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Pautas para la interpretación de las Parábolas y Alegorías (página 2)




Enviado por Edinson León



Partes: 1, 2

Por tal razón es imprescindible
mantener un sano equilibrio
hermenéutico al momento de interpretarlas. Todo lo que el
lector hallará en el contenido de este escrito, son
simplemente recomendaciones de carácter general que le ayudarán a
comprender mejor estas figuras del lenguaje
cuando las aplique en la interpretación de las parábolas y
alegorías durante su estudio diario de las
Escrituras.

Tanto las parábolas como las
alegorías necesitan ser estudiadas concienzudamente por el
estudiante de la Biblia. Por tal motivo, es menester realizar un
examen cuidadoso de ambas, con el propósito de conocerlas
mejor, poder
identificarlas y finalmente interpretarlas
adecuadamente.

I Primera Parte:

Definiciones y
características

Para poder definir ambos términos es
preciso que vayamos primeramente a las fuentes
primarias del Antiguo
Testamento, donde encontramos la palabra heb. mashal
sin embargo tenemos que entender según Roberto Fricke cual
es el uso de este vocablo:

"Es de conocimiento
común que mashal puede significar varias cosas en
el Antiguo Testamento, y curiosamente sólo llega a
significar lo que entendemos por historia parabólica
pocas veces. Mashal puede significar: proverbio, enigma
máxima ética,
frases breves de sabiduría popular hebrea. A veces estos
mashal se nos dan en forma poética, y hay veces
inclusive cuando nos invitan a una especie de
comparación."[1]

Como es común en el idioma hebreo,
una sola palabra puede denotar muchos significados en castellano tal
como vemos en el uso del término
mashal.

¿Qué es una
parábola?

Las parábolas eran figuras del lenguaje muy
usadas en los tiempos de Cristo. Los grandes maestros
rabínicos de su época, de la talla de Hillel y
Shammai las usaron en sus enseñanzas, también las
encontramos en la literatura judía como
el Talmúd y otros libros
sapienciales. Ahora bien, eso no significa necesariamente que
nuestro Señor Jesucristo copió los dichos de otros
maestros, claro que no, las parábolas de Cristo eran
netamente originales. Lo que nuestro Señor hizo fue
adaptar esa figura de lenguaje muy usada en su tiempo a las
elevadas enseñanzas del reino de Dios, lo cual sí
se constituiría una novedad en su época. Así
lo explica el gran teólogo escocés Alexander B.
Bruce haciendo una interesante y muy atinada
comparación:

"Eran verdades eternas del reino divino que
hasta los días de Jesús no habían sido
anunciadas. Las cosas terrenales siempre han sido aptas para
simbolizar las cosas celestiales, pero hasta que apareció
el gran Maestro, nadie jamás había pensado usarlas
para revelar a personas corrientes lo profundo de
Dios.

Del mismo modo, nadie antes de Isaac Newton
había pensado en relacionar la caída de una manzana
con la rotación de los cuerpos celestes, aunque desde la
creación del mundo las manzanas habían caído
al suelo."[2]

Ahora vamos a definir una parábola primeramente
desde su etimología: Este término proviene de dos
vocablos griegos para = al lado de; y el vb.
baló = arrojar; es decir arrojar una cosa junto a
otra con el propósito de compararlas. Estas comparaciones
no son símiles propiamente dichos, sin negar que haya
símiles en el contenido de las parábolas, pero como
dice el Doctor Terry en su libro de
hermenéutica acerca de una
parábola:

"Es, esencialmente, una comparación
o símil y, sin embargo, todos los símiles no son
parábolas. El símil puede apropiarse una
comparación de cualquier género o
clase de
objetos, ora reales o imaginarios. La parábola está
limitada en su radio y reducida
a las cosas reales. Sus imágenes
siempre incorporan una narración que responde con verdad a
los hechos y experiencias de la vida
humana."[3]

En un artículo publicado en internet, el autor Joselito
Orellana Mora (Ph.D.), hace
una definición que a mi juicio es equivocada sobre lo que
es una parábola, dice: "Es una narración
alegórica que usa símbolos terrenales
y conocidos para ilustrar verdades celestiales y
eternas…"[4]

Esta definición más bien pareciera que
hace alusión a una alegoría y no a una
parábola, porque la narración parabólica no
es alegórica sino real y no usa símbolos sino eventos de la
vida cotidiana, estos a su vez reflejan no muchas sino una solo
verdad o enseñanza.

En virtud de esta explicación, definimos a una
parábola como un relato tomado de la vida y la experiencia
diaria del ser humano con el propósito de transmitir, no
muchas verdades, sino una sola verdad fundamental. En las
parábolas de Cristo esta verdad se centra principalmente
en el inicio, actividad, y extensión del reino de
Dios.

¿Qué es una
alegoría?

Al igual que en el caso de la parábola, la
alegoría era una figura del lenguaje que se usaba en los
tiempos de Cristo y aún mucho antes, véase p. ej.:
algunas alegorías en el Antiguo Testamento como Jueces
9:8-15; 2Reyes 14:9, 10. Así mismo en las culturas
orientales era muy significativo el uso de las alegorías.
La palabra griega que aparece en el Nuevo Testamento para
traducir alegoría es paroimian no obstante, posee
varios usos, tal como lo explica A. T. Robertson:

"Vieja palabra para denotar proverbio de para
(al lado) y oímos, camino, un dicho al lado del
camino o de camino. Como proverbio en el N.T. en 2ª P. 2:22
(cita Pr. 26:11), como dicho simbólico o figurativo en Jn
16:25, 29, como alegoría en Jn. 10:6. No aparece en
ningún otro pasaje del N. T."[5]

Para que nuestros lectores no caigan en
confusión, lo que Robertson trata de explicar es que el
uso del término gr. paroimian en el Nuevo
Testamento significa tanto alegoría como proverbio o
también un dicho simbólico o figurado, por lo cual,
eso no quiere decir que la alegoría,
lingüísticamente hablando, sea lo mismo que un
proverbio o cualquier expresión figurada. Lo que tratamos
de observar aquí es nada más y nada menos que el
uso de la palabra dentro del Nuevo Testamento. Por otro lado el
término alegoría, tal y como aparece escrito en
castellano según el doctor Terry tiene la siguiente
connotación:

"…del griego allos, "otro" y
agoreno, "hablar" o "proclamar"; esto es, decir otra
cosa de la que se expresa o, por así decirlo, que se
expresa otro sentido que el contenido en las palabras
empleadas."[6]

Ahora podemos definir la alegoría, como un relato
ficticio que representa una realidad concreta, y que a su vez se
mantiene oculta. Esa realidad está "vestida" con adornos
de lenguaje figurado, (p. ej. cuando los árboles
y otros objetos inanimados hablan y expresan sentimientos) para
dar belleza a la expresión sin perder la relación
de semejanza entre lo uno y lo otro. (es decir, entre lo ficticio
y la realidad que se desea expresar).

Diferencias entre
parábola y alegoría

Existen algunas diferencias interesantes entre una
parábola y una alegoría, ambas pertenecen a uno de
los métodos de
enseñanza usados por nuestro Señor Jesucristo en
sus discursos. Sin
embargo para que el lector pueda notar la diferencia entre ambas,
sin caer en dogmatismos vamos a proceder así: (1) La
parábola contiene relatos tanto verídicos como
imaginarios pero que no escapan de la realidad, es decir, no
traspasan los límites de
lo posible, por el contrario la alegoría siempre es
ficticia o fantasiosa. (2) La parábola comunica una sola
enseñanza o verdad espiritual en su contenido esencial,
sin negar que existen analogías que se desprenden de las
mismas; la alegoría puede transmitir muchas
enseñanzas e ilustraciones en su contenido esencial.
Así lo explica George E. Ladd, ex catedrático y
profesor de
Nuevo Testamento en el Seminario
Teológico Fuller:

"Como los detalles de una alegoría
están bajo el control del
autor, se puede estructurar de forma que cada uno de ellos
contenga un significado importante y distintivo…Una
parábola es un relato tomado de la vida diaria…Como el
autor no crea el relato y, en consecuencia, no tiene control
total de los detalles, estos tienen a menudo poco importancia
para la verdad transmitida. La parábola tiene como fin
transmitir fundamentalmente una sola verdad y no un conjunto de
verdades."[7]

(3) La parábola en muchos casos introduce
comparaciones textuales como p. ej. "el reino de los cielos es
semejante a…" señalando así su punto de partida y
haciendo una mención descriptiva de aquello que se desea
comparar, mientras que la alegoría evita por todos lados
describir y dar a conocer el objeto de su comparación. (4)
La parábola por su forma y expresión tiene su
interpretación fuera del relato, no obstante la
alegoría tiene su interpretación dentro del mismo
relato, tal como lo aclara el Doctor Terry:

"La parábola es esencialmente una
comparación formal y obliga al intérprete, a fin de
hallar su significado, a ir más allá de la
narración que ella hace; en tanto que la alegoría
es una metáfora extendida y dentro de sí misma
contiene su interpretación."[8]

Semejanzas entre
parábola y alegoría

Hemos visto algunas diferencias entre la parábola
y la alegoría, ahora nos corresponde observar aquellas
características que las identifica. Si el lector novel
pasa por alto estos detalles, fácilmente puede confundirse
al momento de toparse con cualquiera de estas figuras en sus
estudios de la Biblia. Por consiguiente, veamos dos semejanzas
clave. (1) Tanto la parábola como la alegoría son
dadas para transmitir alguna lección o enseñanza.
Así también lo dice un artículo publicado en
internet sobre parábolas y alegorías:

"Tanto las parábolas como las
alegorías han considerado generalmente como formas de
enseñanza que presentan al oyente ilustraciones
interesantes, de las que pueden obtenerse lecciones morales y
religiosas…"[9]

(2) Ambas mantienen la cualidad
intrínseca de comparar dos cosas o más.
Véase p. ej.: la clausula que aparece en Lucas 13:18; "Y
dijo: ¿A qué es semejante el reino de los cielos y
con qué lo compararé?…" con la alegoría de
la vid y los pámpanos en Juan 15:1; "Yo soy la vid
verdadera, y mi Padre es el
labrador."[10]

Nótese claramente que la forma de ambas
expresiones es distinta, la primera incluye textualmente el
objeto de la comparación, es decir, el reino de los
cielos; mientras que la segunda, no contiene frases comparativas,
sino, como si fueran afirmativas, es decir, "Yo soy…" o "mi
Padre es…" no obstante, ambas frases tienen por objeto hacer
comparaciones.

II Segunda Parte:

Pautas
hermenéuticas

En esta segunda parte analizaremos, cuales son los pasos
a seguir, en la interpretación de parábolas y
alegorías, no es la intención del autor ser
dogmático en este punto, tampoco descuidar las normas de una
sana hermenéutica. Por lo cual, vamos a partir desde el
punto de vista del doctor Terry:

"Habiendo establecido la parábola y
la alegoría y demostrado que la alegoría es, en
esencia, una metáfora extendida, no necesitamos reglas
separadas y especiales para la interpretación de las
porciones alegóricas de las Escrituras. Los mismos
principios
generales que se aplican a la interpretación de
metáforas y parábolas se aplican también a
las alegorías."[11]

Habiendo comprendido ya el lector, que la
parábola es al símil como la metáfora es a
la alegoría, no tendrá problemas en
dedicarse a interpretar cualquiera sea el caso. El factor
predominante, como se dijo al principio es mantener un sano
equilibrio hermenéutico. De manera que vamos a proceder
según la recomendación del doctor Terry en párrafo
anterior.

Lo que provoca el
relato

Tanto en las parábolas como en las
alegorías y muchas otras figuras del lenguaje, debemos
tomar en cuenta esta pauta. Es lo que Manuel Cadenas Mujica en su
muy bien documentado artículo llama a este punto,
"ocasión" y citando a José M. Martínez
dice:

"La situación particular que motiva
la parábola es siempre iluminadora"…Podemos hacernos las
preguntas de rigor ¿qué, quién,
cuándo, cómo, dónde y por qué? A
menudo, encontraremos respuesta en los propios evangelios, sea
explícita o implícitamente. En otros casos, cuando
evidentemente el material parabólico ha sido
contextualizado de otra manera por el evangelista, es preferible
conformarnos con una de aquellas
opciones…"[12]

Aunque no estoy de acuerdo con Manuel Cadenas al ubicar
en segundo lugar la ocasión de la parábola
considero muy importante su aportación. Ya que ayuda mucho
a descubrir datos dentro de
los pasajes bíblicos. Así mismo, Bruce
también llama la atención sobre la importancia de
señalar la ocasión que provoca el relato de la
parábola en los labios del Maestro para su mejor
comprensión:

"De las treinta parábolas registradas en los
evangelios, la mayoría fueron ocasionales, y se entienden
mejor cuando se consideran en relación con las
circunstancias que las provocaron."[13]

Al estar en conformidad con la opinión de los
autores citados, procedemos a observar algunas ejemplos sencillos
y prácticos dentro de las Escrituras para comprobar cuanto
ayuda al lector determinar la ocasión en que sucedieron
los eventos, los cuales dieron a luz las
narraciones tanto alegóricas como
parabólicas.

En Juan 10:1-6 tenemos el registro de una
alegoría[14]pronunciada por Jesús
acerca de la obra del pastor aunque explícitamente no dice
que Jesús sea el pastor, implícitamente queda claro
por el contexto de todo el pasaje. Lo que tenemos que
señalar aquí es, qué fue lo que
ocasionó el relato de este pasaje.

En primer lugar, hay que precisar sobre los
acontecimientos donde Jesús contempla la conducta
hipócrita de los fariseos que expulsaron de la sinagoga a
un ciego que fue sanado, cuando Jesús encuentra a este
hombre, cuyo
corazón
se abrió a la verdad, se declaró como el Hijo de
Dios y éste le adoró. En segundo lugar, podemos ver
una lección en dos aspectos sobre la ceguera espiritual.
La de aquellos, como los fariseos que decían ver y eran
ciegos y aquel que siendo ciego pudo ver la Verdad de Dios.
Aquí surge la pregunta, ¿Cómo un ciego puede
guiar a la luz a otro ciego? ¿Cómo puede alguien
vivir en la mentira y
conducir a otros a la verdad?. Estas preguntas dan a luz la
existencia de esta alegoría. Vemos en Cristo al Pastor
verdadero de su pueblo, al que va delante de las ovejas y estas
le siguen. Robertson observa lo mismo al decir:

"Los fariseos habían dado por
supuesto anteriormente…que solo ellos eran los conductores
autorizados del pueblo…Por ello Jesús tiene una palabra
directa hacia ellos. Así, Jesús comienza esta
alegoría de una forma característica.

Juan no emplea la palabra
parabolé, sino paroimia
(versículo 6), y realmente es una alegoría que se
explica a sí misma…"[15]

Si aplicamos esta pauta, a la parábola de los
obreros de la viña en Mateo 20:1-16 que por su contenido y
detalles ha sido considerada como "complicada" podremos descubrir
que no lo es, siempre y cuando podamos identificar la
ocasión que la produjo.

Veamos que en los pasajes anteriores Jesús estaba
dialogando con el joven rico, (véase Mateo 19:16-22). Este
se justificaba así mismo alegando que guardaba todo lo que
Cristo le mencionó en los mandamientos v. 20. Pero cuando
el Señor le dijo que vendiera todas sus posesiones para
dárselas a los pobres, se fue triste porque tenía
muchas posesiones y las amaba. Al ver esto Jesús, se
vuelve a sus discípulos y les habla sobre la imposibilidad
de que un rico, como ese joven, entrara en el reino de los
cielos, v. 23. Debido a que no quiso dejar sus riquezas. Al ver
los discípulos que una persona tan
íntegra y moral, con una
conducta irreprochable como aquel joven, no era partícipe
del reino de los cielos, se llenaron de incertidumbre, v.
25.

Sin embargo, Jesús amorosamente disipa toda
inseguridad
apelando al poder de Dios, v. 26. No contento con eso, el
impetuoso Pedro hace una pregunta, mucho más que
interesante, es una pregunta clave. "He aquí, nosotros lo
hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿Qué
pues tendremos
?. Parafraseando esa pregunta sería,
"Señor, nosotros lo hemos dejado todo y
fielmente te hemos seguido, ¿No crees que merecemos una
gran recompensa?". Pedro se arrogaba el derecho que por
mérito propio creía pertenecerle. Después de
enterarse de las magníficas glorias en el futuro, v. 28.
Jesús no negó las recompensas por seguirle, v. 29
si cumplían las condiciones mencionadas, como tampoco
negó que habría distinciones entre las recompensas,
con la frase clave del v. 30. "Pero muchos primeros
serán postreros, y postreros primeros".
Tomando en
cuenta esta declaración, que resultó de la pregunta
de Pedro podemos determinar que esa pregunta ocasionó la
respuesta de Jesús y la posterior narración de esta
parábola que se constituía una amonestación
para ellos y para nosotros también. Tanto M. S. Terry,
como Roberto Fricke y aún Alexander B. Bruce, concuerdan
en señalar el espíritu interesado de los doce y de
alguna manera el del auditorio presente. Veamos lo que dice el
doctor Terry:

"No es el más elevado de los
espíritus el que pregunta: "¿Qué me
darán a mí
?", mejor es preguntar,
¿Qué haré yo? Quien sigue a Cristo
y por él se sacrifica en toda forma, confiando que todo
irá bien, es más noble que el que se detiene a
hacer convenios. Aún más, quien ingresa a trabajar
en la viña de su Señor, sin hacer preguntas tocante
a salarios, es
todavía más noble y de espíritu más
elevado."[16]

De igual modo el Prof. Fricke hace
referencia a la errónea actitud de los
discípulos al creerse merecedores de los favores de Dios
al declarar:

"Para algunos judíos,
inclusive, sus obras meritorias ponían a Dios en tal
situación que éste se sentía obligado a
recompensarles por sus buenas obras. En cierto sentido, por su
obediencia a la ley, "manejaban"
a Dios, coartando así su libertad. Sin
darse, cuenta los judíos hacían exactamente lo
mismo que los paganos al "controlar" a sus dioses por medio de
sus sacrificios idolátricos. Desde luego, ni los
líderes religiosos judíos ni los discípulos
de Jesús se daban cuenta del error de esta actitud nociva
que se había posesionado de
ellos."[17]

Asimismo Alexander B. Bruce
comenta:

"El propósito de la parábola de
Jesús en Perea es enfatizar esta verdad, e
insistir en la necesidad de motivos y emociones
correctas en relación con el trabajo y
los sacrificios.Enseña que poco trabajo hecho
en el espíritu correcto es de mayor valor que
mucho trabajo en el espíritu equivocado, no importa con
cuanto celo se haya realizado. El trabajo de una hora realizado
por quienes no han negociado es de mayor valor que doce horas de
trabajo por hombres que han soportado el calor y la
carga del día, pero que contemplan sus acciones con
autocomplacencia."[18]

Si tomamos en cuenta los detalles y puntos expuestos en
esta parte tendremos mayor iluminación al momento de interpretar
ésta y otras parábolas de la Biblia.

Análisis
exhaustivo

Otra pauta no menos importante dentro de la
interpretación de parábolas y alegorías es
analizar exhaustiva y detalladamente el contenido de la
parábola y/o alegoría que se desea comprender. Para
que podamos hacer un buen análisis debemos en primer lugar hacer una
buena lectura del
pasaje. Aunque tal vez parezca superfluo e innecesario indicar al
lector la importancia de una lectura cuidadosa o minuciosa pero
no es así; muchas veces no leemos correctamente y cuando
lo hacemos, nos falta una dosis de espíritu
analítico para ir asimilando y captando el contenido de
la lectura.
Sería bueno preguntar, ¿Cuantos de nosotros al
momento de leer una parábola o alegoría, vamos
tomando en cuenta la ocasión en que fue dicha y
mentalmente ya estamos tomando nota de los personajes que
aparecen en el relato?. Esto resulta imprescindible sobre todo en
las narraciones más extensas donde se mencionan lugares,
objetos, personas y hasta animales.

En el caso de las alegorías, para
poder interpretar bien su contenido debemos tomar en cuenta cada
detalle ya que cada uno representa un significado,
enseñanza o lección moral. Cuando se trata de
analizar las parábolas hay que tomar en cuenta el
personaje o personajes principales y secundarios, lo que Manuel
Cadenas Mujica llama "contenido esencial" y
añade:

"Es decir, la parábola en sí
misma, los protagonistas, la acción
(inicio, núcleo y desenlace), palabras o frases que se
repiten con insistencia."[19]

Al hacer nuestro examen también debemos
considerar las acciones buenas o malas de los personajes
según sea el caso y encaminarlas si se trata de las
parábolas, a buscar la verdad central. En cuanto a las
alegorías, tomarse la molestia de analizar detalladamente
tanto el contexto que dio lugar a su narración con los
distintos elementos de su contenido. P. ej. en la pasaje de
2Reyes 14:9 encontramos una interesante alegoría que
sería muy difícil de interpretar sino fuera por los
acontecimientos que le dieron lugar y por hacer un
análisis detallado de los elementos, veamos:

Primeramente, los acontecimientos que giran alrededor de
esta figura son, (1) La disputa de dos reyes rivales, Joás
de Israel y
Amasías de Judá. (2) La venganza de Amasías
al matar a los asesinos de su padre y asegurar su permanencia en
el trono, vv. 5, 6. (3) La altivez de Amasías quien
después de vencer y aplastar a Edom bajo su
poderío, se vanagloria desafiando a Joás a verse
las caras, vv. 7, 8. (4) La respuesta de Joás en forma
alegórica y su posterior advertencia. vv. 9,
10.

Ahora nos toca relacionar todo esto con los
detalles de la alegoría:

(1) "El cardo (planta espinosa e inservible) que
está en el Líbano", es decir Amasías y su
pueblo. (2) "Envió a decir al cedro (árbol fuerte
cuya madera es muy
cotizada y útil) que está en el Líbano",
referencia a Joás mismo y a su pueblo. (3) "Da tu hija por
mujer a mi hijo",
referencia a la pretensión y orgullo de Amasías.
(4) "Y pasaron las fieras que están en el Líbano",
es decir, el ejército de Joás. (5) "Y hollaron el
cardo", se refiere a la derrota de Amasías por parte de
Joás en Bet-semes.

Estos mismos principios se pueden aplicar
también a la alegoría de Jueces 9:8-15.

Enfocando la
verdad central

Sin ambages tenemos que puntualizar en esta
sección, que nos vamos a enfocar sólo en las
parábolas ya que como dijimos en la sección
anterior, las alegorías toman en cuenta todos los detalles
y figuras presentadas en el relato pero en el desenlace obtenemos
una o varias lecciones, según sea el caso. Por otro lado,
eso no sucede con las parábolas, pues ellas pese a que
muestran acciones y acontecimientos con personajes, lugares
animales y otros detalles, su desenlace es una sola
lección, verdad o enseñanza y no un conjunto de
verdades. Después de haber determinado la ocasión
que dio lugar a la parábola y de analizar cuidadosamente
su contenido ya tenemos en nuestra mente la idea de a donde
queremos llegar. Voy a presentar lo que venimos diciendo de este
modo:

Un conjunto de ríos afluentes (los elementos de
la parábola) alimentan el caudal de un solo río (el
núcleo o desenlace) el cual desemboca en el mar (la verdad
central). En el caso de la alegoría nuestro ejemplo
sería: Un solo río principal (el contenido de la
alegoría) que posee vertientes de ríos
pequeños (las lecciones que se derivan de su
interpretación).

Un ejemplo de una parábola rica en detalles,
imágenes y acontecimientos es la muy conocida
parábola del Sembrador en Mateo 13:1-9; Marcos 4:1-9;
Lucas 8:4-8. A pesar de toda esta diversidad de elementos
vertidos en esta parábola, la verdad y enseñanza
central resulta inalterable, la propagación del reino de
Dios. En la explicación que tenemos registrada de los
labios de nuestro Señor vemos cuatro clases de terrenos y
a su vez el resultado de la semilla depositada en los mismos.
(véase Mateo 13:18-23; Marcos 4:13-20; Lucas 8:11-15)
Estos son los corazones humanos que reciben la Palabra de Dios,
de aquí se desprende el hecho del auditorio
heterogéneo de personas que estaban con él.
Así veamos lo que dice el doctor Ladd con respecto al
mensaje central de la parábola:

"El mensaje de la parábola no
quedaría afectado en lo más mínimo si
hubiera sólo dos clases de terreno, o si hubieran tres o
seis. Tampoco quedaría afectado el mensaje si los tres
terrenos que no dan fruto fueran estériles por razones
diferentes a las que se alegan. Los tiernos brotes de trigo
pueden quedar aplastados bajo el pié de un caminante
descuidado. Algunas semillas pueden ser devoradas por los
roedores. Estos detalles no afectarían el mensaje
bíblico…"[20]

Igualmente, respecto a la parábola
de los obreros y la viña, de Mateo 20:1-16 mencionada en
líneas anteriores, M. S. Terry nos señala lo
siguiente:

"…cuán erróneas son aquellas
interpretaciones que hacen de "un denario al día" en punto
principal. ¡Cuán innecesario e inaplicable es
considerar las palabras del padre de familia (en los
vs. 13-16) como equivalentes a la sentencia o condenación
final, o el asignar significado especial a lo de estas
ociosos!"[21]

Estas interesantes y oportunas intervenciones del doctor
Ladd y M. S. Terry ayudarán mucho al lector a enfocar su
estudio básicamente en el mensaje y no en los detalles
observables. Debemos recordar al lector que los detalles no son
la interpretación sino que ayudan a la
interpretación, por lo cual, no deben constituirse en
elementos de distracción de la verdad o enseñanza
central de la parábola. Esto lo veremos en la siguiente
sección.

Evitando los
excesos

Habíamos mencionado, líneas arriba, acerca
de mantener un equilibrio hermenéutico al interpretar
estas figuras del lenguaje pero lamentablemente, tanto
predicadores como miembros de iglesia,
cometen lo que yo llamo "excesos de interpretación" pues
sin diferenciar entre parábolas y alegorías se
zambullen ciegamente en un mar de ideas sin orden
hermenéutico tratando de ver enseñanzas
doctrinales, teológicas y hasta dispensacionales en los
más mínimos detalles de las narraciones. Muchas
personas sinceras en su fe, a veces "alegorizan las
parábolas" y "parabolizan las alegorías" provocando
alejarse diametralmente de la enseñanza y propósito
de las mismas.

Para que el lector pueda tener una idea de lo que
venimos diciendo sobre los excesos de interpretación,
veamos una porción del artículo de Manuel Cadenas
Mujica el cual cita el libro de Gordon Fee y Douglas Stuart,
titulado, "La lectura eficaz de la Biblia" que nos registra una
interpretación sobre la parábola del Buen
Samaritano, hecha por el teólogo más grande de la
edad Media,
Agustín de
Hipona:

"-Un hombre descendía de
Jerusalén a Jericó: Adán. –
Jerusalén: la ciudad de paz celestial de la cual
cayó Adán. – Jericó: la luna, y por eso
significa la mortalidad de Adán. – Ladrones: el diablo y
sus ángeles. – Le despojaron: de su inmortalidad. –
Hiriéndole: al persuadirlo a pecar. – Dejándole
medio muerto: como hombre vive, pero murió
espiritualmente, por eso está medio muerto. – El sacerdote
y el levita: el sacerdocio y ministerio del Antiguo Testamento. –
El Samaritano: se dice que significa 'guardián'; por lo
tanto se refiere a Cristo mismo. – Vendó sus heridas:
significa que vendó las limitaciones impuestas por el
pecado. –
Aceite: el
consuelo de la buena esperanza. – Vino: una exhortación a
caminar con espíritu ferviente. – Cabalgadura: la carne de
Cristo encarnado. – Mesón: la Iglesia. – Otro día:
después de la resurrección. – Dos denarios: promesa
para esta vida y la venidera. – Mesonero:
Pablo"[22]

No existe interpretación que "maltrate"
más las reglas de la hermenéutica que ésta.
El lector notará que se ha tomado en cuenta todos los
detalles de la parábola y se la ha convertido en una
alegoría obviando su mensaje principal. Todo estudiante o
estudioso serio de la Biblia debe ser muy reverente al momento de
hacer una buena interpretación de la Palabra de Dios en
este aspecto. Ahora podemos comprender como es que algunas
parábolas resultan difíciles y obscuras para poder
interpretarlas, y como es que al predicarlas muchos dan vueltas
alrededor y nunca llegan al punto principal, debido a que muchos
detalles que no pertenecen a la verdad central, han sido tomados
en cuenta por los expositores cristianos. Tal y como el doctor G.
Ladd vuelve a observar:

"Detalles como noventa y nueve
ovejas
(Lc. 15:4) y diez monedas (Lucas 15:8) no
tienen ningún significado especial. En la parábola
del buen samaritano, el significado alegórico de los
ladrones, el sacerdote y el levita, el significado del aceite y
el vino, la razón de que sean dos monedas, el significado
de Jerusalén, Jericó y la posada no han de
interpretarse con más significado del que se
interpretaría la identidad del
pollino. Debemos, por tanto, buscar en cada una de las
parábolas del Reino una sola verdad
básica."[23]

Todas estas observaciones deberían ser tomadas en
cuenta por todos los predicadores, maestros de la Palabra y otros
aspirantes al púlpito, en fín todos aquellos que
aman su Palabra y buscan su rostro. Ahora bien, entre otros
excesos que se cometen al interpretar las parábolas,
están también aquellos que forzando el texto
bíblico, quieren hacer decir lo que la Biblia no dice por
ningún lado. Estos inescrupulosos de la predicación
han insertado sus propias ideas y pareceres al pasaje
bíblico, desplazando su verdadero mensaje e imponiendo el
suyo propio. Por tal razón el Rev. Kittim Silva, fervoroso
predicador pentecostal y un maestro de la predicación
homilética, advierte: "Las parábolas nunca deben
ser forzadas a decir o interpolar en ellas más de la
verdad central que enfocan o
enseñan…"[24]

Una de las parábolas más bellas,
didácticas y rica en imágenes y que a su vez, es
una de las que más ha sufrido la violencia de
los predicadores, es la mal llamada parábola del hijo
pródigo. Digo mal llamada porque particularmente creo que
no debería llamarse así. Tal vez el lector
estará sorprendido por mi declaración, no obstante
expongo mis razones. (1) Porque el nombre por sí solo no
refleja el sentido de la enseñanza principal de la
parábola, la cual se basa principalmente en el amor
perdonador de Dios y no en el pecado del hijo. (2) Porque al
decir "parábola del hijo pródigo"
automáticamente nuestros pensamientos se desvían de
la enseñanza central de la parábola y nos
concentramos en estudiar más sobre la conducta
desobediente del hijo y no sobre el perdón del padre.
También concuerda conmigo el prof. Roberto Fricke al
señalar:

"Aunque el nombre "hijo pródigo" se
ha hecho ley por la costumbre, hay quien opina que esto
representa un transnombramiento, pues el punto de
comparación no es con el comportamiento
del hijo sino con el gozoso amor
perdonador del padre…Ciertamente el padre de la parábola
viene a ser el actor principal…El padre de la parábola
es un padre humano, pero, eso sí, ilustra el amor de
Dios."[25]

Muchos predicadores, al verse invadidos por toda esta
gama de imágenes, colores, acciones
y reacciones, no pueden resistir la tentación de ir
más allá de lo que Jesús trató de
transmitir a sus oyentes. He visto las disputas que se han
formado sobre la discusión de quién es, el hijo
mayor o mejor dicho a quien representa. Unos opinan que
representa a los fariseos otros creen que a todos los
líderes religiosos judíos, tampoco faltan los que
le ponen el ingrediente escatológico a la
interpretación al decir que el hijo mayor representa a la
nación
de Israel que ha rechazado al Mesías y el menor a las
naciones gentiles que
se acercan a Dios. Todos estos, son simples "agregados"
innecesarios a la parábola que no reflejan en nada su
mensaje ni tampoco ayudan a captar la enseñanza o verdad
central de la misma.

Consideraciones
finales

Después de haber explicado y
puntualizado todos estos principios sobre la
interpretación de parábolas y alegorías, es
muy importante hacer algunas consideraciones sobre lo expuesto
anteriormente.

(1) Considerando las diferentes ocasiones
que dieron lugar a las parábolas y características
que ellas hay, debemos señalar que no todas las
parábolas de Jesús tienen la misma forma de
interpretación ya que la del Sembrador como la de la
Cizaña y el trigo tienen una interpretación
alegórica que nos fue entregada por nuestro Señor,
estos son algunos casos excepcionales

(2) Considerando que existe mucha
conexión entre las parábolas y que hay mucha
similitud entre algunas de ellas, es recomendable que el lector
haga un análisis paralelo entre ellas para ayudar a un
mejor entendimiento de las mismas. p. ej la parábola de
los diez talentos con las diez minas, la parábola del
tesoro escondido con la perla de gran precio, entre
otras.

(3) Considerando que tanto las
parábolas como las alegorías nos imparten
enseñanzas morales y espirituales, cada
interpretación debe ser comparada a la luz de la doctrina
general de la Biblia, si alguna interpretación contradice
este principio, inmediatamente deberá ser
rechazada.

(4) Considerando que existen algunas
parábolas extensas que abundan en detalles y
analogías como la del sembrador o la que comúnmente
llamamos parábola del hijo pródigo no debemos
suponer que por eso contienen toda la verdad del evangelio y del
cristianismo.
En otras palabras, no existe una sola parábola o
alegoría en la Biblia que contengan toda la verdad del
evangelio.

"Es en torno a estos
puntos que debe girar la interpretación de las
parábolas. No debemos suponer que hemos de encontrar todo
el contenido del evangelio en una sola parábola: "Por
ejemplo, es erróneo decir que la parábola del hijo
pródigo contiene "el evangelio dentro de los evangelios",
y deducir de ella que la doctrina de la expiación no es
vital para el cristianismo; o suponer, sobre la base del relato
del buen samaritano, que el servicio
práctico a nuestro prójimo es tanto el todo como el
fin último del
cristianismo".[26]

Todas estas aclaraciones son muy
pertinentes para el lector que desea conocer su Biblia y que
tiembla ante la Palabra del Dios Santo.

Conclusión

Después de todo, las pautas y
consejos para una mejor comprensión de las
parábolas y alegorías que han sido expuestas en
estas cortas líneas, quisiera animar al lector a continuar
con el aprendizaje,
con la humildad, con el amor y respeto a las
Sagradas Escrituras. Esto no termina aquí la labor es
ardua y como alguien dijo, "hay mucho pan que rebanar" y muchas
veces el tiempo no alcanza en nuestras abarrotadas vidas para
dedicarse de lleno al estudio de la Palabra de Dios.
Lamentablemente vivimos en una generación que disfruta de
su analfabetismo
bíblico y muchas veces nosotros los ministros, somos los
responsables de toda esta apatía espiritual. Aún
los predicadores, los llamados al púlpito, nos conformamos
con lo que sabemos y tenemos y no cultivamos un espíritu
analítico e investigador. Por otro lado, resta decir que
tanto las parábolas como las alegorías, necesitan
ser tratadas mejor durante nuestros sermones y enseñanzas,
por tal razón, conviene un estudio hermenéutico
riguroso, sano y profundo. Asimismo en mención de lo que
hemos expuesto en este escrito, esperamos que haya servido de
ayuda para dar el primer paso de algunos lectores en el campo de
la interpretación bíblica y que a manera de
trampolín le pueda servir de impulso en el salto a las
profundas y mansas aguas de la doctrina bíblica. Si esto
sucede en la vida de mis lectores, algo habré
logrado.

Bibliografía

Bruce, Alexander Balmain. Tres
años con Jesús, la capacitación de los doce,
(vols., I y
II), Traducción de Carla Dongo Palacios,
Moravia-San José: Costa Rica,
Desarrollo
Cristiano Internacional, 2006.

Ladd, George Eldon. Teología del
Nuevo Testamento
, Traducción de Jose-María
Blanch y Dorcas González Bataller, Terrassa: Barcelona,
Editorial Clie, 2002.

Robertson, Archibald Tomas.
Imágenes verbales en el Nuevo Testamento, (tomo
5), Terrassa: Barcelona, Editorial Clie, 1990.

S. Fricke, Roberto. Las
parábolas de Jesús, una aplicación para
hoy
, El Paso, Texas: Estados Unidos de
América, Editorial Mundo Hispano,
2006.

Silva, Kittim. Bosquejos para
predicadores
, (vol. IV), Terrassa: Barcelona, Editorial
Clie, 1991.

Terry, M. S. Hermenéutica,
Versión española de Daniel Hell – Vicente Mendoza,
Terrassa: Barcelona, Editorial Clie, 2003.

Otros:

Cadenas Mujica, Manuel.
¿Cómo interpretas las parábolas de
Jesús
?, publicado en:

http://blogs.periodistadigital.com/btbf/trackback.php/140618

Orellana Mora, Joselito.
Hermenéutica Bíblica, publicado en:
www.joselitoorellana.blogspot.com

Parábolas y
alegorías
, publicado en: www.amen-amen.net

 

 

 

 

 

Autor:

Edinson León
Esquivel

[1] Roberto Fricke S. Las parábolas de
Jesús, una aplicación para hoy. (El Paso, Texas:
Estados Unidos, Mundo Hispano. 2006), p. 25 (las cursivas son
suyas)

[2] Alexander B. Bruce, Tres años con
Jesús, la capacitación de los doce (vol. I.)
(Moravia, San José: Costa Rica, D.C.I., 2005), p. 57

[3] M. S. Terry. Hermenéutica.
(Terrassa: Barcelona, Clie, 2003) p. 115.

[4] Joselito Orellana. Hermenéutica
Bíblica, en: www.joselitoorellana.blogspot.com
(énfasis añadido)

[5] Archibald T. Robertson, Imágenes
verbales en el Nuevo Testamento, (tomo 5). (Terrassa:
Barcelona, 1990), p. 201.(las cursivas son suyas)

[6] M. S. Terry, Op. cit. p. 139 (las
cursivas son suyas)

[7] George E. Ladd, Teología del Nuevo
Testamento. (Terrassa: Barcelona, Clie, 2003), p. 130

[8] M. S. Terry, Op cit., p. 116

[9] Parábolas y alegorías, en:
www.amen-amen.net

[10] Para ayudar un poco al lector, a
comprender mejor lo que venimos diciendo, voy a explicar a la
brevedad posible lo que acertadamente dice el doctor Terry en
su libro, Hermenéutica, sobre dos figuras del leguaje,
el símil y la metáfora. Sobre el primero dice:
"Cuando se hace una comparación formal entre dos
objetos, buscando impresionar la mente con algún
parecido o semejanza, la figura se llama "símil". En
Isaías 55: 10-11, hallamos un hermoso ejemplo de
esto…" p. 99. En cuanto a la segunda dice: "La
metáfora es una comparación implicada y en todos
los idiomas ocurre con mucha mayor frecuencia que el
símil. Se diferencia de este en ser una forma de
expresión más breve y más contundente y en
que transforma las palabras, de su significado literal a otro
nuevo y notable. El pasaje que se halla en Oseas 13:8: "Los
devoraré como león", es un símil o sea una
comparación formal; pero Gén. 49:9: "Cachorro de
león es Judá", es una metáfora" p. 102.
Ahora bien, el lector notará que en una parábola
se usa el símil o comparación, pero mayormente en
las alegorías predomina el uso de la metáfora. No
es lo mismo decir: "vosotros sois la sal de tierra"
(metáfora) que decir, "vosotros sois como la sal de
la tierra"
(símil).

[11] Terry, Op. cit., pp. 139, 140

[12] Manuel Cadenas Mujica,
¿Cómo interpretas las parábolas de
Jesús? En: http://blogs.periodistadigital.com/btbf/trackback.php/140618

[13] A. B. Bruce, Op. cit., p.54 (Nota: El
mismo Bruce considera que el número treinta es
aproximado, ya que como dice él: "distintos autores
difieren en la cantidad de parábolas…" véase la
nota de pié nº 2 en la p. 61)

[14] (nuestra RV60 presenta a mi juicio
equivocadamente, como título: "La parábola del
redil" cuando vemos que el v. 6 despeja toda duda)

[15] A. T. Robertson, Op. cit., p. 199.

[16] M. S. Terry, Op. cit., p. 134, 135. (las
cursivas son suyas)

[17] R. Fricke, Op. cit., pp.146, 147.

[18] Alexander B. Bruce, Op. cit. (vol. II),
p. 36. (las cursivas son suyas)

[19] M. Cadenas Mujica, en: loc. cit.

[20] G. E. Ladd, Op. cit., p. 134.

[21] M. S. Terry, Op. cit., p. 135.

[22] M. Cadenas Mujica, en: loc. cit.

[23] G. E. Ladd, Op. cit., p. 130, 131. (las
cursivas son suyas).

[24] Kittim Silva, Bosquejos para
predicadores (vol. IV), Terrassa: Barcelona, Clie, 1991, p.
149.

[25] R. Fricke, Op. cit., pp. 131, 132

[26] (parábolas y alegorías,
en: www.amen-amen.net)

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