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Persona y Derechos humanos




Enviado por jemma



    Indice
    1. Una
    Mirada a la Noción de Hombre

    2. El Hombre para los
    hebreos

    3. El hombre en la cultura
    griega

    4. El Hombre para los
    romanos

    5. Concepto de Persona y Derechos
    Humanos

    1. Una Mirada a la
    Noción de Hombre

    Palabras liminares
    A través de la historia de los pueblos, se
    puede rastrear, en cada grupo social,
    una idea de hombre que
    responde a las condiciones de la cultura. En
    este sentido, sólo quiero hacer mención de tres de
    ellas, en cuanto en tanto son aquéllas de las que hemos
    recibido mayor influencia y, se podría decir, que han
    configurado lo que ahora somos. Estas tres miradas son la hebrea,
    la griega y la romana.
    Es de anotar, antes de continuar, que cada una de estas culturas
    aportó significativamente unos referentes
    semánticos e instituciones
    tan relevantes que configura a todo ser humano, según la
    mirada de bio-psico-social-trascendente. Así, de los
    griegos hemos bebido la filosofía, el
    conocimiento, el interés
    por la investigación y la teorización; de
    los hebreos hemos asumido la religión, la idea de
    trascendencia hacia un único Dios, Creador, Salvador y
    Santificador; de Roma hemos
    heredado el derecho, por ser ellos solamente quienes hicieron
    jurisprudencia, es decir, crearon derecho. De esta
    manera vemos cómo la pregunta por el hombre
    inserto en el cosmos, en la fu/sis (Phycis) griega, la
    encontramos desde la filosofía; la pregunta por la
    trascendencia humana la hallamos en las raíces
    Abrahámicas y Mosaicas de la religión cristiana, y
    lo social lo hayamos en las regulaciones de los actos
    interhumanos, sociales, socializables, en el derecho
    romano.
    Con esta justificación pasemos a lo que nos ocupa
    centralmente : el concepto de
    hombre.

    2. El Hombre para
    los hebreos

    Para rastrear el concepto de
    hombre en la cultura
    judía, nos tenemos que remitir al libro del
    Génesis, donde aparecen las dos formas de ver al hombre,
    una en sentido general y otra más particular.
    La primera palabra con que se lo define es mfdf), (adam), es
    decir, el nombre genérico de hombre (que incluye
    hombre-mujer, género
    humano); no obstante, esta misma palabra proviene de la
    raíz que significa barro, tierra roja.
    Este término hace alusión precisamente al material
    del cual, según el mito de la
    creación, fue hecho el hombre, acompañado del axUr,
    (rúaj), que indica el aliento divino.
    El otro término que se utiliza para referirse al hombre es
    $iyi), (Ish) que significa hombre, varón, pero que
    originalmente
    significa fuego. Éste se complementa con el término
    ha$i), (ishah), traducido generalmente como varona, pero que
    indica aquélla que enciende el fuego.
    Así, pues, tenemos dos perspectivas para ver al hombre tal
    como lo conciben los semitas. Por un lado se nos presenta
    definido a partir de su origen, que es doble : priviene de
    la tierra y
    proviene de Dios. Así llega el hombre a ser un ser
    viviente. Ellos emplean el término $epEn, (Nephesh), que,
    si bien ha sido traducido por alma, para ellos significa el
    hombre integral, completo, puesto que no suelen hacer la
    división cuerpo-alma, sino que conciben al ser humano como
    una unidad indivisible.
    Por otro lado está la concepción del hombre
    según su aspecto relacional y su dimensión
    erótica. Los israelitas, como el resto de los orientales,
    hacen la comparación del ser humano con la naturaleza e
    identifican al hombre con el fuego y a la mujer con
    el agua. Al
    varón con el fuego por la forma de hacer su entrada en lo
    erótico, en la sexualidad; a
    la mujer con el
    agua,
    precisamente porque el proceso de
    calentamiento y enfriamiento en la sexualidad
    corresponde a las reacciones del agua junto al
    fuego. Así, la mujer no es
    solamente quien enciende el fuego en el hombre, el fuego del
    deseo y de lo erótico, sino también quien lo apaga,
    es decir, quien satisface el deseo mediante el placer y el
    goce.
    Para los semitas, eso sí, es fácil comprender que
    el hombre es, en una única unidad, alma ($epen, nephesh),
    carne (razaB, basar), espíritu (xaUr, rúaj), cuerpo
    (VUG, guph), o sea, ser vivo, sujeto mundano, caduco y mortal,
    persona dotada
    de una chispa divina vital, yo constitutivamente relacionado con
    Dios, con los demás y con el mundo, respectivamente.
    Así visto, es fácil percibir las cuatro dimensiones
    del hombre, según lo había anunciado al inicio : un
    ser bio-psico-social-llamado a la trascendencia.

    3. El hombre en la
    cultura griega

    En el mundo heleno, es necesario distinguir tres
    momentos concretos, cada uno de ellos con una idea de hombre
    implícita. En primer lugar está el mundo de la
    mitología, antes de Thales, el primer
    filósofo de Mileto, o sea, el período
    pre-filosófico; El segundo momento, conocido como
    pre-socrático, va desde Thales hasta el gran maestro
    humanista de Atenas; el tercero que va desde los clásicos
    : Sócrates,
    Platón
    y Aristóteles, hasta finales de la
    dominación del imperio macedonio a finales de la era
    pre-cristiana.
    En el primer momento tenemos una mirada del mundo y del hombre
    desde los dioses, de tal manera que, todo lo que ocurra en
    la tierra no
    es más que determinación de los dioses inmortales
    del Olimpo. El hombre, por su parte, está aquí en
    este mundo para cumplir el ciclo que desde antes han determinado
    los dioses para él. En los metarrelatos de los griegos se
    encuentra una posición del hombre frente al Destino, sin
    poder huir de
    él. Las Moiras, o Parcas, son las tres figuras femeninas
    que, entre costura y tijeras, tienen en sus manos la vida del
    hombre.Un ser, pues, que no puede decidir frente a la vida ni
    frente a la muerte, una
    marioneta de los dioses.
    En un segundo momento, con los filósofos naturalistas, se ve al hombre
    como uno más de los elementos de la naturaleza o
    fu/sis, (Physis). Inserto en el mundo, responde, a manera de
    microcosmos, a las mismas condiciones en que se encuentra el gran
    cosmos o mundo externo. Estos no se hacen la idea de que pueda
    existir una creación propiamente dicha, sino que
    contemplan al hombre puesto ahí, en el mundo, haciendo
    parte de él como un elemento más de la
    naturaleza.
    Y el tercer momento, el humanista, que inicia con Sócrates,
    concibe al hombre como un ser racional. Lo extraen del mundo
    material como el ser con una constitución más compleja y digno de
    cuidado y atención particulares. No es sólo un
    ser más de la naturaleza, es el ser que puede pararse
    frente a ella, contemplarla y pensarla; asimismo, puede mirar
    hacia sí mismo y pensarse como sujeto que piensa y se
    piensa. Es precisamente aquí, como vamos a ver, donde
    aparecen los primeros esbozos del hombre como sujeto de derechos naturales,
    racionalmente establecibles.
    No es difícil percibir, pues, que los griegos, con su
    espíritu analítico y racional, comienzan
    también a analizar al hombre, es decir, a mirarlo como un
    todo y también desde cada una de sus partes. Si bien para
    los semitas el hombre era visto de manera integral y tal idea no
    se pierde para los griegos, desde el punto de vista investigativo
    sí se hacen ciertas escisiones que dan cuenta de sus
    dimensiones y características, así : yice
    (Psigé) = alma, sa,rx (Sárks) = carne,
    pneu´¨¨¨/ma (Pneuma) = espíritu, sw/ma
    (Soma) = cuerpo. A partir de aquí es perfectamente
    perceptible también la múltiple dimensionalidad del
    hombre, lo cual no implica necesariamente división
    interna, sino meramente analítica; esto es lo que Aristóteles indicó, cuando
    habló del a/ntropos, Que se interpreta hoy como Rostro de
    varón, y lo determinó como un género :
    Hombre, y una especie concreta : Pensante. Esta ha sido
    precisamente la herencia griega,
    el interés
    por el análisis, la racionalización, la
    conceptualización.

    4. El Hombre para los
    romanos

    En la cultura latina, el hombre tiene varias formas de
    ser visto. La etimología de la palabra que identifica al
    ser humano, proviene de la voz homo, la cual nos remite a humus,
    que significa tierra, barro,
    de tal manera que hombre es el nacido de la tierra. Así la
    conjunción de la palabra Ser y la palabra humano, dan
    cuenta del hombre completo, retomando a Aristóteles,
    según la tradición tomista, el Homo Sapiens.
    Se puede notar, además, cómo precisamente la
    concepción de los mitos, ya sea
    hebreo, ya sea griegos, acerca del origen del
    hombre, se vuelven transversales en las demás
    concepciones, no por ser originarias de allí o de
    allá, sino porque es precisamente el mito el que
    retrata las características más profundas y
    significativas del ser humano y del mundo. Además,
    reaparecen aquí, en la cultura medieval, precisamente por
    la influencia del cristianismo,
    nacido a su vez en el seno del judaísmo, por lo cual trae
    implícito, entre otros detalles, el concepto de ser
    humano.

    Así completamos, pues, el panorama. Reitero que
    no he excluido otras formas de concebir al hombre o de
    explicarlo, no porque no existan y/o sean válidas, sino
    porque, siendo como somos fruto de estas tres culturas,
    extendernos sería confundir, además de
    innecesario.

    5. Concepto de Persona y
    Derechos Humanos

    Para cerrar este apartado, vale la pena dar un vistazo
    al concepto de persona que, junto con los definidos al inicio,
    marcan la pauta del sujeto de derechos a que nos referimos en
    este curso. Para ello tenemos que recurrir a la etimología
    primitiva de la palabra en el escenario de la Grecia
    antigua, en el teatro, donde se
    presentaban las obras, ya fuera de comedia, ya de tragedia
    (más frecuente). Los personajes que representaban los
    papeles en las obras utilizaban un Proswpei=on, (prosopeion), es
    decir, una máscara, con dos finalidades : 1. para
    representar otro papel, el
    mismo personaje simplemente cambiaba su máscara y
    asumía las características del otro
    ‘personaje’; 2. Porque esta era una forma de difundir
    la voz en el gran teatro.
    Así, puede pensarse que esta figura explica
    maravillosamente las distintas máscaras ideológicas
    que se le han puesto al ser humano en las diferentes ciencias,
    saberes, tendencias política, religiosas
    y/o sociales durante toda la historia. Asimismo, vemos
    aquí muy bien representada la ‘personalidad’ de cada sujeto que se presenta
    como la identidad
    particular. Aquí, en este punto, sin embargo, nos interesa
    la persona desde el punto de vista filosófico, para
    poderlo relacionar con los derechos humanos;
    la otra reflexión sobre el tema queda planteada para que
    cada quien la continúe de manera personal, aunque
    aquí seguiremos haciendo algunas referencias al evento
    descrito.
    En la filosofía, la persona es la expresión de la
    esencia misma del ser humano, la cual no sólo se
    circunscribe a la ontología y a la lógica,
    sino que abarca también la ética, la
    axiología y la filosofía social. Al
    mismo tiempo nos da la
    idea de ser humano en sus relaciones consigo mismo, con el otro y
    con el mundo. Así, pues, la filosofía define la
    persona como un ente racional, dotado de lo/gos (logos) =
    palabra, lenguaje,
    discurso,
    arraigado en la moral y en
    las relaciones de zoo/n politiko/n (zoon politikon) = animal
    político que produce mercancías y que
    interactúa a diferentes niveles con el mundo y con los
    demás en un mundo atravesado por las normas. Boecio
    sintetiza la definición que se tenía en la
    antigüedad filosófica : "substancia indivisa de
    naturaleza racional", gobernada por la teología. En la
    modernidad, el
    término persona indica al sujeto moral puesto
    en el mundo, inquietándose por él en las
    experiencias cotidianas o "en la existencia que se ha encontrado
    en sí misma, por la libertad".
    Hay una diferencia perceptible entre la concepción
    filosófica de persona y la que se puede encontrar en lo
    jurídico; pues, aquí será entendida como una
    categoría genérica, importante para la vida
    práctica, y sus raíces se encuentran en el derecho
    romano; o sea, para el que hacer jurídico, no implica
    tanto la auténtica realidad humana. Asimismo, el derecho
    ve en la persona un sujeto destinatario de norma legalmente
    establecida, presupuesto y
    fundamento de la justicia y la
    ley,
    término clave de relación jurídica, titular
    de cosas suyas, centro y final de la imputación normativa,
    ser capaz de adquirir derechos y contraer obligaciones.
    Aquí, en estas adjetivaciones, radica la importancia para
    la vida moderna del individuo, la sociedad civil y
    el Estado
    desde la modernidad.
    Hegel, con su
    máxima "sed persona y respeta a los otros como personas",
    esto quiere decir que cada individuo constituye la
    relación básica del derecho y la ética.
    Esta afirmación Hegeliana establece lo que
    jurídicamente es casi ignorado, puesto que pone (Hegel), en
    sentido iusfilosófico, los fundamentos de los derechos humanos,
    no en la positividad legal, o sea, como hemos visto, en el
    establecimiento positivo de las normas, sino en
    las necesidades personales de cada sujeto como un ser moral,
    racional, valorativo y creador.
    "En los derechos humanos, el concepto filosófico de la
    persona tiene un papel
    definitivo, porque ellos son los derechos morales y
    políticos con gran vocación de positividad
    jurídica. No otra cosa cabe deducir cuando los contenidos
    esenciales de los derechos humanos han sido erigidos en normas
    legales : la libertad, la
    igualdad, la
    dignidad, la seguridad, la
    justicia o la
    paz." Así, pues, la acepción de persona que nos
    ofrece la filosofía, nos permite iluminar el concepto
    jurídico que de ella se tiene – no puede ser al contrario
    -, el cual no abarca completamente a toda la persona, sino que, a
    partir de lo que quiere defender, la define, estando así
    sujeta a fluctuaciones que no corresponden con el ser y la
    dignidad misma de ser humano.
    No podemos identificar el concepto de persona sustenta los
    derechos humanos con el que subyace en las constituciones
    políticas de los países. En
    aquéllos el concepto está más limpio de
    ideologías que en éstas y comprende más
    integralmente al ser humano. A partir de esta diferencia, han
    surgido otras formas de llamar a los Derechos Humanos : Derechos
    Morales, Derechos Fundamentales, Derechos Inalienables, Derechos
    Naturales, Derechos Históricos. Asimismo se les ha
    enfatizado, según las corrientes y pretensiones, partir de
    conceptos como ideología, paz, igualdad,
    seguridad,
    libertad, justicia, dignidad, tolerancia. En
    fin, el tema parece no terminar, y de hecho no termina mientras
    haya dos seres humanos sobre la tierra y mientras se tenga que
    "arrebatar" lo que por naturaleza nos corresponde.
    La reflexión acerca de los derechos humanos y su
    relación con la persona, continúa, no sólo
    en la teoría,
    sino en el interés de cada quien por defenderlos y por
    acogerse a ellos, reconociéndose a sí mismo sujeto
    de derechos y reconociéndole al otro su dignidad como
    igual. En la comunidad social
    de cada uno se evidencia, a diario, la relevancia y pertinencia
    de estas reflexiones que, reitero, de alguna forma tienen que
    desembocar en acciones
    concretas asaz pertinentes para la consecución del
    bienestar social, la paz, el respeto por la
    dignidad y demás condiciones que el ser humano reclama
    como propias a diario.

     

     

    Autor:

    Juan Eliseo Montoya Marín

    Antropología y Derechos Humanos
    Lic. Filosofía y Pedagogía (Universidad
    Pontificia Bolivariana – Medellín)
    Mg. Teología con Énfasis en Sagrada Escritura (U.
    P. B. – Medellín)
    Psicología
    (actualmente) misma Universidad.

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