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Razón y visiones del socialismo (página 2)




Enviado por Augusto N. Lapp M.



Partes: 1, 2, 3, 4

Así, como señala Emil Calles
Paz[3]la propuesta esencial de este tipo de
socialismo se
circunscribió a la idea de convencer a los ricos, para que
no explotasen a los obreros. Tal idea podía considerarse
irrealizable y sin sustentación científica; no
obstante, las obras que legaron y las críticas que
enunciaron constituyen la base de muchas doctrinas posteriores.
Particularmente, consideramos importante su aporte en la
dimensión moral y
ética
del socialismo.

  • Socialismo científico: Es el nombre con que
    se buscó distinguir al marxismo de Karl Marx
    (1818-1883) y Friedrich Engels (1821-1895) del resto de las
    corrientes socialistas existentes a mediados del siglo XIX, y
    que por no incluir sus premisas teóricas son
    calificados de forma opuesta como socialismo utópico.
    Estas corrientes, aún no compartiendo
    ideología, sí resultaban de la respuesta a un
    mismo contexto económico y social: la
    Revolución industrial, el triunfo de la
    burguesía, la condición del proletariado y el
    surgimiento del movimiento obrero, fenómenos que
    aparecen originalmente en la Inglaterra de fines del siglo
    XVIII y se difunden por Europa durante el siglo XIX.

Las premisas teóricas del socialismo científico
conciben éste como el análisis científico de la sociedad, que
a través del materialismo
histórico extrae las leyes de su
evolución, con una perspectiva
determinista. Aunque el mismo concepto de
socialismo no sea original del marxismo (como
movimiento
político se le encuentra precedente fundamentalmente en
los ciclos revolucionarios franceses desde 1789 hasta la Revolución
de 1848), sí es completamente original su
aplicación del método
dialéctico (originada en la filosofía idealista alemana de Hegel) a la ciencia
económica clásica (sobre todo inglesa: Adam Smith y
David Ricardo).
Mediante la conjunción de estas tres tradiciones europeas
se llega al concepto de plusvalía y la interpretación marxista de la lucha de
clases, con la conclusión de que por la necesidad
histórica se ha de terminar imponiendo una dictadura del
proletariado que llevaría en el futuro a una sociedad sin
clases o una sociedad comunista[4]

El marxismo ejerció una poderosa influencia en los
movimientos y partidos
políticos de la clase obrera
europea de finales del siglo XIX al dotarles de una razonable
explicación a sus condiciones materiales de
vida, así como también al facilitarles las pautas
para una efectiva organización política y de clase.
De igual manera, esta doctrina jugó un papel fundamental
en la construcción del campo socialista y los
diferentes movimientos anticoloniales y de liberación
nacional del siglo XX.

  • Socialismo libertario: Es un grupo de
    filosofías políticas antiautoritarias que
    siendo parte del socialismo apuntan a crear una sociedad sin
    jerarquías políticas, económicas o
    sociales –una sociedad en la que las instituciones
    violentas o coercitivas se disuelvan, y en su lugar todas las
    personas tengan libre e igual acceso a las herramientas de
    información y producción, o a una sociedad que
    tales instituciones coercitivas y jerárquicas se
    redujesen drásticamente en cuanto a su alcance.

Si bien muchas variedades de socialismo hacen hincapié
en el papel del Estado o del
partido político en la promoción del Estado y de ingeniería social, los socialistas
libertarios depositan sus fuerzas en los sindicatos,
los consejos de trabajadores, los municipios, las asambleas
ciudadanas, organizaciones de
base, y otros medios de
acción
no burocratizados y descentralizados (la autogestión, la
democracia
directa, la autonomía de los movimientos sociales, la
descentralización o distribución de poder,
etc.).

La mayoría de los socialistas libertarios buscan acabar
o reducir el Estado,
viéndolo como un baluarte del orden de clase capitalista.
En ocasiones se equipara socialismo libertario a
anarco-socialismo, sin embargo no todos los socialistas
libertarios son necesariamente anarquistas. El socialismo
libertario es una corriente con un trasfondo de respeto y
valoración al sujeto o individuo, y
que considera a la libertad como
el camino y el objetivo del
socialismo, busca que las personas decidan sobre sus vidas
directamente[5]

  • Socialismo democrático: Es una
    ideología de crítica social que se usa por
    parte de varios movimientos, tendencias y organizaciones para
    clarificar teóricamente que su posición y
    propósito son tanto el socialismo como la democracia.
    A pesar de que el término se utiliza a menudo como
    sinónimo de "socialdemocracia" es en realidad
    más amplio, abarcando diferentes corrientes.

En la práctica política se ha encontrado
difícil llegar a un acuerdo acerca del significado del
término. Las diferencias principales se dan entre las
versiones "reformistas" o "revisionistas", que ven el socialismo
como resultado de reformas dentro del sistema
democrático liberal o parlamentario, y aquellas
percepciones "libertarias" y "utópicas" que ven la
construcción del socialismo como el resultado de la
acción política de la sociedad (la participación ciudadana; poder popular o
"socialismo desde abajo")[6].

En la versión "libertaria" los socialistas
democráticos eran el amplio agrupamiento de la izquierda
republicana (jacobinismo radical, socialismo primitivo) que se
formó desde la Revolución de 1792 hasta el primer
año de la Revolución de 1848 en Francia. En
general, sus peticiones de democracia estuvieron vinculadas a
visiones más complejas de la sociedad justa, organizada en
torno a un ideal
de pequeñas propiedades independientes y autogobierno
local". Por otro lado, entre las posiciones "reformistas"
más conocidas se encuentran las de Eduard Bernstein
(1850-1932). Bernstein, utilizando a su favor algunos enunciados
de Engels (particularmente aquellos referidos a "las leyes
objetivas del desarrollo de
la sociedad"), postula una especie de evolución dentro del
capitalismo[7]

  • Socialismo cristiano: Este socialismo es un intento
    de construir el socialismo desde el cristianismo. Existen
    diversas versiones e interpretaciones de estas tendencias,
    dependiendo de la versión de cristianismo profesada y
    la afiliación o no a alguna iglesia cristiana. La
    corriente del socialismo cristiano se manifestó ya
    desde el siglo XIX en la Comunión Anglicana,
    promoviendo la identificación de
    cristianismo-socialismo.

Algunos aseguran que el socialismo cristiano proviene desde la
época de Jesús, indicando que Jesús
predicaba y practicaba la igualdad entre
personas. Más adelante, aseguran, la iglesia que
formaron sus seguidores se burocratizó y corrompió
el mensaje de Jesús. Las personas que siguen esta
interpretación pretender revivir los principios de la
iglesia primitiva y las enseñanzas de Jesús como
una forma de alcanzar el ideal socialista y en algunos casos,
como en el escritor ruso León Tolstoi, el anarquista.

Otra interpretación es la seguida por la Juventud
Obrera Cristiana, basada en el ejemplo y enseñanzas de
Joseph Cardijn, originalmente dentro del catolicismo romano pero
extendida a otras iglesias cristianas. También a partir de
los trabajos de Cardijn, surge en América
Latina la Teología de la Liberación en un
intento por formular una teoría
teológica a la lucha social[8]

  • Socialismo de mercado: El socialismo de mercado es
    un sistema económico en el que los medios de
    producción son controlados por los trabajadores en
    cada empresa y la producción no está
    planificada centralmente por el Estado. La idea central es
    que el mercado no es mecanismo exclusivo del capitalismo y
    que es plenamente compatible con la propiedad por los
    trabajadores de los medios de producción (principio
    fundamental del socialismo). Los defensores del socialismo de
    mercado señalan que éste combina las ventajas
    del liberalismo con las del socialismo.

Dentro de la economía de mercado, se
pretende dar al Estado una capacidad de intervención que
permita potenciar la propiedad
social de los medios de producción a partir de determinados niveles
de volumen de
empleo,
generando incentivos para
el autoempleo y
la creación de cooperativas
que inunden el mercado de empresas, que
elaboren diferentes productos que
permitan aumentar la capacidad de elección de los
individuos y alcanzar el pleno empleo.

Así, la única intervención estatal en la
economía
sería la encaminada a corregir las fallas de mercado
(bienes
públicos, bienes preferentes, efectos de las
externalidades, fallas en los procesos de
producción y fallas derivadas de las
características del mercado), especialmente en el mercado
de trabajo,
importante por sus consecuencias sociales. El término
también ha sido empleado para aludir a los intentos de la
economía soviética para introducir elementos de
mercado en su sistema económico. Más concretamente,
sería el primer intento durante los años 20 de
aplicar la Nueva Economía
Política (NEP) en la URSS, pronto abandonada.
Posteriormente, elementos del socialismo de mercado fueron
introducidos en Hungría, en las ex Checoslovaquilla y
Yugoslavia (este último denominado socialismo
autogestionario) en los años 70 y 80. China, Vietnam
y Laos en la actualidad también se describen a sí
mismos como sistemas de
socialismo de mercado[9]

  • Socialismo posmoderno: El término
    posmodernismo o posmodernidad designa generalmente un amplio
    número de movimientos artísticos, culturales,
    literarios y filosóficos que aparecieron durante la
    segunda mitad del siglo XX, definidos en diverso grado y
    manera por su oposición o superación del
    modernismo. Aunque se aplica a corrientes muy diversas, todas
    ellas comparten la idea de que el proyecto modernista
    fracasó en su intento de renovación radical de
    las formas tradicionales del arte y la cultura, el
    pensamiento y la vida social[10]

La posmodernidad
se representa a través de un discurso muy
particular, asentado en un sentimiento estético y moral
que aboga por la muerte de
las categorías fundamentales de la racionalidad moderna:
historia, sujeto, futuro, progreso, transformaciones, y
otras del mismo tenor. Los pensadores más destacados de
las corrientes posmodernas son Gilles Deleuze, Jean Baudrillard,
Jean Francois Loytard, Jacques Lacan, Michel Foucault, Gianni
Vattimo, Jacques Derrida, Gilles Lipovetsky, Slavoj Zizek, Alain
Badiou, entre otros.

En relación con el socialismo, Rigoberto
Lanz[11]sugiere que, luego del derrumbe de la
Modernidad y de
la implosión de la Unión Soviética y sus
satélites,
ahora se plantea el desafío intelectual de pensar
nuevamente el socialismo pero esta vez en "clave posmoderna". De
acuerdo con Lanz, la figura de un socialismo posmoderno
sería el punto de llegada natural de una
elaboración teórico-política que se
fundamentaría precisamente en todo un repertorio de
líneas teóricas que ya se han hecho
características del discurso posmoderno, como aquellas
referidas a: "una crítica
a la racionalidad tecno-científica, una perspectiva
anti-histórica, una visión relativista, un
cuestionamiento del "progreso", una óptica
comunitaria, una ecología
política, la irrupción del género, un
nuevo multiculturalismo, el descentramiento del
"Sujeto", una mundialización solidaria, y una
reapropiación de la vida cotidiana de la gente".

Evidentemente las propuestas que asumen el socialismo como
bandera son diversas, así como las definiciones que se
ofrecen de este término son variadas y polémicas.
Algunas de ellas se sustentan en criterios de orden temporal (el
socialismo como un período de transición); otras se
identifican con las tesis
reformistas que proponen una síntesis
entre el capitalismo y
el socialismo (el socialismo como una economía mixta);
otras parten desde un enfoque sistémico (el socialismo
como un sistema o modo de producción diferenciado),
mientras que otras lo hacen desde una visión
socio-cultural (el socialismo como un modo de vida).

Entonces,
¿Qué es realmente el socialismo: una etapa de
transición; una economía mixta, o un nuevo modo de
producción?

El socialismo como revolución proletaria es la
solución de las contradicciones: el proletariado toma
el poder político, y, por medio de él, convierte en
propiedad pública los medios sociales de
producción, que se le escapan de las manos a la
burguesía. Con este acto, redime los medios de
producción de la condición de capital que
hasta allí tenían y da a su carácter social plena libertad para
imponerse.

Y el socialismo científico como expresión
teórica del movimiento proletario, es el llamado a
investigar las condiciones históricas y, con ello, la
naturaleza
misma de este acto, infundiendo de este modo a la clase llamada a
hacer esta revolución, a la clase hoy oprimida, la
conciencia de
las condiciones y de la naturaleza de su propia
acción.

Friedrich Engels (1821-1895). Del socialismo
utópico al socialismo científico
,
últimos párrafos.

Históricamente, las primeras propuestas de socialismo
surgieron a comienzos del siglo XIX como una alternativa distinta
a la explotación capitalista. Plasmada en un proyecto para
abolir esa injusticia social su propuesta esencial es: "para que
el pueblo alcance el bienestar debe poseer lo que produce y los
instrumentos de esa producción". Pero tarde o temprano
todos los proyectos
socialistas, más allá de los sueños y
propósitos de sus protagonistas, han tenido que
enfrentarse con la realidad económica y social de sus
experiencias, determinando en algún momento las grandes
decisiones sobre el curso de la revolución, o simplemente
delimitando las políticas
del gobierno frente a
concretos problemas de
su desarrollo. Así sucedió, por ejemplo, con el
viraje del "comunismo de
guerra" a la
"nueva política
económica" (NEP) soviética en 1921, el cambio de un
sistema de planificación centralizada al "socialismo
de mercado" en China en 1978 y Viet Nam en 1986, o el "socialismo
planificado con apertura parcial al mercado interno" en Cuba en 1989.
En cada uno de estos casos, en razón a las necesidades de
su desarrollo, los gobiernos se vieron obligados a combinar
medidas propias tanto del capitalismo como del socialismo.

Como era de esperar, todas estas medidas siempre produjeron
encendidas críticas de parte de los sectores
políticos más diversos, que van desde una izquierda
ortodoxa hasta la derecha conservadora, cuestionando en cada caso
el carácter socialista de estos procesos. Esta
situación ha reavivado hoy la discusión en torno a
la naturaleza del socialismo, planteándose la interrogante
de si el socialismo es una etapa de transición; una
economía mixta, o un nuevo modo de producción
.
Esta discusión está muy lejos de tener un
carácter puramente académico, por el contrario,
como ya destacó el profesor y
filósofo venezolano Núñez
Tenorio[12]de ella dependen importantes
consecuencias teóricas: existencia de una formación
social socialista o una forma de transición del
capitalismo al comunismo, existencia de leyes económicas
objetivas o simples descripciones y normas modeladas
intencionalmente (subjetivas), existencia misma de una
economía política o de una política
económica. Y en el orden práctico: también
de ella depende como se evalúe la lucha de clases y sus
formas, así como el diseño
de las políticas públicas y las líneas
partidistas.

1. En primer lugar, debe destacarse que tanto los
esquemas de transformación socialista que concibieron los
clásicos marxistas como las lecciones derivadas de los
intentos de tal transformación indican la necesidad de
un período de transición entre una sociedad
y otra. De manera explícita, Marx plantea en
la "Crítica del Programa de
Gotha"[13] que el socialismo sería un
período de transición y transformación entre
la sociedad capitalista y la sociedad comunista, cuyo Estado no
sería otro que la dictadura revolucionaria del
proletariado. Por su parte, Lenin explicaba que este
período sería una fase transitoria en el que se
persigue la reconstrucción económica del
país para lograr el máximo desarrollo posible de
las fuerzas productivas y de la conciencia socialista, pero que
al mismo tiempo es un
período que no puede dejar de reunir los rasgos o las
propiedades de ambas formaciones de la economía social,
razón por la cual las clases
sociales y la lucha entre ellas no desaparecen en el curso de
esa dictadura del proletariado, lo único que hacen es
adoptar otras formas[14]

En un principio, en este tema de la transición parece
no existir grandes diferencias teóricas, sin embargo,
posteriormente surgieron diferencias notables en cuanto a las
apreciaciones sobre las condiciones de la transición,
dependiendo si se trata de un país central y de
economía avanzada, o si se trata de un país
subdesarrollado y periférico. Estas apreciaciones han
originando, a su vez, serios debates en relación con la
velocidad y
profundidad de las transformaciones que se requieren, o las
proporciones en las medidas capitalistas o socialistas a
implementar, acerca de las clases sociales y sus relaciones, o
sobre el tamaño y el papel del Estado, el mercado y la
democracia.

Por ejemplo, aún perdura la vieja discusión de
los clásicos del marxismo sobre si en este período
de transición el Estado asumirá las
características de una dictadura de una clase en
particular, denominada "dictadura del proletariado", con toda la
economía centralizada por una planificación
totalizadora y dirigida por el estado y un partido único,
tal como sucedió en el fallido "socialismo real" que
predominó en el siglo XX; o si esta etapa se
caracterizará más bien por un Estado
democrático y participativo de todo el pueblo, donde la
armonización entre una planificación flexible
(centralizada y descentralizada), un mercado regulado y la
autogestión popular permitan, como propone Wim
Dierckxsens[15]la conciliación entre el
interés
particular y local, por un lado, con el bien común, por el
otro, coadyuvando todos ellos en el desarrollo sostenido de las
fuerzas de producción y el bienestar general de la
población, según se propone en el
llamado socialismo del siglo XXI.

Otro aspecto central del debate es el
referido a las formas de propiedad que predominarán en
esta etapa: Mientras que algunas posturas radicales se inclinan
por una rápida transición hacia un estatismo y
colectivización plena de la economía y los factores
de producción, como la que marcaron las experiencias de
los primeros años del socialismo, otros en cambio son
partidarios de un modelo de
socialismo más democrático, concebido como un fase
preparatoria, donde temporalmente se da la existencia de diversas
formas de propiedad y de gestión
económica (pública, privada, comunitaria, mixta,
asociativa, etc.), de tal manera que el desarrollo de las fuerzas
productivas reciba el impulso de múltiples factores
promoviéndose con ello el incremento de los coeficientes
relativos de la producción y el consumo, y no
que una socialización precipitada se constituya
más bien en un freno, un atraso, o peor aún en la
destrucción de la economía, produciéndose
entonces lo que Marx llamó la "socialización de la
indigencia"[16].

También el período de transición
sería el tiempo necesario para lograr el cambio de la
racionalidad económica capitalista por una racionalidad
alternativa: De acuerdo con algunos
autores[17]sería una racionalidad
económica que se regiría de modo progresivo por las
necesidades concretas de los seres vivos en comunidad, y no
por la necesidad privada de realizar perpetuamente más
valor o
plusvalía. Por tanto, sería un régimen que
pueda juzgar o valorar su gestión y el logro de metas no
en función
de la preeminencia del capital, sino fundamentalmente en
función del trabajo y el bienestar social, donde
importantes instrumentos de evaluación
administrativa, como la eficiencia y la
eficacia,
parcialmente basados en criterios puramente instrumentales y
formales, también pasen a regirse por criterios ajustados
a los contenidos, tales como los tipos y calidad de los
fines.

De igual manera, en este período de transición
el nuevo bloque histórico en el poder procuraría la
indispensable transformación del Estado, en tanto que
éste sea necesario, de ser un instrumento de
dominación de la burguesía en otro tipo de
mecanismo verdaderamente eficiente y democrático, mediante
el cual se pueda aunar los esfuerzos de los poderes
institucionales con la participación de los poderes
populares constituyentes, a los fines de impulsar conjuntamente
el desarrollo socialista del país. Como señala
Daniel Bensaid[18]no se trata de decretar
abstractamente la extinción del Estado, sino de ponerlo
concretamente bajo el control
autogestionado en vistas a generalizarse, iniciando una
transformación social y cultural a través de la
cual la colectividad asociada pueda re-apropiarse concretamente
del ejercicio de las funciones
administrativas y políticas.

Sería entonces el tiempo necesario para que el pueblo
logre formar la conciencia socialista que le permita comprender
que sólo la comunión de intereses y acciones de
todos los hombres y mujeres, trabajadores y trabajadoras del
mundo, pueden realmente salvarlos de la barbarie de la
explotación capitalista. Sería el tiempo para
organizarse e incrementar la capacidad para auto-gobernarse en
forma democrática, participativa y protagónica en
las comunidades. Y aunque parezca contradictorio, también
sería el tiempo para que el pueblo y sus organizaciones,
ahora protagonistas de su propia liberación, logren
el aprendizaje
de los métodos e
instrumentos de administración y gestión modernos,
esas "armas (no tan)
melladas" que le han permitido al capitalismo desarrollarse y
sobrevivir durante tres siglos, de tal manera que, como lo
indican los clásicos del socialismo, el pueblo vaya
dominando con precaución y en forma gradual esos
métodos y esas armas de la burguesía, para
utilizarlos con éxito
contra el mismo capitalismo y sientan, a su vez, los cimientos de
una economía
socialista.

En este mismo sentido, Claudio Katz[19]sugiere
que la función de esta etapa sería crear las
premisas económicas (productividad,
eficiencia, integración sectorial) y sociales
(disponibilidad de bienes de consumo, alivio laboral, mejora
educativa) indispensables para el inicio de un rumbo socialista.
Según este mismo autor, una transición exitosa
debería sortear múltiples restricciones: crecer sin
afectar el consumo, invertir en la industria sin
descapitalizar el agro, introducir patrones mundiales de
productividad sin abrir las fronteras a la invasión de
mercancías y capitales, fortalecer a la clase trabajadora
sin agredir a otros sectores populares. Así, para Katz,
combinar la acumulación socialista con el crecimiento
balanceado, a través de una política sustentable de
industrialización y bienestar, debería ser el
propósito de esta etapa.

De esta manera un conjunto de autores apuntan a la necesidad
que tendría toda sociedad de transitar determinadas etapas
o fases preparatorias para que ella pueda evolucionar hacia
estadios superiores de libertad y bienestar humanos. Ciertamente,
las experiencias históricas de todas las revoluciones
sociales así lo demuestran. Así, al fijar etapas y
fases en un rumbo claramente orientado hacia el socialismo se
trata de establecer metodológicamente las
características particulares de cada coyuntura en el
desarrollo de este proceso. Como
diría Núñez Tenorio, esta
periodización pretende una presentación resumida y
coherente, lógica
e histórica de períodos históricos
concretos[20]Cada nueva etapa –indicaba
Trosky- nos impone el análisis concreto de
las tendencias y de las relaciones reales, en su conexión
y en su constante interdependencia[21]

En el caso contrario, de no contemplarse etapas en la marcha
al socialismo, se corre el peligro de adoptar una visión
oportunista o pragmática como aquellas que en nombre de un
supuesto realismo
político no contempla objetivos ni
metas concretas en el rumbo señalado. O bien el de evadir
determinadas postas o hitos en el camino hacia el socialismo en
nombre de una malentendida "revolución permanente",
presentada muchas veces como un concepto vago y puramente
ideológico, carente de contenido político realista.
Evidentemente, todas estas experiencias históricas de
indefinición o desestimación de ciertas coyunturas,
así como las experiencias de haber abortado o demorado
etapas produjeron en algunos casos costosos resultados al
acometer a destiempo cambios, rectificaciones o desviaciones en
la marcha hacia el socialismo[22]

2. Pero las características del período
de transición arriba mencionadas también han
ocasionado la polémica sobre si el socialismo sería
o no una economía mixta, o sea, "un híbrido"
de varias formaciones de la economía social,
básicamente de las economías capitalista y
socialista. Los primeros proponentes conocidos de esta tesis
fueron las corrientes revisionistas socialdemócratas y los
llamados "socialistas de cátedra", que propugnaban un
"socialismo evolucionista" en la Europa de finales
del siglo XIX" (Por ejemplo: Bernstein, 1890; Brentano, 1890,
entre otros)[23].

Posteriormente, a mediados del siglo XX, en lo que se pudiera
considerar una continuación de las propuestas anteriores,
surgieron las tesis socialdemócratas de "una tercera
vía", que ha sido a menudo descrita como una
síntesis del capitalismo y el socialismo por alguno de sus
proponentes. Actualmente los partidarios de este modelo se
inspiran en las teorías
de Anthony Giddens (1998) y consideran que ésta es una
reforma que necesita la socialdemocracia para poder seguir defendiendo los
elementos básicos del Estado de bienestar en la era de
la
globalización, adoptando un modelo económico de
corte "socioliberal", por lo que también se hace llamar
"socialismo democrático o liberal".

Hoy día, sin embargo, se afirma que las posiciones
"terceristas" en Europa y América
Latina están más influidas por visiones
neoliberales, a lo más, con un ligero disfraz de
socialismo o interés reformador produciéndose
así un movimiento hacia políticas de
desregulación, descentralización y reducción
de impuestos,
buscando disminuir lo que se veía como sobredependencia
del estado. En Europa esa posición está
representada por algunos gobernantes como el que fuera primer
ministro británico Tony Blair (quien se refirió a
su proyecto como "The Third Way"), el antiguo canciller
alemán Gerhard Schröder, o el ex primer ministro
holandés Wim Kok. Como sus representantes en Latinoamérica se señalan a los
expresidentes Ricardo Lagos, Fernando Henrique Cardoso y otros,
tales como la actual presidenta chilena Michelle Bachelet20.

La otra noción más reciente está
relacionada con las experiencias de "socialismo de mercado"
desarrolladas por China y Viet Nam. En el primero de los casos,
esta idea de transformar el sistema de planificación
centralizada en una economía socialista de mercado fue
propiciada por Deng Xiaoping en el marco del tercer Pleno del XI
Comité Central del Partido Comunista de China (1978). La
idea básica de esta transformación se apoya en dos
elementos fundamentales: 1) la necesidad de realizar una
modernización en cadena, las así llamada "cuatro
modernizaciones", en los campos de la agricultura,
industria, defensa y ciencia y
tecnología, así como la política de
puertas abiertas al exterior, y 2) que las fuerzas del mercado y
la inserción en la globalización, junto a la privatización y la inversión
extranjera directa dirigidas por el Partido Comunista pueden
transformarse en componentes para la construcción del
socialismo[24]

En China estas políticas de reformas han resultado en
importantes modificaciones tanto en las formas de
producción como en las relaciones de propiedad. Por
ejemplo, de acuerdo a González Arencibia, el sector de
Empresas Estatales disminuyó su aporte al producto
industrial bruto de un 78% en 1972 a un 48% en 1992, mientras que
el sector industrial no estatal está compuesto,
aproximadamente, en un tercio por empresas privadas, que es el
segmento que crece más rápidamente y el resto
–dos tercios- por cooperativas, entre las cuales la gran
mayoría son las denominadas Empresas de Pueblos y Aldeas,
que son, en esencia, cooperativas de propiedad de los
municipios.

El resultado de este proceso de modernización y
transformación ha sido que la estructura
económica china ha evolucionado rápidamente,
consolidándose una economía de mercado con una
fuerte inserción en diversas áreas de la
globalización. Sin embargo esta inserción no ha
sido fácil. China ha reclamado por largo tiempo que es
tratada injustamente en las disputas de comercio con
Europa, Estados Unidos y
otras grandes economías alarmadas por el veloz surgimiento
como gigante manufacturero. Así, por ejemplo, el ingreso
de China a la
Organización Mundial del Comercio (OMC) se produjo
recién el 11 de noviembre de 2001, ¡tras 15
años de negociaciones![25]

De igual modo ha sucedido con la solicitud de China para
recibir el codiciado Estatus de Economía de Mercado (MES)
por parte de la Unión
Europea. Pekín ha estado buscando el MES de la UE
desde el 2004 para reducir riesgos de
aranceles
punitivos para sus exportaciones y
como un reconocimiento a sus reformas económicas. No
obstante, en ese mismo año la UE rechazó la
petición para que este país fuera considerado como
"una economía de mercado" en vez de "economía en
transición".

Para que la UE cambie de status, antes China
debía cumplir con una serie de requisitos de
política de mercado que son de un claro corte
neoliberal[26]y que China está
aparentemente dispuesta a cumplir. Sin embargo, a pesar de que en
el informe de la
Comisión Europea del año 2008 ya se
describía la economía
china como "un sistema crecientemente moderno y basado en el
mercado, que además tiene ahora casi toda la
legislación que es necesaria para el otorgamiento del
Estatus de Economía de Mercado" (Según reporta
William Schombreg, Reuters, 17 de septiembre de 2008), para el
mes de febrero del 2009 (fecha en la que se escribe este ensayo) China
todavía aguardaba por el otorgamiento de dicho
Estatus.

Parece evidente entonces que si China no se ha abrazado al
capitalismo, al menos al declararse como una economía
socialista de mercado insertada en la globalización (tal
como ya hemos visto ha solicitado le sea reconocida por parte de
todos los organismos internacionales que rigen la materia)
podría decirse que prácticamente se está
asumiendo como una economía mixta. Pero, comenta
Gonzáles Arencibia, en el caso de China, país que
para muchos analistas se ha insertado con éxito en la
globalización, las perspectivas de su evaluación
varían según los observadores, en el que existe
también el punto de vista del fracaso del socialismo de
mercado. Con un enfoque optimista existe la idea de que China por
la vía del socialismo de mercado ha logrado grandes
éxitos económicos y sociales y que habrá que
contar con ella como el socialismo del
siglo XXI, fundamentando que estos avances no son resultado
de la aplicación del globalismo neoliberal.

Este criterio -el del "éxito" asegurado por algunos
autores, sigue explicando González-, sin embargo, reconoce
en China múltiples efectos negativos que se parecen a los
que ocasiona y promueve la política neoliberal
alejándose de la práctica socialista entre ellos:
la existencia de desequilibrios territoriales entre regiones,
estancamiento en la reducción de la pobreza,
distribución desigual del ingreso, ineficiente
gestión de las empresas estatales, deterioro del medio
ambiente, liberalización del mercado de bienes de
consumo, desmantelamiento de las comunas y creación de
unidades pequeñas, amplios márgenes de
reducción de la participación estatal en la
producción industrial, así como un acelerado
proceso de privatización sobre todo en empresas
pequeñas
[27]

Por otro lado, para quienes hacen una crítica del
llamado socialismo de mercado y en general de cualquier forma de
economía mixta, su fracaso se explicaría en la
incompatibilidad entre las lógicas de los dos sistemas, el
capitalista y el socialista. Por ejemplo, István
Mészárov[28]argumenta que:

  • Las incompatibilidades parciales -para no referirnos a las
    generales- entre los dos sistemas, surgen de la
    incompatibilidad radical de sus modos de dimensionar el
    valor. Para las paradójicas e inalcanzables
    determinaciones internas del sistema capitalista, tenemos que
    sus productos mercantilizados no son valores de uso para sus
    propietarios y valores de uso para sus no propietarios. En
    consecuencia, todos deben cambiar de manos y entonces, las
    mercancías deben ser realizadas como valores antes de
    que puedan realizarse como valores de uso.

  • El modo temerario del capital en su trato de la
    economía no como un disposición racional sino
    como la más irresponsable legitimación del
    derroche sin límites es lo que pervierte totalmente
    este proceso histórico, al sustituir la rica
    diversidad de las necesidades humanas por le
    alienación del capital que se mueve por la
    única necesidad de ampliar su reproducción a
    todo costo, amenazando incluso con poner fin a la propia
    historia humana.

  • La razón del por qué las determinaciones y
    relaciones de valor del orden alternativo no podrán
    ser transferidas al marco metabólico social del
    capital con el propósito de mejorarlo radica en que
    aún las relaciones parciales más
    pequeñas del sistema alternativo están
    profundamente embebidas en las determinaciones generales de
    valor de un marco omnicomprensivo de las necesidades humanas
    cuyo axioma elemental inviolable, de acuerdo a su más
    íntima naturaleza es la exclusión radical del
    despilfarro y de la destrucción.

Tampoco para Claudio Katz[29]el socialismo
puede ser "una economía mixta" porque:

  • Existe un antagonismo entre el capital y el trabajo que
    obstruye estructuralmente las mejoras que habitualmente
    surgen de un choque social, pues el capitalismo conduce a
    subordinar las metas de la justicia social a las exigencias
    del beneficio.

  • Bajo el capitalismo la intervención estatal no
    persigue objetivos socialistas, sino que apuntala la
    acumulación privada. Lejos de promover un horizonte
    socialista de autogobierno de los trabajadores este tipo de
    economía mixta refuerza el poder de las clases
    dominantes.

  • El capitalismo siempre amenaza los logros inmediatos y
    atropellará mañana lo que concede hoy. El
    sistema de dominación vigente tiende a reproducir las
    inequidades y a potenciar la explotación, expandiendo
    el desempleo y la exclusión.

  • Construir el capitalismo para favorecer la emergencia del
    socialismo es un proyecto insensato. Nadie puede demostrar
    que apuntalando la explotación y la competencia se
    desarrollarán la igualdad y la solidaridad.

3. Por otra parte, ciertos autores y tendencias
presentan el socialismo como un modo de producción
específico
con características y leyes
particulares, o sea, con sus propios títulos
históricos, equivalente al capitalista analizado por Marx.
En un principio, este cambio de concepción comenzó
a manifestarse en varios escritos oficiales de la ex URSS entre
los años de 1937 y 1950, cuando se consideró que la
misma ya había culminado la construcción del
socialismo y se encontraba en vías de la
realización del comunismo. Estas tesis asumirían
formas más concretas con el XX y el XXII Congreso del
PCUS, en la época de Kruschev, cuando se oficializó
la teoría de "las tres fases de la sociedad comunista":
transición del capitalismo al socialismo, el socialismo, y
el comunismo integral.

Pero, tal como observara en su oportunidad Núñez
Tenorio, la argumentación de la teoría de "las tres
fases" es confusa el menos en tres aspectos: 1) Por una parte, en
la tercera edición
del Manual de Economía Política, de la
Academia de Ciencias de la
URSS, año 1966, dice que el período de
transición comienza con la instauración del poder
proletario y termina cuando se da cima a la tarea de la
revolución socialista, que es la construcción del
socialismo, primera fase de la sociedad comunista (Pág.
334), 2) Luego, se establece que una vez culminada la fase previa
de transición, el socialismo y el comunismo
constituirían dos etapas de maduración de la nueva
formación económico-social comunista, poseyendo
estas dos fases las mismas bases económicas,
fundamentalmente un mismo régimen de propiedad social y el
desarrollo planificado de la economía nacional
(Pág. 653); 3) Sin embargo, también en otra parte
del mismo texto se
define el socialismo como un modo de producción
específico con nuevas leyes y categorías
económicas propias (Pág. 446), con lo cual
desaparece la definición de la dictadura del proletariado
en tanto etapa de transición del capitalismo al comunismo,
y en su lugar aparece el socialismo con sus propios
títulos históricos y no como mera
transición[30]Así, en el
Manual ya citado se puede leer que:

El período de transición del capitalismo al
socialismo termina con la liquidación del régimen
multiforme de economía y con la consolidación del
modo socialista de producción tanto en la ciudad
como en el campo, es decir, con la edificación en toda la
economía nacional de un sistema socialista de
relaciones de producción
y la creación de la
base técnico-material altamente desarrollada del
socialismo, base que descansa sobre el dominio de la
gran industria maquinizada contemporánea (Pág.
409).

Actualmente, este cambio de concepción está
representado por algunos escritos recientes en torno al llamado
socialismo del siglo XXI, en los cuales se hace alusión a
sólo dos etapas de la evolución
histórico-social poscapitalista: el período de
transición del capitalismo al socialismo y el socialismo
propiamente dicho, con lo cual desaparece la etapa del comunismo.
Y aún otros más, no sabemos por cuales motivos, si
por alguna razón científica o bien por simples
prejuicios, sólo hablan de un vago
postcapitalismo en notoria sustitución tanto del
socialismo como del comunismo. No obstante, advertía
Núñez Tenorio[31]esta
concepción del socialismo como un modo de
producción específico significa una ruptura
teórica con el análisis del conjunto propio del
marxismo-leninismo. Esa ruptura fue la que motivó a este
autor a desarrollar en su tesis toda una crítica
teórico-metodológica de esta concepción. A
continuación veamos brevemente algunas de sus
conclusiones:

  • Primero, el socialismo no es sino una etapa donde se
    combinan elementos de muchos modos y formas de
    producción y no es una estructura estable de
    relaciones de producción (como lo es el capitalismo y
    el comunismo). Existe una formación social socialista
    –en forma de producción compleja que combina
    modos y formas de producción variados- pero no hay
    lugar para la existencia de un modo de producción
    socialista. Se da un salto en el vacío, afirma
    Núñez Tenorio, pasándose del primer al
    segundo nivel de análisis desarrollado por Marx:
    presentando una formación social
    histórico-concreta como un modo de producción
    histórico-abstracto.

  • Segundo, esto significa que las leyes económicas
    objetivas de esta formación social es una
    articulación combinada al menos del modo de
    producción capitalista y del modo de producción
    comunista por construirse. A nivel de la existencia a medias
    del MPC en el socialismo no habría mayor
    discusión: está el ejemplo de la vigencia
    limitada de la ley del valor por la existencia de la moneda y
    el mercado. De manera que la realidad histórica
    "socialista" no es el salto abstracto (en el vacío)
    presentado como histórico. Las "supervivencias"
    capitalistas repercuten y presionan no sólo a nivel de
    las relaciones de producción sino en plan
    político e ideológico.

  • Tercero, no basta en consecuencia trastocar las relaciones
    de producción burguesas en socialistas, a
    través de la colectivización o la propiedad
    estatal. Ellas no constituyen una apropiación social
    real ni constituyen una transformación del conjunto de
    las relaciones de producción. Se requiere –como
    dicen los chinos- que la política proletaria
    esté en el puesto de mando para que las relaciones
    mercantiles y monetarias no domine el beneficio y en los
    planes impuestos desde arriba y el exterior no gobierne la
    producción. Pero, para que la política
    proletaria está en el puesto de mando, se requiere que
    la ideología revolucionaria proletaria sea apropiada
    por las masas, de abajo a arriba, en el conjunto del
    país, combatiendo la ideología burguesa en su
    práctica real, especialmente en la lucha por la
    producción.

4. Y todavía existe otra concepción, una
que también define el socialismo como un modo de
vida
. Este concepto de "modo de vida" (the way of life), que
ya era ampliamente utilizado por la cultura
estadounidense, hizo su aparición por primera vez en la ex
Unión Soviética a partir del XXV Congreso del PCUS
del año 1976, y difundido posteriormente en una serie de
artículos de la revista
Kommunist. En uno de sus editoriales titulado "La
Declaración del Socialismo Desarrollado" (K. 1976, 7) esta
revista proclamaba que los tres resultados esenciales del
desarrollo socio-político en la URSS desde Octubre de 1917
eran: "la nueva sociedad", "el modo de vida socialista
soviético", y "el hombre nuevo".
Por cierto, no deja de ser curiosa esta declaración de
socialismo cuando apenas algunos años antes el XXII
Congreso ya había proclamado la realización del
comunismo en la URSS.

Como quiera que sea, en sus orígenes, la noción
del "modo de vida" no es un concepto filosófico, sino que
pertenece a las categorías más generales de la
sociología. Según refieren Mario
Sanoja e Iraida Vargas[32]citando a autores como
Glezerman (1989) y Filipec (1985), "la categoría modo
de vida podría ser definida como el sistema de rasgos
esenciales que caracteriza la actividad de los pueblos, clases
sociales e individuos en una formación económico
social
". Un modo de vida –explican estos autores-
está determinado, en primer lugar, por la relación
material (factores objetivos) que existe entre la sociedad y la
naturaleza, por el nivel de desarrollo de las fuerzas
productivas, por el carácter de las relaciones sociales de
producción, por el régimen económico
imperante que constituye la base de todo el sistema de dichas
relaciones: así como la gente produce y reproduce su
existencia, así es su modo de vivir.

Adicionalmente, el modo de vida también se
expresaría en las diferentes dimensiones de la cultura de
un pueblo (factores subjetivos), en su vida cotidiana, en su vida
política, en su conducta, en sus
valores
éticos. Este concepto, dicen los autores referidos, nos
permite definir y resumir el sistema de rasgos sobre los que se
fundamenta un modo de vida: el nivel de instrucción y
desarrollo cultural, el trabajo, el
bienestar material y el acceso al consumo de los bienes
esenciales para alcanzar una vida digna, el nivel de salud entendida ésta
como el grado de bienestar general colectivo, el nivel de
participación solidaria, social y política para la
construcción de la sociedad socialista.

En el caso de la formación social capitalista
–continúan explicando los autores referidos- que
está signada por la desigualdad
social, las diferentes clases sociales expresan
géneros, estilos de vida o submodos de vida diferentes,
sin embargo y por encima de esas diferencias, aquí
predominan valores no solidarios o egoístas, con
preeminencia del individualismo y la competencia como
principios del desarrollo social
y económico. Por el contrario, de acuerdo con A. Bodnar y
otros autores (1975), los criterios para determinar los rasgos
fundamentales de una sociedad socialista desarrollada
serían: 1) bienestar material y madurez cultural; 2) una
autoconciencia popular altamente desarrollada capaz de
autocrítica; 3) dirección de la sociedad sobre la base de
los principios de la justicia
social y la eliminación gradual de las diferencias y
barreras sociales; 4) respeto a la dignidad y la
calidad de
vida humanas; 5) autorregulación social y una alta
efectividad de los órganos del poder y la correspondencia
de su actividad a las necesidades sociales; 6)
organización racional de la sociedad sin menoscabo para la
calidad de la vida, y 7) defensa de todos los valores
progresistas, revolucionarios y culturales.

5. Resumen y conclusiones: Hemos revisado en esta
sección lo que la literatura política
nos presenta como definiciones y variantes del socialismo.
Asimismo, hemos intentado explorar brevemente los análisis
y críticas que se hacen de sus diferentes vías y
propuestas. En este recorrido por la literatura notamos que no
existe en la literatura socialista un punto de vista uniforme,
destacándose más bien la diversidad y complejidad
tanto en los enfoques y criterios existentes como en la
aplicación práctica de los mismos, un hecho que
reflejaría la naturaleza siempre inacabada o evolutiva del
pensamiento
socialista. Desde luego que esta situación no nos debe
extrañar, pues esto es lo que cabría esperar al
tratarse de procesos sociales que están determinados por
un tiempo histórico cambiante, así como por
circunstancias y realidades nacionales
distintas[33]

Incluso ya en el mismo terreno de las definiciones observamos
algunas disparidades. Mientras algunas fuentes
definen el socialismo como un sistema de
organización social y económico basado en la
propiedad y administración colectiva o estatal de los
medios de producción, otras ven socialismo como un
estado de desarrollo deseado de una sociedad igualitaria,
donde la comunidad
asume de manera directa el control político y
económico en función de lograr el bienestar
colectivo. Pero también hay concepciones que
señalan que el socialismo no debe verse como un sistema o
modelo definitivo y estructurado, sino más bien como un
proceso social, que de una manera gradual y diferenciada,
pero continua e ininterrumpidamente, busca el establecimiento de
esa sociedad ideal de justicia, igualdad y libertad.

Asimismo, se observan algunos dilemas en cuanto a determinar
teóricamente el tiempo que se requiere para pasar de una
sociedad a otra: Mientras algunas corrientes, muy minoritarias
por cierto, proponen una transición rápida del
capitalismo al socialismo y a una economía totalmente
centralizada, otras corrientes plantean la necesidad de un
período de transición más o menos
prolongado, caracterizado por la existencia de formas de
producción complejas, donde se combinan modos y formas de
producción variadas tales como las precapitalistas,
capitalistas, y socialistas. El propósito de este
período de transición sería el de
reconstruir y reordenar la sociedad y su economía para
poder avanzar hacia estadios superiores de producción y de
vida donde dominen plenamente las relaciones social-socialistas.
A este estadio superior algunos autores lo denominan socialismo
desarrollado, otros lo llaman comunismo, y aun otros
postcapitalismo.

De acuerdo a Gonzáles Arencibia, en la práctica
la historia de la
transformación socialista conoce tres nociones que han
sido básicas en el desarrollo socialista bajo una
visión marxista: 1) Socialismo Centralmente Planificado
por el Estado
(incluye todos los países del antiguo
campo socialista), 2) Socialismo de Mercado (China 1978 y
Viet Nam 1986, 3) Socialismo Planificado con Apertura Parcial
al Mercado Interno
(Cuba 1989). Según observa este
autor, el denominador común de estas transformaciones ha
sido su identificación con la lógica socialista,
pero con cambios sustanciales de un tipo a otro. Igualmente, las
prácticas del socialismo mencionadas dejan ver la
posibilidad de cuanto ha cambiado, que se ha abandonado de esta
concepción, y que idea podría conducir a una
transformación socialista de manera inédita y
sostenible[34]

De modo que las visiones y las prácticas para una
transformación socialista son variadas, pero esta
diversidad de criterios y experiencias no debe llevarnos a una
visión ecléctica, ni pragmática, ni mucho
menos oportunista del socialismo. Por supuesto que tampoco se
trata de un pensamiento dogmático ni de un modelo
universal e inalterable; Cualesquiera sean las soluciones que
impongan las circunstancias históricas y nacionales, esas
variantes deberán estar guiadas por los principios
científicos y éticos que siempre le dieron
razón y contenido al socialismo. De acuerdo a los
pensadores clásicos, los principios y las
características más resaltantes de un socialismo
pleno son:

  • Ruptura radical con la sociedad capitalista;

  • Eliminación de la propiedad privada sobre los
    medios de producción;

  • Establecimiento de la propiedad colectiva sobre esos
    medios;

  • Desaparición de las clases explotadoras y reino de
    las relaciones de colaboración y ayuda mutua;

  • Planificación de la actividad productiva;

  • Igualdad en la distribución de la riqueza
    social;

  • Aseguramiento del bienestar colectivo;

  • Desarrollo pleno y libre de la personalidad humana.

Según algunos teóricos[35]de
todas esas características antes señaladas las que
revisten mayor trascendencia transformativas serían las
tres primeras, ya que sin éstas no podrían darse
las siguientes. Sin embargo, es importante destacar que el
socialismo está muy lejos de tener un sentido puramente
económico, sólo preocupado por el desarrollo de las
fuerzas productivas y la multiplicación de la riqueza
material, sino que igualmente está dirigido hacia un fin
socio-ético, ya que también se preocupa por el
contenido de las relaciones sociales y el pleno desarrollo del
género humano y su libertad. Tal es pues la esencia del
socialismo.

Así entonces, siguiendo el pensamiento (o
sustancia-guía) de Engels con el que encabezamos esta
sección, creemos que el socialismo debe ser entendido
en su doble naturaleza de teoría y proyecto, esto es, como
un pensamiento crítico al igual que un proyecto
alternativo al capitalismo, que comprende las dimensiones
fundamentales de la acción humana
(económico-social, ideo-político,
ético-moral y cultural) y se basa en formas colectivas de
producción, apropiación y distribución como
condiciones esenciales de un modo solidario de vida
. De esta
manera se asegura el carácter integral del socialismo. En
efecto, si alguna versión se define como socialista pero
carece de un proyecto concreto y revolucionario seguramente su
accionar terminará en pura crítica y la
charlatanería; igualmente que si formula proyectos sin el
debido sustento teórico muy probablemente acabará
en actitudes
pragmáticas o en el oportunismo.

Luego,
¿Qué significa
el socialismo del siglo XXI: una
nueva síntesis; una vía diferente, o simplemente es
más de lo mismo?

Tenemos que reivindicar el socialismo como una tesis, un
proyecto, un camino, pero un nuevo tipo de socialismo, un
socialismo humanista que pone a los seres humanos y no a las
máquinas o al Estado antes que todo.

Hugo Chávez Frías, Presidente de la
República Bolivariana de Venezuela.

Según algunas fuentes[36]este concepto o
modelo de socialismo fue ideado por Heinz Dieterich Steffan, a
partir de 1996, y muy difundido desde el 30 de enero del 2005 por
el Presidente de Venezuela Hugo
Chávez en el V Foro Social Mundial. En esa
ocasión, el Presidente no fue muy explícito pero
claramente manifestó que este socialismo sería
distinto a los desarrollados en el siglo XX, así como
desechaba la tercera vía como modelo de desarrollo. Luego,
a mediados del año 2006, en un evento en Viena,
asentó que no es un socialismo predeterminado, sino que se
trata de "transformar el modo de producción hacia un nuevo
socialismo al que hay que construir todos los días".
Chávez también ha afirmado, en 2007, que el
Socialismo del Siglo XXI acepta en cierta medida la propiedad
privada, a diferencia de la postura marxista-leninista, y debe
nutrirse de las corrientes más auténticas del
cristianismo,
dentro de una democracia participativa y protagónica, que
debe conjugar igualdad con libertad. Estas ideas han llevado a la
gente a preguntarse: ¿Qué significa el
socialismo del siglo XXI: Será acaso una nueva
síntesis de ideas y proyectos; será tal vez una
vía diferente a las fórmulas ya establecidas en el
pasado, o simplemente será una variante más dentro
del modelo de acumulación nacional-capitalista?

1. A partir de las fechas señaladas, se ha
desencadenado una abundante literatura difundida por diferentes
medios: libros,
monografías, artículos, entrevistas,
etc., en los que se formulan diversas y a veces contradictorias
ideas y propuestas en torno al socialismo del siglo XXI.
Tampoco las críticas se han hecho esperar, algunos
críticos de la izquierda marxistas lo consideran un
socialismo falaz y la derecha estima que se basa en ideas caducas
y perimidas. De tal manera que hoy podemos observar en esos
medios todo un bazar de opiniones donde se exhiben desde los
viejos "caletres" de cierta izquierda dogmática, pasando
por algunas "novedosas" propuestas del reformismo desarrollista,
como también por las corrientes anti-reformas defensoras
del "purismo" marxista, hasta las infaltables críticas y
"refutaciones" por parte de la derecha y renegados de la
izquierda.

En primer lugar, y como era de esperar, en estos
análisis se aprecia un desmarque generalizado con respecto
a la experiencia fracasada del socialismo "real" de la ex
Unión Soviética, así como de la "democracias
populares" del Este de Europa. En segundo lugar, se estudian los
temas relacionados con las nuevas condiciones de la
globalización y el mercado capitalista y sus influencias
sobre las economías socialistas. Tercero, se revisan
nuevamente las teorías marxistas del valor-trabajo y sus
críticas; sobre el origen y el papel de sus
categorías fundamentales: el valor de cambio, la
plusvalía, la explotación, la alienación; y
también sobre la vigencia de las "leyes naturales" de la
producción capitalista. Cuarto, en el terreno
político-jurídico se continúa debatiendo
acerca de las características y el papel del Estado,
así como sus relaciones con la sociedad; sobre los tipos
de democracia y el régimen de gobierno. Pero el tema
principal de estos análisis obviamente está
centrado en Venezuela, el presidente Chávez y su propuesta
de un socialismo para el siglo XXI.

Así, por ejemplo, para el sociólogo y
filósofo de origen alemán Heinz
Dieterich[37]"Hugo Chávez se ha puesto a la
cabeza de la Revolución Mundial al definir como una
necesidad teórico-práctica mundial la
invención del socialismo del siglo XXI, es decir un
socialismo "ambientado al nuevo siglo". Según Dieterich,
"lo que el Comandante Chávez y los marginados de la
humanidad buscan y necesitan, no es una nueva crítica
(negación) a la mala realidad creada por el capital, sino
la alternativa viable de una nueva civilización más
humana, es decir, una alternativa antisistémica y
anticapitalista". En tal sentido, este autor propone entonces su
Nuevo Proyecto Histórico de la Democracia Participativa.
En el prologo de su más reciente libro se
describen brevemente los puntos principales del proyecto:
Democracia Participativa propone Dieterich como la nueva
Institución para sustituir la caduca Democracia
Representativa; una Economía de Equivalencias, para echar
a un lado y desterrar para siempre las prácticas
capitalistas de la Crematística Nacional de Mercado; y, un
Estado no Clasista que rompería con el tradicional Estado
de Clases que conocemos; para que una vez consolidada cada
institución nos acerquemos al ser humano racional,
ético y estético que debemos ser. Pero antes, es
necesario empujar el Desarrollismo Democrático Regional
que, según explica el autor, sería la etapa de
transición al Socialismo del siglo XXI, a través de
la integración militar, económica y cultural del
Bloque Regional de Poder Latinoamericano.

El núcleo de esta Patria Grande, dice Dieterich, solo
puede ser el Mercosur que es
el único espacio económico regional no controlado
directamente por Washington, con incipientes estructuras de
un proto-Estado regional. Este bloque regional, por supuesto, es
un ente capitalista, tal como fue la Patria Grande planteada por
el Libertador Simón Bolívar.
Frente a las críticas y la indisposición por parte
de algunos ciudadanos a luchar por un proyecto capitalista, el
autor plantea las siguientes reflexiones: Los programas de
cambio nacional que se realizarán en coordinación con el bloque regional
latinoamericano, son la respuesta inmediata a la situación
latinoamericana actual. El horizonte estratégico de
Nuestra América, como el de toda la humanidad, es la
democracia participativa o el nuevo socialismo. Sin embargo,
plantea Dieterich, "la alternativa actual para los países
latinoamericanos no se define entre la implementación del
capitalismo regional o del socialismo regional, sino entre la
anexión neoliberal a Estados Unidos mediante el ALCA y el
Plan Colombia, y la
profundización de la balcanización y
africanización nacionales que estamos viviendo. Porque no
solo no existe un programa socialista latinoamericano arraigado
en las masas, sino que tampoco hay sujetos sociales organizados y
con capacidad operativa para realizarlo". Por lo tanto
–concluye Dieterich-, plantear la implementación del
socialismo regional hoy como alternativa no sería
más que un deseo".[38]

Tales son los argumentos del autor a favor del desarrollismo
nacional, o el "capitalismo proteccionista de Estado", al que
considera como "la única estrategia de
desarrollo que en la historia moderna ha sido exitosa para salir
del subdesarrollo
neocolonial". Así, según Dieterich:

La simbiosis del viejo nacionalismo
desarrollista y del nuevo desarrollismo democrático
regional es la estrategia de desarrollo viable en la actualidad,
para detener el proceso de africanización que sufre
Nuestra América, porque es la única que permite
unificar las fuerzas económicas, políticas y
culturales necesarias. La unificación de todas las fuerzas
latinoamericanas progresistas detrás de este programa de
defensa y transformación, es por lo tanto, la tarea
política más importante del momento.
[39]

Contraponiéndose a las posturas antes referidas, el
intelectual galés Alan Woods, dirigente de la Corriente
Marxista Internacional, ofrece tanto en su más reciente
libro[40]como en otros diversos artículos
una exposición
razonada de la actualidad del marxismo en todos los terrenos del
pensamiento, al mismo tiempo que hace una crítica en
profundidad y desde el punto de vista del marxismo a lo que
él llama las posiciones reformistas de Heinz Dieterich y
sus seguidores. Igualmente, partiendo de la aplicación
práctica del materialismo
dialéctico a los acontecimientos actuales, elabora una
alternativa marxista a los problemas tácticos y
estratégicos de la revolución venezolana y mundial,
a la vez que critica "la debilidad de la posición de las
sectas con relación a Venezuela que se basan en ideas
preconcebidas sobre como "debería ser" una
revolución, al mismo tiempo que les traiciona su completa
ignorancia de lo que es una revolución".

Para Woods, en ausencia de un partido marxista revolucionario
de masas, las fuerzas de la revolución se han congregado
alrededor de Chávez y el Movimiento Bolivariano.
Así -según este autor-, Hugo Chávez es
el hombre en
el centro de la tormenta. No importa lo que se piense sobre este
hombre,
él ha roto la presa y abierto las compuertas. Él
solo se ha atrevido a enfrentarse al poder de la
oligarquía y desafiar al poderoso imperialismo
norteamericano. Incluso sus enemigos declarados y sus
críticos no pueden negar que ha demostrado un valor
colosal. Para Woods, el Movimiento Bolivariano no es un partido
estalinista monolítico, sino esencialmente un movimiento
de masas amplio donde hay diferentes tendencias y corrientes. El
ala de izquierdas, reflejando las aspiraciones revolucionarias de
las masas, intenta llevar hacia adelante la revolución,
superar la resistencia de la
oligarquía y armar al pueblo. El ala de derecha (los
reformistas y socialdemócratas), en la práctica,
desean poner un freno a la revolución, o al menos
ralentizarla y llegar a un acuerdo con la oligarquía y el
imperialismo.

Así, de acuerdo a los análisis de Woods:

Podemos describir ampliamente el programa y la política
del Movimiento Bolivariano como el de una democracia
pequeño-burguesa revolucionaria. Como tal, no va
más allá de los límites de
una democracia burguesa muy avanzada. La revolución ha
llevado a cabo un programa ambiguo de reformas en interés
de las masas, pero no ha abolido el capitalismo. Esto constituye
su principal debilidad y la mayor amenaza para su futuro.

Por lo tanto, afirma este autor:

Lo que estamos presenciando en Venezuela es una variante
peculiar de la teoría de la Revolución Permanente.
Es imposible consolidar las conquistas de la revolución
dentro de los límites del sistema capitalista. Tarde o
temprano habrá que elegir: o la revolución liquida
el poder económico de la oligarquía, expropia a los
banqueros y a los capitalistas y emprende el camino en
dirección al socialismo, o la oligarquía y el
imperialismo liquidarán la revolución. (Así)
La revolución venezolana ahora se enfrenta a una dura
elección. La revolución está rodeada de
enemigos, tanto interna como externamente, que intentan acabar
con ella. Para derrotar a las fuerzas de la
contrarrevolución es necesario un programa y una
política claros. Estos sólo pueden ser
proporcionados por una tendencia Marxista.[41]

Otro intento de análisis del proceso venezolano, que
también merece ser mencionado aquí, es el trabajo
colectivo realizado por los argentinos Nora Ciapponi, Guillermo
Cieza, Miguel Mazzeo, Sergio Nicanoff, Fernando Strata y Pablo
Solana[42]Particularmente Miguel Mazzeo, en la
presentación del libro[43]nos comenta las
conclusiones a las que arribaron estos autores. Veamos:

En primer lugar, plantean que con la Revolución
Bolivariana estamos frente a un caso histórico de
composición de poder popular. Por supuesto contradictorio,
donde conviven fuerzas de signo totalmente diverso, pero que
aparecen cosas que son disruptivas, tanto para la teoría
política como para la política a secas, sobre todo
para la política revolucionaria.

En segundo lugar, ven que en la Revolución Bolivariana
sucede algo que es muy distinto a una nueva matriz en el
marco de un modelo de acumulación. Según Mazzeo,
había una mirada, una visión del proceso venezolano
que planteaba que lo que estaba ocurriendo en los últimos
tiempos era simplemente eso, una variable redistributiva de un
modelo de acumulación basado en la renta petrolera.

En Tercer lugar, les parece que el proceso venezolano va mucho
más allá de un nuevo énfasis en la
centralidad del Estado, así como también va mucho
más allá del planteo de una democracia social. Ven,
por ejemplo, un Estado y un gobierno que no interfieren en la
consolidación de los distintos colectivos populares.
Más bien el poder popular en muchos casos se consolida en
combinación con la política del Estado. Un ejemplo
sería el de las misiones. Y por otro lado, ven que muchas
organizaciones populares se aprovechan de una especie de negociación horizontal con el Estado.

En cuarto lugar, consideran la Revolución Bolivariana
como un proceso cambiante, que pasa por distintos momento,
distinto hitos, en los cuales se va radicalizando. Plantean que
cada momento, cada hito, abre un nuevo campo de
contradicción. Y que esas contradicciones tienen una forma
de resolución, que a su vez abre otro campo de
contradicciones, cuyo eje constante es el protagonismo de las
clases subalternas.

En quinto lugar, para estos autores la Revolución
Bolivariana sería un proceso asincrónico entre los
diferentes planos de la realidad. Según la percepción
de estos autores, es evidente que en plano material predominan
las relaciones típicamente capitalistas, existen empresas
privadas, al margen de lo que ocurre en los otros dos planos, el
político y el ideológico. Y esto plantea un proceso
inédito y original.

Finalmente, Miguel Mazzeo escribe que:

La Revolución Bolivariana nos convoca a pensar-actuar
en términos de transición, costumbre que
había caído en desuso, categoría de
arriesgada frecuentación. El pasaje de la necesidad a la
libertad no se puede concebir como un acto único, abrupto
y unidireccional. Existen mediaciones. Y existen porque el
proceso de construcción del socialismo no se desarrolla en
el vacío, sino en el marco de una determinada realidad
histórica. La conciencia de amplios sectores que
están protagonizando la revolución es auspiciosa:
se ven a sí mismos transitando los primeros tramos de un
proceso de construcción contra-hegemónica.

De tal manera que:

La transición venezolana tuvo, tiene y tendrá
brillos y opacidades. Jamás podrá ser lineal e
incontaminada, dado que se trata, nada más y nada menos,
de salir del capitalismo, de su cultura totalizante, de sus
lógicas que combinan la explotación, la
dominación y la reproducción. Se trata de construir una
visión latinoamericana del socialismo y un nuevo paradigma
emancipador. [44]

Por otro lado, desde una de las fracciones del trotskismo,
Milton D"León[45]escribe un artículo
en la Web (diciembre
del 2006) donde se propone descalificar agriamente el proyecto
del socialismo bolivariano encabezado por el presidente
Chávez. Allí se anuncia que la intención de
su artículo es mostrar "la realidad de la Venezuela
actual, por fuera de todas las retóricas de Chávez
y las proclamas del "socialismo del siglo XXI", viendo realmente
hacia dónde apunta su proyecto y quiénes son los
que realmente se han venido beneficiando en estos años de
crecimiento
económico y de "revolución bolivariana".
Según D"León, "lo que intenta impulsar
Chávez no va más allá de una especie de
tímido neodesarrollismo alimentado por la alta renta
petrolera, sin nada que se parezca a la transformación en
las relaciones sociales de producción y cambio, donde a
los trabajadores y trabajadoras, el campesinado, junto al pueblo
pobre solo se les reservan las llamadas Misiones -fuertes planes
sociales del gobierno-, mientras que a los grupos
capitalistas que se aproximan al gobierno se le tienden puentes
para desenvolver negocios
lucrativos". Según el análisis de este autor:

El camino que propone Chávez no lleva a la
liberación nacional, a la unidad latinoamericana y mucho
menos al socialismo, pues rechaza los tres pasos elementales para
iniciar ese camino: nacionalización de los grandes medios
de producción y la tierra,
monopolio del
comercio exterior
y ruptura con el imperialismo. Su política sólo
irrita a la gran burguesía, sin quebrar las bases de su
poder, y confunde a los trabajadores y el pueblo, sin prepararlos
para tomar en sus propias manos el aplastamiento de la
reacción, adormeciéndolos con la ilusión de
la colaboración de clases con la burguesía
nacional

En fin –concluye este autor-, es una condición
indispensable para construir el socialismo la revolución
obrera y popular que destruya el Estado burgués que
garantiza la dictadura disfrazada de la clase de los capitalistas
e instaure la dictadura del proletariado. Se trata pues del
control económico, político y militar por parte de
los trabajadores de la ciudad y el campo, con la clase obrera al
frente de las masas explotadas y empobrecidas. Esto requiere de
organismos de poder propios de las masas en contraposición
al Estado de los capitalistas, organismos de democracia directa
que serán las instancias del nuevo estado obrero como los
soviets o consejos obreros y campesinos rusos.

Posteriormente han aparecido otros artículos en la
misma Web en los que también se critica el gobierno de
Chávez y se pone en dudas su orientación
socialista, como los que fueron escritos en ocasión de las
medidas que tomó el gobierno para enfrentar dos crisis
importantes, una de carácter interno y otra internacional,
que surgieron en diferentes momentos pero están afectando
por igual a la economía nacional[46]Por
cierto, los asiáticos dicen que las crisis son
oportunidades, pero también es cierto que son una
verdadera prueba para evaluar la orientación y
gestión de cualquier gobierno.

Otro análisis más, pero esta vez desde la acera
opuesta, es el que escribe el economista y profesor universitario
José Guerra[47]con el que pretende
también "refutar" el socialismo que se está
tratando de construir en Venezuela. De acuerdo con el prologuista
del libro, éste "es el único intento que se ha
hecho hasta hoy por dilucidar lo que ha sido sólo una
consigna vacía, rellena de medidas socialistoides". Sin
embargo, a pesar del esfuerzo, parece que una vez más "la
montaña parió un ratón", dado que en ninguna
de las dos partes que componen este libro pudimos encontrar nada
que sea significativamente nuevo. En la primera parte, que
aparenta ser una crítica general del socialismo marxista,
no se muestra alguna
elaboración teórica distinta a las mismas viejas
críticas y tesis revisionistas que ya formularan en el
siglo pasado los teóricos socialdemócratas
(Kautsky, Bernstein, Roemer) y neoliberales (Bohn Bawerk, Mises,
Hayek, Popper). Y en la segunda parte, donde se intenta refutar
el Socialismo del siglo XXI en Venezuela, el autor no hace otra
cosa que reproducir los mismos argumentos trillados, llenos de
semiverdades y falsedades, que suelen esgrimir ciertos
"analistas" de la derecha y ex izquierdistas arrepentidos,
asiduos invitados a los medios de
comunicación comerciales.

Por ejemplo, es evidente la intensión del autor de
vincular el socialismo bolivariano con los ensayos del
socialismo "real" del siglo pasado, que ya han sido
reiteradamente analizados y criticados por la gran mayoría
de los socialistas contemporáneos. Así como
también se pretende relacionar las estrategias del
socialismo venezolano con ciertas ideas inconsistentes de algunas
personas, ideas estas que son convenientemente acomodadas
argumentalmente para así poder propinarle golpes bajos al
adversario. Veamos una muestra:

Aunque se afirme lo contrario –dice Guerra-, las fuentes
y bases sobre las que se intenta edificar el Socialismo del siglo
XXI en Venezuela no son significativamente diferentes de aquellas
que le sirvieron de fundamento al socialismo del siglo XX
(aquí se refiere al socialismo "real" de la URSS, N. del
A.). Ello es perceptible tanto en el ámbito de lo
económico como de lo político. El proceso de
decantación desde posiciones nacionalistas hacia una
concepción socialista ha sido un largo recorrido en zigzag
que finalmente ha terminado abrazado al marxismo como su columna
vertebral. La propuesta del Socialismo del siglo XXI, catalogado
como Nuevo Proyecto Histórico o Democracia Participativa
(se refiere al proyecto de Dieterich, N. del A.), se asienta en
dos pilares básicos, la teoría del
valor trabajo y sus correspondientes acciones de
política y organización social; y la democracia
directa, la cual consistiría en la capacidad de la
mayoría ciudadana de decidir sobre los principales asunto
políticos.

2. Tales son algunos ejemplos de los diversos
análisis que se realizan en torno a la revolución
venezolana y el socialismo del siglo XXI. De acuerdo a esos
análisis, hasta ahora no se observa una perspectiva
consensuada en torno a este proyecto: mientras algunos autores
plantean la posibilidad de una diversidad de corrientes y
experiencias, otros más ortodoxos afirman que a pesar de
los matices el socialismo es uno solo. Pero, no obstante estos
diversos planteamientos, críticas y objeciones,
todavía otro autores consideran que el pensamiento
socialista en este nuevo siglo pudiera encaminarse hacia una
nueva confluencia o síntesis de propuestas
. Tal
confluencia no sería algo extraordinario, pues en cada
época histórica y en ciertos sistemas de
pensamientos frecuentemente se ha dado una confluencia e incluso
la fusión
de aspectos contenidos en sistemas filosóficos que antes
se habían desarrollado separadamente. Por ejemplo: en la
Antigüedad, en el sistema universal de Aristóteles (384-322 a. de n. e.), con el
que culminaba el desarrollo de la filosofía clásica
griega, se unían en una síntesis las líneas
del materialismo y del idealismo que
procedían de las escuelas filosóficas griegas
anteriores, así como también de una fuerte
influencia de las corrientes filosóficas y místicas
orientales. Otro ejemplo, esta vez en la Era Moderna, es el paso
del materialismo cartesiano (René Descartes:
1596-1650) y el empirismo
inglés,
que seguidamente se convirtió en el sensualismo de
John Locke
(1632-1704), al materialismo francés del siglo XVIII. Y
aún otro ejemplo más es el paso de la
dialéctica idealista de G. W. F. Hegel (1770-1831) y del
materialismo metafísico de L. A. Feuerbach (1804-1872) al
materialismo dialéctico de Karl Marx y
Friedrich Engels.[48]

En torno al último de los casos, Lenin (1870-1924)
destacaba que la doctrina de Marx surgió como la
continuación directa e inmediata de las doctrinas de los
más grandes representantes de la filosofía alemana,
la economía política inglesa y el socialismo
francés[49]Pero Marx y Engels no crearon
sus doctrinas del materialismo dialéctico y el socialismo
moderno mediante la simple yuxtaposición de la
dialéctica de Hegel, el materialismo de Feuerbach, las
ideas económicas de Adam Smith y David Ricardo, y los
proyectos socialistas de Owen y Fourier, entre
otros; ellos reelaboraron radicalmente las concepciones de sus
predecesores, creando doctrinas cualitativamente nuevas: como el
materialismo dialéctico e histórico, en el que la
dialéctica, el materialismo y la historia se penetran
mutuamente. Según exponía Engels en 1880: "el
socialismo moderno es, en primer término, por su
contenido, fruto del reflejo en la inteligencia,
por un lado, de los antagonismos de clase que imperan en la
moderna sociedad entre poseedores y desposeídos,
capitalistas y obreros asalariados, y, por otro lado, de la
anarquía que reina en la producción. Pero, por su
forma teórica, el socialismo empieza presentándose
como una continuación, más desarrollada y
más consecuente, de los principios proclamados por los
grandes ilustradores franceses del siglo XVIII. Como toda nueva
teoría -sigue exponiendo Engels-, el socialismo, aunque
tuviese sus raíces en los hechos materiales
económicos, hubo de empalmar, al nacer, con las ideas
existentes"[50].

Más tarde, el mismo Lenin, a comienzos del siglo XX,
asumió la tarea de sintetizar desde el punto de vista de
la filosofía materialista los más importantes
adelantos de la ciencia en el
período comprendido desde Engels hasta él, y de
someter a profunda crítica las tendencias
antimaterialistas entre los partidarios del marxismo de su
época, prosiguiendo el desarrollo del marxismo bajo las
nuevas condiciones del capitalismo y de la lucha de clases.
Así, el leninismo es considerado como el marxismo de la
época del imperialismo y de la revolución
proletaria en Rusia. Luego,
en el primer cuarto del siglo XX encontramos los desarrollos
realizados por Mao Tse-Tung (1893-1976) a la teoría del
socialismo. Si bien Mao también incursionó en
algunos aspectos del materialismo dialéctico, son
particularmente importantes sus aportes a la teoría y la
práctica del partido revolucionario y de la estrategia
militar, que él supo desarrollar en China durante la
guerra popular de liberación nacional contra el
imperialismo y su política colonialista.

Otro intento de síntesis durante el siglo XX fue el
realizado por la llamada "teoría crítica" de la
sociedad, que tuvo asiento en la escuela de
Frankfurt[51]Alemania. Particularmente en su
primera etapa (1920-1939), la teoría crítica ocupa
un lugar destacado entre los muchos intentos emprendidos durante
ese período para desarrollar el marxismo. Entonces,
explica Julio de León[52]la
utilización sistemática de todas las disciplinas de
la
investigación de la ciencia social en el desarrollo de
una teoría materialista de la sociedad era la finalidad
principal de la teoría crítica; de ese modo,
esperaba ocupar el lugar del prolongado purismo teórico
del materialismo histórico y posibilitar una fusión
fecunda entre la ciencia social académica y la
teoría marxista.

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