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Rafael Cadenas: Templanza y honestidad del lenguaje (página 2)



Partes: 1, 2

Su estar en el mundo inspira una gran paz, aunque a
veces hay que sobreponerse a esos silencios suyos tan
férreos y armarse de valor para
osar romperlos. Él es apenas un postigo entreabierto, nada
más un vértigo hondo de presencia, tan dado a
marcharse y regresar intacto más cercano cuanto más
distante. Atravieso las páginas de sus libros y me
dejo caer al vacío, al fin y al cabo "Florecemos /
en un abismo."

Y en lugar de elucubrar o suponer, prefiero atenerme a
sus propias palabras, tomadas del libro Entrevistas
(Ediciones La Oruga Luminosa, 2000) y de recortes de prensa. En
Últimas Noticias el
26/06/02, a la pregunta ¿Cuál es su forma
expresiva? él responde: "Escribo poemas en
prosa"
Acerca de sus influencias, dice: "Durante
un largo período la influencia principal fue de poetas
franceses como Michaux, Rimbaud, Char. Después
volví a la forma del verso libre." (…) "De la
India
más que su literatura me ha interesado
su filosofía clásica, el pensamiento
que parte de los "Upanishads".
También me atrevo
a adivinar en su obra la lectura
atenta de Lao Tse, Chuang Tzu, Li Po.

Ante la interrogante sobre si la poesía
debe tener un mensaje ideológico o religioso, Cadenas
responde: "No. Lo que pasa es que lo que el poeta piensa
se trasluce en lo que escribe. Si uno piensa en grande. figuras
como Dante, uno sabe que detrás de su poesía
había un pensamiento filosófico, el de Tomás
de Aquino. En el caso de Shakespeare se ha
señalado sobre todo la influencia de los estoicos,
especialmente de Séneca (…) Hay un vínculo
entre filosofía y poesía aunque no se deben
confundir " (…).

En Conversaciones, traducción realizada por Cadenas a una
selección de notas de Walt Whitman
(Ediciones Monte Ávila Editores Latinoamericana 1994), se
lee este fragmento de Whitman: "Bueno, está muy bien
la cadencia, sí bastante bien; pero hay algo anterior,
más imperativo. Lo primero que se necesita es el
pensamiento (…) Soy muy reflexivo, me tomo mucho trabajo con
las palabras (…) lo que persigo es el contenido, no la
música de
las palabras."
Encuentro en la poesía de Rafael
Cadenas una tendencia parecida. No se pueden leer sus versos de
un solo tirón, cada cuatro o cinco palabras suelo detenerme y
busco dentro de mí suresonancia.

Desde Una
isla
a un destinatario desconocido

En el poemario Una isla el joven Cadenas
escribe en 1960:

Si el poema no nace, pero es real en tu
vida,

eres su encarnación.

Habitas en su sombra
inconquistable.

Te acompaña

diamante incumplido.

Una existencia vivida con autenticidad puede ser tan o
más poética que el poema mismo. Una isla
se forja desde esta reflexión sin ser una escritura de
tinte filosófico, porque emerge en la matriz
luminosa del mar y ese esplendor acompaña casi todos sus
poemas. Plantea la paradoja de la realidad y el lenguaje
que la nombra, hasta el punto de considerar la existencia del
hombre como
una "sombra inconquistable" de lo real, que es el
poema. Lo cual nos pone ante los ojos el antiguo interrogante de
si la palabra crea las cosas o éstas surgen antes que el
lenguaje.
¿O son inseparables la realidad y la palabra? A veces me
atrevo a pensar que la esencia es la palabra y el origen de todo
es el lenguaje. Me reconozco cautiva de los primeros
versículos de Juan evangelista: "En el principio era el
Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios. Él
estaba en el principio en Dios" (Juan, 1, 1-2). Lo visible no es
sino una sombra de aquello que ES, el poema supremo de Sí
mismo.

Cuando se vive en una isla arrojado al desarraigo se
está uno sometido a la caricia o a la garra de luces y
sombras, doble visión que viene de lo alto y se refleja en
las aguas. Por eso la luz entra a
raudales en este poemario:

Muelle de enormes llamas / Navíos que
viajan al sol / (…) Ciudad de corazón de
árbol / (…) La luz golpea mendigos /
(…)

Y la significación polifónica de los
versos abarca el lugar donde se refugia un personaje
femenino:

tú entras en la luz
(…)

tú comienzas a recorrer el tiempo como un
licor (…)

tu cuerpo es un arrogante / palacio / donde vive
/ el / temblor.

El amor
transforma el exilio en libertad,
porque cuando somos libres y estamos bien, poco nos damos cuenta
de ello y se nos pasa la vida sin pena ni gloria, aferrados a la
rueca de los hábitos que nos convierten en máscaras
de mueca inmóvil:

El amor nos transforma … el pobre
carcelero se creía libre porque cerraba la reja, pero a
través de ti yo era innumerable.

(…) El amado pronuncia el encantamiento
que cubre una zozobra.

Mas el poeta advierte que nada ni nadie en este mundo es
para siempre y hay que partir de todo en cada
instante:

No hay luz que nos enlace

(…) nuestras fiestas convertidas en
fogatas / que avientan su ilusorio
mediodía.

En el exilio del alma los
pequeños detalles salvan de la desolación, aun en
la más triste de las separaciones: "El exiliado
deplora las patrias / Rehuye escisiones. Se encamina hacia el
instante
" Siempre lo acompaña un
diamante incumplido: la libertad de poetizar.

En su obra intuyo una observación rigurosa de su propio
espíritu, así como de los pequeños sucesos
cotidianos, como por ejemplo, escuchar las voces
infantiles de los niños
de la casa pidiendo un helado o salir a comprar el
periódico. Encuentro una síntesis
de la existencia y su valoración, una visión del
hombre acerca de sí mismo, de sus vivencias, una
conmovedora comprensión de sus propias marchas y
contramarchas, y una prontitud esencial en el uso del
lenguaje.

Visión que siempre será una visión
parcial, pues ningún ser humano puede aquilatar la
verdadera dimensión de otro ser, que es
infinita.

Cuadernos del
destierro

"Busca tu alma, ámala,
tócala, cultívala",
escribe Rimbaud en
su Carta del
Vidente. Percibo en la poesía de Cadenas a un ser que se
adentra en profundidad en su condición más
íntima y la desviste de eufemismos:

Yo, envés del dado, relataré no sin
fabulaciones mi transcurso por tierra de
ignominias y dulzuras, rupturas y uniones, esplendores y
derrumbes. (Del libro Los Cuadernos del destierro
1960)

El que observa sin velos la caída de sus propias
máscaras anhela imperiosamente "ver" su verdadero rostro.
¿Quién soy, cuál de mis yoes es el que
es?:

(…) Un día comenzó la
mudanza de los rostros (…) todos escenificaban una
danza de
posesos sobre mis hombros (…) Mi rostro
¿dónde estaba? Debí admitir, tras dolorosa
evidencia, que lo había perdido.

Revela el desconcierto de quien despierta en una
irrealidad habitada por cientos de espejos deformantes y no sabe
cuál de todas esas imágenes
es la verdadera. Estos versos que desgarran sin piedad a Cadenas
me hacen pensar en las palabras de Rimbaud en su Carta del
Vidente:

"El primer estudio del hombre que quiere ser poeta es su
propio conocimiento,
entero; busca su alma, la inspecciona, la tantea, la aprende. En
cuanto la conozca, ¡debe cultivarla! (…) El poeta se
hace vidente por un largo, inmenso y razonado
desajuste de todos los sentidos.
"(…)

Falsas
Maniobras

Cuando he vivido la experiencia de un fracaso me siento
más cerca que nunca de mí ser. De los triunfos poco
aprendí, ellos me alejaron del encuentro con lo insondable
que se esconde más allá de la apariencia. Por eso
me conmueve el poema Fracaso del libro Falsas
Maniobras
. Es la extraña y honda hermosura que siento
en unos versos traspasados de lucidez:

Cuando ponías tu marca sobre mi
frente, jamás pensé en el mensaje que
traías, más precioso que todos los
tiempos.

Tu llameante rostro me ha perseguido y yo no supe
que era para salvarme

(…) Gracias por
apartarme
.

Cuando el hombre se
sumerge en su propia soledad surge el poema, bien sea hecho de
palabras o de sangre.
"¿Quién sabe de la Noche?", escribe Juan Liscano en
el primer poema de Nuevo Mundo Orinoco. ¿Quién sabe
de la desolación y del abatimiento a muerte, del
fracaso absoluto sino aquel que lo padece?

En el vórtice del torbellino más negro
puede asomar un celaje de esperanza. Por eso me gusta el poema
Beloved Country, con su arcoiris de sentidos, porque según
sea el estado del
ánimo de quien lo lee, significa el canto nupcial con el
"sí mismo", o la llama del encuentro con el amado (a), o
tal vez el regreso al núcleo de la tierra, o
también el reencuentro con la palabra que se había
negado a regresar al poeta en su abandono:

Cuánto tuyo no se desenvuelve como
música perdida en mí.

País al que regreso cada vez que me he
empobrecido.

(…)

Nunca me has negado tu leche de
virgen.

Mi reflujo, mi fuente secreta, mi anverso
real.

Ignoro el alcance de tu olor de especia, pero
sé que has estado en
todos mis puntos de partida, envolviéndome. Oriente
solícito, como una ceremonia.

País donde van las líneas de mi
mano, lugar donde soy otro, mi anillo de bodas. Seguramente
estás cerca del centro.

Este poema me trae el lejano aroma de la raíz que
tiene sed de beber en la fuente de la vida y se hunde al fondo de
la tierra en búsqueda de la madre, amante, esposa y alma
en exilio. Que no otra cosa es estar en este mundo más que
un exilio del alma que ha sido apartada temporalmente de la
palabra que la creó.

Intemperie

Del poemario Intemperie me cautivan estos
versos:

Hazte a tu nada

plena.

Déjala florecer.

Acostúmbrate al ayuno que
eres.

Que tu cuerpo se la aprenda.

(Poemas selectos, p. 68)

Esta referencia trae a mi mente los versos sobre la
"Nada" leídos en el libro "La Nueva Tierra" del hombre nuevo
(Ediciones Custodia de Tierra Santa, 1977):

La "Nada" es lo más cercano al Ser

y es lo que somos:

somos "Nada".

La "Nada" está más allá del
pensamiento,

ella está por encima del
entendimiento.

Por tanto, no se llega a ella por el
conocimiento,

sino por la "renunciación".

Para llegar al Ser hay que dar un salto

en el vacío,

ese "vacío" es la "Nada".

En casi toda la poesía de Cadenas y sus escritos
en prosa, como los Apuntes sobre San Juan de la Cruz y la
mística
se percibe un desprendimiento para alcanzar
la sabiduría en la más absoluta sencillez, sin
pretender ser moralizante, lejos del culto a la
personalidad. En la flaqueza y sobre todo a través de
ella se roza el borde del amor, en la mayor indigencia se siente
la intensidad de lo hermoso, ese "diamante incumplido" que se
haya detrás del espejismo de la nada.

Amante

Como si no se pudiera respirar, en un ahogo, en asfixia
casi mortal se vive cuando se está lejos del amado(a).
Nada interesa al cuerpo, todo es baratija, remedo de vida cuando
él o ella no ama o no sabe que ama:

¿Cómo pudiste
vivir

de la idea

que la ocultaba,

con un sabor

que no era el de ella,

huyendo

de su aparecer

que era también el tuyo? (Del poemario
Amante)

Cuando se está lejos de la presencia amada el
mundo se desdibuja, pierde peso, se regresa al bosquejo, a
aquello en el anhelo bosquejado. Únicamente importa
él o ella, su latido, su respiración. Quien se enamora está
dispuesto a traer, como escribe Emily Dickinson "rosas de
Zanzíbar / abejas por millas, / desfiladeros azules /
ejércitos de mariposas." Ningún elíxir calma
la sed ni cura el mal; apenas se respira y el pulso se suelta a
latir sin concierto porque uno se quiebra y es
capaz de lo imposible.

Es el enamoramiento sin correspondencia una semilla de
la más loca imaginación, lo imaginado sobrepasa
casi siempre a la realidad, es más atrayente porque no se
transforma en concreciones que suelen no cumplir el
ensueño. Muestra de ello
la pasión del Quijote por su adorada Dulcinea del Toboso,
ejemplo de la hermosura y el encanto que el propio Quijote
inventó en su pensamiento y en su
corazón.

El dolor del amor ausente no desaparece sino con
presencia tangible:

Llegas

no a modo de
visitación

ni a modo de promesa

ni a modo de fábula

sino

como firme corporeidad, como
ardimiento,

como inmediatez.

(Amante)

La realidad refleja casi siempre un solo lado de las
cosas, y si nos damos vuelta, el espejo, con esa terquedad tan
lógica
de su sino, continuará revelando tan solo el otro lado del
ser. Así también, los otros reflejan nuestro rostro
empañado por sus ideas predeterminadas sobre cómo
se imaginan que somos, o cómo quisieran que
fuéramos.

Nadie logra conocernos absolutamente. Sólo existe
un ser que en un instante es capaz de ver, sentir, saborear y
saber cómo somos. Debiera decir, más bien,
qué somos, quienes somos:

Eludías

el encuentro

con el tú

magnífico,

el que te toma

y te anula como tempestad

y de ti arranca al que busca

(Amante)

El amante posee por entero nuestra imagen y nos la
devuelve intacta, íntegra, plena de toda plenitud. Nos
entrega también algo más que antes no
éramos, porque habíamos sido fragmentados, porque
cuando llegábamos a ser, no había espejo que nos
contemplara, ni había cáliz que contuviera nuestra
sangre toda.

Después de haber vivido la experiencia de la
otredad salvada y vencida por lo inexorable, el amor, que
se revela por encima de cualquier pensamiento, de cualquier
medida, el hombre se encuentra íntegro ante sí y
adquiere la "conciencia cósmica que nace de una
compenetración del fondo más profundo del individuo con
la vida de todos los seres y con el
universo",
esa conciencia a la
cual se refiere Rafael Cadenas en el prefacio a su
traducción de algunos fragmentos de Walt Whitman
(Conversaciones
). Me gusta pensar que cuando Cadenas se
refiere a esa "conciencia cósmica", se
describe también a sí mismo.

Y el poeta deja de verse separado, fragmentado, solo de
toda soledad, porque posa el pie en la experiencia única,
irrepetible, imborrable de ser uno con la vida, de ser vida en la
Vida.

No es el éxtasis de los amantes la única
vía del encuentro con la totalidad. Recordemos a San Juan
de la Cruz: "Sin arrimo y con arrimo / sin luz y a oscuras
viviendo / todo me voy consumiendo. / Mi alma está
desasida / de toda cosa criada / y sobre sí, levantada / y
en una sabrosa vida / sólo a su Dios arrimada". La
agonía y el éxtasis del fraile Juan florece en la
unión con el Amado.

Voluptuosa experiencia irreversible, "restaurada
inocencia",
florecimiento "en un
abismo
", el abismo del ser. Cadenas invita a
Vivir / en el sabor de ser.

/…

Y nos hace una confesión:

Sólo he conocido la libertad por
instantes, cuando me volvía de repente cuerpo.

Manera de decir, con prontitud de lenguaje, haber encontrado un
rostro ajeno que lo refleja íntegro y le permite ser con
absoluta libertad, porque decir cuerpo es decir un todo, es no
estar escindido en esas incómodas, a veces penosas
categorías del cuerpo y el alma.

Versos que ya son míos y de todo aquél que
sea tocado por ellos. Palabras que conducen al resplandor,
magnífico y terrible, de entregarnos al abrazo del
origen:

Y ella lo obligó a la más honda
encuesta,

A preguntarse qué era en realidad
suyo.

Después lo tomó en sus
manos

Y fue formando su rostro

y lo devolvió a los brazos del
origen.

(Amante)

Importancia del lenguaje

En 1984 Cadenas escribe: "(…) La
situación de deterioro que he descrito de manera muy
sucinta tiene graves consecuencias para el venezolano. El
desconocimiento de su lengua lo
limita como ser humano en todo sentido. Lo traba; le impide
pensar, dado que sin lenguaje esta función se
torna imposible; lo priva de la herencia cultural
de la humanidad (…) lo convierte en presa de embaucadores,
pues la ignorancia lo torna inerme ante ellos y no lo deja
detectar la mentira en el
lenguaje"
(…) Nunca como hoy tiene validez esta
aseveración, cuando la falsedad se extiende cada vez
más en casi todos los ámbitos.

Estamos ante una de las reflexiones más
importantes contenidas en este libro. Un lenguaje deficiente y
empobrecido hace a un pueblo esclavo de la ignorancia. Con
frecuencia recuerdo las palabras del profesor de
Fonética Higgins, personaje de la obra Pigmalión de
Bernard Shaw, que se conduele amargamente de la joven vendedora
de flores por su "espantosa" manera de hablar, con graves errores
en la pronunciación del idioma inglés.
Él asegura que si tuviera ocasión de
enseñarle a expresarse correctamente, la joven se
convertiría en una dama capaz de ser la dueña de
una floristería. No es asunto de afincarse en el sentido
utilitario de dominar una lengua, más bien se trata del
dolor que causa el incomprensible desprecio por aquello que nos
es más ínsito. No amar el lenguaje es dejar de
amarnos a nosotros mismos.

*Todas las negritas en cursivas son fragmentos de
poemas o ensayos de
Rafael Cadenas

 

 

 

 

 

Autor:

Carmen Cristina Wolf

Partes: 1, 2
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