Introducción
El hombre por su
naturaleza de
animal racional, trata de entender y comprender cada una de las
partes del universo, y cada
vez le surgen más preguntas. Es por la base de su inteligencia
imperfecta pero perfectible del mundo que el hombre
intenta enseñorearse de la naturaleza para hacerla
más confortable. Es por esto que a lo largo de la historia del pensamiento
humano tanto en oriente como en occidente se ha construido un
camino que ha llevado a la humanidad a encontrarse
progresivamente con la verdad y confortarse con ella.
Precisamente por esa injusticia traducida en necesidad,
el hombre inteligente debe conocer las diferentes teorías
del pensamiento filosófico que a través de la
historia le han dado forma a los gobiernos, sistemas,
empresas y
hasta a la religión. El
resultado de todo ello es la educación, porque
depende directa o indirectamente de cada una de estas
instancias.
Cuánta razón tuvo Marx cuando dijo:
"La filosofía no está para transformar
el mundo, sino para interpretarlo"·
Teorías
filosóficas
Racionalismo
(Del latín, ratio, razón), en
filosofía, sistema de
pensamiento que acentúa el papel de la razón en la
adquisición del conocimiento,
en contraste con el empirismo, que
resalta el papel de la experiencia, sobre todo el sentido de la
percepción.
El racionalismo
ha aparecido de distintas formas desde las primeras etapas de la
filosofía occidental, pero se identifica ante todo con la
tradición que proviene del filósofo y
científico francés del siglo XVII René
Descartes, el
cual creía que la geometría
representaba el ideal de todas las ciencias y
también de la filosofía. Mantenía que
sólo por medio de la razón se podían
descubrir ciertos universales, verdades evidentes en sí,
de las que es posible deducir el resto de contenidos de la
filosofía y de las ciencias. Manifestaba que estas
verdades evidentes en sí eran innatas, no derivadas de la
experiencia. Este tipo de racionalismo fue desarrollado por otros
filósofos europeos, como el francés
Baruch Spinoza y el pensador y matemático alemán
Gottfried Wilhelm Leibniz. Se opusieron a ella los empiristas
británicos, como John Locke y
David Hume, que creían que todas las ideas
procedían de los
sentidos.
El racionalismo epistemológico ha sido aplicado a
otros campos de la
investigación filosófica. El racionalismo en
ética
es la afirmación de que ciertas ideas morales primarias
son innatas en la especie humana y que tales principios
morales son evidentes en sí a la facultad racional. El
racionalismo en la filosofía de la religión afirma
que los principios fundamentales de la religión son
innatos o evidentes en sí y que la revelación no es
necesaria, como en el deísmo. Desde finales del año
1800, el racionalismo ha jugado sobre todo un papel
antirreligioso en la teología.
Se ha criticado el idealismo
subyacente a los postulados racionalistas, acusándolo de
"petrificar" y "falsificar" la realidad en detrimento de "lo
vital". Pese a ello, su mérito consistió en liberar
e higienizar a la razón de todos los prejuicios heredados.
Si en el lenguaje
ordinario se denomina racionalista a aquella persona que
rehúye de toda creencia infundada o superstición y
que no reconoce más evidencia que la aportada por la sola
luz de la
razón, en el contexto de la filosofía este
término hace relación a una particular corriente
filosófica surgida en el siglo XVII de manos de
René Descartes (La Haya, Francia,
1596-1650) y cuyos máximos exponentes fueron Baruch
Spinoza (Ámsterdam, 1632-1677) y G. Wilhelm Leibniz
(Leipzig, 1646-1716). Tradicionalmente se suele contraponer el
racionalismo a otro movimiento
aparecido paralelamente en Inglaterra, el
empirismo de Locke, Berkeley y Hume, aunque ambas corrientes
mantienen ciertos rasgos generales propios de la modernidad a la
que representan. Rasgos epocales de la filosofía
racionalista Cabría destacar en primer lugar, la
primacía otorgada al problema del conocimiento.
Efectivamente, los filósofos modernos se caracterizan por
anteponer la gnoseología a toda otra cuestión,
gnoseología que posee un carácter genético, es decir, se
investiga el origen, la génesis de los procesos de
conocimiento, cuyo valor de
verdad o falsedad es determinado con posterioridad a su origen.
La segunda característica que comparten las corrientes
filosóficas de la modernidad consiste en la
asunción de una postura claramente
subjetivista.
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