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Revolución y poder político en Cuba (página 2)



Partes: 1, 2, 3

La significación que tuvieron las palabras expresadas
en el Manifiesto de la Junta Revolucionaria del 10 de octubre de
1868 para aquel entonces y para la Generación del
Centenario que el 26 de julio de 1953 dio continuidad a la lucha
armada. "Cuando un pueblo llega al extremo de degradación
y miseria en que nosotros nos vemos, nadie puede reprobarle que
eche manos a las armas para salir
de un estado tan
lleno de oprobio. El ejemplo de las más grandes naciones
autoriza este último recurso". Realidad hoy de aquellas
aspiraciones de los que se iniciaron en la conquista
revolucionaria: "Cuba es hoy
una nación
grande y civilizada y tiende un brazo amigo y un corazón
fraternal a todos los demás pueblos".

Unos días antes en el acta de la reunión de El
Rosario, el 6 de octubre de 1868 donde la vanguardia
revolucionaria acordó levantarse en armas, se recoge otras
palabras que solo con la Revolución
en el poder fue
posible cumplir aquel deseo. "Queremos, que el pueblo intervenga
en la formación de las leyes y en el
reparto e inversión de las contribuciones".

La significación de la Revolución
Cubana es expresión de una de las más valiosas
características. Como la definió Fidel, un mes
después del triunfo: "Esta Revolución ha
significado, en primer lugar, no solo que el pueblo es libre, no
solo que se acabó el crimen, no solo que se acabaron los
atropellos, las torturas, los golpes, las humillaciones que
constantemente estaba sufriendo cualquier ciudadano: significa
que el pueblo ha llegado al poder". Reflejaba en sus palabras
otras características importantes:"La Revolución
democrática que ha llegado al poder, es la
Revolución cuya características tiene que ser
necesariamente la interpretación de los deseos, de los
anhelos de la mayoría del pueblo. La Revolución ha
llegado al poder no para que mande un grupo de
hombres, sino para que mande el pueblo. El pueblo es el que
está gobernando." "La Revolución cubana se puede
sintetizar como una aspiración de justicia
social dentro de la más plena libertad y el
más absoluto respeto a los
derechos
humanos. "

Una de las más hermosas, y tradición
revolucionaria, es esta otra característica, recogida en
las palabras siguientes de Fidel: "Todo lo que la
Revolución haga, tiene que ser realidad primero en la
conciencia del
pueblo y este en nuestro principio, que todo lo que la
revolución realice, tiene que ser realidad primero en la
conciencia del pueblo, y eso es lo verdaderamente
democrático, ya que esta es una Revolución de
mayorías. Y por eso, es una Revolución
democrática. Nosotros llamamos democracia a
lo que es en esencia la democracia: una Revolución de
mayorías y una Revolución donde todo lo que hace
nada lo impone, sino que lo hace realidad primero en la
conciencia de los ciudadanos, y cuando es realidad en la
conciencia de los ciudadanos se vuelve ley, se vuelve
medida revolucionaria y el pueblo, mayoritariamente, la
respalda."

Una característica más quedó reflejada en
sus palabras pronunciadas el 8 de mayo de 1959, el día que
regresó de su viaje por Estados Unidos y
su participación en la Conferencia de
los 21 en Argentina: "Cuatro cosas tiene nuestra
Revolución que precisamente constituyen los motivos de
admiración por los cubanos: esta es, en primer lugar, una
Revolución que tiene pueblo; es una Revolución
donde el gobierno de
la
república puede decir que tiene ejército; es
una revolución que tiene doctrina y es una
Revolución que hace leyes verdaderamente revolucionarias.
"Otros países están sumidos en grandes problemas. Al
revés de nuestra patria, no cuentan con los elementos con
que afortunadamente contamos nosotros para llevar adelante esta
obra. Porque nunca como hoy, nunca en ningún pueblo de
América
se reunieron como se reúnen en Cuba todos los ingredientes
para hacer marchar adelante una revolución. El pueblo y
los hombres que tienen las armas en la mano son una sola
cosa.

Palabras textuales del compañero Fidel argumentan cada
uno de los aspectos tratados. Esto,
por supuesto, contribuye mucho más a la comprensión
de las ideas y propósitos que nos hemos propuesto
abordar.

El 1ro. de mayo de 2001, Fidel ofreció una
definición que expresa, precisamente, ese conjunto de
elementos que la hacen real. Es una definición muy
coherente, integrada por doce conceptos que contienen las armas,
instrumentos y hasta las vías para que la propia
Revolución no se detenga. Este es el texto:

"Revolución es sentido del momento histórico; es
cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y
libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás como
seres humanos; es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros
propios esfuerzos; es desafiar poderosas fuerzas dominantes
dentro y fuera del ámbito social y nacional; es defender
valores en los
que se cree al precio de
cualquier sacrificio; es modestia, desinterés, altruismo,
solidaridad y
heroísmo; es luchar con audacia, inteligencia y
realismo; es
no mentir jamás ni violar principios
éticos; es convicción profunda de que no existe
fuerza en el
mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas.
Revolución es unidad, es independencia,
es luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para
el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y
nuestro internacionalismo.

Una revolución no es un acontecimiento sencillo en la
historia de un
pueblo. Una revolución es un hecho complejo y
difícil, que tiene además la virtud de ser una gran
maestra, porque nos va enseñando sobre la marcha, y sobre
la marcha va fortaleciendo la conciencia del pueblo, y sobre la
marcha nos va enseñando qué es una
revolución.

"Y ese el secreto de nuestra Revolución, de la fuerza
de nuestra Revolución: que volvió sus ojos hacia la
parte más necesitada y sufrida de nuestro pueblo; que
volvió sus ojos hacia los humildes, para ayudarlos.

"Y ese es el único crimen que hemos cometido, dejar de
ser vendidos gobernantes a los grandes intereses nacionales o
extranjeros, para ser gobierno del pueblo, por el pueblo y para
el pueblo."

¿Qué corresponde entonces? En
primer lugar, hacernos dueños del concepto y
aplicarlo en la vida diaria de nuestro trabajo. De
ello, dependerá la propia existencia de la
Revolución. Dejar de cumplir el contenido del concepto
REVOLUCIÓN expuesto por Fidel es dejar de ser
revolucionarios, es comenzar a perder la autenticidad de la
Revolución cubana.

Poder
Político en Cuba:

Cuba se gobierna bajo la Constitución de 1976 (reformada en 1992 y
2002)

Define al país como un Estado socialista
de trabajadores, organizado como República unitaria y
democrática que " no volverá más al capitalismo".
El Partido Comunista de Cuba (PCC) es el único partido
político legalizado. El derecho a voto es universal a
partir de los 16 años. Cuba pertenece a varias organizaciones
internacionales, como la
Organización de las Naciones Unidas
(ONU), la Organización de Estados Iberoamericanos
(OEI), el Sistema
Económico Latinoamericano (SELA) o la Asociación
Latinoamericana de Integración (ALADI).

Es importante tener en cuenta que: cada forma de
Poder Político se basa en una clase de
legitimidad. Dicho de otro modo, las diferentes formas de Poder
político, las diversas manifestaciones jurídicas
del Estado y las distintas estructuras
políticas del mismo tienen su propia,
característica y singular legitimidad, que a su vez
constituye e integra la base justificativa y el fundamento de las
disímiles modalidades en que se concreta dicho Poder
político.

Este análisis, claro que sí, es
también válido y necesario para Cuba,
independientemente de que cuando se trata de esta Isla tan
polémica y polemizada se desaten todas las pasiones, las
filias y las fobias, muestra
fehaciente de que, al menos, la obra de la nación
cubana, de su pueblo, de sus hombres y mujeres, no pasa
inadvertida para muchas personas de disímiles latitudes,
credos políticos, creencias religiosas, filosofías,
culturas, color de la
piel y
género.

Sirva el presente trabajo como
contribución al estudio de la legalidad y
legitimidad del ejercicio del Poder público
político en Cuba. Sus pretensiones son modestas pero
altruistas: abogar por el derecho del pueblo cubano a legitimar
soberanamente, por sí y ante sí, el Poder
político que emane de su voluntad, sin injerencia
extranjera ni uso de la fuerza contra él, o amenaza del
uso de la misma, desde el exterior, por cualquier país o
grupo de países.

La revolución cubana triunfante el 1 de
enero de 1959 tampoco, ni con mucho, ha escapado del debate sobre
la legitimación democrática del poder y
la permanente búsqueda de la misma en la práctica
institucional, jurídica, sociológica y política.

Además, este debate teórico y
ejercicio práctico se produce en un contexto de ruptura
con la legitimidad anteriormente existente en el país
quebrantada por el hecho revolucionario violento y
traumático y de exacerbación de las contradicciones
ya históricas existentes entre Cuba y los Estados Unidos
de América. En el caso cubano se trató de la
expresión de un sentimiento nacional largamente contenido,
que expresaba el interés y
el ideal de la independencia, lo que da a su revolución
una legitimidad propia y la presencia de una motivación sustantiva. Ese sentimiento se
vincula con el grado y las características que
alcanzó la dominación norteamericana en Cuba. Es
así que la revolución cubana emerge como elemento
esencial del consenso y expresión de la capacidad de
resistencia del
pueblo cubano frente a las adversidades sufridas, lo que pone de
manifiesto un elemento significativo de la historia concreta en
que se engarza todo proceso
revolucionario legítimo, al responder al imaginario
colectivo de necesidades identificadas y compartidas por la
mayoría de la sociedad.

Entonces la revolución cubana, que
constituyó una solución de ruptura violenta del
viejo orden institucional, se lanzó a la construcción de su legitimidad distintiva.
Cuando se produce una ruptura de legitimidades para que el
régimen creado logre la confianza de los ciudadanos
necesita crear su propia legitimidad.

En la revolución como fuente de derecho y
legitimidad le dio continuidad histórica legitimadora el
referéndum del 15 de febrero de 1976. Por el mismo se
convocó a las urnas para aprobar o no la primera
Constitución socialista en toda la historia del
país y los datos sobre los
resultados del mismo hablan por sí solos, dada su
contundencia:

Electores registrados:

5 717 266

100%

Votaron

5 602 973

98%

Votos afirmativos

5 473 543

97,7%

Votos negativos

54 086

1,0%

Votos en blanco

44 221

0,8%

Boletas anuladas

31 148

0,5%

De tal modo, la nueva Constitución
socialista y con ella el sistema económico y social que se
refrenda en esta Carta Magna,
disponían del mecanismo de legitimación más
incuestionable de toda la teoría
y práctica constitucional moderna: la consulta popular,
directa, mediante referéndum de extraordinarias
proporciones y con fabulosas garantías.

Con la entrada en vigor de la Constitución
socialista, el 24 de febrero de 1976, aprobada por abrumadora
mayoría, la revolución cubana saldó su deuda
con los muertos que la "alumbraron" y legitimó su poder
ante las nuevas generaciones que le daban continuidad, ya que
como se ha afirmado muchas veces (porque alguien lo dijo
acertadamente alguna vez) las revoluciones legitiman el poder que
se instala derivado de ellas, pero no puede inferirse de
ahí que con posterioridad, pueda alegarse la legitimidad
del poder ulterior, atribuyéndolo, a perpetuidad, al
histórico hecho revolucionario. Sin lugar a dudas los
muertos no pueden elegir permanentemente por los vivos.

De forma tal que, con el referéndum
constitucional de 1976, se legitimó la opción
socialista de la revolución cubana, su proyecto
económico – político – social y su
consagración estatal, dándose así un
espaldarazo renovador a la virtualidad democrática de la
opción socialista cubana.

Independientemente de la evidencia contrastable
del consenso logrado por la revolución cubana, puesto de
manifiesto en el referéndum de 1976, se continuó
cuestionando, desde el exterior de Cuba y fundamentalmente por
los diferentes gobiernos norteamericanos, la legitimidad de la
misma.

Posterior al referéndum constitucional,
opino que un mecanismo permanente de legitimación que se
instrumentó y se ha conservado en Cuba es el de las
elecciones que además le es inherente, como instrumentación legitimadora, a cualquier
sistema democrático.

«hablar en el mundo de hoy del sistema
electoral es referirnos a la piedra angular y básica sobre
la que se estructura
todo basamento técnico que define la legitimidad,
viabilidad y poder de crédito
político de un régimen dado en la modernidad. Pero
además, aludir al sistema electoral no es sólo una
reflexión teórico-jurídica sino,
también, un debate político»

Para Cuba toda esta carga política e
ideológica que encierra el tema del sistema electoral
cobra especial significado en un contexto extrínseco e
intrínseco. Hacia el interior porque debe y tiene que
demostrar a su pueblo las virtudes de un sistema electoral capaz
de garantizar el ejercicio soberano de la independencia nacional,
que está en sus manos; hacia el exterior porque debe y
tiene que demostrar que el régimen político y
social existente se legitima y constituye mediante el
sometimiento absoluto a la voluntad soberana del pueblo que lo
elige.

En nuestro sistema electoral se dan los
requisitos y presupuestos
básicos y esenciales que garantizan la legitimidad del
régimen que sobrevenga como resultado del ejercicio de su
dinámica. Estos requisitos y presupuestos,
que concurren en el caso cubano y que hoy acepta la doctrina
moderna constitucionalista como expresión
democrática y garantista de los derechos del ciudadano, por
sólo citar los más importantes son:

* Voto libre, igual y secreto.

* Amplio ejercicio del sufragio
activo y pasivo.

* Democrático sistema de
postulación y nominación de candidatos a integrar
los órganos electivos.

* Reconocimiento del sistema de referéndum
como vía de consulta al pueblo.

Opino que todos estos argumentos legitimadores
sustentan y fundamentan el nivel de consenso y autoridad del
gobierno emergente de la revolución cubana triunfante el 1
de enero de 1959, durante todo el período que
podríamos denominar de institucionalización,
posterior al año 1976.

Por todo ello no debemos, los cubanos y las
cubanas, olvidar el derecho – deber que tenemos de buscar exigir
la legitimidad del Poder político existente en nuestro
país; mucho más teniendo en cuenta que a partir del
año 1990 la sociedad cubana ha perdido homogeneidad, ha
experimentado fragmentación y se han deprimido sus niveles
de consensualidad sobre el proyecto socialista cubano. Todo ello
debe conducirnos necesariamente a una redefinición y
reacomodo de las fuentes de
legitimidad del sistema, ya que cada vez resulta más obvio
que la disgregación que sufre la sociedad cubana como
efecto de la crisis
económica y los cambios sobrevenidos por ella erosiona
valores y genera nuevas necesidades que, evidentemente, no pueden
ser resueltos del mismo modo que antes.

En definitiva, creo que las cubanas y cubanos,
nuestros órganos de Poder y nuestras/os dirigentes deben
reconocer e interiorizar que los hombres y mujeres somos falibles
por naturaleza y
propia constitución, por lo que no debemos aspirar y mucho
menos pretender a la unanimidad de todas/os sobre algo y mucho
menos de todas/os sobre todo. Conscientes de nuestras sanas
limitaciones, sería mejor, viable y deseable que
tratáramos, como más, de ponernos de acuerdo, algo
fundamental que es lo instrumental del ejercicio del Poder
político. Así lograríamos asumir que de la
misma manera que, de hecho, es muy difícil que se den en
la realidad los tipos ideales de Poder político,
también lo es que una forma de Poder político
determinada logre el consensus total de la masa de los
ciudadanos.

Reconozco que para Cuba y las cubanas y cubanos
por razones de cultura,
idiosincrasia, impacto de una revolución violenta y
traumática y como resultado de vivir en un país
bloqueado y asediado por más de cuarenta años,
entre otras múltiples y diversas causas nos resulta
difícil y complejo asumir primero y practicar
después estas verdades de perogrullo sobre la
legitimación consensuada del Poder político, en lo
referido, esencialmente, al disenso y discrepancia instrumental
sobre el proyecto económico-político-social del
país. Ahora bien, independientemente de ello, creo que
encontraremos entre todas/os el camino que nos conduzca a
mantener y sostener un proyecto de independencia nacional,
soberanía popular y democracia
participativa, con justicia social y dignidad
humana. Opino que nos bastara para construir nuestro proyecto de
nación.

La tarea es ciclópea, el camino
difícil, el reto inconmensurable, pero considero que el
pueblo cubano, con méritos propios y suficientes ha
alcanzado lo posible, quizás en este Tercer Milenio
tengamos la cita con lo "imposible".

Organización
político-administrativa

A lo largo de su historia Cuba ha tenido
diferentes estructuras político-administrativas.
Así, durante los años de colonia, se dividió
en tres departamentos: Oriente, el Camagüey, Las Villas y
Occidente. Con la Constitución de 1901 se
estableció una nueva estructura de seis provincias: Pinar
del Rio, La Habana, Matanzas, Las Villas, Camaguey y Oriente. A
partir de 1976, a tenor con la aprobación de una nueva
Constitución y en correspondencia con el crecimiento de la
población, las migraciones internas y las
nuevas y crecientes exigencias del desarrollo
económico y social del país, la Asamblea
Nacional del Poder Popular adoptó una nueva
División Político-Administrativa que
estructuró el espacio geográfico del
archipiélago cubano en 14 provincias y un municipio
especial. A su vez las provincias fueron divididas en municipios
sumando estos la cantidad de 169.

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  • Municipio Especial Isla de la
    Juventud

  • Pinar del Río

  • La Habana

  • Ciudad de La Habana

  • Matanzas

  • Cienfuegos

  • Villa Clara

  • Sancti Spíritus

Ciego de Ávila

Camagüey

Las Tunas

Granma

Holguín

Santiago de Cuba

Guantánamo

Sistema
electoral:

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El pueblo ejerciendo el voto en las elecciones
del 20 de enero del 2008.

En octubre de 1992, el Parlamento cubano
aprobó por unanimidad una nueva Ley Electoral que, por
primera vez, estableció el voto directo y secreto en las
elecciones provinciales y nacionales. La decisión de
modificar la Constitución aprobada en referéndum en
1976 para elegir por el voto directo, universal, secreto y
voluntario de la población a los miembros del Parlamento y
las Asambleas Provinciales del Poder Popular fue sugerida en el
IV Congreso del Partido Comunista celebrado en octubre de 1991;
es decir, en la difícil coyuntura económica que
vivía la isla tras la desarticulación de la
Unión Soviética y el campo socialista europeo.

El proceso electoral está regulado en la
ley electoral. Los candidatos en las elecciones no son elegidos
por partidos (que no existen en la práctica, si bien el
PCC existe legalmente) sino mediante asambleas de cada barrio o
circunscripción electoral, donde cualquier ciudadano puede
proponer a sus candidatos (bajo el sistema de una democracia sin
partidos). En la asamblea se explican las cualidades de las
personas propuestas, y en una votación a mano alzada de
los vecinos se decide por mayoría las candidaturas
finales. Para aquellos ciudadanos elegidos la campaña
electoral basta la publicación de una breve biografía y su foto.
En las elecciones pueden votar todos los ciudadanos mayores de 16
años, y son elegidos todos aquellos candidatos con
más de la mitad de los votos. El recuento de los votos es
público, por lo que puede ser observado por cualquier
ciudadano, ya sea cubano o extranjero.

Los críticos de este sistema argumentan
que la manera recién descrita de realizar la
votación resta credibilidad democrática al proceso.
Según los disidentes, la votación tiene la
característica de que en las boletas hay tantos nombres
como escaños elegibles por lo que no existiría una
verdadera selección,
subrayando que en las boletas hay una casilla especial que
permite votar por todos los candidatos de una vez. Esta
última manera de votar es promovida por el gobierno
cubano, quien dice que ella constituye una muestra de unidad
frente al gobierno de Estados Unidos. Además esa
posibilidad es una muestra de que las decisiones deben ser
colegiadas entre personas de diferentes procedencias sociales y
pensamientos.

En febrero de 1993 se celebraron las primeras
elecciones de este tipo. A estas estaban convocados siete
millones y medio de cubanos, de los cuales votó un 97%.
Los grupos opositores
internos llamaron a votar en blanco o nulo como fórmula de
rechazo al gobierno de Castro, esperando obtener más de un
30% de voto nulo o blanco, pero obteniendo sólo un 10%. La
presencia policial en las urnas fue discreta, únicamente
se contó con la vigilancia de escolares. Fidel Castro
era uno de los 589 candidatos a diputados que, en candidaturas
cerradas, se sometió al voto directo y secreto de los
ciudadanos, junto con 1190 delegados a las 14 Asambleas
Provinciales. Fidel Castro votó en la provincia oriental
de Santiago de Cuba, por uno de cuyos distritos era candidato a
diputado. En los años posteriores, fueron niños
de la Unión de Pioneros los que custodiaban las urnas.

Defensa:

Monografias.com

Miembros de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Cuba desfilando.

El organismo encargado de la defensa del
país son las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Castro ha
esgrimido el peligro de una agresión militar para mantener
unas Fuerzas Armadas que son unas de las más grandes, en
relación a la población total del país, y
más preparadas de América
Latina, pues Cuba ha sido víctima de inumerables actos
calificados por su gobierno como terroristas y por la
oposición de lucha contra una dictadura,
aunque lo cierto es que estos actos han costado vidas humanas,
como fue la del turista italiano Fabio Di Celmo. Además de
incontables daños materiales
fundamentalmente en el sector del turismo.

Todo joven cubano tiene la obligación
legal de cumplir el Servicio
Militar Activo durante uno o dos años, dependiendo de si
ha logrado matricularse o no en un centro de educación
superior. El servicio militar femenino es voluntario.

Con la desaparición del llamado campo o
bloque socialista o comunista, la defensa del país se vio
afectada por el corte de suministro de armas y con ello el
deterioro de la defensa. Ante estas circunstancias se han creado
algunos medios
importantes de combate en sencillas industrias del
país, como buques pequeños de guerra, carros
artillados y fusiles.

EL SISTEMA
POLITICO CUBANO: PARTICULARIDADES DE SU FORMACIÓN Y
DESARROLLO.

El sistema
político cubano es un organismo complejo y cambiante.
Su abordaje en la ciencia,
desde cualquier ángulo, es un asunto nada fácil en
el mundo de hoy. Requiere, como cualquier intención
verdaderamente científica, de un gran poder de
análisis y de una alta dosis de objetividad.

Se puede definir al sistema político
cubano como: el conjunto de organizaciones, organismos e instituciones
(PCC, Estado, UJC, organizaciones de masas y sociales, y
colectivos laborales); las relaciones que se establecen al
interior de esta estructura y entre ésta y la sociedad
cubana en su conjunto; las normas o
regulaciones políticas y jurídicas como son la
Constitución y las leyes de la República de Cuba, y
los estatutos y reglamentos del Partido y demás
organizaciones; así como la cultura e ideología políticas revolucionarias,
orientadas a la defensa de las conquistas del socialismo y a
garantizar la continuidad del proceso de construcción
socialista en el país.

No se pretende abordar aquí la historia
del problema, ni analizarlo en todos sus detalles, ni abarcar
toda la gama de cuestiones que, de una u otra forma, tienen que
ver con el tema propuesto. El objetivo es
plantear una visión integral del asunto en sus rasgos
fundamentales y delinear sus particularidades principales,
haciendo énfasis en el proceso de perfeccionamiento que
tiene lugar en los años 90 y la tendencia previsible de su
desarrollo.
Esto conduce, inevitablemente, a plantear el problema en forma de
tesis,
formulando en ellas algunas ideas que son de vital importancia
para la comprensión del fenómeno político
cubano.

Se parte del criterio de no restringir el
concepto de sistema político sólo a la estructura u
organización política de la sociedad, sino que el
mismo debe abarcar otros elementos como son las relaciones
políticas, los elementos reguladores del sistema (normas
políticas y jurídicas) y la cultura e
ideología políticas. Asimismo es necesario tener en
cuenta las particularidades de este concepto en el
análisis de la sociedad socialista. En tal sentido se
puede definir el sistema político de la transición
al socialismo como el conjunto de: las organizaciones, organismos
e instituciones partidistas, estatales, juveniles, de masas y
socioprofesionales (organización política) que
tienen la misión de
dirigir el proceso de construcción de la nueva sociedad y
de servir de vehículo para la participación cada
vez más activa de las masas en la dirección de los procesos
económicos, políticos y sociales; las relaciones
que se establecen dentro de la organización
política y de ésta con la sociedad en su conjunto
(relaciones políticas); las normas o regulaciones
políticas y jurídicas (elementos reguladores del
sistema) como son la Constitución y las leyes, los
estatutos y reglamentos partidistas y de otras organizaciones, y
otros; así como la cultura e ideología
políticas orientadas al establecimiento,
consolidación y defensa del régimen social
socialista.

Siguiendo este punto de vista analicemos entonces
cómo surge y se desarrolla el sistema político que
rige hoy en la sociedad cubana.

Esencia del
sistema político cubano. Particularidades de su
establecimiento y consolidación. Factores
legitimadores.

El establecimiento del sistema político
cubano a partir de 1959 constituye una ruptura radical con el
sistema político prerrevolucionario, el cual, a su vez,
había roto con las tradiciones políticas
(instituciones, normas e ideario) que organizaron y rigieron la
guerra independentista de 1895 encabezada por José
Martí.
El sistema político de partida, previo a los cambios
revolucionarios, respondía a una sociedad neocolonial
altamente dependiente económica y políticamente,
que sí tomó como herencia las
prácticas políticas particularmente
despóticas y autoritarias del régimen colonial
español; a
este último le fue propia la existencia de la esclavitud hasta
avanzada la década del 80 del siglo XIX.

Se trata entonces, a partir de 1959, de un
sistema nuevo, producto de
una revolución democráticopopular transformada en
socialista en un período breve y, por tanto, tenía
que reflejar el carácter y contenido de ese hecho
histórico trascendente que marcó para
Cuba el comienzo de una nueva formación
económicosocial.

Por eso resulta importante señalar desde
el principio, que un análisis
científicoteórico responsable no puede partir de
criticar e, incluso, desestimar al sistema político cubano
basándose en un enfoque liberal-burgués de la
política y la democracia. En otras palabras, por razones
de génesis y naturaleza social, los intentos por aplicarle
a la sociedad cubana revolucionaria el modelo liberal
de pensar el vínculo entre las determinaciones y
mediaciones políticas, "…resultan desde el punto de
vista gnoseológico… inconsistentes e injustificadas…".
Un intento de este tipo pierde de vista la especificidad del
fenómeno y la necesidad de entenderlo en su movimiento
interno propio, particular. En cualquier circunstancia es
necesario tener en cuenta, al menos, las diferencias esenciales
que corresponden a formaciones económicosociales distintas
y a proyectos de
sociedades
diferentes por su naturaleza.

No es desconocido que la referencia al modelo
liberal burgués "suele tener el propósito de
descalificar, teórica y prácticamente, al sistema
político cubano, particularmente por su supuesta
deficiencia democrática". No escapa a la vista de un
observador agudo, que se trata de una manifestación de las
tendencias antipluralistas que prevalecen hoy en el sistema de
relaciones económicas y políticas internacionales,
en contradicción con lo que se profesa en la teoría
y en la propaganda
predominante en los principales medios internacionales de
difusión.

Sin interés de polemizar con otras
posibles periodizaciones, puede plantearse que el sistema
político cubano pasa por cuatro etapas bien diferenciadas,
para lo cual se toma como criterio básico la
selección de aquellos momentos más trascendentes en
que se producen los principales cambios institucionales,
normativos, ideológicos y de relaciones políticas
que demuestran, nítidamente, un avance cualitativamente
superior en el proceso:

– De 1959 a 1961

– De 1961 hasta mediados de los años
70.

– De 1976 (luego de la celebración del I
Congreso del PCC) hasta inicio de la década de los 90.

– A partir del comienzo de la década del
90 y, esencialmente, de la celebración del IV Congreso del
Partido.

Veamos pues, la caracterización de esta
propuesta.

1 De 1959 a 1961, en que se produce el proceso de
tránsito de la revolución democráticopopular
a la socialista, como parte del cual se integra la vanguardia
política de la Revolución y, en consecuencia, se
establece un poder político encargado de dirigir la
transición al socialismo.

Indudablemente, los cambios que se producen en el
orden económico en la segunda mitad de 1960,
principalmente las nacionalizaciones de agosto a octubre, y el
fortalecimiento del poder de los representantes populares
determinan el inicio de la construcción del socialismo en
Cuba desde esa fecha. Se ha incluido convencionalmente en esta
etapa el año 1961 a los efectos del análisis del
sistema político, porque es durante el mismo que se
produce la integración orgánica de la vanguardia
política de la Revolución, se declara oficialmente
el carácter socialista del proceso y se afirma una
conciencia política de las masas a favor de las
transformaciones socialistas.

Desde el principio en Cuba fue resuelto el
problema fundamental de toda revolución social: el
problema del poder político. Este pasó a manos de
una alianza de la clase obrera con las demás clases,
grupos y capas sociales interesadas en la liberación
nacional y la justicia social (lo que Lenin llamó
"dictadura democrático-revolucionaria del proletariado y
el campesinado". En Cuba se constituyó como una dictadura
democrático-revolucionaria de las masas populares: clase
obrera, campesinado trabajador, pequeña burguesía
urbana y demás capas interesadas en la liberación
nacional, la justicia y la igualdad social. Como resultado se
destruyó la vieja máquina estatal burguesa (idea
expuesta por Marx desde "El 18
brumario de Luis Bonaparte") hasta el nivel local, lo que no
niega la permanencia de determinados residuos del sistema
anterior, principalmente en los órganos jurídicos y
económico-administrativos.

En este sentido es importante destacar algunas
ideas fundamentales que deben tenerse en cuenta en este
análisis:

– Los partidos
políticos tradicionales reaccionarios desaparecieron
de manera espontánea, pues perdieron su base social. La
Revolución no promulgó leyes que los
prohibieran.

– Se estableció en el país el
Gobierno Revolucionario Provisional (Consejo de Ministros) que se
apoyaba en el Ejército Rebelde y en las masas
revolucionarias, y concentraba en sí las funciones
ejecutivas, legislativas y administrativas del nuevo poder.

– La constitucionalidad del nuevo Estado se
garantizó a través del restablecimiento de la
Constitución progresista de 1940, con sustanciales
modificaciones expresadas en las leyes que se promulgaron.

– Aunque inicialmente en el Gobierno
Revolucionario Provisional estaban presentes elementos de la
pequeña burguesía de derecha, éstos nunca
pudieron imponer un rumbo contrarrevolucionario, ni representaron
en ningún momento un poder independiente, además de
que, a partir de fecha tan temprana como mediados de febrero de
1959 en que el compañero Fidel Castro ocupó el
cargo de Primer Ministro, fueron desplazados rápidamente
del poder. El análisis de la marcha real de los
acontecimientos en Cuba en esta etapa permite afirmar que nunca
existió en el país una dualidad de poderes, tesis
que estuvo en boga durante cierto tiempo y que
llegó incluso a deslizarse en los textos oficiales de
Historia Contemporánea utilizados en diferentes niveles de
enseñanza de la antigua URSS y de otros
países.

– Durante esta etapa surgen nuevas instituciones
políticas, se restablecieron varias organizaciones de
masas ya existentes y surgieron nuevas. De esta manera se
celebró el X Congreso Obrero en noviembre de 1959 que
fortalece a la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), ya
existente desde 1939; se refuerza la Federación
Estudiantil Universitaria (FEU), fundada en diciembre de 1922; se
crea la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) el 23 de
agosto de 1960, sobre la base de la unión de todas las
organizaciones femeninas revolucionarias entonces existentes; se
fundan los Comités de Defensa de la Revolución
(CDR) el 28 de septiembre de 1960; se crea la Unión de
Pioneros de Cuba (UPC, actual OPJM), el 4 de abril de 1961; y el
17 de mayo de 1961 nace la Asociación Nacional de
Agricultores pequeños (ANAP).

Evaluando este proceso resulta importante apuntar
que, durante la etapa, esto significó la creación
de un fuerte sistema de organizaciones de masas que
constituyó una particularidad del sistema político
cubano en formación, pues el carácter
sistémico del conjunto de organizaciones y su papel como
canales efectivos de participación popular no
tenían precedente en otros países que habían
realizado revoluciones democrático-populares e iniciaron
la transición al socialismo. La creación, por
ejemplo, de los CDR, fue un importante aporte de la
Revolución cubana al desarrollo del proceso revolucionario
mundial; no había antecedentes de organizaciones masivas
similares en otros países; incluso, en etapas posteriores,
cuando muchos países emprendieron la vía de
orientación socialista de desarrollo, en varios de ellos
se crearon organizaciones en base a la experiencia de los CDR
cubanos, y numerosas delegaciones extranjeras visitaron Cuba para
estudiar esa experiencia y aplicar en sus países aquello
que de la misma pudiera ser válido según las
condiciones particulares en que desarrollaban su actividad
política. La fundación de la ANAP,
organización clasista de los campesinos, constituyó
también un peculiar aporte a la experiencia de la
solución del problema agrario-campesino; el
propio Lenin señaló en su tiempo que uno de los
factores fundamentales que dificultó la solución de
este problema en Rusia fue la
ausencia de una organización clasista del campesinado.

Vale plantear a propósito otra
particularidad del sistema político cubano: el hecho de
que la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) surge y se
desarrolla no como una organización de masas en el sentido
de su composición orgánica, aunque sí en
cuanto a sus objetivos,
estilo y métodos de
trabajo, sino como una organización política
selectiva, vanguardia de la juventud
cubana, reserva y activa auxiliar del Partido en el impulso a las
principales tareas de la Revolución y cantera directa del
mismo. La UJC se crea a partir de la Asociación de
Jóvenes Rebeldes (AJR), la cual se funda el 21 de octubre
de 1960, como resultado de la integración de todas las
organizaciones juveniles revolucionarias, y toma el nombre de
Unión de Jóvenes Comunistas el 4 de abril de 1962.
La UJC constituye una organización que, desde su
surgimiento, emprendió un serio trabajo de
movilización y educación de las
masas juveniles en la participación política activa en las
transformaciones revolucionarias, tarea que continúa
cumpliendo hoy. Por encargo del Partido, la UJC dirige y orienta
el trabajo de
las organizaciones de masas de los estudiantes y pioneros.

– Siguiendo el criterio de periodización
ya planteado considero esencialmente importante detenernos
brevemente en el proceso de formación del partido
único en Cuba, que tuvo también sus
particularidades. En la etapa que analizamos es precisamente
cuando se produce la unidad de las fuerzas revolucionarias
principales que existían en el país y se crea la
vanguardia política de la Revolución encargada de
encabezar la continuidad del proceso, lo que se lleva a cabo a
fines de 1961 y constituye un acontecimiento trascendental que da
fe del verdadero fortalecimiento del sistema político en
formación y del alto nivel de organización y de
madurez política e ideológica que iba
alcanzando.

En Cuba, por las condiciones específicas
en que se desarrollaba la lucha contra la tiranía y la
amplia y recia propaganda anticomunista desatada por la
burguesía y el imperialismo,
la Revolución tuvo la particularidad de no ser encabezada
directamente por el Partido Socialista Popular (PSP), que era el
partido de los comunistas, sino por una vanguardia
política que, encabezada por el Movimiento Revolucionario
26 de Julio (MR-26-7), contaba con la activa participación
del Directorio Revolucionario 13 de Marzo, del PSP, y
tenía como guía los postulados esenciales del
marxismo-leninismo. Los dirigentes principales del
MR-26-7 tenían un pensamiento
martiano y marxista y mantenían estrechas relaciones con
el PSP, La dirección del Directorio ocupaba posiciones muy
progresistas, cercanas al socialismo. De esta forma las tres
organizaciones se regían por una misma estrategia
política aunque, indudablemente, tuvieron sus diferencias
en cuestiones tácticas (formas, vías y
métodos de lucha) en el enfrentamiento a la tiranía
de Fulgencio Batista, por lo que el proceso de unidad no se dio
de forma idílica, sin contradicciones, y no se
alcanzó desde el inicio de la lucha, sino que fue
gestándose de manera paulatina.

En las condiciones concretas de Cuba todas las
tareas de la Revolución en la etapa que analizamos eran
llevadas a cabo por las tres fuerzas revolucionarias en conjunto,
las que constituyeron un bloque unido de facto de organizaciones
políticas revolucionarias. La práctica
demostró que se puede considerar que la unidad de estas
organizaciones, aunque no se había efectuado
orgánicamente, jugó en la etapa
democrático-popular de la Revolución, en cierto
sentido, el papel de un partido único, de una vanguardia
política cohesionada que garantizó el
tránsito ininterrumpido a la etapa socialista de la
Revolución y se convirtió en el núcleo del
sistema político de la etapa de transición al
socialismo. A todo esto contribuyó el fortalecimiento de
las relaciones entre estas organizaciones antes del triunfo
revolucionario y la unidad para la acción
alcanzada entre ellas.

Un momento muy singular del proceso cubano lo
constituyó la autodisolución de las diferentes
organizaciones para crear las Organizaciones Revolucionarias
Integradas (ORI) a finales de 1961. El propio Partido de los
comunistas encabezado por el compañero Blas Roca se
autodisolvió, convocando a sus militantes a integrar la
nueva organización y reconociendo en Fidel Castro, quien
había logrado una fuerte autoridad política real, y
en otros dirigentes principales de la Revolución a los
máximos exponentes y líderes del tránsito al
socialismo. Esta fue, a nuestro juicio, una posición
política antidogmática, no sectaria y opuesta a
cualquier doctrinarismo; no se trataba de exigir el cumplimiento
formal y esquemático de "normas o leyes supuestamente
establecidas para siempre y para cualquier circunstancia por el
marxismo-leninismo"; no se trataba de exigir un liderazgo
político formal, sino de desarrollar el proceso de unidad
en pie de igualdad, atendiendo a las condiciones concretas y
específicas del país, del momento histórico
y de la marcha real de los acontecimientos revolucionarios. En la
dialéctica de lo general, lo particular y lo singular en
el proceso histórico, se puede considerar que éste
es un fenómeno singular; no conocemos antecedente similar
en la historia del movimiento obrero y comunista internacional. A
partir de 1962, luego del análisis de los errores de
sectarismo que tuvieron lugar, se reorganizaron las ORI y se
integró el Partido Unido de la Revolución
Socialista de Cuba (PURSC), el cual adoptó el nombre de
Partido Comunista de Cuba en octubre de 1965.

2 De 1961 hasta mediados de los años 70 es
la etapa que se caracteriza por la inexistencia de órganos
electivos de poder en los primeros años de
construcción socialista.

En esta etapa todas las peculiaridades de la
estructura política estaban condicionadas por la necesidad
de asegurar un nivel alto y constante de preparación
políticomilitar de todo el pueblo para enfrentarse a las
constantes agresiones económicas, políticas,
diplomáticas, militares y culturales de los Estados Unidos
y de la contrarrevolución interna, las cuales proyectaron
una virtual guerra civil hasta la segunda mitad de los
años 60. Hacia esto estaban dirigidos los esfuerzos
principales y se necesitaba un aparato ágil y operativo
que ejerciera el poder del pueblo trabajador, funcionando al
mismo tiempo como órgano legislativo y ejecutivo, que
pudiera tomar decisiones operativamente, sin dilaciones. Este
papel lo jugó el Gobierno Revolucionario (Consejo de
Ministros), apoyado en instituciones provisionales y en la
participación popular activa a través del fuerte
sistema de organizaciones de masas creado por la
Revolución, el cual, visto en su conjunto, no tenía
precedentes en experiencias revolucionarias anteriores.
Determinadas organizaciones como los CDR cumplieron, en este
tiempo, algunas tareas de carácter estatal.

Es necesario precisar en este análisis dos
aspectos.

Primero: se estableció en el
período una institucionalidad política a todos los
niveles, aunque con un carácter provisional-transicional
y, por tanto, incompleta y cambiante.

Se establecieron las instancias gubernamentales
provinciales y municipales, las cuales estaban encabezadas por
comisionados, designados por el Ministro de Gobernación,
que tenían las funciones que antes correspondían a
los alcaldes y concejales. Esta estructura se adoptó desde
1959 y garantizaba una gran independencia para los municipios y
funciones limitadas para las provincias. A partir de 1961 los
gobiernos municipales son sustituidos por las Juntas de Coordinación, Ejecución e
Inspección (JUCEI), integradas por representantes de las
organizaciones políticas y de masas y de las delegaciones
de los organismos de la
administración central del Estado del territorio. En
ellas la instancia provincial incrementa sus atribuciones con
respecto al municipio. Surge la región como un
eslabón intermedio entre la provincia y el municipio,
aumenta el número de éstos con limitadas
atribuciones, muchas de las cuales pasaron a la región, y
quedó el municipio como un nivel esencialmente ejecutivo a
cargo de determinados servicios de
carácter marcadamente local. En 1966 las JUCEI fueron
sustituidas por las administraciones locales, con el objetivo de
alcanzar una participación más orgánica y
sistemática de la población en la actividad
estatal, de modo que el pueblo se convirtiera cada vez más
en un verdadero sujeto político. Un elemento novedoso que
aparece en los municipios, portador de potencialidades superiores
en la consecución del objetivo planteado, fue el
siguiente: de los comités ejecutivos que dirigían
las administraciones locales, los cuales estaban integrados por
el presidente y los secretarios, formaban parte también
diez delegados elegidos por la población en asambleas de
los centros de trabajo y barrios. No obstante estos elementos
positivos no lograron afianzarse: las actividades de producción y servicios fueron absorbiendo
las energías de las administraciones locales; dejaron de
efectuarse las elecciones de los delegados y las asambleas de
rendición de cuentas, las
cuales se realizaban periódicamente ante el pueblo desde
que surgieron las JUCEI. Así las cosas, las
administraciones locales devinieron en un organismo
administrativo más y existieron hasta el año 1976
en que fueron sustituidas por los órganos del Poder
Popular.

Segundo: la participación política
ciudadana tuvo sus particularidades. A pesar de la ausencia de
órganos electivos de poder se manifestaron con cierta
fuerza diferentes formas y mecanismos de "democracia directa", no
en el sentido clásico en que se conoce en la historia del
pensamiento político y en la teoría de la
democracia, pero sí como una manifestación
contemporánea histórico-concreta (ni la
única ni la principal) de participación
democrática en las condiciones particulares de un
país en Revolución. Esto se propició, entre
otros factores, por la presencia de un líder
de mucho carisma y amplio arraigo popular y, en general, por el
vínculo estrecho que desde un principio se
desarrolló entre los principales dirigentes, poseedores de
un liderazgo político real, y las amplias masas en su
actividad política revolucionaria. En aquel momento
histórico las leyes, los principales documentos
políticos, las decisiones estatales fundamentales entraban
en vigor luego de haber sido sometidos a mecanismos de consulta
popular directa, después de haber sido objeto de un amplio
debate popular a través de los sindicatos y
los CDR, con el apoyo de otras organizaciones de masas, en
asambleas populares e, incluso, a través de votaciones en
los mítines masivos.

Un elemento trascendente que caracteriza al proceso
político revolucionario cubano desde los primeros tiempos,
que toma fuerza significativa en esta etapa, y que se proyecta
hasta nuestros días como premisa indiscutible de
supervivencia de la Revolución y de las conquistas del
socialismo en Cuba, lo constituye el hecho de haber puesto en
manos del pueblo trabajador la función de
la defensa del país, que es una de las principales
funciones del Estado en cualquier sociedad. En el caso particular
de Cuba encuentra su origen en el Ejército Rebelde, de
amplia base popular y germen de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias (FAR); pasó por la creación de las
Milicias Nacionales Revolucionarias que cumplieron su rol
histórico, la Policía Nacional Revolucionaria (PNR)
y los órganos de la Seguridad del
Estado. Esta función adquirió un carácter
más integrador y sistémico con el surgimiento de la
concepción de la "guerra de todo el pueblo", concepto
político con el que se designa la idea esencial de que la
defensa del país no es función sólo de las
FAR y de otras instituciones militares especializadas, sino de
todo el pueblo organizado en las Milicias de Tropas Territoriales
(MTT – 1980), donde cada uno conoce su lugar y papel en caso de
una agresión extranjera; esta concepción basa su
labor en la idea de que la defensa es, ante todo, tarea del
propio pueblo, apoyado en sus propias fuerzas y creador de
condiciones internas (económicas, políticas,
ideológicas y del propio campo de batalla) que hagan
imposible la ocupación indefinida del país por un
agresor foráneo. Es una concepción basada en la
premisa de que una revolución vale sólo si sabe
defenderse.

Indudablemente, el propio desarrollo de la
Revolución planteó la necesidad insoslayable de
crear nuevas instituciones e instrumentos jurídicos
propios de la democracia proletaria.

3 La tercera etapa de la formación y
desarrollo del sistema político cubano abarca desde 1976
hasta inicio de la década de los años 90.

La institucionalización que se inicia a
mediados de los 70 es producto de la marcha real de los
acontecimientos en Cuba y una necesidad objetiva del desarrollo
de la Revolución, que exigió los cambios
emprendidos. Así, se proclamó la nueva
Constitución de la República, se estableció
una nueva división políticoadministrativa del
país y se crearon los órganos del Poder Popular,
electivos a todos los niveles.

Este es un proceso que se va dando en Cuba desde
principios de los años 70, cuando van madurando las
condiciones (objetivas y subjetivas) para comprender y emprender
los cambios necesarios en el sistema político. Es un
período en que se produce la reorganización de la
vida económica del país, el fortalecimiento del
Partido Comunista, de las organizaciones de masas, y la
reestructuración del aparato del Estado. Se produce la
reorganización del aparato del Partido a todos los niveles
y de los mecanismos de su funcionamiento. Se creó el
Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros como
órgano colegiado de gobierno. Se integró un sistema
único de tribunales, de estructuraron los órganos
de Fiscalía y se promulgaron importantes leyes
de procedimiento
penal, civil, administrativo y el Código
de Familia.
Asimismo comenzaron las actividades preparatorias para el
experimento acerca de la nueva forma organizativo-estructural que
debía adquirir el Estado en
las condiciones concretas de Cuba. Todo este proceso de
transformación de las instituciones políticas, de
creación de otras no existentes y de perfeccionamiento y
consolidación del sistema político cubano fue
designado por el I Congreso del PCC (1975) mediante el
término de "institucionalización política".
"Es conocido que las instituciones políticas son formas
organizativas en cuyos marcos ocurre la actividad
política, por eso constituyen una forma singular de
materialización y medio de realización de la
actividad y las relaciones políticas, un instrumento para
actuar sobre estas relaciones; no son fines en sí mismas,
sino medios para la dirección orientada a fines y la
regulación de la vida social y la conducta de las
personas. El concepto de institucionalización
política se refiere a una regularidad propia del
surgimiento y desarrollo de las relaciones y actividad
política: al proceso mediante el cual, en el desarrollo
histórico, las formas organizativas de la política
son puestas en concordancia con el contenido de esta
última".

Es así como en los años 1974 y 1975
se realiza el experimento de instauración y funcionamiento
de los nuevos órganos del Poder Popular en la ciudad de
Matanzas, experiencia que se generaliza a todo el país a
partir de 1976 por acuerdo del Primer Congreso del PCC,
estableciéndose estos órganos no como un organismo
estatal más, sino como la característica integral
de todo el Estado, como todo un sistema estructurado desde la
Asamblea Nacional (órgano supremo del poder del Estado),
pasando por el Consejo de Estado (órgano que representa a
la Asamblea Nacional entre uno y otro período de sesiones,
ejecuta sus acuerdos y cumple otras obligaciones
constitucionales), el Consejo de Ministros (Gobierno de la
República de Cuba, máximo órgano ejecutivo y
administrativo directamente articulado con el Consejo de Estado)
y las asambleas provinciales y municipales del Poder Popular,
estas últimas integradas por los delegados de
circunscripciones, que están en la base de toda la
estructura estatal.

La nueva Constitución Socialista fue
producto de la creación popular. Su aprobación
permitió poner fin a la forma provisional del Estado y
establecer sus órganos representativos de poder popular, o
sea, crear las condiciones político-jurídicas
necesarias para la nueva forma que adquiriría el Estado
socialista. El anteproyecto de
la misma fue sometido a un amplio debate popular. En las
asambleas y reuniones en que se discutió participaron 6
millones 216 mil ciudadanos, 5 millones y medio votaron por
mantenerlo sin modificaciones, 600 mil en conjunto votaron por
unas u otras modificaciones o adiciones, sólo 68 votaron
en contra y 983 se abstuvieron de votar; así se
logró perfeccionar el anteproyecto: la Comisión
Preparatoria Central acogió, total o parcialmente,
modificaciones propuestas al Preámbulo y a 60 de sus 141
artículos. El proyecto, que ya reflejaba los resultados
del debate, fue aprobado en el Primer Congreso del Partido, cuya
resolución estableció la celebración de un
referendo
popular para su aprobación definitiva; este referendo de
todo el pueblo, en el que participó el 99,3 % de la
población cubana mayor de 16 años, aprobó el
texto de la Constitución Socialista por un 98,6 % de los
votantes. La Constitución fue proclamada solemnemente el
24 de febrero de 1976.

De esta manera se fortaleció y
complementó el proceso de legitimación del
sistema político cubano
, determinado por algunos
elementos fundamentales:

a) El arraigado nacionalismo,
entendido en Cuba, por su carácter, como patriotismo
revolucionario.

b) La independencia o liberación nacional
económica y política, vieja demanda de las
clases, capas y grupos
sociales progresistas y populares, y que fue lograda
solamente a partir de 1959.

c) La autoridad reconocida y el carisma de la
dirección de la Revolución.

No se trata sólo de la
personalidad del compañero Fidel Castro, de indudable
carisma y gran autoridad moral y
política, importante factor de unidad y de resistencia, Se
trata, además, de una tradición política
-que debe continuar fortaleciéndose- de estrecho
vínculo de los dirigentes revolucionarios a todos los
niveles con las masas y, más aún, se trata de todo
un sistema de tradiciones revolucionarias que se ha arraigado en
el país y que, utilizándolo sistemática,
efectiva y creadoramente en el proceso de educación moral
y político-ideológica del pueblo, debe conllevar al
perfeccionamiento continuo en la dirección de su
fortalecimiento. Se trata también del proceso de
renovación periódica de los dirigentes en los
diferentes organismos, organizaciones e instituciones del sistema
político, del ascenso a diferentes posiciones y cargos
públicos de cuadros jóvenes, dotados también
de profesionalidad, capacidad de gestión, tacto político, prestigio y
autoridad ante el pueblo, capaces de dar continuidad a la obra
político-revolucionaria.

Se está hablando de temas de importancia
estratégica, a los cuales hay que prestarles una atención de primer orden en el trabajo
teórico y político-práctico, pues debemos
cerrar posibles brechas a cualquier especulación
teórica de los críticos de la Revolución
cubana y "estrategas" de la transición regresiva, acerca
de un supuesto proceso de reforma política en Cuba luego
de la desaparición de los líderes históricos
de la Revolución (por supuesto no en el sentido de la
democracia socialista auténtica, renovada, creadora, libre
de dogmatismo o doctrinarismo, despojada de centralismo
burocrático o de limitación de la capacidad
creadora de las masas), sino en la dirección de una
transición al capitalismo, tomando como patrón,
incluso, los modelos de
transición en los países ex-socialistas de Europa del Este,
o el modelo "español" de "transición desde arriba"
de 1976 a 1978. No obstante aquí se manifiesta un punto de
vista diferente al de otros autores en un sentido: no se ubica
una transición política de este tipo como una
consecuencia directa y mecánica de determinadas reformas
económicas. Pero sí se subestiman o se desestiman:
el papel de las tradiciones históricas cubanas,
específicamente las tradiciones políticas
revolucionarias; la significación de las reformas
introducidas en el sistema político a inicios de los
años 90; la especificidad del proceso revolucionario
cubano; la posibilidad que tiene un relevo joven y experimentado
de dar continuidad a la lucha por una sociedad más justa,
humana, solidaria y democrática (en esencia socialista);
en fin, todo gira alrededor del estímulo a una
oposición política que pueda revertir el proceso
revolucionario cubano.

d) La redistribución de la riqueza social
sobre la base de la igualdad, la justicia y la amplia
participación social.

e) La institucionalización del sistema
político.

f) La instrumentación de las
elecciones
como práctica política
periódica, entendida por nosotros sólo como un
momento (aunque muy importante) del proceso participativo, y no
como un acto al que se restringe la participación
popular.

La acción de estos elementos legitimadores
del sistema y la necesidad del mantenimiento
de la gobernabilidad en el país, imprimen al sistema
político cubano un dinamismo propio que lo hace
experimentar, reacomodar fuerzas y autorregularse. Las nuevas
instituciones y relaciones políticas establecidas a
mediados de los años 70 mostraron una tendencia general
positiva de desarrollo, aunque en los años 80 comienzan a
dar cuenta de insuficiencias y errores, algunos inherentes a los
propios mecanismos internos de funcionamiento y otros derivados
de la copia de elementos deformados del modelo
eurosoviético, tales como: serios errores en política
económica y laboral, alta y
excesiva centralización, la marcada tendencia a la
absolutización de los métodos administrativos de
dirección, el burocratismo y el descontrol, el formalismo
en la actividad política e ideológica, el
triunfalismo, la ausencia de análisis
objetivocrítico en los medios de difusión masiva,
el encerramiento del Partido en su vida interna y otros
fenómenos negativos.

Todo esto conlleva al llamado "proceso de
rectificación" que tiene lugar desde mediados de los
años 80, el cual se manifiesta como solución de
continuidad y etapa de la transición al socialismo en
Cuba. Si bien es cierto que la institucionalización se
basó en un programa
preconcebido para ser aplicado a la realidad económica,
sociopolítica e ideológica del país, la
rectificación se ha manifestado como expresión de
un principio fundamental de estrategia y táctica
políticas: el análisis concreto de la
situación concreta y, a partir del mismo, concebir
paulatinamente la generalización teórica y la
valoración político-práctica sistematizada
de tal proceso y sus posibles tendencias. La
rectificación, a pesar de haber comenzado a manifestarse
por la actividad económica es, ante todo, un
fenómeno sociopolítico de mucha complejidad, por lo
que abarca también al sistema político.

Avanzada la segunda mitad de los años 80
comienza a reflejarse en la realidad cubana la influencia de la
"perestroika" y demás transformaciones similares que
tenían lugar en los países socialistas: se
desarrollan de nuevo algunas tendencias miméticas que no
tenían en cuenta la realidad cubana, y determinadas
confusiones en ciertos sectores de la población; al igual
que surgen tendencias hipercriticistas, sin propuestas de
soluciones,
sobre la base de las cuales ha trabajado, sin pérdida de
tiempo, la contrarrevolución externa e interna. Es a
mediados de 1989 que, como consecuencia de los acontecimientos
que tienen lugar en la arena internacional y, particularmente, en
los países de la comunidad
socialista, se plantea por primera vez la posibilidad de que Cuba
pase a "período especial en tiempo de paz", la que se
convierte en realidad con el derrumbe y desmontaje del socialismo
en Europa del Este y la URSS; ello, en cierto sentido, interrumpe
el proceso de rectificación, pues el país entra en
una etapa de supervivencia. El "período especial" es un
período de aguda crisis económica provocada por el
derrumbe del socialismo de Europa del Este y la URSS y el
arreciamiento del bloqueo económico y comercial por parte
de los Estados Unidos, bloqueo que se ha convertido ya, en este
momento, en lo que podemos llamar con toda certeza una guerra
económica, política, psicológica e
ideológica contra Cuba
. No obstante, la
dirección del Partido y el Gobierno cubanos mantuvo la
voluntad política de dar continuidad a aquellas
transformaciones de la sociedad cubana que permitía la
nueva realidad nacional e internacional. Es el Pleno
Extraordinario del Comité Central del PCC de febrero de
1990 que plantea la conclusión acerca de que "han madurado
las condiciones para abordar en términos prácticos
y concretos el perfeccionamiento del sistema político e
institucional del país". El proceso de debate nacional de
las tesis contenidas en el Llamamiento al IV Congreso del Partido
que se desarrolla a mediados de 1990, dio un impulso
significativo a la configuración de las ideas
fundamentales de ese perfeccionamiento, recogiendo, en amplia
consulta popular, la inteligencia colectiva de los cubanos que
guiaría el proceso de reformas políticas
emprendidas en el país. Ya en el propio documento del
Llamamiento se vislumbran los cambios que la lógica
interna del proceso cubano había determinado.

La
participación popular y el perfeccionamiento del sistema
político cubano

El desarrollo económico, político y
social de Cuba a inicios de los 90 planteó exigencias al
poder en el sentido de continuar profundizando la
democratización de la sociedad. Ya en ese momento
habían madurado las condiciones para efectuar los cambios
políticos necesarios en el país. Comienza una nueva
etapa en el proceso de desarrollo del sistema político
cubano

No puede decirse que en estos últimos casi
cuarenta años han existido varios sistemas
políticos en el país. Se trata de etapas,
efectivamente, de un proceso único e ininterrumpido de
perfeccionamiento de un sistema que no ha cambiado su esencia,
carácter y naturaleza sociopolítica socialista.

Esta nueva etapa ha estado determinada por la
necesidad histórica y por la capacidad de autodesarrollo y
autoperfeccionamiento como rasgo propio de la identidad
nacional cubana, especialmente de su identidad
política revolucionaria, manifestado con fuerza en el
período de la Revolución. Frecuentemente se escucha
decir que el factor determinante de su comienzo lo constituyen
los trágicos sucesos de Europa socialista y la
Unión Soviética. Estos acontecimientos regresivos
de la historia
universal significaron un factor influyente en cierta medida,
más bien acelerador, pero no determinante de los cambios
políticos que se produjeron en Cuba. Tanto el inicio del
proceso de rectificación como la voluntad política
de la dirección de la Revolución ante una necesidad
histórica objetiva insoslayable, son expresión de
la conclusión expuesta.

La tendencia del sistema político cubano
al autoperfeccionamiento, su capacidad de lograr un alto nivel de
legitimidad, su gran fortaleza y apoyo popular es reconocido
incluso, en publicaciones recientes, por algunos de los
más destacados críticos del régimen
político prevaleciente en Cuba, aunque le den a esto
explicaciones que no siempre corresponden a la realidad
política de la Nación.

 

Lo cierto es que el IV Congreso del Partido
Comunista celebrado en 1991 aprobó un grupo de
resoluciones que crearían las condiciones para propiciar,
sin duda alguna, la ampliación del proceso de
fortalecimiento del democratismo del sistema político en
su conjunto, lo que ha constituido la continuidad de una
tradición política revolucionaria. Sin embargo, se
manifestó de manera inmediata la percepción
e intención permanente de determinados círculos
políticos y académicos extranjeros de no reconocer
carácter democrático alguno al sistema cubano
(aplicándole el modelo propiamente liberal o influidos por
la creciente globalización neoliberal, que trata de
globalizar también un determinado esquema
ideológico y de construcción de la democracia,
excluyente de cualquier alternativa distinta de la que desde esa
óptica
se profesa). Nótese: esto es también una
negación del pluralismo que mundialmente se proclama y,
por tanto, una pretensión no del todo democrática;
es en realidad una intención de "estrangular" las
excepciones y la pluralidad. Está más acorde con la
democracia el reconocimiento y respeto al derecho de otros a
construir y aplicar sus propios modelos de gobierno y buscar sus
propias alternativas de régimen político que
garanticen una participación real y efectiva de la
ciudadanía en la dirección de los
procesos sociales.

En cualquier circunstancia, y fue seguramente lo
más impactante y desconcertante para muchos, especialmente
para los detractores del proceso revolucionario cubano, la
dirección política del país
acometíó las reformas al sistema político en
el período más crítico vivido por la
Revolución cubana. Lo hizo en medio de la influencia
notoriamente negativa en todos los órdenes
(económico, psicológico, ideológico,
cultural, etc), de la debacle del bloque socialista europeo.
Indudablemente, esto fue un acto de profunda valentía
política asumiendo los mayores riesgos, y una
demostración de la voluntad política revolucionaria
cubana de continuar, en las más difíciles
condiciones, el perfeccionamiento (léase
democratización) del sistema político establecido
en el país, lo que confirma que el mismo no es un
organismo estático, inamovible.

Los principales cambios llevados a cabo en esta
última década en Cuba han estado dirigidos a
fortalecer la materialización del criterio fundamental
de perfeccionamiento del sistema político: el logro de la
más amplia participación del pueblo en las
decisiones.
Estos cambios abarcan, ante todo, a los dos
principales elementos de este sistema: al Partido y al Estado y,
por supuesto, extienden su acción a todo el sistema en su
conjunto. Ellos pueden sintetizarse en lo siguiente:

1 Cambios estructurales y funcionales que
conllevan a dotar de mayor autoridad a las asambleas del Poder
Popular desde el municipio, especialmente a sus delegados de
base. Entre esos cambios resultan más significativos los
siguientes: la creación de los consejos populares, la
eliminación de los comités ejecutivos a nivel
provincial y municipal, y el nuevo procedimiento para la
elección de los delegados a las asambleas provinciales y
de los diputados a la Asamblea Nacional.

– Un elemento novedoso es la creación de
los consejos populares; éstos son nuevos elementos
del sistema de organización estatal que agrupan al
conjunto de delegados de una determinada demarcación,
están presididos por uno de esos delegados elegido por
ellos mismos y están investidos de la más alta
autoridad; a estos consejos pertenecen, como práctica
política cotidiana, los representantes de las
organizaciones de masas y de las instituciones más
importantes de su radio de
acción, así como otras personas que representen
intereses de la comunidad.

El Consejo Popular es uno de los más
nuevos elementos del sistema de Gobierno en la sociedad cubana
actual. El Tercer Congreso del PCC (1986) propuso iniciar su
experiencia en el quinquenio 1986-1990, como resultado del
análisis sobre el perfeccionamiento de la división
político-administrativa del país vigente desde
1976; ellos serían constituidos por las asambleas
provinciales a propuesta de las asambleas municipales en los
pueblos que fueran cabeceras de los municipios históricos
y en otros que contaran con una apreciable cantidad de habitantes
y significativo volumen de
actividad productiva y de servicios. Es en 1988 que los consejos
populares aparecen como instituto político en la
práctica. Por acuerdo del Consejo de Estado en 1990 se
inicia la experiencia masiva en Ciudad de La Habana. En 1991, por
acuerdo del X Período de sesiones de la III Legislatura de
la Asamblea Nacional del Poder Popular, se hace extensiva a todo
el país, atendiendo a las características y
peculiaridades de cada lugar. En julio de 1992 se refrenda
constitucionalmente la existencia de los consejos populares en el
nuevo texto de la Constitución de la República de
Cuba.

Los consejos populares surgen, se extienden y se
consolidan por una decisión "…inspirada por la
línea programática permanente del sistema de la
democracia socialista cubana de perfeccionar
sistemáticamente su labor, sobre todo, en la
búsqueda de la cada vez mayor participación popular
en la gestión… Responden a una voluntad política
del sistema, a una tendencia consubstancial al modelo de desarrollo social
cubano…, tendencia progresiva permanente hacia la
reunificación entre la sociedad civil y
la sociedad política, elemento indispensable de la
realización del autogobierno social real… El consejo no
es un destello aislado de democratismo en la organización
estatal cubana, sino una respuesta necesaria a requerimientos
objetivos de su desarrollo… El Consejo Popular tiene facultades
como Gobierno… Extiende cuantitativa y cualitativamente la base
del Gobierno… Se enriquece en su contenido de vías de
participación popular … Introduce explícitamente
en las labores de Gobierno a los colectivos laborales, mediante
la presencia de la CTC y la ANAP allí donde exista, con
sus representantes como miembros del nuevo eslabón de
Gobierno y, en cierto sentido también, mediante la
presencia de entidades económicas de importancia en el
territorio con los representantes de la dirección de esos
centros,,, Concebido originalmente para cubrir insuficiencias de
las estructuras existentes, desde sus inicios ha sido portador de
elementos que los hacen potencialmente salirse de esos marcos, y
convertirse en germen superior de autogobierno social…En las
condiciones que nació y se ha desarrollado el Consejo
Popular, se ha manifestado con cierta fuerza una tendencia a
convertirlo en una instancia administrativa más…" Se
hace necesario entonces cerrarle el paso a esa tendencia y
fortalecerlo como factor para la consolidación de la
gobernabilidad democrática en el sistema social
cubano.

– Otro elemento novedoso característico de
los cambios estructurales y funcionales mencionados es la
eliminación de los comités ejecutivos a los niveles
provincial y municipal. Esto fue motivado por el hecho de que el
ejercicio real del poder no residía en la asamblea
correspondiente, sino en el órgano concebido para
representarla entre sus períodos de sesiones, que era
precisamente el Comité Ejecutivo a su nivel, el cual
suplantaba de hecho al órgano máximo de poder en la
localidad. . Unido a esto los comités ejecutivos
también presentaban insuficiencias en su trabajo,
fundamentalmente técnicas,
condicionadas, ente otras cosas, por las pocas posibilidades
reales de lograr los cuadros idóneos para su
integración, y la estabilidad de los mismos. Se
hacía necesario incluso modificar la situación real
del ejercicio del poder, en cuanto a la calidad de este
ejercicio, definida en gran medida por la condición de
legitimidad del portador real del poder y por la
validación técnica de su gestión. Se
planteaba, en esencia, un problema de gobernabilidad, a partir de
demandas objetivas originadas por el propio desarrollo progresivo
de la democracia en Cuba. No obstante es importante reafirmar en
la práctica política la idea de que el consejo
de la administración
(nuevo órgano de
la administración local que surge), no se crea
para sustituir al comité ejecutivo ni suplantar a la
asamblea en la acción de Gobierno, sino para ejercer la
administración, realizar funciones "…como órgano
técnico para cumplir las políticas en lo
concerniente a la administración de los recursos locales,
tarea que es una de las facetas del contenido de la labor de
Gobierno, pero que no agota su esencia al menos en las
condiciones de Cuba." Y es necesario reafirmar esta demanda, que
es de hecho exigir el cumplimiento de lo estipulado en la
Constitución porque, "…a nuestro modo de ver, la
eliminación de los comités ejecutivos no ha dado
aún la respuesta que de ella se esperaba en lo
concerniente al fortalecimiento del papel de las asambleas
locales". Para la solución de este problema resulta
imprescindible modificar también de forma substancial, de
manera real y efectiva, otras facetas del sistema de Gobierno
cubano y, especialmente, aquella que es portadora mayor de la
esencia genuinamente popular del sistema político: es
necesario perfeccionar la institución del delegado, en
particular del delegado de circunscripción, en el sentido
de que logre más profesionalidad en la labor de Gobierno,
mayor nivel de especialización e idoneidad, reciba la
preparación adecuada, el tiempo y los medios necesarios
para el cumplimiento de sus funciones, y un mayor reconocimiento
social y estatal. En síntesis,
esto significa continuar fortaleciendo la autoridad del delegado,
para lo cual sería necesario, además, perfeccionar
el proceso de selección del mismo, desde la propia
postulación hasta la elección. Todo ello
redundaría, inexorablemente, en un fortalecimiento del
eslabón básico del sistema: las asambleas locales
del poder popular, que constituyen, a su vez, la máxima
autoridad local del poder estatal.

El establecimiento del voto libre, directo y
secreto de toda la población para elegir a los delegados a
las asambleas provinciales y a los diputados a la Asamblea
Nacional, complementando la ya establecida desde 1976
elección directa por la población de los delegados
municipales o de base (de circunscripción), constituye uno
de los cambios más notorios en el proceso de
perfeccionamiento del sistema político cubano, que indica
un indudable ascenso en el proceso democrático del
país.

Recuérdese que esos delegados provinciales
y diputados, elegidos de manera libre, directa y secreta por el
pueblo, son los que componen la Asamblea Nacional y las
provinciales. De entre los diputados se eligen al Presidente,
Vicepresidente y Secretario de la Asamblea Nacional, así
como al Consejo de Estado de la República de Cuba,
partiendo de su propio Presidente. Esto, indudablemente,
constituye un parámetro funcional de importancia respecto
al democratismo del sistema político, y significa un grado
mayor de participación popular en la selección de
sus representantes a todos los niveles, un paso de avance en su
realización. Ello, igualmente, respondía a una
demanda popular expresada, fundamentalmente, durante la
discusión del Llamamiento al IV Congreso del Partido, en
cuanto a la necesidad de fortalecer el vínculo entre los
delegados provinciales, los diputados y el pueblo; esto
contribuiría a eliminar el cierto distanciamiento que se
producía, no por motivos clasistas, por supuesto, sino en
su aspecto funcional, y a superar la insuficiencia relativa de
representatividad en nuestro sistema político.

Esos tres cambios abordados son, sin duda alguna,
altamente positivos, pero aún encierran una gran
potencialidad aún no explotada. Se requiere completarlos
con otros cambios que abarquen integralmente el conjunto de
elementos de funcionamiento del sistema, los cuales
podrían estar referidos a:

Partes: 1, 2, 3
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