
que se llama un caso de conciencia. La casuística es el
estudio de los casos de conciencia. Se distinguen en la moral
práctica: la moral personal, la
moral doméstica, la moral cívica – política y la moral
social.
Como ya antes se había mencionado, la moral
práctica se encarga del estudio de los deberes y estos
deberes, en principio, no deberían de oponerse unos con
otros; ejemplo, la propiedad es
el reflejo de un deber del hombre para consigo mismo y para con
los demás. La justicia es un
deber del individuo para consigo mismo y también parea con
los demás, porque la injusticia representa una
inferioridad, un rebajamiento; destacando que este deber, se
tiene al mismo tiempo para con
el Estado, que se
ejercita mediante el respeto de los
derechos de los
demás; también se traduce entonces, en un deber
para con la comunidad, ya que
no resulta lícito causar daño alguno a sus iguales,
como a sus hermanos.
Esta distinción clásica de deberes nos resulta
cómoda, porque
nos permite describir la vida moral en todas sus acepciones; pero
resulta discutible, que esos deberes resultasen diferentes. La
vida moral, debería ser un todo armonioso, un progreso,
una accesión.
La moral práctica no resulta indispensable para la
práctica de la misma moral. El
conocimiento de esta moral, no lleva consigo necesariamente
la práctica de la misma; Sócrates y
sus discípulos afirmaban que no se podía conocer el
bien sin antes amarle. De ahí nace la fórmula:
"Nadie es voluntariamente malo"; esto resulta así, porque
todos los hombres buscan la felicidad y tratan de encontrar una
identidad
entre la moralidad como sinónimo de verdadera
felicidad.
Como tesis
contraria, afirman los moralistas cristianos, que el hombre puede
conocer el bien y hacer el mal. "No hago el bien que
querría hacer; hago el mal que no querría ser",
esto es dicho por San Pablo.
Partiendo de los conceptos antes mencionados, la vida por la
experiencia que nos da, tiende a confirmar la segunda tesis antes
expuesta. Los deseos egoístas generalmente triunfan sobre
las aspiraciones morales. Resulta necesario haber avanzado mucho
en la vida moral para comprender, para sentir la identidad entre
la virtud y la beatitud.
En síntesis,
la moral práctica nos enseña a veces donde esta el
deber y mediante este conocimiento
nos hace comprender mejor todos los motivos para obrar bien; es
decir, nos ayuda a hacer el bien y evitar el mal.
La esfera de lo privado y lo público
Es de tomarse en consideración que toda sociedad ha
definido siempre cierta distancia entre la esfera de lo
público, con relación de lo privado,
desplazándose desde un contexto de la realidad social. No
obstante lo anterior, divergen mucho las maneras como se ha
entendido la distinción antes hecha, no sólo por lo
que se refiere a qué clase de actividades son
específicamente públicas o privadas; un ejemplo de
lo anterior, podría ser que pudieran existir sociedades en
donde las relaciones de una pareja de esposos, se
considerarán como parte de lo público, pero que en
otras, se determinen que son relativos a la vida privada de dicha
pareja.
En este apartado, la pretensión del mismo, es sugerir o
responder a la interrogante ¿si existen dos concepciones
de la moral en el mundo moderno? o lo que seria igual ¿si
existe la doble moral?; debemos entender, que podemos aceptar la
existencia de una moral propia de la vida pública, y otra
moral propia de la vida privada.
Las dos morales podemos aceptar de manera general y sin entrar en
un análisis detallado de las mismas, que se
pueden oponer a menudo una a otra; aunque en un sentido profundo,
se pueden considerar complementarias.
¿Existen dos morales?
Los valores y
la moral enmarcados dentro del ámbito de la sociedad, se
pueden considerar que forman parte de la cara pública y
resulta muy probable que éstos, estén en contraste
con los valores y la
moral privada. Dentro de la sociedad, se supone que la identidad
de cada individuo es independientemente de sus actividades o
relaciones especificas; es decir, el valor que
induce el actuar del individuo es el interés
instrumentalmente racional con miras al propio bienestar a largo
plazo.
Hablar de la moral, dentro del ámbito público en
una sociedad capitalista, respecto de un individuo que pertenezca
a la misma, su motivación
será la de llevar al máximo su poder; es
decir, su capacidad de actuar sobre el mundo, de controlar y
organizar a los demás, dentro de sus actividades de
consumo. Estas
relaciones siempre serán impersonales, por cuanto a los
individuos que tengan relación entre sí, su
estandarte será la cantidad de propiedades que posean y
por consecuencia el poder que ejerza sobre ellas. Por tanto,
preferentemente, sólo tendrá relaciones con otros
individuos con posesiones o poderes semejantes.
En este caso la moral, será determinada
específicamente sobre la base de los derechos y deberes
que se pudieran establecer entre los poseedores de dichos
bienes. Su
componente de mayor peso será el principio de justicia
formal que exigirá el reconocimiento recíproco de
esos mismos derechos y deberes. Hará abstracción de
las relaciones personales en que puedan hallarse los individuos y
de las emociones que
puedan sentir unos respecto de otros.
En contraparte, en este mismo tipo de sociedad, en la esfera de
lo privado, las cosas serán muy distintas. Las relaciones
de tipo personal,
serán objeto de emociones
intransferibles y, en particular, por cuanto son depositarios de
valores y
compromisos especiales. La individualidad del hombre aquí
no es necesariamente la de la característica específica, resaltada
por medio del pronombre posesivo personal "mi hijo", "mi mujer", "mi
amigo". Paradójicamente, la esfera de lo impersonal y
universal es también el ámbito del egoísmo
más rampante; mientras que la esfera de la vida privada,
egocéntricamente delimitada de la manera indicada, es el
ámbito en el que el egoísmo, en principio, es
trascendido.
Determinadas relaciones, por ejemplo la de la amistad, no son
posibles en la esfera de lo público y por consiguiente,
hallan su sitio dentro del ámbito de lo privado. En el
ámbito público, a los demás se les valora
sólo en cuanto son medios para
determinados fines diferenciables. Pero ser amigo de alguien
implica, entre otras cosas, que uno esté dispuesto a
actuar respecto de esa persona solo en atención a ella. La actuación es,
por lo menos normalmente, un medio para un fin que uno tiene: por
lo general, ayudar a un amigo es causa de satisfacción.
Pero ayudar a un amigo para obtener satisfacción no es lo
mismo que ayudar a un amigo por amor del
amigo; y ésta es la
motivación que fundamenta necesariamente la amistad.
Cómo podemos darnos cuenta en lo antes mencionado, tanto
en el ámbito público como en el privado, no
resultan ser independientes; de hecho, cada uno presupone al
otro. Pero estas dos concepciones morales existen en
situación de tensión; se refieren de forma distinta
a las motivaciones de quienes están sometidos a ellas y
por lo menos, les proponen exigencias incompatibles.
De lo antes podemos deducir, que es precisamente en ello donde
radica su esencial complementariedad y que sólo esta se
encuentra segura cuando la esfera de lo privado se subordina
debidamente a las concepciones públicas de la razón
y de la justicia.
Otra forma de poder encontrar estos contrastes de las dos
moralidades, es mediante el reconocimiento de que la moral
pública adopta la forma de deber y como tal, se tiende a
imponer sobre las inclinaciones no morales de los sometidos a
ella. El cursar esta frontera puede significar castigo y hasta
culpabilidad, implicando una verdadera amenaza a la identidad
individual.
Generalidades
Dentro del concepto de moral pública, independientemente
de que exista o no, podemos entender que ésta se
encargaría de estudiar los deberes del hombre para con la
misma sociedad en la que vive, para con su nación,
para la patria y el Estado.
Dentro del concepto sociedad como nación,
se puede entender que es el grupo de
individuos que radican en una misma situación
geográfica y que por lo tanto estarían sometidos a
las mismas leyes;
considerando lo anterior desde un punto de vista sentimental, la
nación se le podría llamar patria; considerada
desde un punto de vista administrativo y jurídico, a la
nación se le llama Estado.
La sociología enseña que han existido
diversos tipos de
organización política: clan
totémico, tribu, pueblo, nación. Todos estos tipos
de organización política antes
mencionados, obligan a los individuos que pertenecen a las mismas
a vivir en sociedad y ello da origen a la creación de una
posible moral pública que se manifestaría mediante
el dictado de ciertos deberes que se deberán de respetar
entre sí y que por voluntad propia se someten a
ellos.
La sociedad y los deberes de justicia
La moral pública si existiera, se aplicaría a la
convivencia en sociedad, se encargaría de estudiar los
deberes de los miembros de esa sociedad hacia con la misma
sociedad, justificando dichos deberes, en una especie de solidaridad que
uniría al ser individual con todos los demás que
conforman esa sociedad.
Estos deberes se suelen confundir con los, deberes de justicia y
deberes de caridad. La justicia sería el sentimiento que
nos impulsaría a no causar daño a otros; la
caridad, sería el sentimiento que nos llevará a
hacer el bien. La justicia, sería el respeto del derecho o
de los derechos de otro y otros; la caridad, que no responde a un
derecho es el amor
fraternal para con el prójimo. Estos sentimientos deben
soldarse en la conciencia. Por lo demás, algunos deberes
de caridad han llegado a convertirse en el pasado, y otros
llegarán tal vez a convertirse en el porvenir, en deberes
de justicia.
Algunas personas y escritores suponen que la caridad no es
más que una justicia reparadora; otros creen que la
caridad, cuando es inteligente y sincera, lleva aparejada la
justicia. Existen serías diferencias entre la justicia
conmutativa, que dirige los cambios de cosas; la justicia
distributiva, que se aplica a las personas y la equidad, que
sería la misma justicia pero moderada por la bondad.
En la actualidad el derecho ha sido mal llamado poder moral. Lo
anterior es porque la libertad del
individuo se encuentra definida o limitada por la ley de la
sociedad; bajo este contexto, el punto de referencia de la
legalidad y el de la moralidad son distintos; pero los deberes
consisten en respetar los derechos del prójimo.
La justicia y la caridad
En cuanto este tema y tomado por referencia que la caridad
equivaldría a la moral tendríamos entonces que el
sentimiento que nos lleva a no perjudicar a otro es el de la
justicia. El sentimiento que nos impulsa a hacer el bien a los
demás, bien se le puede llamar caridad; este sentimiento,
puede también llamarse bondad o fraternidad.
Los deberes de justicia se consideran negativos, esto es, que se
expresan por medio de generaciones: no hacer mal, no matar, no
robar. En contrapartida los deberes de caridad son positivos; es
decir, se expresan por afirmaciones: hacer el bien, amar, ayudar.
Esta forma de distinción resulta de aplicación y
ejecución verdadera en la mayoría de los casos,
salvo como en todo con sus excepciones. La justicia siempre nos
obliga a cumplir cabalmente con los que nos obligamos, esto es
porque son actos que ella misma nos impone; la caridad en
contrapartida, nos prohíbe la ironía que puede
causar algún dolor. Esto es, se nos ordena una
abstención.
Finalmente, los deberes de justicia suelen ser estrictos,
rigurosamente definidos; mientras que los deberes de caridad,
generalmente son amplios y no por ello, dejan de ser moralmente
obligatorios, pero siempre esta generalidad nos permite llevar a
cabo una interpretación personal y es aquí
entonces, en donde surge la teoría
de la posible existencia de una moral pública o doble
moral.
"La justicia es el respeto al derecho o a los derechos de otro.
La caridad es el amor
fraternal de otro"
El derecho
El derecho puede considerarse primeramente como un hecho de
conciencia. Bajo este concepto, Leibniz la definió en el
sentido de que el derecho es un poder moral. El derecho es ante
todo, una noción de orden sociológico. La sociedad
es la encargada de definir los derechos y la misma sociedad a
través del Estado, los tiende a hacer respetar. El derecho
es la libertad del
individuo, definida o limitada por la ley social.
La historia nos
permite demostrar, que el derecho siempre presupone cierta
igualdad; el
derecho definido por las leyes, tiende
establecer la igualdad de
todos los individuos de una sociedad. Estas consideraciones, nos
ayudan a resolver el problema existente entre el derecho y el
deber; entre la legalidad y la moralidad. Para muchos estos dos
campos son claramente distintos. Kant
señalaba la diferencia de ambos puntos de vista afirmando
que el deber se identifica con la buena voluntad libre, en
cambio el
derecho, se caracteriza por la coacción; el derecho es "la
posibilidad de una coacción general y recíproca, de
acuerdo, según leyes universales, con la libertad de cada
uno".
Ahora bien, de todos los conceptos e ideas que con
anterioridad se señalaron, podemos hacernos las preguntas
que dieron origen a la exposición
de este tema, en primer término ¿Existe la moral
publica?, la que de acuerdo a las concepciones que ya se
expusieron, "no existe", sino más bien tiende a ser
confundida con ciertos principios, deberes y derechos que la
sociedad impone a sus integrantes, y que se encuentran inmersos
en el ámbito de la justicia (igualdad entre las personas),
derecho (leyes que rigen la convivencia y el respeto entre los
individuos) y caridad (hacer el bien a los demás), siendo
entonces que dependiendo de las circunstancias particulares de
cada individuo será la moral privada que se aplique, en la
que cada ser influenciado por su ideología, cultura,
creencias religiosas, estatus económico, determinara la
actitud y
tendencia de la conducta que manifestará ante la
sociedad.
El individuo como ser, es reconocido en una existencia propia, en
tanto que la sociedad es una ficción humana creada para el
terreno de lo colectivo, lo que la hace carecer de una existencia
real tangible, por que en todo momento una sociedad es el
resultado de la integración de sus individuos, y es la
conducta definida en un campo determinado de estos individuos lo
que produce una conducta específica, así la
conducta del individuo podrá revestir o no un
carácter moral, pero la sociedad se determina por la
conducta de sus propios individuos, de aquí que no
podrá ver dualidad, en defecto, lo que se puede llamar
para efectos de estudio y análisis como moral
pública es el resultado de la conducta en el terreno moral
de sus miembros en conjunto.
Por lo que es imposible el manejo de una doble moral, ya que
estaríamos ante la situación de que una moral
(pública) se enfrentaría con la otra (privada), ya
que el actuar del individuo tendiente a hacer ambas le
daría un descontrol al grado de que sería rechazado
por la sociedad además de llevar consigo el estigma de
inadaptado.
La regulación de las Instituciones
de Estado son creaciones que tienden al equilibrio de
la convivencia y que en sus normas reflejan las conductas morales
que los ciudadanos deben de preservar, regulados y coaccionadas a
restricciones de orden institucional, pero las leyes y las normas
son la materialización de la necesidad de la convivencia
social que procure reafirma la moral individual. Pero toda ley
individualmente puede ser moral o no, pero es ante todo un
precepto de orden positivo que regula una conducta, ya sea por
acuerdo o imposición de un orden social planeado. Lo que
en consecuencia, puede entenderse como la acción de un
individuo o un grupo de
individuos (gobernantes) que establecen las reglas del juego, aunque
su propia participación esta sujeta a un desempeño de orden moral, así la ley
se difiere de la moral, para convertirse de un valor de tipo
subjetivo, a un dispositivo de orden coercitivo.
Teniendo entonces que determinar que el rol que el individuo
juega ante la moral es unipersonal, siendo el único
responsable de su actuar y consecuencias que este conlleva para
consigo mismo porque solo su conciencia puede reclamarle el
acatamiento de lo ordenado.
La sociedad en tal situación no puede intervenir o
castigar por la violación que el individuo haga de su
propia moral, ya que esta como lo dijimos con anterioridad
conlleva su propio castigo en la conciencia, pero si puede
señalar y condenar por dejar de hacer o no hacer los
principios y deberes que ella misma establece para sus
integrantes.
Pudiendo concluir que todo individuo que pretenda vivir en
sociedad deberá de tener una moral propia y de respetar
los derechos del prójimo, para poder vivir en sana
convivencia entre sí. Ya que si no existiera la moral no
podría desarrollarse una sociedad con principios y mucho
menos con derechos y obligaciones,
es decir la moral rige la conducta humana
en todos los sentidos de
coexistencia social.
Ahora bien de existir la doble moral ¿cuál
sería el equilibrio o
punto de partida de una sociedad hacía una fusión con
diferentes principios y directrices en la que no exista un
proyecto de
vida en común, con una total y notoria inestabilidad entre
sus integrantes sin augurar un futuro prospero como
sociedad?
Porrúa Pérez Francisco. "Teoría del
Estado". Editorial Porrúa. Vigésimo tercera
edición. México
1990.
Vidal Marciano. "El nuevo rostro de la moral". Ediciones
Paulinas. Madrid 1976.
Instituto Superior de Ciencias
Morales. "La moral al servicio del
pueblo". Editorial Covarrubias. Madrid 1983.
Poole Ross. "Moralidad y Modernidad".
Editorial Herder. Barcelona
1993.
Vidal Marciano. "Moral de aptitudes". Editorial Covarrubias.
Quinta Edición. Madrid 1981. Tomo I.
Challaye Felicien. "Filosofía Moral". Trad. Huidobro y
Huidobro Edith Tech. Editorial Labor, S.A. Barcelona 1958.
Instituto de Investigaciones
Jurídicas. "Diccionario
Jurídico Mexicano". Editorial Porrúa. Quinta
Edición. México
1992. Tomo I.
Autor:
Abog. Alberto Solorio Becerra.
Guadalajara, Jalisco México.