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La negociación en la toma de la Embajada Japonesa en Perú (página 3)



Partes: 1, 2, 3, 4

El 04 de marzo se suscita un impasse entre Japón y
Perú, debido a que el primer ministro japonés,
Hashimoto, confirmó a políticos de su país
que el Gobierno peruano
había excavado túneles hacia la Residencia. El 18
de ese mismo mes, se produjo la visita del Secretario de Estado de
Asuntos Exteriores de Japón, Masahiko Komura. El Gobierno
japonés instó a Fujimori a que acelere el proceso de
solución pacífica. Al siguiente día, se
produjo un segundo impasse suscitado porque la agencia de
noticias
japonesa, Kyodo News, informó que Alberto
Fujimori estaba dispuesto a llegar a un compromiso sobre la
liberación de los terroristas encarcelados. Esto fue
condenado por Fujimori quien sostuvo que "tal vez, para otros
países la posición peruana puede no tener mayor
significación y pretenden buscar soluciones que
no tengan en cuenta esto". Agregó que:

Los peruanos, hemos sufrido durante quince años la
violencia
terrorista que ha causado 25 mil muertos por el MRTA y el Sendero
Luminoso, con pérdidas materiales
equivalentes a la deuda externa. No
podemos retroceder. Lo siento mucho, pero esta es una
posición firme, aunque parezca dura" (Dietrich, 2002, p
47). Repito en forma contundente y definitiva que la
posición de mi gobierno sigue siendo la misma. No hay
liberación de presos del MRTA; no habrá una sola
liberación, y cualquier afirmación en sentido
contrario es falsa. Si alguien o alguna entidad tiene alguna
sugerencia que permita una solución rápida sin
arriesgar la seguridad del
país –es decir, sin liberar a los presos del MRTA-,
yo le ruego encarecida y públicamente que me la alcance al
despacho presidencial, pero, repito, bajo las condiciones de
mantener la seguridad del país. (Cronología, 1997,
p. 49).

El 21 de marzo, Fujimori se reunión con Terada con
quien analizó la situación y las alternativas de
solución a la crisis de los
rehenes.

Tal fue la importancia de Japón en las negociaciones
que se llevaron a cabo entre el MRTA y el Gobierno que se
aseguró en los medios
periodísticos que la actitud de
Cerpa Cartolini cambió de una flexibilización que
supuestamente había asumido, a un endurecimiento y
retroceso a su posición inicial de liberar a todos los
miembros del MRTA. Este cambio radical
se produjo luego que una cadena de televisión nipona, TBS (Presión
del gobierno japonés favorece posición de rebeldes
frente a Fujimori, 1997, El Nacional, p. A2),
aseguró que el primer ministro, Ryutaro Hashimoto
solicitó al mandatario peruano que aceptara excarcelar a
los emerretistas presos a cambio de los rehenes.

El 06 de abril de 1997 el presidente del Congreso de
Perú para el momento de la Toma, Víctor Way Rojas,
analizó en Tokio la crisis de los rehenes con el primer
ministro nipón, también para ese entonces, Ryutaro
Hashimoto. El 15 de ese mismo mes, representantes del Gobierno
japonés: Shumichi Sato y Katsuyuki Tanaka, se reunieron
con el Monseñor Juan Luis Cipriani. Al siguiente
día, el ministro de Relaciones Exteriores de Cuba del
entonces, Roberto Robaima, llegó a Tokio para tratar con
las autoridades japonesas la crisis de los rehenes en Lima.

Al final de la crisis, Ryutaro Hashimoto, expresó sus
agradecimientos al Gobierno peruano al haber dado fin a la
crisis. No obstante agregó que "esperábamos que se
hallara una solución que evitara el recursos de las
armas (.) el
Gobierno peruano no nos advirtió antes de dar el asalto"
(Cronología, 1997, p. 57).

El 09 de mayo, el primer ministro de Japón, Ryutaro
Hashimoto, visitó Perú para agradecer al Gobierno
peruano la liberación de los rehenes y además se
disculpó por la forma como su Gobierno intervino en la
crisis "me doy cuenta de muchos puntos problemáticos y
como Jefe de Gobierno me disculpo" (El premier nipón
viajó a Lima para agradecer rescate de los rehenes, 1997,
El Nacional, p. A.2). Además de eso Hashimoto
condecoró a los dos comandos que
murieron en la Retoma, entregó una placa al grupo de los
140 comandos de las fuerzas armadas que participaron en la
acción,
depositó ofrendas
florales en las tumbas del magistrado Carlos Giusti y de los dos
comandos y visitó junto con Fujimori a Francisco Tudela en
el hospital. Igualmente, expresó que en Japón se
formó un Fondo de Solidaridad para
apoyar a los deudos de los dos militares caídos durante el
rescate de los cautivos. El gobierno de Japón
también destituyó a su embajador en Lima por las
fallas de seguridad que permitieron la Toma de su residencia en
la capital
peruana.

Otro frente de negociación fue el establecido entre los
rehenes con los tomistas. A comienzos de la crisis se
empezó a especular sobre un posible "Síndrome de
Estocolmo"[7] producido entre los rehenes y el
grupo captor, tal como lo apunta Aznarez (1996, El
País
). Un hecho registrado fue el de un empresario que
se acercó a "El Árabe" y le dijo "ya me
gustaría tener en mi empresa personas
tan resueltas como usted, con su gran capacidad de liderazgo".
También se conoció de una "mesa redonda
que se produjo entre guerrilleros y rehenes el 21 de diciembre y
de los autógrafos que
algunos de los rehenes le pidieron a Cerpa Cartolini a quien
además le recomendaron descansar.

Al momento de la retoma, uno de los emerretistas tuvo tiempo de
llegar hasta un cuarto de los rehenes y los apuntó con una
metralleta, pero no disparó. "Las relaciones de
afectividad establecidas durante el prolongado cautiverio parecen
haber sido determinantes" (Revelan los rehenes: Algunos rebeldes
fueron abatidos pese a haberse rendido, 1997, El
Nacional
, p. A2). Se reseñan las palabras del
entonces ministro peruano de Agricultura,
Rodolfo Muñante, "Creo que ese muchacho estaba muy cerca
de nosotros y entonces decidió no disparar" (ob.
cit.).

Sin embargo, otros observadores no opinan lo mismo. Murakami
(citado por (Dietrich, 2002, p. 47), uno de los 72 rehenes,
relató que entre marzo y abril de 1997 la situación
se tornó peor. Era bastante alta la posibilidad de una
rebelión interna liderada por los rehenes peruanos. Los
rehenes japoneses por su parte, expresaban desconfianza hacia el
Embajador Aoki porque esperaban que éste
desempeñara un papel más activo. A mediados de
marzo, uno de los rehenes, el Vice-Almirante AP Luis Giampietri,
lanzó una piedra por la ventana con un mensaje mediante el
cual exigía al Gobierno que hiciera llegar armas a manos
de los rehenes. Según Murakami, la rebelión estaba
prevista para el 25 de abril y se hubiese producido de no haberse
dado la incursión militar.

El 13 de marzo, el propio Cerpa Cartolini, le ofreció
disculpas y garantías al entonces embajador boliviano en
Lima, Jorge Gumucio quien fue encañonado por un
emerretista al que increpó por lanzar consignas ofensivas
contra Bolivia. Por
su parte, el padre jesuita y uno de los rehenes Juan Julio Wicht,
señaló que durante el rescate que los
secuestradores solían entrar a los cuartos donde los
mantenían retenidos, apuntándolos con armas
automáticas y advirtiendo que serían asesinados si
el ejército peruano los atacaba. Uno de los rehenes, el
secretario general de la Presidencia de Perú, Ricardo
Kamiya, narró a Caretas (Palabra de rehén,
1997) que el emerretista encargado de asesinar al canciller
Tudela si se producía una intervención militar, no
dudó en hacerlo, pero su tarea fue impedida por uno de los
comandos que resultó muerto en su función de
salvaguardar la vida del Ministro de Relaciones Exteriores.
Kamiya también señaló que dos veces por
semana los secuestradores ensayaban la manera cómo
ultimarían a los rehenes si se producía una
incursión militar.

Otros rostros de la negociación lo representaron los
países que tenían emerretistas presos y rehenes en
la Residencia. Es el caso de Uruguay,
Guatemala y
Bolivia, los cuales fueron ya tratados en el
apartado de Negociación internacional de este mismo
capítulo.

Cuba y República
Dominicana, los países que aceptaron servir como
asilo, representan otra arista de
negociación[8]

Los medios de
comunicación también representaron un frente de
negociación, siendo el caso de que el 26 de marzo el
diario peruano Expreso reafirmó mediante un
editorial, su posición ante una posible
excarcelación de presos del MRTA ".el presidente Fujimori
debe saber que parte importante de la ciudadanía –y Expreso con
ella- considera que aceptarla equivale a claudicar, y que se
derivarían males incontables para el país de
semejante acto de capitulación." (Cronología, 1997,
p. 51) Esta posición fue criticada por el Monseñor
Cipriani quien señaló que:

"algunos medios periodísticos, que, ajenos a la
dimensión humana, y estamos ante un problema humano, no
político, hablan de claudicaciones (.) Nosotros procuramos
avanzar, pero déjenme que les diga: me parece que a veces
hay alguien que todo lo que procuramos construir, lo rompe.
Cuando ya se piensa en un mejoramiento de las condiciones,
aparecen declaraciones de periodistas, quienes se rasgan las
vestiduras. (.) todo mi agradecimiento a la comunidad
internacional, todos mis respetos al Presidente de la
República, pero no puedo decir todos mis respetos a
determinada información." (Palabras de Cipriani citadas
por Cronología. ob. cit. p. 51.)

El diario en cuestión respondió señalando
que había recibido de parte de Cipriani una
amonestación. Apuntó que no era un asunto de
perdón, porque entonces tendrían que perdonar cada
vez con mayor frecuencia "todos somos rehenes en este momento. No
podemos condenarnos a serlo para siempre cediendo hoy al chantaje
terrorista" (Opinión del diario Expreso, citada
por Cronología. Ob. cit. p. 52.). Cipriani volvió a
responder señalando, entre otras cosas, que no se
debía añadir problemas
extras a esa situación difícil.

Factores que influyen en la
negociación

Bercovith, autor citado por Ovejero (ob. cit. pp. 163-164),
divide en cuatro grupos, los
factores que influyen en la negociación: rol,
situacional, interactivos y personales
. El primero tiene que
ver con el rol, los cargos o posiciones que condicionan las
opciones disponibles a los negociadores. Según su rol, las
partes pueden recibir presiones de terceros a los que les deben
lealtad, compromiso y responsabilidad. En este sentido, Fujimori, como
Presidente de Perú, tenía el compromiso y la
responsabilidad con todos y cada uno de los familiares de los
rehenes de resolver la crisis manteniendo la integridad de ellos.
Tenía un compromiso con los gobiernos de los países
que tenían rehenes en la Embajada, que finalmente fueron
quedando sólo japoneses. En especial tenía
compromiso con Japón por ser la Embajada de ese
país en Lima donde se produjo el suceso. Tenía
también compromisos y responsabilidades con el pueblo y
con las instituciones
del Estado peruano. Por su parte, Néstor Cerpa Cartolini,
como líder
de la toma, por su rol tenía compromisos con los
emerretistas en prisión, especialmente con su esposa,
además del compromiso que tenía con los 13
guerrilleros que participaron en el secuestro guiados
por él.

Otro de los factores que influyeron en las negociaciones,
tiene que ver con lo situacional. Aquí ubicamos el espacio
físico donde se produjo la crisis motivo de la
negociación, la Embajada Japonesa en Perú. Un sitio
cerrado, que impedía la movilidad de los captores, junto
con sus rehenes. Igualmente, dentro de lo situacional se
encuentra la implicación de terceros, como lo representa
la Comisión de Garantes, tema que se desarrollará
en el IV Capítulo: Intermediación, en lo que
respecta a mediación. Lo situacional tiene que ver
también con la violencia como elemento histórico en
la sociedad
peruana y la presencia para el momento del secuestro, de dos
grupos guerrilleros, temas que fueron tratado en el
Capítulo I: El Conflicto.

Los factores interactivos tienen que ver, entre otras cosas,
con las relaciones de poder entre
las partes. En este particular, Álvarez explica que
"resolver una disputa sobre la base del poder implica que una
parte tiene la capacidad de imponerle los "costos", en toda
la extensión de esta palabra (económicos,
políticos, entre otros), a la otra o amenazar con hacerlo"
(2003, p. 98). Señala además que el poder es una
cuestión de percepciones, sin embargo aquí se
tratará de manera de los indicadores
objetivos de
ostentación del poder.

Por su parte, Fronjosa conceptualiza que un elemento de poder
es aquel "que permita: desarrollar la capacidad o habilidad para
llevar algo a cabo, o ejercer algún grado de control sobre
eventos,
situaciones o acciones de
los demás" (2005, p. 141). El autor enumera aquellos
elementos que siendo fuentes de
poder, no son tan obvios como la simple "fuerza bruta",
de los cuales se utilizarán los que aplican al caso que
nos compete (p. 146):

  • 1. Información: el manejo de la
    información estuvo en manos de los emerretistas
    durante el proceso del Conflicto latente y en la Escalada del
    Conflicto, ya que para diseñar y llevar a cabo la Toma
    requirieron información referente al momento y sitio
    específico donde se llevaría a cabo. Sin
    embargo durante el proceso de estancamiento del conflicto, el
    grupo irregular sólo disponía de la
    información que le suministraban los miembros de la
    Comisión de Garantes. Pasó entonces el poder a
    manos de Fujimori, quien basado en tecnología y en la
    misma información que suministraba el grupo captor a
    través de sus declaraciones, logró conocer
    todos los detalles de las actividades dentro de la Embajada y
    también los intereses y el MAAN del MRTA.

  • 2. Uso del tiempo. Este recurso de poder fue
    excelentemente usado por Fujimori, quien al comienzo del
    secuestro se inhibió a pronunciarse, hasta tanto no
    poseer la totalidad de la información requerida,
    evitando así precipitaciones que pudiesen evidenciar
    descontrol de la situación. Posteriormente, el ex
    mandatario peruano usó el tiempo que se llevó
    las conversaciones con la Comisión de Garantes para
    cavar el túnel que lo llevaría a realizar la
    Retoma de la Embajada, Operación Chavín de
    Huantar, y así producir el desenlace del
    conflicto.

  • 3. Reconocer necesidades. El ex Mandatario
    peruano pudo haber reconocido las necesidades de
    aceptación que tenía el MRTA ante la
    opinión pública, lo que pudo haber sido
    utilizado para proponerle al grupo captor, y que éste
    aceptara, una vía negociada y mediada por la
    Comisión de Garantes. Esta vía implicaba
    dilatar cualquier decisión de Fujimori, lo cual,
    además de ser plenamente justificado, le proporcionaba
    tiempo e información para llevar a cabo la Retoma.

  • 4. Capacidad de generar opciones. Este
    elemento fue utilizado por el Gobierno peruano quien
    planteaba alternativas de solución al conflicto.
    Específicamente Fujimori planteó en diversas
    oportunidades:

No se han planteado soluciones de fuerza y por tanto no se
rehuye el diálogo lo
cual se demuestra con el nombramiento del Ministro Palermo como
interlocutor del Gobierno.

El Gobierno no elude su responsabilidad en la búsqueda
de una salida con la más clara disposición para
actuar con sentido humanitario.

El Gobierno procura que se supere el problema por la
vía pacífica a través de una salida que no
vulnere los derechos humanos
de rehenes ni de captores.

El Presidente hace una propuesta para descartar la posibilidad
del uso de la fuerza. (Extractos del discurso de
Alberto Fujimori que hace el autor Ormachea, 1997, p. 8).

  • 5. Experiencia / experticia. Este recurso de
    poder no parece haber sido utilizado con eficacia por el
    MRTA, pues aunque habiendo realizado otros actos calificados
    como de terrorismo (ya tratados en el Capítulo I:
    El Conflicto: Movimiento Revolucionario Túpac
    Amaru
    ) y a pesar de que la Toma fue un éxito al
    momento de detonar el conflicto, esta victoria no
    prosperó y no consiguió el objetivo central de
    su solicitud. Peor aún, la Retoma por parte del
    Gobierno peruano terminó con los irregulares. Fujimori
    por su parte, sí utilizó su experiencia y
    experticia en el trato con los terroristas al momento de
    eliminarlos y utilizar la liberación de los rehenes
    como un punto a su favor para retomar popularidad.

  • 6. Capacidad de "inversión". Invertir
    fue lo que hizo Fujimori en la Operación Chavín
    de Huantar. Ello se demostró en la tecnología y
    número de efectivos utilizados.

  • 7. Capacidad de alianzas y asociaciones. El
    hecho de ser Jefe de Estado, le proporcionaba a Fujimori
    alianzas con homólogos de Japón, Cuba y
    República Dominicana; para encontrarle fin al
    conflicto. Por parte del grupo irregular, nunca se conocieron
    sus alianzas con otros grupos guerrilleros.

  • 8. Cuestionar lo establecido (procedimientos,
    normas, "status", autoridad, . . .).
    En este caso el
    poder lo tenía Fujimori quien aunque estableció
    la creación y miembros de la Comisión de
    Garantes, cuestionó y negó la posibilidad de
    aceptar los miembros propuestos por el MRTA.

Agrega Fronjosa que existen varios medios de ejercer el poder
(2005, pp. 147-148), de los cuales, nuevamente se
desarrollará los que son pertinentes para el estudio:

  • 1. Imponer (sólo asequible a una
    contraparte fuerte).
    Un medio utilizado por el MRTA
    cuando impuso sus condiciones para liberar a los
    secuestrados. Su fortaleza residía en la
    disposición que tenía de los rehenes.
    También fue utilizado por el ex Presidente peruano,
    cuando estableció sus condiciones de
    negociación y se negó a liberar a los
    emerretistas presos. Su fortaleza se desprendía de su
    posición de Jefe de Estado.

  • 2. Amenazar. Tratado en el
    Capítulo II: El Detonador – Escalada del
    Conflicto: Tácticas y Estrategias de las partes.
    Transformación de tácticas blandas a
    tácticas duras
    , fue un medio de poder utilizado
    por el grupo irregular.

Retomando a Bercovith (el autor citado por Ovejero) en cuanto
a los grupos de factores que influyen en la negociación,
el cuarto grupo tiene que ver con los de carácter personal, que es
donde ubicamos las características individuales de los
actores, tales como actitudes,
expectativas, conductas, etc.

Tácticas y estrategias de la
negociación

Álvarez desarrolla tres estrategias básicas para
tratar el conflicto (2003, pp. 78-82): ganar-perder,
perder-perder y ganar-ganar. Para el caso que
nos ocupa se tratará las dos primeras, ya que son las que
aplican, en virtud de que en ninguno de los casos se
intentó establecer una relación duradera entre las
partes que llevaría a una relación
ganar–ganar. Advierte la autora que las dos
estrategias escogidas suponen el hecho de que al menos una de las
partes no alcance su objetivo y que
es muy frecuente el número de conflictos que
se encuentran en esta situación.

La autora enumera además las características
comunes de estas dos estrategias, que tienen que ver en principio
con que se establece una clara distinción entre "nosotros
y ellos", más que una orientación de "todos frente
al problema". Se personaliza así el conflicto,
adjudicándose culpas y responsabilidades en lugar de
despersonalizarlos por medio de un análisis objetivo de los hechos, los
procedimientos
y los problemas. En este caso el alto nivel de conflicto
existente tratado en el Capítulo II: El Detonador
– Escalada del Conflicto
, colocaba a los actores como
enemigos, y éstos a su vez, personalizaban los puntos de
confrontación.

Igualmente, las energías se dirigen hacia la otra parte
en una atmósfera, al menos
al principio, de victoria total o de derrota total. Si se le
hubiese otorgado las peticiones al MRTA la victoria para
éste hubiese sido total. Igual que fue la victoria total
para la salida optada por Fujimori.

Y finalmente, cada una de las partes ve el problema desde su
propio punto de vista, orientadas hacia el conflicto al recalcar
el desacuerdo inmediato, marcando el acento hacia el pasado: por
un lado causales y causantes, sobre todo hilvanando razonamientos
encadenados a la búsqueda de la "verdad de cada parte",
teniendo como finalidad el llegar a una solución. En
contradicción de lo que se debería buscar: una
definición de metas, valores o
motivos que deban alcanzarse junto con la solución,
orientándose así hacia una relación al
destacar el efecto a largo plazo de sus diferencias y la forma en
que éstas se resuelven.

Por las características propias del conflicto que nos
ocupa y de los actores participantes en él, es evidente
que cada uno buscaba el máximo beneficio para sí
resaltando las acciones negativas realizadas por la contraparte
antes del secuestro. Aunque, como se señaló en el
Capítulo I: El Conflicto: Movimiento
Revolucionario Túpac Amaru
, al comienzo del Gobierno
de Fujimori él planteó un diálogo con la
guerrilla, esto nunca se produjo, y para el momento del secuestro
ninguno de los dos actores tenía intención de
establecer una relación de diálogo post Toma.

Errores en la negociación

La revista
Caretas (Memorándum. 1997) publicó un
memorándum que el especialista Roger Fisher le escribe al
ministro para entonces, Domingo Palermo, mediante el cual esgrime
unas propuestas con el fin de colaborar con la salida
pacífica de la crisis. Fisher inicia con un diagnóstico identificando cuatro
obstáculos a la solución pacífica de la
situación de rehenes. Empieza por identificar una mala
comunicación la cual impide identificar los
intereses de las partes. Seguidamente advierte lo desventajoso y
poco prudente que podría tornarse el escenario si se
realizan concesiones, dado por lo complejo de la situación
en la que están en riesgo la vida de
rehenes. En lugar de ello propone producir una propuesta que
ambas partes puedan aceptar.

El tercer obstáculo que identifica es el de las
amenazas y explica que estas lo que lograrían es endurecer
las posiciones. Y finalmente, señala la necesidad de la
intervención de un mediador y opina que la Comisión
de Garantes no tiene definido claramente su conformación y
rol. Comprende que el Gobierno peruano no puede, ni debe delegar
en un tercero la decisión de liberar prisioneros que
pueden cometer más actos de violencia en el futuro, o el
riesgo de premiar la captura de rehenes. Pero, plantea que
resulta "más fácil para cada parte aceptar una
recomendación de un tercer imparcial que actúe como
mediador, que ceder a las pretensiones de la otra".

Sin embargo, luego de transcurridos los hechos y de conocer el
final de la crisis, se detecta que los errores en la
negociación se encuentran en el MRTA, puesto que se asume
que el otro bando, el liderado por Fujimori, no utilizó la
negociación con el sincero interés de
lograr la liberación de los rehenes de manera
pacífica, sino al contrario, como una estrategia para
ganar tiempo y finalmente llevar a cabo la acción
violenta.

Al contrario actuó el grupo emerretista, que aunque
hizo público lo que parecía ser su MAAN cuando uno
de los asaltantes señaló que "Estamos dispuestos a
morir junto con los rehenes si el gobierno no libera a nuestros
camaradas" (Los terroristas peruanos que mantienen 200 rehenes
piden la mediación de España,
1996, El País), luego se evidenció que su
única alternativa era el acuerdo negociado.

Pruebas de que el MRTA intentaba accionar su MAAN
podrían demostrarlo las informaciones según las
cuales el 18 de marzo de 1997 el Ministerio de Defensa
informó en un comunicado oficial, que el Ejército
Peruano había capturado a seis mandos y 32 miembros del
MRTA, pertenecientes al llamado Frente Guerrillero "Juan Santos
Atahualpa", lo que podría ratificar que el grupo estaba
accionando su alternativa al acuerdo negociado. Al día
siguiente también se difundió una
información según la cual se había realizado
una movilización de 60 emerretistas de la selva hacia Lima
con la finalidad de responder a cualquier intento oficial de
rescatar militarmente a los rehenes. Igualmente se
difundió el 23 de marzo de 1997, que un embarque de armas
destinado al MRTA habría sido detectado por fuerzas
antisubversivas entrando por la frontera con
el Ecuador. Esta
movilización de armas estaría siendo apoyada por
narcotraficantes en abierta alianza con el MRTA. Sin embargo, la
salida violenta optada por Fujimori, no tuvo retaliación
por parte de miembros del MRTA fuera de la Residencia, lo que
genera dudas acerca de la verdadera existencia del MAAN del grupo
guerrillero.

Según explica Fronjosa existen diversos factores de la
naturaleza
humana que afecta negativa o positivamente las negociaciones
(2005, p. 60-124). Es el caso de la aversión a la
incertidumbre y al riesgo. La incertidumbre se produce por
carencia de información. Esto ocurrió en el momento
de la Escalada del Conflicto tratada anteriormente, para el actor
Alberto Fujimori, puesto que el elemento sorpresa con el que
contó la Toma, produjo una alta incertidumbre en cuanto a
cuál era el grupo guerrillero que la protagonizaba;
Sendero Luminoso o Movimiento Revolucionario Túpac Amaru,
al número de guerrilleros que participaron, armamento con
el que contaban, cuáles eran sus solicitudes y
cuáles eran alternativas a un acuerdo negociado (MAAN) del
grupo captor.

Al transcurrir las semanas, la incertidumbre pasó al
MRTA, dada la situación de claustro en la que se
encontraban, ya que no poseían ningún tipo de
comunicación con sus compañeros, al margen de las
declaraciones de Isaac Velazco desde Hamburgo. Los guerrilleros
entonces desconocían las alternativas a un acuerdo
negociado (MAAN) de Fujimori. Este último logró
disipar su incertidumbre ya referida a través de modernos
equipos que le proporcionaban información acerca de cada
uno de los movimientos de los 14 guerrilleros y del armamento que
poseían dentro de la Embajada, como se pudo conocer al
momento de la Retoma. Igualmente, el Gobierno peruano pudo saber
cuáles era los intereses, el MAAN y el punto de resistencia del
MRTA, a través de los encuentros que se produjeron
mediados por la Comisión de Garantes, las visitas que se
realizaron al interior de la Embajada, las mismas declaraciones
de Néstor Cerpa Cartolini, así como la conducta asumida
por los guerrilleros.

El riesgo, provocado por la incertidumbre, estuvo siempre
presente entre los dos actores principales: el Gobierno peruano y
el MRTA. En el Gobierno peruano el riesgo consistía en la
vida de los rehenes, evidentemente. Pero además
existía el riesgo de al ceder en su posición, ser
observado como vulnerable ante la opinión
pública y derrotado en su política
antisubversiva.

Para el MRTA el riesgo residía en su propia
supervivencia física y
también la supervivencia del MRTA porque como grupo
guerrillero ya estaba debilitado cuando sus máximos
líderes estaban en prisión y se agravó la
situación con el secuestro, ya que en este participaban
los últimos líderes en libertad como:
Néstor Fortunato Cerpa Cartolini (Alias
"Evaristo"), Rolly Rojas Fernández (alias "El
Árabe
"), Eduardo Nicolás Cruz Sánchez
(a quien llamaban "Tito") y Salvador, quien
aún no ha sido identificado. Se conoció que el
resto de los integrantes eran jóvenes sin
preparación académica, ni en combate; que
provenían de zonas rurales semi-analfabetas, siendo
así fáciles de dirigir y persuadir.

Tal como lo señala Fronjosa "nuestras percepciones
están habitualmente cargadas de subjetivismo. Nuestro
sesgo personal son elementos de distorsión de la realidad
(.) La distorsión de las acciones se produce cuando
tomamos decisiones en base a ideas preconcebidas" (ob. cit.
p.57-58). Agrega el autor que los conceptos frecuentemente
afectados por el subjetivismo son la equidad y la
justicia. Ello
lo podemos constatar cuando el 22 de diciembre los emerretistas
liberaron a 225 rehenes y Cerpa Cartolini expresó que lo
hacía "demostrando un comportamiento
diferente al gobierno (.) como un gesto nuestro por las fiestas
de Navidad"
(Dietrich, 2002, p. 28). Con ello se pretendía demostrar
su concepto
subjetivo de justicia y equidad, distorsionando su propia
realidad como líder de una acción calificada como
terrorista.

Esta distorsión de la realidad pudo calar en el MRTA al
momento de justificar el secuestro de rehenes, siendo este un
delito calificado
como acto de terrorismo. El
MRTA explicaba que su acción era en respuesta a las
erradas políticas
económicas y sociales llevadas a cabo por el ex presidente
Fujimori. Se estima que esta motivación del MRTA de querer parecer la
"guerrilla buena" en comparación con Sendero
Luminoso[9]y al justificar su acción, fue
detectada por Alberto Fujimori, quien habría medido el
alcance de las acciones del MRTA con respecto a los rehenes.
Herir o dar muerte a uno
de los rehenes hubiese desmejorado aún más la
imagen del
MRTA ante la opinión pública, tema que siempre fue
cuidado por el grupo guerrillero; así lo habría
observado Fujimori. De esta manera, "entender las acciones y
motivaciones de la contraparte sirven para: explicar y anticipar
sus posiciones y actuar en consecuencia, sobre todo en
negociaciones competitivas" (Fronjosa, p. 106), y ello es lo que
se aprecia que fue lo que hizo Fujimori.

Fronjosa además agrega que "la distorsión de las
acciones que afectan el proceso de toma de
decisiones se deben a prejuicios o su variante conocida como
los anclajes" (p. 107). El autor conceptualiza los prejuicios y
anclajes como "modos de pensar predeterminados, independientes de
la naturaleza de
las cosas, los hechos y las personas que deben ser juzgados o
evaluados en un momento dado." (p. 108). Más adelante,
Fronjosa enumera tres manifestaciones más frecuentes de
los anclajes: el apegamiento, lo obvio y el marco de referencia o
encuadre. Así tenemos que en este caso de estudio el MRTA
pudo haberse anclado en lo obvio que le parecía el hecho
de lograr su objetivo mediante la Toma, sin verificar todas las
opciones que podría tener a su alcance.

El anclaje del MRTA produjo contradicciones en sus
planteamientos. Una de sus contradicciones se pueden observar en
cuanto a su posición de salir o no de Perú, cuando
el 15 de enero Cerpa Cartolini se mostró abierto a emigrar
al exterior, respondiendo a una propuesta del Gobierno. Cerpa
señaló a la cadena televisiva británica WTN
y a la agencia AFP: "no creo que fuera lo más adecuado
estar diciendo tal o cual país. Esas son cosas que se
tratarían en las conversaciones" (Túpac Amaru
está dispuesto a ir al exilio, 1997, El
Universal,
p. 8).

Igualmente hubo contradicciones en el MRTA en cuando al
número de emerretistas presos que exigían su
liberación. Cerpa Cartolini, en las declaraciones citadas
anteriormente, admitió que "es negociable" su demanda de
exigir la excarcelación del total de sus compañeros
en presión. Ello lo podemos observar cuando el 21 de
abril, Isaac Velazco remitió por correo
electrónico al diario La República la
lista de treinta presos emerretistas en mal estado de salud, cuya
liberación demandaría Néstor Cerpa. Sin
embargo, Cerpa desmintió esta información. Antes,
en una entrevista que
realizó Rally Bowen (Dietrich, 2002, p. 44) a Cerpa
Cartolini el mismo día del secuestro, cuando el
guerrillero expresó su exigencia de liberación de
sus compañeros presos. Sin embargo, durante la misma
entrevista habló acerca de la necesidad de mejorar "la
irracional política carcelaria que, en la práctica,
busca el aniquilamiento de los presos" (ob. cit). Estos
señalamientos pueden ser interpretados como un
reconocimiento de parte del propio Cerpa Cartolini de la
imposibilidad de éxito
de su exigencia, pero además demuestran el inicio de las
luego reiteradas incoherencias del líder guerrillero.

El 17 de marzo, el MRTA propuso al gobierno de Fujimori, la
excarcelación de veinte Túpacmarus de alto rango en
los primeros tres meses, y en los tres siguientes meses la
liberación de cuarenta de bajo rango. Propuesta que fue
rechazada por Fujimori. Posteriormente, la Comisión de
Garantes propuso la excarcelación e indulto de 31
emerretistas lo que no fue aceptado por Néstor Cerpa
Cartolini, afirmando que no se podía conformar con la
liberación de emerretistas "no famosos" y propuso una
lista con 10 nombres, y pidió a la Comisión de
Garantes que trate de liberar por lo menos a cinco de ellos. Sin
embargo, al día siguiente exigió nuevamente la
liberación de los 371 emerretistas. El 23 de ese mismo mes
un diario japonés afirmó que Néstor Cerpa
Cartolini, había aceptado la salida a Cuba en una reciente
entrevista con la Comisión de los Garantes. Otro medio de
comunicación japonés informó que los
emerretistas estaban dispuestos a aceptar la oferta del
gobierno de liberar a menos prisioneros que los demandados
originalmente. Los garantes estaban esperando que los dos lados
se pusieran de acuerdo en liberar entre 15 y 20 prisioneros. Todo
ello nos demuestran el vaivén de las decisiones y
discursos del
líder guerrillero.

Las consecuencias y los anclajes en los procesos de
negociación son: el exceso de confianza y las
expectativas. Afirma Fronjosa que el exceso de confianza, a su
vez, conduce a superficialidad, es decir a decisiones
irreflexivas y sin análisis, que pudo haber dado lugar a
las rutinas. Este fue el error más determinante del MRTA,
ya que su exceso de confianza por el poder de tener en sus manos
al grupo de rehenes, le hizo pensar que iba a influir sobre
Fujimori quien iba a declinar a favor del grupo captor.
Subestimaron así la
personalidad de Fujimori, descrita en el Capítulo
II: El detonador – Escalada del Conflicto: Alberto Kenia
Fujimori Fujimori
, quien basaba el éxito de su
gobierno en la política antiterrorista que había
llevado a cabo. Esta confianza del grupo irregular hizo que
estableciera rutinas de actividades descuidando así su
seguridad permitiendo además que ingresaran personas y
objetos, que tenían micrófonos que permitieron el
ingreso de las fuerzas del Estado y realizaran la
Operación Chavín de Huantar.

La intransigencia, como otra consecuencia de los anclajes,
tiene que ver con cerrarse a cualquier tipo de planteamiento,
como se caracterizó la actitud asumida por el comando
captor durante los 126 días que duró el secuestro
cuando se negó a las propuestas ofertadas por el Gobierno
peruano, el japonés y la Comisión de Garantes.

Bazerman y Neale (1993, pp. 25-105) enumeran algunos errores
que son determinantes en los resultados de las negociaciones de
los cuales se tomarán los que se observan aplicabilidad en
el caso de estudio. El primer error es la "Escalada irracional
del compromiso", definida como la continuación de una
línea de acción elegida previamente, a pesar de que
racionalmente sea poco recomendable. Ello tiene que ver con la
misma acción de la Toma y posteriormente, con la alta
demanda establecida por el MRTA: liberación de sus
compañeros en prisión. Se explica que nadie quiere
admitir el fracaso que se plasmaría en un detrimento en la
autodefinición positiva de la acción determinada.
La coherencia tiene que ver con mantener el compromiso que se
fijó e interrumpirlo sería un reconocimiento de
haber estado en un error. Ello explica las discusiones que se
suscitaron durante los últimos días del secuestro
entre Néstor Cerpa Cartolini, Rolli Rojas "El
Árabe
", Tito, y Salvador, cuando
los tres últimos le pedían al primero que
flexibilizara la posición al evaluar negativamente las
posibilidades de éxito, a esas alturas del secuestro.

En cuanto al "Mito del
pastel entero" se refiere a que las personas les cuesta mucho
encontrar trueques que sean mutuamente beneficiosos y
desvaloricen cualquier concesión sólo porque quien
la ofrece es la contraparte. Es así como la conducta de
Fujimori de negarse a ceder ante las exigencias del MRTA, le
impedían ver los beneficios de esta acción. El ex
Presidente también descalificó las acciones de
ceder del MRTA (que tenían que ver con las liberaciones
paulatinas de los rehenes), les restaba valor,
aludiendo a razones de tipo logísticas del MRTA en lugar
de una acción de ceder que buscaba la
colaboración.

En cuanto a la "Accesibilidad de la información", este
error tiene que ver con el hecho de que frecuentemente los
negociadores evalúan la información y las opciones
prestando atención a ciertos hechos y desestimando
otros. Pudo darse cuando los emerretistas le prestaron mayor
interés a las opiniones y posiciones asumidas por el
Gobierno japonés, creyendo entonces que ello sería
una garantía de que Fujimori, sintiéndose
presionado, aceptaría las exigencias de
excarcelación de los presos del MRTA.

Buskirk (Citado por Ovejero, 2004, pp. 187-193) menciona
varios consejos que pueden ser llevados a tácticas de
negociación y los divide en tres grupos: tácticas
operativas, tácticas interpersonales y tácticas
persuasivas y negociadoras. Aquí se hará
mención a las tácticas aplicables al caso que nos
interesa y particularmente a las que no fueron usadas por el MRTA
incurriendo así, en sus errores en la
negociación.

En este particular dentro de las tácticas operativas
tenemos la primera: "Nunca, pero nunca, hiera a un rey", y
está relacionada con el hecho de no hacer daño a
una persona que ocupe
una posición desde la que pueda tomar represalias, ya que
si tiene los medios para devolver la ofensa, la tendencia es a
que los utilice. Es así como se puede observar que el MRTA
no tomó en consideración este hecho, ya que no
parece haberse percatado del golpe que representaba para el Jefe
de Estado peruano, una acción de esta magnitud llevada a
cabo por un grupo guerrillero que él creía haber
destruido. Evidentemente, "el rey", que para el caso que nos
ocupa es Fujimori, hizo mano de todos los medios de los que
disponía para devolver el agravio.

Por otra parte, el MRTA sobrevaloró la influencia que
podía tener para el Gobierno peruano que entre los rehenes
estuvieran militares y policías. Pero,
paradójicamente, los secuestradores subestimaron la
capacidad profesional y experiencia de este tipo de rehenes en la
creación de condiciones múltiples de
desestabilización de planes y acciones terroristas, entre
los cuales figura la acción determinante para el desenlace
de la crisis que constituyó la operación de
una red de
comunicación electrónica, que permitió la
incursión militar el 22 de abril.

"Evite la batalla" es otra táctica mencionada por
Buskirk, y está referida a las heridas y las bajas que se
producen. Podemos observar cómo en pleno proceso de
negociación, Fujimori realizó actos intimidatorios
frente a la Embajada Japonesa, lo que llevó a que los
secuestradores correspondieran, y se forzara así a iniciar
las discusiones mediados por la Comisión de Garantes, como
ocurrió el 28 de enero, como se reseñará en
el Capítulo IV: La Intermediación.

Dentro de las tácticas enumeradas por Buskirk,
está la de "Conocer los límites
del adversario", es decir el punto más allá del
cual no pasará el oponente. Se prevé así
hasta dónde se puede presionar al adversario antes de que
este interrumpa el proceso de negociación. Se evidencia
que ello nunca lo tuvo claro el MRTA, que presionó al
Gobierno peruano, descuidando la probabilidad
de que éste interrumpiera el proceso de negociación
y optara, como lo hizo, por la vía violenta. Mientras que
Fujimori, demostró haber previsto los límites del
MRTA, cuando éste último no cumplió con sus
amenazas de asesinar a los rehenes, o cuando cedió
liberando a grupos numerosos de secuestrados. De esta manera, el
ex Presidente conocía que el grupo captor no iba a poner
fin a la vida de ninguno de los rehenes, lo que lo llevó a
presionarlos negándoles concesiones, alargando las
negociaciones, declarando y creando confusiones en torno a las
decisiones de los emerretistas y finalmente irrumpiendo en la
Embajada y dando fin al secuestro.

Los emerretistas se encontraban en la misma situación
de cautiverio que sus rehenes. No disponían de
comunicación externa a la Residencia, más
allá de las conversaciones llevadas a cabo con el Gobierno
y la Comisión de Garantes, así como también
el ingreso al sitio de miembros de la Cruz Roja Internacional.
Pero la
comunicación con sus compañeros, libres o en
prisión, era totalmente nula.

De hecho, entre el grupo que llevó a cabo la Toma se
produjo enfrentamientos y sucedió que el 25 de marzo de
1997 se conoció que dos de los líderes conocidos
como Eduardo Nicolás Cruz (Tito) y
Salvador, habían empezado a cuestionar la actitud
de Néstor Cerpa Cartolini. También se supo que
antes de tomar la Residencia, Néstor Cerpa le
aseguró a su comando, que la operación no
duraría más de 15 días. Por lo que cuando la
Toma se fue extendiendo en el tiempo, varios emerretistas
decayeron y algunos incluso acusaron a su líder de
haberlos engañado, sospechando que siempre supo que la
acción se prolongaría.

Yusuke Murakami, autor citado por Dietrich (2002, p. 46),
piensa que los cuatro líderes emerretistas tenían
distintas perspectivas en torno a cómo poner punto final a
la crisis. Cerpa Cartolini era relativamente flexible y ya estaba
dispuesto a salir de la Embajada. Los otros dos integrantes de la
cúpula del mando terrorista, Tito y
Salvador eran intransigentes en torno a la demanda de
liberar a los presos y se oponían a abandonar la
Residencia. Rolly Rojas, el Árabe, estaba de
acuerdo con ir a Cuba, pero pensaba que era todavía
prematuro salir de la Embajada. Este último dudaba cada
vez más de la sinceridad de Cerpa Cartolini, quien le
parecía estar exclusivamente preocupado por la
liberación de su esposa.

IV CAPÍTULO

Intermediación

Luego de hacer un acercamiento teórico a las
definiciones de las terceras partes en una negociación, se
ha comprobado que no son pocos los autores que equiparan los
diferentes roles de los intermediarios con el del mediador.

Como propuesta dentro de la negociación establecida
entre el Gobierno peruano y el MRTA, está la
intervención de un tercero. Apunta Hopmann que "el papel
de una tercera parte es especialmente importante cuando las
negociaciones han llegado a un bloqueo y las dos partes necesitan
ayuda para resolver sus diferencias" (1990, p. 61).

La toma contó desde sus inicios con diversos actores
que se ofrecieron para funcionar como terceros y otros que lo
hicieron de manera informal y circunstancial. Jorge Santisteva,
defensor del Pueblo en Perú para el momento de la crisis,
fue el primero en ofrecerse como interlocutor. Los rehenes
liberados durante los primeros días de la crisis
funcionaron como voceros de las exigencias del MRTA. El 18 de
diciembre se libera al primer grupo conformado por el embajador
de Grecia,
Alkiviades Karokis; de Alemania,
Eribert Woeckel; y el de Canadá, Anthony Vincent. Este
último señaló "hemos sido liberados por el
comando (del MRTA) para servir de contacto y puente con el
Gobierno peruano a fin de buscar una solución negociadora
y sin derramamiento de sangre"
(Diplomáticos negocian liberación de rehenes. 1996
El Nacional. Cuerpo A. p. 2). Posteriormente, el 20 de
diciembre de 1996, Vincent dio a conocer un comunicado mediante
el cual informa que dieron por concluida su misión de
negociar con el Gobierno peruano, luego que éste se
negó a reconocerles como intermediarios debido a que la
iniciativa surgió de los tupamaros.

Esa misma fecha fueron liberados los
diplomáticos de Brasil, Luis
Carlos Coutinho; y de Egipto, Sami
Tewfik. Igualmente fueron puestos en libertad Alejandro Toledo y
el parlamentario Raúl Díaz Canseco. Este
último leyó los
comunicados del MRTA con nuevas exigencias. Las figuras puestas
en libertad manifestaron formar parte de una comisión que
se comprometió a trabajar desde afuera, por lograr una
salida pacífica.

De esta manera pareciera que hubo una concientización
entre el MRTA y el Gobierno peruano de la necesidad de un tercero
para resolver la crisis. Y es así como el 15 de enero de
1997, Domingo Palermo dio a conocer la propuesta del gobierno de
crear una Comisión de Garantes. Ese mismo día, el
MRTA aceptó la Comisión de Garantes, pero
planteó la incorporación de dos representantes
extranjeros, uno de Guatemala y otro de algún país
europeo, lo que fue rechazado por Fujimori como ya se
reseñó en el Capítulo II: El Detonador
– Escalada del Conflicto: Transformación de
tácticas blandas a tácticas duras
.

Pretendiendo visualizar las diferencias entre los roles de los
intermediarios, se presenta el siguiente cuadro elaborado por
Pinto (2003) p. 38:

FACILITADORES

BUENOS OFICIANTES

CONCILIADORES

MEDIADORES

  • Crean condiciones para el proceso de
    negociación: lugar, modalidad de reunión,
    logística, etc.

  • Participan en el manejo de la
    información.

  • Promueven la comunicación entre las
    partes.

Se reúnen por separado con las partes.

Procuran mantener la comunicación entre las
partes con miras a propiciar una negociación.

  • Se reúnen por separado o conjuntamente con
    las partes.

  • Promueven la convergencia entre las propuestas de
    las partes.

Se reúnen por separado o conjuntamente con las
partes.

Pueden elaborar propuestas sobre aspectos sustantivos,
salvo que se adopte un modelo "transformador" de
mediación.

 

No todos los miembros de la Comisión de Garantes
cumplieron el mismo rol. Michel Minnig, representante de la Cruz
Roja Internacional, jugó el papel que él mismo
define como "intermediador neutral"[10].
Explicó que durante el conflicto procuró aportar
asistencia y protección a lo rehenes detenidos.
Señaló además que durante las primeras
semanas desempeñó el papel de intermediario entre
el Gobierno peruano y el comando del MRTA, lo cual les
permitió intercambiarse mensajes.

Minnig también aclaró que su papel en la
Comisión de Garantes estaba exclusivamente limitado a
cuestiones humanitarias y a la
organización de los aspectos logísticos que
permitieran las reuniones entre las partes. También
explicó que cuando la Comisión de Garantes
empezó a desempeñar un papel de mediador
reuniéndose por separado con las partes, la CICR
"prácticamente cesó en participar en sus trabajos:
su presencia sólo fue solicitada por las partes en otras
dos ocasiones, cuando se discutían cuestiones
humanitarias".

Basándose en el criterio de la relación
existente previamente entre las partes en conflicto y los
mediadores (intermediadotes en nuestro caso), Kressel, Pruitt y
Carnevale (autores citados por Ovejero, Ob. cit. p. 233), dividen
las intermediaciones en dos: contractual, cuando quienes
van a dirigir la mediación son personas desconocidas por
las partes, y habitualmente suelen ser profesionales o personas
reconocidas. En este caso serían Michael Minnig, jefe de
la delegación del Comité Internacional de la Cruz
Roja en Perú; y Anthony Vincent, embajador de
Canadá en Lima. Ciertamente estos dos actores no
representaban a uno u otro bando, pero sí estaban
involucrados en tanto que ambos habían sido rehenes, por
lo que tenían un compromiso con los secuestrados.

La otra intermediación es: emergente, que se
produce cuando el mediador y las partes en disputa han mantenido
relaciones personales antes del proceso de negociación,
que en la Comisión lo representó Juan Luis
Cipriani, obispo de Ayacucho, quien era considerado muy cercano a
la política de Perú y personalmente a Fujimori. El
25 de diciembre de 1996, cuando ingresó por primera vez a
la Embajada la prensa
calificó este hecho como una designación que se
hiciera a Cipriani como enviado especial del Gobierno peruano en
las negociaciones con el MRTA.

En este sentido, Hopmann (1990) explica (refiriéndose a
los mediadores, para lo cual ya se ha aclarado que las
definiciones de algunos actores confunden este papel con otro
más amplio y abarcador que es el de intermediador) que
aunque el mediador neutral tiene muchas ventajas, ya que las dos
partes pueden confiar en su imparcialidad, "hay casos donde un
mediador parcial tiene sus ventajas; por ejemplo, si una de las
partes tiene que hacer concesiones importantes para llegar a un
acuerdo" (p. 62). Ello tiene que ver con la presencia del
Monseñor Juan Luis Cipriani, quien representaba una suerte
de paralelismo con la función desempeñada por el
ministro Domingo Palermo, como representante del Gobierno en las
negociaciones.

Hopmann enumera cinco papeles diferentes que puede asumir un
mediador (intermediador para nuestros fines) en una
negociación (ob. cit. p. 60-67), los cuales son
difíciles de aplicar a nuestro caso, ya que los encuentros
fueron en privado y sólo se conocen las declaraciones de
los voceros de la Comisión de Garantes, así como
sus acciones públicas. Es por ello, que se relacionan
sólo los que nos acercan al tipo de papel que
asumió la Comisión de Garantes:

El papel de facilitar el proceso: esta clase de
mediador [intermediador] trata de crear las condiciones
adecuadas para llegar a un acuerdo. El mediador se encarga ante
todo de la "atmósfera" de la negociación. Lo que
incluye las características físicas del lugar de
reunión, el horario, el programa, y un
buen ambiente para
trabajar. Este tipo de mediador también ayuda en la
mejoría de la comunicación entre las partes; (.) De
esta manera ayuda a separar cuestiones negociables de cuestiones
no negociables. Si existe un espacio de negociación, puede
inclusive ayudar a clarificar sus dimensiones y encontrar una
solución justa. Si no existe, puede sugerir maneras de
crear tal espacio y si esto no se puede lograr, tratar de
terminar las negociaciones con el mínimo de
resentimientos.

Este mediador tiene poca influencia sobre las partes y sobre
la sustancia del acuerdo, su papel se limita a tratar de mejorar
el proceso para que las partes lleguen a un acuerdo y enfrenten
sus problemas de la manera más amable posible. (ob. cit.
p. 63).

En un inicio, cuando la Comisión de Garantes aún
no asumía el papel de mediador, realizó tareas en
este ámbito. De hecho, Francis Amar, delegado general para
las Américas de la Cruz Roja Internacional,
señaló el 16 de enero al Expreso que el
papel del Comité Internacional de la Cruz Roja
sería el de un "intermediador neutral y facilitador de
posibles soluciones" (Entrevista reseñada en:
Diálogo entre Gobierno peruano y los guerrilleros se
empatana. 1997, El Universal, Cuerpo 1, p. 8).
Agregó que la Cruz Roja Internacional no garantizaba "la
resolución de la crisis, ni la aplicación de
acuerdos políticos". Explicó además que
estudiaba varias propuestas acerca del lugar de la reunión
y que la institución prefería intervenir en el
establecimiento de un lugar neutral, "algo en lo que tenemos
más experiencia". Al siguiente día, el para
entonces ministro Palermo, informó de nuevas condiciones
para las conversaciones con el MRTA y precisó que Cerpa
Cartolini se trasladaría a la sede del encuentro en un
vehículo proporcionado por la Cruz Roja.

Esta posición prosiguió con el resto de los
miembros de la Comisión, por lo menos en la primera
reunión llevada a cabo el 11 de febrero, en la cual se
fijaron las condiciones generales para futuras reuniones, se
definieron aspectos logísticos y organizativos para los
encuentros y se establecieron agendas tentativas para eventuales
negociaciones de fondo. En la tercera reunión llevada a
cabo el 15 de febrero de 1997, también se plasman las
funciones que
lleva a cabo este tipo de mediador, puesto que la Comisión
de Garantes dio a conocer los resultados de donde se
derivó que elaborarían una propuesta para facilitar
la continuación de las conversaciones preliminares.

Mediación

Aún con la aceptación entre las partes de
permitir la Comisión de Garantes, esta se inició de
manera formal el 28 de enero, un día después que
los emerretistas dispararan contra un carro de combate policial,
ya que un efectivo policial les hizo un gesto obsceno al momento
de desfilar un carro antiminas. Este hecho provocó la
presión internacional y doméstica al Gobierno
peruano a quien le exigían que agotara la vía del
diálogo. El 29 de enero se reunieron por primera vez los
integrantes de la Comisión de Garantes: Michel Minnig,
jefe de la delegación del Comité Internacional de
la Cruz Roja en Perú; Juan Luis Cipriani, obispo de
Ayacucho; y Anthony Vincent, embajador de Canadá en Lima.
Teresuke Terada, fungió como Observador de Japón en
dicha Comisión de Garantes.

Hay una crítica
desarrollada por Schiappa-Pietra con la cual se tiene total
afinidad, esta tiene relación con el nombre:
Comisión de Garantes. El autor señala que en el
caso de la crisis de los rehenes no había nada que
garantizar mientras la negociación no produjera resultados
tangibles (1997, p. 23). Agrega que en lugar de ello, los
representantes de Canadá, Japón, el Vaticano y el
Comité Internacional de la Cruz Roja; cumplieron un papel
de mediadores; y es así como se tratará el tema de
este grupo de terceros neutrales.

En la primera quincena de enero de 1997 la revista peruana
Caretas publicó una entrevista que le hiciera al
especialista en solución de conflictos, Roger Fisher,
titulada: Cómo negociar falta mediador. El especialista
entre sus apreciaciones en torno al secuestro en Perú,
señaló lo indispensable de la presencia de un
mediador, "quien pudiera discutir lo que es aceptable o
inaceptable con flexibilidad, sin llegar a confrontaciones".
Agregó que la Cruz Roja sería ideal, pero que sus
estatutos le prohibían ingresar en el terreno de lo
político. Posteriormente, el 26 de enero el
periódico El Nacional publicó unas
declaraciones de Raúl González, experto peruano en
violencia política, quien recomendó que "frente a
la situación de estancamiento entre las partes, es
necesario una mediación" (Gobierno asegura que despliegue
policial es para preparar diálogo con rebeldes, 1997,
El Nacional, p. A2).

Estando por sentado que lo que buscaba el tercero en esta
situación era resolver el conflicto, Ury (2000, p. 153)
plantea cuatro roles que pueden jugar las terceras partes. Este
papel responde a porqué se produce la escalada del
conflicto. De darse el caso de que la escalada se produce por
conflicto de intereses, el rol que debe jugar el tercero es el de
mediador. Si por el contrario lo que se plantea son derechos en disputa, debe
intervenir un árbitro. Diferente es la situación
cuando sobre lo que hay que trabajar es en cuanto a desigualdades
de poder entre las partes, para lo cual debe estar un
equilibrador. Si finalmente lo que se persigue es mantener la
relación, lo ideal es lo que Ury cataloga como el
curador.

En el caso que nos atañe es el mediador el papel que
jugó la Comisión de Garantes, en tanto que lo que
había sobre la mesa eran intereses enfrentados. Conociendo
que los derechos de los rehenes estaban siendo limitados este no
era el centro de la negociación por parte del MRTA.
Así como tampoco se discutía el poder que cada
parte tenía en el conflicto y, como ya se ha expresado,
mantener una buena relación entre las partes confrontadas
no era el interés de ambas.

Sin embargo, basándonos en las palabras del propio
Minnig, cuando se habla del rol de mediador que la
Comisión empezó a cumplir en determinadas fases del
conflicto, se debe incluir en esta labor sólo a Cipriani y
Vincent, puesto que el representante de la Cruz Roja
Internacional cumplió un papel exclusivo de
intermediación, antes definido, y Terada fungió
como Observador.

Mediación enmarcada dentro de la
Negociación Integrativa

Los autores Fisher, Ury y Patton (1985) son los que tratan con
mayor acentuación la negociación colaborativa,
descrita en el Capítulo III: Negociación /
Estancamiento del Conflicto o Punto Muerto
. Señalan
que este estilo de negociación es el que posibilita el
proceso de mediación. De hecho, luego de revisado el
proceso de negociación llevado a cabo durante el conflicto
del secuestro, se reitera que la negociación entre el MRTA
y el Gobierno peruano fue tratada de tipo competitivo, mientras
que el enfoque que le dio la Comisión de Garantes fue de
tipo colaborativo.

Señala Álvarez que como uno de los métodos de
solución de problemas, la mediación es una forma de
intervención conducida por un tercero neutral y cuya labor
es facilitar la comunicación entre las partes
estableciendo un clima de trabajo en
colaboración que les permita llegar a un punto
óptimo de negociación (2003, p. 96). Agrega que la
mediación es el método
más oportuno, por cuanto las partes conservan el poder
negociador y de resolución, aún con la
participación de un tercero (ob. cit. p. 125).

"La mediación es un procedimiento de
la negociación asistida en el cual las partes se
reúnen ante un tercero neutral que interviene de forma
activa para resolver el conflicto. En esta intervención,
el mediador no sólo ayudará a mejorar la
comunicación entre las partes, sino que las ayudará
a efectuar el análisis del conflicto, las conducirá
en la discusión y, por último, les podrá
proponer soluciones al problema o posibles acuerdos." (Cita
textual de Martí,
tomada de Ovejero Bernal, 2004, p. 230).

Ovejero también cita a Greenhalgh cuando señala
que la intervención de terceras partes tiende a aumentar
las conductas normativas y socialmente aceptadas por cuanto
más poderosa, digna de confianza y neutral sea esa tercera
parte, mayores restricciones se auto-impondrán los
negociadores en la utilización de tácticas
competitivas (ob. cit. p. 166). Continúa el autor esta vez
tomando las consideraciones de Touzard, quien asegura que la mera
presencia del mediador en la situación de
negociación suele resultar beneficiosa para las partes,
para agradar o presentar una buena imagen de sí mismos,
intentarán emplear un lenguaje
más cortés, sin insultos, ni descalificaciones
personales. Ello se hizo visible cuando el 03 de marzo de 1996,
Cerpa manifestó que el intercambio había permitido
al MRTA decir directamente "al gobierno que es lo que nosotros
pensamos de su política
económica, de su política antisubversiva con
toda transparencia y escuchar también qué es lo que
ellos dicen de nosotros en un mareo de cordialidad" (Túpac
Amaru rechaza salida de Perú. 1997, El Universal,
p. 8.).

Por su parte, Álvarez señala que "La
mediación constituye un procedimiento de resolución
de disputas flexible y no vinculante, en el cual un tercero
neutral –el mediador- facilita las negociaciones entre las
partes para ayudarlas a llegar a un acuerdo" (2003, p. 135).

Según el grado de estructuración de la
mediación, Bercovith (citado por Ovejero, 2004, pp.
233-234) distingue dos tipos de mediación: la informal y
la formal. En el caso que nos ocupa, la mediación se
circunscribe en lo formal que es descrita como más
estructurada y donde el mediador actúa como representante
de un organismo oficial, ya que los mediadores representaron a
determinados organismos oficiales: la Cruz Roja Internacional, el
Gobierno de Canadá y el Vaticano.

Álvarez, por su parte, describe tres modelos de
mediación y señala que cada cual está
nutrido por raíces teóricas multidisciplinarias y
que son los más seguidos por los mediadores en su rol
profesional al realizar sus intervenciones como terceros,
regulando el conflicto y asistiendo en una disputa. Hace
referencia a los modelos: Harvard, narrativo y transformativo
(2003, pp. 126-135). Acota que los mediadores experimentados
construyen su propio modelo,
combinando estos tres y adaptándolos al caso particular
que atienden. Sin embargo, para el caso en estudio se
analizará el modelo Harvard, ya que es el que más
se adecua a la acción llevada a cabo por la
Comisión de Garantes. El modelo de la Universidad de
Harvard considera la mediación como negociación
colaborativa facilitada (tema tratado en el Capítulo
III: Negociación / Estancamiento del Conflicto o Punto
Muerto
).

Méndez cita a Moore especificando cuándo se hace
necesaria la intervención de un mediador:

  • Las emociones de las partes son intensas e impiden una
    solución.

  • La comunicación entre las partes es pobre en
    calidad o cantidad y el diálogo no puede ser mejorado
    por las partes sin la intervención externa.

  • Las percepciones falsas o los estereotipos impiden
    intercambios productivos.

  • Se repiten comportamientos negativos que colocan barreras
    al diálogo.

  • Existen aspectos múltiples en la controversia y las
    partes están en desacuerdo sobre la forma y la
    combinación en que deberían ser revisados.

  • Existe percepción de intereses y valores
    conflictivos que las partes tienen dificultades en
    reconciliar.

  • Las partes no tienen un procedimiento de
    negociación, están utilizando uno errado o no
    están utilizando los procedimientos con el mejor
    tino.

  • No existe una estructura apropiada para las negociaciones.
    (1997).

Así observamos como las emociones del
MRTA y el gobierno peruano impedían una solución
sin la intervención de un tercero, tal como fue descrito
en el Capítulo II: El Detonador – Escalada del
Conflicto: Tácticas y estrategias entre las partes:
transformación de tácticas blandas a
tácticas duras
, cuando se detalló la poca y
conflictiva comunicación entre las partes, sus
percepciones, los puntos de vistas completamente
disímiles, procedimientos de negociación errados;
todo lo cual redundó en formalizar la conformación
de la Comisión de Garantes.

Mediadores

Ovejero (2004, pp. 225 y 232), citando a diversos autores,
aporta una definición acerca del papel del mediador y
señala que éste asume un importante nivel de
compromiso, pero no tiene el control sobre el resultado final.
Agrega que el mediador adopta una posición activa en la
búsqueda de información sobre las preferencias, los
aspectos que son de mayor o menor interés para las partes
y los términos en los que estarían a realizar los
intercambios. Tiene, además la posibilidad de intervenir
en las discusiones, haciendo sugerencias y recomendaciones,
aunque carece de poder de imponer juicios y tomar decisiones
vinculantes. Finalmente, el que hace el papel de mediador, dirige
y controla el proceso de negociación.

"(.) el mediador no es un juez, ni un árbitro que va a
decidir en qué tiene razón o en que está
equivocado cada uno. En realidad, el mediador es alguien que
interviene cuando no son posibles los intercambios a causa de un
bloqueo, o han llegado a ser totalmente infructuosos debido a la
obstinación. Él retoma y reformula los argumentos
antagónicos y evalúa las posibilidades de
aproximación. Por tanto, es más que un
intérprete en el sentido amplio del término, porque
no se contenta con volver a transcribir lo que cada uno dice;
actúa con la idea del acercamiento. El mediador
sólo puede funcionar como tal, intentando una sinergia a
partir de posiciones muy alejadas, en la medida en que sea
aceptado por las dos partes. El mediador es, por tanto, un
especialista de la negociación que interviene en la forma
y la evolución de la misma, dándole una
orientación positiva al sentido de la negociación."
(Lebel, autor citado por Ovejero, ob. cit. p. 240)

Susskind y Madigans (autores citados por Ovejero, ob. cit., p.
233) proponen dos tipos de mediación según el papel
desempeñado por el mediador. La primera sería la
mediación activa, en la que el mediador es una persona que
interviene enérgicamente y actúa siempre que lo
considere necesario. La mediación pasiva se produce cuando
el mediador se limita a intentar que las partes continúen
en la mesa de negociación, impidiendo que se detenga el
proceso, pero manteniéndose distante, dejando que los
negociadores elaboren ellos solos sus discusiones, sin realizar
casi ninguna actividad.

En virtud de las acciones llevadas a cabo por la
Comisión de Garantes, ya en el papel de mediadores, se
confirma que ésta asumió una posición de
mediación activa en virtud de que a partir la primera
reunión asumió un rol de director del debate en
cuanto a la discusión del procedimiento. Posteriormente el
proceso llevó a las partes y a los terceros a discutir no
sólo temas preliminares, sino aquellos sustantivos. Ante
la falta de avances en las conversaciones, las partes le
concedieron a la Comisión la potestad de ayudar en el
proceso de elaboración de la agenda. Los garantes entonces
ejercieron sus funciones formulando preguntas, clarificando
posiciones y examinando los planteamientos de las partes entre
otras facultades (Comunicado de la 8ta, reunión del
3-3-97). Finalmente, el 12 de marzo, los Garantes anunciaron la
Etapa de Reflexión mediante la cual sus miembros y el
Observador japonés buscarían facilitar, a
través de encuentros por separado, alternativas que hagan
viable una solución" (Comunicados y Pronunciamientos,
1997, p. 64).

Álvarez señala que ". el mediador reafirma el
poder respecto al procedimiento, mientras deniega el poder en
relación al contenido" (2003, p. 135). Y agrega la autora
citando a Haynes John, "el mediador tiene poder, lo quiera o no.
Puede limitar su poder al limitar la utilización del
mismo." (ob. cit.) Álvarez además aclara que el
mediador no es neutral en cuanto al procedimiento que debe
dirigir, tomando en consideración inclusive, el equilibrio de
poder entre las partes. Hace especial hincapié en la
información que maneje cada parte.

Hopmann (1990) acerca una distinción de los mediadores
que tiene que ver con sus niveles de poder. Señala que "un
mediador poderoso puede usar sus recursos para promover un
acuerdo, prometiendo o amenazando para inducir a las partes a
llegar a un acuerdo" (ob cit. p. 63). Como ocurrió el 21
de marzo, cuando la Comisión de Garantes hizo un llamado
para lograr una salida pacífica a la crisis expresando
que:

Nuestro límite está llegado a un posible punto
final. No queremos decir con esto que no vamos a continuar hasta
lograr esta solución pacífica, porque tenemos un
compromiso real con los 72 rehenes, con sus familiares, con el
Perú y con el mundo entero. La Comunidad Internacional
está esperando con urgencia una solución
pacífica y pronta.

No podemos seguir contemplando un planteamiento lento, sin
confianza en los garantes, que no permita avanzar más
rápidamente, porque simplemente no se toma en serio la
responsabilidad que hemos asumido. Los Garantes estamos
trabajando con el máximo esfuerzo. Se está
movilizando toda la comunidad internacional para lograr una
solución pacífica y pronta con la
colaboración del gobierno de Japón, de
Canadá, de Cuba, la responsabilidad de la Santa Sede, que
es una responsabilidad muy grande. Los garantes tenemos un
límite, no somos negociadores.

Les pido a ambas partes que, por favor no es el momento de las
amenazas, ni de maltratar a familiares. No es el momento de
agraviar a unos y a otros. Es el momento de tener hombría
de tener calma (.) La valentía no se demuestran con
fusiles, ni amenazas, sino con un espíritu firme que sabe
respetar a la otra parte y que sabe comprender que el Perú
y el mundo esperan una solución pacífica. (.) Las
amenazas no sirven para nada, las amenazas son entre animales. Entre
personas se conversa (.) Cuando hay una negociación tiene
que haber algún tipo de acuerdo, no puede haber
simplemente vencedores y derrotados porque es una
situación sumamente compleja.

Perdonen si les hablo en este tono, pero creo que realmente es
el momento que los garantes digamos: ¿hasta dónde
vamos a llegar en nuestro papel de garantes, cuando estamos
haciendo una labor que excede a nuestras obligaciones?
Las partes tienen que interesarse más en lograr un
acuerdo.[11]

Al siguiente día, Cipriani pidió a la comunidad
internacional ayudar al gobierno del Perú para proponer
"alternativas válidas que hagan posible una
solución políticamente aceptable" (Cita tomada de
Nieto, y Mendoza, 1997, p. 49).

El autor aclara que un mediador débil requiere una
reputación lo suficientemente reconocida para que las
partes en conflicto lo tomen seriamente. Apunta que la
reputación puede basarse en la moral,
posición política o establecida al haber mediado
con éxito en el pasado.

En este punto es importante resaltar que aún con la
reputación que tiene la Cruz Roja Internacional al fungir
como facilitador en situaciones de conflictos internacionales,
esta institución tuvo enfrentamientos con el Gobierno
peruano, que comenzaron cuando el 24 de enero de 1997
suspendió temporalmente el ingreso a la Embajada en
protesta porque las autoridades no respetaban su área de
trabajo, cuando se suscitaron maniobras de cuerpos de seguridad
estatales que generaron alta tensión, los cuales fueron
antes cubiertos en el Capítulo II El Detonador –
Escalada del Conflicto: Tácticas y estrategias de las
partes Transformación de tácticas blandas a
tácticas duras: Artimañas
. En ese
momento tanto Fujimori como Palermo cuestionaron la labor de la
institución humanitaria.

Ya se ha hablado (en el Capítulo III
Negociación / Estancamiento del Conflicto o Punto Muerto:
Otros frentes de negociación
) de la presencia de
Teresuke Terada en la mesa de negociación y que su
presencia iba más allá de la de un simple
Observador y sería más bien la participación
de Japón en las decisiones que se tomaran. Terada, quien
para el momento del secuestro era embajador de Japón en
México,
fue previamente Director del Departamento de América
Latina en la Cancillería nipona a principios de la
década de los 90".

La reputación del embajador de Canadá en Lima,
Anthony Vincent, es ampliamente reconocida como
diplomático de carrera y además se conoció
que durante cuatro años dirigió el Departamento
Contra el Terrorismo Internacional del Ministerio de Relaciones
Exteriores de Canadá, lo que lo hacía conocedor de
los actores que negociaban.

Dentro de la clasificación que hace Hopmann (1990) a la
cual ya se hizo referencia se encuentra la de proveedor:

El mediador como proveedor de facilidades para la
convergencia y el compromiso: el papel de este mediador es
especialmente adecuado en negociaciones que tienen lugar dentro
del marco tradicional del regateo/negociación. (.) El
papel de este mediador es facilitar la flexibilidad mutua y
simultánea. Este mediador puede empezar por una
clarificación de los intereses de las dos partes y de los
límites de un acuerdo aceptable (sus MAANes). (.) ". puede
arreglar un acuerdo informal para que las dos partes concedan
simultáneamente o al menos asegurar que se
responderá favorablemente e inmediatamente a una
concesión." (Hopmann Ob. cit. p. 64).

El de formulador: el que ayuda a las partes a crear
soluciones nuevas a sus problemas. (.) Se pueden identificar
maneras de agregar cuestiones, o de crear paquetes de
"tradeoffs"; o pueden tomar la ruta inversa y buscar
desagregación o fraccionamientos de las partes en
conflicto. (.) Después de escuchar por separado a las
partes, el mediador redacta el texto del
acuerdo y lo somete a cada una de ellas para su crítica.
(Hopmann, Ob. cit. p. 65).

En el quinto encuentro que se realizó el 24 de febrero
de 1997, se circunscribe lo que fue la acción de la
Comisión de Garantes tanto en su papel de proveedor como
el de formulador. Esta reunión contó con la
presencia de Cerpa Cartolini, lo que indicaba que ya comenzaban
considerarse asuntos concretos y quizás definitivos.
Monseñor Cipriani señaló que "se empezaron a
tratar algunos temas sustanciales respecto a los cuales se
requiere un análisis profundo" (Cronología. 1997,
p. 44). Cipriani, además propuso la excarcelación
de 55 emerretistas. La Comisión de Garantes
consideró que esta cifra, más 14 emerretistas,
equivaldría a grosso modus, a los 72 rehenes. El
gobierno peruano, por su parte, reveló su
disposición de indultar una parte de los presos
emerretistas, sin precisar el rango de éstos.

En esta función de escuchar por separado a las partes,
se encuentra la decisión de la Comisión de Garantes
cuando el 12 de marzo decidió abrir una etapa de
encuentros por separado para buscar alternativas viables. En esta
Etapa de Reflexión se realizaron unas diez reuniones. La
Comisión de Garantes, creó además una
comisión ad hoc para verificar la
situación de los presos por terrorismo. Dicha
comisión especial visitó entre el 21 y el 31 de
marzo los penales: Chorrillos (Lima), Base Naval El Callao
(Cerec), Miguel Castro Castro (Lima), Yanamayo (Puno), Pisci
(Lambayeque),
Huamanqaqa (Junín) y Huacariz (Cajamarca).

A finales de marzo, la Comisión de Garantes
discutió con el gobierno y el comando emerretista una
propuesta de cinco puntos que permitirían salir del
estancamiento en que se encontraban las negociaciones. La
propuesta resumía las exigencias de los rebeldes y
contraponía algunas observaciones hechas por el Gobierno y
consistían en[12]

  • 1. Pago de un impuesto de guerra de "algunos millones
    de dólares", al cual contribuirían
    exclusivamente empresas japonesas cuyos funcionarios eran
    rehenes. Se aseguraba que el dinero ya habría sido
    depositado en una cuenta de algún paraíso
    financiero de fácil acceso desde Cuba.

  • 2. Repartición de un porcentaje de este dinero
    en forma de víveres en las zonas más pobres de
    Lima y provincias.

  • 3. El asilo de los 14 Túpacamarus que
    participan en el asalto de la Residencia. Un grupo
    viajaría a Cuba y otro a República Dominicana.
    No lo harían en el avión presidencial, ni en
    ninguna otra nave que pertenezca al Ejército peruano.
    Probablemente viajarían en Cubana de
    Aviación.

Con Cerpa y los demás secuestradores iban a viajar un
grupo de 20 rehenes, entre ellos el ex canciller Francisco
Tudela; el embajador japonés, Morisiha Aoiki; el
congresista Gilberto Siuda y dos generales de la policía.
Así como también viajaría la Comisión
de Garantes.

  • 4. Una amnistía del gobierno a los miembros
    del comando secuestrador, para evitar futuros procesos
    judiciales o solicitudes de extradición.

  • 5. Mejoras en las condiciones carcelarias de los
    detenidos del MRTA, mayores visitas y la garantía de
    la visita permanente del Comité Internacional de la
    Cruz Roja. Para cumplir con esta exigencia una
    subcomisión estaría visitando las
    cárceles para comprobar las denuncias de
    detención "infrahumanas".

  • 6. Excarcelación según una lista de 17
    emerretistas prestos que habría dado Cerpa, quien
    supuestamente habría aceptado abandonar su
    posición original de liberar a todos los prisioneros.
    En esta lista figurarían aquellos emerretistas no
    vinculados directamente a delitos de sangre, como la esposa
    del cabecilla Nancy Gilvonio. La excarcelación se
    realizaría a través de una Comisión
    ah hoc de indultos que presidía el entonces
    Defensor del Pueblo, Jorge Santistevan, o mediante un
    mecanismo de revisión de condenas.

El 1 de abril de 1997 Cipriani informó que los rehenes
serían liberados en tres etapas y que los subversivos
partirían a Cuba en esa primera semana de abril. Explicaba
que una vez que ambas partes llegasen a un acuerdo final la mitad
de los rehenes quedarían en libertad. Al mismo tiempo, la
mitad de los subversivos que permanecían en la Residencia,
partirían a Cuba.

En la segunda fase los restantes rehenes, excepto tres o
cuatro, quedarían libres en la sede diplomática o
en el aeropuerto de Lima, una vez que se confirmara la llegada a
la isla del primer contingente de emerretistas. Los demás
subversivos viajarían entonces a Cuba con los dos garantes
(Juan Luis Cipriani, Anthony Vincent), el Observador
japonés, Terusuke Terada, y con el resto de los rehenes,
que serían puestos en libertad en el aeropuerto de Cuba.
Además, Cipriani afirmaba que el MRTA comprendía
que el presidente Fujimori no aceptaría la exigencia de
excarcelación de los miembros del MRTA planteada por el
comando que ocupó la Embajada.

Partes: 1, 2, 3, 4
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