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La violencia intrafamiliar y el aprendizaje en la escuela: Un estudio etnográfico en la Institución Educativa Distrital (I.E.D.) (página 2)




Enviado por Lourdes Vega Lara



Partes: 1, 2

El maltrato ejercido contra los niños
tiene como una de sus consecuencias la pérdida del
potencial humano manifestada a menudo en disminución de su
capacidad para aprender en los primeros años de educación. Colombia es
conocida a nivel mundial como uno de los países con
mayores índices de violencia en
todas sus manifestaciones; así el Instituto Colombiano de
Bienestar Familiar – Programa FAMI:
2007, considera que los niños que no pueden continuar en
la escuela por sus
dificultades para aprender casi siempre terminan deambulando por
las calles con altas probabilidades de ser reclutados por
organizaciones
delincuenciales de distinta naturaleza.
Esta misma organización señala que existen
evidencias que
permiten afirmar que en Colombia hay una relación directa
entre el maltrato y las dificultades de aprendizaje que
tiene como una de sus consecuencias la deserción
escolar y repitencia, aumentando el número de niños de la
calle.

Desde la perspectiva de la
investigación, se entiende por violencia
intrafamiliar, el maltrato físico y emocional que
reciben los niños de sus padres y parientes cercanos con
los cuales mantiene lazos de consanguinidad y afectividad y; la
segunda categoría, el aprendizaje
escolar, entendida por Piaget (1981)
el conjunto de operaciones
lógicas que incluyen la percepción, las operaciones de
clasificación, substitución, abstracción;
desde su perspectiva, el aprendizaje es producto de la
capacidad cognitiva y la inteligencia
que están estrechamente ligadas al medio social y
físico en que se desenvuelven los individuos. El
Ministerio de Salud, define la violencia
(2007:3) como "Todo acto u omisión que atente contra
la integridad física,
psíquica o sexual de una persona, contra
su libertad o que
amenace gravemente el desarrollo de
su personalidad,
tanto en el ámbito público como en el
privado"

En este sentido, el término violencia
familiar en el estudio se remite a todas las formas de abuso
de poder que
tiene lugar en las relaciones entre miembros de la familia. La
relación de abuso es aquella en la que un sujeto ocasiona
un daño
físico y/o psicológico a otro miembro, pudiendo
darse este daño por acción
o por omisión. La Violencia Familiar no es Invisible, sino
que se construye en una imagen que las
familias toleran ya que la cultura,
sustenta el poder patriarcal y provoca impunidad.

Desde el punto de vista de la Ley 294 de 1996,
que amplía el contenido del artículo 42 de la
Constitución Política de Colombia
y dicta normas para
prevenir, remediar y sancionar la violencia intrafamiliar, se
considera violencia intrafamiliar como toda acción
destructiva de la armonía y unidad del sujeto victimizado;
es cualquier forma, de daño físico o
psíquico, amenaza, maltrato, agravio, ofensa, tortura o
ultraje, por causa del comportamiento
de otro integrante de la unidad familiar.

En los niños maltratados se presentan ciertas
características que los muestran como personas sensibles,
retraídas, miedosas y propensas a presentar problemas
emocionales. También presentan síntomas
relacionados con depresión
(tristeza y pérdida del interés
por realizar cualquier tipo de actividades. Son cautelosos,
inseguros, ansiosos y dependientes. Además, señala
que presentan baja autoestima y
manifiestan una actitud
negativa hacia la violencia.; pueden también ser
irritables, agitados y hostiles. Este investigador planteó
que el comportamiento hostil de las víctimas provocadoras
se podría considerar como la causa por la que son
victimizadas. Señala que las víctimas provocadoras
suelen ser fuertes y pueden sentirse fácilmente provocadas
por los adultos o compañeros de clase. Su
comportamiento está dominado por un estado de la
cólera
intensa, se implican en intercambios emocionalmente fuertes con
sus iguales y, de forma consistente, resultan perdedores en esos
conflictos
dando muestras de cólera.

Las víctimas agresivas también se caracterizan
por su deficiente rendimiento académico y se considera que
este deficiente rendimiento podría estar afectado por su
dificultad para permanecer atentos a las tareas escolares.
Schwartz (1999) encontró la falta de atención temprana, la hiperactividad y los
problemas de comportamiento son factores que originan la
victimización posterior. Se puede decir que el
ámbito familiar tiene indudablemente una importancia
fundamental para el aprendizaje de las formas de relación
interpersonal. Así, la estructura y
dinámica de la familia, los
estilos educativos de los padres, las relaciones con los
hermanos, etc., son aspectos fundamentales que hay que tener en
cuenta ya que pueden convertirse bien en factores protectores o
bien en factores de riesgo para que
los niños se conviertan en agresores o víctimas en
su relación con los iguales.

De acuerdo con todo lo expresado, el maltrato
infantil es sin lugar a dudas uno de los graves problemas que
afectan a los futuros jóvenes, y es también uno de
los delitos
difíciles de avizorar por darse al interior de las
familias, quienes ante su práctica esconden los hechos a
los docentes y
otros familiares. Por esto, los niños agredidos van a la
escuela sin ganas de estudiar o aprender, y los docentes, si no
están capacitados pasarán inadvertido el problema.
De esta manera, la escuela se convierte ante el problema en un
lugar privilegiado, ya que todos los niños pasan por ella
y los profesores son los agentes activos que
están más tiempo en
contacto con ellos, lo que les permiten observar y conocer su
comportamiento en el aula y en la interacción con sus iguales.

Se puede decir que la incidencia de la violencia intrafamiliar
en el aprendizaje es alta puesto que existen vínculos
directos y otras estableciendo nexos entre aspectos sociales y
culturales (violencia juvenil, situaciones sociales.). Cuando los
niños y adolescentes
enfrentan situaciones para las cuales no están preparados
desde el punto de vista emocional o cognoscitivo, pueden
reaccionar con agresión o violencia; sin embargo, se puede
afirmar que podemos mejorar la capacidad de los niños de
evitar situaciones violentas y resolver problemas de modo no
violento, tratando de ampliar las relaciones sociales y
culturales que mantienen con otros niños de su misma edad,
enseñándoles cómo interpretar las normas de
conducta y de
mejorando sus habilidades para la resolución
de conflictos.

No cabe duda, que el bajo rendimiento es un problema de
aprendizaje, que trae como consecuencia el atraso
académico, que perjudica e impide el desarrollo natural
del niño y por ende, la captación,
elaboración o comunicación de información. En consecuencia, los problemas
de aprendizaje se van a reflejar en la conducta general del
niño volviéndose retraído, tímido,
inseguro, agresivo y el bajo rendimiento escolar lo hará
sentir incapaz, en desventaja con los compañeros que
parecen aprender más fácilmente; provocará
problemas en el grupo y
pondrá a prueba la paciencia del maestro que tiene que
atender alrededor de 20, 30 ó más niños y,
no puede proporcionarle atención personal a cada
uno de ellos. En otras palabras, se puede decir que el
niño con problemas académicos no atiende sus
labores escolares de manera eficaz y suficiente por lo que afecta
su personalidad y relación con los demás
compañeros.

En la investigación realizada en el IED San
Francisco Javier, Santa Marta, se asume la idea de que todo
conocimiento
adquirido es de origen cultural y lleva implícito que la
cultura se conforma en una red de conversaciones
cerradas que nos atrapan, nos someten y nos controlan; así
el enfoque intergeneracional del que se habló como factor
predominante en la violencia intrafamiliar, ha originado una
cultura de la permisividad social frente al maltrato del menor,
el cual es aceptado en muchas comunidades como un mecanismo de
educación. Por lo tanto, se considera necesario aplicar
algunos conceptos basados en la necesidad de lograr una sana
convivencia en la que se reconozcan al amor y la
tolerancia
como las bases necesarias para el cambio; y
frente a este planteamiento, Maturana expone que el amor
propicia el manejo de relaciones en las cuales se reconoce al
otro y surge como un medio legítimo para el logro de la
convivencia, en circunstancias en que el otro, o lo otro, puede
ser uno mismo; así Maturana considera que el ser humano se
enferma al vivir en el egoísmo y al asumir un modelo de vida
que niega sistemáticamente el amor.

Desde su perspectiva, el
conocimiento y la afectividad surgen como camino para
contrarrestar los problemas que se generan en la cultura del
desamor y la intolerancia. El autor haya en el lenguaje un
fenómeno de la vida a través del cual se transmiten
experiencias inmediatas (emociones) y se
admite la existencia de categorías como lo bueno y lo
malo, lo justo y lo injusto, que permiten comprender ese algo que
pasa: "Todo sistema racional
tiene una base emocional y esto explica por qué no se
puede convencer a nadie con un argumento lógico si no se
ha aceptado antes su premisa a priori"
(Maturana, Citado por
Ruiz: 2002) El vínculo del desamor y la intolerancia con
la violencia intrafamiliar y su incidencia en el aprendizaje, se
produce cuando en el seno de la familia, las relaciones
interpersonales se deterioran por falta de
comunicación y el poco estímulo que algunos
niños reciben al compartir con sus seres queridos sus
experiencias de aprendizaje.

Por lo tanto, el maestro debe generar espacios de
emoción y sensibilidad; por lo tanto, lo humano se vive
siempre en un conversar, en el placer por aprender juntos, en la
aceptación de las ideas del otro junto a uno, es decir, en
el amor, que es la emoción que constituye el espacio de
acciones en el
que aceptamos al otro en la cercanía de la convivencia,
como se expresa Maturana en el texto
"Ontología del conversar" (Maturana, 2001).
No hay placer más grande que conocer en forma natural; no
hay mayor placer que el aprendizaje atravesado por una red de conversaciones que
definen un modo de vivir, un modo de estar orientado en el
existir tanto en el ámbito humano como no humano, e
involucra un modo de actuar; un modo de emocionar, y un modo de
crecer en el actuar.

Los aportes de Humberto Maturana y Ximena Dávila en la
construcción del trabajo La
violencia intrafamiliar y el aprendizaje en la escuela: un
estudio
etnográfico en la Institución Educativa
Distrital (I.E.D.) San Francisco Javier, Santa Marta,
son
trascendentales debido a que el proyecto se
encamina hacia la valoración de un enfoque
etnográfico que se sustrae al modelo positivista,
racionalista y conductista que muchas veces niega, reprime y
reduce la vida afectiva, los sentimientos y la emoción,
para apoyarse sólo en lo técnico y
científico, como elementos vitales para alcanzar el
éxito
personal. Para la institución tiene gran importancia la
familia de los educandos proporcionándoles herramientas
para un mejor vivir; así el proyecto es un reflejo de esta
realidad ya que ellos han vivido experiencias dolorosas que se
reflejan, en muchas ocasiones en las relaciones intrafamiliares;
por lo tanto, es perentorio ayudarlos a establecer y consolidar
relaciones dentro de un ambiente
afectivo que involucre al educando en un proceso de
socialización y de desarrollo de vivencias
cotidianas.

Un cambio implica la introducción de un modelo formativo basado
en la consideración, en la confianza, en el cariño
mutuo; por lo tanto, la escuela y la familia son dos instituciones
fundamentales, sobre los cuales se ha construido nuestra sociedad. De
un lado, recobrar el valor de la
familia donde se perfilan los ingredientes y rasgos más
distintivos, que tendrá en la vida futura, la
personalidad de los niños y de las niñas; y la
escuela es el ente receptor que brinda espacios para la
adquisición de conocimientos y el fortalecimiento de las
relaciones interpersonales que se desarrollan dentro y fuera del
aula; por lo tanto, se hizo necesario involucrar al padre de
familia directamente en la formación del educando, sobre
todo porque se ha descubierto que gran parte del proceso
formativo depende de las relaciones familiares; la violencia
intrafamiliar afecta el aprendizaje de los niños debido a
que, en muchas circunstancias estos jóvenes reproducen
esta conducta dentro del aula de clase en sus relaciones con los
compañeros.

Como maestros la máxima realización profesional
y personal debe verse reflejada en el goce al formar al
estudiante no sólo como intelectual sino como persona; los
maestros son los artistas que esculpen a los estudiantes,
poniendo en juego sus
facultades emocionales, físicas e intelectuales,
al servicio de la
sociedad, por esto se debe ser íntegros y competentes; en
los maestros debe resumirse la persona que se gana el amor, la
estimación y el respeto de los
alumnos. Estas cualidades no pueden estar ausentes del ejercicio
de la profesión pues son virtudes surgidas de la
ejemplaridad en la conducta, por lo menos delante de los alumnos
y detrás en aquello que pueda trascender a ellos; no
sólo porque ellos son imitadores, sino porque su
inteligencia forma pronto una idea de los maestros, simple pero
clara. Esta manera de apreciar el quehacer personal, lleva a que
el maestro se mueva en función de
la generación de mayor optimismo frente a la vida que debe
enfrentar, en función del logro de una mejor convivencia
social y de su identidad y la
dignidad
humana.

Reflexiones en
torno a los resultados de la
investigación

Responder a los objetivos
planteados exigió un diseño
metodológico de corte cualitativo, porque en primera
instancia requirió una metodología comprensiva –
interpretativa, a través de un estudio etnográfico
que permitiera a las investigadoras adentrarse en la realidad de
la comunidad
educativa del I.E.D. San Francisco Javier, en especial, los
estudiantes y padres de familia del grado 7º para analizar y
comprender la incidencia de la violencia intrafamiliar en el
aprendizaje, tener un conocimiento del problema dentro del
contexto socioeducativo y psicopedagógico.

En el trabajo se
presentaron, a rasgos generales, los conflictos que
se presentan en las familias y sus formas de resolverlos
(generalmente con aumento en las agresiones y sometimiento del
débil) y finalmente, a través de diversas
actividades desarrollar espacios de reflexión
pedagógico en torno al
desarrollo psicosocial y afectivo del problema. Al contrastar los
resultados obtenidos con los objetivos planteados se pudo
concluir que los niños han transferido
automáticamente al ámbito escolar los problemas de
violencia con los que conviven; lo cual significa que han
incorporado estos patrones a los escenarios donde se relacionan
con sus pares. Estas experiencias van creando en la mente del
niño modelos de
relaciones basadas en la ideas de que es normal resolver
conflictos de esa manera, y entonces lo replica en la escuela y
por esto, el padre se sorprende de que su conducta merezca alguna
sanción y repita lo que su hijo le dice de que los
profesores y compañeros lo acosan y maltratan. Como se
pudo apreciar en las actitudes de
algunas madres y padres era normal que el niño se
defendiera de los ataques "supuestamente" propiciados por sus
compañeros e incluso, sus profesores.

Frente al problema de aprendizaje de los niños los
padres se preocupan mucho, especialmente porque presentan bajo
rendimiento escolar, sometiéndolos a castigos que van
desde leves (prohibiéndoles salidas, TV.) hasta severos
(golpes con instrumentos y puños, insultos degradantes).
Se percibe, entonces, que los padres no utilizan los medios
adecuados para resolver las dificultades académicas ya que
el maltrato es lo que predomina en la resolución del
problema; en consecuencia, el estudiante llega al colegio con
poca motivación
para el estudio, no logra concentrarse y sus relaciones con los
demás se deterioran.

Dentro de las creencias de los padres se encuentra que los
hijos deben ser castigados igual que ellos; por esto tienden a
privarlos de algo, los agraden física o verbalmente, los
ignoran o amenazan. Ellos consideran que los hijos que son
desobedientes (callejeros, rebeldes, llegan tarde, tienen
amistades que consideran indeseables, que no estudian) provocan
su ira y generan reacciones violentas; por tales razones se puede
deducir que el predominio de un ambiente familiar hostil,
probablemente desarrolla en el niño una actitud defensiva,
desconfiada y a menudo agresiva; esto se supone en razón
de que las clases tuvieron que interrumpirse con frecuencia
debido a los desordenes propiciados, a las agresiones a sus
compañeros (lanzándoles papeles, mandando mensajes
obscenos.)

Algunas madres se mantienen paralizadas frente al maltrato de
los padres hacia los niños y en su defecto se convierten
en personas maltratantes. Es claro que desde el punto de vista
corporal existen diferencias claras entre hombres y mujeres, con
desventaja para estas últimas, sobre todo, en lo social y
en lo económico, puesto que los resultados arrojaron que
la mayor parte de las madres no trabaja y se dedica a las labores
del hogar; sólo hay algunas que desarrollan oficios como
empleada doméstica y venta informal.
Esta situación las pone en desventaja ya que dependen del
sustento del cónyuge.

Esta situación de la mujer se
manifiesta también en el tratamiento que le dan a los
problemas de aprendizaje de las niñas ya que las
expectativas de los padres son diferenciadas para niñas y
niños, siguiendo estereotipos profundamente arraigados en
nuestra cultura. La violencia que se ejerce contra la niña
no radica en los golpes sino en la ocupación en labores
que no corresponden para su edad: así deben hacer las
veces de madres (en ausencia de la misma), deben hacer los
oficios de la casa en sus tiempos libres. Esta situación
como ya se dijo en las observaciones, lleva a que se produzca un
ausentismo involuntario ya que los padres ocupan parte del tiempo
requerido para cumplir con sus deberes escolares y parte de sus
horarios de clases para que realicen labores diferentes a la
escolar (ver dibujos e
interpretaciones extraídas de charlas informales); en este
orden (Pezzotti, 2002:27), señala que "La
subordinación de la mujer está
tan profundamente arraigada, que todavía se le considera
inevitable o natural, en vez de ser tomada como una realidad
política construida, mantenida por intereses, ideología e instituciones
patriarcales"

Se aprecia que el bajo nivel educativo de los padres se
encuentra presente en los casos estudiados; siendo un factor
constante asociado a la violencia intrafamiliar a la baja
conciencia de
la necesidad de educar para crecer como familia. Este bajo nivel
se sostiene en la cultura de la evitación de los cambios
comportamentales ya que, de acuerdo con algunas de sus opiniones
("a mí me educaron así"). Es claramente
palpable que la situación de intolerancia e irrespeto del
padre hacia los miembros de la unidad familiar, está
afectando la
comunicación y a la vez se constituye en un factor que
incide negativamente en el aprendizaje del educando. Al respecto,
vale la pena destacar el planteamiento de Vanegas (2004) sobre el
modelo patriarcal, y señala que el modelo patriarcal mal
conducido está afectando la salud física y mental
de la familia; y aunque sea aceptado socialmente por razones
económicas y políticas,
debe erradicarse para posibilitar mejor calidad de
vida a cada miembro. Esto se aprecia también en el
caso de Josefa García quien se vio obligada a dejar al
niño con el tío que lo maltrata constantemente y su
padre complementa el ciclo al recibir los informes
académicos pero nunca asiste a las reuniones ni a las
convocatorias del área de psico-orientación.

Los padres con estas características suelen tener baja
autoestima ya que sus necesidades emocionales y espirituales no
fueron satisfechas en su niñez; presentaban limitaciones
afectivas en momentos cruciales de su existencia; viven en
hacinamiento como se palpa en las condiciones medio ambientales
que crecen sus hijos; tienen antecedentes de problemas de
alcoholismo,
como se presenta en uno de los casos reportados. De otro lado, se
encuentra la situación del nieto de la señora
Helena Martínez, quien presenta traumas del conflicto
social, y violenta al nieto a través de imágenes
que distorsionan la realidad en la mente del niño. Este
maltrato psicológico produce terror y aislamiento del
niño que se manifiesta en actos donde se amenaza al
niño con las imágenes para que cambie. Se puede
decir que este método
educacional lleva a que el menor experimente terror cuando se ve
expuesto a situaciones en las que no alcanza las metas, que en
este caso es el rendimiento escolar. Se puede decir que este
maltrato provoca aislamiento ya que el niño se va
aislando poco a poco de sus pares, negándosele la

oportunidades de establecer relaciones sociales sanas con los
demás.

Otro detonante del bajo rendimiento es la
desorganización familiar como consecuencia de la
separación de los padres. En el caso de un grueso
número de niños objeto de estudio, la
desorganización familiar consecuente de la
separación de los padres se encuentra asociada al bajo
rendimiento y la pérdida de la fe en la familia. En
algunas ocasiones no se envían al colegio debido a que el
padre no ha cumplido con sus compromisos alimenticios. El
abandono y la negligencia de los padres (en algunos el padre, en
otros la madre) ponen en estado de vulnerabilidad al menor que se
enfrenta a problemas en la escuela que no puede manejar por
sí mismo; así como lo representan en las
imágenes creadas por ellos, sobre todo, al sentirse
aislados del núcleo familiar.

Dentro de los factores escolares se observa que aunque los
docentes intenten dar un tratamiento a las situaciones
conflictivas, la institución ha asumido un rol pasivo
frente a la violencia intrafamiliar y su afectación del
aprendizaje de los niños; es decir, no ha diseñado
acciones que puedan ayudar a las familias a superar sus
vulnerabilidades.

Se pueden distinguir, al menos, dos formas en que las
dificultades de aprendizaje contribuyen con el bajo rendimiento;
por un lado la frustración frente a la dinámica
escolar que es exigente; por otro lado, el reiterado ausentismo y
desmotivación que lo lleva a escaparse de los salones de
clase y a esconderse en los patios. Es frecuente que en la
institución se presenten repeticiones de año o
abandono
escolar, sin que se haga el seguimiento adecuado a cada caso.
Lo mismo ocurre con la desidia de los padres de concurrir a las
citaciones, pues se les convoca, no asisten y no se toman nuevas
medidas para prevenir daños progresivos en la salud
física y mental de los educandos.

Las condiciones socioeconómicas de las familias, sus
creencias acerca de que cumplen con la parte que les corresponde
en la labor de disciplinar y formar a los hijos e hijas
enviándolos a la escuela; son aspectos que inciden
negativamente en la formación, puesto que centran la
responsabilidad de formarlos y educarlos en la
escuela, pues creen que la mayor responsabilidad corresponde a
los maestros. Dentro del núcleo familiar, se aprecia de
parte de las madres una actitud más receptiva que en los
padres, se mostraron más colaboradoras para tratar de
solucionar los problemas de los niños. Los no
colaboradores lanzaron expresiones como "Mi hijo ya
está grande" "debe hacerse responsable por él
mismo", "En el colegio los profesores le tienen rabia", "No tengo
tiempo de dejar mi trabajo para ir a las citas"
y otras
tantas que muestran el grado de compromiso de los padres con la
formación del niño. En este panorama, los
estudiantes se encuentran entre la presión
cotidiana de los docentes en la escuela, y de sus padres en el
hogar, sin que ello les ayude a sentirse responsables del cambio
en su comportamiento.

Se puede apreciar que las vivencias previas de los padres de
familias, son factores que afectan las relaciones con sus hijos;
lo cual indica que la violencia intrafamiliar corresponde al
modelo de familia de esa comunidad,
que, en muchas ocasiones, reproduce conductas negativas que deben
ser contrarrestadas con programas de
prevención y promoción. Po ello, es necesario
implementar un programa de prevención encaminado a buscar
otros modelos alternativos de resolución de conflictos al
interior de las familias, lo cual contribuye con el rendimiento
académico de los educandos.

Es necesario brindarles orientaciones para mejorar las
destrezas en el manejo de las dificultades, para promover las
destrezas de crianza positivas, fomentar una saludable
interacción padre-hijo y promover además
óptimo desarrollo infantil.

No cabe duda, que aunque la institución ha hecho
algunos intentos para superar este problema, aún le falta
hacer mayores esfuerzos para generar espacios que faciliten el
aprendizaje y la interrelación  entre los miembros de
la comunidad involucrando más a las familias con el
desarrollo integral de sus hijos e involucrar a los docentes para
que el desarrollo de sus asignaturas, orienten las conductas y
comportamientos desde una gestión
íntegral, transparente y ética, que
se manifiesta en nuestro transito por las aulas en la conducta,
los valores,
las normas y las actitudes que tenemos, no sólo frente al
aprendizaje sino frente a quien tenemos la obligación y el
debe de orientar.

Como se puede ver, no sólo se requiere la
realización de actividades formativas encaminadas a
suministrar datos e
información académica, sino también que
conduzcan a la sensibilización y a la reflexión
para se logre un cambio comportamiental, emocional y ético
tanto en los niños como en todos los miembros de la
comunidad que participan en su formación; por esto, la
inclusión de estrategias
comunicativas permiten una circulación fluida del
conocimiento. La configuración de relaciones mediatizadas
por el diálogo,
la concertación y el trabajo colaborativo, llevan
necesariamente a una afectiva interlocución; la misión
tanto de directivos como de docentes del I.E.D. San Francisco
Javier, se debe encaminar a ayudar a estas familias a re-educarse
en materia manejo
de las relaciones interpersonales, lo cual contribuye
directamente en el rendimiento de los educandos. Es necesario
enfrentar ese desafío, con una enseñanza centrada en valores, en lo
emocional.

Desde la perspectiva, de E. De Bono, el cambio de pensamiento
implica una transformación de la escuela y como docentes
requerimos el desarrollo de habilidades enfocadas en lograr mayor
comprensión y tolerancia que conlleven a una mejor
convivencia dentro de las aulas; por lo tanto, el amor se
convierte en el elemento direccionador del accionar docente ya
que lo mueve hacia una actitud adecuada para comprender los
sentimientos del educando y, en cierto modo, prever su
comportamiento.

Se podría decir que se avanzó no solo en un
proceso de sensibilización de los actores implicados
–en la medida en que se abrió el juego, aunque mas
no sea por el hecho de poner "sobre la mesa" aquellas cosas que a
la gente le preocupan–, sino también en la
construcción de un ámbito de interacción a
través de talleres donde se socializaron vivencias,
experiencias, historias, saberes y creencias. Avances que son del
interés tanto de los padres como de los niños para
tratar temas tan complejos; y que obviamente, se verán
reflejados en las relaciones interpersonales y los roles que
asumen frente a la promoción y efectivización de
los derechos de los
niños a ser tratados
dignamente. Los espacios que se generaron mostraron una modalidad
participativa y horizontal de comunicación de saberes e
historias y de construcción de conocimientos para superar
las frustraciones y aunque las respuestas no hayan sido evaluadas
en su totalidad en el proyecto, existe la convicción de
que las respuestas reales en la interacción serán
diferentes, pues se sembró la semilla en sus corazones de
que hay que re-aprender, hay que revisar las actuaciones
(Directivos-maestros-padres de familia- estudiantes) para tomar
decisiones encaminadas a mejorar su calidad de
vida.

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Autor:

Lourdes Vega Lara

Partes: 1, 2
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