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Los poemas de Eugenio Guacarán




Enviado por Eugenio Guacarán



    1. Idolatría y
      fe
    2. Mi
      Último Viaje

    Dedicado a toda la gente di pueblo de Sabana de
    Uchire.

    Uchireña

    Uchireña ¿recuerdas cuando te llevaba panelas
    con anís y jengibre de las moliendas de San José,
    El Limón, Santa Bárbara y Mariches?

    Como quien perdiera el juicio deseaba ser una de ellas para
    que me mordieras con las bellísimas perlas de tu boca.

    Discúlpame mi interrogación
    ¿todavía están en tu memoria aquellos
    bailes domingueros que venían danzando desde Guanape sobre
    las mágicas notas musicales del sonoro violín de
    chalino?

    Te confieso con una ingenuidad casi infantil que cuando
    bailaba contigo al compas de un melodioso."Silverio Pérez
    cuando toreaba".mi alma se
    remontaba a las alturas más elevadas de la gloria.

    Uchireña ahora soy yo quien recuerda cuando rondaba los
    umbrales de tu alcoba en compañía de una
    célebre botella de aguardiente San Pedro. Me
    acompañaba también mi guitarra clásica
    española me pedía para ti las mas bellas canciones
    de mi repertorio.

    Te confieso de nuevo que sentía una terrible crisis
    emocional, irresistible cuando tu bello rostro se asomaba al
    balcón y tus labios se abrían para darme las
    gracias por mi serenata.

    Idolatría
    y fe

    Mi fe en el Señor es tan grande

    Que traspasa los límites
    necesarios para la salvación.

    Mi corazón se
    derrama de amor por los
    demás.

    Todas las noches elevo mi oración al Todopoderoso

    Y le rezo por mis enemigos.

    Me saco el pan de mi boca para compartirlo

    Con los hambrientos y necesitados.

    Me bato en una lucha sin tregua

    Contra la maldad y la injusticia.

    Confieso mis pecados cada día

    Y mi conciencia es un
    faro de luz

    En mi existencia.

    Sin embargo, estoy lejos de la santidad

    Porque en vez de adorar al Dios eterno

    Adoro a la mujer que amo
    mi corazón

    Porque adoro un ídolo viviente

    En mi enfermiza idolatría me conduce

    A la locuras del delirio;

    Y si Dios, celoso, me niega el paraíso

    Haré otro y creare otro cielo

    Y lo iluminaré con la luz de los ojos
    de mi amada

    Y le pondré la gloria de su amor

    Y en su amor seré glorificado.

    Mi Último
    Viaje

    Llego la hora de mi último viaje;

    voy rumbo hacia la eternidad,

    me marcho para siempre de este mundo;

    al punto de partida no volveré jamás.

    Me encuentro en el tren de la ausencia.

    Me dan la despedida mi familia y mis
    amigos,

    mientras mi cuerpo va por vía terrestre,

    mi espíritu vuela por lo desconocido.

    Me alejo muy serenamente,

    sin ningún remordimiento de conciencia:

    ame y serví a mi prójimo como quiere el
    Señor

    y perdoné mis enemigos sus ofensas.

    Cuando la noticia de mi muerte

    corra de boca en boca, de persona en
    persona,

    se escuchará la clásica oración:

    "Que dios lo halla perdonado y lo tenga en su gloria".

    No me arrepentiré jamás de haber nacido

    para luego de dejar de existir.

    Es el divino mandato de la ley de Dios

    nacer a la vida para después morir.

    Allá en la iglesia esta
    esperándome el cura

    o alguna rezandera de mí pueblo

    acariciando un rosario entre las manos

    y lista para cobrar algún dinero.

    Después me llevan para el camposanto

    amigos y compinches de otros tiempos;

    no quisiera molestarle por ahora

    pero es al ultima vez que los molesto.

    Avanza el cortejo fúnebre y sombrío

    por La Calle del Dolor. Muy lentamente

    mientras los gusanillos que van dentro de mi

    cantan loas y alabanzas a la muerte.

    Quienes me conocieron recordaran mi manera de ser,

    tal vez buena o talvez mala

    y con recogimiento espiritual ceremonioso,

    me acompañan a mi ultima morada.

    Mi cuerpo se escapa a las profundidades de la tierra

    y también se volverá.

    En mi, como en todos, se cumple la divina sentencia:

    "de tierras eres echo y en tierra te
    convertirás".

    Sin nada yo llegue a este mundo,

    sin nada tengo yo que regresar;

    tan solo un expediente que recogen mis hechos

    con el Divino Juez me ha juzgar.

    Por fin llego el momento final

    acompañado de la indeseable hora,

    cuando se escribe con dolorosa lagrimas

    el ultimo párrafo
    de mi azora historia.

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