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Medio Ambiente (página 2)



Partes: 1, 2

La salud
pública ecológica enfatiza los puntos comunes
entre la salud y el desarrollo sostenible. Se
centra en los determinantes económicos y
ambientales de la salud y en los medios para
orientar la inversión económica hacia la
consecución de los mejores resultados sanitarios
para la población, una mayor equidad en
salud
y un
uso sostenible de los recursos.

Mientras las poblaciones humanas siguieron
siendo pequeñas y su tecnología modesta,
su impacto sobre el medio ambiente
fue solamente local. No obstante, al ir creciendo la
población, mejorando y aumentando la tecnología,
aparecieron problemas
más significativos y generalizados. El rápido
avance tecnológico producido tras la edad media,
reveló la Revolución
Industrial, que trajo consigo el descubrimiento, uso y
explotación de los combustibles fósiles, así
como la explotación intensiva de los recursos minerales de
la Tierra. Fue
a partir de esta cuando los seres humanos empezaron realmente a
cambiar la faz del planeta, la naturaleza.
Hoy la demanda sin
precedentes al rápido crecimiento de la población
humana y el desarrollo
tecnológico entran en contradicción con el medio
ambiente y en
su capacidad para sustentar la vida.

Desde que el hombre con
el fin de satisfacer sus necesidades básicas
comenzó a interactuar con su entorno, desencadenó
un proceso de
transformaciones que ha hecho posible el desarrollo ascendente de
la humanidad. La revolución
del Neolítico, así como posteriormente la
Revolución Industrial y la científico-
técnica, han sido momentos importantes en este proceso.
Cada una de ellas ha contribuido al perfeccionamiento de la
sociedad y a
su humanización en una escala
superior.

Sin embargo, la "conquista" de
la naturaleza, no solo ha estado marcada
por el progreso. La actividad del hombre ha
constituido invariablemente un poderoso factor de influencia
sobre el planeta, y los cambios introducidos a lo largo de
siglos, consciente o inconscientemente, no siempre han sido
justificados. (9)

La expansión demográfica no solo ha
crecido a ritmos sin precedentes, sino que, al mismo tiempo, se ha
ido apoyando en tecnologías diseñadas para el
desarrollo y mejoramiento de la vida humana, pero a la vez para
su conquista y explotación rapaz y contaminante. Las
sustancias nocivas y desechos en general vertidos al medio,
productos de
la actividad humana han constituido una agresión constante
al medio ambiente con el resultado de que la biosfera ha
ido perdiendo su capacidad de auto depuración y reciclaje
natural. El hombre, aún sin proponérselo, ha
alterado los ciclos naturales del planeta que habita, ha roto o
interrumpido su equilibrio
ecológico, con todas las consecuencias negativas para el
conjunto de los seres vivos, De este modo surgieron los problemas
ecológicos, los cuales se manifestaron primeramente a
escala local, para adquirir luego un carácter global y regional. En la
actualidad estamos en presencia de una crisis de
sostenibilidad de la biosfera a escala global. Ello ha
determinado el interés
creciente de la humanidad hacia estos problemas y la
búsqueda de estrategias para
su eliminación o solución. (10-11)

Las causas de los problemas ecológicos pueden ser
múltiples, el mal manejo de un recurso debido a su
aprovechamiento incontrolado e irracional, es decir su
sobreexplotación, la existencia de condiciones
desfavorables en el tipo de desarrollo e incluso hasta la falta
de una cultura
ambiental. En muchos casos es esta última la que
lamentablemente tiene un peso importante en el surgimiento de
problemas que afectan al medio, y en la que se incluyen las
indisciplinas, negligencias, indolencias y muchas otras actitudes que
tienen un carácter plenamente subjetiva. En el presente
trabajo se
persigue:

  • Identificar algunos de los principales problemas
    ambientales.

  • Determinar algunos de los efectos que ocasiona a la
    salud de las personas la contaminación
    ambiental.

Desarrollo

En la actualidad la humanidad está retada ha
adoptar nuevos paradigmas,
para continuar obteniendo los beneficios del medio ambiente ya
que toda la naturaleza del planeta se encuentren comprometidos
agregándosele el aumento de los niveles de
depauperación en la que viven tres cuartas partes de la
humanidad que agrava y potencia la
acumulación de la deuda ecológica y social del
Tercer Mundo.

Uno de los impactos que el uso de
combustibles fósiles ha producido sobre el medio ambiente
terrestre ha sido el aumento de la concentración de
dióxido de carbono (CO2)
en la atmósfera. La cantidad de CO2
atmosférico había permanecido estable,
aparentemente durante siglos, pero desde 1750 se ha incrementado
considerablemente. Lo significativo de este cambio es que
puede provocar un aumento de la temperatura de
la Tierra a
través del proceso conocido como efecto
invernadero. El dióxido de carbono atmosférico
tiende a impedir que la radiación
de onda larga escape al espacio exterior; dado que se produce
más calor y puede
escapar menos, la temperatura global de la Tierra
aumenta.

Un calentamiento
global significativo de la atmósfera tendría
graves efectos sobre el medio ambiente. Acelera el derretimiento
de los casquetes polares, hará subir el nivel de los
mares, cambiará el clima regional y
globalmente, altera la vegetación natural y afecta las cosechas.
Estos cambios, a su vez, tendrían un enorme impacto sobre
la civilización humana. En el siglo XX la temperatura
media del planeta aumentó 0,6 ºC y los
científicos prevén que la temperatura media de la
Tierra subirá entre 1,4 y 5,8 ºC entre 1990 y
2100.

Asociada también al uso de
combustibles fósiles, la acidificación se debe a la
emisión de dióxido de azufre y óxidos de
nitrógeno por las centrales térmicas y por los
escapes de los vehículos a motor. Estos
productos interactúan con la luz del Sol, la
humedad y los oxidantes produciendo ácido sulfúrico
y nítrico, que son transportados por la circulación
atmosférica y caen a tierra, arrastrados por la lluvia y
la nieve en la llamada lluvia
ácida, o en forma de depósitos secos,
partículas y gases
atmosféricos.

La lluvia ácida es un
importante problema global. La acidez de algunas precipitaciones
en el norte de Estados Unidos y
Europa es
equivalente a la del vinagre. La lluvia ácida corroe los
metales,
desgasta los edificios y monumentos de piedra, daña y mata
la vegetación y acidifica lagos, corrientes de agua y
suelos, sobre
todo en ciertas zonas del noreste de Estados Unidos y el norte de
Europa. En estas regiones, la acidificación lacustre ha
hecho morir a poblaciones de peces. Hoy
también es un problema en el sureste de Estados Unidos y
en la zona central del norte de África. La
lluvia ácida puede retardar también el crecimiento
de los bosques; se asocia al declive de éstos a grandes
altitudes tanto en Estados Unidos como en Europa.

En las décadas de 1970 y
1980, los científicos empezaron a descubrir que la
actividad humana estaba teniendo un impacto negativo sobre la
capa de ozono,
una región de la atmósfera que protege al planeta
de los dañinos rayos ultravioleta. Si no existiera esa
capa gaseosa, la vida sería imposible sobre nuestro
planeta. Los estudios mostraron que la capa de ozono estaba
siendo afectada por el uso creciente de clorofluorocarbonos (CFC,
compuestos de flúor), que se emplean en refrigeración, aire
acondicionado, disolventes de limpieza, materiales de
empaquetado y aerosoles. El cloro, un producto
químico secundario de los CFC ataca al ozono, que
está formado por tres átomos de oxígeno, arrebatándole uno de ellos
para formar monóxido de cloro. Este reacciona a
continuación con átomos de oxígeno para
formar moléculas de oxígeno, liberando
moléculas de cloro que descomponen más
moléculas de ozono.

Al principio se creía que la capa
de ozono se estaba reduciendo de forma homogénea en todo
el planeta. No obstante, posteriores investigaciones
revelaron, en 1985, la existencia de un gran agujero centrado
sobre la Antártica. El adelgazamiento de la capa de
ozono expone a la vida terrestre a un exceso de radiación
ultravioleta, que puede producir cáncer de piel y
cataratas, reducir la respuesta del sistema
inmunitario, interferir en el proceso de fotosíntesis de las plantas y afectar
al crecimiento del fitoplancton oceánico. Debido a la
creciente amenaza que representan estos peligrosos efectos sobre
el medio ambiente, muchos países intentan aunar esfuerzos
para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. No
obstante, los CFC pueden permanecer en la atmósfera
durante más de 100 años, por lo que la
destrucción del ozono continuará durante
décadas.

El uso extensivo de pesticidas
sintéticos derivados de los hidrocarburos
clorados en el control de
plagas ha tenido efectos colaterales desastrosos para el
medio ambiente. Estos pesticidas organoclorados son muy
persistentes y resistentes a la degradación
biológica. Muy poco solubles en agua, se adhieren a los
tejidos de las
plantas y se acumulan en los suelos, el sustrato del fondo de las
corrientes de agua y los estanques, y la atmósfera. Una
vez volatilizados, los pesticidas se distribuyen por todo el
mundo, contaminando áreas silvestres a gran distancia de
las regiones agrícolas, e incluso en las zonas
ártica y antártica.

Aunque estos productos químicos
sintéticos no existen en la naturaleza, penetran en la
cadena alimentaría. Los pesticidas son ingeridos por los
herbívoros o penetran directamente a través de la
piel de organismos acuáticos como los peces y diversos
invertebrados. El pesticida se concentra aún más al
pasar de los herbívoros a los carnívoros. Alcanza
elevadas concentraciones en los tejidos de los animales que
ocupan los eslabones más altos de la cadena
alimentaría, como el halcón peregrino, el
águila y el quebrantahuesos. Los hidrocarburos clorados
interfieren en el metabolismo
del calcio de las aves,
produciendo un adelgazamiento de las cáscaras de los
huevos y el consiguiente fracaso reproductivo. Como resultado de
ello, algunas grandes aves depredadoras y piscívoras se
encuentran al borde de la extinción. Debido al peligro que
los pesticidas representan para la fauna silvestre y
para los seres humanos, y debido también a que los
insectos han desarrollado resistencia a
ellos, el uso de hidrocarburos halogenados como el DDT
está disminuyendo con rapidez en todo el mundo occidental,
aunque siguen usándose en grandes cantidades en los
países en vías de desarrollo. A comienzos de la
década de 1980, el EDB o dibromoetano, un pesticida
halogenado, despertó también gran alarma por su
naturaleza en potencia carcinógena, y fue finalmente
prohibido.

Existe otro grupo de compuestos íntimamente
vinculado al DDT: los bifenilos policlorados (PCB). Se han
utilizado durante años en la producción industrial, y han acabado
penetrando en el medio ambiente. Su impacto sobre los seres
humanos y la vida silvestre ha sido similar al de los pesticidas.
Debido a su extremada toxicidad, el uso de PCB ha quedado
restringido a los aislantes de los transformadores y
condensadores
eléctricos.

El TCDD es el más tóxico
de otro grupo relacionado de compuestos altamente tóxicos,
las dioxinas o dibenzo-para-dioxinas. El grado de
toxicidad para los seres humanos de estos compuestos
carcinógenos no ha sido aún comprobado. El TCDD
puede encontrarse en forma de impureza en conservantes para la
madera y el
papel y en herbicidas. El agente naranja, un defoliante muy
utilizado, contiene trazas de dioxina.

Las sustancias tóxicas son productos
químicos cuya fabricación, procesado, distribución, uso y eliminación
representan un riesgo inasumible
para la salud humana y el medio ambiente. La mayoría de
estas sustancias tóxicas son productos químicos
sintéticos que penetran en el medio ambiente y persisten
en él durante largos periodos de tiempo. En los vertederos
de productos químicos se producen concentraciones
significativas de sustancias tóxicas. Si éstas se
filtran al suelo o al agua,
pueden contaminar el suministro de agua, el aire, las
cosechas y los animales domésticos, y han sido asociadas a
defectos congénitos humanos, abortos y enfermedades
orgánicas. A pesar de los riesgos
conocidos, el problema no lleva camino de solucionarse.
Recientemente, se han fabricado millones de productos
químicos sintéticos en un periodo de quince
años, y se crean de 500 a 1.000 productos nuevos
más al año.

Aunque las pruebas nucleares atmosféricas han
sido prohibidas por la mayoría de los países, lo
que ha supuesto la eliminación de una importante fuente de
lluvia radiactiva, la radiación nuclear sigue siendo un
problema medioambiental. Las centrales siempre liberan
pequeñas cantidades de residuos nucleares en el agua y la
atmósfera, pero el principal peligro es la posibilidad de
que se produzcan accidentes
nucleares, que liberan enormes cantidades de radiación al
medio ambiente, como ocurrió en Chernóbil, Ucrania,
en 1986. Un problema más grave al que se enfrenta la
industria
nuclear es el almacenamiento de
los residuos nucleares, que conservan su carácter
tóxico de 700 a 1 millón de años. La
seguridad de un
almacenamiento durante periodos geológicos de tiempo es,
al menos, problemática; entre tanto, los residuos
radiactivos se acumulan, amenazando la integridad del medio
ambiente.

Un número cada vez mayor de
seres humanos empieza a cercar las tierras vírgenes que
quedan, incluso en áreas consideradas más o menos a
salvo de la explotación. La insaciable demanda de
energía ha impuesto la
necesidad de explotar el gas y el
petróleo de las regiones árticas, poniendo en
peligro el delicado equilibrio ecológico de los ecosistemas de
tundra y su vida silvestre. Los bosques tropicales, sobre todo en
el Sureste asiático y en la Amazonia, están siendo
destruidos a un ritmo alarmante para obtener madera, despejar
suelo para pastos y cultivos, para plantaciones de pinos y para
asentamientos humanos. En la década de 1980 se
llegó a estimar que las masas forestales estaban siendo
destruidas a un ritmo acelerado. Otra estimación daba una
tasa de destrucción de más de 200.000 km2 al
año, sólo en la cuenca amazónica. Esta
deforestación tropical podría llevar
a la extinción de hasta 750.000 especies lo que
representaría la pérdida de toda una multiplicidad
de productos: alimentos,
fibras, fármacos, tintes, gomas, resinas y la
pérdida de equilibrio biológico. Además, la
expansión de las tierras de cultivo y de pastoreo para
ganado doméstico en África, así como el
comercio
ilegal de especies amenazadas y productos animales podría
representar el fin de los grandes mamíferos africanos.

La erosión del suelo se
está acelerando en todos los continentes y está
degradando millones de hectáreas, lo que representa una
seria amenaza para el abastecimiento global de víveres.
Cada año la erosión de los suelos y otras formas de
degradación de las tierras provocan una pérdida de
millones de hectáreas de tierras cultivables. En el Tercer
Mundo, la creciente necesidad de alimentos y leña han
tenido como resultado la deforestación y cultivo de
laderas con mucha pendiente, lo que ha producido una severa
erosión de las mismas. Para complicar aún
más el problema, hay que tener en cuenta la pérdida
de tierras de cultivo de primera calidad debido a
la industria, los pantanos, la expansión de las ciudades y
las carreteras. La erosión del suelo y la pérdida
de las tierras de cultivo y los bosques reducen además la
capacidad de conservación de la humedad de los suelos y
añade sedimentos a las corrientes de agua, los lagos y los
embalses.

Pérdida de calidad y cantidad de suelo.
Ésta puede deberse a varios procesos:
erosión, salinización, contaminación, drenaje,
acidificación, laterización y pérdida de la
estructura del
suelo, o a una combinación de ellos. La degradación
del suelo también está ligada a procesos
desarrollados a mayor escala, como la
desertización.

La salinización es una concentración
anormalmente elevada de sales, por ejemplo de sodio, en el suelo,
debida a la evaporación. Se observa a menudo asociada a la
irrigación y conduce a la muerte de
las plantas y a la pérdida de estructura del
suelo.

Causas frecuentes de contaminación son los
residuos de las granjas y el cieno de las aguas residuales, que
pueden contener concentraciones elevadas de metales pesados. Los
suelos también se han visto contaminados por
isótopos radiactivos procedentes de las pruebas nucleares
y, a escala restringida, aunque localmente grave, del accidente
producido en la central nuclear de Chernóbil en 1986.
La
contaminación puede deberse también a otros
residuos químicos, a subproductos de procesos
industriales, o al exceso de abonos químicos o plaguicidas
en la. La principal causa atmosférica de la
acidificación es la creciente presencia en ésta de
óxidos de azufre y nitrógeno emitidos por la quema
de combustibles fósiles, como ocurre en las centrales
térmicas.

La pérdida de materia
orgánica debida a la erosión y a la
oxidación degrada el suelo y, en especial, su valor como
soporte para el cultivo. La pérdida de materia
orgánica reduce también la estabilidad de los
agregados del
suelo que, bajo el impacto de las precipitaciones, pueden
dispersarse. Este proceso puede llevar a la formación de
una corteza sobre el suelo que reduce la infiltración del
agua e inhibe la germinación de las semillas.

La contaminación industrial de las aguas
subterráneas sigue siendo un grave problema en la
mayoría de los países desarrollados. En todo el
mundo se produce la infiltración de productos
tóxicos en el suelo y en las aguas subterráneas,
procedentes de tanques de almacenamiento de gasolina, vertederos
de basuras y zonas de vertidos industriales. Aun cuando la
calidad media del agua de los ríos ha mejorado en los
últimos 20 años en la mayoría de las
naciones industrializadas, las concentraciones de metales pesados
como el plomo se mantienen en niveles inaceptablemente
altos.

Otra causa importante de la contaminación del agua potable es el
vertido de aguas residuales. En los países en vías
de desarrollo, el 95% de las aguas residuales se descargan sin
ser tratadas en ríos cercanos, que a su vez suelen ser una
fuente de agua potable.
Las personas que consumen esta agua son más propensas a
contraer enfermedades infecciosas que se propagan a través
de aguas contaminadas, el principal problema de salud en
países en vías de desarrollo. Además, la
contaminación producida por las aguas residuales destruye
los peces de agua dulce, una importante fuente de alimentos, y
favorece la proliferación de algas nocivas en zonas
costeras.

La actividad humana ha afectado la flora y la fauna del
planeta en no menor medida que el aire, el agua y el suelo. A lo
largo de millones de años la vida fue evolucionando sin
grandes impactos por parte de los seres humanos. Sin embargo,
probablemente desde los primeros colonizadores de Australia y
Norteamérica, la raza humana ha ido provocando extinciones
masivas bien por medio de la caza o bien por la
utilización del fuego. Con la domesticación de los
animales,, la humanidad comenzó a desempeñar una
función
más activa en la evolución biológica. Durante el
siglo XIX y XX el papel desempeñado por los seres humanos
en la supervivencia de las especies ha aumentado hasta el punto
de que ciertas especies únicamente sobreviven porque los
hombres lo permiten.

La tecnología y los combustibles modernos han
multiplicado notablemente la eficacia de la
caza, hasta el punto de poner en peligro de extinción a
animales como la ballena azul o el bisonte de
Norteamérica. Otros muchos animales, en su mayor parte
especies de los bosques tropicales, son víctimas de la
destrucción de su hábitat
natural. De manera bastante inadvertida, y casi involuntaria, la
humanidad ha asumido un papel central en la determinación
del destino de muchas especies y la salud de las aguas, el aire y
el suelo de nuestro planeta.

Término que hace referencia al ruido cuando
éste se convierte en un sonido molesto
que puede producir efectos fisiológicos y
psicológicos nocivos para las personas, llegando
también a afectar a poblaciones de animales (especialmente
de aves). La causa principal de la contaminación acústica es la
actividad humana: el transporte, la
construcción de edificios y obras
públicas y la industria, entre otras. Los efectos
producidos por el ruido pueden ser fisiológicos, como la
pérdida de audición o el insomnio, y
psicológicos, como la irritabilidad exagerada. El ruido
viene siendo un problema para la humanidad desde muy antiguo,
existiendo referencias escritas sobre este problema ya desde la
época de la Roma imperial.
Las primeras normas conocidas
relativas a la contaminación acústica datan del
siglo XV, cuando en la ciudad de Berna se prohibió la
circulación de carretas que, por su estado, pudieran
producir ruidos excesivos que molestasen a los ciudadanos. En el
siglo XVI, en Zurich se dictó una norma que
prohibía hacer ruidos por la noche para no alterar el
descanso de los ciudadanos. En la actualidad, cada país ha
desarrollado la legislación específica
correspondiente para regular el ruido y los problemas que
éste conlleva.

El efecto invernadero es el término que se aplica
al papel que desempeña la atmósfera en el
calentamiento de la superficie terrestre. La atmósfera es
prácticamente transparente a la radiación solar de
onda corta, absorbida por la superficie de la Tierra. Gran parte
de esta radiación se vuelve a emitir hacia el espacio
exterior con una longitud de onda correspondiente a los rayos
infrarrojos, pero es reflejada de vuelta por gases como el
dióxido de carbono, el metano, el
óxido nitroso, los clorofluorocarbonos (CFC) y el ozono,
presentes en la atmósfera. Este efecto de calentamiento es
la base de las teorías
relacionadas con el calentamiento global.

El contenido en dióxido de carbono de la
atmósfera se ha incrementado significativamente, como
consecuencia del uso de combustibles fósiles como el
petróleo, el gas y el carbón; la
destrucción de bosques tropicales por el método de
cortar y quemar también ha sido un factor relevante que ha
influido en el ciclo del carbono. El efecto neto de estos
incrementos podría ser un aumento global de la
temperatura, estimado entre 1,4 y 5,8 ºC entre 1990 y
2100. Este calentamiento puede originar importantes cambios
climáticos, afectando a las cosechas y haciendo que suba
el nivel de los océanos. De ocurrir esto, millones de
personas se verían afectadas por las
inundaciones.

Se están intentando distintos esfuerzos
internacionales para reducir las emisiones de gases de efecto
invernadero. En 1997 se reunieron en Kyoto representantes de los
países integrantes de la Convención Marco de las
Naciones Unidas
sobre el Cambio Climático, creada en el seno de la Cumbre
sobre la Tierra celebrada en Río de Janeiro en 1992. En el
Protocolo de
Kyoto se estableció que los países desarrollados
debían reducir sus emisiones de gases causantes del efecto
invernadero en un 5,2% para el año 2012 respecto a sus
emisiones en el año 1990. El protocolo entró en
vigor en febrero de 2005, tres meses después de que
Rusia lo
ratificara y se alcanzaran las exigencias del propio protocolo,
que señalaba que para que entrara en vigor debía
ser ratificado por al menos 55 países desarrollados cuyas
emisiones de gases de efecto invernadero sumaran el 55% del
total.

El smog es la mezcla de niebla con partículas de
humo, formada cuando el grado de humedad en la atmósfera
es alto y el aire está tan quieto que el humo se acumula
cerca de su fuente. Este reduce la visibilidad natural y, a
menudo, irrita los ojos y el aparato
respiratorio. En zonas urbanas muy pobladas, la tasa de
mortalidad suele aumentar de forma considerable durante periodos
prolongados de smog, en particular cuando un proceso de
inversión térmica crea una cubierta sobre la ciudad
que no permite su disipación. El smog se produce
con más frecuencia en ciudades con costa o cercanas a
ella, por ejemplo en Los Ángeles o
Tokio, donde constituye un problema muy grave, pero
también en grandes urbes situadas en amplios valles, como
la ciudad de México.

La prevención del smog requiere el
control de las
emisiones de humo de las calderas y
hornos, la reducción de los humos de las industrias
metálicas o de otro tipo y el control de las emisiones
nocivas de los vehículos y las incineradoras. Los motores de
combustión interna son considerados los
mayores contribuyentes al problema del smog, ya que
emiten grandes cantidades de contaminantes, en especial
hidrocarburos no quemados y óxidos de nitrógeno. El
número de componentes indeseables del smog es
considerable, y sus proporciones son muy variables.
Incluyen ozono, dióxido de azufre, cianuro de hidrógeno, hidrocarburos y los productos
derivados de estos últimos por oxidación parcial.
El combustible obtenido por fraccionado de carbón y
petróleo
produce dióxido de azufre, que se oxida con el
oxígeno atmosférico formando trióxido de
azufre (SO3). Éste se hidrata, a su vez, con el vapor de
agua de la atmósfera para formar ácido
sulfúrico (H2SO4).

Efectos sobre la
salud

La concentración de los
contaminantes se reduce al dispersarse éstos en la
atmósfera, proceso que depende de factores
climatológicos como la temperatura, la velocidad del
viento, el movimiento de
sistemas de altas
y bajas presiones y la interacción de éstos con la topografía local, por ejemplo las
montañas y valles. La temperatura suele decrecer con la
altitud, pero cuando una capa de aire frío se asienta bajo
una capa de aire caliente produciendo una inversión
térmica, la mezcla atmosférica se retarda y los
contaminantes se acumulan cerca del suelo. Las inversiones
pueden ser duraderas bajo un sistema estacionario de altas
presiones unido a una baja velocidad del viento.

Un periodo de tan sólo tres
días de escasa mezcla atmosférica puede llevar a
concentraciones elevadas de productos peligrosos en áreas
de alta contaminación y, en casos extremos, producir
enfermedades e incluso la muerte.

Los efectos de la exposición
a largo plazo a bajas concentraciones de contaminantes no
están bien definidos; no obstante, los grupos de riesgo
son los niños,
los ancianos, los fumadores, los trabajadores expuestos al
contacto con materiales tóxicos y quienes padecen
enfermedades pulmonares o cardiacas. Otros efectos adversos son:
los daños que pueden sufrir el ganado, los cultivos y los
ecosistemas forestales, como los provocados por la lluvia
ácida en los bosques de coníferas del centro y
norte de Europa.

A menudo los primeros efectos
perceptibles de la contaminación son de naturaleza
estética y no son necesariamente
peligrosos. Estos efectos incluyen la disminución de la
visibilidad debido a la presencia de partículas diminutas
suspendidas en el aire, y los malos olores, como la pestilencia a
huevos podridos producida por el sulfuro de hidrógeno que
emana de las fábricas de papel y celulosa.

Las enfermedades son causadas por la
exposición a ciertos agentes ambientales. El
término enfermedad ambiental designa las
enfermedades no infecciosas y las producidas por la
exposición a agentes que escapan al control del individuo;
esto último excluye los procesos derivados de
hábitos personales como el fumar, y el uso o abuso de
fármacos o drogas como el
alcohol. Las
enfermedades laborales relacionadas con la exposición a
diversos agentes en el entorno laboral
constituyen una categoría importante dentro de las
enfermedades ambientales.

Algunos ejemplos de esta circunstancia son la silicosis,
enfermedad pulmonar que afecta a los mineros, trabajadores de la
industria y alfareros por la exposición al polvo de
sílice; el cáncer
de escroto en los deshollinadores, en relación con el
hollín; alteraciones neurológicas en los alfareros
por el uso de productos con base de plomo o alteraciones
óseas en los trabajadores de la industria de cerillas por
la exposición al fósforo.

Estas enfermedades son producidas por agentes
químicos, radiaciones, y fenómenos físicos.
Tanto en el medio natural como en el entorno laboral, los efectos
de la exposición dependen mucho de la forma en que se
recibe: las principales vías son la contaminación
atmosférica y la contaminación del agua, los
alimentos, y el contacto directo con ciertas toxinas. La sinergia (la
potenciación de dos o más agentes cuando
actúan de forma simultánea) se manifiesta, por
ejemplo, en el aumento de la incidencia de cáncer de
pulmón en los trabajadores expuestos al polvo de asbesto
que además son fumadores. La interacción que se
produce entre distintos agentes químicos en lugares como
basureros o almacenes de
residuos plantea un problema sanitario frecuente y de
consecuencias desconocidas. )

La industrialización ha supuesto un
aumento espectacular en la exposición a agentes
químicos, algunos de ellos nuevos. Entre éstos
destacan productos inorgánicos como el plomo, mercurio,
arsenio, cadmio y asbesto, o productos orgánicos como los
bifenilos policlorados (PCB), el cloruro de vinilo, o el
pesticida DDT (diclorodifeniltricloroetano). Una peculiaridad de
alguno de estos agentes es la capacidad de facilitar el
desarrollo de un cáncer, como el cáncer de
pulmón y los mesoteliomas relacionados con el asbesto, el
cáncer de hígado por cloruro de vinilo, o las
leucemias relacionadas con la exposición al
benceno.

La enfermedad de Minamata, producida por ingerir pescado
contaminado por mercurio, y la enfermedad de Yusho, relacionada
con alimentos contaminados con furanos clorados, son ejemplos de
procesos tóxicos agudos que acaecen fuera del
ámbito laboral.

. La incidencia y frecuencia de cada enfermedad guardan
relación con la dosis de toxina. Para los efectos
crónicos o retardados, como el cáncer o las
alteraciones en los descendientes de los individuos expuestos, no
hay un umbral de dosis seguro por debajo
del cual no se desarrolla la enfermedad. En consecuencia, el
efecto cancerígeno de ciertos agentes ambientales
contaminantes como el DDT o los PCB es de una magnitud
desconocida.

Enfermedades causadas por la exposición
del organismo o de una parte de éste a dosis altas de
radiación ionizante (radiación que altera los
átomos sobre los que incide). Los síntomas aparecen
por lo general debido a la exposición intensa a una
radiación externa, como la producida por los rayos X o los
rayos gamma, pero también pueden originarse por la
absorción interna de materiales radiactivos (como el
radiocesio) o por ambas causas.

La enfermedad por radiación se
caracteriza por una sensación súbita de anorexia
(pérdida de apetito) o náuseas a las que sigue, en
un periodo de tiempo corto, vómitos y, en
ocasiones, diarrea. La
enfermedad progresa apareciendo síntomas por lesiones
más graves debido a la afectación de otros tejidos,
como la médula ósea, que provoca una
disminución progresiva del número de células
sanguíneas, lo que conduce a un aumento de la
susceptibilidad del organismo a las infecciones. Las dosis
elevadas de radiación pueden producir también
esterilidad permanente como consecuencia de la lesión de
los órganos reproductores, lesiones graves en otros
órganos, e incluso la muerte con o sin tratamiento
médico. También pueden existir otros
síntomas dependiendo de la dosis, de la frecuencia de
exposición, y del área del organismo sometida a la
radiación. Éstos pueden consistir, a corto plazo,
en caída del cabello, quemaduras cutáneas o
hemorragias, y, a largo plazo, en un aumento del riesgo de
desarrollar cáncer.

Las enfermedades ambientales pueden afectar a
cualquier sistema del organismo. Dependiendo de cómo
penetre el agente en el organismo, se metabolice o se excrete, la
enfermedad se manifestará de una u otra forma. La piel,
pulmones, riñones, hígado o sistema nervioso
se ven afectados por múltiples agentes en diversas
circunstancias. Muchos de estos agentes ambientales son
peligrosos por su capacidad de inducir cáncer,
anomalías congénitas o abortos espontáneos
(si el feto es
expuesto a ellos), y mutaciones en las células germinales.
Este último mecanismo implica la capacidad de ciertos
agentes ambientales de producir enfermedades genéticas. En
tales circunstancias los estudios epidemiológicos de la
población expuesta son de gran ayuda para relacionar esa
exposición con el cuadro clínico que
produce.

Los efectos de la contaminación
del agua incluyen los que afectan a la salud humana. La presencia
de nitratos (sales del ácido nítrico) en el agua
potable puede producir una enfermedad infantil que en ocasiones
es mortal. El cadmio presente en el agua y procedente de los
vertidos industriales, de tuberías galvanizadas
deterioradas, o de los fertilizantes derivados del cieno o lodo
puede ser absorbido por las cosechas; de ser ingerido en cantidad
suficiente, el metal puede producir un trastorno diarreico agudo,
así como lesiones en el hígado y los
riñones. Hace tiempo que se conoce o se sospecha de la
peligrosidad de sustancias inorgánicas, como el mercurio,
el arsénico y el plomo.

Conclusiones

  • La contaminación del medio ambiente, las
    pérdidas o destrucción de los recursos
    naturales y la exposición de las poblaciones a
    peligros naturales y provocados por el hombre, se encuentran
    en gran medida, en la falta de volunta pública y
    política, por regulaciones ineficientes y por falta de
    conocimientos e información. El desarrollo de las
    tecnologías de base científica no es la
    única causa de la alteración del medio
    ambiente.

  • La conservación de la vida y la salud en la
    tierra requiere esfuerzos de toda la humanidad y de cada
    persona. Cada uno de nosotros debe pensar de manera global y
    actuar de modo local. En toda la sociedad y en cada persona
    recae cierta parte de responsabilidad debemos desarrollar una
    conciencia a favor de la protección de la
    Ecología y el Medio Ambiente.

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Autor:

Lic. Eunice Roche Borrego

Lic. Deyamira Concepción
Fadragas

Yordan Jiménez Pérez

Partes: 1, 2
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